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Batman deja de ser Batman por Polaris

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Notas del capitulo:

Contra el Plagio, comienza la campaña "Robas Mis Sueños". Si Tienes una mala experiencia con el plagio, suma tu nickname, la historia que copiaron y quien lo hizo.

Soy Constelación de Salamandra o Polaris y la historia que me Robaron fue Verlos Envejecer y No somos Romeo y Julieta.         

 

 

Bueno, bueno... a tanto, les traigo el nuevo capitulo.

a leer!!!!

            R´as Al Ghul volvió a pensar lo mucho que amaba a su consorte. Es decir… lo mucho que le necesitaba para respirar y seguir con su existencia casi vacía de propósito personal y no social, cuando Bruce por cuarta vez le jaloneo tiernamente y con suavidad de la manga de su traje para poder pedirle permiso para ir a ver a uno de los animales que exhibían en las jaulas.

            Bruce no se separaba más de dos metros, siempre permaneciendo a su alcance y espacio visual y cuando deseaba ir más allá, le pedía autorización. Un comportamiento que dejaba mucho que desear y que filtrada demasiada información.

 

-¿Te gustan las aves, Bruce? – Cuestiono R´as cuando consiguió que el pequeño se detuviera debajo de un árbol, refugiándose en la sombra. El zoológico abierto era una genial idea para los días nublados, no así, para los soleados a más de cuarenta y cinco grados centígrados. Él estaba acostumbrado pero le preocupaba la resistencia de Bruce – Hay una exhibición de aviarios a unos kilómetros – Sugirió al ver el itinerario que les prestaron en la entrada del zoológico – Todos los ecosistemas posibles.

 

-Suena bien – Asintió sin realmente verlo. R´as estaba acostumbrándose a la manera de ser de su Detective. Cuando no se le exigía ver al rostro de su interlocutor, Bruce, mejor veía al suelo, siempre cuidando de que su postura fuera la correcta – Espero que no tengan búhos.

 

-El habitad nocturno está abierto…- Sugirió con la doble intensión inundando su voz, algo que no fue bien captado por Bruce  - Vayamos a ese después. Esta cerca de la demostración. Tal vez visitemos a los elefantes, dicen que hay una hembra que posa cuando ve las cámaras o los celulares – La dulce expresión en Bruce se suavizo y eso termino por convencer a R´as Al Ghul de que su rival estaba perdido y no regresaría. Una cosa había sido consolar a Tim, otra muy diferente, el sentir la perdida – Pero primero hay que comer, Little B – R´as se sonrojo por lo mal que le quedaba dirigirse así a Bruce que sólo atino a asentir y a adelantarse – Será mejor que piense en otro nombre.

 

            El zoológico contaba con muchos establecimientos de comida. Algunos de estos restaurantes contaban con la temática salvaje para seguir manteniendo la experiencia animal al máximo durante la estancia. Todos y sin excepción parecían lugares familiares, para el repudio de R´as. Ninguno contaba con un menú sustancioso. La pizza se repetía varias veces y las cremas picantes que acompañaban a la carne no parecían escasear. Nadie tenía vino, o aire acondicionado. No era un lugar que usualmente visitara de buen agrado.

R´as le pidió a Bruce que escogiera el lugar que le pareciera más divertido y en el que estuviera cómodo. Pero cuando Bruce señalo un restaurante asentado sobre un enorme árbol en medio del lago artificial que estaba lleno de patos, cocodrilos, garzas y serpientes (Estas no se veían pero R´as sabía que debían de estar por allí entre tanto junco, maleza y agua verde) supo que fue mala idea. Para llegar estaban los puentes colgantes, dos, uno de entrada y uno de salida para que la afluencia de gente no hiciera estragos y evitar accidentes. La otra forma era usar una de las lanchas y remar hasta allá, pasando por un aspersor gigante que arrojaba agua a presión a más de cincuenta metros de altura y creaba arcoíris muy monos, de paso, empapándote para comer bien a gusto.

            R´as prefirió usar el puente colgante. Él tenía un perfecto equilibrio y podría cruzar con los ojos vendados pero Bruce parecía no poder hacer lo mismo. Se aferraba con fuerza a las lianas gruesas y a las cuerdas para seguir andando. Varias veces fingió que había algo muy interesante que mirar para poder tomar valor cuando las ráfagas de viento u otras personas, en su mayoría adolescentes entusiasmados, hacían mecer al puente. R´as suspiro y alcanzo a Bruce por el hombro. El pequeño casi se encoge del susto. R´as le sonrió para darle confianza y le tomo en brazos.

            Bruce se dejó hacer, calmado pese a que de repente el puente se movía violentamente conforme se iban acercando a la manada de jóvenes que gritaban y se tomaban fotos. R´as no les dijo absolutamente nada y se abrió paso como estaba acostumbrado a hacer, camino por en medio del por si angosto amarre de cuerdas, haciendo que los múltiples nudos en ella se encajaran entre sus talones y dedos para mantener el equilibrio, ya que debía de mover a los costados a los jóvenes y en una de esas, cuando el resto se tuvo que replegar, varios cayeron al agua.

            Los gritos inundaron de inmediato el lugar. Las chiquillas estaban preocupadas, ya que abajo, los cocodrilos nadaban por la libre. R´as entendía que no pasaría nada. Un reptil bien alimentado como solía pasar en los zoológicos, no se volvía a alimentar hasta en un mes. Pero, no podría decir nada del instinto cazador de todo depredador, a lo mejor por simple deporte algún cocodrilo quisiera mordisquear un poquito o girar en su centrifugadora de la muerte.

           

-Ya llegamos, Bruce – Explico cuando le puso en el suelo de madera. Los cimientos eran fuertes y reforzados por largas varas de madera que permitían sostener el peso – A este… bueno lugar – Expreso francamente incrédulo.

 

-¿Podemos sentarnos junto a una de las ventanas? – R´as asintió – Espero que sea lo que estaba buscando. No se veía cómodo en otros establecimientos.

 

            Bruce fue a preguntarle a uno de los meseros en donde podían sentarse y con la cortesía de los Wayne pidió la carta.

