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Batman deja de ser Batman por Polaris

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Notas del capitulo:

A disfrutar!!!

-Más te vale que el dolor de cabeza sea por una mal viaje formidable que valga la pena no recordar – Chillo Roy, echándose el brazo en la cara para tapar la luz desconsiderada del sol que se filtraba directo a su rostro una cosa que no pasaba en los cuartos de Jason. Si había alguien que odiara ser despertado ese era Jason Tood - ¿Quitaste las cortinas?

 

-No te quejes, princesa – Le reprendió. Roy parecía estar bien si comenzaba a bromear tan pronto en la mañana por lo que Jason descarto el daño cerebral o el traumatismo psicológico por encontrarlo entre los brazos de Kori – Y no fue una droga recreativa lo que te tumbo.

 

            Roy tardo unos segundos en procesar lo que había pasado y si se sentía morir, ahora seguro que deseaba no haber despertado.

            Lo último que quería eras hablar de Kori con Jason.

           

-Seguro que Alfie tiene todavía de eso en su impecable uniforme – Y si no, ojala pudiera convencerle de darle un poco, sólo lo suficiente como para evadir a Jason por el resto dela vida – Hermano, no quiero contestar ninguna de tus preguntas, quédate con lo que sabes y con lo que no, también. No estoy de humor.

 

-Tampoco lo estaría si una alienígena me violara.

 

            Roy se encogió con dolor y le arrojo la almohada a la cara, dándole de lleno. Jason era un idiota cretino que no tenía tacto cuando  lo requería. Hoy era uno de esos días, en que podría sacar la nariz del culo y ser amable.

 

-Jason – Llamo a media voz – Es difícil enfrentar a Kori. Superman lo sabe. Batman lo sabe. Ella es muy fuerte. Mejor no hacerla enojar. Ella me quería. Por eso me tenía. Basta – Pidió a voz en cuello, zanjando el tema y dejando ver que seguía siendo él. Que un simple tropiezo más no lo tumbaría- No creo que me haga menos hombre admitir que una mujer me derroto. Que ella me hubiera hecho mucho daño, aun sin saberlo, de habérmele resistido. No me hace menos hombre tomar la decisión menos dolorosa.

 

-¿Estas defendiendo a Korian? – La incredulidad no cabía en Jason - ¿En serio?

 

-No. No lo hago. Creo que es difícil para ella abandonar todo lo que conoce en una tierra que no es suya y jamás tendrá un lugar para llamar hogar. Tú y yo podemos entender eso, Jason. Creo que ambos sabemos que lo que pasó fue circunstancial. Dejemos esto atrás.

 

-Eres tú el que tiene pesadillas – Señalo.

 

-Bueno, a su favor, no ha sido la única en forzarme a algo.

 

            Jason se quedó callado.

            ¿Cómo se sentía hacer algo que no se quería? Particularmente le enfurecía y luego le llenaba la melancolía, se iba a un buen bar y pedía el café más cargado que la casa pudiera ofrecerle. Él bebía café mientras que los otros ahogaban sus penas en licor. No es como que no quisiera sorber un buen trago de ese ambarino líquido de dioses y olvidarse un poco de la pena… pero no sería  correcto, no cuando en sus venas corría la sangre de un ebrio y una viciosa.

            No cuando él podía convertirse en uno de esos seres despreciables a los que les rompía los huesos.

            Porque estaba al tanto de su furia. De su fuerza.

            Y el veneno tramposo, sabroso, sólo hacia florecer su salvajismo.

            Y en esa pérdida de control, a lo mejor, encontraría a alguien como Roy, pequeño (Aunque justamente ahora el pelirrojo era todo menos delicado) perdido y angustiado, deseoso de continuar con sus vicios y en su afán de ebrio, lo forzaría… en una forma distinta en las que forzaron a Roy o a él mismo.

            Saberlo, oír a Roy decirlo, habría la herida de siempre. La mal cicatrizada, la siempre fresca apretura del alma y le encendía con colores y pólvora la memoria, recordándole el sabor de sus gritos.

            Escuchar la sentencia de su amigo, no era nuevo, no era viejo pero tampoco algo a lo que se acostumbrara.

