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You changed me (YoonMin) por MintYoongi

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Notas del capitulo:

Hola lector@s! 

Les haré una advertencia a partir de acá sobre lo que está pasando 

¿Por qué? Para que se preparen si son muy sensibles(? Oh..

 

~Jimin sufrirá bastante~

 

Disfruten este capítulo, gracias por sus reviews <3 

Cap 16

                Después volver a casa, descalzo, sin abrigo y con terrible dolor de estómago, Jimin había llegado a las diez de la noche. No pudo tomar un taxi, obviamente, porque su billetera ya no estaba con él. Había caminado demasiado y sus pies dolían. Seguramente enfermaría porque cogió demasiado frío y el asfalto se sentía como estar pisando, literalmente, un cubo de hielo.

                Para su suerte cuando entró a casa no había nadie. Sus padres, según le había dicho una empleada, salieron a cenar. Como siempre. Tampoco le importó mucho, es más prefería que así fuera, no quería verlos durante un tiempo. Y lo que le pareció extraño fue que la empleada no reaccionara haciendo un escándalo por verlo con aquellas pintas, parecía que una manada de lobos lo había atacado en medio del bosque.

                Subió a su cuarto y después de ducharse y cambiarse de ropa, sólo pudo quedarse profundamente dormido, aunque claro, antes de poder dormirse le dio un poco de vueltas a la forma en la que se había ido de la cafetería. Aun le dolía el pecho porque sabía que no volvería a ese lugar nada más para que Yesung y él hablaran sobre su mes de trabajo.

               

                A la mañana siguiente, el pelinegro despertó con un malestar en su cuerpo. Le dolía todo, la cabeza, el estómago sobretodo y sus pies. Se levantó sin muchas ganas y al abrir la puerta de su cuarto se encontró con un extraño panorama. Algunos empleados estaban corriendo de un lado a otro apresurados, llevando cosas de allá para acá. Ropas colgadas en los percheros, zapatos, bolsos…¿Qué estaba  pasando? Bajó las escaleras y se encontró con una de las empleadas más grandes, llevaba una valija de color negra, bastante grande, la cual estaría vacía. Jimin la detuvo y la mujer lo miró asustada.

 

-¿Qué pasa hoy?¿Viene alguien de visita o algo?-preguntó confundido sin comprender nada.

 

-Yo…señorito no puedo decirle, su madre me dijo que no le diga nada.-Su voz sonaba nerviosa y después de eso siguió subiendo las escaleras hasta meterse en el cuarto del pelinegro.

 

                Definitivamente Jimin no estaba entendiendo nada. Fue hasta el comedor y allí se encontró con su padre. Estaba sentado tomándose un café, su madre estaba a su lado. Los dos lo miraron fijamente y Jimin hizo lo mismo, pero ignoró por completo a su padre, después de lo que le había hecho ya no tenía intención de dirigirle nunca más la palabra. Era molesto estar en aquella situación y seguramente su madre no sabía nada.

 

-Jimin.-dijo su madre con un tono de voz no muy agradable.-Ven.

 

                Jimin no tenía la más mínima intención de acercarse, se quedó de pie y prefirió que le hablara desde aquella distancia porque lo estaba presintiendo, algo no iba bien.

 

-¿Qué está pasando?¿Por qué tanto alboroto?

 

                Su padre seguía clavándole la mirada de una forma desagradable, estaba más serio de lo normal y eso lo preocupó. Su madre se veía neutra, pero en sus ojos se notaba algo extraño.

 

-Tu padre yo tenemos que decirte algo.-La mujer se levantó del asiento y se acercó hasta su hijo.-Nos vamos a otro país, Jimin.

 

-¿Qué?

 

                La mano de su madre quien acariciaba su brazo para intentar calmarlo fue apartada de inmediato ante el movimiento que hizo el pelinegro de echarse hacia atrás. Estaba confundido.