            El lugar no era de cinco estrellas, R´as la calificaría de dos. Pero, para un zoológico, el restaurante estaba muy bien. Las ramas entraban por las ventanas, y parte del techo. Inundaban y creaban un fresco ambiente que no requería de aire acondicionado. Y las mesas eran de madera reciclada que el mismo zoológico otorgaba. Los asientos eran pufs, ruedas mullidas  cafés, negras y verdes oscuros para seguir creando un ambiente sobrio y el menú, por lo menos no tenía cremas picantes y pizza.

 

-Gracias – Le dijo cuando consiguió sentarse en frente de él. Bruce sonrió tan feliz, no una mueca que enseñaba todos los dientes sino un estiramiento torpe de labios cuyos finales eran decorados por un precioso rubor rosa que R´as supo que nadie le agradecía a ese pequeño por algo – Es una consideración enorme, Bruce. Gracias por tomar en cuenta mis gustos.

 

-Disculpen la demora. Tuvimos un incidente con unos jóvenes que cayeron al lago. Tuvimos que sacarlos pero gracias a dios que la profundidad es mucha y sabían nadar – Bruce miro a su Tío y la nada culpable expresión en su rostro exótico, incluso había algo de satisfacción -¿Qué desean tomar? – Llego el mesero. Un joven adulto que hacia lo que se podía para sobrevivir decentemente en la ciudad de la perdición.  

 

-Un Merlot del 62 y si no lo tiene un Brandy en las rocas – Bruce apretó los labios, no sabiendo como contradecirle a R´as – Y un corte de carne, la que sea que tengan. A medio término, por favor. ¿Qué vas a querer, Bruce?

 

            El pobre mesero no supo que decir. Le ponía incomodo todo de R´as, desde su ropa, sus modos, su porte… todo él gritaba hombre rico y su jefe tenía una política para esa clase de clientes: conseguirles lo que pedían. Aun si tuvieran que salir del zoológico, o tuvieran que quitárselo ellos mismos o cosas por el estilo. Pero no había forma de darle licor al hombre, las reglas de la institución prohibían la ingesta de bebidas embriagantes.

 

-Tío, R´as – Interrumpió Bruce de la manera más educada que podía – No hay licor – Y R´as se sintió tonto por primera vez en mucho tiempo. Había olvidado que no todo se movía para él – Serán dos sodas… y un té helado.

 

-¿Las sodas serán con nieve? – Bruce miro a R´as y este asintió - ¡Sí! – Grito su emoción – Lo siento.

 

            El mesero asintió. Le caía bien el niño y después miro al adulto que lo acompañaba. Eran un par muy interesante.

 

-Mi pequeño Detective – Bruce atendió de inmediato – ¿Cómo supiste de este lugar?

 

-Alfred me trajo una vez.

.

.

.

 

-Es todo – Termino Tim – No sabemos cómo salir de esta. Bruce ha comenzado a hacer su vida como Bruce Wayne hijo de Roy y Jason Wayne pero afuera, estamos muy tentados a decir que padre a fallecido en alguna avalancha en los Alpes o en su búsqueda por algún fármaco que ayude en el desarrollo de vacunas para empresas Wayne. Y en realidad, jamás pensamos en decirle a la Liga que Bruce ya no está. Pensábamos mandar a Dick… si es que se necesitaba.

 

            Richard asintió aunque de inmediato hubieran notado la diferencia entre él y Bruce. Nadie se tragaría eso de que él era Batman. Y no ocupaba la mirada acusatoria de Clark para darse por enterado. Diana o Hall Jordan se hubiesen enterado en insofacto de las trémulas diferencias que otros pasarían por alto. Bruce tenía cierta forma de llevarse con los miembros de la Liga de la Justicia y ni toda la observación del mundo, el escrutinio al que se vio sometido por su parte, le darían a Richard el arma para hacerse pasar por su padre…

 

-Claro… siempre debe de haber un Batman – Comento Kal- El viendo de antemano quien podía estar de acuerdo con Richard como el nuevo Batman – Yo hablaré con la Liga.

 

-No – Dijo Richard – No queremos que se enteren.

 

-Es imposible guardar el secreto – Señalo lo obvio – Bruce debe ser el que diga sobre su sucesión – Aclaro – Yo puedo apoyar al holograma pero necesitamos… que al menos, Detective Marciano este de nuestro lado, él podrá ver detrás de la trampa.

 

-Gracias por apoyarnos – Jason chisto desde su lugar. Dick podría estarle agradeciendo todo lo que quisiera al pitufo azul pero que no se le olvidara que el gigante campeón del mundo estaba a nada de estar dentro de su vida para siempre. Él no estaba acostumbrado a deberle nada al alguien y esperaba que Richard viera pronto lo limitante que era hacerlo – Con lo de ayer…

 

-A eso quiero llegar – Corto de mal humor y miro a Pennyworth con menos que el aprecio normal – Comprendo que Bruce no vuelva a ser el Bruce que conocí, con el que compartí mucho e incluso charlas sobre ustedes pero en medio de todo eso, aun con la confianza que depositaba en mi… - Damian gruño inconforme – Si, confianza, esa cosa que una persona da a otra sin esperar algo a cambio. Es el tipo de lazo que permite que dos personas puedan apostar su existencia a las decisiones y buen juicio de otra, Damian… y pese a lo que puedas creer, tu padre, confiaba en mí y yo en él. – El Demonio no volvió a decir nada pero en secreto ya estaba planeando como esparcir la Kriptonita por toda la mansión -  Y jamás me comento que debía de pedir permiso para respirar en frente de sus padres.

 

            Alfred volvió a sentirse ser el centro de la atención. Con el coraje que sus viejas venas tenían y lo poco que conocía de la relación de su joven amo con el campeón del mundo, porque pese a que Bruce fuera su pequeño hijo, las relaciones personales que mantenía con el alienígena eran un secreto bien guardado, quizá lo único que Bruce permitía mantener enteramente suyo.

            Entre ello, las conversaciones o las cabalgatas que mantenían desde el amanecer hasta el atardecer eran tema desconocido para Alfred.

            Perdiendo la etiqueta de servidumbre que mantenía, Alfred se permitió tomar uno de los vasos que procuraba tener dispuestos para las visitas. Y se sirvió de la licorera que estaba en la esquina de la habitación, siempre tapada con el mejor de los vacíos para permitir que el sabor perdurara fuera de su botella original.

