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The Sweetest downfall ChanBaek/Baekyeol por Amybyunyeol

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Notas del capitulo:

Esto me obligo a publicarlo porque me da pena verlo en mi carpeta abandonado sin darle nada de amor ;_;


 


¡Disfruten!

El primer día fue confuso, el segundo fue mucho más sencillo, y para el quinto supimos que algo diferente se alzaba sobre nosotros.  

Chanyeol siempre tenía su guitarra al lado, incluso en el metro se las apañaba para ponerla en un asiento, e ignoraba los reproches en forma de miradas indiscretas o murmullos, él solo se encogía de hombros mirando y acomodando su instrumento. No es que fuera egoísta, pero lo último que le quedaba en este mundo era ese pedazo de madera y cuerdas, como si fuera una persona, le pasaba el brazo alrededor y esperaba su parada, pretendiendo sentir el supuesto calor de su instrumento.

Era su rutina, su forma de vivir la vida; sus amigos consideraban que perdió la cabeza, o sufría alguna clase de depresión, pero Chanyeol solo deseaba tener su guitarra intacta, los recuerdos de un pasado donde fue dichoso estaban plasmados en ese objeto, y mucho más, cuando lo tocaba sentía paz, alegría y un impulso por seguir su vida, para él, era mágico, milagroso incluso.

En la anterior parada el lugar estaba repleto, Chanyeol tenía a una señora y su hija a su izquierda y en la derecha, como ley dictaminada, estaba la guitarra. El metro paró y las personas subían y bajaban, se empujaban y caminaban, en eso apareció una persona de aspecto joven, con el cabello castaño y las manos llenas de hojas y libros, con un maletín colgando de su hombro y una mirada apenada.

–Oh, siéntese ahí – la mujer señaló el lugar donde estaba la guitarra cuando el joven casi se cae con el movimiento del metro –. Dele espacio – dijo mirando a Chanyeol, su ceño fruncido y su hija en brazos jugando con un listón rojo llamó la atención de todos.

Hasta ese momento nadie nunca le dijo que diera el lugar, la cultura coreana era muy respetuosa y por lo general callada, y por ello Chanyeol quedó sorprendido por la petición, y al conectar sus ojos con el joven, su mano agarró la funda y la puso en medio de sus piernas.

Una señora de mayor edad boqueó un poco al ver como el pelirrojo hacía lo que le pedían, ella conocía de vista a ese chico problemático, y solo podía atribuir sus acciones con la vergüenza pública del momento.

–No es necesario – susurró el joven, y su tono fue tan tenue que Chanyeol no lo escuchó.

–Siéntese – al decirlo bajó la mirada, con una mueca acarició el mango de su guitarra.

–Gracias – se sentó con torpeza, con su maletín aterrizando en los muslos de Chanyeol, empujándolo con su codo accidentalmente –. Lo lamento, son demasiadas cosas.

Chanyeol giró su cuello, el joven poseía cabello ondulado, brillante y arreglado, sus manos abrazaban la pila de documentos y su pie temblaba nervioso.

Pensó en una respuesta agradable, un par de palabras educadas, pero al final se quedó mudo.

Baekhyun no estaba acostumbrado a usar el metro, o cualquier otro tipo de transporte público, tampoco podía lidiar con miradas como las de ese chico de cabello rojo. La timidez no era algo de los Byun, y con su orgullo algo herido, Baekhyun desistió usar su SUV cuando se lo devolvieron al día siguiente y subió a la misma estación.

Ya no llevaba nada más que su traje y una sombrilla negra, la cual le fue entregada por el portero de su edificio, según el hombre, llovería a cantaros durante toda la semana.

Subió y caminó hasta el final donde reconoció el cabello de fuego y esa funda negra de aspecto desgastado. A su lado no había nadie, también miraba al suelo con aires solemnes, y Baekhyun aprovechó ese momento para sentarse, aclaró su garganta y el pelirrojo miró hacia el techo, con una mueca en sus labios.  

–¿Me recuerda? – el otro inspiró aburrido y asintió.

–Recuerdo como me golpeaste con tu enorme maletín, y tu cara de miedo al no saber dónde te habías metido.

Baekhyun enarcó una ceja, una pequeña sonrisa asomaba sus labios, y miró la funda al lado del sujeto.

–Yo recuerdo esa guitarra, aunque solo he visto la funda, y en cómo le negabas espacio a todos por darle comodidad a tus cosas.

–Para mí vale más que tu rolex – respondió picado en su humor y tono de voz, parecía tener una voz autoritaria y su presencia al erguir su espalda, sorprendieron un poco a Baekhyun, aun así, mantuvo su postura amigable.

