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Apartamento 128 por MiNyan

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Notas del fanfic:

Los personaje no son mios, son de Tadatoshi Fujimaki, a mi solo me gusta jugar con ellos!!!

Excepto un par de Oc's

AU!

 

 

Notas del capitulo:

Este es mi primer longfic, aprovechando que estoy de estoy de vacaciones trataré de actualizar seguido.

Este capítulo se ubica como a la mitad de la historia, así que espero no se enreden más adelante...

PD: La mayoría de los bebés aquí tienen 2 años, así que no hablan mucho ni lo hacen bien.

Disfruten la lectura!

Él se encontraba frustrado, no podía creer que había sido doblegado por seis infantes de apenas dos años. Era inconcebible el hecho de que su cabello se encontrara lleno de espuma y talco, además de que su ropa se encontrara decorada con abstractas obras de arte realizadas con comida para bebé. O sea, quién se imaginaría al gran Akashi Seijuro, el joven de 24 años dueño de Akashi’s Corp., en semejantes condiciones.

Pero él sabía que terminaría así, al fin y al cabo todos los viernes era la misma historia; él debía cuidar de los niños mientras sus padres trabajaban, ya que podía trabajar desde la comodidad de su apartamento.

El día había comenzado bien, todos los pequeños habían comido y durmieron durante toda la mañana, el primero que comenzó con su calvario fue Ryusei, un niño de tez blanca, rubio de ojos azules con un exceso de energía evidente; tras despertarse y dejar la comodidad de la improvisada cama hecha con cojines y frazadas en el  centro de la sala que se había molestado en hacer el niñero de turno, se puso a recorrer el apartamento en el que vivió durante sus primeros meses de vida, llegando a la habitación que una vez fue propia y ahora era el pequeño despacho donde Akashi trabajaba.

El mayor se encontraba en la cocina frente a la sala en la cual deberían estar durmiendo los pequeños, sin embargo, al estar cocinado le daba la espalda a los mismos, por lo cual no se dio cuenta de que Ryusei se había ido hasta que escucho un estruendo proveniente de una de las habitaciones, dejó todo lo que estaba haciendo para dirigirse rápidamente a su despacho.

—¡Ryusei! —El mayor se apresuró en cargar al menor, mientras veía como su maletín yacía en el suelo con varios documentos importantes esparcido, además de todos sus elementos de escritorio. —¿Cómo demonios tiraste todo al suelo?

El menor miró directamente a los ojos bicolores y ambos se pusieron a reír, aún con el niño en brazos recogió todos los papeles, algunos arruinados por la tinta de los lapiceros que cayeron encima.

—No es nada que no pueda solucionar. —Suspiró el mayor mientras cerraba su despacho, levantó al menor a su altura para verlo directamente, inspeccionándolo. —Imagino que tomaste la correa de mi maletín y arrasaste con todo mi escritorio. —Su interlocutor solo reía por las graciosas caras de Akashi.

Cuando llegaron a la sala acomodo al rubio en su lugar, le dio un par de juguetes, encendió la televisión en un programa infantil y bajó el volumen al mínimo para no despertar al resto, ahí se percató de que habían solo cinco niños, el rubio estaba concentrado en la TV, las niñas junto a los gemelos aún dormían plácidamente y faltaba uno, el menor de todos por un par de meses.

—Sorato. —Llamó suavemente para no llamar la atención del rubio. —¿Dónde estás, Sorato?

De repente un escalofrió recorrió su cuerpo y se sintió observado, se giró lentamente y se topó con un par de ojos celestes observándolo con calma desde el suelo de la cocina, justo al lado del refrigerador.

El pequeño Sorato, un pelirrojo con unos grandes ojos celestes, se encontraba ahora de frente al refrigerador balbuceando cosas inteligibles. El mayor se dio cuenta de ya había pasado la hora de comida y le estaban exigiendo su almuerzo.

Akashi conoce bien a Sorato, después de todo aún vive en el apartamento junto a su madre y sabe perfectamente que él es muy calmado en todo aspecto, pero no perdona sus horas de comida y si no quería un berrinche monumental debía apurarse en preparar la comida para los bebés, también sabía que Sorato era como un pozo sin fondo, de todos los infantes él era quien más comía.