            Jason supo entender esa manía de los hombres por tomar valor. Unos lo conseguían al pavonearse con mujeres sobre los hombros y poder decir que eran de valía pero las cosas más difíciles de compartir parecían exigir un empuje diferente, algo que él no estaba muy dispuesto a soportar ver en Alfred.

 

-Quiero que no juzguen – No, que va… nadie de allí hacia tal cosa y Alfred por poco les llama la atención por el sarcasmo que rodo en los ojos de todos – El amo Bruce está confundido… creció confundido.

 

-Está claro – Interrumpió Tim de mal humor – Nosotros crecimos con la imagen de unos santos pero Bruce nos dice otra cosa… - Alfred lucio afligido – Y obvio que necesitamos respuestas.

 

            Alfred apuro el trago en la garganta y a medio toser, volvió a empinarse otro, y luego otro y al ir por la mitad de la licorera, Clark le arrebato la misma. Damian fue hasta donde su abuelo y le apretó el hombro, el único consuelo que podría brindarle en un momento tan difícil a quien le curaba después de los patrullajes y procuraba que estuviera bien atendido. Se sentía tan poco estar a su lado cuando lo que Alfred merecía era que estuvieran a sus pies.

 

-No hay manera fácil de explicarles – Dijo con la voz media quebrada – Mis jóvenes amos, estoy apenado por lo que debo de confesarles. Y no culpen al amo Bruce por todo, él sólo es una de las víctimas, mi víctima.

 

            Roy miro por sobre el hombro la tensa situación y aunque no quiso decirles de donde venía la vena mártir de Bruce, supo que todos vieron que su padre tenía de donde aprender. Que quizá Alfred era una de las llaves principales para la existencia de Batman y claro, parte de la infelicidad de absolutamente todos en la casa.

 

-Verán, cuando yo vine… la señora Martha acababa de perder a Thomas, el hermano mayor del amo bruce. Eso la trastoco. Martha era una mujer de poder, que siempre lidio con sus mejores galas en las peores situaciones. La dama de Gótica, eso decía mi padre. Perder a Thomas fue un golpe duro, demasiado, su corazón era frágil, por corazón me refiero a alma. A personalidad – Nadie lo dudaba – No se pudo hacer algo por ella. Visitaba a profesionales de la salud mental. Visito los asilos y se internó en algunos. Estuvo aislada en la mansión y en el extranjero. El señor Wayne hizo todo lo posible para sostenerla. Y claro, el amo Bruce fue relegado a soportar todo en silencio. Cuando yo me puse al servicio de la familia fue después de que mi padre muriera asesinado por uno de los miembros de la Corte. Claro, todo es especulación – Cosa que nadie creía.

 

-Llegaste cuando los padres de Bruce estaban lidiando con mucho – Resumió Jason.

 

-Al principio creí que la educación del amo se debía a que era el unigénito de la dinastía Wayne. La clase aristócrata siempre ha sido de unos remilgados y exagerados para la formación educativa de sus hijos – Sentencio – Mientras que unas familias echan a perder a sus vástagos, otros simplemente los rompen en el proceso de encontrar lo digno: Y el amo Bruce estaba siendo roto a cada minuto para conseguir alcanzar las exigencias de su madre. – Alfred jamás se perdonaba el tener que aguantar en las esquinas a que los señores terminaran las lecciones privadas con su joven amo. Siempre teniendo que limpiar el desastre pero sin poder meterse y le dolía aún más cuando Bruce jamás le buscaba en medio de esas demostraciones, le dolía que no le mirara porque de antemano su joven amo sabía que él no podía ayudarle – La señora Martha jamás pudo recuperarse de la pérdida de Thomas.

 

-¿Y por eso rechazo a padre? – Hostigo Damian.

 

-No, joven amo – Contesto intentando que Clark le devolviera la botella. Necesitaba beber de ella – La señora Martha quiso hacer del amo Bruce el mejor. Mejor de lo que Thomas llegaría a ser de estar con vida. Mejor en todo. Siempre mejor. Y, por supuesto,  el amo Bruce nunca consiguió ser mejor que la imaginación de su madre.

 

            Damian sabía cómo era eso.  Él tampoco era lo que su madre esperaba de él. Siempre decepcionaba al abuelo y a su madre. En cada cumpleaños, en cada misión. Durante los duros entrenamientos en los que terminaba con los huesos rotos y en los que debía de dar más de sí mismo para conseguir una palmada que le permitiera seguir siendo llamado nieto del Demonio.

            Talía era imaginativa. A los cinco debía de conseguir un dominio perfecto de su cuerpo, y lo hizo, pero no fueron suficientes las quemaduras que se ganó, las cicatrices de filos que lucía debajo de la ropa o las fisuras en sus infantiles huesos que sólo se rebelaban en las radiografías que le sacaban periódicamente en la cueva. Él nunca fue suficiente para su madre…

            Así como su padre jamás fue suficiente para la suya.

 

-La señora Martha decía que a los siete años su hijo Thomas sería un gran pianista, cuyos conciertos animaran las fiestas de té que diera para caridad – Se froto las manos, recordando lo que le costó a su pequeño dominar las teclas del enorme cola negra en la mansión. Sus pequeñas manitas que eran mucho muy pequeñas para su edad – Así que el amo Bruce tuvo que ser mejor que eso, a sus cinco años estaba practicando tres horas al día. Los maestros privados que el señor Wayne traía a casa se mostraban satisfechos con los avances pero no era suficiente. Cada mes era aprender una sonata diferente, la dificultad aumentaba y cuando el amo Bruce no pudo con el ritmo, su madre le rompió una fusta en las manos – El jadeo fue general. Pero… no por el maltrato, sino por la idea de saber que su perfecto padre, que nunca les había golpeado en la vida a menos que fuera muy necesario, hubiera sufrido lo mismo que ellos. Jason giro a ver a Roy que negaba tranquilamente, dándole el permiso de que fuera con Damian, el que parecía más afectado por la sádica revelación – El amo Bruce prometió ser mejor y su madre le pudo presumir durante una de sus reuniones de caridad. El debut del amo Bruce fue aquí a sus seis años y fue mejor que Thomas, el muerto hermano que jamás se sabría si en realidad seria así de bueno o no… pero pese a eso, para su madre, esa noche en que todos le aplaudieron el talento de su hijo, no fue la mejor noche porque pudo ser mejor. Porque Thomas Wayne la habría echo ser mejor.