Dejó de mirar el techo y ubicó los orbes del castaño, al verlo, se quedó en silencio nuevamente frunciendo los labios con más ímpetu.  

Parecía una competencia de miradas, a ver quién cedía ante quién, pero contradiciendo a todo lo que Chanyeol pensaba, el castaño parecía interesado en algo más que ganar una batalla no declarada de miradas.

–Toma – le pasó su sombrilla negra dijo cortando el silencio, no parecía molesto u ofendido, solo tenía una expresión de ligera alegría y diversión – está lloviendo, y no puedo dejar que mojes algo tan, tan valioso.

Chanyeol no recibió el objeto, pero Baekhyun lo posó sobre su rodilla antes de pararse y acercarse a las puertas deslizables.

–No qui—

Extendió la sombrilla en el aire y el joven se entremezcló con la multitud, solo pudo notar su mano despidiéndose, casi podía imaginar una sonrisa en ese rostro tan bonito.

Al subir las gradas, notó la torrencial lluvia y abrió el paraguas sonriendo de lado.

El segundo día Chanyeol sostuvo la sombrilla con detenimiento, su guitarra hacía de testigo, el joven no apareció. Era extraño. Ese tipo de personas eran perseverantes, Chanyeol sabía identificarlos, ya que el gozaba del mismo carácter y determinación.

La sombrilla oscura, y de aspecto caro, resplandecía en la esquina de su cuarto, parecía más íntimo tener ese objeto a su vista a tener una prenda o foto enmarcada. Quería devolverle esa sombrilla, y con suerte, ese chico no volvería al metro, nunca más.

Claro, era ilógico pensar que al devolver una sombrilla, ese chico, dejaría de usar el transporte público. Solo era porque Chanyeol no disfrutaba de las cosas prestadas, muchos menos por extraños, y más le desesperaba devolver el objeto prestado a ver de nuevo a ese castaño, a su lado, sonriéndole como si él valiera algo.

Era viernes, el único día donde no debía llegar temprano al trabajo, y subir a la misma hora de los lunes, era un autocastigo por no haber corrido detrás de ese chico y aventarle la sombrilla en la cabeza, y así, guardarse la molestia de levantarse temprano y de paso, gastar otro poco de su sueldo en transporte, también pudo ser evitado si tan solo hubiera sido menos idiota y no dejarse embobar por la semi– sonrisa de aquel sujeto.

El castaño subió. Llevaba el mismo traje con la diferencia de que sus ojos estaban y lucían cansados, casi muerto se sentó a su lado, se dejó caer tan rápido que su hombro chocó con el de Chanyeol y suspiró.

– Hey ¿Dónde está tu guitarra? – preguntó como si se conocieran desde la infancia, su aspecto cansado cubría su sonrisa, opacaba la belleza de sus labios finos y rosáceos, pero aun así Chanyeol podía apreciar cierto encanto.

– Solo vine a devolverte esto – el objeto parecía tener un valor nulo para el dueño, pero igualmente lo recibió sin chistar.

Luego de la devolución quedaron callados. Chanyeol debía bajar y regresar a pie, y al levantarse el castaño le acompañó.

– Está es mi parada – dijo adivinando los pensamientos del otro –. No te estoy acosando.

Chanyeol asintió.

Baekhyun no podía con el cansancio, el nuevo proyecto, sus padres, todo en general le producía jaqueca y ese pelirrojo parecía ser una esponja, porque al verlo era como tener diecisiete otra vez, la edad perfecta donde todo importaba poco, y solo tu felicidad valía; él era alguien ajeno a su mundo de números, responsabilidades y dinero, era alguien que ignoraba su posición y actuaba normalmente frente a él, y eso, provocaba la sensación de paz y calma de Baekhyun, claro que no olvidaba quién era, pero su existencia pesaba menos sobre su espalda con ese individuo caminando a su lado.

– Gracias por devolverla – le hizo saber antes de cruzar la calle. En frente estaba el edificio más grande y pomposo que el dinero podía pagar, y en frente de tanta ostentosidad estaban dos chicos; el primero era el heredero de dicho imperio, y el segundo terminaría enamorado del primero.

– De nada – su voz graznaba por la falta de saliva en su garganta, el castaño se despidió antes de cruzar.

– Te veo el lunes – dijo sin saber el dolor que producirían esas palabras a futuro.

Dio media vuelta y con alegría pura en sus pupilas pidió el nombre del pelirrojo, pero antes de hablar el otro le respondió:

– Soy Chanyeol.

– Y yo Baekhyun. 

Notas finales:

Gracias por leer~ dejen su amor o odio~

 


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