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Fracasos en el Desierto por Polaris

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Notas del capitulo:

Espero que este capitulo sea de su agrado.

Con los días pasando, Atemu comienza a ver las cosas más claras a cada día.

Ocho, ocho años.

            Ya era hora de que tuviera una prometida... Y Atemu estaba iracundo.

            Le traían princesitas, donceles, niños y niñas, todos y todas más estúpidos que los anteriores, ninguno le satisfacía. Eran tontos, lentos y no soportaban mucho estar en su presencia. Aquello no le daba confianza, si así era no siendo Faraón, entonces, imaginar la sumisión cuando subiera a ser un Dios, le asqueaba.

            Pero justo cuando odiaba compartir las tardes con esos mocosos, aparecía Seth con sus túnicas ceremoniales, pues su padre estaba prometiéndole a Anubis,, su cara se iluminaba, abandonaba a sus compañías indignas y escoltaba a Seth hasta el templo.... Algunas ocasiones incluso le esperaba a que saliera de entre los pilares para regresarlo a sus habitaciones, o, hacer que Seth durmiera con él.

            Seth era el único que seguía siendo el mismo, que le trataba como tenía que ser.

 

-Quiero que Seth sea mi reina.... Mi Rey Consorte - Dijo Atemu descuidadamente, siendo escuchado por su padre.

 

            Faraón se atraganto con la uva que estaba comiendo en ese momento.

            De no haber sido por uno de sus hombres que le palmeo la espalda hasta sacar el fruto de su garganta, de seguro que Atemu hubiera tenido que iniciar su gobierno.

           

-¿Qué? - Alcanzo a pronunciar, aun con la voz rota y rasposa, tan seca que le costaba dolor hacerse entender. - ¿Qué dijiste?

-Que quiero a Seth como mi esposo. Tú te cásate con tu hermana, no veo porque deba casarme con alguien inferior a mí. - Atemu tenía un punto. La fuente de frutas que los sirvientes les dispusieron perdían cada vez sus colores llamativos, para Faraón, el apetito se le había apagado.

-Pero, ella no estaba prometida a ningún Dios. - Le dijo.- Ella era libre. Ella era ella y Seth, tu primo, mi sobrino... No creo que quieras.

-Quiero a Seth.

-Pedicelo a los Dioses. Seth es de Anubis - Atemu frunció el ceño, enojado por ello. Él también era un Dios y ningún Dios al que no había visto, porque tenía el descaro de no darle sus saludos a otro hermano Dios, le arrebataría lo que quería: Seth era suyo.- Si Anubis te dice que puedes casarte con su sacerdote, entonces hazlo... Pero no antes.

-¿Y cómo le hablo? ¿Cómo puedes hablar con los dioses y asegurarte una contestación? - Le pregunto con el mismo ímpetu con el que Ali´far había callado la localización de sus aldea.

-Si ellos no destruyen Egipto por tu osadía, entonces, eres bendecido.

 

            La respuesta no satisfacía a Atemu....

            Pero fue directo a donde ya sabía tenían a Seth estudiando los últimos años de Egipto. La historia le parecía tan poco atractiva en estos momentos cruciales. Kisara le valió un soberano datil, golpeo la puerta y entro, sacando inmediatamente a su primo de la silla en el que le tenían confinado desde muy temprano y seguramente sin comer.

            Cosa que Atemu odiaba... Odiaba que su Tío exigiera tanto de Seth.

            Él iba a ser Faraón.... Si su Tío quería exigir de alguien, ese debería ser él y no Seth.... Él se encargaría de todo, de todo lo difícil y pesado... Él cuidaría de Seth.

 

-Atemu... Me lastimas. Por favor, un poco menos fuerte - Le pidió Seth. Atemu no le hizo caso. Seth estaba muy acostumbrado a ser arrastrado a donde quiera que Atemu quisiera y nunca le sorprendía si es que su primo decidiera hacerlo en la mismísima noche... Pero no entendía la urgencia de Atemu por arrancarle el brazo.

-Vamos con Anubis.

 

            Ir con Anubis.

            Seth pudo imaginarse todas las interpretaciones que esa oración tenía. Los pisos y sus columnas, los brillantes colores de las esfinges pintadas en los murales y el repentino olor del Nilo que subía por los juncos que estaban a las orillas de los corredores, le recordaron su camino de diario al templo...