 

            Alfred no debió de contar como termino esa noche porque todos lo intuían. Lo sabían por las sombras que se forjaban debajo de los cansados ojos de su abuelo. De alguna manera los llantos de su padre calaban atravesando esa piel anciana atreves del tiempo para poder contar un poco de ese mal trago. De esa vil manera en la que su amor y dedicación se vieron recompensados.

            Damian y Jason sabían bien de eso. De la miseria que siempre venia después de esforzarse tanto y sólo consiguieran más dolor del que ya traían a cuesta. Jason se acordaba mucho de las veces en las que debía de ir a buscar su sustento en la calle. Cuando peleaba con los bandidos de la calle que venían a cobrarle a su viejo las apuestas y sólo encontraban a su madre drogada en la sala y él debía de defenderla. Y al cabo de unas horas, con la boca reventada y el estómago vacío, llegaba su viejo, hasta las nalgas de alcohol y droga y se desquitaba con él porque le pedía comida para su madre y él que había mantenido todo bajo control.

            Y se ganaba su paliza.

           

-El señor Wayne no hizo las cosas más fáciles – Siguió relatando con más confianza. El que sus pequeños amos no se hubiesen levantado para echarle en cara el permitir tanta barbarie en contra de su padre, era una buena señal. Además de que Superman había sido amable al devolverle la licorera. Mandando al carajo la etiqueta inglesa, Alfred bebió directamente de la boquilla y se limpió el exceso con el dorso de su blanco guante. Jason anoto que Alfred bebía con los modales de un pandillero – Él considero que su esposa estaba en lo correcto. Y si ya no tenían a Thomas, el amo Bruce podía ser el unigénito que la familia necesitaba, claro, con la educación correcta y los incentivos adecuados. Así fue como el padre del amo hizo que con cada tarea bien realizada, se ganara el alimento. El señor Thomas no dudaba en dejar sin comer a su hijo. Él deseaba que el amo Bruce fuera regio al momento de atacar, y pudiera mantenerse firme cuando los embistes de los demás buscaran quebrarle. Unas veces lo conseguía y otras sólo no podía.  Los profesores privados no eran muy solidarios, era repulsivo ver el placer que sentían al ver al amo fallar en las ecuaciones que le hacían resolver. Ellos veían los moretones y ocasionalmente los apretaban para obligarle a recordar lo que estaba en juego. El amo Bruce se ponía en blanco y fallaba. Ellos sólo disfrutaban. Juraría que deseaban cobrarse en su padre lo que no podían hacer con otros. El amo Bruce nunca tuvo un buen contacto con sus padres una vez su hermano mayor falleciera. Y dudo que llegara a tenerlo si Thomas aún estuviera con vida. Conociendo a los señores, seguro que lo hubieran sometido a otra clase de tortura. Quizá a la indiferencia, y esta, mis jóvenes amos, puede ser tan maligna como el ensañamiento mismo.

 

-Alfred – Interrumpió Clark – Creo que comprendemos el temor que Bruce demuestra al ver a Jason y a Roy – Los mencionados se sintieron peor. Una cosa era sospechar las vivencias que su pequeño llevaba y otra saber que “ellos” eran responsables. Un par de abrazos no borrarían todo. Unas palabras dulces se las llevaba el viento. Antes se sentían perdidos en el laberinto pero ahora no veían la salida como antes la pensaron ver – Pero… me sorprende que Bruce tenga la admiración y amor que pregona por sus padres. Digo, eso lo motivo a ser La Noche – Y le molestaba a Clark no ver atreves de tanta obstinación. Clark quería exhumar los restos de esas basuras que se hacían llamar padres y desaparecerlos al arrojarlos al sol - ¿Cómo es que Bruce jamás menciono algo? Nunca me dijo nada que me hiciera sospechar – Y allí estaba, el reportero sin libreta, intentado con sagacidad encontrar la verdad. Sabiendo los justos puntos a tocar y presionar. Clark podía seguir siendo el alienígena y el blandengue hombre que Luisa pisoteaba en el trabajo pero él era algo más que sólo un desesperado intento de encajar en un mundo que no le iba para nada, y ahora, parte de ese mundo se estaba destruyendo.

 

-Ahora te sientes mucho porque mi padre te llego a llamar amigo, Kent – Clark no quiso caer en la bravuconada de Damian – Sábete que mi padre no te hubiera contado nada. Esas cosas son para guardarlas en familia.

 

-Aunque tampoco te lo dijera – Le regreso con el mismo filo. Damian intento llegar de un salto hasta el fuerte cuello para atravesarlo con Kriptonita pero Tim lo sujeto al vuelo – Bruce era demasiado ecuánime como para hacerlo.

 

            Damian seguía removiéndose en brazos de Tim, pataleando lo mejor que podía para hacerlo soltarle. Incluso le encajo el codo en una de las costillas y golpeo su nariz con su cabeza.

            Pero Tim no lo soltaría y no fue hasta que le grito con fuerza que el pequeño Demonio recayó en quien era el que le sujetaba por debajo de las axilas, casi cortándole la respiración por detrás del cuello en una llave de sumisión que no aplicaba la fuerza necesaria para desmayarle.

            Instantáneamente Damian se quedó quieto y Tim le dejo con gracia en el suelo, de pie, para poder ir a buscar un pañuelo que le ayudara a detener la hemorragia. Últimamente su nariz sangraba por cualquier golpe, resentida por ser rota tantas veces.

 

-Bruce no parecía muy solidario con tu situación, Damian – Siguió en su monologo Clark, sabiendo que Tim no dejaría a su hermano por la libre. Damian grito sobre cómo iba a matarlo pero no vio el trasfondo al que el súper hombre quería llegar. Por su lado Alfred empujo aún más el licor en su irritada y caliente garganta, terminando el contenido - ¿Qué llevaría a un hombre que fue criado de esa manera espartana, de esa manera tan a la Liga de los Asesinos a no mostrar empatía por su propio hijo? ¿Por Jason que apenas le veía quería su aprobación? – “Yo no quiero su aprobación” grito Jason pero Clark lo ignoro y se concentró en Alfred que ya le hacía señas a Roy para que le alcanzara la otra licorera que había en la biblioteca – Bruce siempre fue un hombre con una gran sensibilidad que le permitía conectar con sus víctimas. Tenía un toque con los infantes que era de envidiar.

