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Es una promesa por Reiga

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Notas del fanfic:

Hola chicas, espero les guste este escrito, es primera vez que hago algo así, así que esper lo disfruten.

¡Kagami taiga!, este fics está dedicado especialmente dedicado a ti, así que espero te agrade, mi mejores deseos para ti este año!

 

Advertencias

-Mención de violación y maltrato

-Muerte de un personaje

-Por favor escuchen esta melodía, el fics gira bastante en torno a ella

https://www.youtube.com/watch?v=STUBM6yrUqY  (Winter Sonata - From The Beginning Until Now (Instrumental)

)

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen.

Ahora si a leer!!

 

 


 


~*~Es una promesa ~*~


 


Caminaba lenta y pausadamente, en ocasiones deteniéndose para bostezar y perderse con la mirada en el cielo. ¿Qué le fascinaba de aquel inmenso paisaje?... no lo sabía, no siquiera podía decir algo como sus hermosos colores ya que la mayoría de veces era celeste sin más. Aun así, esos días para el eran maravillosos y perderse unos cuantos entrenamientos con tal de poder mirarlo no le importaba.


De nueva cuenta siguió el camino a su casa, sus pies lo guiaban con una lentitud tan aburrida que hasta el mismo le daba sueño. Tampoco era como si tuviera verdaderos deseos de llegar a su casa.


Su madre lo esperaba como siempre, todos los días lo mismo, salir de su casa a clases, estudiar sin un motivo que a él le pareciera interesante, jugar a algo que en su momento amo con su vida pero a lo cual ya no le hallaba el sentido, mirar el cielo como lo único que conservaba a gusto, llegar a su casa, que lo reciba su madre, comer con ella, para luego encerrarse en su habitación y nuevamente repetir el ciclo.


Podría decirse que se encontraba perdido en la rutina, una rutina que no tenía intenciones de cambiar, pero que por dentro deseaba con el alma que así fuera.


Se detuvo en una esquina y miro dos pasajes uno que lo llevaba directo a su casa y otro por el que nunca había transitado pero que sabía que al tomarlo el camino a su casa se le haría mucho más largo. Esta vez esa idea se le hiso sumamente tentadora por lo que tomo dicho camino.


A medida que avanzaba se daba cuenta de la diferencia en las casas, si bien las del otro lado eran casitas estas más bien parecían mansiones. El pasar por ahí le hiso sentirse fuera de lugar. Y al mismo tiempo cierta molestia al notar la diferencia entre gente y rica y la clase media.


Luego de eso se vio a si mismo admirando las hermosas casas y sus patios decorativos, aquello era para admirar, ninguna casa era igual a la otra y sin embrago eran todas igual de bonitas, pensaba mientras caminaba.


Aquel pensamiento de derrumbo cuando llego a una casa esquina, de la cual poco se podía ver, se notaba que el terreno era más grande que los otros, pero aquellos grandes muros no dejaban ver mucho y la única reja que se notaba esta tapizada de feos arbustos que parecían nunca haber regado ni cuidado, un cerezo gigante tapaba gran parte de la casa también, le sorprendía que  a pesar de la lúgubre fachada, estuviera floreciendo y en estupendo estado.


Salió de su evaluación mental al escuchar una tonada, agudizo sus oídos y supo que se trataba de un piano, la melodía le pareció tan delicada y hermosa que no evito una media sonrisa ante su propio pensamiento. De la nada sintió como si su cuerpo se relajaba, abrió sus ojos que inconscientemente había cerrado y se llevó una mano al pecho.


Sentirlo apretado y con ganas inexplicables de querer llorar lo hicieron despertar, junto con el un error que el pianista había cometido, atento se quedó escuchando que la  melodía volvía a sonar, causando la misma sensación para luego sonreír al escuchar que volvía cometer un error.


Movió su cabeza y siguió camino.


Ya en su habitación se estiro en su cama  y bostezo, mañana tendría un examen, pero no tenía ganas de estudiar, realmente de nada, no tendría una nota sobresaliente pero sabía que no le iría mal.


Con ese mediocre pensamiento se quedó dormido esperando que las horas pasaran rápido.


Nuevo día de clases, y como siempre se despidió de su madre. Si había algo que seguía al pie de la letra eran los horarios de clases ya que no le gustaba causarle problemas a ella.


A penas ingreso al establecimiento, una chica de cabello largo castaño, piel blanca, ojos alegres y seductores, piernas largas y delgadas, cintura de modelo y su más grande atrayente delantera, se colgó de sus hombros.


El impacto lo molesto de sobremanera y la alejo soltando su agarre.


—No me gusta que hagas eso. — le dijo tajante emprendiendo camino. Esta ignoro su mal humor y entrelazo sus dedos acompañándolo.


—Siempre dices lo mismo, ¿soy tu novia lo recuerdas? — recrimino recibiendo un bufido. Avanzo unos paso poniéndose enfrente de él y volviendo a  abrazarlo se impulsó para besarlo.


Debido a su insistencia y a su molestia mañanera que cargaba la tomo fuerte de la cintura guiándola detrás de un edificio, le molestaba,  la chica ya le estaba molestando.


Sin delicadeza la beso, su mano se enredó en sus cabellos y la beso fuertemente, el gemido de ella le hiso sentir que a ella le gustaba de esa forma, más a él le molestaba… ¿por qué demonios estaba con ella? Se preguntaba mientras abusaba de su boca y colaba una mano por su blusa, la poca resistencia volvía a molestarle, llego a uno de sus redondos pechos y lo apretó como si de  una masa se tratara, tiro de su pezón con fuerza, sintiendo rabia de que al causarle dolor esta solo gimiera como una puta amaestrada.


