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Batman deja de ser Batman por Polaris

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Notas del capitulo:

¡Milagro!

Lo sé.

 

espero que aún búsquen este trabajo.

Cap 15   Talon

 

            Joker miro por los lados, se guio por el instinto básico. El que tenía cada que buscaba a B. Era como un sabueso, a la caza. A la espera. Otorgando la premisa de la ventaja. La que cerraba en unas cuantas zancadas. Y es que Joker pensó que ese chiquillo llegaría más lejos. Es decir, por algo Robin le entrego a su preciosa joya.  Confiaba en que ese mocoso sacaría a B de ahí.

            La decepción era grande.

            Ninguno de ellos se merecía a su Batsy.

            El mocoso cubrió a B. Le apretó contra el suelo y su pecho, cuando noto que no le dejaría avanzar más. Joker supuso que tener a Robin, inconsciente era un buen incentivo a no hacer tonterías valerosas.

            Joker golpeo a Denébola, un puntapié que bastaba para quitarle de encima. Sorprendentemente, sin éxito. El mocoso continuo sobre B. protegiendo a B.Joker casi podía jurar que se agarraba del suelo para no salir volando. Aumento la fuerza de sus golpes, cada vez más, más rápido. Hasta que, cansado por tal obstinad, le estampo contra el pavimento lleno de nieve. Un simple golpe y el chiquillo desmayado dejo de ser un problema.

            A lo mejor se desvaneció antes y era como uno de esos hombres de guerra. Los que morían de pie. A lo mejor, si. Quizá no.

 

-¡Denébola! – Chillo Shari´a. arrastrándose hacia fuera. Ni loca se acercaba al payaso. No quería morir. Y aunque le doliera, ella no podía hacer algo por Bruce. No era como Johannes.

 

-Estos jóvenes de hoy, deberían de conseguirte algo mejor – Se quejó viendo a Robin lejos y a ese mequetrefe muchachito que soñó con alejar a B de él. – Mucho mejor – Le dijoa Bruce en su cantarín tono, apenas lo tuviera en brazos. ¡B se sentía tan bien! -  Pero para eso estoy yo. Vamos, vámonos, que esto se pone cada vez mejor -  Bruce trato de zafarse, de correr, quizá de gritar… pero nada funciono.

 

            Bruce grito a Damian. Grito por Denébola. Por sus amigos.

            No sirvió.

            Pensó en sus padres. ¿Serviría llamarles?

            Ese hombre, tan terrible entidad, le sonreía a cada paso. Y al llegar a su destino y soltarle, le cortaba su camino a cada paso. Frustrándole sus pequeños intentos de escape. Le divertía su desesperación, Bruce lo sabía. Era como el rostro que su padre ponía al tener el cuero en su mano y su espalda temblorosa dispuesta por haber sido un mal hijo.

            Él jugaba.

            Un perro jugando con un ratón… así era.

            Bruce intento poner distancia. Suplicaba porque Damian estuviera bien. Le vio enfrentarse contra esos hombres, contra el payaso y caer. Aunque Dami era fuerte, no era lo suficiente para esos monstruos.

            Y si alguien tan perfecto como Damian no pudo hacer algo, tenía miedo por lo que le esperaba.

 

-Batsy, Batsy – Canturrio el payaso, jalando con fuerza. Bruce pensó que le rompería el brazo – Estaremos en un lugar mejor. Tengo pastel. A los niños les gusta el pastel, te va a encantar. ¡Chocolate! ¡Con más chocolate! – Joker hizo una pausa dramática, aun apurando a Bruce sobre las escaleras del edificio en el que lo metió. Un minihelicoptero los sacaría de la ciudad – ¿Te gusta el chocolate? ¡¿Pero qué cosa pregunto?! ¡Eres un NIÑO! CLARO QUE TE GUSTA EL CHOCOLATE.

