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You changed me (YoonMin) por MintYoongi

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Notas del capitulo:

Hola :)

PD: Ahora alctualizaré cualquier día(?

Cap 15

                Se estaba por cumplir el mes de trabajo y eso era la mejor sensación que Jimin podía tener en su interior. A pesar de eso tuvo  un bajón durante la última semana, el típico bajón emocional adolescente, le dificultó mucho las cosas en sus estudios, se sintió mal y no podía dejar de pensar en Yoongi y lo que había hecho.  También había tenido una que otra pelea con su padre, se había enterado por propia cuenta que ahora Taehyung y Hoseok salían y eso le dolió más que nada, necesitaba alguien con quién poder hablar de cómo se sentía, pero ni siquiera su propia madre era capaz de darse cuenta del estado de su hijo, estaba más preocupada en cómo le sentaba el nuevo tono de color labial y todos sus cosméticos y ropa cara.

                Hoy a las 12:00am el trato con su padre acababa, y lo disfrutaría diciéndole un “te lo dije” en contra de todas las críticas que le había escupido. Iba a cumplir un mes, completo. ¿Qué mejor cosa que callarle la boca a su propio padre? Tras aguantar miles de palabrerías sin sentido, cosas que a Jimin lo hacían sentirse una mierda de persona… Hoy todo acabaría. Sólo debía centrarse en terminar bien su tarea y listo.

                Jimin entró al lugar de trabajo, hoy estaba todo muy alborotado por alguna extraña razón. Se veían más empleados que en los días anteriores. Yesung seguía de “vacaciones” según él volvería en pocas semanas y claro, había dejado a Yoongi a cargo, así que disfrutaba de su labor como un jefe suplente, si así quería llamárselo, durante unos días. Pero lo cierto es que a pesar de serlo, no le daba mucha importancia a los demás empleados, sólo se dedicaba a observar que todo estuviese en su lugar, cuanto menos hablara mejor para él.

                La tortura empezaba, nuevamente. El pelinegro, como todas las veces que había pasado al lado del mayor, lo ignoraba completamente y el otro hacía lo mismo. Era insoportable tener que trabajar así, pero ya todo terminaría y hoy a las 20:00pm se largaría de ahí y no volvería nunca más, o eso quería creer.

                Ya se encontraban siendo las 17:45pm. Jimin se sorprendió de lo rápido que la hora pasaba, no aguantaba las ganas de irse y más porque sentía cómo Yoongi tenía la mirada puesta sobre él y en alguna ocasión que estuvieron cerca, el mayor parecía querer decirle algo, pero hasta ahora nada salió de su boca.

 

-Park.-Lo llamó un compañero, haciéndole seña.-¿Podrías llevar esto a la mesa dos, donde está ese señor? Te juro que necesito ir urgente al baño.

 

                El chico orejón y alto le entregó la bandeja a Jimin sin que él le hubiera aceptado hacerle el favor, pero ya que importaba. Observó lo que debía llevar. Un café amargo y una porción muy pequeña de un pastel de arándanos. ¿Arándonos? Se quedó pensando un momento, no había mucha gente que pidiera algo con arándanos, al menos eso había notado él entre la clientela de aquella cafetería. Caminó hacia la mesa con la cabeza medio gacha, vigilando sus torpes pasos, y a unos pocos centímetros alzó la vista y con lo que se encontró hizo que se detuviera de sopetón. Reconocía aquellos hombros, ese perfil, con esa nariz chata y ese cabello medio canoso. Su padre.

                El hombre giró su mirada y se encontró con el rostro perdido y confundido de su hijo. El pelinegro no pudo evitar sentir cómo su mano comenzaba a temblar y eso provocó que la bandeja que sostenía cayera al suelo. Cerró los ojos con fuerza al escuchar cómo la taza y el plato impactaron contra el suelo, partiéndose a la mitad. El líquido amargo se desparramó por todo el suelo y llegó hasta manchar sus zapatos, el pastel sólo quedó aplastado y los pequeños arándanos salieron disparados como caninas por todos lados. Estaba jodido.

 

-Park Jimin.- Dijo el hombre con voz amenazante.

 

                Las miradas de los otros clientes no fueron nada discretas y por supuesto se habían volteado curiosas a ver qué había pasado.

                Jimin ante las palabras de su padre salió de su pequeño shock y no pudo hacer más que verlo con el ceño fruncido.

 

-¿Qué estás haciendo aquí?-Trató de no alzar la voz, porque si no se comenzaría a alterar.