 

-Roy – Le puso la mano sobre su enredadera roja, la melena incontrolable que brillaba aun en la noche y la que debía de estar escondida en una gorra – Te prometo que Kori no volverá a estar cerca de ti. Kori no volverá a ponerte un dedo encima. Equipo o no equipo, los Outlaws no son bandidos de a gratis.

 

-Jason, no te preocupes por mí. Estoy bien. En verdad.

 

-No te creo.

 

-Sí, bueno. Estoy más ansioso por ver al pequeño B – Confeso – Ayer no pude verlo bien pero lucia asustado de nosotros. No quiero que este así. Habíamos avanzado mucho con él… y se está yendo al caño por unos padres imbéciles.

 

-Él está bien.

 

            Jason siguió sentado en la cama, muy cerca de Roy.

            Siempre habían estado juntos desde que fueran renegados. Pocas veces se separaban y aunque en las misiones juagaran a flirtear, la cosa no iba más allá, Jason estaba dudando, porque no quería cambiar la manera en la que se movían pero… ¿Se atrevería a avanzar ahora que Kori no estaba en el plan para frenarle?

            ¿Él quería avanzar con Jason?

            ¡¿Avanzar el qué?!

 

-Qué bueno que ya estas despierto, Roy – Entro Dick con la bandeja de comida en las manos. Un suculento desayuno preparado por Alfred que madrugador como su costumbre, empezó a hacer sus labores antes de que todos despertaran – Suficiente para dos. Jason no ha querido separarse de tu lado, Roy, le diste un gran susto. Nos diste, en realidad.

 

-Cállate, Dickface, aprende a tocar la puerta – Refunfuño. Dick tenía la mala costumbre de no hacerlo. Apenas estaba en la mansión el Golden Boy se olvidaba de la etiqueta británica que Alfred les inculcaba - ¿Y el mío?

 

-Podemos compartir – Dijo mientras le ponía la charola en las piernas a Roy y le acomodaba los almohadones tras la espalda, ayudándole a acomodarse mejor. Jason no dejo pasar desapercibido lo buen samaritano que su hermano se pintaba – Listo.

 

-Nadie me dio una paliza – Aclaro avergonzado. Dick le asfixiaba con tantos buenos modos – Ya ni cuando me las dan me tratan tan bien. Debo hacer que Kori me trate así más a menudo. -  Bromeo – No está mal ser consentido como uno merece.

 

            Jason y Dick tragaron duro. Cierto que Bruce no fue el padre más consentidor del mundo, que les educaba con mano dura y emociones casi nulas… pero Bruce les acompañaba a su manera, viendo películas cuando no podían salir a patrullar por pescar un resfriado o jugando baloncesto porque el trabajo los estaba doblando. Bruce les crio bien pero sabían que Roy no había encontrado esa relación con Oliver.

            Y era una lástima.

            Mentor y padre no eran lo mismo.

            Bruce tuvo sus baches pero era lo mejor que podía dar con las circunstancias anormales en las que se sumergían. Ya quisieran ver a otros hacerlo.

 

-Veloz – Regaño Dick como solía hacerlo, como cuando eran un equipo – Siempre has merecido lo mejor. Pero te vas, te alejas. Y agradezco que ese camino te llevara con Jason. Mi hermano ocupaba de alguien como tú.

 

            Roy cuido de Jason, la Liga entendía de eso. Bruce lo tenía presente cada que el arquero necesitaba de algún favor en especial que nadie más pudiera proporcionárselo. Pero, Roy necesitaba descansar su fatigada alma antes de seguir cuidando de Jason.

            Dick estaba agradecido con Roy por seguir juntos.

 

-¿Y es ahora en donde nos besamos? – Roy alzo sus labios – Anden, seré dulce. – Lanzo besitos al aire.

 

            Jason se sonrojo e iba a meterle un golpe a las costillas cuando Dick se inclinó por sobre la bandeja, sorteando el bol de frutas y cuidando de no tirar el jugo de naranja para asestarle un toquecito en la frente, rozando los carnosos labios.

            Roy no se esperaba que le hicieran caso.

            Jason dejo su boca abierta, caída, y recordó que ellos habían sido amantes en el pasado.

            Que el que se besaran era normal, como una ceremonia obligatoria y personal, llena de significados.