-Nos vamos a Estados Unidos.-Dijo su padre con sequedad mientras se terminaba el café.-Prepara tus cosas porque en cuatro horas debes estar en el aerop…

 

-¡No!-interrumpió-¿Qué es esto?¿Por qué nos vamos?¿Por qué me lo dicen ahora?

 

-Jimin cálmate hijo.-Su madre volvió a intentar acariciarlo, pero Jimin se volvió a apartar de ella.

 

-¡No, mamá, no me toques!

 

                La tensión en el ambiente se hizo notable, podían escucharse los gritos de Jimin hasta en el otro salón, incluso algunos empleados chismosos se pararon detrás de la puerta a escuchar el conflicto y es que ellos ya lo veían venir. Sabían que los señores Park iban marcharse pronto pero ninguno le dijo nada al pelinegro, por mucha lástima que sintieran, estaban obligados a callarse la boca.

 

-¡No voy a ir a ningún lado!-Gritó tan fuerte como pudo, conteniendo las ganas de golpear algo, no quería asustar a su madre con su violenta actitud.

 

-¡Vas a ir quieras o no!-Su padre se paró del asiento y se acercó hasta él con un papel en su mano.- Haz lo que te digo y prepara tus cosas, no te lo diré más.-Le dio el papel y Jimin lo tomó, pero ni siquiera lo miró.

 

                Estuvo a punto de arrugarlo y tirárselo en la cara a su padre. Al menos quería una explicación de por qué se marchaban y por qué ahora de golpe. Él no pensaba irse, no le importaba si se quedaba solo en aquella casa pero no quería marcharse a un país desconocido, ¿qué pasaría con sus estudios? Nada tenía sentido en ese momento. Se largó del comedor y subió hasta su cuarto, detrás de él iba su madre. Lo sabía por esa ruidosa forma de caminar con tacos.

 

-Jimin.-Lo llamó antes de que el pelinegro cerrara la puerta de golpe.

 

                Ahora su madre, para su sorpresa, parecía preocupada por él. No sabía qué pensar. Su madre siempre fue buena con él, pero a veces sentía que lo era cuando estaba aburrida y no porque realmente lo quisiera. Todo era muy confuso en su círculo familiar.

 

-Ya no eres un niño, hijo.-se sentó en el borde de la cama mientras lo miraba.-Hazle caso a tu padre y sólo prepara tus cosas.

 

-Mamá…¿ni siquiera eres capaz de decirme por qué nos vamos, así de repente?

 

-Tu padre trabajará ahora en una empresa importante de negocios en Nueva York.-dijo con algo de orgullo por su esposo.- Y aparte de eso… irás a la mejor universidad.

 

-¿Y por qué no se va él solo?-Protestó enojado.-Yo no pienso irme de aquí, ni siquiera sé hablar inglés. Esto es ridículo, mamá.

 

                Jimin dio un par de vueltas por la habitación, tomándose las manos con la cabeza. Estaba en una situación desagradable. Odiaba que por el simple capricho de su padre, todos tuvieran que irse. Sabía muy bien que se podía marchar él sólo, pero no, era para joderle más aún la vida. Ahora lo quería alejar de todo lo que tenía.

 

-Hijo, no te lo dije antes porque sabía que estarías toda la semana protestando. Ahora sólo se un buen chico y obedece. Tu vuelo sale antes que el nuestro. Cuando llegues te recogerán.

 

                Como si no fuera poco el decirle que se marchaban, ahora resulta que viajaría solo. Su vida ya se estaba completando para calificarla de totalmente desgraciada y mierda. No podía imaginarse estar sentado un aquel avión rumbo a destino desconocido, encima  él solo. ¿Por qué todo tenía que ser así? A su madre no le estaba importando una mierda lo que pensara, ni sus sentimientos. Estaba pensando que ya se había vuelto todo una tirana como su padre.