—Bien, terminaré en un momento. —Sentó al pequeño pelirrojo en su silla alta, justo al lado de él y retomó su labor que había sido interrumpida por el revoltoso rubio.

Terminando los preparativos, inmediatamente le sirvió una porción a Sorato, para luego ir a buscar al resto de los pequeños; como siempre debía ubicar a Ryusei al lado del oji-celeste, al lado de este colocó a Emi, pelinegra de ojos verdes era la más tranquila de todos los menores. Frente a ellos ubicó a sus tres demonios: Hitoshi, Tadashi y la dulce Yumi. Sus adorados trillizos habían heredado su mutación genética, siendo sus niños portadores de una mirada rojiza y violeta, como una copia de él mismo, mientras que su pequeña princesa tenía su ojo derecho violeta como su cabello y el otro ojo dorado.

Los hijos de sus amigos comían tranquilamente, ensuciándose solo un poco, mientras que los trillizos esperaban a que su Oto-chan tomara asiento en la cabecera de la mesa, cuando lo hizo sus hijos tomaron sus cucharas de entrenamiento y probaron bocado de su comida.

— ¡Niños! —Se levantó rápidamente de su asiento al notar como tres proyectiles se impactaban contra su ropa. —Argh…Demonios, es el quinto chaleco que me ensucian esta semana. —Les dedicó una mirada de reproche mientras las risas infantiles abundaban en la habitación.

Claro que ese sólo fue el inicio, ahora todos los niños habían dejado de comer para lanzarle sus restos al mayor a cargo, aunque como él se había levantado se puso por detrás de sus hijos terminando los cuatro completamente sucios.

El mayor suspiró al ver el desastre y les lanzó una mirada a los infantes, esa mirada que hacía que cualquiera obedeciera a sus mandatos…cualquiera menos esos niños que seguían alegremente riendo.

Cuidadosamente limpió a los hijos de sus amigos, que por suerte no se ensuciaron tanto, solo a Ryusei tuvo que cambiarle su ropa; acomodó a Emi en la sala con todos los juguetes y a los chicos los puso en el sillón rodeados de cojines, probablemente volverían a dormir.

Ahora debía preocuparse por sus  pequeños que se encontraban batallando contra la silla alta, tomó a su princesa y la llevó a su habitación donde la sentó en su gran cama y encendió su televisión para distraerla un rato, en comparación a sus hermanos ella era bastante más calmada. Después fue a preparar el baño y fue en busca de sus dos niños.

Hitoshi miraba con enfado a su progenitor, mientras que su hermano ya amenazaba con llorar por la falta de atención, Akashi los llevó a ambos hasta el baño y arrojó la ropa sucia a un cesto.

—Bien Tadashi, ahora levanta los brazos. —Akashi limpiaba cada rincón de los niños al mismo tiempo, aún no comprendía como había llegado comida a ciertas partes de sus pequeños cuerpos.

En lo que se encargaba de quitar la espuma de Tadashi, su hijo mayor comenzaba a tirar la espuma por todos lados, incluyendo la cabeza de su Oto-chan. —Por Dios, Hitoshi puedes calmarte un poco. —Se apresuró en terminar el baño de sus hijos y los llevó a su habitación envueltos en sus infantiles toallas.

Se sentó en el suelo con los gemelos y comenzó a secarlos, cuando sintió un fuerte jalón en su rojiza cabellera, su hija estaba exigiendo atención y sus niños ya estaban secos, sólo bastaba vestirlos para después bañar a su nena.

Pero las cosas no salieron como quería, mientras intentaba que Yumi dejara de tirar su cabello, los gemelos vieron su oportunidad para escapar, dándose a la fuga completamente desnudos, por supuesto Akashi comenzó a perseguirlos con su hija en brazos, pero sus hijos son perspicaces y tomaron caminos diferentes, a pesar de su corta edad y del hecho de que aún no caminan del todo bien, sabían perfectamente como escapar del mayor.

Al llegar a la sala donde se encontraba el resto de los bebés dejo Yumi aún sucia, jugando con Emi y los chicos que ya habían despertado.

—Niños. —Los llama de la forma más dulce, su paciencia se estaba agotando así que recurriría a uno de sus trucos. — Si se comportan les daré dulces. —El soborno normalmente funcionaba con su hijo menor.

