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No lucky? por devilasleep11

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Notas del capitulo:

VOLVIIIIIIII!!!!!!!!!!!!!!!!

MALDETO SEA EL TIEMPO!!!!

Que bueno había escrito pero tuvimos complicaciones estas vacaciones tanto kilik como yo para escribir, editar y subir...

Espero que me perdonen... pero aquí les traigo el penúltimo cap de este maravilloso FanFic que gracia a ustedes he continuado, cada cien años, pero lo he contiuado xD que entre el semestre y mi babosería en vacaciones había muerto demasiado tiempo ;-;

Epero que les guste... no pensaba demorarme taaanto en terminar este Fic... pero ya que estamos ya a portas del final... me da nostalgia.... ;-; 

Un poco de KidLaw para el mundo--->El segundo círculo del infierno de Devil

Por si hay alguna Chilena presente he aquí un poco de ternura :3---->Anime a Crochet - Chibigurumis

BUENO YA BASTA!!! 

A LEER!!!

Capítulo 12: “Café sin azúcar”

 

I

Sus manos encontraron el camino ilícito que dibujaba el surco en medio de su espalda, ésta se extendió dulcemente, pegando la parte anterior de su torso acanelado con la piel contraria, blanca como la nieve. Mientras, sus lenguas se acariciaban la una a la otra, formando círculos íntimos y candentes: querían devorarse el uno al otro.

Abrió los ojos ambarinos en pleno beso para darse cuenta que unas orbes claras como la luna le observaban con lujuria desmedida. Era realmente delicioso, no podían dejar de tocarse, como si para ello hubiesen nacido, tenían en mente la única idea de ser poseídos como siempre por la pasión, pero aquella noche las farolas plateada tenían planeado algo diferente a lo que ya estaban acostumbradas.

Unas manos ávidas y morenas se aferraron a los níveos hombros que no esperaron ser empujados contra las sábanas  que, debajo suyo, se arrugaron ligeramente. Un cuerpo cayó sobre el otro, para ser exactos, entre las piernas del otro. El de arriba, como pantera hambrienta dejó notar su peso, así podía sentir en plena emoción el bulto de su compañero, cómo éste por debajo de la tela de su ropa interior se erguía indiscreto hacía un lado. Lo rozó con su propia hombría llena de deseo y sintió que podría morir de calor.

Nunca le había tenido en esa posición antes, siempre era él quien estaba debajo de ese enorme cuerpo, moldeado por querubines, hecho para la seducción indiscriminada. Ahora que se daba cuenta era tan erótico: la forma en cómo los músculos de su cuello se marcaban aferrándose a sus clavículas, cómo nacía una venita desde su hombro y bajaba por su brazo dotado de músculos duros como el acero, cómo los pezones en su formado pecho  eran como dos pequeñas islas rosadas en medio de un mar de leche, cómo su abdomen con cada beso se contraía tiernamente, víctima de los nervios y la urgencia. Pero lo que más le encantó en ese instante fueron esos ojos brillantes y fieros con los que se atrevía a mirarle. Era delicioso ver cómo poco a poco se iba dando cuenta de la situación en la que le tenía y mejor aún cómo sus mejillas se fueron coloreando como si de Alicia se tratase y pintase las flores blancas de rojo.

“Éste es mi novio…” pensó para sus adentros. “Solo mío”.

Le besó nuevamente antes de perder la cordura. Esa vez, sólo por esa vez quería saber qué sentía devorar al otro, después de todo él también era hombre, quería hacer ese tipo de cosas y cómo no cuando su pareja era tan sensual.

Entonces, cuando entre medio del exquisito beso que compartían mordió su labio inferior al tiempo que una mano se atrevía a acariciar lascivamente su pecho y la otra se aferraba a su estrecha cadera jugueteando con el borde de la ropa interior fue que su compañero, le apartó sin pensarlo dos veces.

-          Hey, Trafalgar, ¿qué mierda crees que haces?

Grave, profundo como el averno, esos ojos demoniacos deberían estar prohibidos, esa cara enfadada debería tener restricción porque si no algún día su cabeza reventaría de deseo, su miembro podría explotar con solo esa visión, tan tenebrosa para algunos y tan excitante para él.

-          Eustass-ya… - ronroneó acercándose nuevamente a los labios que le fueron arrebatados, esos que se veían tan rojos e hinchados de tanto ser besados. Una vez cerca la mano que tenía en la cadera del muchacho avanzó como araña, los dedos filatélicos fueron hasta aquel miembro mientras se incorporaba un poco, dejando de sentirle tan vivamente. Acarició sin compasión el miembro erguido entre la jaula de algodón. Su compañero tembló ligeramente, sabía que le encantaba cuando le recorría desde la base a la punta y una vez allí presionaba ligeramente la uretra; lo había aprendido todo en esos los meses que llevaban saliendo, es por eso que su mano no se detuvo allí si no que bajó aún más, pasó por entremedio de los testículos ajenos y trazó un camino separando las aguas inquietas de ese culo formado por dioses. Se rió un poco cuando vio la expresión de pánico en el rostro sonrojado de su pareja. – Dime… - Su aliento quemó los labios del chico pelirrojo. - ¿Nunca has pensado qué se siente ser tomado?

 

BIP BIP BIP BIP BIP BIP BIP~

 

La alarma sonó a su lado, despertándole demasiado temprano, demasiado. Había olvidado apagarla a pesar de que ya estaban de vacaciones de verano.

Desde donde estaba el sol le pegaba directo en la cara: al pelirrojo de nuevo se le había olvidado cerrar las cortinas. Abrió ligeramente los ojos, aunque era tan temprano que podría morir como vampiro disecado por los rayos que el astro rey le destinaba.

Apagó la molesta alarma de su celular antes de rodar por la cama. Cuando llegó a la otra orilla se dio cuenta de una cosa: SU novio no estaba. Y lo que era aún peor: tenía el miembro tan rígido que con el mínimo roce sintió que se vendría.

Entonces escuchó un estruendo, como loza cayéndose y un par de maldiciones; no estaba solo.