 

-Sí, mira… tan buen toque que adopto a una guarnición de Robins – Se burló Roy ganándose una mala mirada de Dick que apenas estaba digiriendo el asunto. Roy alzo los hombros y le dio el brebaje del valor al anciano que a cada segundo parecía más viejo. Incluso le pasó una toallita para que continuara secándose el sudor de la frente. Ya que la que traía estaba empapada- Ya, ya… nadie tiene humor hoy día.

 

-Uno sospecharía que un hombre criado de manera tan abusiva sería un Demonio con los demás – Damian se coloreo hasta las orejas. Consciente de que su carácter dejaba mucho que desear y no pudo evitar mirar a Drake que estaba apretando con fuerza su tabique nasal y echaba la cabeza hacia atrás – O una buena alma… lo que Bruce obviamente es, pero,  sabría qué hacer con Damian o con Jason… Bruce actuaba como una persona que no conoce el maltrato en la infancia, sólo el anhelo y el abandono.

 

            El agónico sonido que Alfred dejo escapar, acentuó el mal presentimiento de todos. El hombre que siempre pensaron conocer se desvanecía ante sus ojos sin poder hacer algo. Alfred se trasformaba en la razón de su padre, en el mejor candado para sepultar la imagen social… Alfred se trasformaba en la verdad que debía de permanecer oculta y por momentos, todos, sin excepción desearon que así fuera.

 

-Yo no quería, no lo hacía… no deseaba que el amo Bruce los recordara así – Sollozo - ¿Qué hijo se merece ese castigo? – Y se mordió la lengua por saber que Jason aun recordaba a sus traicioneros padres - ¡Lo siento!

 

-¡Alfred!

 

-¡Pennyworth!

 

            Los gritos iban y venían, fueron segundos de terror y nostalgia. De una clase de euforia que les calcinaba los huesos y no los hacían pensar, sólo sentir y a nadie le gustaba lo que recorría por sus sienes.

 

-¡Hice que olvidara! – Exploto al fin y la verdad se dreno como el gas escapando del látex. La fuga estaba por fin echa y la presión disminuía. Era un sentimiento nuevo para Alfred, algo que olvidaba ya conocía… Que desde que estuvo en la mansión maldita de los Wayne había olvidado sentir la paz - ¡Yo lo hice! Si, si – Confirmo de nueva cuenta – El amo Bruce estaba triste, muy triste. No comía, no bebía, dormía poco, estaba dejándose morir… poco a poco dejándose enloquecer. Él se sentía culpable por el asesinato de sus padres. Él había hecho todo lo que le pidieron. Obtuvo calificaciones perfectas, sus deberes extracurriculares estaban yendo de maravilla, sus clases de música en popa, el concierto que su madre le obligo a dar fue un éxito e incluso su padre no lo golpeo… el amo Bruce se atrevió a pedirles por primera vez en la vida que le llevaran al cine. Se exhibía una película que el amo deseaba ver con fervor, él ya había leído la saga de libros y deseaba verlo: La máscara del Zorro, una adaptación de un señor del crimen que era un Robin Hood. Los señores no pudieron negárselo. Y esa noche fueron asesinados.

 

-Lo sabemos – Dijo Dick.

 

-No, no lo saben. Conocen la versión oficial – Dilucido con el mejor de sus dolores – Ustedes saben que fue un asalto, una conspiración o lo que sea la explicación de turno. Pero todas coinciden en que fue un hecho desafortunado… pero en realidad, el amo Bruce vio algo esa noche – El silencio hizo su magia – Yo no lo sé, jamás me lo quiso decir. Esa noche, cuando recogí al amo Bruce de los brazos de James Gordon, lo metí a bañar: Le quite su ropa y lo vi, eran rasguños, marcas de garras en toda su espalda, en uno de los brazos… parecía que lo hubieran arrastrado – Tim pidió las explicaciones a Dick, quien negó. Nadie conocía de eso.- El amo Bruce no hablo y todo lo que James consiguió fue la culpabilidad de un niño traumatizado por ver a sus padres ser asesinados frente suyo. Nada valido. Un cañón, un collar de perlas dispersándose en las alcantarillas y la sangre manando con su metálica maldición.

 

-Todo es una mentira – Susurro Damian, traumado con la idea de hablarle a unas tumbas que no merecían el respeto que había ofrendado. Ofendido por haber buscado las perlas faltantes en el collar que su padre atesoraba.

 

-No, no… no todo – Se apresuró a decir – El amo Bruce tuvo que vivir con la idea de que asesino a sus padres por capricho. Por un tonto capricho. Es una carga muy dura para un niño, amo Damian, usted lo sabe. Todos lo saben – Nadie pudo contradecirle – Después… sucedió, el amo Bruce tuvo un inusual accidente. Estuvo en coma y para cuando despertó… el recuerdo de sus padres se había borrado. No había más Martha Wayne en medio de sus crisis esquizofrénicas o un Thomas Wayne que lo pillaba a golpes cuando por accidente escuchaba las conversaciones telefónicas a las tres de la madrugada con sus ocasionales amantes – Y había un profundo alivio en eso que contaba. La carga de un mayordomo era enorme, los secretos que debían de esconder se hacían propias, las apariencias que se obligaban a guardar los hundían en pesadillas y el decirlo le aliviaba el alma aunque a él lo dejaba mal parado, lo hacía inhumano pues ¿Qué clase de persona permanece parado cuando se golpea injustamente y con tal salvajismo a un infante? – Sólo estaba un recuerdo borroso del asesinato de sus padres, del miedo, la impotencia, de todo lo malo y del amor que les tenía, del afecto… y me aproveche de eso. ¿Qué niño se merecía a esos padres? ¿Qué pequeño no debería de amar a sus progenitores? Yo le conté sobre unos padres que jamás existieron. Le hice creer que Martha y Thomas Wayne eran hombres formidables y que debía de emularlos para honrarlos, como se supone deben de hacer los hijos para ser felices, para saber de dónde vienen… Y cuando sus recuerdos deseaban aflorar, le convencía de que eran pesadillas por la noche en el Callejón del Crimen, que eran espejismos que acudían a él porque se sentía culpable de lo sucedido, aun cuando él no era más que una víctima. Me costó que entendiera que los sucesos malos no son conspiraciones sino que las cosas malas pasan a gente buena aun cuando sea sólo por acontecer. Cosas malas pueden sucederle a personas buenas –Trago suave, cansado por tanta platica – Le convencí sobre una infancia diferente pero nunca imaginé, que mis palabras terminaran llevando a mi Amo a buscar criminales.

