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Celos. por Juuri Kiryu

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Notas del fanfic:

Pues nada. Quiero esta pareja como nadie. 

Notas del capitulo:

Ñenguele. no pude evitarlo. 

Damian abrazó la cintura de Richard. Su rostro era serio, no le hacía ni una poca de gracia el ver la forma tonta en la que esa descarada pelirroja intentaba coquetearle a su hermano mayor. Por suerte, había bastado una mala mirada suya. Con el pasar de los años, su mirada era más parecida a la de su padre, pero con un toque de maldad que el mayor de los Wayne no tenía. Por ende, era suficiente para espantar a cualquier extraterrestre mustia que estuviera tras el órgano reproductor de su hermano. Sus ojos verduscos se volvieron furiosos contra el mayor que solo musitó un despreocupado “Ella solo es una amiga”. El rechinar de los dientes del más joven no sé hizo esperar, aunque Damian sabía perfectamente que sus miradas no funcionaban con sus hermanos. Tal un poco con Drake, que era el más quejica, pero no con Richard. No con el imbécil de Grayson, y eso lo molestaba.

Lo molestaba tanto que lo hacía querer doblegarlo. Y Dick lo sabía, por eso solo sonreía relajadamente y caminaba de nuevo dentro del departamento. Ese que era de Dick, pero que Damian había invadido apenas entró a la universidad bajo el pretexto de estar más cerca. Debido a que para Bruce era una etapa difícil con Damian, y a que al parecer Dick era más influyente sobre su hijo menor, el patriarca de los Wayne no dudó en aceptar ese cambio. Lo que además, había dado pase libre a Damian para meterse en el corazón de su hermano de una forma poco fraterna.

Claro que le costó demasiado que Grayson aceptara. Aún ahora era difícil, el mayor se sentía demasiado viejo, demasiado grande, un poco enfermo. Siempre se consideró como el segundo padre de Damian, él se había encargado de él desde que llegase a la mansión, pero para Damian era mucho más. Era la primer persona que pareció preocuparse por él desinteresadamente. Fue el único que se preocupo por darle una vida más o menos normal aunque fuese totalmente innecesario. Fue Dick su primer amor.

Y por supuesto, su objeto de deseo durante buena parte de su adolescencia.

Dick jadeó cuando sus dientes se encajaron en su cuello, pero sabía que Damian siempre lo hacía cuando estaba celoso o molesto. Cerró de una patada la puerta del departamento, donde momentos atrás se había desarrollado una escena extraña. Una donde la ex de Grayson había buscado a Dick para arreglar las cosas ahora que había vuelto de su planeta. Pero ella no contó con que el hombre de su vida, ese chico salido de película romántica estuviera en una pseudo relación con su hermanito.

— Dami...— se quejó el mayor aunque echó su cabeza a un lado, puesto que en realidad le encantaba como el más joven marcaba su cuerpo. Pasó sus manos por la cintura del chico, y luego por su espalda, para pegarse a él.

— Nada Grayson. No la quiero cerca de ti — comentó empujándolo poco a poco hasta el sofá. No aguantaría hasta a la cama.

Ellos acaban de llegar luego de una noche agotadora, una fuga en Arkham había tomado la noche de todos los integrantes de la familia del murciélago, y ellos no eran la excepción. Cuando Damian anunció su relación (O que Richard Grayson era de su propiedad, en realidad) las reacciones de los demás variaron. Pero no tardaron en aceptar que aquel par era simplemente perfecto. Damian tenía el peor carácter de todos. No solo era un obsesivo como su padre, también tenía pequeños arranques de agresividad y hostilidad que asombrosamente Dick sabía manejar mejor que el mismísimo Bruce.

Y sobre todo, eran felices.

Damian besó su cuello, justo sobre dónde había mordido, presionando sus labios carnosos sobre la piel tibia de su hermano. Dick murmuró un tenue no, que hizo reír a Damian. Después de tanto tiempo, el mayor aún tenía cierta renuencia a tener sexo. Pero para la mala suerte de el acróbata, el pequeño demonio, como aún le decían, sabía en dónde tocar para que cediera. Lo empujó cuando llegaron a la cama, y alzó una ceja escéptico por la mirada de reproche que el mayor le había dirigido. Una risita de nuevo se le escapó, está vez mucho más amarga. Separó las piernas de su hermano y entonces la noche comenzó realmente.