De cara con las almohadas inspiró hondo y sonrió como un idiota, como pocas veces se atrevía a hacer; la esencia de su novio invadió su cuerpo mandando una dolorosa punzada a su insipiente endurecimiento. Vale decir que se encontraba desnudo y rozando su virilidad con las sábanas que tenía impregnadas el olor de quien provocaba tal vergonzosa situación. Volvió a escuchar sonidos provenientes de la cocina.

“Ojalá sea él y no un ladrón torpe”, pensó volviendo a su cara de póquer de siempre. No hubo reparos en cubrir su cuerpo una vez se hubo levantado, si alguien le veía desde los demás departamentos por las ventanas no le importaba, en esos momentos quería darse un baño y tal vez aliviar a su amiguito. Aunque era más fácil ir a la cocina y pedírselo al culpable, pero había varias razones por la que no fue y simplemente dirigió sus pies al baño: una de ellas era que no quería dar explicaciones sobre el porqué estaba así, además que de seguro Eustass Kid, con lo pesado que suele ser, se burlaría de él; otra era que el muchacho parecía estar seriamente ocupado y no quería interrumpirlo. Aunque por otra parte esa parecía ser la mejor opción.

Una vez en el baño se dio cuenta que había una toalla preparada para él. Sonrió ligeramente y se sonrojó un poco, otra expresión que no le mostraría a nadie, esas que sólo su pelirrojo novio podía provocar.

Abrió la ducha y la puso en agua tibia, aunque fuese verano odiaba el agua congelada. Allí corrió la cortina de la ducha y no demoró en recorrer su cuerpo con lascivia, recordando aquel sueño: cómo de delicioso le había perecido aquel pelirrojo que se escuchaba pelear aún más en la cocina. Era temprano, ¿desde qué hora estaba despierto metiendo ruido?

Trafalgar entonces se apoyó contra la pared llena de azulejos blancos y limpios, entre sus manos tenía su endurecimiento, manoseándolo, recorriendo cada vena resaltada, dejando que el agua le hiciese sentir más el roce de sus dedos.

-          Eus…t… Ah…. Mm… - Su voz era apagada por las gotas que chocaban contra el piso de la ducha o las que morían en su cuerpo para convertirse en pequeños riachuelos que descendían por cada recoveco de su anatomía.

No duró mucho el toqueteo, sólo le basto con ser un poco brusco para que pronto las piernas le fallaran  y despegase su columna de los fríos azulejos, sus rondillas no tardaron en dar con el piso de la diminuta ducha, recibió el agua de lleno en la cara mientras se aferró con fuerza a las cortinas de baño, que como todo en la casa estaba tan bien puesto que ni aun con su peso éstas se salieron de su lugar.

Con un grito ahogado se derramó contra el piso y parte de la cortina de baño, su cuerpo tiritó y se precipitó como espuma junto al agua, se había sentido bien, pero nunca tan bien como cuando Eustass con su boca le daba servicio, como cuando esas caderas afiladas arremetían contra su trasero, golpeándole, llenándole hasta el fondo.

Tal vez la mejor idea hubiese sido ir donde el culpable y pedirle que se hiciese responsable. Pero lo hecho, hecho estaba.

Salió de la ducha tambaleándose, sin secarse como era debido; su cabello seguía mojado y destilaba agua por su torso delgado. Se enrolló la toalla a la cadera y se dirigió a la cocina, que ya en esos momentos despedía un olor increíblemente delicioso.

Lo que no pudo creer fue lo que vio una vez estuvo allí: Eustass Kid, en su enorme cuerpo y descuidada apariencia, llevaba puesto un delantal rojo, resaltando sobre su cuerpo. Le vio de espaldas preparando la mesa, en ella había dos platos, muchas tonterías para desayunar, mientras él dejaba unos quequitos que al parecer había hecho él mismo, de hecho, mientras más se acercaba los miraba. Trafalgar pudo ver que se les había quemado un poquito.

-          Vaya aroma… - Dijo el moreno ciñendo sus brazos al cuerpo de su novio, era tan agradable el aroma que tenía, se había duchado, olía a dulce y a jabón. No llevaba nada más que el calzoncillo debajo del delantal, de espaldas se veía tan endemoniadamente sexy que no podía resistirse.

Por su lado, Eustass Kid pegó un brinco, no le había sentido acercarse por lo concentrado que estaba. Esa mañana se había despertado con la hermosa vista de su moreno durmiendo a su lado, parecía un ángel inexpresivo como siempre; sus ojeras, por siempre marcadas, quedaban ligeramente ocultas por sus pestañas, aunque no tan largas, eran a su saber verdaderamente hermosas.

Así desnudo, acurrucado a su lado, sintió que podía morir de felicidad. ¿Quién que los viese en ese momento pensaría en que al inicio parecían que estaban destinados a ser como el agua y aceite?

Llevaban ya siete meses saliendo, y aun así seguía sintiendo tanto cariño por el chico a su lado que no podía evitar cultivar lo que tenía dentro todos los días. Se levantó y le miró por última vez, se rascó el cuello despreocupado. ¿Y si esa mañana le sorprendía? ¿Qué clase de expresión pondría Trafalgar? ¿Qué tipo de respuesta le daría? ¿Se sonrojaría? ¿Se molestaría?

Es por eso que desde temprano en la mañana se vio enfrascado tratando de hacer un desayudo decente para Trafalgar. No por que fuesen a celebrar algo importante, esa solo que quería mimar a su novio un poco.

Se dejó abrazar sintiendo el cuerpo mojado a sus espaldas. Trafalgar olía bien, endemoniadamente bien, tanto que le dieron ganas de tirar todo lo de la mesa y tumbarlo allí mismo, besarlo hasta desgastar su piel, hacerle todo tipo de cosas sucias, dejar ese rostro sin expresiones hecho un completo desastre.

Sin embargo, antes de que el medidor de sus deseos llegase a lo irracional el moreno le soltó y entonces se destinó a sentarse en la mesa. Había de todo en ella, desde pan a bolitas de arroz, había jugo de naranja, leche, chocolate caliente y café, había tortitas que de seguro el pelirrojo había comprado desde antes, los quequitos ligeramente quemados y muchas delicias más.

Los ojos de Trafalgar brillaron en ese momento y entonces decidió tomar asiento a su lado, satisfecho con su esfuerzo.

