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You changed me (YoonMin) por MintYoongi

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Notas del capitulo:

Esto se va a poner mejor en cada capítulo, ¬u¬

Dejen Review no sean malas ;___; He visto que no subieron mucho las lecturas desde el último capítulo, de todos modos lo seguiré publicando...

Cap 4

                Yoongi miró el reloj que había colgado en la pared, faltaban cinco minutos para las tres; lo único que deseaba era poner un candado en la puerta para que Jimin no entrase. Estaba preocupado por lo que el chico haría hoy, el día de ayer se suponía que debía enseñarle cómo iban los pedidos, cómo debía servir en las mesas, cómo atender a la clientela, pero no, no hizo nada de eso. Y estaba claro que si el chico hacía algo mal sería su culpa. Lo peor es que sospechaba que seguramente haría las cosas mal a propósito, así Yesung lo acababa regañando a él.

                El joven Yesung se acercó hasta Yoongi, quien estaba expectante mirando por la puerta con cara de pocos amigos.

                -Yoongi.- Dijo el otro con un tono serio haciendo que el mencionado se girara.- Hay un pequeño problema.

                ¿Jimin no viene? Eso es genial, oh por dios que no venga. Pensó rogando.

                -¿Qué pasa?- preguntó curioso.

                Yesung se rascó la nuca y sonrió medio de lado. A Yoongi esa expresión no le gustaba.

                -Hoy estarás sólo con Jimin.

                A Yoongi se le saltaron los ojos, una punzada atacó sus sienes. Lo único que le faltaba, estar sólo con ese niño, ahora sí sería el fin del mundo.

                -¿Y eso por qué?- trató de mantener la calma.

                -Mi padre pidió una reunión con los empleados, estamos a punto de cambiar algunas cosas y todo eso.- Rió.- Te dejó a ti a cargo porque sé que no me decepcionarás.

                Eso sonó terriblemente mal para los oídos de Yoongi. Era muy obvio que algo malo iba a pasar, no podía ser cierto que se quedaría sólo con ese pendejo, ese irritante pendejo. Tenía unas tremendas ganas de golpear algo, pero se contuvo por su bien. Yesung le dio una palmadita en la espalda y se colocó su abrigo; salió por la puerta trasera y cuando ésta se cerró tras él, Yoongi pegó un grito y maldijo su vida durante unos quince segundos.

                -¿por qué me pasa esto a mí?- Se agarró los cabellos mientras su cabeza estaba apoyada sobre el mostrador.

                -¿Qué te pasa?- Una vocecita conocida lo sacó de sus pensamientos.

                Levantó la cabeza, sabiendo con el rostro que se iba a encontrar, y sí, era él. Jimin estaba parado mirándolo con cara de entusiasmo. Llevaba una bufanda roja gigante y una chaqueta de cuero color azul marino que le quedaba tremendamente bien. Yoongi se abofeteó mentalmente por pensar eso.

                -Nada….- Dijo y se volteó.

                Jimin frunció el ceño, estaba enojado con esa actitud de mierda del mayor, pero mientras había llegado caminando ideó algunas cosas en su mente. Pasaría de Yoongi, no le llevaría la corriente con el mal humor, al contrario, lo trataría con amabilidad, le sonreiría, así seguramente lo iba a irritar mucho más, era perfecto. Creía que su idea era tan perfecta que decidió autoregalarse un café. Se quitó su chaqueta, su bufanda, se puso el uniforme y se encaminó hasta la máquina de café con una sonrisa en los labios. Yoongi, que estaba ordenando unos folletos publicitarios lo miró de reojo; era tan descarado como pensaba.

                -¡Eh!- le gritó- ¿Qué crees que estás haciendo?

                Jimin lo ignoró y puso un vasito de café bajo la boquilla por dónde salía el líquido. No quitó ni un instante esa sonrisa de su cara, incluso comenzó a tararear una canción. Sabía que Yoongi lo estaba matando con la mirada, lo podía sentir.

                -¿Quieres uno también Yoonginnie?- Le preguntó con una vocecita tierna, alargando la última letra de su nombre.

                A Yoongi se le pusieron los pelos de punta al escuchar esa voz tan asquerosamente tierna. Se sacudió la cabeza y sin decir nada, se acercó hasta Jimin y le quitó el vaso de las manos, volcando algo de café. El menor hizo un puchero, sin hacer mala cara.

                -Esto es para los clientes.- Dijo con sequedad, mirando a los ojos de cachorro que le ponía el otro.- Y deja de hacerte el inocente.

                Jimin se cruzó de brazos, sabía que esto iba a ser difícil. Yoongi parecía que sabía controlar sus ganas de estamparlo contra la pared y golpearlo, pero aun así no dejaría de insistirle. Después de sus pucheros, dio un vistazo alrededor, no había nadie, eso era raro.

                -¿Y los otros?- Preguntó al mayor.

                -Hoy estamos sólo nosotros.- Dijo a duras penas, irritado por cada palabra.