 

-No voy a ir.-Tiró el boleto del vuelo al suelo, con desprecio y miró a su madre con convicción. Nadie lo iba asacar de allí.

 

-Deja de comportarte como un niño.-se paró de la cama de golpe y alzó el papel del suelo, entregándoselo nuevamente en mano.- Tu padre y yo estamos cansados de esa actitud. Ponte a guardar tus cosas y obedece.

 

                La mujer se marchó y cerró la puerta con fuerza. Jimin suspiró frustrado y miró el billete que tenía en su mano. No iba a hacer caso de lo que dijeran, ya estaba cansado, harto. Dejó el papel sobre la cama y empezó a guardar sus pertenecías en la valija negra que una de las empleadas le había dejado hacía unos minutos. No llevaba gran cosa, ni tampoco le importaba mucho en ese momento preocuparse por lo que llevar ahí adentro. Después de un rato guardando las cosas con pocas ganas, se sentó en el borde de su cama y de nuevo se le vinieron miles de cosas a la cabeza. Se imaginó lo que sería marcharse sin decirle nada a Taehyung, porque aún seguía enojado. Lo había insultado a él y a Hoseok cuando los pilló de improvisto en uno de los pasillos a los besos y abrazos. Se asqueó por completo. Le dolió que su mejor amigo no le hubiese dicho nada. En el fondo aunque se lo dijera tampoco lo habría aceptado, Hoseok era su enemigo, no quería verlo cerca de Tae, era como un grano en el culo realmente. Después estaba Yoongi, aquel tipo del que se había enamorado como niño de primaria. Era tan absurdo lo que estaba sintiendo que no se lo podía perdonar a sí mismo el estar a punto de marcharse del país y no poder volver a verlo nunca más. Todas esas noches lujuriosas que habían pasado juntos, para Jimin había sido más que eso. Odiaba a Yoongi pero también lo amaba. Era un amargado de mierda, pero sabía que esa no era siempre su actitud porque lo había visto sonreír, incluso mostrar afecto sincero, no a él, pero a ese niño, Jugnkook. Cuanta rabia sintió en ese momento.

                Se tiró sobre su cama, mirando hacia el techo y pateó la valija con la punta del pie varias veces. Había guardado sus cosas sí, pero sólo lo hizo para que sus padres no lo jodieran más. En unas horas lo iban a llevar hasta el aeropuerto y ya había planeado algo en su cabeza. Algo medio arriesgado, pero lo haría.

 

                Yoongi había recibido varias llamadas perdidas de un número desconocido y como siempre que le pasaban ese tipo de cosas, no contestaba. Pero ya era tan insistente aquella persona, que decidió que la próxima llamada contestaría y lo mandaría a la mismísima mierda. Porque encima, lo estaba llamando a la hora de su siesta. Sí, su siesta de las 10:35 am.

 

-Vamos, llama una vez más desgraciado.-le habló a su celular como si fuera un loco.

 

                Su petición fue escuchada, porque a los cinco segundos nuevamente lo estaban llamando. Agarró a toda prisa el celular de la mesa y presionó el botón para contestar.

 

-¡Deja de llamar cabrón, interrumpes mi siesta!

 

-¡Yoongi!

 

                Una voz demasiado entusiasmada después de recibir su insulto se escuchó al otro lado de la línea. Yoongi sintió que aquella voz la había escuchado en algún lugar, no lograba recordarlo bien, había como una pequeña interferencia que lo molestaba y no lo dejaba escuchar con claridad.

 

-¿Quién eres?-Preguntó con una voz más calmada.

 

-No puedo creer que no te acuerdes de tu mejor amigo.-Rio.

 

-¿Namjoon? No jodas.- Ahora su voz se alteró un poco.-¡Namjoon!

 

-¡Bingo! Ha ganado usted tres dólares.