Comenzaron a comer mientras conversaban de cosillas triviales. De vez en cuando los ojos de Trafalgar se desviaban al cuerpo que se ocultaba detrás de ese delantal y a su vez Kid no dejaba de mirar cómo las gotas caían del cabello de Trafalgar y pavimentaban una carretera de agua por su cuerpo canela.

Parecían un bobo par de tortolos, coqueteándose descaradamente mientras comían, lanzándose miradas picaronas después de una risilla que pretendía ser ingenua, llenándose del desbordante deseo que entre ambos siempre persistía, como si el cuerpo contrario no cansase, como si los ojos contrarios no agotasen, como si la personalidad contraria les pareciese más exquisita que el desayuno que degustaban.

Trafalgar debía admitir que el pelirrojo cocinaba bien, no como si fuese comida de algún restaurante ni mucho menos, pero sí todo lo que hacía le parecía sabroso.

-          Ah… Mi padre ayer dejó dinero por fin… - Soltó Kid de pronto, dándole una mordida a una tartita.

-          ¿Tu padre vino? – Trafalgar tomó un sorbo de su café cargado sin azúcar, estaba un tanto sorprendido, pero en su voz no se notó.

-          Pues sí, pero no lo vi. Dejó dinero en un sobre que firmó con un simple “para el mes”. Estoy pensando en que tal vez no le vuelva a ver…

El padre irresponsable de Eustass Kid desapareció un día como si nada, a decir verdad, en los siete meses que llevaban saliendo, Trafagar sólo había visto al sujeto un par de veces, parecía demacrado, infeliz y bebido. Lo triste era ver los ojos del sujeto, los mismos de Kid en apariencia, para darse cuenta que las tormentas le ahogaban.

Es por eso que cuando le contó que desapareció, Kid simplemente miró por la ventana del departamento, viendo la des venturanza tan de cerca y a la vez tan lejos. Y sin previo aviso cerró los ojos y suspiró, como si por dentro le estuviese mandando ánimos a aquel que parecía hacerle la vida imposible, o tal vez pedía al infierno condenarlo con la peor tortura si es que algún día ya no estaba entre los vivos.

La razón que fuese, Kid siguió caminando adelante. De eso ya iban tres meses, y en ellos el señor llegaba cuando Kid no estaba en casa y le dejaba dinero para que sobreviviera, como quien le da sobras a un perro para que no muera famélico y enfermo.

Para Trafalgar, que siempre había tenido el amor de sus padres, eso era completamente nuevo y a veces no podía comprender la indiferencia que sentía Kid hacia su propio padre o la que tenía éste mismo con su hijo. Sin embargo, a pesar de que no comprendía las razones de ambos, simplemente decidió guardar silencio y distancia del tema, así que simplemente lo tocaba cuando el pelirrojo hablaba de ello y no se ponía a hacer preguntan innecesarias.

De hecho, ese es uno de los misterios por descubrir para Trafalgar, el hecho que siempre su pelirrojo novio se aferrase con tanta fuerza a él cuando dormían o cómo le gustaba apoyar su cabeza en su regazo y hablar de estupideces sin sentido. Quizá el chico esperaba en sus adentros ser aceptado y mimado, como cualquier persona merece serlo, quizá eso le había faltado.

Es por eso que cuando Kid propuso la idea de ir a la casa de Trafalgar aquella mañana pilló por completo desprevenido al moreno.

¿Eustass Kid y sus padres juntos en una sola casa?

Debía ser una locura, un delirio sin sentido del pelirrojo. No podía ni imaginar lo que esos entrometidos le podían hacer a Kid y mucho menos podía asegurar su integridad física y mental. Pero los ojos del pelirrojo estaban decididos, gritaban: “aunque no quieras no dudes que estaré ahí de todas formas”.

Por su lado, el pelirrojo solo lo había pensado y es que le causaba curiosidad cómo podían ser los padres de Trafalgar, pues por lo que veía le cuidaban bastante bien y le mimaban como nunca. ¿Serían los típicos gays? ¿Se comportarían como unos malditos ante la presencia de alguien que quiere robarles a su bebé o simplemente aceptarían y celebrarían su amor?

Por la cara que puso Trafalgar, rompiendo completamente con toda su indiferencia, pareció que sería más la primera que la segunda, inclusive peor.

Mientras en la cabeza del moreno de ojos plateados todo se desmoronaba. ¿Acaso su mala suerte lo perseguiría hasta ese punto?

Después de una acalorada discusión en la que Eustass terminó con la mejilla hinchada y Trafalgar con dolor en las costillas, que de seguro produciría un moretón, se decidió que Eustass Kid conocería a sus suegros.

Que dios los ampare.

II

Suspiró mientras se sobaba los muslos, secándose disimuladamente el sudor, el nerviosismo no solo se conformaba con implantarse en la boca de su estómago, sino que se hacía notar hasta en cómo cada bello de su cuerpo se erizaba, en sus ganas de huir de aquel lugar y es que sentado en aquella sala, decorada con una inesperada sofisticación, de sillones negros de cuerina, en medio una mesita de centro de vidrio con patas negra que brillaban con el reflejo de las luces, éstas se perdían en una mullida alfombra grisácea, una bonita estantería de madera oscura la cual en el medio tenía un flameante LCD; las paredes eran blancas, como si hubiesen pintado hace uno días y no tenían ninguna coa decorándolas, si no fuese por el ventanal enorme que reemplazaba a una de ella perfectamente podía parece habitación de manicomio, las cortinas en contraste con la paredes eran de un ligero gris.

Todo era tan sobrio que parecía que desentonaba completamente, con su cabello completamente rojizo, con esa ropa ciertamente extravagante llena de cadenas y tachas, daba gracias nunca haberse hecho tatuajes o piercings porque ahí sí que entre tanto minimalismo más que delincuente se hubiese sentido de otra dimensión.