                A Jimin en ese instante se le iluminaron los ojos, su cara de malicia se hizo notable, pero Yoongi no la percibió ya que ni siquiera lo estaba mirando. Ahora su plan era más que perfecto, podría hacerlo enojar  sin tener que preocuparse porque los demás sospecharan de él, tenía, por así decirlo, a Yoongi para él solito. Esta idea lo hizo estremecerse y por un segundo se sintió extraño.

                -Eso es genial.- Dijo acercándose a Yoongi, mientras este lo miraba de reojo con el ceño fruncido.- Trabajaré duro, hyung.

                -No te acerques tanto…. Y no me llames hyung.- La voz de Yoongi sonó tan ronca que a Jimin le dio un escalofrío.

                Los primeros clientes ya estaban llegando; una parejita y un grupo de tres muchachas tomaron asiento. Yoongi fue a tomar nota de sus pedidos mientras Jimin observaba desde el mostrador, apoyando sus codos y mirando al grupo de chicas, lanzándoles una sonrisa. Éstas lo miraron y se sonrojaron al instante. Yoongi lo vio y le lanzó una mirada despreciable, después volvió a mirar a las chicas y tomó sus pedidos. Al volver hasta el mostrador, pasó al lado de Jimin y casi, en un susurro le advirtió.

                -Deja de coquetear con las chicas y ve a atender a los demás.

                El aliento del mayor le recorrió todo el costado del rostro, se sintió mareado y los pelos se le pusieron de punta. ¿Qué había sido eso? Jimin se golpeó mentalmente y salió disparado torpemente hasta la mesa donde estaba una pareja tomada de la mano y sonriéndose. El menor se sintió algo incómodo y carraspeó para llamar la atención de estos.

                -Ho..hola.- dijo nervioso, sabiendo que Yoongi lo observaba.

                -Oh…- interrumpió el joven.- Tú eres nuevo, ¿verdad?

                Jimin asintió avergonzado, no sabía por qué estaba así, no era él. Nunca se había sentido tan tímido, indefenso. Parecía que aquella pareja lo intimidaba. O a lo mejor era Yoongi.

                -Dos cafés con leche.- Dijo la chica amablemente.

                Jimin asintió y anotó en su libretita con una letra que ni él podía entender. Fue hasta el mostrador y se acercó a Yoongi. Éste ni lo miró y se dedicó a preparar el pedido de las muchachas. Se sintió algo incómodo en ese momento ya que no sabía bien qué debía hacer, pero recordó que su plan hoy era molestar al mayor. Tomó dos tazas de café y observó la máquina sin saber qué botón apretar. Yoongi se alejó para llevar los pedidos a la mesa y cuando volvió vio a Jimin debajo de la máquina mirando los cables.

                -¿Qué carajo estás haciendo?- Se agachó para mirar, acercándose.

                -Apreté un botón y la máquina hizo un ruido raro.- Rio haciéndose el estúpido.- Creo que se rompió.

                -No puede ser…- Yoongi se acercó hasta los cables donde Jimin estaba toqueteando cualquier cosa y observó atentamente.- Tú…tú.

                Yoongi lo miró fijamente, estaban demasiado cerca para su gusto, sus narices estaban casi pegadas por el poco espacio que había ahí abajo. Jimin sonrió apenado, quizás algo preocupado porque en realidad su plan no era romper aquella máquina ni mucho menos.

                -Si me hubieses explicado ayer esto no habría pasado.- Dijo el menor juzgándolo con la mirada.- Pero no, tú y tu actitud de mierda.

                El plan de Jimin de hacerse el inocente y amable ya se había esfumado, todo por culpa de la maldita máquina que se había estropeado sin su consentimiento, aunque algo de razón tenía, si Yoongi le hubiese enseñado cómo funcionaba no habría pasado eso. Se cruzó de brazos sin apartar la mirada del mayor, éste se le acercó aun más y sus narices quedaron completamente pegadas, junto con sus frentes.

                -Si no hubieras sido tan maleducado con mingo, te habría enseñado.- Bufó.

                -Oigan…- dijo una voz por encima del mostrador.

                Los dos se voltearon a ver y la pareja se había cansado de esperar, aparte de que los habían oído discutir sin reparo.

                -Olviden el café…- dijo la chica un poco molesta.

                Yoongi se levantó de inmediato, no sin antes darse un golpe en la cabeza por apresurado. Jimin lo miró y soltó una carcajada que llamó la atención de las muchachas.

                -Muy bien Jimin, hiciste que perdiéramos clientes…- Dijo irritado.

                -¿Perdón?- Jimin se paró con cuidado hasta ponerse a su altura.- Ya te dije que si me hubieras enseñado bien esto no habría pasado.

                Yoongi comenzó a contar números en su mente, se dijo de contar hasta cien y si llegaba hasta el cincuenta sin haberlo golpeado habría tenido éxito. Jimin por dentro se estaba divirtiendo, pero llegó a un punto en el que se empezó a enojar.