 

-Yo también me pregunto lo mismo de ti.-Se paró del asiento y quedó frente a frente con su hijo.- ¿Yesung te tiene tanta lástima que te dejó trabajar hasta el último día del mes? Creí que ya te habían echado hace rato. Había planeado venir hace unos días a vigilarte para comprobar que tenía toda la razón…-Señaló el desastre que había hecho en el suelo.

 

                El menor trató de contenerse, apretó sus dientes con fuerza. Estaba pasando el peor ridículo de su vida, quería marcharse de allí de inmediato.

 

-¿Viniste a humillarme?

 

-Te estás humillando tú solo, hijo.

 

                La tensión que había entre los dos estaba asustando a los clientes. Yoongi fue a ver lo que ocurría, ya que uno de sus compañeros le alertó sobre una posible pelea. Salió por la puerta de la cocina y observó cómo los dos se lanzaban chispas con los ojos. Después vio la bandeja tirada en el suelo, el café derramado y el pastel aplastado.

 

-¿Tanto te gusta verme humillado que vienes a arruinarme el último día de trabajo?¿Qué clase de padre eres?- El tono de voz de Jimin aumentó, casi se podía decir que le estaba gritando.

 

-No me hables en ese tono.-Le advirtió el hombre.

 

                Yoongi se encaminó hacia donde estaban los dos a paso rápido y quedó entre medio. Pisó un poco de café y maldijo en su mente.

 

-¿Está todo bien?-Lo miró al hombre con una falsa sonrisa.

 

-¡No, no está bien!-Dijo Jimin alterado, sin dejar de mirar a su padre.

 

                El mayor giró su mirada hacia Jimin de inmediato, queriendo taparle la boca o quizás devolviéndole el puñetazo que le había dado días atrás.

 

-Jimin, deja de gritar.

 

-¿Y tú quién eres?-Le preguntó el hombre a Yoongi, juzgándolo con la mirada de arriba abajo.

 

                Yoongi no le contestó, odiaba que lo mirara de ese modo. ¿Quién se creía ese viejo?

 

-¿Y usted quién es?-Le respondió con otra pregunta.

 

                El hombre gruñó molesto.

 

-Soy el padre este inútil.-Señaló a Jimin de forma descarada y se dirigió a él.- ¿Ni siquiera puedes hacer bien un miserable trabajo como el de mesero?

 

                El rostro de Yoongi ante aquel comentario se tornó enfurecido. Ahora sí que no iba a dejar que ese hombre abriera más su bocaza. Se cruzó de brazos y se puso en frente, tapándole la vista a Jimin. El menor se quedó algo sorprendido, no sabía si es que acaso lo estaba defendiendo o sólo fue por ese comentario que su padre soltó sobre los meseros.

 

-¿Perdón?-Dijo Yoongi, mirándolo de mala gana.-¿Tiene algún problema con los meseros?

 

-No iba por ti.-Trató de calmar al de cabello menta ya que parecía que lo quería golpear.- De todos modos, no me contestaste. ¿Quién eres?

 

-Soy el jefe.- Respondió descaradamente como si fuera cierto.

 

-¿Me estás jodiendo?-Chasqueó la lengua.-¿Te crees gracioso?

 

                Se suponía que Yoongi debía haber parado aquel altercado, pero lo estaba empeorando y lo sabía. Pero no iba a dejar que nadie hablara mal de su trabajo y tampoco iba a dejar que insultara así a Jimin, más allá de que no conocía la relación que llevaban ambos, no creía necesario hablar de ese modo frente a tanta gente, volverían a perder clientes.

 

-No debería hablar así en este lugar, le voy a pedir que se marche de inmediato.- Le dijo en un tono más “amigable”, pero en realidad en su imaginación lo estaba echando a patadas.- De tal palo, tal astilla.-Pensó.

 

-Suficiente tuve por hoy…-Susurró Jimin a sus espaldas.- Estoy cansado de que siempre sea igual, insultos, humillación, me harté.

                El tono de voz del menor parecía estar quebrándose porque de sus ojos emergieron unas lágrimas contenidas. Le dolía la garganta de aguantarse las ganas de llorar. Salió corriendo a toda prisa, llevando consigo esa sensación humillante que su padre le había dejado.

                Yoongi y el Señor Park observaron cómo el menor se había marchado corriendo, empujando de por medio a algunos compañeros, atravesó la puerta de la cocina con violencia y ésta se cerró de sopetón. Todas las miradas estaban sobre Yoongi ahora y por supuesto sobre el padre de Jimin, a quien no podían evitar mirarlo de mala forma. ¿Cómo alguien podía tratar así a su propio hijo?