 

            Bruce asintió, aunque Joker no vio eso. El zangoloteo era tan bestial que ocultaba cualquier afirmación.

            Las galletas que robaba de la alacena, o los bocaditos que su abuelo le diera, siempre le gustaron. El chocolate era un premio. Y sólo se lo daban cuando era muy miserable o hacia las cosas muy bien.

            Si ese hombre le daba chocolate, Bruce entendía que tenía que ser un buen niño y dejarle hacer. No cubrirse de los golpes, eso sólo enojaba a los adultos. Cumplir cada exigencia, aun si estas dolían.

 

-Harley hizo su famoso volcán de chocolate – Siguió diciendo. Arrastrando a bruce cuando este tropezó, tirándole todo cuanto quiso. El chasquido que vino del hombro infantil, se ahogó con el pequeño grito de Bruce – Esto no es nada, BatsyB. Las has tenido peores.

 

            Bruce siguió llorando. Si lo hacía en silencio, seguro que su abuelo podría curarlo después. Siempre que lloraba alto, los golpes eran peores y Alfred se molestaba un poco por todo lo que tenía que reparar.  Bruce nunca pensó en que la furia de su abuelo no venía de recomponerle, sino de tener que hacerlo.

            A lo mejor sus padres estaban furiosos con él por ir de viaje. Ellos debieron decirle al payaso que le diera un castigo. Sólo sus padres y abuelo conocían de sus heridas. B suponía que sus padres le dieron permiso para castigarle. Porque Alfred nunca le agredía. Debieron ser sus padres.

            Lloro.

            Él pensaba que todo iba mejor.

            Que de pronto eran los padres amorosos que siempre quiso tener apenas veía a los progenitores de sus compañeros.

            Creyó que podía dejar de ocultarse bajo la cama.

 

-¿Batman, estas llorando? – Bruce no entendía lo que era un Batman. Le asustaba ser llamado así. Atino a encogerse un poco, sólo un poquito. aun extendido en el frio suelo de la azotea del edificio – No, no… ya casi nos vamos, amor. Sé un buen niño y deja de llorar.

 

            Joker agarro por las mejillas el infantil rostro, perlado en sudor y dolor. Por un momento extraño la fuerte quijada de su Batman. La que tenía barba y mostraba los dientes apretados. A comparación de los suaves labios rellenos, abiertos en un bonito circulo y salivando.

            Todo era tan diferente.

            Pero este era su Batsy.

 

-No te preocupes, amor. Ya verás que todo se arreglara – B soporto el control en el cuello. Joker le prenso por detrás y le levantaba, como si fuera un cachorro – Sólo necesitas cuidados especiales, que te ayuden a recordar quien eres. ¡Y soy perfecto para eso! – Arrojo a B al suelo  - Nadie te conoce mejor que yo, Batsy. Nadie. Y será de tu satisfacer saber que he cuidado de murciélagos antes, bueno, avecillas, pero avecillas nocturnas… que son lo mismo. Y lo he hecho con gran éxito, ya sabes.

 

            Bruce no lo sabía.

 

-Cuestión de tiempo, mi querido y amado Batman – Y llego el abrazo. Le sujeto con fuerza, Bruce apenas lo entendía. Lo golpeaba, abrazaba, golpeaba y aventaba – Un mundo para nosotros dos. Solos. Nada de chicos mantequilla llorando en sus bonitos trajes rojos. O pequeñas zorras en ruedas. ¡Joker y Batman! Como siempre debió ser. Lo prometo.

 

            Bruce noto el rojo llegar a su rostro, invadir su boca y succionarle parte del alma.

            Largo.

            Sedoso.

            Monstruoso.

            Asustándole y durmiéndolo.

            Como vio que le hizo a Damian.

 

-¡Oh, Batsy! Hasta en pantaloncillos cortos eres lindo.

 

            Joker tuvo que dejar a Batman en el suelo. De golpe, con un estruendo debido a que su cuello fue prensado por un metálico hilo, tirando hacia atrás.