 

            El silencio volvió a inundar el gran salón y Alfred agradecía que no estuvieran vueltos locos. Que todavía siguieran a su lado.

 

-¿Qué clase de accidente le dejo en coma? – Ataco Kal-El. Los chiquillos hicieron el gruñido agónico de advertencia, estaban dispuestos a detener el interrogatorio. Alfred no parecía poder aguantar más y Kal-El lo sabía - ¿Qué clase de accidente, Alfred? – Siguió en las mismas pero el mayordomo siguió en silencio, acongojado y dispuesto a no decir nada más - ¡¿Qué no has dicho aún?!

 

-¡Señor Clark! – Se interpuso Dick, si Kal-El deseaba seguir interrogando tan agresivamente a Alfred debía de pasar por encima suya para conseguirlo y conociendo al hombre, sabía que identificaría el límite que lo hacía bienvenido en sus terrenos – Basta, Alfred hizo lo que creyó correcto. Y estoy de acuerdo con él – Exclamo y miro a Roy por el rabillo del ojo, recordando la conversación que habían tenido hacia unos días. No era justo atacar a Alfred.

 

-¡¡No jodas, Dickface!! – Salto Jason, embravecido por tener que discutir de nueva cuenta el mismo tema de la vez pasada. Él no estaba para nada de acuerdo con lo que Alfred hizo, el robarle las memorias a un niño, el negarle su vida era tan malo como el que le dejara recordar. Él había sido víctima de la misma saña y cuando consiguió recordar, no le hizo ni puñetera gracia el que le dejaran limpio. Alfred le mintió a su padre y gracias a eso, ellos tuvieron que vivir con una mentira como cierta, con una falsa creencia y…¡No era justo! - ¡No tenía…!

 

-¡Jason! – Grito Roy y Jason se calló – No te atrevas a decir nada más – Dick asintió, dándole todo el permiso a Roy para que hiciera con su hermano lo que mejor le conviniera. Jason vio ese desplante, esa confianza y volvió a sentirse fuera de lugar ¿Desde cuándo esos dos habían vuelto a aliarse? – Ven – Exigió y como si no tuviera voluntad, Jason obedeció. Se sentó al lado de Roy que le tomo por los hombros y le susurró al oído – Nos encargaremos de hacer las cosas diferentes.

 

-¡¿A si?! ¿Entonces porque no le decimos la verdad? – Volvió gritar.

 

-Porque su mente colapsaría – Dijo Tim – Regreso a una edad en donde Alfred no había limpiado su mente – el anciano asintió – Está intentando no volverse loco y no es bueno que le contradigamos. No hay manera, Jason, de que Bruce entienda ahora mismo el que sea nuestro padre, un vigilante, el vigilante más cabrón en la historia y que ahora es sólo un niño con mucho miedo. Hay demasiada historia entre nosotros. No es digerible para nadie. Por momentos yo me pierdo.

 

            Roy apretó el agarre en esos hombros y le volvió a susurrar a Jason, delicadamente, tiernamente, llenándole de promesas con respecto a Bruce. Diciéndole tantas cosas que Dick apenas alcanzo a sonreír desde su lugar. En serio que desde fuera esos dos si parecían un joven matrimonio en camisa de once varas. Eran muy similares y el destino los había puesto juntos una vez más para enfrentar incluso sus propios miedos. Una oportunidad como esa no se repetía.

 

-Gracias, Alfred – Dijo Dick – Gracias por cuidar de nuestro padre. Gracias por criarlo y además, gracias por siempre estar para nosotros.

 

-De nada, joven Richard.

 

            Clark era el único que no parecía contento con las explicaciones de Alfred Pennyworth pero no lo hizo demasiado visible. Hizo pasar su molestia con cualquier cosa con respecto a lo descubierto. Pero su instinto de reportero le decía que Alfred le ocultaba demasiadas cosas.

 

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            Bruce se quedó quieto a los inicios del puente colgante. Una vez hubieran terminado su soda helado y el delicioso sándwich de tocino con queso doble, era hora de regresar a recorrer el enorme zoológico que aún tenía un show de cachorros de león que deseaba ver después de tomarse la foto con la elefanta.

            Pero… tenía miedo.

 

-¿Bruce? – Cuestiono curioso - ¿Sucede algo?

 

-No – Negó con rapidez, agarrando el valor suficiente para andar por el puente de salida que era mucho más largo que el de entrada y pasaba directamente por las copas con nidales de las garzas y pájaros tejedores. Una clase de espectáculo que se ofrecía gratuitamente… junto con la aparatosa vista de caída al vacío – Ya voy.

 

            R´as entonces subió a Bruce a sus hombros y le sujeto con ternura de las manos que ya se agarraban con sobrada fuerza. R´as jamás imagino que su rival alguna vez tuviera las manos de su nieto, suaves, pequeñas y frágiles… era difícil saber que de adulto esas mismas manos se empuñaban con justicia y cólera, con culpa para quebrar los huesos de los delincuentes y sostener a una ciudad que no sabía pagarle cada sacrificio.

            Bruce se fue relajando conforme R´as avanzaba.

 

-No vas a tirar a nadie… ¿Verdad? – R´as se lo cuestiono… no, no lo haría a menos de que fueran unos jóvenes cretinos que asustaran a su pequeño Detective - ¿Tío R´as?

 

-¿Por eso no querías cruzar?

 

-No… no es eso – Se apresuró a decir – Me da miedo caer.

 

            Y como una jodida profecía uno de los ninjas de Talía les ataco desde el final del puente. Las estrellas ninjas cortaron los amarres y Bruce grito en el oído de R´as que apenas le alcanzo a mandar a callar.

            R´as sujeto bien a Bruce, le custodio entre su pecho y le hizo sentir seguro, lo que se podía hacer en esa situación. Y sus guardaespaldas, los que habían sido sorprendidos con la guardia baja ahora estaban cazando al insensato que ataco a traición. R´as les hizo la seña de que estaba bien y que no deseaba que Bruce los viera. Timothy no estaría de acuerdo con eso.