La soltó susurrando sobre sus labios.


—Déjame en paz  — y se fue.


A unos cuantos metros lejos de ahí, sintió un escalofrió recorrerle  la espalda.


—¿Terminaste con ella? — sí,  solo  él podía causarle  esa sensación.


—¿Lo viste metiche? — contestó sin inmutarse mientras continuaba su camino a la sala. Su amigo peli celeste se puso a su lado sin cambiar de expresión.


—Es tu culpa Aomine-kun por andar dando espectáculos hasta hora de la mañana.


—Tsk… — se quejó con una mueca y las manos en los bolsillos.


—Pero me alegro, esa chica no era para ti. Pero deberías haber tenido mas tacto, después de todo es una chica


La reprimenda estaba demás y él no estaba dispuesto a escucharla. Eso solo era cosa de tiempo. No negaría que la chica era toda una adonis, preciosa en todo el sentido, pero lo de dama lo tenía muy escondido, su falda era tan corta que poco dejaba a la imaginación. Estaba seguro de que no sería ni el primero, ni segundo y mucho menos el tercer hombre que pasaría por su cama a la corta edad de dieseis.


Por ese mismo motivo y el en poco tiempo que llevaban juntos, la chica había intentado de intimar con él en varias ocasiones pero la había rechazado y no es que fuera mojigato, simplemente no le apetecía el sexo con ella.


Digamos que la chica lo había pillado con la guardia baja en una fiesta de la escuela, la pregunta de si quería ser su novio, mientras le hacía sexo oral en el baño había ayudado a que torpemente dijera que sí.


Quiso terminar con esa estupidez inmediatamente pero un pensamiento patán cruzo por su mente, pues claramente estando juntos podía obtener beneficios como lo era el sexo gratis, sin embargo luego de eso la chica no le provocaba en lo más mínimo, ni ganas de tocarla tenia.


Suspiro de cansancio que no tenía, mientras miraba las afueras del salón, esperando como siempre que comenzaran las monótonas clases.


La ultima clase había llegado y se despido de sus dos mejores amigos, el peli celeste callado en ocasiones y su rubio novio que hablaba por los dos y hasta los tres en  ocasiones, mientras caminaba pensaba en cuando a los dos se les ocurrió decir que estaban saliendo, jamás se esperó que fueran del otro bando y mucho menos que especialmente ellos dos terminaran juntos.


Lo tomo por sorpresa pero lo acepto, cuando le contaron parecía que estaban pidiendo su aprobación así que con una sonrisa les contesto. No les molestaba, los quería a ambos y si ellos eran felices así tendrían todo su apoyo.


Nuevamente llego al lugar en donde se separaban el camino, su pies se fueron solos por el más largo, el día de ayer le había resultado tan tranquilo y solitario, que le agradaba volver a repetir esa sensación antes de llegar a su casa.


Estaba por llegar a la lúgubre casa esquina cuando lo jalan de su brazo, el movimiento brusco lo hiso fruncir el ceño y más aún cuando noto  a su ex novia.


—¿Qué quieres? — se soltó de su agarre y llevo las mano a los bolsillos.


—¿Estas terminando conmigo? —la chica lo miraba enojada.


—Eso hice — afirmó


—¡No puedes!


—Oye — se molestó — no grites.


—No puedes terminarme — se abalanzó sobre el he intenso besarlo, Aomine retrocedió y suspiro


—Mira… no me gustas y jamás lo hiciste, solo quería conseguir una cosa de ti, ¿pero sabes? ni con eso lograste que me interesara, así que déjame en paz, si tanto quieres que te la metan ve y ofrécete a ot… —el impacto en su mejilla, provoco el silencio de su labios,  la rapidez  y la fuerza con la que lo había golpeado, fue como si con una espada cortara el viento y luego se impactaba con furia en el suelo. Su mejilla ardía… podía jurar que ya se le estaba hinchando, sin embargo no se sobo ni se quejó mientras la  veía irse con lágrimas en los ojos.


Era un idiota, se había pasado y lo sabía, se decepcionaba de sí mismo, pero el daño ya estaba, no negaría de que todo lo que dijo lo pensaba, pero quizás y como dijo kuroko debía tener más tacto.


Dio un largo suspiro antes de seguir caminando.


Se detuvo ante esa bella tonada nuevamente, miro los grandes muros, como queriendo ver a través de ellos, empezaba de la misma parte, se afirmó en el muro hasta donde le dio sombra y cerró los ojos ante lo relajante que era para sus oídos.


De nuevo esa triste sensación en su pecho, que era arruinada al escuchar una nota que no encajaba, la retomaban pero volvía a equivocarse, aun así tenía la sensación de que  había avanzado un poco más en donde había cometido el error el día anterior. Lo que le hiso suponer que era na melodía en proceso o se la estaban aprendiendo, no lo sabía.


Siguió su camino.


Al día siguiente llego a clases y todo normal, la chica no había cruzado palabra con él, pero algo en el semblante de la castaña lo hacía sentir sumamente mal ¿debería disculparse? No.


Se respondía solo, ya estaba hecho.


—¿Aominecchi iras con nosotros? — pregunto el rubio sacando de sus pensamientos al moreno.


—¿Eh, a dónde?


—Dijiste que irías al cine con nosotros —abrió sus ojos… ¿cuándo el había dicho semejante cosa? —Dijiste que nos acompañarías la siguiente vez —dijo inflando sus cachetes el peli celeste


Aomine revolvió sus cabellos y les dijo que para la próxima, antes de irse. Si bien pasaba mucho tiempo con ellos a veces prefería darles su espacio, sabía que siempre lo estaban tratando de incluir en sus planes. “Unas de las desventajas de que tus dos mejores amigos se hagan novios”, pensó con una sonrisa.