            Por lo menos Atemu no pensaba en matarse.... Eso quería creer.

            Los sacerdotes los miraron entrar y ninguno se opuso en su trayecto. Tampoco dijeron algo cuando Atemu se plantó frente a la estatua de oro y piedra negra.

 

-Soy Atemu, seré Faraón... Soy hijo de Rá.... Y tú, tú Anubis, quiero que hables conmigo, soy un pariente, quiero que sepas que esta prenda que mi Tío ofreció a tu servicio - y Señalo a Seth, que a esas alturas estaba rojo de vergüenza... Los sacerdotes por poco se arrancaban sus pelucas negras  y los que dejaban ver sus cabezas calvas, por poco se sacaban los ojos-  Es MÍA. Seth es mío. Será la madre de Egipto. Es mi esposo. Me casó con él en este momento.

 

            Los sacerdotes cayeron en ritos histéricos, unos gritaban, temblaban, caían o se desmayaban.

            Otros tantos fueron por Faraón.... Y los menos afectados por el barullo, se encargaron de buscar una túnica y una copa para que por lo menos, los votos ceremoniales se hicieran como eran debidos... Al hijo de Faraón nada se le negaba.

 

-Él se juró a mí....- Atemu se giró a observar a Seth, mientras seguía hablando con Anubis. Seth sintió un escalofrió recorrerle la nuca, intimidándose por esos rojos ojos, le regreso la misma mirada, no le quedaba de otra.- ¿O era una mentira, Seth?

 

-No. - Le dijo con la misma firmeza de siempre - Eres mi Faraón, mi Dios... Mi primo y mi esposo. Estoy honrado de que me desposes... De que me robes de Anubis.

 

            Y contra todo pronóstico.... Egipto siguió en pie.

            No hubo nada que dijera que los dioses, que Anubis, estaba molesto por la osadía del príncipe Atemu.

            Y Faraón no se negaría a lo que los dioses habían aprobado.

 

-Seth tendrá que ser educado ya no cómo sacerdote únicamente - Dijo Faraón a su hermano.- No quiero que Seth vaya a hacer algo contra Atemu...

 

-Ambos se gastan un carácter fuerte - Le contesto Rinra. Aun a la corte, el que ambos hermanos fuesen contemporáneos y estuvieran vivos, era un milagro de los dioses. Para nadie era un secreto que los hermanos no vivían por mucho cuando estaban destinados a sentarse en el trono.

 

-Te encargo a Seth.... Cómo ya dejo que enseñes a mi hijo.

 

-A Egipto le espera una grandiosa era con esos dos al mando.

 

            Aunque Atemu no estaba del todo feliz.

            Se había casado con su primo para poder pasar más tiempo con él pero, ahora resultaba que tenían que estar separados hasta la noche por las muchas labores que tenían que hacer.

            Las lunas y soles, salían entre las nubes, entre los vientos y se reflejaban en las aguas del río... Y ambos no habían hecho más que recordarles a Seth y Atemu, lo separados que estaban.

 

-Seth - Rumio Atemu en una de las noches en las que lograron librarse temprano de los deberes. Sentado en la dura cama adornada por suaves mantas - ¿Por qué estas todo rojo?.

 

-Por nada.

 

            Ese nada, a Atemu le parecía un Todo de caos y terror.... No en balde conocía a Seth, como trataba de aprender todos los días.

            El rojo rostro de su primo, trataba de ocultarse entre sus manos y las sombras que creaban las antorchas en las paredes de su cuarto.

 

-¿Tienes fiebre, Seth? ¿Quieres que llame a Mahado? - Instigo Atemu en demasía preocupado.

 

-No... Estoy bien.... Muy bien - Los acartonados movimientos de sus manos, de sus piernas... Incluso de los dedos, traumaban a Atemu - Excelente... Atemu...¿Quieres que yo...?

 

            Seth no tenía ninguna idea de cómo plantear la situación.

            Por la mañana, su madre, padre, nodriza, maestra y una jornada de esclavas, se encargaron de dejarle en claro que la noche de esta vez, no se ocuparía para dormir... Que esa noche, aplicaría lo enseñado hasta entonces... Que haría lo que fuese que el príncipe Atemu deseará... Que para eso estaba, que sería un excelente hijo y un excelente gobernante haciendo lo que se esperaba de él.