 

-No nos saques más sustos, Roy – Pidió – No sé qué haríamos si te perdiésemos. A Jason y a mí, no nos gustó lo que Kori te hizo. Pero ya pasó y lo hablaremos en otra ocasión, así no lo desees. Ahora, quita esa cara de bobo feliz y come.

 

            Jason algo incómodo se sentó en la silla que tenía al lado de la cama y aunque Dick quedaba enfrente, prefirió no moverse.

            Con Kori jamás se sintió fuera de lugar, aun cuando ellos estuvieran sin ropa y encamándose. Aun sabiendo que eran amantes y ocasionalmente compartían la cama pero con Dick, la cosa cambiaba. No era sólo porque fuera el primer Robin y tuviera esa imagen de inmacularidad que preservaba aun después de tomar otro manto y al que había imitado en sus inicios, en la admiración.  Menos por ser hermanos legales.

            Se sentía diferente no tener ese lazo íntimo con Dick pese a que ambos parecían adorar y revolotear alrededor de  Roy, no se sentía cómodo compartiendo a Roy con Dick.

            Gracias al cielo o a Talía por crear a Damian, ya que de portazo, el chiquillo entro, rebuscando rápido en la habitación, alzando las sábanas y viendo debajo de la cama y entrando en el baño de la habitación para incluso verificar detrás del inodoro sin éxito.

 

-¿Damian? – Pregunto Dick cuando Damian le quito del paso.

 

-¡¡Padre no está en su habitación!!

 

.

.

.

 

            Apenas Tim y R´as subieron las escaleras y entraron a sus aposentos, ya adaptados para sus necesidades gracias a Alfred, Tim dejo descansar a su esposo en la cama para poder ir a buscar el jabón desinfectante y así poder prepararse para curar a R´as.

            No fuera siendo que tras muchos siglos el gran Rey se muriera por una herida mal tratada.

 

-Tu hermano sí que es difícil de convencer.

 

            Tim le quito la ropa y le dejo en pantalones. Aprecio la buena puntería de Damian, una precisión quirúrgica envidiable y peligrosa. No le quitaría la vista de encima en mucho tiempo. Era mejor mantener a los potenciales peligros bajo su manto ahora y con más aprensión que antes.

 

-Dick tiene la presión de ser el heredero.

 

-Pensé que mi nieto era suficiente – Y aquello no sonaba a queja.

 

-Dick es el heredero. Es el mejor calificado para el puesto, Bruce lo sabía y nosotros también.-  Comunico. Nightwing era el primero pero su jerarquía no se basaba en quien llego antes sino en que habilidades poseía para mantenerlos controlados a todos y Dick, por mucho sabia como mantener a raya a Red Hood, Red Robin y a Robin - Damian no es malo pero es joven, y depende aun de la aprobación. Está ávido por aceptación y eso nubla su juicio, R´as. Dick podrá enseñarle lo que necesita sólo si él es Batman y Damian Robin. Y Jason lo respeta mucho, aunque no lo admita y ciertamente Red Hood sabe que no puede llevar el manto, que no haría  buen trabajo: no puede abandonar nada en la vida, esa es su debilidad. Y como cabeza de familia, entenderás que Dick no me dejaría en el aire… ya una vez lo hizo… y sabe las consecuencias.

 

-Si… ahora estas en mis brazos.

 

            Tim enterró la aguja con especial fuerza, aun doliéndole el que su hermano no le creyera. Que le abandonara cuando Bruce falleció. Y que Bruce le remplazara con Damian. Tenía motivos para no convivir con su hermano más pequeño…

            Y Tim se metió en su mundo de análisis y calibres, intentando dilucidar que eran Damian y él ahora.

            Hacía tiempo dejaron de ser enemigos. Hace poco que comenzaron a soportarse en la misma habitación y mucho menos a llamarse hermanos. Ahora él era el consorte de R´as, alguien a quien Damian tenía que respetar y por consiguiente le alejaría de su hermano apenas conseguido. Tim no tenía la respuesta a su dilema. No le parecía correcto, ni oportuno llegar con Damian luciendo el tocado de un Consorte de la Liga de los Asesinos, ni imponerle a cuidarle en los ataques o en el patrullaje en ciudad Gotica.

            Los días divertidos estaban por comenzar.