 


Nuevamente pasaba por aquella tranquila villa y nuevamente al llegar a la casa esquina, escucho esa melodía, algo llamaba su atención, nunca fue admirador de ese tipo de música pero algo en ella había logrado llamar su atención, quería escucharla completa, saber su nombre para poder buscarla.


Se quedó mirando la cosa y la recorrió de extremo a extremo buscando  un lugar donde tocar algún timbre o donde se pudiera llamar la atención de alguien. Los muros quedaban descartados llego a aquella rejas tratando de mirar pero nada a su lado se notaba un gran portón de rejas y madera corredizo para la entrada de autos suponía, pero nada ni un timbre nada.


Bueno, los impulsos por preguntar se esfumaron y dispuesto a irse vio un árbol con un rama en la parte de arriba lo suficientemente fuerte para sostenerlo y quedaba justo arriba del muro.


No lo pensó. Lo trepo y vio la gigantesca casa, un patio lleno de verde una piscina vacía  en el fondo, pero justo enfrente de él había una sillas, flores, arbustos, una pequeño parquecito que daba al gran ventanal del primer piso, en donde podía ver claramente a alguien sentado en lo que supuso era  el piano.


No podía verlo bien ya que el viento  movía las cortinas suavemente dándole una aspecto de tanta paz, que lo dejo distraído de donde estaba, dio un paso queriendo acercarse y fue a dar de lleno al suelo.


El viaje fue de unos cuatro metros hasta el piso, dio gracias a que lo recibió un arbusto y este no contaba con espinas, se incoó y sobo sus manos y rodilla.


—Demonios — expreso adolorido, mientras se recuperaba del susto.


—¿Q-quien anda hay? 


Recién se dio cuenta de que había caído en el patio ajeno, escucho esa vos y levanto el rostro notando al chico en la ventana, piel acanelada, cabellos de color rijito, su contextura era muy similar a la suya ¿tendría su edad? Se preguntó. Miro sus ojos y noto que estos lo miraban asustados pero a las vez no lo hacían.


Se levantó sacudiéndose el uniforme.


—Lo lamento, no  tenía la intención de entrar así — avanzo unos pasos, pero se detuvo al ver que el chico retrocedía, los mismo que había avanzado fuera de ese ventanal — no te asustes — dijo un poco descolocado por su actitud y sobre de todo mirada de la cual no podía apartar la vista.


Era mejor confesar, decía mientras se preguntaba si el chico estaba solo en esa gran casona, no parecía haber ruido de ningún tipo.


—Me llamo Aomine Daiki, estudio en teiko, lamento haber entrado así, pero escuche la melodía y quería saber su nombre — confeso muerto de la vergüenza, misma que estaba dejando de lado ya que había sido su culpa y bien podía llamar a la policía por su actuar.


—¿La melodía? — respondió confundido moviendo su cabeza hacia un lado, acto que Aomine encontró sumamente tierno.


—Sí, la que tocabas hace un momento quería saber cómo se llamaba.


—¿Para qué? — volvió a preguntar exasperando al moreno.


—Me gusto y quería escucharla completa — se estaba avergonzando más de lo debido y la insistente he indescifrable mirada del tipo le tenía intranquilo. Avanzo la distancia que los mantenía  separados.


Con cada paso que daba sus ojos se gradaban, abrió su boca y luego la cerró “así que era eso” se dijo así mismo.


—Eres ciego — mal comentario que no pudo reprimir.


—Si — contesto sin inmutarse — sobre la melodía… no está terminada  — eso le sorprendió, no vea a nadie más con él.


—¿La estás haciendo tú? — pregunto dejando salir su incredulidad, el chico pelirrojo asintió.


—Ahora será mejor que te vallas.


Aomine no estaba conforme no sabía que lo motivaba pero sus pies no querían moverse, vio como el chico se daba vuelta y llegaba hasta el piano de nuevo, iba a tocar pero se detuvo.


—¿Sigues aquí?


No hubo respuesta, aomine no se movió y su respiración apenas y se percibía, ¿Qué rayos hacia?... no lo sabía.


—Sé que sigues ahí… por favor vete


—¿Cómo lo sabes?


—No te has movido —le respondió — ahora acabas de mover un pie hacia tras — le dijo con una sonrisa que podía jurar iluminaba más que el mismo sol — movió su cabeza ante ese pensamiento y rio. Bien dicen que cuando te falla un sentido los otros se agudizan.


—Está bien me iré pero ¿podridas tocarla antes? — vio que el chico daleaba su cabeza  con la confusión en esa bella mirada… como podía ser que esos hermoso ojitos no tuviera el placer que ver.


Vio que el chico suspiro, puso sus manos sobre el piano y recorrió tecla por tecla con sus yemas antes de situarlas en lugar específico.


La música comenzaba a sonar, cautivadora como desde aquel primer día, solo que ahora era acompañada  de una imagen, su vista viajo por sus manos unas muy bonitas y delicadas que tocaban cada tecla como si de plumas se tratara, subió por sus muñecas cada movimiento en él era delicado, su cuello, su piel, sus labios, aquellos sellados que parecían de la más fina porcelana, sus mejillas, su ojos, agrando su visión y miro su rostro.


Algo dentro de él se rompió al verlo, como un rostro  podía expresar tanta tristeza, tanto dolor… desesperación.