            J creyó apostar por el cráneo de su amor romperse, el charco de sangre era demasiado bajo los cabellos negros.

 

-Todos saben que los búhos son nocturnos – Joker corto el hilo con uno de los filos que Batman le solía tirar en sus escaramuzas. Siempre guardaba un batarang por nostalgia. Brincando y poniendo distancia, lastimosamente en dirección contraria a Batman – No recuerdo invitarte. Y estoy seguro que le dije a Pingüino que cerrara el pico.

 

            El Talon le ignoro. Sólo estaba para recoger a Bruce.

            Tras tantos años de vigilancia, por fin tenía una oportunidad.

            Gracias al psicótico payaso.

            No se quejaría. Las oportunidades eran extrañas. Y aún con el halo mágico envolviendo a Bruce, mejor era esto que nada.

 

-Creía que lo de los payasos y niños era un mito – La gruesa voz fue apagada por la máscara, la típica marca de un Talon, con el pico en la nariz y las gafas rojas -  El circo está cerca. Ve a violar otro niño.

 

-No sé de qué hablas.

 

            Joker forcejeo con el Talon. Palma a palma, empujando su peso desde la cadera y absorbiendo los impactos que intentaban hacerle el revés. Con la altura del zombi búho era fácil. Un poco hacia atrás y Joker consiguió lanzar un buen chorro de ácido desde su florecilla.

            Prenso las manos con sus huesudos dedos y encajo las uñas por consiguiente. No le dejaría arrancarse la tela de la cara. El ácido tomaría un poco más de tiempo para comerse la carne.

            Las patadas cayeron sobre su flexible estómago. Con la fuerza suficiente para tener que poner distancia.

 

-TE ME HACES CONOCIDO – Dijo Joker apenas la capucha roída termino lejos. Esos ojos azules. Los labios que se apretaban dolidos. Incluso las cejas fruncidas – No importa - ¡Hasta el sujeto apretaba la quijada igual a su batsy! –¡ Ja, Ja, Ja! Igual sólo estas de paso.

 

            Joker no renunciaría a su presa. No sin pelear.

            Harley le esperaba en casa, con su mejor mesa con el mantel que le regalo en navidad. Esperando con un volcán de chocolate para festejar tener a su nuevo y lindo hijo con ellos.

            Y seguro que le había arreglado su habitación, la que compartiría con su bonito amor de alas cortas. Perfumado con el aromatizante que Hiedra hiciera (Libre de maltrato natural). Y como detallito extra, tendría la palanca con la que hizo puré al pajarillo dos y muchas fotos de la pelirroja, para que ambos, después de un sueño reparador, rompieran por la mañana.

            Como una buena ofrenda de paz.

            Nunca debió violarla. Bastaba con romperle los huesos. Pero un error lo comete cualquiera. Sería la última vez que le faltaría a su gran B.

            Bueno, quizá Harley de vez en cuando, hasta que B se acoplara o recuperara.

            Detalles.

 

-Estaba por romperte los huesos – Tarareo - ¿Vuelas? – Talon esquivo los tres tiros que llegaron del helicóptero.

 

            Tenía los sentidos muy bien entrenados, y un medio de trasporte tan ruidoso y aparatoso, evitaba perderlo de vista. Era como un misil. Poderoso y a en panorámica. Si estaba ahí, era el medio de escape de Joker y como todo lo que trasportaba “agentes peligrosos” estaba lleno de juguetes.

            Si se acercaba descuidadamente, perdería algunos miembros.

            El hilo de agujeros, delimitando el área de ataque, le hizo retroceder. Le siguió una lluvia de balas, contorneando el pequeño cuerpo de Bruce. Como la escena del crimen… una tiza que dejaba restos de concreto en el cabello, y rasguños por los escombros y astillas a toda velocidad, rompiéndose en todas direcciones.

