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El espantapajaros por Deidara Sempaii

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Notas del capitulo:

He tardado un poquitillo en actualizar (?

Ehm, en lo personal me ha gustado como quedo, ah re (? hahaha espero que a ustedes les guste ;_;

 

El día estaba nublado. Ese color grisáceo en el cielo con ciertos matices oscuros declaraban que en cualquier momento una fuerte tormenta se desataría en aquel lugar.

 

Una suave brisa sopló levantando varias hojas.

—Será difícil que tus tíos lleguen pronto — habló Mikoto, cerrando el ventanal.

—No te preocupes mamá —respondió su hijo mayor — la tormenta no caerá sino en media hora.

—Eso no lo puedes saber Itachi. Aunque espero que así sea— dio un largo suspiro.

El ruido de una de las habitaciones de arriba se oyó. Itachi que aun permanecía sentado en el sofá giró su cabeza, encontrándose con Sasuke bajando  las escaleras apacigüe. Y entonces se percató de algo: el más joven no sabía que sus tíos vendrían. Los cuales eran asquerosamente ricos e hipócritas, y a los cuales Sasuke odiaba, aunque con justa razón. Nunca iban a visitarlos a pesar de vivir tan cerca, y cuando lo hacían traían consigo un sinfín de excusas baratas, junto con los infaltables regalos de gran calidad y dinero, algo que ciertamente Sasuke no toleraba, provocando que en ocasiones los desechara.

—Dile a tu padre que venga.

Itachi asintió, dejando escapar una simple mirada saturada de advertencias a Sasuke, cuyo fin  no tardó en ser captado por el menor. Miró  a su madre. Estaba a punto de hablarle cuando ella se adelantó.

—¿Sasuke aun o te has cambiado? —colocó sus manos en las caderas

El nombrado desvió la mirada hacia la ventana, las primeras gotas de lluvia comenzaron a deslizarse tenues sobre el vidrio.

Su madre reconoció esa expresión.

—Suspiró —Entiendo tu enojo Sasuke, pero se paciente, ellos son un poco....–trato de buscar en su cabeza las palabras indicadas.

—Lo sé —murmuró.

—Siento no poder hacer nada por ti hijo pero debes comprender que las familias son así. Los adultos son algo complicados y tus tíos no son la excepción. Ellos son algo ocupados; no creas que no vienen aquí a visitarnos porque no quieren sino porque...

—No soy un niño a quien le implicaras ideas equivocadas en la cabeza. Sé perfectamente quienes son esas personas.— dijo firmemente y con voz clara. Se detuvo para no soltar algo indebido. Luego se encaminó nuevamente hacia las escaleras, guardándose sus palabras— No tengo hambre.

 

 

Fugaku salió directo a la puerta al sentir que llamaban. Las abrió dejando entrar a los dos hombres: Madara Uchiha, y Obito.

—Siento haberlos hecho venir un día así —se disculpó Fugaku.

—Para nada —negó  Madara, ampliando su sonrisa — Nos es problema. Además, me gusta la lluvia. —dejó su abrigo en el perchero, a lo cual Obito imitó.

—Pasen, por favor.

Sasuke los observó desde la sala, con aire de desdén. Guardándose todas las cosas que podría llegar a decirles. Ladeó la cabeza hacia un lado, tratando de destensarse. Debía mantener la compostura.

—Calma — el menor sintió una mano en su hombro. —Solo... no digas nada hasta que se vallan —dijo Itachi, para luego dirigirse a ellos con una sonrisa a la cual estaba obligado fingir.

Salió de su recóndito escondite para mostrarse, siendo ellos quienes fueron a saludarlo primero, siquiera quería verlos. Luego de eso, se marcharon a la sala de estar, donde comenzaron a hablar. Sasuke solo contaba los minutos. Una vez la cena estuvo lista, los hermanos pusieron lo que correspondia en la mesa. Para ser sinceros, no les gustaba la idea de que alguien que no fuese de la familia estuviese allí. 

—¿Quién cocinó? —preguntó sonriente Obito, observando a los presentes.

Itachi mostro una fugaz sonrisa.

—Fue mi madre.

—Oh, —probó un bocado —Debo decir Mikoto que todo lo que haces es delicioso.

—Gracias —sonrió tan dulce como siempre — Pero fue Itachi quien me ayudó — Lo miró, y este tan solo sonrió.

Sasuke se sentía apartado, excluido, como si no perteneciera al apellido Uchiha, a su familia. Apresado.

no digas nada hasta que se vayan

Para su hermano mayor Itachi era simplemente fácil; era un sujeto que obraba con sabiduria, en palabras y hechos, desconociendo anticipadamente el origen de esas ideas, que segun Sasuke eran obsoletas. Como su padre. 