            Las otras desafortunadas personas habían caído al agua y pataleaban histéricas por creer que los cocodrilos irían a atacarlos… bueno, un miedo justificado…. Y era una gran posibilidad, se dijo R´as, ya que esos idiotas se veían bastante apetecibles por la manera en la que llamaban la atención de los “dormidos” reptiles. Bruce siguió aferrado a él, encajándole las uñas.

 

-Bruce… Pequeño Detective – Dijo y con cierto temor, Bruce abrió los ojos. R´as estaba en una de las copas de los árboles, justo al lado de los nidales más frondosos - ¿Ves? No te deje caer – Bruce no sabía cómo era que su Tío había conseguido llegar hasta arriba del árbol, cuando lo último que sintió fue estar cayendo – Mira – Le pidió señalando a un nido, cuyo pajarillo no había interrumpido su estiramiento de alas… dispuesto a saltar pasase lo que pasase – Todos en algún momento debemos de caer, Bruce – Y el pajarillo salto… cayendo al agua y Bruce puso una terrible cara de espanto - ¡Hey! – R´as esperaba que el pajarillo pudiera volar, no que se estampara. Acepto que fue un mal ejemplo – Ejem, bueno, tú no eres un pájaro… sino un murciélago.

 

-No me gustan…

 

-Interesante – Susurro – Sólo quiero que sepas que estaremos contigo. Que no te dejaremos caer, aun cuando mi hija este tras… – Bruce le miro sin entender – No importa, accidentes pasan todo el tiempo. Y mira, no nos caímos.

 

-Porque eres muy fuerte, Tío.

 

-Y nunca te dejare caer, mi pequeño Detective.

 

            Y R´as no le dejo ver a Bruce como una serpiente que estaba en el agua, atrapo al pajarito para devorarla. Ya había sido suficientes traumas para un día.

 

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            Damian pidió permiso para entrar a los aposentos de Drake. Tres toques en la puerta y ya estaba desesperado porque el remplazo no le habría o daba permiso para introducirse él mismo en la habitación.

            De repente el pánico anido en su pequeño pecho ¿Y si alguien había entrado y había asesinado a Drake? ¿Y si estaba convulsionando en el piso a causa del golpe que le dio? ¿Y si…? ¡No! Drake no debía de morir de forma tan patética… pero tampoco debía de entrar como si nada a la habitación del Consorte de la Liga… ya que él no era uno de sus guardaespaldas… ¡Al carajo! Aun se encontraban en la mansión.

 

-¡Damian! – Grito Tim asustado por la manera en la que Damian abrió la puerta y el objeto que estaba detrás (una caja con preciosa moña) hizo un estruendoso sonido de rotura… y Drake supo que fue un mal lugar para poner el regalo que R´as le dio esa noche – Me debes… aun no sé lo que era pero lo debes.

 

            Damian bufo, enojado porque todo fuera una falsa alarma.

 

-Es tu culpa, Drake. No contestabas – Gruño.

 

-No escuche.

 

            Damian chasqueo la lengua y espero unos segundos antes de tener que acercarse a su… lo que fuera Drake para revisarle el golpe en la nariz. Afortunadamente no era una cosa de cuidado y todo correspondía a un drama de señorita digno de Drake.

 

-Lo siento, tt – Dijo de brazos cruzados. Apenas creyendo que estuviera en la habitación de su hermano para pedirle disculpas aun cuando no lo había hecho cuando le dejo caer de cabeza aquella ocasión – No era mi intención golpear al Consorte del Abuelo. No me fije que eras quien me sujetaba.

 

-Damian…

 

-Aceptare cualquier castigo que decidas imponer por asaltarte de esa manera. Tal irrespeto es imperdonable – Y Tim sintió el escalofrió de la muerte cuando Damian, su orgulloso hermano se hinco a sus pies, reverenciándole.

 

-¡¿Qué haces?! – Chillo en la misma línea.

 

-No hagas esto más difícil, Drake, tt – Se le salió y de inmediato se mordió la lengua – Te golpee y eso es una falta grave para el gremio.

 

-Aja, lo sé – Y es que no se esperaba menos de su orgulloso Demonio – Pero… Dami, nos hemos llevado de esta manera desde que nos conocemos. No es la mejor, pero es la que conocemos y demonios si eso no es lo que debe de ser… quizá con menos violencia, me encantaría que no sangrásemos en cada reunión familiar y eso – Confeso – Pero, de allí a que yo te ponga un castigo sólo por ser tú, estas mal.

 

-Eres…

 

-Sé lo que soy, Damian y sé lo que no soy y sé que quiero ser y sé lo que me falta ser – Damian rodo los ojos – Y creo que tenemos que encontrar la manera de que sigamos siendo familia.

 

-El abuelo…

 

-R´as va a preguntar porque mi nariz esta así y yo le diré que es sólo cosa de familia… familia, Damian y no Gremio y política. – Y tomo aire – Te diré un secreto, Damian, la manera en la que hemos hecho funcionar esto ha sido así, dejando nuestra política afuera.

 

-¡¡Tío Tiiim!! – Les llego la vocecita de Bruce desde afuera de la habitación y ambos dejaron de discutir del tema. – Regresamos y Tío R´as nos compró algodón de azúcar. ¿Puedo pasar a darte el tuyo?

 

            Damian asintió.

 

-Adelante, B – Y Bruce abrió la puerta, haciendo sonar el cristal roto. Bruce miro a Tim con culpa y comenzó a buscar la caja – Esta bien, B, tranquilo… se me cayó y no lo he juntado.

 

-¿No fui yo? – Cuestiono B en forma dudosa, temiendo entrar ahora al cuarto de su Tío - ¿En serio?

 

-Nadie va a mentirte, mi pequeño Detective – Dijo R´as entrando al cuarto y convenientemente ignoro el rostro de culpabilidad en su esposo y nieto - ¿Qué ibas a darles, Bruce? – Tim agradeció que R´as dejara pasar su obsequio quebrado.

 

            Bruce atravesó la habitación y les extendió los dos algodones de azúcar. Damian pillo el azul y Tim se quedó con el amarillo.