 

-¡Jimin!-Gritó el hombre enfurecido.

 

-No…-Yoongi puso su mano en su camino antes de que fuera a perseguirlo.- Déjelo en paz y sólo salga de aquí, no se lo diré otra vez.

 

                La voz del chico sonó tan amenazadora que el Señor Park sintió algo de miedo, incluso su mirada llena de odio y repudio hicieron que quedara callado y simplemente se fuera de allí mientras maldecía. Yoongi se disculpó con los clientes y llamó a uno de sus compañeros para que limpiara el desastre que Jimin había hecho.

                Sus pasos fueron rápidos y enseguida se encontraba en la cocina, buscando al menor con la mirada, pero no estaba allí. Salió por la puerta trasera asomándose por el callejón silencioso. Y ahí estaba, sentado contra la pared, llorando como un chiquillo. Jimin se refregaba los ojos con su brazo, queriendo quitar con rabia sus lágrimas.

 

-Jimin…-Se acercó hasta ponerse a su lado, de pie.

 

-Déjame en paz.-Decía hipando.

 

-Deja de llorar.-Se acuclilló para hablarle más de cerca.-No seas niño.

 

                Los ojos de Jimin rojos de llorar lo miraron furiosos. Tenía muchas ganas de callarlo con otro puñetazo, pero ni siquiera tenía fuerzas para hacerlo. Después de echarle una mirada fea, volvió a pasarse el brazo limpiando ahora sus mejillas.

 

-Cállate, te dije que me dejes en paz.

 

                Yoongi no pensaba marcharse. El verlo de aquella forma lo hizo recordar a su pasado. Sintió lástima por él y rabia al recordar las duras palabras que su padre le había dicho. No podía creerlo pero sentía compasión y pudo ponerse en su lugar. Pequeños flashbacks en ese momento vinieron a su mente. Su padre gritándole cosas desagradables, tomándolo del brazo y encerrándolo en el baño mientras tapaba sus oídos y lloraba desesperadamente porque alguien lo sacara de allí.

 

-Yo comprendo cómo te sientes…-Le dijo en un tono muy bajo, sin apenas mirarlo.

 

-¡No, tú no entiendes nada!-Gritó Jimin cerrando sus puños y seguido escondiendo su rostro entre sus rodillas. Aún podía sentir el olor a café que quedó impregnado en sus zapatos.

 

                Yoongi no sabía por qué, pero se sentó al lado del menor, apoyando su cabeza contra la pared. Se quedó en silencio. Jimin sintió que estaba a su lado, pero no quiso despegar su rostro de entre sus rodillas porque aún seguía llorando.

 

-Siempre igual.-Dijo en un susurro, entre lágrimas.- Yo sólo quería probarle que podía hacer las cosas por mí mismo. Él sólo se empeña en llamarme inútil, en decirme que no soy bueno para nada…¿Por qué debería…dejar de…llorar, eh?

 

-Llorar es de débiles.-Respondió el mayor con sequedad.

 

-Vaya consuelo de mierda…-Sorbió con su nariz y se volteó a verlo.- ¿Por qué te preocupas por mí, Yoongi?

 

                El mayor quedó en silencio. No estaba seguro de por qué lo hacía, pero supuso que al pasar por algo similar en su niñez debía acompañarlo, porque cuando él lo sufrió nadie estuvo a su lado. Estuvo toda su vida solo, con el pensamiento de odio hacia su padre. Nadie sabía su historia, sólo su querido amigo de la infancia Namjoon. En ese instante sintió la necesidad de verlo, de volver a hablar con él, escuchar sus sabios consejos, pero estaba lejos y hacía mucho no lo veía.

 

-No quiero que te sientas solo, Jimin.- Posó su mano sobre el hombro del menor y lo masajeó un poco, como queriendo aliviarlo del llanto.

 

                El pelinegro sintió su  corazón bombear con fuerza, sus ojos dejaron de lagrimear, estaba atónito por haber escuchado esas palabras del mayor que sonaron como si de una dulce melodía se tratara. Sus cachetes se tiñeron de rojo y no le importó que el otro lo notara. Quiso decirle algo pero las palabras no salían de su boca, le seguía doliendo la garganta de tanto llorar, hipar… Lo único que hizo fue inclinar su cabeza hasta que quedara apoyada en el hombro del mayor. Yoongi pasó su mano al cabello de Jimin e inconscientemente comenzó a enredar sus dedos en él.