            Y Bruce seguía inconsciente.

            Perdiendo sangre.

            De seguro la conmoción cerebral dejaría rastros.

 

-¡Haaaaaa! – Grito Joker, y la lluvia de balas continuo.

 

            Una danza loca, pensó Talon.

            Eran tiros  que perforaban todo a su paso. Algunos civiles gritaban y otros se quedaban encogidos, esperando a que todo terminara.

            Ellos bailaban.

            Golpeándose y tratando que las balas mataran a uno de ellos.

            Sin suerte.

            Sólo una lluvia roja.

           

-¡Bruce! –Talon grito. Temiendo que una de las balas terminara en su pequeño, Joker giro.

 

            Talon le empujo del edificio, tomándolo de cuello de su traje, elevándolo por la cadera. Sosteniéndolo por sobre su propia cabeza, doblando los hombros y al final arrojándolo al vacío de más de treinta pisos.

            En la guerra todo era válido.

            Todo se detuvo.  Era lo bueno de los mercenarios. Nunca peleaban si no obtenían dinero. Y con Joker, la paga siempre era de inmediata al contrato. Así que en cuanto desapareciera, el asunto quedaba por zanjado.

            Talon fue hasta Bruce.

            El intercambio debió de durar menos de cinco minutos. Aunque su cuerpo sentía la presión de horas de entrenamiento. Las peleas siempre eran muy distintas.

            Talon evito las delicadezas y tomo a Bruce. Desapareciendo en la nube de humo que siempre usaba. Por mera costumbre.  

            No fue delicado con la cabeza, o el brazo que colgaba laxo, rebotando por sus brincos entre los edificios. Cuando el tiempo dejo de ser un problema, cambio a su carga de posición. Suponía que llevarlo sobre su hombro era mejor. La sangre escurría limpia de la cabeza al suelo, sin mancharle la ropa.

            Aunque el negro nunca dejaba ver esas cosas.

            El Talon llego al nido que tenían en la ciudad. Varios de estos asentamientos alrededor del mundo les permitían ser la orden que eran. Al menos, toda organización que se aprecie de ser, debía de tener casas de seguridad alrededor del mundo. Esparcidas estratégicamente. Permitiendo descansar a sus miembros, refugiarse, vivir, retomar fuerza e invadir.

            Batman tenía las suyas.

            Las que convenientemente compartía con Wonder Woman y Superman. Poniendo otras más para el uso de sus muchachos. E incluso tenia sitios que podía jurar sólo él conocía porque se la pasaba espiándolo.

            La Cueva era la fortaleza de Batman, pero, la diminuta cabaña en las montañas entre Star City y Gotham eran el refugio de Bruce Wayne.

 

-El dolor es bueno, Bruce – Trato de consolarle – Nos hace fuertes.

 

            Limpio la sangre, dejando el coagulo que sería una costra aparatosa. Por suerte el cabello lo ocultaba.

 

-Por fin juntos, hermanito.

 

.

.

.

 

-¡Damian! – Grito Superman – Damian – Insistió mientras le desataba.

 

-Enano del demonio – Dijo Jason, corriendo. Fulminando a Clark con su mirada más aterradora. La que usaba con los violadores antes de meterles una bala – Despierta – Ignoraría a Clark por ahora. Embutido en su brillante trajecito – Damian. Enano. Pestilencia de la Vida. Gusano inmundo.

 

            Tim y Dick tradujeron a Clark la preocupación de Jason. Las palabras bonitas y Jason sólo están en la misma oración con el Bruce acuñando. De lo contrario, el amor de Jason era uno rudo y mal hablado.

            Roy no se quejaba.

            Una boca sucia mientras le bombeaba duro por el culo se apreciaba.