Llevaba puesto ese día sus vaqueros negros, aquellos que le encantaban a Trafalgar, subiendo tres cadenas descansaban en su muslo, cada cual más corta que la anterior haciendo un bonito abanico brillante sobre la ausencia de luz de sus pantalones, aunque una de ella llevaba las llaves de su departamento, las cuales es encontraban en el bolsillo trasero, las otras dos eran mero adorno de su cinturón adornado con pinchos. Su polera era negra degradando a gris hacia arriba, sobre ella llevaba puesta una chaqueta de cuero con capucha la que era bordeada por pelo de rojo oscuro. Llevaba el mismo peinado de siempre solo qué esta vez una pañoleta le tiraba de forma natural las mechas rojas hacia atrás despejando así por completo su níveo rostro si no fuese por uno que otro mechón rebelde.

Por más que su novio le hubiese insistido en que debía verse normal, si es que su familia le iba a conocer era mejor que lo hiciesen por quien era, no por una imagen que pronto se destruiría; si le aceptaban como era bien y si no, bien también.

Trafalgar por su lado estaba ansioso, a decir verdad, lo que dijesen sus padres no importaba, aunque sí le ponía nos nervios de punta la idea de tener a Kid a su lado tan destartalo como siempre, aunque no podía negar que el estilo del chico cada día le encantaba más y es que si no fuese por él el pelirrojo no sería la bomba de sensualidad que era.

Sin embargo, aunque sintiese que el pelirrojo no encajaba en ese ambiente, había otro personaje allí que no pintaba para nada, nunca en toda su vida había encajado con el diseño que la pareja había decidido arbitrariamente, verle era como si combinase mucho más con una carpa de circo que con tanta sobriedad, pero claro, era el estilo de aquel con quien había compartido tantos años de su vida y siempre lo había aceptado.

Trafalgar desde donde estaba solo podía mirarle por el rabillo del ojo. Debajo de esos lentes oscuros se escondían un par de ojos misterioso. “Viejo, se te ha perdido el sol…” pensó el moreno mientras el sujeto se cruzaba de piernas y sonreía maliciosamente, aunque solo pasaban segundos para todos en esa habitación, en realidad parecía que transcurrían horas, como si el segundero que llevaba el sujeto rodeando su muñeca avanzara un pasito y luego retrocediera, como en un limbo tortuoso y desesperante.

Aunque bueno, no eran sus lentes de sol lo que hacía extraña la apariencia del sujeto, era nada más y nada menos que ese flameante y pomposo abrigo de plumas que traía puesto, debajo la ropa era, o casi era, normal: era blanca, sin ningún decorativo importante, es por eso que el rosado de cada pluma hacía que prácticamente el abrigo brillase en la sala sin vida, sin color. Lo más divertido era que el sujeto no podía opinar mal de la forma en cómo vestía Kid, ni en sus uñas y labios oscuros, ni mucho menos de su cabello rojo natural, puesto que él mismo tenía el cabello rubio, como si se hubiese decolorado cuando en realidad siempre había sido así.

Se removió ligeramente inquieto en su asiento. No era el sujeto que los observaba tan fijamente quien le ponía así de ansioso, para nada, sino que era el que estaba al otro lado, a quién podía ver por el rabillo del otro ojo. Éste no le miraba si no que más bien mantenía su mirada en la mesita de centro, como si no tuviese nada que decir, en realidad no había nada que decir.

-          ¡Vaya silencio! – Proclamó de pronto el hombre del enorme abrigo plumeado, poniéndole los pelos de punta a Kid, quien a pesar de ello no movió ni un músculo, se mantuvo desafiante, como un cachorro contra el líder de la manada. Eso le encantó al hombre, le excitó verle tan tenaz, le recordaba a cierta persona en frente suyo que aún no levantaba su mirada, en esos días en que el tiempo no parecía tiempo. - ¡Muchachito! Preguntaría qué te trae por aquí, pero creo que primero debería conocer tu nombre… ya que mi hijo aquí presente aun no te ha presentado…

Con la algarabía que le era propia llevó su mano hasta su mentón, fue un gesto elegante que casi pasaría por amanerado, pero con esa aura imponente era imposible verlo así. Kid le miró y abrió la boca para presentarse, para recitar las palabras que tanto había ensayado, pero en ese momento el sujeto le interrumpió:

-           Pero mira mi mala educación… Discúlpame mocoso, debo presentarme primero ¿No? – exageró con irreverente y maliciosa ironía, en ese rostro se dibujó una cansina y juvenil sonrisa, algo cruel, como si el lobo alfa estuviese mostrándole los dientes, sin gruñir, pero dándole a entender quien mandaba. Eustass Kid supo que debía tener cuidado, aún más cuando escuchó su voz, perforando el hielo de la situación, como si de esa boca hubiese salido una lengua de fuego y con ella le hubiese abrazado. – Soy Donquixote Doflamingo…

Vaya tipo interesante, Kid en vez de sentir el miedo debido, sintió emoción, casi éxtasis, como si le estuviesen elogiando, era un cachorro y el lobo alfa le estaba tomando importancia, le estaba mostrando sus colmillos, estaba mostrándole su supremacía a él quien hasta ese momento no era nada. Kid sonrió también, no tan malicioso como Doflamingo, fue esa sonrisa victoriosa y sin temor, esa que tanto le fascinaba al moreno de ojos plata a su lado, el cual al verla sintió como la espalda se le erizaba.

El sujeto enfrente de Doflamingo levantó la mirada solo para saber qué clase de cara estaba poniendo el chiquillo, se sorprendió al verle inclinarse ligeramente, apoyando sus codos en los mulos, sin una duda en esos ojos licántropos.

Comprendió qué le había llamado la atención del pelirrojo a su hijo: era fiero, más que eso, era un muchachito estúpido, esa estupidez que en la juventud es tan codiciada y tan audaz, esa que él mismo tuvo en algún momento y la vida se la fue arrebatando día a día.

-          Soy Eustass Kid… - La voz de Kid resonó en las paredes e hizo temblar el ventanal seducido por la gravedad en la voz del mocoso. La supuesta madre de Trafalgar no puedo evitar levantar una ceja curiosa y Doflamingo tampoco pudo reprimir que su sonrisa macabra se ensanchara aún más. – Voy en el colegio de Trafalgar… y soy su novio.

¡BOOM!

Más que bomba pareció un show de fuegos artificiales en plena cara de los hombres que allí se encontraban cuando ambos sujetos se miraron a los ojos, Doflamingo y el desconocido hasta ahora para Kid que estaba al otro lado de la sala sentado en un sofá parecido al que en ese momento ocupaba Doflamingo.