Dick le dio la bienvenida, abriendo sus piernas bien, dispuesto a cederle todo el control a su hermanito. La ropa voló dentro de la habitación, las prendas de Dick le estorbaban a Damian. Tomó las caderas de su hermano con fuerza, y sonrió de lado cuando un gemido se le escapó. Agradecía que por una maldita vez, Grayson no estuviera tan relajado. Porque se sentía torpe al lado de su hermano, se sentía como un niño, como un novato. Y tenerlo a sus pies, dudando, o dejándolo decidir a él, era la prueba máxima de que quien tenía el control era él y no Grayson.

Tomó con dureza el miembro de su hermano, atrapando la semi erección que comenzaba a formarse entre sus piernas. La masajeó duramente, arrancándole gemidos de placer y dolor por igual al pobre acróbata. Amaba ver cómo el flexible cuerpo se retorcía, como sus piernas se tensaban y alzaba las caderas instintivamente, buscándolo. Sus dedos se enroscaron sobre la punta, esparciendo el presemen. Sus labios no se mantuvieron quietos, y solo entonces se subió a la cama, comenzando de nuevo a devorar su cuello, bajando por la clavícula

— Eres mío Grayson... Solo mío.

Un gemido por repuesta fue lo que obtuvo. Su pulgar estaba presionando fuertemente el frenillo, y eso debía estar doliéndole al mayor. Aún así no oyó lo que quería, y separó más sus piernas, dándole a entender a su hermano.
Damian suspiró resignado, pero no menos contento, su mano en la cadera esbelta se deslizó rápidamente entre sus piernas y encontró lo que ambos esperaban.
El anillo de músculos se tensó de inmediato, y le arrancó un gemido más a Dick, seguido del nombre de su hermanito
— Solo tienes que decirlo Grayson...

Canturreó el malhumorado Damian, que introdujo un dedo en su hermano, de inmediato curvándolo a su punto de placer. Una pequeña sacudida invadió el cuerpo del mayor que lo miro desafiante.

Eso cabreó al hijo de Bruce. Introdujo un dedo más y continuó moviendo su mano, impidiendo que el orgasmo que iba fabricando poco a poco en el cuerpo de su hermano se desatase.

— Dami... Por favor... Quiero acabar...

— Solo tienes que decirlo...

— Dami...

Pero no cedió. Dick sabía que Damian se tomaria toda la noche, y la mañana.

Los dedos golpearon su prostata y el menor pudo ver cómo los dedos y las plantas de los pies de su hermano se tensaban, al igual que el anillo de músculos sobre sus dedos. Movió sus caderas suavemente, buscando más placer. Pero no había alivio.

— Solo dilo, Richard...

— Soy... ¡Ah! ¡Dami! — reclamó cuando sintió un tercer dedo, a lo que su hermano solo sonrió

— Dilo... Y podrás hacerlo.

— Soy tuyo.

Así fue escurriéndose la noche, junto a sus cuerpos juntos. El hacer el amor con Richard era así para él. Nunca se saciaba, ya fuese él arriba o abajo, pero nunca se cansaba de tener su cuerpo frotándose contra el suyo.

Cuando el sol salió, los descubrió desnudos, con Dick acogiendo a Damian como un pequeño niño entre sus brazos y el normalmente siempre molesto rostro del más joven expresaba una alegría silenciosa. Damian despertó primero y observó durante un largo tiempo a su novio, pareja, amante, maestro y hermano.

Lo rodeó con sus brazos, hundiendo su rostro enseguida en su pecho y eso despertó a Dick que con cierta flojera comenzó a estirarse un poco, sin separarse del menor, porque aunque lo intentara el férreo agarre era algo que no cedería nunca. Damian se comportaba como un cachorro gruñón, siempre lo había dicho Dick. A esas horas la resaca moral no cabía en él, y por lo tanto sin culpas mimaba al chiquillo en sus brazos

Ambos se miraron en seguida, sonrieron y Damian murmuró, con un tono de advertencia bien conocido por Dick

— No la quiero ver aquí de nuevo, Richard. Me desagrada

Simple, directo. Así era Damian, y eso le gustaba a Dick.

Le sonrió malicioso y preguntó descaradamente a pesar de que sus caderas aún resentían la noche pasada. Ese pequeño era un bruto, cierto, pero él tampoco se oponía cuando podía.
— No puedo impedirle que venga

— Yo sí, y a ti que la veas, idiota — reclamó infantilmente, y de nuevo se abalanzó sobre su pobre hermano.


Era culpa de Grayson por no obedecer, era así de simple. O al menos así lo era en la mente de Damian.

 

 

Notas finales:

Como siempre, agradezco sus reviews. 

A partir de la semana que viene todo será actualizado.


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