— ¡Mami! —Tadashi venía rápidamente hacia él con los brazos extendidos. Akashi tomó su oportunidad, agarró al pequeño y lo vistió en cuestión de segundos. Claro que al terminar tuvo darle un par de dulces para tranquilizarlo y lo dejó junto al resto.

Bien ahora sólo faltaba uno.

Akashi estaba seguro de que Hitoshi era quién más se parecía a él mismo, por ello podía casi jurar que se habría escondido en algún lugar recóndito del apartamento y su lugar favorito era la habitación que compartía con sus hermanos, pero la puerta estaba cerrada y el pequeño aún no alcanza la perilla, así que la habitación quedaba descartada.

Por otra parte, su despacho también lo había cerrado, le quedaban tres opciones si es que no estaba escondido entre la sala y la cocina: su habitación, el baño o la habitación que comparte Sorato con su madre.

Iba retornando a su habitación cuando su celular comenzó a sonar, ahí se percató de la hora, sus amigos ya estaban por llegar y  él debía encontrar a un bebé nudista, bañar a Yumi y de paso limpiarse a él mismo… Todo eso en menos de una hora.

—Diga.

Seijuro-kun me acabo de juntar con el resto y ya vamos en camino.

—Bien, supongo que estarán aquí en unos 40 minutos.

—Si quieres podemos pasar a comprar la cena, así te damos tiempo.

Que estás insinuando Tetsuya, tengo todo bajo control. —Sintió una suave risa proveniente del otro lado. —Aunque no estaría demás que traigan la cena.

Bien, llegaremos dentro de una hora…o tal vez más. —Casi podía imaginar a Kuroko sonriendo.

Ahora ya tenía algo más de tiempo, retomó su camino hacia su habitación para encontrarse con la gran sorpresa de Hitoshi intentando meterse en el traje de marinero que le iba a colocar.

Akashi reía con ternura al ver a su hijo con un brazo dentro de la polera y mirando con odio la prenda.

—Hitoshi. —El menor volteo a mirarlo con un puchero adornando su rostro. —¿Me dejaría terminar de vestirte?

Hitoshi automáticamente estiro sus brazos para ser cargado y así Akashi pudo terminar de arreglarlo, para luego llevarlo con el resto y encargarse finalmente de Yumi.

De ahí en más no tuvo ningún problema, las dos únicas niñas del grupo eran tranquilas, muy risueñas pero no se metían en tantos problemas, solo su hija cuando se coludía con sus hermanos para hacer travesuras le provocaban un par de dolores de cabeza.

Al terminar de alistarla se arregló él mismo rápidamente y fue hacía la sala con todos los pequeños que se hallaban pacíficamente jugando, aprovecho la oportunidad para limpiar rápidamente el desastre de la cocina, para cuando terminó se escuchó la puerta principal abrirse.

—Llegamos. —Anunció Kuroko entrando con un par de bolsas seguido por Kise y Takao

—¡Mami! —Sorato al escuchar la voz de Kuroko se levantó tan rápido como pudo y se apresuró a su encuentro.

Kuroko dejó las bolsas en la cocina y se agachó a la altura de su pequeño para abrazarlo fuertemente —Te extrañe.

—Yo tamben te estrañe.

Por otra parte Ryusei al notar la ausencia de su amigo se levantó para ir a investigar el porqué de su abandono, pero su intención se vio interrumpida cuando lo levantaron sorpresivamente y quedó frente a esos ojos dorados tan conocidos.

—¡Mamicchi! —Pasó sus bracitos alrededor del cuello del mayor y comenzó a restregar su rosto con el contrario.

— Amor, ¿me extrañaste mucho? —El pequeño asintió acurrucado en su cuello.

En la sala quedaban los trillizos junto a Emi, la pequeña estaba mirando directamente Takao, mientras este la observaba desde la cocina junto a Akashi.

—Es triste que mi hija no haga nada al verme, Sei-chan. —Se lamentó el pelinegro

—O quizás solo heredó el tsunderismo de su padre.

—Espero que no, con uno solo me basta. —La menor levantó sus brazos en dirección a Takao. —Con eso es suficiente.

Takao fue a buscar a su nena, quien al ser cargada le susurró algo parecido a un “te extrañe mami”.