 

-Jason – Llamo Tim – Tengo a B a dos kilómetros. Te mando la dirección – Jason asintió y junto con Roy comenzaron la cacería. El tiempo era precioso y con Joker, cada segundo contaba. Tendrían que hacer todo el numerito con ropa de civiles, pero Bruce lo valía – Damian está despertando.

           

-Suponíamos que llegarías antes que nosotros – Y es que su grito llego antes que la señal de ayuda de Damian. Superman hizo una mueca.

 

            El pequeño viaje fue toda una odisea de planes bien ejecutados. Tim guardaba una caja madre de uso personal, la que no estaba conectada a la Baticueva sino a su cinturón, cuya activación bastaba de unos momentos. El portal se abrió directo al enlace con la Atalaya, ya que al ser una versión en desuso, y anticuada, no tenía la fuerza interdimensional de abrir espacios por su propia cuenta.

            Tim la usaba para llegar a la Atalaya a escondidas.

            Era su pequeño sucio secreto.

            Jhon y Shayera los miraron entrar, correr, y saltar al tubo zeta para caer en Rusia. Solo escucharon sus gritos por las pintas civiles.

            No tenerlos pululando era un milagro.

           

 

-Vine volando. Ustedes tenían los tubos Z. ¿Qué los hizo tardar?

 

-No Luisa Lane, eso seguro – Atajo Dick.

 

-Richard – Advirtió. El chico tenía razón. Pero molestaba igual.

 

            Se había hecho una promesa y Luisa aprecio tres minutos después y Bruce pagaba las consecuencias.

            No debió ir a por su mujer. Ella siempre conseguía salirse con la suya. Siempre. Era una buena hembra. Independiente y valiente.

            Bruce no tenía esa experiencia.

            Esa astucia propia de la edad. 

            Bruce de seguro estaría asustado.  

            Y era su culpa por no saber cumplir sus promesas

 

-Regresaremos al Hotel – Aviso Dick, sujetando a Damian. Limpiándole el labial rojo con la tela de su manga. El borron rojo estaba siendo un mal recordatorio para todos – Tenemos que irnos.

 

-¡Estás loco, Grayson! – Damian escupió el rescoldo de sabor en la boca. Tardaría días en quitarlo. Se lavaría con cualquier cosa. Jabón, sosa, acido… lo que fuera para no tener nada de Joker – B esta con ese demente. Tenemos… tengo que ir por él.

 

-Demasiados heridos – Conto Tim – Damián tenemos que irnos.

 

            Los reporteros comenzaban a llegar. Igual el resto de los servicios de emergencia que, con cierta incredulidad, atendían el llamado histérico. Las llamadas que comenzaban siendo un ataque terrorista, conforme seguían describiendo, terminaban siendo el ataque del circo asesino. 

            Los paramédicos rodearon a Damian, antes de que sus hermanos pudieran sacarlo. Lo mismo con los compañeros de B. Denébola tenía la espalda sangrante por cubrir a Bruce. Lo normal en su familia, pero no para los médicos que le observaban con lástima y admiración. No siempre se veían niños tan fuertes y valientes.

            Damian era una historia muy similar.

            El joven heredero Wayne era el nuevo cristo resucitado. Y tanta atención le mareaba.

 

-No es nada – Repitió casi en grito - ¡Ya déjenme!

 

-Debemos llevarlo al hospital – Dictamino un hombre muerto, pensó Damian. Apenas tuviera la oportunidad, ese metomentodo recibiría unas lindas flores de su amada esposa – Este joven ocupa atención.

 

-Puedo solo, tt – Casi le empujo. ¡Estaba bien! Su padre era el que ocupaba atención. Ocuparía. A saber en que condiciones se lo quitarían a Joker. ¡Su abuelo! R´as Al´Ghul estaría muy decepcionado de él.

 

-Tienes una fractura importante – Le regaño el galeno. Damian chisto con la lengua, se puso en pie y empujo su peso contra la ambulancia. El hombro hizo un chasquido terrible y listo. Dick suspiro. Damian siempre era un pendejo difícil - ¡Dios!