 

-Gracias…-Dijo con timidez, notando como las lágrimas querían volver a salir de sus ojos.

 

                Yoongi sabía que lo estaba haciendo no era propio de él, nunca consoló a nadie, pero el menor se vio tan vulnerable ante sus ojos que lo único que pudo hacer fue darle su apoyo. Y mientras acariciaba ese cabello sedoso comenzó a pensar en lo mal que había tratado a Jimin. Lo había menospreciado, sin saber que esa actitud que adoptó era igual a la de su padre. Creyó que no estaba bien, pero era alguien tan orgulloso que no podía disculparse por ello.

 

-Siento haberte golpeado.-Susurró el menor con su cara enterrada en el hombro del otro.

 

                Al mayor no le importó la disculpa porque creyó que se había merecido ese golpe por hablar de más. Comenzó a creer que era realmente un asco de persona por tratar al pelinegro como lo había hecho, creía que no merecía disculpas de su parte.

 

-Ya que importa.-Se levantó de sopetón, haciendo que el otro casi se cayera.- Vamos, sólo deja de llorar y vuelve al trabajo.

 

                Y su sequedad y frialdad volvió en menos de un minuto. Jimin se paró y no le dijo nada. Hoy era el último día en ese miserable trabajo, pero de todos modos ya nada tenía sentido. No podía haberle demostrado nada a su padre, se seguía sintiendo un inútil. Lo único que quería en ese instante era que su día acabara, marcharse a casa y no volver nunca más, aunque eso iba a suponer no volver a ver a Yoongi. Eso le dolía porque creía estar enamorado de él.

 

                El reloj de su celular marcó las 20:00 exactas. Su pierna se movía nerviosa. Estaba poniéndose su abrigo para marcharse de una vez, pero primero necesitaba ver a Yoongi. Salió y fue a buscarlo hasta el despacho de Yesung, ya que él estaba a cargo ahora supuso que le había dejado la sala. La puerta estaba abierta, Jimin simplemente se asomó y no hizo falta recorrer mucho el espacio con su mirada, aquella cabellera siempre destacaba.

 

-Yoongi…-Dijo con un vocecita tímida. Ni él sabía por qué hablaba así.-Ya me voy.

 

                El otro se dio la vuelta, estaba husmeando descaradamente unos papeles que había en un archivero. Metió sus manos en los bolsillos del pantalón y se encogió de hombros.

 

-Está bien.-Sólo dijo eso.

 

-Y me preguntaba ¿cuándo volverá Yesung? Necesito hablar con él sobre...todo.-Tragó saliva, sus ojos estaban clavados en Yoongi.

 

-No lo sé, no es como si dijera una fecha. Creo que volverá cuando tenga ganas.-Soltó una risa porque le parecía algo desconsiderado por parte de su jefe hacer esas cosas.

 

-¿Y cómo sé cuándo vaya a volver?-Jimin abrió los brazos, acentuando su preocupación.

 

-Le diré que te avise.-Caminó hasta apoyarse sobre el escritorio, sin dejar de mirar al menor.

 

-Pero… no tiene mi número.-Suspiró.

 

-Entonces dámelo.-Yoongi tomó un papel y un lápiz que tenía a pocos centímetros de él y se quedó esperando a que el pelinegro comenzara a soltar números.

 

-¿Eh, a ti?

 

                El otro asintió con la cabeza, seguía esperando que Jimin empezara a hablar para anotar, se le estaba cansando la mano.

 

-Tranquilo, no me voy a guardar tu número.-Bromeó sonriendo de lado.

 

                Jimin después de su shock por ver esa hermosa sonrisa burlona, le dijo su número de teléfono y Yoongi lo anotó rápidamente. Dejó el papelito sobre la mesa y encima, puso un pisapapeles.

 

-Bueno, yo…me voy.-Jimin dio media vuelta con el corazón casi en la garganta, antes de marcharse se detuvo, se volteó de sopetón e hizo un reverencia.-Gracias por todo.-Y salió corriendo.

 

-Adiós…-Susurró el mayor sin apenas mover sus labios.

 

                El pelinegro corrió bajo las luces de las farolas, bajo aquel cielo ya oscuro. Sentía un dolor en el pecho, muy profundo y un gran mal estar en todo el cuerpo. Se estaba alejando de aquel lugar, de Yoongi. Ya sabía lo que sentía y le molestaba no poder decirle nada porque creía que nunca le correspondería. Se había enamorado como un idiota y era la primera vez que le pasaba esto, sentía que era de verdad. Todo para él quedó claro cuando dejó que se apoyara sobre su hombro, llorando como un niño recién regañado. Ya no importaban sus insultos, sus malas palabras, lo único que recordó al cerrar los ojos fue esa sensación que le dio al sentir sus dedos acariciando su cabello, como si fuera un gatito herido.