 

                Los dos rieron al unísono ante aquella frase. Su típica broma tonta de los tres dólares siempre que Yoongi acertaba algo era parte de su infancia. Namjoon y él vivieron su niñez y adolescencia juntos, en aquellos tiempos eran casi inseparables. Pero hacía dos años Namjoon decidió ir a vivir a China, específicamente a Shenzen. Su abuela, quien vivía allí hacía tiempo, estaba enferma y necesitaba de compañía y alguien que cuidara de ella. Namjoon se había marchado de inmediato al oír que su querida y única abuela se encontraba sola, ya que estudiaba medicina y ella no podía pagar un doctor, él mismo se ofreció a ser su cuidador.

 

-¿Cómo conseguiste mi número?-preguntó Yoongi, ahora entusiasmado de volver a escuchar su voz.

 

-Nunca lo cambiaste por lo que veo.-Volvió a reir.-Siento llamarte tan tarde…me refiero, tanto años después.

 

-Está bien, Namjoon. Sé que fue duro para ti marcharte y todo esa mierda.

 

-Sí, en verdad lo fue.-Suspiró.- ¿Cómo has estado todo este tiempo?

 

                Su respuesta era un “mal”. La verdad es que no tenía nada interesante que contarle a su mejor amigo, no había hecho gran cosa, sólo dedicarse a trabajar, volver a casa y dormir. Aburrido. Pero prefería no preocuparlo, siempre mentía.

 

-Bien. ¿Y tú?

 

-Mañana vuelvo a Corea.-Anunció más serio.- Y necesito verte Yoongi… Necesito alguien con quien hablar.

 

                Algo no andaba bien, lo supo por ese repentino cambio de voz. Ahora más que nunca quería ver a su amigo, escucharía todo lo que tenía que contarle y lo ayudaría en lo que fuera.

 

-Claro, cuando llegues escríbeme o llámame.

 

-Extrañaba tu voz Yoongi…-dijo apenado.- Te llamaré, debo irme y organizar  mis cosas. Cuídate.

 

-Cuídate tú también.

 

                Colgó y soltó un suspiro que retenía hacía un rato. Ahora estaba preocupado, era extraño que Namjoon volviera después de tanto tiempo, algo malo tendría que haberle pasado. Yoongi no era un tipo que se preocupara mucho por las cosas que surgían de repente, pero esto le intrigaba. Por otro lado estaba emocionado de poder volver a verlo, Namjoon era alguien muy importante en su vida, incluso hacía unos años se había enamorado de él, pero después comenzó a comprender que su corazón sólo podía verlo como un buen amigo. Ahora quería pensar en otra persona y trataba de negarlo, no quería sentir eso, era doloroso. Fingir era bastante duro para él, así como fingir ser el alma risueña de “Mouse Rabitt”. Aparentar ser ese chico simpático, alegre y gentil que seguro tenía una familia perfecta que lo quería y adoraba. Puras mentiras.

                Cuando pasó aquel incidente él se volvió otra persona y creyó que nunca más podría cambiar, volver a ser ese chico dulce. Después de cumplir los 13 años la ira, el odio, la soledad, todo eso se apoderó de él. Ahora en ocasiones sentía cierta calidez, gracias al estar rodeado de su compañero Seokjin y el pequeño Jungkook. Ellos dos de alguna forma se habían convertido en su “familia”. Después estaba Jimin, ese enano insoportable y desastroso al cual lo había tomado como su desquite, su anti-estrés, como un pasatiempo de placer. Ahora se había arrepentido totalmente de esa actitud, se sentía como un desgraciado. Se había dado cuenta con aquella vez en la cafetería que Jimin era un niño rebelde debido a los insultos de su padre y por eso había empezado a jugar con él, quizá necesitaba atención y desquitarse de esas sensación de ser humillado, por eso iba a él constantemente y terminaban en su apartamento. Sabía que no estaba bien, por eso cuando terminó su último día de trabajo prefirió que se largara y así no volver a verlo más. Se dio cuenta de que Jimin se sonrojaba demasiado cuando le decía algo y empezó a pensar que quizás le gustaba al mocoso y eso no debía pasar, porque no quería hacerle daño.