Trafalgar apretó los puños sintiendo una impaciencia inicial y bien merecida, no esperaba que el mismo Eustass Kid se presentase pretenciosamente como su novio, como si estuviese diciendo “hoy hace frío”, como si fuese obvio y hasta normal, cosa que todos debían aceptar. El pelirrojo por su lado se impresionaba de que los rumores de la escuela fueran ciertos, de que Trafalgar tenía dos papás y que éstos eran un espectáculo digno de ver.

Luego de mirarse con desconcierto, los ojos llenos de encono se posaron en el pelirrojo que sintió el estómago golpearse contra el diafragma y con ello aplastó su vena cava cortando momentáneamente la circulación, que cuando volvió a fluir fue con tanta potencia que sintió cómo la sangre se le subió a la cabeza y calentó sus manos sudorosas pero frías.

Aquellos personajes no le querían, era claro, no después de ver esas pupilas que no ocultaban su desdén y su preocupación por semejante idiota que venía a proclamarse novio de su hijo, de su único muchacho, del que tanto les costó criar, más aun sabiendo de la mala suerte del chico. Kid supo lo que significaba la frase “quiero desaparecer”.

Y aunque el deseo de no estar allí, simplemente esfumarse, fue por esos segundos tan grande no pudo evitar sentir cómo las dagas de odio le perforaban por completo. El ambiente se volvió tan tenso y con solo la mira de Doflamingo se sintió rodeado de hilos que le cortarían la cabeza al más mínimo movimiento en falso.

Entonces ya harto del desplante de sus padres Trafalgar suspiró y apretó su mandíbula, a punto de explotar en las caras que tantos años le habían soportado; ese comportamiento no lo iba a aceptar, aquellos sujetos no tenían ningún derecho de juzgarle, ni mucho menos enfadarse por quién era su pareja, la decisión era suya y si se caía pues el mismito se levantaría y se limpiaría el traje.

Sin embargo, Doflamingo al ver la cara de enfado en el rostro inexpresivo de Trafalgar estalló en risas sin poder ya ocultarse detrás de esa careta de mal tipo, de padre severo, esa que ponen la mayoría de los padres cuando el hijo, que ya es obvio para todo el mundo que es homosexual, se confiesa con la familia, esa cara de decepción, esa que tiene escrita “yo quería nietos”, “yo te crie machito”, “¿En qué mierda me equivoqué?”. Mientras el otro sujeto simplemente se sonrió ligeramente al ver la cara del pelirrojo, esa que no comprendía qué estaba ocurriendo.

Entonces se levantó de su cómodo asiento y caminó un par de pasos hasta el muchacho poniéndole la mano sobre su hombro, atrayendo su atención. La cicatriz que cruzaba su rostro era impresionante, pero aun así no podía negar que aquel hombre destilaba algo en lo que hasta ese momento no había reparado, eso era una elegante sensualidad, casi magnética. Quizá eran sus ojos oscuros, su porte, ese cuerpo que a pesar de Kid saber que tenía sus años estaba bien cuidado, ese aroma que le acompañaba que ni se le pasó por la cabeza que era la misma colonia que él ocupaba. Fuese lo que fuese ese hombre respiraba lujuria, como si al verle a los ojos te sintieses atraído, como si quisieses abrazarle hasta el amanecer, pero en realidad más temprano que tarde se te escurriría de las manos como arena.

 Kid estaba conmocionado, hasta que el hombre le habló por fin.

-          No te preocupes… solo estábamos jugándote una broma. - Sonrió un poco. Kid aun alucinaba, aún más después de escucharle hablar, a su lado Trafalgar no sabía cómo sentirse, después de todo él siempre habías sentido esa carga sexual que tiene su supuesta madre, esa cosa coquetona que le sale tan natural, por lo que no podía culpar a Kid por estar embobado por él, aún más cuando estratégicamente fue y le mostró su sonrisa flechadora. -  Soy Crocodile, por cierto. Un placer conocerte… Eustass…

-          Kid está bien. – Se apresuró a decir el muchacho, demostrándole a Crocodile por fin los años que tenía, demostrando por fin que era un simple cachorrito, y entonces afloró dentro suyo un sentimiento de ternura retorcida e hizo lo que hasta ese momento ni Trafalgar se esperaba; dejó la sonrisa diminuta para poner su rostro serio pero seductor y ladeando ligeramente la cabeza como con cierto desdén soltó entonando su voz más galante:

-          Kid será entonces…

Law le lanzó a su supuesta madre una mirada afilada que poco le importó a éste, lo que le dio un escalofrío por la espalda fueron los ojos detrás de unas gafas oscuras que le penetraron completamente, esa mirada celosa que solo él podía advertir como el aire húmedo antes de una tormenta que ni al horizonte se divisa.

Soltó a Kid y miró a Trafalgar evadiendo la mirada de su pareja.

-          Vamos a buscar algo que servirle a tu… nuestro invitado….

Como siempre, con esa elegancia que le caracterizaba salió de la sala, al tiempo que Trafalgar le daba unas cuantas palmaditas en la pierna a su pelirrojo antes de levantarse a seguir a Crocodile. No tenía ninguna confianza en dejar a Kid con Doflamingo, mucho menos después del desplante de Crocodile. Dudó mucho pero antes de darse cuenta ya estaba fuera de la sala cruzando los dedos porque su supuesto padre no la cagara.

Suspiró dejándoselo a la suerte… Aunque en su caso esta era la peor decisión que podía tomar.

Mientras tanto, en la sala, Doflamingo fue hasta el pelirrojo y se sentó a su lado, sin mediar en su estatura al lado del muchacho, que a pesar de ser bastante alto no le ganaba en porte y mucho menos en envergadura por lo que quedaron ligeramente apretados en el sofá.

Aun en su rostro Doflamingo tenía una sonrisa, aunque esta vez parecía ser burlona, como la de un bufón. Kid no sabía cómo tomar el hecho de que se sentase tan cerca, ni mucho menos la sensación de peligro que irradiaba el mayor.

