En uno de los vestuarios del Tokyo Dome, Ryuhei pensaba en algo que había decidido olvidar, probablemente para no terminar enloqueciendo. Había pedido consejos a sus compañeros de grupo… Bueno… Quizás no a todos, pero sí a la mayoría, pero aunque divagaran en el momento de intentar ayudarlo, habían coincidido en una sola cosa: que no debía callar lo que sentía.
Abrumado, se recostó sobre la silla en la que ya estaba sentado, y lanzó un suspiro mientras hacía su cabeza hacia atrás, en el mismo instante en que la puerta se abrió, dando paso a Shota, quien al encontrar a su compañero en tal posición, le sonrió.
— Buenas tardes, Maru.
— Buenas tardes — Le devolvió el saludo el morocho, volviendo a su pose original y cruzando los brazos.
— ¿Sucede algo? — Le preguntó el pelirrojo, sacando un par de cosas del bolso que había estado cargando.
— No, nada — Respondió el aludido simplemente, sin quitarle la vista de encima —. Oye, Sho-chan…
— ¿Mh?
— ¿Puedo pedirte un consejo?
— Claro — Respondió el pelirrojo, mirándolo a través del espejo. Antes de que Ryuhei pudiera agregar algo más, se volvió hacia él y se sentó justo en frente, en torno a la mesa —. Dime.
— Necesito… Bueno… Ya hablé con los chicos y… Me dijeron que tenía que expresar lo que siento. Hay alguien que… me tiene loco — Soltó la última oración después de unos cuantos segundos.
— ¿Ella todavía no lo sabe?
— Eh… No.
— Ahjá… ¿Te conoce? Es decir…, ¿ella sabe que eres un Johnny…)
— Sí, lo sabe.
— Mhh… ¿Cuántos años tiene?
— Eh… 31.
— Bueno, un año no hace la diferencia, ¿no? ¿Es bonita?
— Mucho.
— ¿Actualmente está en pareja?
— No.
— ¿Está casada?
— No.
— Entonces, ¿por qué no se lo dices y ya? — Resolvió Shota, con una sonrisa.
— Sho-chan…, no lo entiendes — Dijo Ryuhei, al borde de la histeria —... No es tan sencillo.
— Pero, si no está en pareja, y sabe en qué trabajas…, no veo cuál es el problema.
— El problema es que no es ella, sino… él — Dijo, en un suspiro.
Los ojos de su compañero parecieron estar a punto de salírseles de las órbitas oculares. No podía digerir lo que estaba ocurriendo ahí, o quizás, no quería reconocerlo.
— Ah… Ya veo… Bueno… De todos modos, debes decírselo de una vez, ¿no? — Le recomendó, con un visible tono de nerviosismo, antes de levantarse de la silla y volver a prestar atención a su bolso.
— ¿Qué sucede?
— ¿Eh? ¿A mí? Nada. ¿Por qué?
— Cuando pensaste que estaba atrás de una chica, intentaste aconsejarme, pero ahora que te digo que es de un chico de quien estoy enamorado, ¿te levantas y te vas? — Le dijo, acercándose a él.
— Claro que no… Por supuesto que no — Dijo Shota, mirándolo esquivamente.
— Sho-chan — Llamó Ryuhei su atención, agarrando una de sus manos, pero este se zafó. Cuando Shota lo miró, Ryuhei pudo ver una tonalidad brillante sobre su piel, el cual hacía juego con su color de cabello —. ¿Sho-chan?
— Dijiste… que estás enamorado…
— Así es.
— ¿Hace cuánto?
— Mh… Ya ni lo recuerdo — Reconoció el morocho.
— Nos preparamos para salir. ¿Qué te parece?
— ¿No quieres saber quién es? — Shota lo miró —. Esa persona eres tú.
Su oyente sintió que algo dentro suyo se estremecía. Cuando quiso volver en sí, sintió los labios de Ryuhei posándose apenas sobre los suyos.
Un conocido barullo se hizo presente al otro lado de la puerta, ocasionando que Ryuhei volviera a su asiento.
— Buenas tardes — Exclamó Subaru, entrando junto al resto de sus compañeros de grupo.
— Casi que no llegamos — Reconoció You.
— ¿Todavía no se vistieron? — Preguntó Shingo al dúo que había llegado primero.
— Ya va, ya va — Respondió Ryuhei.
Pasada la presentación en el programa de fin de año, el grupo estaba nuevamente reunido con todos sus colegas, como cada año y parte del comienzo del siguiente. Cuando Ryuhei intentó salir de escena, una mano lo jaló telones adentro y le tapó la boca con una mano.
— Shh… Soy yo.
— ¿Sho-chan? ¿Qué estás haciend…?
La respuesta que recibió el morocho fue un simple beso en los labios y el calor de las manos de Shota agarrando las solapas de su saco. Cuando se separaron, Ryuhei podría haber jurado haber visto que los ojos de Shota brillaron por un breve instante.
— Yo también me olvidé…
— ¿Eh?
— Yo también olvidé hace cuánto que no dejo de pensar en ti — Susurró.
Ryuhei sonrió ampliamente y atrajo a Shota lo más que pudo contra su pecho, para abrazarlo con fuerza.
— ¡Sho-chan!
— ¡Shhhh! Alguien puede oírnos — Dijo el aludido, separándose un poco para levantar la cabeza, recibiendo otro beso de parte de Ryuhei —. Ya basta — Soltó.
— ¿Por qué?
— Porque vas a hacer que me termina derritiendo aquí mismo.
— Mientras tanto, puedo seguir haciéndolo, ¿no? — Le preguntó, sin aflojar el agarre sobre su cuerpo.
— Haz lo que quieras — Susurró el aludido —. Aunque… morir por un beso tuyo…, no estaría tan mal.