Sasuke se levantó repentinamente de la mesa y salió directo por la puerta de la mansión. Quería salir a buscar respuestas y encontrarlas.
Corrió por el inmenso jardín, seguro que hallaría algo, algo que le diera indicios de aquella historia que tanto le picaba la cabeza.
Recorrió todo el plano entre árboles, arbustos y plantas; ese lugar era inmenso y rico en frutas. Tardaría en hallar algo, sin embargo luego de un buen rato de caminar (puesto que para correr, a esa instancia, los pulmones no le alcanzarían) llegó a una mansión en ruinas, destrozada por dentro y por fuera. Como lo vieras. Estaba bien escondida entre tantos árboles, inclusive estaba rodeada y decorada con una enredadera. Entró sin cuidado. El lugar era inmenso; no podía quedarse atrás al tener semejante jardín. Rebuscó por todos lados como si se tratase de un lugar cualquiera pero con el suficiente cuidado como para no dañar más de lo que estaba.
Buscó entre los destrozados cajones con quemaduras hasta hallar alguna prueba de lo que sus padres habían mencionado. Entró en una de las habitaciones; había una cama de dos plazas donde seguro dormían los padres de aquel chico: Naruto. Abrió uno de los cajones que estaban ocultos bajo la cama y halló un álbum de fotos de la familia Uzumaki, allí estaba los tres: Kushina, una mujer de largo cabello rojizo y ojos azules, al igual que su marido Minato pero este a diferencia de su mujer, tenía el cabello rubio y por ultimo estaba Naruto, un chico de cabellera rubia y ojos azules.
Sasuke se quedó impávido.
El color de su rostro empalideció. No podía creer lo que estaba viendo ¿Era una broma? Una verdadera broma de mal gusto.
Aquel espantapájaros era idéntico a ese chico llamado Naruto. Idéntico.
Antes que pudiera seguir viendo algo más, una mano negra que no se dejaba ver de dónde provenía lo tomo de atrás. No podía verse más que oscuridad sin fin tras ella. Sasuke dio un respingo soltando el álbum de fotos y se volteó inmediatamente para ver qué era lo que lo había tocado. Al descubrir de qué se trataba, sus ojos se abrieron de par en par. Era algo de otro mundo. Todo ese lugar era inmensamente extraño. Inmenso y extraño eran las dos palabras perfectas que cuadraban con ese lugar.
La mano no retrocedió, al contrario, se alargó hasta volver a atraparlo. Sin saber qué clase de truco viejo era aquel, Sasuke tomo el álbum de fotos puesto que creyó que no tendría otra oportunidad tan valiosa como esa para recuperar aquella historia como un rompecabezas que él mismo armaría.
Cruzó la puerta de la mansión y comenzó a correr odioso, antes que esa extraña criatura o lo que fuese le arrebatara el álbum de fotos, pues ahí es a donde apuntaba. Pero logró tomar gran distancia cuando una flecha atravesó la oscura mano. Sasuke volteó para ver de dónde había salido, sin embargo no había nada ni nadie. Sólo un espantapájaros. Este se movía frenéticamente de un lado a otro, si fuese un humano creería que estaba alterado.
Sasuke siguió corriendo. Casi tropezó al ver que las raíces de los arboles comenzaban a subir, pero no parecían querer atraparlo, al contrario estaban encerrando la mano.
Lo último que vio Sasuke fue al espantapájaros sonreír.
Una semana habia pasado y no habia vuelto al jardín porque sus padres lo habían tenido terminantemente vigilado. Sin salida. Encerrado en su propio cuarto, repasó ese álbum por duodécima vez. La cara de aquel muchacho... el espantapajaros le habia sonreído. ¿Cómo viviría a partir de ahora? Necesitaba respuestas, y de inmediato.
—Naruto... —cerró sus ojos y recordó que asi se llamaba el espantapájaros. ¿Coincidencia?
“...ese lugar esta maldito...” “...su hijo desapareció...”
¿A que iba todo eso?
—¿Por qué me salvaste? —suspiró echándose sobre la cama. —No. No había nadie allí. Ni siquiera sé que fue todo eso.
Se mantuvo quieto por un rato más hasta que los pensamientos que lo atacaban lo vencieron. Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Aun no le había dicho a nadie lo ocurrido porque sabía que no tendría sentido hacerlo; nadie le creería.
Cuando quiso dejar el álbum sobre su escritorio una hoja cayó. Era la carta que tal vez le habían puesto al espantapajaros.
Se levantó sin más, de la cama y bajó directo las escaleras hacia la puerta de entrada.
—Sasuke —se interpuso su hermano.
—¿Qué?
—¿Adónde vas? Sabes lo que dijo papá y mamá. —lo sostuvo del brazo.
—No me detendrás. Nadie entiende lo que está pasando. —lo miró completamente convencido de sí.
Itachi le mantuvo firme la mirada para luego soltarlo y dejar escapar un suspiro.
—Sólo... ve con cuidado.
Pero lo que no sabía Sasuke era con quien se encontraría esa tarde.