            A lo mejor Damian tenía una forma secreta de darle la bienvenida en la familia.

            Otra que no incluyera sangre… se valía soñar.

 

 

-Si hice algo que te enojara, Tim, puedes decírmelo. – Le interrumpió – Me disculpo por ello, mi petirrojo.

 

-¿Estoy siendo muy brusco?

 

            R´as señalo con la mirada a la tercera ronda de suturas que seguía en el mismo punto de partida. Tim se apresuró a arreglar su error y siguió con su labor. En esta ocasión con eficacia.

 

-Lo siento.

 

-Pensé que sería yo  en esta relación quien no pudiera dormir.

 

-Entre nos, R´as, creo que eres el que mejor sueño tiene. Tú estás seguro de lo que haces – Tim se sentó en el regazo de su amado, admirando sus fuertes líneas, marcadas ahora con su juventud engañosa. Una reciente zambullida en el pozo hacia su magia y le dejaba como un hombre  de negros cabellos, largos y trenzados, a la usanza mongol (un detalle extraño en R´as pero que le favorecía) demostrando el éxito en su última empresa en las tierras orientales – Derrumbas ciudades enteras, reinos, asesinas en nombre de tu creencia correcta y duermes con la gloria en la boca, haciéndote  acuñar monedas y economías, mandando a tu capricho países enteros – R´as asintió – Por el contrario, nosotros somos mártires. Siempre en lo correcto, siempre haciendo lo debido pero muriendo como perros en las sombras. Siempre escogiendo lo equivocado, haciéndolo con culpa, por eso es equivocado, R´as. No te confundas. Pienso que nosotros estamos en lo correcto. – R´as asintió. Desde fuera se podría decir que ambos estaban del mismo lado sólo que diferían en los modos - Pero tienes tus momentos.

 

-Tantas palabras para decirme que te culpas por lo sucedido al Detective – Tim se refugió en el pecho, intentando que el palpitar tranquilo le obligara a calmarse para así seguir disfrutando de la compañía de R´as – Ya no debes de preocuparte, Al-sahfer. Cuando te sientes a mi lado, el mundo se inclinara ante ti y no volverás a estar en la fila de los soldados, añoro que sea suficiente para evitar más perdidas a tu corazón. Aun con tu juventud me preocupan las heridas que cargas.

 

            Tim comenzó a acariciar con la punta de sus finos dedos  la recién curación y tanteo con fuerza los bordes, provocando un escalofrió delicioso en la baja espalda de R´as. Una caricia tentativa a la lujuria.

 

-Heridas que ayudaste a crear – Le beso la frente – Que hiciste cuando no estaba solito para jugar contigo – Le siguieron esas mejillas altivas – Cuando te llevaste a Damian de nuestro lado – Descendió por el cuello y rompió los botones del pantalón, listo para arrancárselo de ser necesario - ¿Te preocupa mi corazón?

 

-Me aterra perder lo que amó de ti – Confeso. Suspirando.

 

            R´as besó esos labios pequeños, esa boquita que no llegaba a la madurez total y que se hinchaba con algo de fuego, que se pulía en rojo cereza y sabia mejor que cualquier cosa que probara antes. Tim le dejo hacer ¡Que explorara! ¡Que viera que se entregaba y no le ocultaba nada! Que debajo de sus ropas no traía cuchillos. No tenía dobles intenciones.

 

-Deberías aprender nuestras danzas, Al- sahfer – Jadeo, alabando las finas formas elásticas de la cintura y conociendo sus turgentes posaderas que cabalgaban al ritmo de lo sin nombre – De puntillas, danzando, brincando con soltura…

 

           

            Tim chasqueo la lengua y se levantó en insofacto, brincando como dijo R´as. El hombre se lamentó haber metido la lengua de más e inoportunamente pero supo callar a tiempo para ver que Tim no estaba enojado, sino que su amado ponía una iluminación a tono con la atmosfera e iba a rebuscar en uno de sus cajones un incienso.

