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Una semana. por LlyaAndJale

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-¿Señor Malfoy? -Te llamo McGonagall cuando se dio cuenta de que estabas perdido en tus pensamientos.

La miras detenidamente, esperando a que siguiera hablando para volver a perderte en tus pensamientos y cuando aquella estupidez termine, salir del despacho de la Directora sin saber nada.

-¿Sabes por qué te estoy diciendo esto? -Pregunto McGonagall mirándote con desaprobación y cuando tu la miraste una vez más sin expresión alguna, ella suspiro y te pareció más cansada de lo que se veía anteriormente -Sabes que estamos haciendo todo lo posible porque cada uno de los alumnos se recupere, pero tu has pasado por una Psicomaga y hasta has sido internado en San Mungo por un tiempo, pero aun no te recuperas, ¿Sabes como afecta esto a tus estudios?

-Mis estudios no me importan una mierda.-Murmuraste cerrando los ojos -La Psicomaga estaba más loca que yo y me sacaron de San Mungo porque yo no necesitaba estar allí dentro, así que estoy perfectamente bien, no entiendo porque me ha citado aquí.

-Porque no has escuchado nada de lo que te he dicho desde que entraste por esa puerta.-Dijo con desaprobación McGonagall y tu no pudiste evitar arquear una de tus cejas, como en aquellos tiempos en los que odiabas a todo el mundo.

Ahora puedes comportarte como si los odiaras, pero la única verdad es que no sientes ni odio o agrado ante las personas que te rodean, solo un vació que no quieres que desaparezca, porque estas más acostumbrado a ese vació que a la extraña felicidad.

-Porque no me interesa nada de lo que puedan decirme.-Dijiste mientras te ponías en pie y te acercabas a la salida.

Ese lugar te esta asfixiando, te recuerda aquella noche en la torre de Astronomía. Odias recordar que tan cerca estuviste de matar al Director, pero más odias recordar que fue tu padrino quien completo la misión. Y ahora, ya no esta para poder pedirle perdón.

-Si no das pruebas de que has mejorado dentro de dos meses, entonces seras expulsado de Hogwarts.-Le escuchaste decir antes de salir de allí.

Cuando llegas a tu habitación te sientas en el suelo, con tu espalda contra la puerta y con las rodillas pegadas a tu pecho. Piensas en todo y en nada al mismo tiempo.

La noche cae y tu aun no has podido cerrar los ojos y dormir, porque en tu mente esta presente la risa de tus padres, y muy pocas veces puedes perderte en tus recuerdos sin que nadie te interrumpa.

Esperas que la noche no se acabe nunca.

///O///

Como siempre que sales de la Sala Común, Potter esta allí esperando, aunque esta vez no lleva su sonrisa alegre, solo una expresión seria.

-Nos vemos en clase.-Se despide Blase a tu lado, alejándose de ti y perdiéndose entre los alumnos.

Theo te dice algo que no llegas a escuchar y desaparece llevándose a Pansy con él, dejándote solo como siempre. Miras a todos los alumnos de Slytherin salir y mientras Potter se acerca hacia donde tu estas, un niño de primero se te acerca.

-¿Qué? -Le preguntas cuando el niño se te queda mirando fijamente.

Su cabello es rubio como el tuyo, tiene ojos celestes y su piel es demasiada pálida, como tu. Él te mira con timidez y tu frunces el ceño aun más.

-¿Por qué nunca sonríes? -Te pregunta con voz suave y tu te inclinas hacia él.

-¿Puedes guardar un secreto? -Cuando el niño te asiente, prosigues en un susurro -Pues, por si no te has dado cuenta o no sabes, no hace mucho ha habido una guerra y no hay motivos para sonreír cuando esa guerra se lleva a tantas personas.

-Pero si hay motivos para sonreír.-Murmura el niño y se te acerca al oído -Siempre hay alguien que te hará sonreír y que te querrá como nadie.

Miras como el niño se aleja corriendo y se pierde con un grupo de chicos de primero. Piensas que quizá el Sombrero Seleccionador se equivoco en enviar a ese niño a Slytherin.

-¿Qué fue eso? -Pregunta la voz de Potter tras de ti y piensas que deberías estar acostumbrado a esto, pero no puedes.

Odias a Potter porque es el único que hace que ese vació desaparezca y el que logra sacarte una sonrisa a escondidas de las personas. Pero lo odias aun más porque sabes que fue McGonagall quien le pidió que se acercara a ti.

Él no lo sabe, pero le has seguido en la noche y has escuchado su conversación con la Directora.

Fue culpable de que hayas llorado como nunca.

Lo odias, tanto como seguramente él odia estar siguiéndote solo por ordenes de McGonagall.

-Solo un juego.-Murmuras y comienzas a caminar, esperando que en el desayuno haya huevos y salchichas.

Cuando notas que todos los miran y susurran por lo bajo con la persona de al lado, miras a Potter pensando que te ha puesto algo en el rostro.

-No he hecho nada.-Dice él y te mira con el ceño fruncido -Te miran porque se han enterado de tu conversación con McGonagall...

-Genial, ¿Quien sera el primero en acercarse a reir en mi cara? o ¿Acaso ese eres tu? -Preguntaste con burla en tu voz pero sin una expresión en tu rostro.

Potter niega con la cabeza a tu lado y siguen caminando en silencio, hasta llegar al Gran Comedor y separarse para cada uno ir a su mesa.

Theo es el primero que dice algo y no es más que para recordarte que debes mejorar tus estudios, a tu lado Pansy se mete salchichas en la boca y te sonríe con sus mejillas hinchadas por la comida, tratando de hacerte sonreír o algo, mientras que Blase te pone comida en el plato, tanto como a ti te gusta.

-Gracias.-Murmuras comenzado a comer una salchicha, mientras miras hacia la mesa de Gryffindor, donde Potter besa a Ginny Weasley ante las risas de sus demás amigos.

Miras hacia otro lado y piensas que no te mereces esto. Deberías estar en tu casa, hablando con los cuadros de tus padres o durmiendo en tu habitación sin que nadie te moleste.

Piensas que todo es mejor que ver a
Potter besar a Ginny Weasley.

No por asco, sino porque hay algo que duele tanto en tu pecho y que crea un nudo en tu garganta, que te sientes asfixiarte. Sientes que todo debería acabar.

Quieres dejar de escuchar las risas de todos los que te rodean, quieres gritarles que no esta bien. Quieres tantas cosas, pero ninguna puede hacerse realidad. No hay palabras que salgan de tu boca o alguna expresión en tu rostro que te delate, que le muestre a todos que nada esta bien contigo.

Te levantas de tu asiento tratando de no llamar la atención de Potter o McGonagall, miras a tus amigos despidiéndote con una mirada y desapareces entre los tantos alumnos que apenas entran al Gran Comedor.

Tu comida preferida esta servida y tu acabas de irte sin siquiera terminar la salchicha que habías comenzado a comer, y todo por culpa de Potter y lo que te hace sentir.

No es justo.


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