                Corrió y corrió como desesperado y al poco rato se dio cuenta de que se había desviado por otra calle.

                Genial.

                Miró a su alrededor, había otro tipo de edificios por ese lugar. Estaba todo muy silencioso. Él no conocía muy bien las calles porque siempre alguien lo llevaba y traía para todos lados, pero esta vez al sentirse tan idiota enamorado se acabó perdiendo en sus pensamientos y sus pies lo guiaron a un lugar desconocido. Miró hacia atrás y no vio otra opción que volver sobre sus pasos, estaba algo impresionado de haber corriendo tanto con sus ojos cerrados y no haber chocado con algo. Caminó con lentitud mientras observaba de reojo algo asustado, sentía unos pasos tras sus espaldas y no quería girarse a mirar, tenía miedo.

 

-Mierda, mierda, alguien me sigue.-Se dijo a sí mismo acelerando el paso.

 

-¡Ey niño!

 

                Una voz gruesa y tosca le gritó desde atrás, Jimin no sabía qué hacer. Se quedó paralizado y sus ojos se movieron nerviosos para todos lados. Mantuvo sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta y giró lentamente su cuerpo hacia atrás. Quizás era mejor haber corrido.

                Aquel tipo que lo miraba con diversión era mucho más alto que él, incluso ancho. Tenía una cara alargada y una cicatriz pequeña cruzaba por el puente de su nariz, estaba mal vestido y en su mano… llevaba un bate de baseball. Jimin comenzó a temblar y pensar que sería el fin de su vida.

 

-Vaya, vaya.-El tipo se le acercó hasta quedar en frente de su nariz, un olor a alcohol salía de su boca, era asqueroso.-¿Qué llevas ahí niño?¿Dinero?

 

-No…No tengo nada, lo juro.-Las lágrimas estaban por salir de sus ojos, estaba atemorizado, no podía dejar de mirar aquel bate e imaginarse que lo golpeaba.

 

                Tras unos segundos de seguir inspeccionando a Jimin de arriba abajo, otros dos salieron de las sombras. Por suerte no llevaban nada en sus manos, pero sus caras eran peor que verlos sujetar algún arma. Se acercaron al pelinegro y éste ahora se vio rodeado por delincuentes, un olor horrible y sospechoso salía de sus prendas, incluso a cigarrillo. Jimin ya estaba totalmente acojonado, no pudo evitar llorar, pero lo hizo en silencio. Sentía como aquel objeto de madera rústica pasaba por sus rodillas y el tipo amagaba un golpe en ellas haciendo que el menor se sobresalte del susto.

 

-¡No seas marica!-Se carcajeó y los otros lo siguieron.-¡Deja de llorar y dame todo lo que tengas, ahora!

 

                El grito sobre su oído lo mareó y lo hizo tambalearse, sus piernas temblaban. Sacó su celular y su billetera y se la entregó a los tipos sin rechistar, bajó la cabeza y siguió llorando, esperaba que se fueran de una maldita vez.

 

-¡¿No tienes nada más?!-Gritó uno.- ¡Seguro tienes algo escondido, tu vienes del barrio rico niñito!

-Es verdad, mira su ropa, es de marca.-Dijo el otro tomándolo de la chaqueta para ver su etiqueta.-¡Dame tu abrigo!

 

                Jimin sólo podía obedecer lo que aquellos maleantes le decían. No iba a arriesgarse a insultarlos porque sería estúpido por su parte. Se quitó la chaqueta y hasta los zapatos con olor a café. El que tenía el bate en la mano lo golpeó en el estómago tan fuerte que Jimin sintió que no podía respirar y que moriría ahí mismo, quedó tirado en el suelo como un perro callejero que fue atacado por perros salvajes.

 

-¡Corran!-Dijo el cabecilla cuando vio que el menor empezaba a retorcerse de dolor.

 

-Hijos de puta…-Susurró con dificultad, intentando respirar con normalidad.

 

                Quedó tirado en aquel suelo frío, en posición fetal, abrazando su estómago para que le doliera menos. Estaba descalzo, sin su abrigo, sentía frío. Cerró los ojos con fuerza y comenzó a llorar desconsoladamente. Vaya suerte de mierda que tenía.

               

 

Notas finales:

GRACIAS POR LEER!! <3

Jimin ;C


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