            Dos giros de muñeca y el palito se consumía sobre un cenicero. El humo aromático acariciaba a Tim, se filtraba travieso en ondas sobre el cuello de garza y se perdía dentro de sus brazos. El aroma a toronja fue lo último que ocupo la mente de R´as, ante sus impávidos ojos, Tim desasía su ropa, primero mostro el hombro, coqueteándole, hipnotizándole en lo que sus dedos desabotonaban a los carceleros y en dos giros Tim libero su brazo completo, saltando medio metro en puntillas, bailarín de raza, contorneando sus caderas, alzando los brazos y enmarcándose en ellos, mostrándole a R´as quien era, lo que era y el privilegio de verlo en su desinhibición.

            La ropa beso el piso, arrastrándose a los pies que serpenteaban entre ellos, ocultando su amor a la vista codiciosa por momentos, descubriendo su tesoro en otros, tentando a R´as con varios giros y besos, con caricias al aire y sobre él mismo. La danza que prometía un juego de no acabar.

            Gaza al viento.

            Transparencia de amor y pasión.

            R´as se sentía como el mocoso que conocía el amor por primera vez.

            Tim gozaba de la gracia de un listón de seda en el huracán, dejándose llevar, resistiéndose, sobreviviendo con sus medallas tatuadas que no le disminuían en belleza.

            No le dejo terminar con su seducción de mantis, seguro que de hacerlo le arrancaba la cabeza después del apareamiento, seguro como el infierno que Tim ya la tenía pero estaba a tiempo de conservarla.

            Le tiro en el lecho, extendiéndolo en su esplendor para venerarle como debía. Encajo su cadera y sostuvo su peso, le hizo cantar hasta que olvido su nombre.

 

-¿Hubiera tenido éxito de estar vistiendo ropa más vaporosa? ¿Menos occidental? – Interrumpió en las arremetidas, herido y complacido a partes iguales por conseguir tal disposición en R´as - ¿R´as?

 

-Si puedes conservar el aliento – Le inmovilizo, sujetándole las manos bien arriba de su cabeza – Dime que me amas.

 

-No. Yo pregunte primero.

 

            R´as rodo los ojos. Allí estaba, aun en la cama, su petirrojo controlador. Hacerlo chillar de placer era la contienda más difícil. Una guerra mundial en la que valía usar el arsenal disponible, toda la carga si deseaba mermarle.

            El cosquilleo, tibio y delicioso, sensible al principio, ardiendo después, expandiéndose y provocando que su vientre se pusiera duro y su estómago se inflase, le obligo a boquear por aire. Le obligo a patalear, a querer quitárselo de encima antes de admitir que deseaba que continuara. La tensión concentrándose, haciéndose chiquita y la fricción ocasional sobre su descuidado falo, el aliento de R´as golpeándole al oído fue el detonante de su orgasmo que fluyo, disparándose en cuerdas blancas que drenaban su control, su fuerza… Grito como no recordaba hacer, sintió su garganta lastimarse y temblar, como un petirrojo moribundo. Luego sus piernas temblar y patalear. Se arqueo y juro oír su espalda tronar y su cuello quejarse. Lo hirviente derramarse en su interior y exhalo lo poco que quedaba. La vida se le iba, el sonido desaparecía y la habitación se volvió blanca.

 

-¡Levanta, Remplazo! – Ordeno Jason buenamente ignorando a su hermano en la cama con R´as que fingía que nada le inmutaba – B no aparece.

 

-Perdona que interrumpamos así, abuelo – Se metió Damian apenas verificara que Bruce no se encontraba debajo de la cama. R´as apenas alcanzo a tapar a su Consorte cuando la puerta se abrió de golpe con la tropa murciélago en ciernes sobre su baño – Esta mañana fui a levantarlo, quería mostrarle algo – Tim luchaba por recobrar el sentido de los hechos… él no recordaba haberse dormido… vio el reloj de mesa y casi se fue para atrás. – Pero ha desaparecido.

 

-¿Esa mancha es?

 

-¡¡Largo de mi cuarto, Jason!! – Grito Tim.

 

-Tt, buenos días, Drake – Saludo Damian con una venia. Tim se sintió en la dimensión desconocida – Espero nos ayudes a buscar cuando termines tus asuntos con el abuelo.

 

            Damian salió rápido. Le urgía encontrar a B.