Dos minutos había trascurrido y el pelirrojo se detuvo.


—Hasta aquí — aomine lo comprendió y asintió.


—¿vas practicando solo? — Asintió — ¿cómo te llamas?


El pelirrojo volvió a mirarlo con el ceño fruncido.


—Será mejor que te vallas


—¿Vives solo? —preguntó ignorando eso y algo preocupado.


—Oye enserio vete,  eso no te importa


Ante el tono comprendió, que debía irse. No quería, quería saber más de el.


—Espera — se detuvo y lo miro nuevamente, el pelirrojo se había levantado y camino cerca de él cómo pensando lo que diría — Tu vos — susurro Como diciéndoselo a el mismo


—Que tiene.


—¿Eres tú el que termino con esa chica ayer? —aomine se avergonzó al pensar que había escuchado aquello. — tu silencio lo confirma, no sé cómo se dieron las cosas entre ustedes, pero esa cachetada te la merecías — se dio vuelta y volvió a sentarse enfrente del piano —¿le pediste disculpas?


No contesto, lo sabía, sabía que ese golpe se lo había merecido no necesitaba que él se lo dijera. Agradeció que no pudiera ver lo avergonzado que se sentía.


—¿Por dónde puedo Salir?


—Por donde entraste — le respondió un poco tenso


—Pero..


—¡Solo sal por donde entraste! — le grito parándose de golpe y pasando a botar en banquito donde se sentaba.


~*~


Se encontraba recostado en su cama, pensado en el misterioso chico, era lindo algo en él no lo dejaba tranquilo, la melodía, su delicadas manos, sus finas  facciones, cada una de sus miradas no las podía dejar salir de su cabeza.


Con el pelirrojo de mirada ida y tristemente cálida consolido el sueño.


Otro día mas y sentía que el despertar era diferente, llego a clases saludo a su amigos y choco miradas con  su ex novia, recordó la palabras del pelirrojo… ¿Cómo si fuera hacerle caso?  Bufo. Un, dos, tres clases y  ya molesto fue donde ella, se disculpó por su comportamiento, ya que no tenía ningún derecho a tratarla de esa manera, pero también le dijo  que si quería alguna vez encontrar al alguien que la tomara enserio tenía que cambiar.


Con una sonrisa se despidieron y se sintió mucho mejor.


—Aomine-kun ¿iras al entrenamiento hoy?


 —No,  No puedo kuroko ¡otro día! — le dijo tomado su bolso mientras salía rápidamente de clases.


—¿Qué le pasa? — pregunto Kise y kuroko se encogió de hombros.


Aomine salió a todo prisa de clases con la mente en una sola parte, cuando llego sonrió al escuchar el piano, he inmediatamente se trepo en el árbol, en la rama se paró en el muro y trato de descender sin hacer ruido.


Se dio vuelta, creyendo que había hecho un excelente trabajo, hasta que vio al pelirrojo parado en la ventana.


—¿Quien anda ahí? —sonrió con ternura al ver esa misma expresión asustada


—Soy yo — dijo avanzando hasta el


—Oye es enserio vete y no vuelvas aquí — se lo dijo tan seriamente que realmente lo dudo por un momento.


—¿Porque? — el chico desvió la vista


—Estarás en problemas si mi hermano te descubre


—Ahh entonces no vives solo — negó — ¿y dónde está el?


—Eso no te importa por lo que más quieras vete y no vuelvas — aquello le sonó a un ruego que de nuevo le hiso dudar de lo que hacía.


—Está bien, pero dime tu nombre —  escucho un suspiro y sonrió al sentirse victorioso


—Kagami… kagami taiga


—Taiga… lindo nombre — dijo sin pensar, tuvo el impulso de arrepentirse por lo dicho, pero el rubor que atacaba sus mejillas, le pareció condenadamente lindo —¿no lo crees?


—Mira — su mirada entristeció y Aomine supo que eso no le gustaba — no sé si te estas burlando de mí, pero basta, vete de aquí y déjame en paz.


—Te equivocas no me estoy burlando solo dije lo que pensaba, no quiero incomodarte, solo quiero ver como tocas el piano…


Ya no sabía que lo llevaba a actuar así, solo estaba ahí y ya.


Por otra parte a kagami le agradaba su presencia, a pesar de lo patán que había sido con la chica, no lo creía mala persona, pero tanto como para el como para aomine era peligroso, si su hermano se enteraba le iría mal, bajo la cabeza apretando los nudillos.


Y aomine al verlo así intuyo que algo no andaba bien.


—Está bien —se iba a ir, pero fue detenido por una mano en su brazo.


—Quédate — aomine sonrió


Llevaba un buen rato escuchándolo, era sorpréndete era ciego no leía partituras, lo más seguro era que ni siquiera  supiera las notas que tocaba, pero aun así lo hacía bien, de apoco avanzaba y parecía que lo hacia todo a base de su memoria.


—Eres impresionante — dijo al aire sintiendo admiración por el chico — ¿cómo aprendiste?  —pregunto una vez se detuvo de tocar, kagami se echó un poco hacia atrás y pareció pensarlo mirando la nada.


—No lo sé… simplemente un día — escucho que algo se movía —por favor no muevas nada. Sé dónde está cada cosa, si mueves algo podría chocar con ella.


Aomine  se encontraba en el suelo y con su pies paso a correr  un florero y con lo dicho inmediatamente lo dejo donde estaba.


—Lo siento


—No importa será mejor que te vayas.