 

-Un recuerdo del zoológico. Fue muy divertido – Comento, feliz porque su pequeño obsequio fuera bien recibido.

 

            Y Bruce desapareció del cuarto.

 

-¿Así que… nada que contar? – Cuestiono R´as y Tim y Damian se miraron cómplices.

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            Bruce escucho los gritos de sus padres que intentaban hacer pasar desapercibidos, acallando su voz hasta medio suspiro… según ellos, se encontraban con su Tío Dick hablando de  Alfred y de él. No se veía que fuera un momento para interrumpir, así que mejor se dio la media vuelta pero se topó con el hombre volador.

            Clark traía el algodón de azúcar a medio comer. Clark había sido el primero en darle la bienvenida cuando su Tío R´as lo dejo en la puerta de la mansión en lo que pedía a alguien que no alcanzo a ver que llevaran el auto al garaje. Por lo que él pudo escoger el color de su regalo. El hombre le miraba con afecto, con una ternura que no recordaba bien recibir antes. Aun ni de Alfred.

 

-No es bueno huir, Bruce – Le dijo con una vocecita cómplice y Bruce se coloreo, poniendo los dulces de por medio – Ellos están esperándote.

 

-Están ocupados.

 

-Si – Asintió – Pero están esperándote. Ellos se alegraran cuando te vean. – Le dio la media vuelta a su amigo y le empujo con suavidad – Ellos estarán felices.

 

-No – Se negó con espanto -  A ellos no les gusta que les interrumpa.

 

            Clark ya lo sabía… y entendía que no era bueno forzar las cosas pero Bruce debía de ser obligado para saber los nuevos límites. Y él confiaba en la resistencia de Bruce al cambio. Sabía que su pequeño amigo estaría bien. Que esos jóvenes no harían lo mismo que los padres de Bruce, que ellos, chicos lastimados por sus propios padres, sabrían como criar de manera diferente a Bruce.

            Y Clark abrió la puerta. Dick detuvo la charla y Roy miro por sobre el hombro de Jason como Bruce entraba a trompicones por ser empujado. Apenas alcanzaron a ver a Clark guiñarles el ojo para cerrar la puerta de forma inmediata.

            Las piernas de Bruce temblaban. Había quebrantado todas las reglas de su Omi. Les interrumpía y traía golosinas.

 

-Acabo de regresar del zoológico – Comenzó a reportar – El Tío R´as fue muy amable conmigo.

 

-Más le valía – Soltó Jason y Bruce se puso más nervioso. Debía de hacer quedar a su tío muy bien delate de su Omi. R´as había sido muy bueno con él y no quería ocasionarle problemas - ¿Y que trajeron?

 

-¡Mi favorito! – Grito Roy haciendo que Bruce rebotara en su sitio - ¿Esos son para nosotros, B? Porque yo ya le eche el ojo – Explico con desenfado, intentando que Bruce se relajara de nueva cuenta. Parecía habérsela pasado muy bien con la Cabeza del Demonio como para arruinarle su feliz día - ¿B?

 

-Si – Asintió – El Tío R´as los compro. Uno para cada uno – Explico extendiendo los tres algodones de azúcar. Esperando a que los tomaran para poder irse. En realidad, jamás pensó que fuera a funcionar. Él imaginaba que sus padres le regañarían por traerles algo de tan poco valor.

 

-¿Y el tuyo? – Cuestiono Dick con suavidad, cogiendo el bonito algodón rosado.

 

-Ya me lo comí.

 

-Entonces – Dijo Roy – Compartamos, B.

 

            Y Roy tomo en brazos al enano para ponerlo en el sillón junto con Jason.

 

-Omi y yo… - Dick asintió – Y Tío Dicky vamos a compartir nuestros dulces tan deliciosos contigo porque nos los trajiste.

 

            Bruce les miro de hito a hito… espantado por el cambio tan radical en que sus padres actuaban.

            Pero cuando Jason le metió el primer bocadito de dulce a la boca, Bruce se permitió olvidar que esa extraña situación podría ser el preludio a su siguiente castigo.

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            Alfred entro a su habitación ya en la noche. La que estaba más escondida, la que nadie visitaba y Alfred mismo dudaba que alguien la conociera. Era una buena habitación… con cama suave y enorme. Con baño con jacuzzi propio, una comodidad que los Wayne siempre manejaban con su personal de más confianza.

            Alfred abrió su armario. El que contenía su uniforme, sus trajes, varios sombreros y sus bastones. Hasta el fondo del mismo, había una caja, larga caja de madera, con pestillo para guardar su culpable interior.

            Alfred abrió la caja, los pestillos de hierro chillaron y él se quebró un poco más. Descansando en el forro de terciopelo había un removedor de brazas. Un metal oscurecido a partes. Por precaución, Alfred no susurro nada… con Clark Kent en la mansión no le convenía.

            Mejor lloro en solitario, aferrado a esa arma metálica con la que había golpeado a su joven amo. La que uso, sabedor de los efectos secundarios… ya que antes de atinarle a golpes, había echo a su joven amo injerir uno de sus muchos brebajes, que ayudarían a sus propósitos.

            Él sólo quería lo mejor para su joven amo.

            Así aquello fuera lo impuesto.

            Y Alfred no pudo decir nada cuando el estruendo en el cementerio familiar hizo su propia gala de sinfonía, nadie en la mansión se opuso a la libertad con la que Clark se movía. Y Alfred vio a sus anteriores señores ascender en sus féretros, cargados en lo alto por el campeón del mundo para ser llevados al Sol…

 

-Perdón – Sollozo – Perdón, amo Bruce.

             

Notas finales:

Y espero poder saber pronto de ustedes en sus comentarios. Les invito a pasar a leer mis otros trabajos y espero que esta semana sea buena para ustedes

 

¿Y qué piensas?

¿Esperabas lo de Alfred? ¿Quiza el comportamiento de R´as? no lo sé... esta historia aun tiene mucho que contar.

 

Agradezco infinitamente el que me tengáis tanta paciencia. Que me sigas leyendo, apoyando, comentando y que leas, de madruga, mañana, tarde o noche y digas que esto da para más.

A ti por seguirme, gracias.

A ti por comentarme, gracias.

A ti por inspirarme, mil gracias.

A ti por atreverte a conocerme, muchas gracias.


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