 

-¿Qué estás haciendo? - Pregunto asustado Atemu al sentir los labios de Seth en su cuello. Le aparto y sujeto de frente, exigiéndole una respuesta.

 

-Amor - Respondió Seth, traumatizado por hacer algo que hiciera enojar a su primo - Inicio a hacer el amor. O eso dijo mi madre que haríamos esta noche. Dijo que te complaciera.

 

-¿Y para qué?

 

-Para traer príncipes a Egipto.

 

            Atemu estudio la situación.

            Lo que Seth decía era cierto, su padre ya le había dicho que entre más pronto se acostumbrara al amor de los adultos y al cuerpo de su ahora esposo, la paz reinaría en Egipto.

            Un heredero era necesario y tenía que tenerlo... Practicar para ello.

 

-Bien... Cómo futuro Faraón, acepto que tenemos que hacerlo.- Seth asintió, feliz por no ser rechazado.

 

-¿Atemu, inicias tú o yo?

 

            Atemu no le contesto, en esta ocasión fue él quien beso el cuello de Seth, quien le hiciera cosquillas en la pancita expuesta y que le robara besos a esa tierna boca, que se abría y cerraba, tratando de tragar tanto aire como fuera posible cuando al final del “amor” le dio una descarga a su pene, sin eyacular.

            Ninguno eyaculaba aun... El repentino dolor les extrañaba, la hinchazón en su falo les era nueva en experiencia.

 

-Se supone que para que baje, te tienes que meter en mi - Dijo Seth.

 

            Atemu asintió.

            Según sus lecciones, tenía que meter sus dedos en Seth... Ensalivarlos e introducirlos en su primo.

            Y definitivamente tenía que ensalivarlos mucho porque no volvería a lamerlos una vez los introdujera en Seth, de ninguna manera lo haría.

            Atemu introdujo el primero rápidamente, tan profundo que el índice se perdió por completo en medio del jadeo que Seth dio. Luego metió el segundo, que costó bastante...

 

-Seth, no llores. Tenemos que hacerlo, lo sabes.- Dijo Atemu, aun no entendiendo exactamente que tenía que hacer con ambos dedos dentro. Su padre le dijo que de esa manera su primo aflojaría su cuerpo para poder metérselo... Pero el apretado aro no hacía más que oprimir con mayor fuerza.

 

-Duele... Duele, Atemu...

 

-Seth, voy a sacarlos.

 

-No - Dijo, en demasía preocupado por no hacer las cosas bien... Por conseguir que Atemu estuviera decepcionado. Él no podía interferir en las labores del futuro faraón y venía siendo tiempo de que lo comprendiera.- ¿Aún estas hinchado?

 

-Creo.

 

-Mételo - Aseguro - Ya hiciste lo que tenías qué... Es mi turno de que haga mi parte.

 

            Atemu asintió.

            Volteo a Seth, recostándolo en la cama... Le separo las piernas y como tenía que ver en donde iba a hacérselo, le separo las regordetas y blancas nalgas.

            Seth pego su carita a los almohadones... Avergonzado por algo que no entendía.

            Atemu, apretó con su pequeño pene el cuerpo de su esposo... Y sintió dolor, presión... Eso era muy desagradable... Pero su pene dejaba de estar gordo, se desinflamaba.

            Entonces era algo bueno... Estaba haciéndolo bien.

 

-Listo - Dijo Atemu... Saliendo de Seth - ¿Primo? Estas llorando...¿Por qué?

 

-De felicidad - Mintió - He cumplido con mi destino.

 

-Así es Seth - Animo Atemu, abrazándolo... Sin prestar atención a la sangre que su primo sentía escurrir entre sus piernas. Ya sabía que aquello era normal - Eres mi esposo y ese es tu deber. Nunca harás algo que me desagrade y si eso pasa, lo arreglaremos.

 

-Si.

 

         Nunca defraudaría a su primo, al Faraón... Él siempre sería capaz de cumplir con las exigencias.

 

Notas finales:

Bueno, aún no sé si esta es la ultia actualización del año, pero, espero tener pronto más de esta familia.

besos a todo el mundo y felices fiestas


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