Música. Si alguien me preguntara que es lo que más recuerdo sobre Álvaro, diría definitivamente que es la música.
La mañana en que lo conocí, había estado llena de cosas relacionadas a la música. Incluso creo que hay un antes y un después en mi vida luego de esa mañana. Todo guiado casi de manera predestinada, por la música. El corto tiempo que pasé junto a él me hizo ver que mi vida casi perfecta, no era tan perfecta después de todo.
Aquél día nublado de Agosto, por fin había comenzado como muchas personas esperaban: estaba lloviznando. Hasta un día anterior a ese, el sol no dejaba de quemar nuestras cabezas como si fuesen mañanas de Febrero o Marzo. Yo detestaba los días nublados, y más si llegaba a llover. Y ese día no fue diferente. Tomé un desayuno ligero mientras papá y mamá conversaban sobre negocios. No se dieron cuenta de mi presencia cuando salí a tomar el transporte público pues mamá usaría su carro y el de papá estaba averiado. Como ya mencioné antes, estaba lloviendo, lo que significaba que terminaría empapado luego de mi caminata a la parada de autobús cercana a mi casa.
Llegué hasta aquella avenida principal en donde en varios de los paneles publicitarios anunciaban el nuevo disco de un artista al que yo no conocía y varios conciertos que realizaría pronto. Aún observando toda aquella publicidad, subí al bus que venía y que por suerte era el que me llevaba a mi destino. Di un rápido recorrido visual y me situé junto a un asiento de dos, donde una señora parecía estar lista para bajar. Efectivamente, la señora se bajó un paradero después y yo ocupé su lugar. Recordé que no había sacado mi 'iPod' y tenía solo los audífonos. Fue ahí cuando me fije en el tipo del costado, parecía tener mi misma edad y su uniforme se me hacía conocido. Se encontraba al parecer disfrutando de su música(sus grandes audífonos negros lo decían) y además de la lluvia. Me di cuenta de que miraba más allá de la ventana o la lluvia, parecía estar esperando algo, como si de pronto algo pasara por ahí. Soltó un suspiro y se movió un poco hacía mi lado dirigiendo su mirada a su bolsillo derecho de donde sacó su celular y comenzó a buscar entre la lista de canciones. En ese momento me di cuenta de un par de cosas: la canción que acababa de elegir era de mis favoritas, y la otra y creo que fue la más importante, tenía un adaptador para dos audífonos.
No se por cuanto tiempo permanecí mirando hacia su celular, pero él se dio cuenta y levantó la mirada al mismo tiempo que yo. Vi la sorpresa en sus ojos y lentamente sus mejillas adoptaron un color rojizo. No puedo mentir, creo que las mías también. Volví a mirar a su celular al igual que él y casi ni recuerdo como pude decir un "si" cuando me preguntó si quería conectar mis audífonos para poder escuchar esa canción. Las palabras confusas de justificación que le di por haber olvidado mi 'iPod' y las suyas por haberme ofrecido el adaptador, sinceramente ya no las recuerdo con exactitud. Pasamos el resto del camino sin hablar mirando a ningún lugar en específico, hasta que él bajó del bus mientras yo podía ver que aquel uniforme era del colegio que quedaba unas cuadras antes que el mío.
Muchas veces había oído decir que el amor a primera vista si existe, que es algo que no puedes controlar ni saber cuando pasará, que hasta incluso puede ser de una persona que normalmente no te atraería. Antes de eso pensaba que no era tan cierto, pero lo fue, y hasta que punto. No por tener diferentes gustos o no concordar con mis preferencias físicas. Fue totalmente diferente y hasta "anormal y raro" como lo clasificaría la sociedad: me había enamorado de otro hombre, otro chico al igual que yo.
La mañana siguiente a esa, también tuve que ir en bus. La diferencia fue que esta vez no me sentía con mala suerte, estaba encantado. Hasta había escogido meticulosamente las canciones que le podrían gustar a 'el chico del bus' (ya que aún no sabía su nombre) y las había puesto en una lista de reproducción. El día estaba casi idéntico al anterior. Llovía, la señora se bajó, me senté al costado del chico y le sonreí en forma de saludo, el lo hizo también.
