No obstante en este momento era otra historia, él menudo rubio se elevó con la cara roja, dejando dinero en la mesa. Al final su diversión comenzó al ver como el chiquillo salió del restaurante. Bufando ligeramente salto de la ventana y comenzó a caminar rápidamente hacia él. A excepción de que algo salió mal cuando tropezó con alguien.
— Perdón—sollozó la persona delante de él, la silueta se agacho a recoger sus pertenencias que se desplomaron por todo el suelo— Yo…no me fije y…—el par de ojos se hallaron por un fragmento de segundo y todo había terminado. No razonaba lo que el varón trataba de decir. Pero sólo sabía que no le interesaba.
Su corazón palpitaba velozmente y su sentido se nublo con únicamente ver el dolor en el la mirada del hombre. Sin preocuparse levanto su mano para eliminar las lágrimas pero el rubio se apartó pretendiendo esconderse.
— No–no importa—se sorprendió por su tartamudez.
El bermejo limpio su cara llena de lágrimas, dejando que toda su mente comenzara a relajarse y despejarse. Si bien le habían dejado plantado. El de cabellos coloridos apreciaba cada parte del cuerpo ajeno.
— Yo…tengo que irme—su voz tembló.
Sehun miró horrorizado no quería alejarse de aquel hombre, instintivamente tomo la muñeca del rubio y lo hizo correr hasta que visualizo un pequeño establecimiento de 24hrs. Ingresaron los dos y él rubio sólo alcanzaba mirar estupefacto, pero se resignó por el momento. Las escasas personas sólo echaron un vistazo un poco sorprendidos por la llegada o quizá por él rubio.
— ¿Quieres tomar un poco de café?—preguntó, jadeando un poco por la prisa.
Los glóbulos oculares del blondo se ampliaron, sutilmente tosió y un color carmín se propago por todo su rostro.
— Yo…
— No importa, puedes irte. Si gustas…—cerró los ojos y deseó que él pequeño se quedara.
— Prefiero tomar un té—una fugaz sonrisa y se encamino hacia la barra de comida.
Inhaló y exhaló, su palpitar estaba acelerado. Muy raro.
Sin notar la sonrisa en su rostro, se ubicó cerca de las máquinas para crear un té y un cappuccino, presionando botones y deduciendo el posible sabor del té. Inocente de su alrededor.
— Toma—puso el café delante del cachorro y este miró un poco atolondrado, sonrió levemente— Gracias—murmuró, mientras bebía un poco de su café.
Con poca gracia se dejó caer por una silla a lado de las maquinas expendedoras de café, él rubio aún seguía pasmado y se rió al ver la cara de agotamiento del más alto.
— Luces cansado—sentenció mientras degustaba del té de frambuesas.
— Algo—musitó, volteó hacia él rubio, admirando la belleza que estaba a su lado.
— Hermoso—divago.
— Muchas gracias—volvió a sonreír, esa sonrisa estaba torturando al receptor, era bonita pero muy falsa. Demasiado falsa, al final sus ojos no tenían brillo.
Él chico de cerdas arcoíris no lograba dejar de sentir que estaba haciendo algo mal, no debió traerlo aquí, no debió tocarlo, no debió mirarlo y mucho menos debió sentir algo que se removía en su abdomen. La cuchilla estaba en su bolsillo y el revólver estaba en el lado izquierdo de su cadera. Todo estaba instruido…hoy él tenía que morir.
— D–De na…da—absurdo eso era lo que sentía el alto, su cuerpo se estaba ruborizando y Baekhyun sólo pudo sonreír.
—Me llamo Baekhyun, aunque a lo mejor ya lo sabes—dijo con un poco de malestar.
Su sentido común no estaba respondiendo— Oh Sehun—y ahí estaba él, pegándose mentalmente por decir su nombre como si nada. Retiró la mirada cuando sintió sus mejillas calentarse e intentó tomar el café, demasiado dulce para su deleite y no pudo reprimir el disgusto evidente en su cara.
Él rubio rió y en seguida fue placentero hablar entre ellos. Sí bien Sehun no podía dejar de pensar que estaba haciendo mal, a secas estaba ahí para asesinar e irse. No para narrar que hoy se había caído en su baño. El rozamiento cautamente con su arma de fuego le hacía darse cuenta de cuál era su situación pero no podía dejar se sentirse verdaderamente bien con el chico a lado de él. Sin embargo tristemente duro un poco.
El timbre de Baekhyun comenzó a sonar, él blondo miró el número pero al parecer no lo reconocía. Concluyó desconocer la llamada pero no se detenía.
— Puede ser una emergencia—indicó Sehun mientras miraba el aparato que ahora traqueteaba sin parar.
Él chaval no perdió de vista sus ojos y luego decidió que podía ser algo serio así que contesto.
— ¿Dónde estás?—la rabia era tan monstruosa y Baekhyun exclusivamente podía mirar atemorizado. La tranquilidad había desaparecido— ¡Baekhyun! ¡Ven rápido a tu departamento!
— Chan…
Sehun sintió la irritación escalar dentro de él y tomó el teléfono para luego apagarlo.
Por primera vez Sehun sabía que había caído por el chico a lado de él.
♣
— ¿Bienvenido a casa? ¿Qué haces aquí?
La pregunta fue respondida con el color rojo en los orbes de su hijo. Seguido de las lágrimas y el llanto de dolor.
— Intente…Mamá, lo intente—la preocupación emergió en el rostro de la mujer mayor.
— ¿Qué hizo?
— Me pidió el divorcio…—la mujer miró tristemente a su hijo único y lo abrazo. Besando su coronilla.
— No te preocupes, mantendremos a Jimin.
Su cabeza negó varias veces, sollozo y el desprecio arrugando sus facciones.
— Yo no quiero a ese mocoso, yo lo quiero a él.
— ¿Cómo puedes decir eso? Es tu hijo—ahora él hombre comenzó a reír sin parar.
— Me hubiera gustado que ese niño fuera hijo de mi marido—su madre miraba asustada y éste sonrió.
— Éstas fuera de ti.
— Lo estoy pero por mi esposo.
♣
Sus pequeñas manos intentaron callar sus llantos, su appa continuo diciendo palabras malas, las gotas que bajaban por sus mejillas, muerte era una palabra mala, su padre se lo había dicho.
Su papá. — ¿No era su hijo?—.
Por desliz dejo escapar un jadeo audible, los pasos se apresuraron hasta la puerta en la cual podía ver a su appa mirarle con enojo.
Es hormigueo comenzó a recorrerle la piel al sentir la mano del hombre que le golpeaba, ese no era su appa. Un desconocido.
— ¡Vete de aquí!—gritó.
— ¡Kyungsoo! ¡Detente!
— ¡Vete!
Con la mirada baja camino hacia el jardín que conocía muy bien, negándose a llorar. Dolía y quería poder sonreír como los niños enfrente de él, tanta envidia de poder sonreír. Aclamaba porque dejara de sentir aquellas emociones.
— Papá… ¿Dónde estás?
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— ¡Baek!
— ¿Qué?
— Park, desea que vayas a su oficina.
— ¿Qué quiere?—la pesadez en su voz.
— No lo sé.
Resopló y dejo que las estilistas continuaran con su cabello, no tenía las ganas suficientes de ver a su amante, sabía que le preguntaría sobre el día de ayer.
Hubiera deseado no caer en la tentación de su jefe.
Pero él hubiera no existe y sólo queda responder por las decisiones que tomó.
Y cuidar de su pequeño hijo o pequeña hija.