Pero para el más joven las cosas no funcionaban así. No. Si bien no era alguien impulsivo, sino más bien logico y racional, características puras de su apellido, no toleraba las injusticias y por eso en ocasiones su lado más razonable se bloqueaba, dejando en su lugar un Sasuke más directo, sin importarle las consecuencias, no importaban las razones. Sin embargo y pese a ello, la única razón por la que aguantaba esto era porque principalmente era su familia y pese lo que le pese pertenecía allí y más importante, su madre y su hermano. Sí, eso excluía a fugaku. Ese hombre no hacía más que menospreciarlo. Hacer como si no existiera. Por eso a veces creía que lo mejor era irse. Pero siquiera eso le permitían, entonces ¿hacia dónde ir? ¿Hacia dónde... escapar?

 

 

—Oh Sasuke, estas muy callado, ¿sucede algo? —preguntó Madara.

El nombrado levantó la mirada. Respiró hondo, aunque despacio y dijo:

—Nada. No sucede nada.

—Eso me alegra —sonrió —y dime ¿me has extrañado?

Esa pregunta era una de las más comunes que hacia ese tipo y una de las que más detestaba el menor. Sabía lo que seguía: un regalo. Un precioso y asqueroso regalo.

Enarcó una delgada ceja, fingiendo no saber. Desvió la mirada. No iba a mentir ni decir la verdad.

—Sasuke, te están hablando — dijo Fugaku.

Sintió como su hermano mayor le dio un golpecito bajo la mesa.

—Claro —se pellizco el mismo la pierna por tal mentira.

Seguido de eso, Madara sacó un paquete que al parecer ya la tenía preparada bajo la mesa.

—Esto es para ti, espero te guste. Como sé que eres un chico muy... bueno, —sonrió. Los demás rieron.

—Gracias —dijo duramente, notándose la molestia en él.

—Déjalo. El siempre ha sido un chico así. Ya sabes le puedes dar todo y sin embargo no es capaz de agradecerlo —Agregó Fugaku.

Sasuke se levanto de golpe de la mesa, dejando los cubiertos sobre ella.

—Permiso. —Se encaminó hacia la puerta.

—Sasuke, ¿A dónde vas? —preguntó confusa su madre, dirigiéndole una mirada de enojo a su esposo. —Sabes que no puedes..

—Falta... mas fruta —se excusó de manera idiota, y sin esperar respuesta abrió rápidamente la puerta.

—¡Sasuke!

 

 

Corrió, corrió y siguió corriendo, sintiendo como salpicaba el barro entre sus piernas a cada fuerte pisada que daba. La lluvia no cesaba, y sin embargo eso no le importó. La lluvia caía como cascada sobre él. Pese a que tenía una capucha, eso no le sirvió de mucha ayuda. Se detuvo solo cuando sus piernas ya no le respondieron. Calló de rodillas, ocasionando que el barro salpicara hasta llegar a su rostro.

Su cuerpo temblaba y su cabeza le palpitaba. Se llevó una mano a la cabeza, cabizbajo, deslizándola hasta su rostro. Sentía ganas de... ¿llorar?

Extraño.

Se convenció asimismo de que era lo suficientemente fuerte como para soportar cualquier situación, y de que algo como eso no lo derrumbaria. Detendria la gota a tiempo para no dejar rebalzar el vaso.

Hizo presion en su garganta para no soltar.

Metido en sus pensamientos, sintió un crujido, que lo hizo voltear de inmediato. Allí, a su lado se encontraba aquel espantapájaros, tambaleándose de un lado a otro, debido a las fuertes vientos que habían traído consigo la tormenta que se aproximaba. Bajó su mirada y observó una pequeña flor posada a los pies del objeto aquel.

El moreno sonrió sin una pisca de humor, amargamente.

—Debes sentirte solo... —observó el suelo. El viento se hacía más fuerte con el pasar de los minutos. —Te vas a desarmar. —se levantó.

Se quitó la capa que traía puesta. Cogió dos troncos viejos, que eran lo suficientemente largos, los cuales encontró por ahí tirados y los colocó uno a cada lado del espantapájaros. Y amarrados a ellos su capa. Se le ocurrió la idea de sacarlo de allí pero era imposible. Notó las raíces del suelo que lo sujetaban fuertemente, de manera anormal, como si el espantapájaros les perteneciera.

Quiza el dolor de cabeza le producia mareos leves, que de algún modo le hacia ver cosas donde no las habia.

Se dio cuenta que en la pequeña canastita que traía consigo ese muñeco seguían sus dos monedas. No entendió aquello. Levantó su mirada y vio algo que quizá en otro momento le hubiera... causado temor. Pero a esa instancia ya nada le asustaba. Los botones que formaban los ojos del espantapájaros se habían convertido en un color turquesa. Sino mal recordaba la primera vez que los vio era uno verde y otro rojo.

¿Qué estaba pasando?

Notas finales:

espero me digan sino entienden algo .w.

Nos vemos!


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