— Oye, olvidé agradecerte por lo de ayer –le dije mientras sacaba mi 'iPod' y los audífonos– la música que escuchas me gusta mucho...Si quieres podrías oír algo de la que yo escucho –asintió con una sonrisa y me paso el adaptador– Creo que olvide preguntar tu nombre.
— Álvaro
Sonreí, le dije mi nombre y nos sumergimos en la música.
No me di cuenta pero habían pasado cuatro meses desde entonces. En tan poco tiempo casi nos sabíamos de memoria la vida del otro...Pero faltaron tal vez las cosas más importantes. Conocíamos los sueños del otro, los miedos y las cosas que nos causaban felicidad. Pude escuchar su hermosa voz, ya que su sueño más grande era ser cantante. Cantar junto a una gran banda en uno de los lugares más grandes del mundo, frente a millones de personas, a las que de alguna manera él les hubiera cambiado la vida. Personas que a pesar de ser tan diferentes y tener diversos problemas estuvieran unidos por la música que él creara, movidos por un mismo sentimiento. Poco a poco, yo volví a tocar la guitarra y en esos meses mejoré mucho. Aquel sueño distante que él podía ver, ahora lo veía yo, ahora era mío. Tendría mi primera presentación en el festival de fin de año de todos los colegios de la zona, un día justo como hoy.
Dos días marcan toda mi vida, dos días que tal vez no serían tan especiales si Álvaro no hubiera estado en ellos: La mañana de Agosto en la que lo conocí. Y la noche de Diciembre en la que lo perdí. A partir de esa mañana no volví a ir en el carro de ninguno de mis padres. Por las tardes pasaba por su colegio y caminábamos juntos el medio kilómetro hasta nuestras casas. Nunca quiso que lo acompañe hasta su casa, decía que estaba tan solo un paradero más allá y no insistí. Debí hacerlo. Tampoco vi que tuviera amigos en el colegio y al contrario cada que lo iba a recoger, ya estaba afuera y me apuraba para caminar rápido. Nunca le pregunte por qué hacía eso. Debí hacerlo. Hablábamos de todo tipo de temas, menos sobre la familia. Nunca traté de averiguar porque evadía ese tema. Debí hacerlo. Aquel sueño suyo. Nunca pregunté desde cuando inició. Debí hacerlo. Aquella horrible noche de Diciembre en la que no llegue a defenderlo de los chicos que lo molestaban solo por ser 'gay'. En la que me dijo que lo que había estado esperando ver la mañana en la que nos conocimos había sido el auto de mi padre donde siempre iba yo, el chico del que se había enamorado, confesándome así sus sentimientos y no pude responderle nada. Debí hacerlo. Cuando mis padres me llamaron y fui donde ellos dejándolo sin una respuesta, tan solo diciendo que lo vería al día siguiente en un parque cercano a mi casa. Tan solo sonrió con un brillo en los ojos que me parecía a despedida, y que me hizo querer quedarme. Debí hacerlo. Al voltear, tan solo vi su mano agitarse suavemente en una despedida a la que no correspondí. Debí hacerlo.
No volví a ver a Álvaro. Han pasado cinco años. Estoy en aquella parada de autobús observando los grandes carteles publicitarios, viendo fijamente ese "Alex" escrito en letras de un azul brillante. Sí, mi nombre en uno de esos grandes carteles. Soy el guitarrista de la banda de rock más exitosa del momento. Mi vuelo hacía Nueva York para tocar en uno de los lugares más codiciados de toda banda, sale en un par de horas. Mi maleta y mi novia esperan en el auto para ir hacia el aeropuerto. No me ha gustado ningún otro hombre desde entonces. Y nunca he dejado de recordar a Álvaro. Pero hoy, una noche de Diciembre en la que cumpliré nuestro sueño, lo estoy dejando ir.