 

                El señor Park tomó la valija de su hijo y la metió al maletero del auto, después se sentó frente al volante y su esposa en el asiento del copiloto mirándose si se había maquillado bien. Querían llevar personalmente a Jimin hasta el aeropuerto y asegurarse de que les haría caso y no cometiera estupideces.

                El pelinegro entró al auto sin decir nada, iba con sus auriculares puestos ignorando a todo el mundo. Su madre le intentaba decir algo porque movía sus labios, pero él no la escuchaba, sólo asintió para que se callara. Después pasó la vista por el espejo y se encontró con la mirada de su padre. En realidad no le estaba diciendo nada, ya estaba tan acostumbrado a que lo mirara así que siempre interpretaba lo mismo. Desgraciado. Ni siquiera habían considerado charlar con él sobre el viaje, sólo era hacer lo que ellos dijeran y punto.

                Su vida siempre fue así, sus padres siempre le impusieron todo. Incluso la carrera universitaria que estudiaba se la había exigido su padre, él quería que siguiera por el mundo de los negocios, pero Jimin no encajaba. Por eso le costaba y se sentía indignado y frustrado cada vez que tenía que abrir aquellos mugrientos libros que nada le interesaban.

                Pasaron treinta largos minutos hasta que llegaron a la entrada del aeropuerto, Jimin bajó y sacó el boleto del viaje del bolsillo. Su padre le alcanzó la valija.

 

-Jimin, nuestro vuelo es a las cinco de la tarde. No nos veremos en muchas horas.-Lo abrazó con fuerza pero Jimin no le correspondió y ella se apartó con una cara de dolor.

 

-Cuando llegues te llamaré.-Dijo su padre en un tono muy serio.

 

                Era gracioso porque le habían robado el celular, vaya. Jimin soltó una risa al recordar eso y el saber que sus padres no se podrían comunicar con él.

 

-Claro. Adiós.-Jimin agarró su valija y sin mirar hacia atrás caminó hasta la entrada.

 

                Las puertas se abrieron automáticamente y el pelinegro ya estaba dentro. Hacía frío aún, pero allí el ambiente era más cálido. Miró a su alrededor, estaba lleno de gente. Todo lleno de carteles con números y letras, signos raros. Era un alboroto.

                Cuando se alejó lo suficiente de la entrada como para que sus padres no lo vieran, se acercó por detrás de un cartel gigante de anuncios junto al vidrio de la ventana y los observó. Los dos se habían subido al auto y éste ya estaba arrancando en dirección contraria. Se alejaron y perdieron entre la otra multitud de autos.

 

-Ni mierda me voy a ir.-Dijo para sí mismo.

 

                Entonces salió disparado hacia afuera y pidió con desesperación un taxi. Subió de inmediato y le indicó al conductor una dirección. Estaba haciendo lo correcto, o quizás no. Se iba a ganar un buen problema por esto pero no le importaba nada, la gota ya había colmado el vaso y no iba a permitir que sus padres lo manejaran a su antojo. Él ya no era un niño, se iba a marchar, lejos de todo. Su vida ya era bastante insufrible como para estar soportando todo eso, esa no era la vida que quería vivir. Por eso decidió correr, huir a otro lado, quería ser libre y no tener que aguantar más palabrería de su padre, la indiferencia de su madre, la vida lujosa que lo rodeaba lo estaba enfermando.

                Miró por la ventana como el cielo empezaba a encapotarse de nubes grises, apoyó su cabeza sobre el vidrio y sólo esperó que cuando llegara a donde había pensado, todo saliera bien. Sólo él podía ayudarlo.

Notas finales:

GRACIAS POR LEER!! <3

Jimin observando a sus padres marcharse(? 


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