Akashi observaba las dulces escenas de reencuentros entre sus amigos y sus hijos, con una sonrisa nostálgica; los cuatro vivieron juntos sus peores momentos en ese apartamento y supieron salir adelante, se alegraba de ver a sus amigos felices con sus pequeños.

—Creo que deberíamos cenar, antes de que los vengan a buscar. —Dijo mirando a Takao y Kise que estaban llenando de mimos a sus hijos.

—Gran idea, ni a Midorima-kun ni a Aomine-kun les agrada esperar. —El peliceleste comenzó a servir la cena, mientras el resto ubicaba a los pequeños y les daban algo de comer.

La comida pasó tranquila entre charlas y anécdotas, algunas gracias que hacían los pequeños y llenaban el lugar de risas. Akashi contó su largo día con los pequeños, recibiendo múltiples burlas por parte de Takao y Kise.

La hora pasó y el primero en retirarse fue Takao cuando Midorima llegó, su visita fue corta, ya que el peliverde tenía planes con su familia. A penas estos salieron llegó el oficial Aomine en busca de su par de rubios.

Saludó escuetamente a los residentes y se apresuró a tomar a su niño en brazos, mientras reia divertido por las acciones de su padre.

—Moo ni siquiera me saludaste Aominecchi.

—Lo siento. —Se acercó a su pareja y depositó un rápido beso en sus labios.

Pasaron los adultos a la sala donde antes jugaban los pequeños, para poner al día al moreno, Akashi nuevamente recibió burlas pero él también reía suavemente con ello.  Al rato los menores se durmieron y Kise ayudó a acostar a los trillizos mientras Kuroko dejaba durmiendo a Sorato junto a Ryusei en su habitación.

Mientras en la sala la cosas se tornaban más tensas entre Aomine y Akashi, a causa del rumbo que había tomado la conversación, todos conocían la situación por la cual estaban viviendo los residentes del departamento, ser padres solteros no era fácil, en especial si uno tenía ya tres hijos; pero que venga Aomine a contarle sobre su última reunión con sus amigos, en la cual cabe destacar forman parte los otros padres de los pequeño, se le antojaba incómodo al heterocromo.

Para cuando Kise y Kuroko volvieron, el menor comenzó a perder la impasibilidad de su rostro y Akashi junto a este comenzaron a ponerse a la defensiva cuando Aomine sugirió la idea de hacer una reunión todos juntos como en los viejos tiempos, y de paso que dos de ellos conocieran a sus hijos.

—Saben que algún día ellos se enterarán, ¿cierto?

—Claro que lo sé, Aomine-kun— Estaba lentamente perdiendo la calma, ese día no había recibido buenas noticias. — Pero que quieres que haga, que le diga a Kagami-kun que tuvimos un hijo ahora que está por casarse con esa persona.

Todos quedaron en silencio, ya sabían de aquello y era la primera vez que Kuroko se refería al tema.

—Tetsu…

— No puedo, simplemente no puedo. — Se levantó de su asiento y se dirigió a la habitación donde su hijo yacía dormido.

En la sala se había instalado un silencio incómodo, el moreno se sentía culpable de lo sucedido, el rubio estaba preocupado y el pelirrojo en el fondo comprendía la situación, por ello carraspeo llamando la atención de los otros dos.

—Déjalo estar Daiki, necesita pensar con calma la situación. — Clavó su mirada en los ojos azules— Soy testigo del esfuerzo que hizo por informarle y tú también lo sabes. — El otro asintió. — Si él no le dio la oportunidad de hablar, entonces ya no es culpa de Kuroko… no es como si estuviésemos escondiendo la existencia de los niños a ellos.

— Lo sé, y hablando de eso ¿qué hay de ti?

—No he visto a Atsushi desde que terminó nuestra relación. —Sus acompañantes estaban esperando a que siguiera su relato. —Es cierto que al principio no quería saber nada de él, pero después cuando nacieron los niños sucedió lo de la sucesión de la empresa. —Los ojos azules lo miraban intensamente, como si verificara si le estaban mintiendo o no. —Y ahora si la sociedad descubre todo esto crearán todo un escándalo y prefiero evitar meter a los niños en este mundo.

—Eres muy testarudo Akashi. —Todos en la habitación tenían claro que el orgullo le impedía avanzar al pelirrojo.