Kid tenía claro que el hombre le entrevistaría, le haría preguntas incómodas, se lo esperaba completamente. Sin embargo, antes de abrir la boca Doflamingo se acomodaba y suspiraba borrando la sonrisa de su rostro.

 Kid le miró extrañado, no sabía cómo clasificar al sujeto y es que no tenía clasificación alguna, no había una manera concreta de predecir sus movimientos, no era como los típicos hombres de esa edad que asumía el pelirrojo que tenía, esos que si uno va a su casa como novio de su hija se mostraban molestos o simpáticos, por lo menos era eso lo que se imaginaba que debía ser.

Él también suspiró porque la tensión de los hilos volvió a paralizarle.

-          Dime… Kid-Chan… ¿No te molesta que te diga así, cierto? Total, es solo un apodo no creo que sea tan grave – volvió la mueca burlesca a los labios del hombre cosa que hacía que el tipo se viese mucho más joven de lo que era.

-          Kid está bien… - Citó sus palabras anteriores, y es que el apodo que el tipo le puso no le pegaba para nada, es más bien le daba grima el solo hecho que le dijese de esa forma.

-          Kid-Chan…

Sonrió de nuevo el tipo, diciendo eso sobre el comentario del chico. Kid le miró y comprendió que la pregunta anterior no valía nada, el hombre había decidido llamarle de esa forma, Kid solo por esa vez lo perdonó solo porque sintió que entablar una discusión estúpida por eso sería como derribar todo lo que había construido hasta el momento.

-          Dime… - Prosiguió acercándose ligeramente al muchacho. - ¿Eres gay?

La pregunta pilló completamente desprevenido al pelirrojo que en ese momento fue como un libro abierto para Doflamingo que no pudo evitar soltar una risita.

-          Yo…

-          ¡Vamos hombre! Que no te de vergüenza, ni que te fuese a juzgar, después de todo yo soy quien se coge al tipo sensual que estaba en ese sillón… - Lo dijo apuntando al sofá vacío, Kid sintió de inmediato los celos en esas palabras y es que había sido evidente el coqueteo anterior por parte de Crocodile hacia su persona, él no tenía la culpa. En ese momento Doflamingo era más fácil de leer de lo que el pelirrojo se hubiese esperado.

-          Pues… Si, al parecer… - La seguridad que siempre tenía se comenzaba a disolver como azúcar en agua.

-          ¿Cómo es eso de “al parecer”? – Doflamingo estaba divirtiéndose, después de todo era el como un león intimidando a un gatito.

-          Salgo con su hijo después de todo… - Su voz no dudó en esa frase. No solo se sorprendió él mismo, sino que también a Doflamingo que no podía creer que un muchachito se atreviese a admitir eso tan libremente.

-          ¿Y saldrías con él si fuese mujer?

Kid en ese instante se imaginó a Trafalgar como mujer, y como su imaginación era lo suficientemente pobre, a lo mucho que llegó fue a un Trafalgar envuelto en un pomposo vestido, con los ojos ahumados por sombras de colores y los labios rojos y voluminosos, maquillaje digno de cualquier Drag Queen. No pudo evitar reírse ante esa pregunta, era simplemente hilarante esa imagen de Law.

-          ¿Es tan divertida mi pregunta? – Dijo Doflamingo levantando una ceja tensando aún más el ambiente y hubiese restringido los movimientos al pelirrojo que aun entre risitas le contestó.

-          No, solo soy demasiado inmaduro aun… - Comenzó a contenerse y al ver que el hombre de plumeado abrigo esperaba su respuesta entonces suspiró tomando toda la valentía y arrogancia que le caracterizaba. Sus labios oscuros sonrieron de lado y miró directamente a los ojos a Doflamingo o por lo menos eso pensó. – Pues si de ser mujer hubiese tenido esa personalidad hubiese terminado saliendo con él. Aunque creo que sería una mujer muy tosca y regañona…

Por más que Doflamingo quiso mantener su cara de tipo serio, no pudo hacerlo con el comentario del chiquillo.

-          Y… - Dijo el hombre focalizándose de nuevo y retomando el personaje. - ¿Lo harías solo porque es Law-Chan? - Kid lo miró y sin dudarlo asintió.

-          Aunque si me lo pregunta siempre me han ido más los hombres que las mujeres y es que antes de Trafalgar no pensaba en nada relacionado al… ¿Romance? – Kid estaba siendo serio y sincero, cosa que asustó un poco a Doflamingo tan acostumbrado a desenmascarar a los mentirosos y farsantes. Por dentro Doflamingo hacia berrinches al ver tan solemne y convencido al pelirrojo, aun después de mirar tan codiciosamente a su pareja delante de sus ojos.

-          Entonces…

Doflamingo se acercó peligrosamente al pelirrojo deshaciendo por un segundo en los ojos contrarios esa beta de convicción y valentía, más aun cuando la mano larga y ancha del hombre a su lado se posicionó sobre su muslo, y con sus dedos volátiles fue trazando lentamente un caminito por él, arriba y descendía, más arriba aun y descendía, Kid tragó con fuerza  sin creérsela cuando sintió el cuerpo del tipo pegado al suyo aun sentados sobre el sofá negro y con éste mismo tocando indiscriminadamente su pierna.

Kid sintió que fue un segundo, demasiado rápido como para reaccionar, demasiado inaceptable como para comprenderlo: el tipo le había asido de la polera y chaqueta por el pecho con la mano que no se divertía masajeándole con maestría. Como si sus movimientos hubiesen nacido de estrellas fugaces, ya había reducido la distancia tanto que sintió pánico real, tenía los labios de el hombre tan cerca que sentía la respiración de éste mientras sonreía cruelmente.

Kid supo que si no hacía algo sería devorado y lo peor era que a pesar de saberlo su cuerpo subió de temperatura, y sintió ganas de descubrir el viaje corto entre el paradero de sus labios finos al paradero de los labios cansinos del hombre. La convicción le falló al pelirrojo, tan seguro de su amor por Trafalgar, pero era seducido por el carnívoro predilecto, el cual le tenía a su merced, lo peor era que no encontraba salida, estaba completamente encerrado, había caído en la trampa de la araña y ahora ésta a su vez se daba el lujo de envolverle en sus hilos.