 

-No parece que el Demonio este aceptando tu nueva posición muy bien, Remplazo – Hostigo Jason - ¡Oh, vamos! No puedes echarme la culpa de divertirme, R´as…- El hombre más viejo apretó los labios. Con eso bastaba para que Jason comprendiera que sus comentarios no eran bienvenidos -  No es mi problema y no quiero meterme.

 

-Entonces no lo hagas – Soluciono R´as.

 

-Tim, cuando puedas. Te esperamos – Zanjo Dick. No quería una pelea tan temprano. R´as era capaz de atravesar con un sable a su bocón hermano – Andando – Y empujo a Jason para afuera. Roy seguía esperándolos en la puerta, muy seguro de no entrar en los territorios del asesino.

 

            Tim les vio cerrar la puerta y se arrojó hacia su amante.

 

-¿Me desmaye? – Cuestiono incrédulo.

 

-Quinientos años en el arte del amor, Timothy ¿Creías que no sabía unos cuantos trucos para hacerlo?

 

-Te prohíbo que algo así pase de nuevo… ¡No sentí nada!

 

-Timothy eso es imposible – Negó – Admito que me asuste cuando comenzaste a convulsionar pero…

 

-Yo no convulsionó – Alzo la nariz, seguro de que esa actitud no era suya y R´as estaba describiendo a una de esas amantes de harén que se desmayaban apenas un cachorro les lamia la cara.

 

-Lo que digas, Al-sahfer – Le tomo para un beso esquimal. El final perfecto para una noche de placeres – Gracias por tan sensual danza. Estoy seguro que el Detective no te enseño eso.

 

            Tim prefirió ayudar a buscar a B.

 

.

.

.

 

-Están haciendo un escándalo allá afuera por ti – Gorgoteo Clark al bello durmiente de su amigo.

 

            Cuando Bruce se desfalleció en sus brazos, pensó que lo mejor era llevarlo a su habitación pero se dio con la sorpresa de que esa era ocupada por Roy y Jason que estaban en algo así como un momento tenso de pareja peleada. Ya esos dos le explicarían porque dormían en la habitación principal.

            Le sorprendió que no le detectaran en los pasillos, lo que sugería que no había nadie en la batcueva o que el clan regresaba de enfrentar a un súper villano que los dejo noqueados a todos. Pero al saber que Tim compartía la cama con R´as Al Ghul en su cuarto con el pleno consentimiento de Alfred le hizo replantearse la situación familiar.

            Damian no le intercepto y Dick fue otro que le dejo en paz.

            Así que en la seguridad de la noche, decidió ir a la habitación que le reservaba su amigo para cuando solventaba una visita cordial. El cuarto siempre estaba listo para recibirlo.

Dios debería de estarle reservando un gran lugar a Alfred en el cielo porque el hombre era un ángel.

            Cobijo a Bruce y se dispuso a dormir.

            Un enfrentamiento con el clan murciélago en pleno requería de mucha fuerza, paciencia y suerte para que no trajeran la kriptonita en sus cinturones y pudiera hablar y no babear.

 

-Bruce – Llamo con suavidad – Eh, Bruce, despierta dormilón, tenemos que levantarnos. Hay que desayunar. Pero primero debemos bañarnos – Bruce se removió en su cama, en contra de querer pararse – Vamos, Bruce, ya amaneció.

 

            Tal verbo pareció ser magia, en menos de tres segundo Bruce estaba en pie, buscando su ropa en un armario lleno de trajes. Desesperado por no encontrar su ajuar y al escuchar su nombre en boca de sus padres, perdió el color y en un reflejo que Clark no alcanzo a descifrar, Bruce le pidió guardar silencio con su dedito para poder esconderse debajo de la cama.

            Clark sin querer forzar el asunto fue por una toalla de baño y en menos de un minuto ya estaba fresco. La velocidad tenía ventajas. Se colocó un traje que Bruce le regalara para su cumpleaños de color gris con cómodos mocasines.

 

-¿Por qué te escondes? – Curioseo admirándose en el espejo. Algo tenía que hacer mientras Bruce temblaba.

 

-Ellos ya despertaron y no estoy listo – Se quejó.

 

-¿Ellos?