 

-No, yo lo hice – Se burló Damian – No tengo nada. Ahora déjenme ir.

 

            La ola de flashes se dispararon.

            Tim podía ver los encabezados de mañana “Damian Wayne el indestructible” “Damian Wayne el heredero medico de Thomas Wayne” “Damian el guardaespaldas”.

            Tim siguió usando su rastreador. Lástima que no podía encontrar a B. la última lectura fue en uno de los edificios y podía escuchar a Jason maldecir por el comunicador.

            Habían perdido a B.

 

-No debí dejarme convencer, Dick – Rumio Tim – Tuve que ponerle los rastreadores orgánicos a B.

 

-Para la siguiente, Timy.

 

-No pretendo haya una siguiente, Dicky – Le regreso en el mismo tono.

 

            A Richard le pico la lengua. Él no era un asesino, Tim no podía hablarle como hacía con los pelmazos sirvientes de su esposo.

            Lo dejo estar, por el bien de todos.

            Lo que menos necesitaban era una pelea interna.

            Bastaría con Jason correteando por todas partes.

           

.

.

.

 

            William miro por décima vez el cuerpo inconsciente de Bruce. Fue llamado por Thom para verificar la autenticidad de la información.

            No todos los días La Corte recibía un regalo tan encantador.  

 

-Esta obsesión por tu hermano acabara contigo – Menciono a la vaga. Sin importarle en realidad.

 

-Cada quien con lo suyo – Respondió – Tú quieres a tu bisnieto contigo, yo quiero a mi hermano. Jamás debió quedarse con ellos.

 

            William no supo quiénes eran ellos. Bien podían ser Thomas y Martha o los pajarillos.

            Suponía que hablaba de los violentos progenitores. De esos a los que intento quitarles a Bruce. En donde, fallidamente, dejo al niño con los cadáveres de sus padres.

            Una noche agitada, si le preguntaban.

            Sus huesos, viejos pero resistentes, aun con el frio descongelándose a segundos, recordaban lo movido de ese fatídico día.

            Había sido despertado para entrenar a Thomas Wayne. Convertirlo en una herramienta útil que agradara a sus amos. Que les defendiera y cumpliera sus caprichos.  Años en el devenir del congelador y la sala de entrenamiento. Hasta erigir un digno Talon.

            Pero un niño seguía siendo un niño, sin importar el entrenamiento espartano.

            William nunca olvidaría la expresión de la loca Martha al ver a su preciado hijo quitándose las gafas. Apuntándole con el filo. Y a Thomas, desconcertado por verle. Tratando de ocultar a Bruce tras su enorme cuerpo.

            Martha gritaba mucho. Enojada por tener al hijo que Thomas entregó voluntariamente a la Corte a favor de salvaguardar su vida. Martha parecía furiosa por toda su frustración. Una medusa desquiciada con un precioso collar de perlas. Al tiempo, lívida, buscando a Thomas, tocarle, aunque fuera un poco.

            Como si estuviera muy arrepentida den entregar a su hijo preciado.

 

-Thom – El chillido desgraciado perdiéndose con el silbar del viento antes de la tormenta, hicieron a William chirriar los dientes. Martha era tan culpable de entregar a su hijo como Thomas señor, tanto como si lo quería o no. Una madre debió de pelear más de lo que ella hizo, se dijo nuevamente. Las putas a las que mataba lo hacían con dientes incluidos. A lo mejor era diferente para las perras con pedigrí – Mi Thomy.

 

            El pequeño Thomy salto entre la noche. Con las primeras gotas de la lluvia rebotando en charquitos de tierra en el mugroso callejón.

            Ploc. Ploc.

            Uno tras otro detrás de los pasos casi silenciosos, asechando a sus diminutas presas. Grandes en tamaño, diminutas en espíritu. William veía  al Búho afilando las garras, surcando con gracia antes de caerles encima. Como si estuviera entrenado. Jugando. Aun con la sensación de muerte e ira.