-          Kid-Chan… - Soltó de pronto como si se riese del muchachito incauto. No podía negar que él mismo estaba bastante metido en su personaje después de todo el muchachito no estaba para nada mal y es que con esa piel tan blanca ¿quién se resiste? - ¿Te gusta esto?

“¡No me diga Kid-Chan!”, gritó para sus adentros el pelirrojo al momento en los dedos del sujeto derraparon hasta su entrepierna, la que estaba siendo despertada por aquella voz desquiciadoramente seductora.

Menos mal que sonó entonces la campana que le salvó: era nada más ni nada menos Crocodile entrando con una bandeja en las manos mientras le gritaba a un Trafalgar que venía más atrás que trajese otro vaso porque no se había dado cuenta que no lo tenía en la bandeja.

En ese instante el hombre se alejó del pelirrojo, chasqueando la lengua. No tenía la más mínima intención de dejar al muchacho, no después de sentir aquella carga que tenía el pelirrojo, como un magnetismo enloquecedor. Doflamingo se relamió los labios mirando a aquel muchachito, sería una máquina de lujuria en unos cuantos años, tal vez aprendería a resistir a esas descaradas insinuaciones. Si, definitivamente se convertiría en un tipo codiciable.

Crocodile no dijo nada solo se sentó donde antes estaba, ni siquiera miró mal a su pareja de años quien volvía a su sofá, después de todo estaba acostumbrado a ese tipo de desplantes por parte del hombre, y más aún cuando se encontraba así de celoso. Es más, antes de darse cuenta estaba sonriendo y ofreciéndole una cerveza de selección al muchacho menor de edad.

Kid la recibió algo sorprendido.

-          No me digas que no tomas… - Dijo el pelinegro de la cicatriz levantando una ceja.

-          Si tomo. – Kid estaba ciertamente confundido y se sentía en todo su derecho, ¿era eso alguna trampa?

Abrió la cerveza y la vertió en uno de los vasos sintiendo de inmediato el aroma, los hombres en cambio abrieron las respectivas botellas de licor que más le gustaba y luego de hacer un ademan de salud le dieron un sorbo al unísono a sus vasos. En ese instante Trafalgar entraba a la habitación con bocadillos y un vaso en la mano.

-          Si tenías todos… - Dijo con su voz monótona mientras dejaba todo en la mesita de centro, él sabía que algo estaba ocurriendo en la sala, pero no haría preguntas, tal vez no era algo grave.

-          Conté mal en ese momento…

Era una excusa estúpida, pero no le tomó importancia, se dignó a mirar a su novio al lado, éste le devolvió la mirada y a su vez una sonrisa coqueta, casi sutil, mientras se llevaba el vaso con el brebaje amarillo burbujeando dentro a la boca. Como pocas veces ocurría, tuvieron un momento de complicidad en tan difícil situación.

Entonces la conversación comenzó a tomar riendas, Kid conoció aspectos de la vida de Trafalgar que nunca se hubiese esperado, los hombres allí poco a poco se fueron soltando, haciéndole reír, no eran para nada como les había imaginado, olvidando los incómodos coqueteos iniciales, las incómodas miradas que de vez en cuando se lanzaban entre ellos o a él mismo, como si quisieran comérselo, como si fuera carne fresca, nueva.

Eustass Kid se sintió extraño, como miembro de algo que no era miembro, como de la misma especie, pero de distinto color, de la misma textura pero de distinta forma.  Doflamingo y Crocodile era sujetos bastante interesantes, por ejemplo, el hecho de que uno de ellos fuese director de una escuela le sorprendió bastante, más viendo que ya llevaba unas cuatro botellas de cerveza tomadas en un par de horas de risas y bromas.

Comprendió entonces qué era a lo que se refería la mayoría de la gente cuando hablaba de una familia, ellos era una pareja homosexual y su hijo, una familia común y corriente. Law se había criado con cariño y paciencia, Law había conocido desde siempre el confort, Kid entonces entendía porque de vez en cuando el moreno se extrañaba cuando no encontraba al padre del pelirrojo en casa, cuando el tipo simplemente dejaba el dinero y no volvía, asimiló porqué era tan caprichoso.

En vez de sentir recelo se sintió afortunado, no supo por qué ni mucho menos después de que el muchachito que bebía café le vertió un poco en los pantalones mientas se reía de una de las torpezas de su tío Corazón que era contada exageradamente por Doflamingo. Mientras le echaban agua congelada encima y luego secaba sus pantalones con un secador de pelo en el baño de la casa llegó a la conclusión que el chico tenía una manía con tirarse líquidos de toda índole encima.

Sin embargo, no importaba nada, él era afortunado de tener a Trafalgar de novio, de tener a ese muchacho mimado y caprichoso por novio, de tener un mundo distinto que conocer.

 

III

 

Caminaban a paso lento, no tenían prisa en llegar a la parada de buses, aun cuando el sol ya se había ocultado y todos los gatos se tornaban de color negro.

No iban tomados de la mano, pero sí iban lo suficientemente cerca como para sentirse unidos. No hablaban de nada, ni se miraban, aunque el silencio entre ellos era plácido, cómodo, el cual solo era interrumpido por el ruido de algún vehículo que les encandilaba con las luces cuando pasaba cerca.

Para comodidad del pelirrojo no había nadie en las calles, o sea que podía ser un poco travieso si quería en algún momento, sin embargo el silencio era tan agradable, y esa falsa soledad tan exquisita que no sabía cómo romperla, más bien no quería romperla.

A veces las soledades son necesarias, son queridas, son ansiadas, lo importante es qué viene después de éstas, ¿más soledad o una caricia lejana y cálida?

Kid sonrió ligeramente, cosa que no pasó desapercibida por Trafalgar quien se atrevía a observarlo por el rabillo del ojo y sintió las mejillas calientes, no sabía si se había sonrojado, esperaba que no, después de todo ¿qué clase de reacción era esa? ¿Desde cuándo actuaba como una muchachita tímida y estúpida?

Sintió algo de enfado consigo mismo, no le gustaba actuar de esa forma, pero no lo podía evitar en esos momentos. Kid había ido a su casa, se había presentado a sus padres y hasta les había caído bien. 

