—¡¿Jaden?!—se oyó una voz conocida desde la otra línea. Sonaba con algo de desespero y asombro. Parecía que lo habían estado buscando desde hacía ya un buen rato.
Ese grito, ese simple grito logró hacer que en todo su cuerpo se formara un enorme miedo. Su estómago empezó a doler, su corazón empezó a latir aún más fuerte. Incluso le empezó a doler el mismo.
Pero inexplicablemente sentía también un confort.
—Y-Yusei...—murmuró apenas. No podía creerlo. Un líquido salado empezó a acumularse en sus ojos.
—Jaden... Al fin me puedo contactar contigo... Te he estado intentando llamar durante horas—reclamó no a manera de regaño, si no como de manera comprendida—Ya empezaba a creer que habías desaparecido o algo...
Se supone que debería de estar feliz. Se supone que debería de arrepentirse. Se supone que ahora debería de decir cuánto lo había extrañado y de que nunca más volviera a hacer algo semejante. Pero no lo hizo. Le dolía. Le dolía demasiado como para dejar las cosas pasar.
—Mira quién habla—respondió de manera algo agresiva. Tenía que fingirlo, tenía que hacerlo, si no, su parte más débil y la que aceptaría todo sin cuestionar nada saldría a la luz. De la otra línea se escuchó un suspiro.
—Escucha... Sobre eso, quiero hablar contigo... Debí de haberte avisado—dijo con culpabilidad. El de los ojos café se mordió el labio fuertemente y cerró los ojos tratando de mantener sus lágrimas. Pero fue en vano. El agua salió de par en par, como si hubieran resistido allí y no pudieran quedarse más allí.
—Creo que eso debiste de saberlo cuando te fuiste y no dejar rastro alguno...—dijo dolido. Unos pequeños hilos mojaban delicadamente sus mejillas. Luchaba por evitar más sufrimiento. No se haría daño, no lo dejaría otra vez. Yusei Fudo podría irse a la PM y a él le valdría. O al menos eso era lo que quería creer.
—Sobre eso yo....Lo siento, yo...—empezó pero la voz dolida y enojada de Jaden le interrumpió.
Oh no, eso sí que no, no lo dejaría solo decir eso.
—¿Eso es todo? ¿En serio?—dijo con algo de cinismo.—¿Después de un mes? ¿Después de dejarme como estaba en ese momento? ¡¿Después de que por casi quinta vez me utilizarán?! ¿Solo eso vas a resolver todo? ¿Con un... "Lo siento"?—negó mientras más lágrimas caían de su rostro.—Eres horrible...
En ese instante que su voz se quebró. Una punzada de dolor cursó fuertemente por el pecho de Yusei. Ahora se sentía aún peor más de lo que ya se sentía.
—Jaden, escucha, yo jamás quise hacerte daño, yo solo...—cortó de repente. Se oyeron unos golpes.—No tuve manera—su voz se empezaba a sonar un tanto agitada. Como si estuviera corriendo.
—¿Ni siquiera un mensaje? ¿Ni siquiera eso?—reclamó.—¿Tan poco importante soy para ti?—Seguía rota, tan quebrada seguía su voz que hasta le dolió hablar. —
¿Por qué? ¿Qué te hice yo?
—Jaden...—dijo en un hilo de voz.—No me has hecho nada, todo esto fue mi culpa, yo tengo la culpa—su voz sonaba algo entre cortada. Se escuchó el hundimiento de un botón, pero era tan leve que el castaño no se empeñó en saber que era.
—No... Fue mi culpa, mi culpa por creer que eras mi amigo...—dijo con lágrimas cayendo a mares de sus ojos.—Por creerte alguien confiable... Yo creí en ti...
—Lo siento de verdad que... —empezó pero pausó su hablar, se oyó como una puerta se abría un pequeño forcejeo de palabras, el castaño siguió sin prestarle atención solo lloraba y lloraba sin consuelo evitando tener cualquier tipo de sollozo— Que nunca habrá suficientes disculpas pero Jaden...
Por favor no saltes...
Casi como si fuera acto reflejo, el de los ojos café soltó el teléfono dejándolo caer al tejado. Lo habían descubierto. Tenía que saltar en ese instante. Con sentimientos encontrados, frustrado por no haber realizado bien su plan, enojado por la repentina aparición de Yusei, y completamente decepcionado de haberse enamorado de alguien así.
Pero no se arrepentía. No se arrepentía de nada. Se volvería a enamorar de Yusei Fudo sin dudarlo. Se enamoraría de su mirada azul. De su actitud cuando se trata de él. De su sonrisa. De su proteccionismo con sus amigo. Y de su lema de vida, "Todo pasa por una razón, ninguna acción es inútil".
Se paró de dónde estaba y miró al final de su vida. Lágrimas salieron y cayeron al vacío. Empezó a balancearse. Una sonrisa salió de su rostro. Siempre creyó su vida sería más larga y próspera, pero no lo fue. Ahora todo estaba balanceándose se un lado a otro. Que juego de la vida más extraño. Él mismo se había convencido hacía tiempo ya que no había nada más que hacer. Solo era un juguete. Una persona plástica que todo el mundo podía utilizar y luego desechar. Eso era él. Nada más. Y ahora este pedazo de "basura" se iría al fin. Dejaría que todos aquellos que lo usaron ganaran. Por qué muy en el fondo sabía que ellos lo quería de esa manera, fuera de su mundo, fuera de su alcance. Y estaba bien, dejaría que ganaran, ¿qué más podría hacer? Solo eso y nada más. Así ellos dejarían de verle y de aguantar su presencia. Sería un buen regalo. Un regalo de despedida.
Quizás fue eso lo que lo mató. El ser tan generoso con los demás sin esperar nada a cambio.
Demonios, ¿por qué su mente tenía que indagar tanto en el tema complicándolo todos y enredándolo; y no se tiraba de una buena vez? Sería más rápido y sencillo. Todo acabaría más rápido.
Se acercó aún más a su final. La sonrisa se mantiene a en su rostro. ¿Tanto despreciaba su vida de verdad? ¿Tanto para suicidarse? ¿Tanto como para decidir qué caer era la solución? A veces odiaba cuando su autoestima dependía de una persona y esa persona le fallaba. Como los odiaba... como odiaba a todos aquellos a los que le fallaron alguna vez...
—Pero más me odio a mí mismo por confiar en ellos...—dijo para sí.
—¡Jaden!—gritó una voz. Otra vez no. No por favor. ¿Cuanto más tiene que sufrir el castaño para que pueda estar satisfecho?
Pero no contaba con los errores del de los ojos cafés. Cuarto error. Voltearse para ver quién estaba allí.
Lo vio muy cerca suyo. De verdad que sí que había corrido demasiado. Pero, lo vio mientras sentía el vacío de su estómago al caer. Tanto que anhelaba aquella sensación, pero ahora no la pudo disfrutar del todo. Bueno, ¿desde cuándo se disfrutan las cosas cuando son por accidente?