                Las chicas los miraban divertidas, parecía que aquella escena las estaba entreteniendo bastante. Era la primera vez que veían a Yoongi así; les parecía terriblemente tierno, y aquel chico pelinegro les parecía muy atractivo.

                -Se están riendo de ti.- Susurró Jimin señalando con la cabeza a las chicas que enseguida se voltearon.- Que lindas son.

                -Cállate…

 

                La tarde transcurrió de forma casi interminable. Unos pocos clientes habían ingresado al local, Yoongi decidió atenderlos él mismo y preparar también las cosas, mientras puso a Jimin a cargo de cobrar, aunque no se sintió muy confiado de eso al principio, parecía que el menor manejaba bastante bien el dinero. A pesar de la buena labor de Jimin en la caja, anteriormente había hecho desastre. Tiró varias tazas al suelo, se le cayó un pastel y tuvieron que darle uno gratis como disculpa al cliente que lo pidió. En la cocina casi inundó todo porque había dejado el tapón puesto en el fregadero y se había ido a atender a la caja,  Yoongi no sabía si lo había hecho a propósito o es que era así de tonto y distraído. De todos modos no paró de regañarlo en toda la tarde, hasta que llegó casi la hora de irse. Sólo quedaba un cliente y parecía que no se marcharía hasta la hora que cerraban. Tomaba el café a sorbos tan lentos y pequeños que estaba sacando de quicio a Jimin que lo observaba desde detrás del mostrador disimuladamente.

                -¿No lo puedes echar?- Preguntó volteándose a ver al mayor, pero éste no estaba a su lado. Lo buscó con la mirada perdida y al rato vio como salía de la cocina, con el rostro cansado.

                ¿Qué le pasa a este? Se preguntó el pelinegro mirándolo de arriba abajo. Yoongi caminaba desganado, arrastrando sus pies, como siempre, y medio encorvado, tenía los ojos medio cerrados como si fuera a dormirse.

                -Oye, Yo…Yoongi.

                El otro lo miró pero no le dijo nada, se apoyó sobre el mostrador y estiró sus brazos mientras ponía su cachete sobre la fría madera. Volteó la cabeza y se quedó mirando al mocoso. Éste le sostuvo la mirada un buen rato y se comenzó a incomodar.

                -¿Qué?- Dijo desviando la mirada.

                -Eres un inútil.- Soltó Yoongi cansado.- Tiraste y rompiste muchas cosas…

                Jimin se cruzó de brazos e infló sus cachetes. Nada de lo que le había mencionado había sido intencional, él era torpe no podía evitarlo. Además se dio cuenta de que se centró demasiado en trabajar y poco en tratar de molestar al de cabello menta.

                -Aunque…- abrió de nuevo la boca para hablar y antes de seguir dio una pausa, como si le costara vocalizar.- Debo admitir… que hiciste un buen trabajo cobrando. Pero no te ilusiones, aún eres un inútil.

                Lo ojos se Jimin se abrieron asombrados, sus oídos habían escuchado un halago, bueno un medio halago. Le pareció tan extraño que sin darse cuenta sus cachetes se volvieron de un color rosado. ¿Yoongi le había dicho que había hecho bien el trabajo? Eso debía guardárselo de recuerdo porque seguro nunca lo volvería a repetir.

                Yoongi se irguió y estiró su cuello. En su mente se estaba autogolpeando, dándose una paliza por haberle dicho al chico que había hecho algo bien. No entendía cómo esas palabras salieron de su boca. Pensó incluso en decirle que era broma, pero tampoco quería sentir que estaba jugando con él. Quizás con aquel pequeño halago el muchacho dejaría de contestarle mal y ponerse las pilas en el trabajo, pero no lo veía muy probable.

                -Si quieres te puedes ir, yo cierro.- Le dijo al menor para deshacerse de él cuanto antes.

                Jimin asintió lentamente con su cabeza, medio embobado por el rostro adormecido que tenía el mayor. Pensó que se veía adorable. Con eso, sus mejillas se volvieron a teñir de rosado y de inmediato salió corriendo para el vestidor como un idiota. Yoongi enarcó una ceja y se lo quedó mirando cómo corría como un pato atropellado.

                En el vestuario, el pelinegro cerró la puerta de golpe y se apoyó sobre la pared, estaba acelerado, su corazón lo estaba; pensó que había sido por el impulso tan rápido de correr, pero en realidad estaba siendo otra cosa. Se dio una cachetada, molesto y buscó su chaqueta, se la colocó y decidió salir por la puerta de atrás, no quería ver la cara de Yoongi, no ahora, porque aún seguía sonrojado.

                La puerta del fondo resonó hasta en la entrada. Yoongi miró hacia atrás y maldijo.

                -Maldito maleducado… Ni siquiera se digna a despedirse.

                La noche llegó, el último cliente se fue y Yoongi cerró el local. Quería llegar cuanto antes a casa y tirarse a su cómoda cama y dormir.

 

Notas finales:

GRACIAS POR LEER!


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