—Está bien pasare mañana  


—No


—¿porque? — Desvió la mirada y agacho la cabeza, Aomine quería acercarse a él pero era recién que pensaba que quizás él no lo deseaba y se estaba metiendo a la fuerza en su casa y en su vida —¿Te… molesta que venga? — pregunto con temor, estaba seguro que algo en su interior se rompería si la respuesta era afirmativa.


   —No… mira solo no vengas en una semana, mi hermano llega hoy — dijo refregándose las manos — y se ira nuevamente en una semana, él es muy estricto por favor no vengas promételo.


Entendió que de verdad se preocupaba por eso, así que cedió.


—Está bien en una semana   —lo vio asentir, dio un paso adelante y acaricio su mejilla para luego depositar un beso en ella — A-Adios — ni el mismo creía que hubiera tenido el valor de semejante acto.


Kagami se quedó helado por ese gesto, el calor del beso seguía en su mejilla quemándole, su mano fue a ella y de paso seco las lágrimas que caían amargamente sin ánimos de detenerlas, su cuerpo no dejaba de temblar, toda la felicidad de que había sentido en esos dos días se borraba como si nunca ese chico del cual se sabía solo el nombre nunca hubiese estado ahí.


Se preguntó si todo aquella rara situación, su mente la abría inventado para sentirse mejor, si era así lo atesoraría.


El sol se ocultaba así como los rayos que con escases iluminaban su vista, el sonido de la reja abriéndose, tenso su cuerpo, una auto ingresando a la mansión lo hiso abrasarse con fin de proteger lo que le quedaba de vida, las llaves tintineantes en la puerta hicieron que derramara las ultimas lágrimas.


—Taiga


Esa voz lo mataba de nuevo, dejo caer sus brazos  y  cerró sus ojos aceptando su destino.


 


~*~


 


Tres días y estaba impaciente había pasado por la mansión y no había escuchado la melodía, ni un maldito sonido salía de ahí y lo estaba preocupando. Pero le había dado su palabra así esperaba un rato y se iba.


Quinto día y ya su ánimo andaba por los suelos, quería verlo necesitaba verlo,  solo eso. Ver sus ojos y sentir que lo miraban solo a él… rio ante este último pensamiento.


—Estoy jodido — bufo al aire riéndose de sí mismo, ya no tenía que ocultarlo, le gustaba kagami, le gustaba un chico del que prácticamente no sabía nada.


—Aomine-kun… ¿se puede saber qué te pasa?  


Miro a su amigo y confeso, el peli celeste se sorprendió de que por primera vez del tiempo que lo conocía el moreno hablara de gustar y al parecer iba enserio. Y lo que más le sorprendía, era que hablaba de un chico.


—No me mires así, yo tampoco me lo espere  y sabes que… — kuroko lo quedo mirando a la expectativa de algo nuevo que agregar a las sorpresas — es ciego


El peli celeste dejo su malteada con la boca a medio cerrar, el enojo lo invadió conocía su amigo un chico con la parte de abajo bien despierta y si estaba jugando con el chico lo mataría ahí mismo.


—Espero realmente que no estés jugando con el — lo regaño muy serio.


—No lo estoy de verdad voy enserio, pero no sé cómo acercarme más a el


Kuroko sintió que su amigo no estaba bien y hablaba muy enserio, se quedó callado para aomine le contara toda la historia y a juzgar por como hablaba. Tenía más confirmado de que aomine se había enamorado


No sabría decir si la palabra era bien empleada, pero podría decir con certeza que ese chico era el primer amor de Aomine.


Seguían pasando los días y había vuelto a su rutina, solo que esta vez tenía algo mucho más animado en que pensar.


Varias veces se pillo así mismo tarareando la canción y sonreía al recordar a kagami tocándola.


Hoy era el día, deseaba que las horas de clases pasaran rápido, kuroko le animaba mientras Kise lo molestaba y se reía de el por verlo en ese estado


Terminaron las clases  y lo último que escucho a lo lejos era que sus amigos le gritaban “Esperamos poder conocerlo”


Sonrió mientras corría, al llegar se detuvo y su sonrisa fue luminosa al escuchar el inicio de esa melodía, trepo como un verdadero mono el árbol y salto divisando al chico que inmediatamente le miro y sonrió


Era diferente pensó borrando la propia.


—¿Esta bien? —pregunto a razón que quien sabe que.


—Si — intento sonreír.


Aomine lo miro meticulosamente, llevaba un poleron con cuello a pesar del inmenso calor que hacía ese día, puso una mano en su mentón y lo obligó a levantar el rostro notando un moretón en su labio y ojo izquierdo, ya se estaba borrando, pero de que estaban ahí lo estaban.


—¿Que te paso? —rio nervioso  y bajo la mirada nuevamente


—Ah me caí — dijo sin más levantando sus manos, para comenzar a tocar el piano


—¿Cómo?


 —Me caí y ya — iba a comenzar a tocar  pero aomine lo detuvo lebantolo de su silla y agarrando sus mejillas.


Del susto kagami retrocedió cayendo al suelo, su mirada era de terror y se tapó la cara en defensa.


Aomine estaba que no lo creía. ”¿Pensaba que lo iba a golpear?”


—Oye — calmo su vos y se incoó sujetando sus manos — no te hare nada, solo quería ver tu cara


Kagami cerró sus ojos y respiro profundamente calmándose


—Lo lamento me asustaste — le dijo con una sonrisa, no quería más preguntas y aomine lo único que quería eran respuestas. No le creía que se haya caído, cuando fue él el que le había dicho que conocía cada parte de su casa.