—Se lo diré, pero todo a su debido tiempo Daiki.

— Y eso será cuando tus hijos sean adultos. —Ironizó

—Ya basta Aominecchi, Seijurocchi hará las cosas a su manera, al igual que Kurokocchi. —Kise sabía que si no detenía a su pareja la discusión pasaría a mayores. —Ellos tomaron sus decisiones, deben afrontar las consecuencias. —Aomine lo miró claramente en desacuerdo. —Además ellos están supuestamente felices con sus vidas como están ahora, o ¿me equivoco?

—Ryota tiene razón, Atsushi tiene una pareja estable y Taiga está próximo a casarse, los niños no están dentro de sus planes ahora. —Observó a Aomine quien le dio la razón, aunque quisiera negarlo sus amigos no estaban del todo interesados en la paternidad, pero cuando los veía jugar con su pequeño Ryusei podía notar ese brillo de anhelo en el mirar de ambos.

—De acuerdo, pero eso no quita el hecho de que los niños necesitan a su otro padre.

Akashi solo guardó silencio, sabía que algún día sus pequeños le preguntarían sobre su otro progenitor. Solo esperaba que eso ocurriera más tarde que temprano.

Kise fue a buscar a su pequeño a la habitación de Kuroko y salieron juntos con un peli-celeste mucho más calmado, Aomine tomó sus pertenencias y las de su hijo, ya era tarde y todos querían descansar.

—Bien lamento las molestias. —Comenzó a despedirse. —Adiós Tetsu, Akashi.

—Adiós Aomine-kun y no te preocupes, le diré sobre Sorato a Kagami-kun.

—Nos vemos Daiki.

Salió del departamento junto a su hijo y todas las cosas, mientras Kise se despedía de sus amigos abrazándolos a ambos; cuando vivían todos juntos él solía hacer aquello para calmarlos y animarlos, era sumamente efectivo y los más bajos estaban agradecidos de ello.

— El idiota Aominecchi no entiende por lo que están pasando, pero no se preocupen yo me encargo de ello.

—Gracias Kise-kun, pero Aomine-kun no está del todo equivocado.

—Daiki solo está defendiendo a sus amigos y es comprensible.

El rubio se puso serio y los miró fijamente a ambos

—Pero ustedes también son sus amigos y él conoce toda la historia, sabe por lo que ustedes tuvieron que pasar y lo que ellos han hecho durante todo este tiempo. Además él piensa que ustedes serán más felices al lado de ellos y puedan formar una familia de verdad, pero no entiende que eso no sucederá de la noche a la mañana…yo sé que hay heridas que deben ser sanadas.

Los tres terminaron viéndose entre sí en medio de sonrisas, todo lo vivieron juntos le ayudó a entenderse mutuamente.

—Gracias Ryota, ahora vete que ya te deben estar esperando. —Afuera del edificio se escuchó la bocina de un auto. —Buenas noches Ryota.

—Buenas noches Seijurocchi, Kurokocchi.

—Adiós Kise-kun.

Cuando se vieron solos en el apartamento, ambos se despidieron para cobijarse en la seguridad de sus habitaciones.

Akashi se sentó en su cama y abrió el cajón de su mesita auxiliar, encontrando una arrugada foto de su época de secundaria donde aparecía él siendo abrazado por un gigante pelimorado, ambos sonriendo ante la cámara.

En su mente pasaban varios recuerdos de su relación hasta el fin de la misma y él no podía evitarse preguntar “¿Cómo llegamos a esta situación?”

Porque cada historia puede ser única y muchas veces se pueden unir con otras, pero todas tienen algo en común: un inicio

 Y por supuesto, esta historia también tiene un inicio…

 

Notas finales:

Bien eso es todo por hoy

Estoy abierta a críticas...

Por cierto a lo largo de la historia se va a ver como cambian las personalidades de los personajes o sus formas de llamarse, entre otras cosas que se irán descubriendo más adelante.

Además con respecto a la cantidad de niños...no me resistí a ponerle trillizos a Akashi, todo por un pariente que esta esperando trillizos...TRILLIZOS!! (me lo dijeron hace un mes y aun no salgo del shock).

Gracias por leer!!!

See you next time!!!


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