            Un pichón jugando.

            ¿Qué pensaba su alumno?

            Thom les había llorado, suplicando su nombre mientras trepaba por la cuerda de púa para salir del túnel terrestre. Pensó en ellos cada noche. Rogando porque vinieran a salvarlo de los golpes. Del dolor. Que lo llevaran con ellos y pudieran estar juntos.

            Lloro por Martha para que curara sus heridas. Pidió por Thomas, para que acabara con los hombres malos. Siempre a ellos.

            Deseando y pidiendo lo mismo cada segundo hasta que, dejo de hacerlo.

            Y entendía su abandono.

            Comprendiendo más allá de ver a Bruce Wayne en las noticias junto a Martha y Thomas. Razonando ser un Talon. Empapándose de las tradiciones y condiciones de Gotham y sus malditos. Saboreando los muchos tratos que se mecían entre las paredes blancas de los vigilantes, siempre atentos.

            Y Thom termino por entender lo que sus padres compraron con su joven vida.

            William supuso que la noticia de congelarlo, a Thom no le había agradado mucho. Completar su entrenamiento tras bautizarlo. Era normal, esperado, una simple formalidad para darle la bienvenida… una indeseada, ya que, al dormir, perdería a su hermanito.

            Al que veía cada que hacia las cosas bien.

            William entreno a muchos buenos Talon. Tan enormes, pequeños, necios, brillantes, furiosos, los vio el mundo y el mundo a ellos. Los conoció de todas formas y sabores. Sabiendo recompensar en consecuencia.

            Bruce siempre fue un buen premio para Thomas.

            Y Thomas dejaría de ver a Bruce.

            Su Bruce.

            Al que dejaría con esas bestias.

 

-Martha – Llamo Thomas, empujando a Bruce más atrás. Intentando llegar a su esposa con delicadeza apremiante - ¡Ven!

 

-Es Thomy – Repitió. Enajenada. Aun tratando de seguir el fantasmagórico movimiento de su hijo, un borrón negro – Ven, hijo. Regresa conmigo. Te necesito tanto, mi amor. Te amo.

 

            William nunca pensó en las peores palabras mejor dichas, hasta ahora.

            Fue en un instante.

            Una trasformación bestial. Un bonito rostro, aun con cierto aire infantil, mutando en la faz de una bestia con colmillos y ojos muy rojos, venas saltadas y el peor frio en las venas.

            La belleza de un golpe bien conectado al cuello de Thomas señor, cortándole el aire, sumiendo su tráquea hasta hacerle vomitar. Empujando hasta emparejarlos.

            William se relamió los labios, satisfecho por enseñarle a su insípido alumno controlar su temperamento. Haberle enseñado el fin por sobre el odio.

            Los Wayne TENIAN que ser víctimas de la violencia de Gotham. De la más baja. La común.

            Esa que abundaba en el callejón del crimen a todas horas y no con la venganza del trabajo de un asesino de alta elite que vislumbrara los sucios tratos de los Wayne.

            Thomy no podía llenarse la boca con tanto placer, tendría que hacer dieta.

            El estallido del cañon hizo tanto ruido. Eco en todas partes.

            Fuegos artificiales intentando ser la diva.

            Ser vista.

            El calco maduro de Thomas se desplomo muy pronto. En insofacto. Salpicando apenas a Bruce.

 

-Ven con mamá, Thomy – Insistió Martha con el tono de voz más dulce como si su marido no estuviera muerto. Un tono que Bruce no conocía. Que le impresiono he hizo doler el estómago. Hacerlo encogerse por su ineptitud por conseguir hacer sentir a madre así de satisfecha. Thomas Jr odio aún más a Martha por hacer sentir a mal a su pequeño hermano – Nunca nos separemos. Nunca jamás.