Además de que sentía que algo le ocultaba


Pasaron las horas y kagami había avanzado mucho en la canción.  Aomine se dedicaba a escucharlo en silencio, sentía que el poco brillo que había logrado percibir inicialmente, se desvanecía con cada nota, inconscientemente mientras lo miraba lloro.  


Ese cuerpo le gritaba con cada tonaba que lo necesitaba.


—Kagami — le interrumpió —¿porque quisiste hacer esta canción?


El pelirrojo se perdió en sus recuerdos


—Algún día te lo diré — sonrió con nostalgia


Tanto misterio le tenía intranquilo, todo su ser le decía que había algo mal.


 


—kagami… me gustas.


El pelirrojo se quedó en silencio. No respondió. No podía, esa noche aomine se fue sin una respuesta he ignorado el llanto que quedaba detrás


Un mes transcurría en donde se veían con frecuencia semana por semana, Aomine, había dejado de insistir en sus sentimientos, cuando recibió una respuesta…


“Lo que tu amas es solo una ilusión”


Aquella frase sintió que le dolía más a kagami que al mismo su rechazo por lo que dejo de decirle algo con respecto a eso, había días en los que solo iba verlo tocar y no hablaban de nada.


Habían días en los que kagami se perdía y se encerraba en el mismo, noto que cada vez que el supuesto hermano volvía a la semana siguiente que tenía la oportunidad de ver a kagami este tenía moretones o rasguños en el cuerpo que intentaba ocultar y  si le preguntaba no le respondía.


La incertidumbre lo estaba matando. Kagami no dejaba de repetirle que la canción estaba por terminar, que luego de eso todo acabaría. ¿Qué quería decir?   


Hoy lo vería después de una semana, las clases se había cancelado así que llegaría más temprano se preguntaba, si estaría bien, ¿tendría más heridas en cuerpo? Le aterraba preguntar si era su hermano quien las provocaba, todo indicaba que sí.


 ¿Qué debería hacer?.


Sus amigos ya no estaban desacuerdo con esa rara amistad relación que estaba llevando el moreno, a veces se le veía bien otras muy mal, no querían seguir viéndolo de esa manera, se estaba volviendo en algo malsano para él. Pero Aomine no escuchaba razones, no lo dejaría, independiente por lo que estuviera pasando no lo dejaría.


Llego a la casona y la melodía no lo recibió, siempre venía a las tres de la tarde, ahora a las once de la mañana no le sorprendería que estuviera durmiendo, la idea de verlo en esa fachada, sonó tentadora por lo que con cuidado entro viendo que no estuviera el auto del hermano.


Comprobado eso llego al gran ventanal que para su sorpresa estaba entre abierto, lo abrió con cuidado tratando de hacer el menor ruido, la casa era grande y nunca había pasado más allá de comedor donde se encontraba el piano.


Abriendo puertas, llego donde yacía el chico que lo había cautivado, asomo su cabeza por el umbral de la puerta  y vio esa inconfundible mata de cabellos rojizos, sus respiración era   tranquila, estaba con la espalda descubierta y  con las sabanas enredadas en su cintura y piernas, entro acercándose a la cama.


Estaba boca abajo miro en detalle su espalda viendo con horror, la cicatriz que la tallaba de punta a punta dio un grito ahogado a leer lo escrito, se llevó las manos a la boca, ¿Cómo alguien podía cometer semejante crimen?


“Mio”


Estaba escrito con letras grandes, las  heridas estaban completamente cicatrizadas, lo que daban indicio de que eran de hace bastante tiempo, pero era tan claras que era imposible no verlas.


Miro su rostro y parecía desecho, lagrimas secas adornaban su cara y lloro con él al verlo así. Su llanto apenas si se oía, pero lo fue lo suficiente para que kagami abriera sus ojos temeroso.


—¿Hanamiya? — dijo con vos rota, tapándose el pecho con las sabanas, nadie contesto, si no era su hermano, y había alguien en la habitación parte de el esa solo podía ser una persona — ¿A-Aomine? — pronuncio, con una rayo dolido en sus ojos, Aomine supo que kagami deseaba que no fuera el.


—Sii — contesto.


Kagami inmediatamente agacho la cabeza y lloro desconsoladamente, apretando sus nudillo en las sabanas hasta colocarlos blancos, aomine solo lo dejo y lo acompaño, quiso abrásalo pero algo le dijo que no lo hiciera.


El sonido de rejas abriéndose lo saco de su dolor para dar paso al miedo, se levantó de la cama y con sus manos hacia adelante busco a Aomine hasta encontrarlo, lo agarró del brazo y lo metió en el closet, lleno de abrigos.


—Hablaremos luego, es mi hermano, Aomine por favor por nada del mundo salgas de aquí, si de verdad me amas no hagas nada. Independiente de lo que veas prométemelo — Aomine sintió miedo, no por su vida, no por la de él, sino de que lo podría ver, asintió.


Kagami lo tapo con los abrigos cerro las puertas y se fue a la cama, tapándose y fingió dormir.


Las llaves nuevamente tintineaban, como odiaba ese sonido, los pasos los escuchaba fuerte y claros y cada vez más cerca, la puerta se abría y su cuerpo se tensó. Una risita se dejó escuchar.


—Sé que estas despierto — dijo con tono juguetón, kagami se levantó y miro sus propias manos


—¿Por qué volviste? — la mirada de su hermano se endureció y carraspeo —Ni-nii-san —continuo con miedo, el chico pelinegro volvió a sonreír.


—¿Te molesta?   — camino a hasta la cama y se sentó a su lado iba a besarlo y kagami lo evito. Por su acto recibió una bofetada que le dio vuelta la cara. — sabes que no me gusta esa actitud.