 

-Mis padres – Gimió al oírles más cerca - ¿Les dirá que estoy aquí? – Aunque aún no sabía cómo era que el enorme invitado de sus padres lo tenía. – Ayer dijo que deseaba ser mi amigo – No deseaba, ya eran amigos pero Clark asintió de igual manera – Sólo por hoy, por favor…

 

            Y Damian era bueno derrumbando puertas y lanzando batarangs. Damian parecía bien concebido por la interrupción. La pequeña bestia apenas le alcanzo a vislumbrar con la puerta abajo que lanzo su arma.

            Kal se interpuso.

 

-Ah, eres tú – Kal sabía que Damian lo supo antes de lanzarle su arma – No es un buen momento, Damian.

 

-Ya lo vi.

 

            Bruce gimió desde bajo la cama. Damian intento llegar a su lado pero Kal se lo impidió. El brillo rojo del láser en los azules orbes mantuvo a Damian al margen, seguro de no desear ser queso suizo.

 

-Te lo advierto, Superman. Si no me dejas ir con B respiraras Kriptonita pura.

 

            Clark no dudaba de la veracidad. Damian era un Demonio y por sobre todo, era el hijo de Bruce. Alumno de Dick, que como Robin logro plantarle frente y aprendiz del Demonio. El niño tenía tantos títulos para honrar y Kal confiaba en que podía hacerlo.

 

-Damian … - Dick apenas alcanzo a detener a Jason y a su hermanito de írsele al cuello a Superman. – Clark – Saludo con duda. ¿Cómo es que las alarmas no sonaron?

 

-Richard – Saludo – No quiero ser grosero pero creo que tenemos cosas importantes de que hablar.

 

-¿Dónde está? – Demando.

 

            Kal-El analizo el panorama. Los cuatro muchachos estaban enfrente, formados para írsele encima o hablar. Obedecían a Dick, lo que significaba que aceptaban la incapacidad de Bruce y lo que aún peor, afirmaba su sospecha de que Bruce no volvería y si lo hacía seria en mucho tiempo.

            Jason, Tim y Damian hicieron de Richard su patriarca.

 

-Bruce esta debajo de la cama esperando a que le regañen sus padres – La aclaración no se sintió opcional, así que con pereza Jason y Roy levantaron la mano. Kal estaba cada vez más confundido – Por levantarse después de ustedes. Y quiero que sepan que es totalmente mi culpa.

 

-Asunto arreglado – Chasqueo Roy – Anda B, sal de allí. Tenemos mucho que hacer hoy.

 

-B – Llamo Jason y Bruce asomo su carita entre las sabanas – Sal – Y Bruce parecía un condenado a muerte.

 

            Bruce se detuvo sólo hasta que llego donde Jason.

 

-Hoy tenemos mucho que hablar con Clark – Bruce asintió – No podemos estar contigo todo el día – Bruce volvió a asentir, eso era normal. Las visitas eran primero – Pero lo arreglaremos. Por lo pronto tu tío R´as te llevara al zoológico.

 

-¡¿A si?! – Salto Tim.

 

-Si – Ni Richard podía ordenar mejor – Tenemos que hablar con Alfred y Clark. Que tu viejo sirva de algo.

 

-Tt, ten respeto Tood – Bruce quiso preguntar porque le llamaba con el apellido de soltero. A su Ada le gustaba su nombre de casado -  Es de mi abuelo de quien hablas. Lava tu sucia boca.

 

            Jason tomo en brazos a su pequeño e invito a Roy a que se les uniera. Bruce necesitaba saber que con ellos estaba a salvo.

 

-Nos asustaste, B – Dijo Roy – Pensamos que algo malo te había pasado.

 

-Eres un travieso, B. – Apoyo Jason.

 

            Bruce se sentía perdido.

            Asustado.

            Sus padres actuaban muy extraño.

            Lo único que parecía permanecer bien en el cuarto era el extraño que volaba.

            Que le veía.

            Que le daba curiosidad.

            Lo único que parecía perpetuo era ese hombre.

 

           

 

Notas finales:

¿Y qué piensas?

 

Agradezco infinitamente el que me tengáis tanta paciencia. Que me sigas leyendo, apoyando, comentando y que leas, de madruga, mañana, tarde o noche y digas que esto da para más.

A ti por seguirme, gracias.

A ti por comentarme, gracias.

A ti por inspirarme, mil gracias.

A ti por atreverte a conocerme, muchas gracias.

 

 


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