Aun recordaba la frase que le dijo Doflamingo cuando estaban a punto de irse: “Ven cuando quieras… queremos verte más seguido”, el moreno sabía que esas palabras venían con cierta trampa, con cierto peligro, pero por lo menos no le habían echado a la calle, no le habían tratado como un indeseado y hasta le habían aceptado como uno más.

Entonces Law decidió romper con el cómodo silencio, con la amigable soledad y llevó su mano a encontrarse con la piel contraria. Sus dígitos se entrelazaron con los largos y duros dígitos contrarios: no eran para nada delicados, eran las manos de un muchacho lo suficientemente grande, eran las manos de quien le había dejado en claro que no le dejaría ir, no dejaría que se escabullese.

Kid, por su lado, sintió que un delicioso escalofrío se resbalaba por su espalda, la piel se le erizó y eso solo fue por el toque de la cálida mano con la suya. Miró hacia un lado y se encontró con la cara neutra de Trafalgar, parecía como si aquel gesto fuese tan natural como respirar para él, como si no le tomase importancia, pero las orejas morenas estaban coloradas, ruborizadas, no sabía si por la vergüenza o por el frio, sin embargo, el corazón del pelirrojo dio un vuelco.

Los automóviles se convirtieron en ráfagas de viento, las casas se vieron rodeadas de enredaderas de cotidianeidad, las escasas estrellas en el cielo brillaron con fuerza, la suficiente como para iluminar el cielo de purpura y lapislázuli, y el smog se convirtió en esporas de lavanda. Kid suspiró y su suspiro iba ligado a un: “que injusto, Trafalgar”.

Eran un par de muchachitos, nada más, aún quedaba tanto tiempo por combatir, por arrebatarle al reloj los segundos a punta de momentos como aquel. Su carrera estaba recién empezando, y si esta decidía terminar prematuramente, sería bonito recordar esos instantes en que los ojos del otro brillaban como en ese momento, en que sus bocas de retorcían en una sonrisa algo tímida, algo coqueta, algo feliz.

Trafalgar hizo sus pasos un poco más lentos, después de todo iban ya llegando al paradero de autobuses y no quería dejar la compañía de Kid. El muchacho pelirrojo por su lado le miró correctamente entonces, recibiendo unos ojos plateados de vuelta. La luna en ellos rebotó clandestina en su encanto, luminosa, y aun así no era tan hermosa como el iris que le daba el espacio para engalanarse, ese que fulguraba, ese que le daba las gracias al pelirrojo.

Y es que el moreno estaba agradecido de verdad, por todo lo que el muchacho había hecho hasta esos momentos por él, Kid era valiente, era arrogante, era estúpido, era irreverente, era exquisitamente franco… y era suyo. No hubo necesidad de palabras, solo una mirada, solo una sonrisa, solo un gesto.

A veces las manos de Trafalgar hablaban más que sus ojos, más que sus labios, y es que cuando éste llevó su mano libre hasta la mejilla nívea y ligeramente roja por el frío del pelirrojo, y sus dedos le acariciaron con voluble sensibilidad, con dulzura que nunca el chico de ojos ámbar esperó recibir de nadie, éste supo que no importaba qué tanto los demás podían serle atractivos, qué tanto podía la mala suerte perseguirlos, qué tan basto podía ser el mundo que les esperaba: esa caricia era todo lo que necesitaba y todo lo que necesitaría, todo lo que quería, esa caricia era real y surrealista al igual que el ser que se la estaba dando, como el sentimiento que ésta le provocaba.

Kid ese día conoció muchas cosas y una de ellas era cuan cálida podía ser la vida… como el café que todas las mañanas se tomaba el moreno, ese sin azúcar, ese que le despertaba y acogía.

Y mientras su corazón disparaba como loco sangre a todo su cuerpo y la respiración le fallaba, besó fogosamente a Trafalgar en medio de la calle, con las luces de los postes dándoles el protagonismo pobre de telenovela, con las manos temblándole, con el corazón temblándole, con los pies perdiendo la gravedad.

Con ese beso le entregó el alma.

Notas finales:

AAAAAAYYYYYYYYY!!!!!!!!!!!!!!!!1 ESTÚPIDO Y SENSUAL CROCODILE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! MALVADO  CELOSO DOFFY!!!!!!!!!!
A alguien más les encantan estos dos! es que son simplemente fascinantes y claro no podía dejar dde subir un cap de ellos y nuestra parejita hermosa...

Y es que Kid!!! tan suripanto que se deja seducir por ellos como si nada!!! xD

Aaayy los amo con toda el alma... además no podía faltar la escena cursi del final xD yo escupo arcoiris como si no hubiese mañana xD

Sé que tal vez sean demasiado OOC, en un comienzo no era mi idea :V pero verlos sí avergonados como niñitos aprendiendo qué es el amor... qué se siente tomar la mano ajena y que con eso baste, es que me derrite el corazón y me deja rodando por la habitación!!!!!

Por cierto yo soy tan brillante que me pongo a subir y a escribir cuando ya estoy por entrar a clases xD pero de seguro mantengo mi rutina desde ahora (¿A quién trato de engañar? xD)

Sé que es triste que se vaya a terminar este Fic, más que nada porque podría seguir describiendo las historias de estos personajes, xD pero sería como seguir dándome vueltas en lo mismo... ¿no?

No desesperen hare como cien historias paralelas de los personajes, aunque sean mega cortitas :3 espero que los remakes les gusten... 

Ojala les haya gustado el capítulo como a mi gustó escribirlo :3 Les quiero con todo mi corazón de Señor Burns! (por cierto gracias a Kilik que a pesar que estubo muuuuy ocupada editó de todas formas el cap ;A;)

Espero sus Reviews deliciosos!!!!! (Si, me los como... cómo ni sé pero lo hago :V buenoya basta de lo random por favor xD)

Devil (~*^*)~

PD: no le puse negrita a las letras... porque antes en otro Fic me djeron que era dificil de leer con ellas así... nunca lo había pensado ya que yo como buena dislexica sin ellas se me hacía complicado leer :V o.O bueno tampoco nadie se había quejado hasta el momento y hasta había creído que era como un sello mío:V pero si es molesto mejor sacarlo xD buenoya xD cambio y fuera... 


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