Lo sabía, solo había sido un reflejo ya que sabía que Aomine se encontraba en el closet de no ser así no se habría negado, sabía que le iba mal cuando lo hacia


—Bésame — le ordeno, los ojos de kagami se llenaron de lágrimas, los cerro y agacho la cabeza, su pelo fue agarrado con fuerza obligándolo levantarla mientras la otra mejilla era golpeada — no me obligues a ser más rudo amor — tomo sus mejillas y acaricio sus labios con la yemas de sus dedos. Kagami solo expresaba miedo en su rostro.


—¡Deja de mirarme así! —le grito a la vez que se levantaba bruscamente de su cama y golpeaba su cara —¡no me gusta esa expresión! — le gritaba Volviendo a golpearlo. Aomine se mordía el labio de rabia e impotencia.


—Eres mío — le susurro luego de tranquilizarse  —seguiré entrando en ti las veces que sean necesarias para gravártelo en el alma. Dejo el cuerpo casi sin vida tomo lo que se le había quedado y se fue.


Aomine no salió de ese closet hasta sintió el auto irse y el portón cerrase, sentía el cuerpo frio y el alma congelada.


Lo que había presenciado era demasiado para su mente y cuerpo, un mareo lo hiso caer al suelo, su mirada se nublo y observo el cuerpo inerte en la cama.


—Kagami — le llamo pero no le respondió — kagami — susurro una y otra vez  se levantó del suelo y llego a su lado, su cuerpo temblaba acurrucado en la cama.


“¿Porque tuviste que venir?”  susurraba llorando.


Aomine con mucho cuidado de recostó a su lado y lo abrazo fuertemente ¿Por qué una persona como él tenía que pasar por todo esto? Su mente solo se dañaba más ante aquella pregunta.


Pasaron las horas aomine había ayudado a curar sus heridas, lo baño y vistio, kagami parecía un cuerpo sin vida que solo se dejaba hacer.


—Por favor dime… necesito saber


Kagami yacía sentado enfrente de su piano, lo miro ante esa petición y se mordió el labio, se levantó y  fue a sentarse al sofá.


—soy ciego de nacimiento — dijo cerrando su ojos y afirmándose en el sofá — a mi padre no lo conocí y mi madre se casó con el papa de Hanamiya cuando tenía 6 años y Hanamiya 17 de ahí en adelante mi vida ha sido un infierno, nuestros padres murieron dos años después en un accidente, y mi hermanastro ya era mayor de edad por lo que el sí hiso cargo de mí. El primer año fue tranquilo, pero poco a poco la actitud de Hanamiya fue cambiando, no me dejaba tener amigos y de la noche a la mañana dijo que no iría más a la escuela, me corto el contacto con mis familiares. Nos hemos cambiado tres veces de casa, ni siquiera sé dónde estoy ahora exactamente, me escape en varias ocasiones y en todas me fue peor que el anterior aprendí a tenerle miedo, respeto, a contestarle como él quería para no recibir un castigo.


Su vos se perdía en ocasiones mientras su cuerpo temblaba y lágrimas salían de sus hermoso ojos.


—Cada vez eran más severos, si hablaba me golpeaba si me movía sin que él me lo pidiera me golpeaba, al principio de los años solo era eso… maltrato. Luego de eso ya no me golpeaba, su actitud cambio y empezó hablarme con más cariño, crei que todo eso había terminado un año duro antes de que comenzara a tocarme de otra manera, lo detuve y quise escapar, me asuste tanto que me fui, me busco con la policía, cuando me encontraron parecía verdaderamente preocupado, cuando dije por lo que estaba pasando no me creyeron.


—Tenía tanto miedo de volver con él a casa, esa noche fue la primera vez que me violo y de castigo me marco para siempre. Sé que lo viste — le dijo refiriéndose a la cicatriz en su espalda.


—El dolor fue tan grande que me desmaye y desperté al otro día vendado boca abajo, no podía moverme y dure así por dos semanas mientras él me seguía violando constantemente. De esa ves jamás he vuelto a desobedecerlo, y aun así disfruta del golpearme.


—El piano ha sido lo único que me ha mantenido cuerdo para no volverme completamente loco —Y tú… lo que me ha traído felicidad este último tiempo — le dijo sonriendo a la nada “pero no es suficiente” pensó con una triste sonrisa.


Aomine se levantó y tomo de su mano obligándolo a levantarse


—Vámonos de aquí. —kagami le sonrió y se soltó del agarre negando con la mirada.


—La canción la termine, será solo esta ves que la toque y es para ti — aomine tenía un gran hueco en el pecho y no lograba comprenderlo como podía hablar tan normal después de todo lo que le había dicho.


Kagami fue y se sentó solemnemente enfrente del piano, sus manos se movieron con gran delicadeza sobre las teclas, sus ojos estaban cerrados concentrándose en cada tonada. Aomine se colocó en frente del piano para verlo directamente. Kagami abrió sus ojos y dejo salir sus lágrimas.


¿Porque? Se preguntaba una y otra vez ¿Por qué tenía que pasar esto?


Escuchaba con atención la canción estaba más decir que la tenía gravada en el pecho, estaba seguro de que esa imagen jamás se le saldría de la mente.


La melodía la había terminado con éxito y sin ningún error. Vio como suspiraba, kagami le regalo una sonrisa radiante, realmente estaba contento de haberla terminado.


—¿Te gusto? —pregunto con mirada soñadora.


—Claro que sí, sabes que llegue aquí por ella —  Kagami no lo veía pero percibía que estaba sonriendo. Se levantó de su asiento y fue donde escucho que provenía la vos, tanteo encontrando su brazo subió por él y su mano la situó en su mejilla.