 

            Thomas Jr disparo apenas Martha intentara abrazarlo, llorando toda feliz.

            Un niño seguía siendo un niño, repitió William.

            Y un niño con tanto odio no perdonaba.

            Las perlas fueron arrancadas del cuello de Martha. Para fingir un mal robo. Dejándola moribunda. Observando a sus dos hijos.

 

-Bruce – Sedujo Thomas, usando su mejor voz. La tranquila. Esa que ponía a todos a dormir y estremecer. Bruce se tambaleo como una hoja al viento – Hermanito. Todo está bien  -Thom salto los cadáveres.

 

            Bruce anduvo, tres pasos, cuatro pasos… William juraba que el mocoso se caería en cualquier momento. Llego hasta Martha. Y lloro por Martha. Lloro por su padre que seguía haciendo burbujas con su sangre, después de muerto.

           

-Eran basura, Bruce.

 

            William asintió.

            Eran basuras que sabían adoctrinar.

            Bruce les lloraba.

 

-Ven. Ahora podemos estar juntos. Como siempre. Como debió ser. No tienes que temer. Ya nada va a lastimarte – Le jalo y Bruce se retrajo – Hermano – Insistió de nuevo. Y Bruce siguió escapando - ¡Nos vamos!

 

-¡Papá! ¡Mamá! – Grito Bruce, aferrándose a Martha.

 

-¿Bruce? – Thom no lo entendía.

 

Mientras Thomas intentaba llevarse a su hermano, William se rio un poco, dolido y enternecido por igual. Su alumno, por un brevísimo momento, creyó poder llevarse a Bruce. Cuando sólo había venido a hacerle un favor. A quitarle a sus padres de encima. Porque Thomas tenía miedo de dormir y que al despertar, Thomas y Martha hubiesen matado a su precioso hermano.

            Un niño seguía siendo un niño.

            Un niño abandonado, seguiría siendo uno.

            ¿En qué momento Thomas creyó que Bruce le vería como su salvador? ¡Acababa de romper su mundo!

            Bruce no era como Thomas. Y Thomas era aún niño como para darse cuenta.

Seguía insistiendo. Halándolo. Tratando de ponerlo en pie para él. Arañándole con

sus garras, jalándolo para secuestrarlo. Marcándole con su rostro desesperado y gritando.

            Lástima que los amos ordenaran detener el capricho de su joven Talon. De lo contrario, Thomas hubiese conseguido llevarse a su hermano.

            William seguía pensando en el error que fue aquello. Sacar a Thomas con violencia. Llevárselo contra su voluntad. Apareciendo como un Talon adulto, por detrás, a la cacería, espantando a Bruce Wayne, que, de seguro, vio un monstruo esa noche. Impactándole más  que el rostro de su hermano muerto.

            Bruce Wayne valía más como Talon y hermano de Thomas, que como un fallido intento de manipulación que se fue en su contra durante los años, pero nunca pudo hacer entender a los amos.

            Hasta los planes más elaborados fallaban, se dijo. Consolándose en medida. Si los amos fallaban, siendo ellos… el plan de un niño no debiera ser diferente.

 

-Veinte años después… treinta años después – Susurro Thomas – Pero por fin estas en casa, Bruce. Conmigo.

 

-Thom – El Talon más joven le dedico una larga mirada, esperando – Bruce es más pequeño de lo que tú eras. Es más pequeño de lo que cualquiera fue.

 

-¿La edad te está poniendo amable?

 

-Sólo digo que has estado esperando por mucho tiempo estar juntos. No vayas a terminar matándolo por apresurar las cosas. No creo que pueda soportar estar en la cuerda.

 

-Él puede. Fue Batman, ahora será lo que siempre debió ser… un Talon.

 

 

           

             

           

           

 

 

 

 

Notas finales:

muchas gracias a todos!!!!!

son unos amores


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