—Gracias por todo. —le sonrió para luego darle una beso en la mejilla, para ambos se congelo el tiempo pero solo uno deseo que fuera eterno, el otro ya se había rendido.


Ese día aomine se despidió con un vacío en el pecho, quiso tocarle el tema pero kagami simplemente lo cambiaba o como siempre no contestaba.


¿Qué debía hacer? No podía permitir que siguiera viviendo de esa forma.


No pego los ojos en toda la noche, fue a clases con una ojeras que espantaban a cualquiera.


Una frase que kagami  le había mencionado no dejaba de hacer eco en su mente. Kuroko llego y se sentó a su lado tomando una malteada.


—kuroko…


—mmm…


—¿Qué quiere decir cuando la canción deje de sonar, todo acabara?  —kuroko no entendía a que iba así que dijo lo primero que se le vino a la cabeza.


—Suena como si se estuviera despidiendo… Realmente no lo sé — le quito importancia


Sin embargo la palabra despedirse fue como si fuera la palabra faltante a todo el enigma, todas sus dudas se aclararon, kagami ya no tenía intenciones de seguir luchando o quizá desde que lo conoció nunca las tuvo. Se paró de su asiento y salió corriendo en medio de sus clases.


“No por favor” repetía una y otra vez, su respiración era acelerada, sus pulmones parecía haberlo dejados hace unas cuadras atrás, en dos  tres pasos ya estaba arriba de al árbol saltando el muro, las ventanas estaba abiertas, corrió hasta ellas deteniéndose de golpe al divisar a kagami sentado en el sillón.


Las cortinas se ondeaban, no dándole una vista clara, parecía dormido, tranquilamente dormido, dio un paso más y su corazón se rompió, incapaz de dar un paso más lloro, cayó al suelo y lloró, se tapó la boca para no dar un grito desgarrador de dolor.


Kagami yacía apaciblemente sentado  con una sonrisa en su rostro hacia un lado afirmando su cabeza en el sofá. Las manos reposaban a sus costados, enseñando el daño que se había hecho en ellas un solo corte en sus muñecas claro, preciso y grueso para causar lo que el pelirrojo con ansiedad buscaba.


La sangre roja como su cabello manchaba el sillón y llegaba hasta el piso, no brotaba más de los profundos cortes, signo de que estas estaban ahí más de lo que esperaba.


Con sus ojos llorosos lo llamo una y otras soñando con alguna respuesta, se tapó la cara volvió a gritar su nombre con impotencia mientras apretaba sus puños, lloro a sus pies hasta que las lágrimas dejaron de salir.


Lo miro nuevamente y vio que a su lado había una pequeña grabadora, la tomo con cuidado y presiono play. Escuchando inmediatamente esa vos celestial.


 


“Daiki… no hubieras podido hacer nada para evitarlo, en un futuro no pienses en ello y vive tu vida, mi alma estaba demasiado herida, tenía demasiadas fisuras imposibles sanar y borrar. Perdóname por haber sido egoísta, por no haber podido corresponderte, pero sentía que si lo hacía solo te haría más daño del que seguro te estoy causando.


Mis sentimientos son algo que guardare dentro de mí, esperando algún día poder liberarlos hacia nadie más que no seas tú, quiero creer en que tendré una segunda oportunidad, que no apareciste en mi vida solo porque sí, quiero soñar con que en otra vida mi destino será distinto.


Esa ilusión me ha dado esperanzas.


Nunca te pregunte como eras porque no quería imaginarte y aun así termine enamorándome de ti.


Búscame.


 Si en otro tiempo me ves ¡ayúdame!... Pero eso será en otro tiempo. Por ahora vive tu vida y olvídate de mí y recuérdame solo con la canción, fue lo que me mantuvo con vida hasta poder conocerte.


Lo que guardo dentro de mí; mis sentimientos, seguirán ahí hasta que vuelva a verte, encuéntrame y prometo ser el primero que te lo diga”


 


~


 


Aún recuerda haber salido de la mansión dejando el cuerpo sonriente y sin vida de la única persona que ha amado. Esas palabras y la promesa de otra vida era que lo que lo mantenía ahí el día de hoy, ya habían pasado ocho años de su inminente muerte. Y no había día en que no pensara en el o le dedicara una sonrisa al cielo para él.


—Estoy aquí otra vez, vivo una vida como me lo pediste — le dijo al epitafio, sonriendo y soltando la manito de su revoltoso pequeño de tres  añitos de piel clara y cabello castaño —vivo, sigo creyendo en otra vida— Dijo al cielo


Cada año lo hacia. una reafirmación a su pacto. Dio media vuelta tomando a su pequeño, este pareció reír “Es una promesa” dijo con su vocecilla infantil y  mal pronunciaba para que había entendido perfectamente, a la vez que estiraba sus bracitos por sobre aomine.


El moreno se dio vuelta inmediatamente y nada, sin embargo ese calorcito en su pecho, le era familiar.


—Es una promesa —le contesto antes de sonreír y darse vuelta, abrazando a su risueño hijo, lo aprovecharía todo lo que pudiera en esta vida, porque estaba seguro que en la otra vida no lo tendría.


 


Fin . 

Notas finales:

 

Como dije es primera vez que escribo algo, díganme al tiro si no es lo mío XD

Espero que si llegaron hasta aquí le haya gustado, muchas gracias por leer y comentar!!

Espero estén teniendo un maravilloso inicio de año!!!

Las quiere! <3  

PD: Disulpen los errores. 


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