En una de las empresas más importantes de la ciudad…
-Jefe, aquí le traigo los papeles que pidió- un pelinegro de peinado inusual se mantenía firme esperando la respuesta del C.E.O de la empresa
-Bien Kusakabe, déjalos y ya que es tarde, puedes retirarte
-Entendido, buenas noches, Kyoya-san- el asistente personal se despidió cordialmente para luego salir de la oficina
-Tsk…- chasqueó la lengua con enojo mientras observaba su celular, este no había parado de vibrar en todo el día mostrando un único nombre en la pantalla- de nuevo es ella
Tomó el aparato entre sus manos y lo apagó, no quería que nadie interrumpiese su trabajo, mucho menos aquella herbívora molesta.
…
“Tan solo quiero descansar” pensó Hibari Kyoya, pelinegro muy apuesto presidente de la tan afamada empresa HIBARI CORP.
Con solo veinticinco años, sus padres lo habían dejado a cargo de la compañía desde que finalizó la universidad para que así ellos pudieran disfrutar una segunda luna de miel en Grecia, donde llevaban viviendo ya tres años.
El hombre de ojos color azul metálico tenía una personalidad no muy agradable para la mayoría de los que laboraban en la empresa de exportaciones; él era una persona fría, solitaria, de pocas palabras y no aceptaba errores, por lo que casi siempre Kusakabe tenía que contratar nuevas secretarias o recepcionistas ya que Hibari las despedía tras la mínima equivocación.
Todo un “Hombre de negocios” como usualmente se decía, Hibari no solo era perfecto para tratar con diversos empresarios extranjeros y hacer convenios con sus diferentes compañías, sino también era perfecto para las mujeres: “El tipo ideal”.
El presidente había perdido la cuenta del número féminas con las que él, según ellas, había mantenido una “relación”. No entendían que era solo simple sexo, nada más que eso.
El problema que tenía cada vez que se aburría de una de ellas era como el que lo aquejaba en ese instante y por el cual su teléfono estaba por explotar del número de llamadas que recibía; ellas simplemente no entendían cuando les informaba que se habían acabado los encuentros y no lo volvieran a fastidiar.
En contraste, ellas lo llamaban insistentemente y hasta osaban ir a la empresa, irrumpir en su oficina y armar un escándalo, el cual por supuesto no toleraba más de cinco segundos para luego inmediatamente llamar a los de seguridad para que las echasen de allí y no siguiesen ridiculizándose ¿Qué no podían aceptar un no? ¿Tenían que amenazar con desvestirse y tirarse del balcón de la oficina?
Su última “relación”, había sido con una modelo algo famosa allí en Japón de nombre Lal Mirch, una mujer muy hermosa de cabello azul oscuro, ojos marrones claros, con un cuerpo despampanante, piel ligeramente bronceada y de un fuerte carácter, cosa que en un principio le agradó y ahora lo molestaba de sobremanera, desde hace ya casi un mes que le pedía lo dejase en paz y ella simplemente no se rendía.
“Todo es causa de ese temperamento” se repetía a menudo en esos últimos días.
…
Al fin terminé… es hora de irme, necesito una ducha
Se levantó del asiento, guardó todos los documentos que revisó y firmó durante varias horas ese día en un folder y los dejó en uno de los cajones de su escritorio.
Tomó su celular y las llaves de su auto para luego salir de su oficina con dirección al estacionamiento. Al llegar, subió al vehículo y arrancó rápidamente.
Aquel día había sido uno de los más cansados que había tenido en todo el mes, lo único que deseaba en ese momento era llegar a su departamento y descansar, al día siguiente tenía una reunión a primera hora y tendría que madrugar.
Mientras manejaba prendió el celular que anteriormente había apagado y este le indico unas cuarenta llamadas perdidas, veinte mensajes de texto y quien sabe cuántos de voz.
-Ahh- suspiró- que molesta
El pelinegro tiró su celular al asiento del copiloto y llevó una de sus manos hacia su frente.
Tengo que acabar con esto pronto -pensó para luego detener su auto al ver que el semáforo cambiaba a rojo.
En aquella habitación solo se escuchaban gemidos llenos de placer y respiraciones agitadas por la excitación; el sexo duro era algo muy cotidiano en aquel burdel y más cuando aquel pelinegro era el cliente.
El hombre de gran cuerpo se hallaba sobre Tsuna, quien estaba abierto de piernas disfrutando de las fuertes envestidas que le otorgaba Xanxus, odiaba admitir que le encantaba como este lo poseía, era muy bueno en lo que hacía sin duda.
-Ahh!!...nngh…
-Sé que esperabas esto… nngh… por eso me provocaste con ese vestido tan sexy ¿verdad?-habló sin dejar de penetrar al castaño
-Tú me dijiste que me querías ver prov... ¡ahh!- arqueó la espalda por la fuerte envestida-provocativo
Apretaba fuertemente las sábanas con una de sus manos y con la otra se masturbaba rápidamente, Xanxus era uno de los pocos que lo hacía gemir de esa forma y lo hacía sentir extremadamente bien.
-nngh… creo que no lo podrás volver a usar... ahh... ya que lo destrocé al arrancártelo- vio por un instante la prenda de color blanco transparente con bordados en el suelo de la habitación recordando lo que había hecho hacía como unos veinte minutos.
Al ver al castaño con eso puesto no pudo evitar tener automáticamente una erección, aquella prenda no dejaba tanto a la imaginación; de tirantes y siendo tan pegada al cuerpo, hacia relucir la hermosa figura del castaño, sus hermosas piernas, rozados pezones, ese hermoso y redondo culito que volvía loco a cualquiera… él no pudo resistirse.
-Ahh... tendrás que pagar por ella… nngh...ahí… más…-pidió al sentir como el pene del pelinegro tocaba su punto dulce
-No tienes que pedirlo- el rudo hombre siguió envistiendo fuerte y profundamente hasta que luego de unos minutos salió del interior de su acompañante rápidamente y quitándose el látex que cubría su gran miembro eyaculó sobre él. Tsuna, por su parte, también llegó al clímax manchando su vientre.
-Ahh… estuviste estupendo como siempre
-T-Tú también, Xanxus- articuló tratando de calmar su respiración mientras permanecía echado sobre la gran cama
El de ojos rojos sin decir más se dirigió al baño de la habitación para luego de unos quince minutos salir completamente cambiado.
-Ya es hora de irme, aquí te dejo tu paga- puso muchos billetes sobre la mesita de noche que había al lado de la cama- hay un extra por excitarme tanto y destrozar la prenda
-Eres un bruto- sonrió -no tenías que llegar a tanto- aún seguía metido en la cama, era una costumbre para él despedir así al Yakuza
-¿Ehh?- el moreno se acercó hasta quedar a pocos centímetros de los labios del castaño- pero así te gusta que sea, me lo dicen tus gemidos cuando te hago mío- lo besó demandantemente por unos segundos para luego separarse y acomodarse el saco del traje
-Recuerda que no eres el único con el que lo disfruto, hay una larga lista- sonrió con burla relamiéndose los labios
-Estas muy atrevido hoy- el pelinegro le devolvió la sonrisa- nos veremos el próximo viernes, adiós-Xanxus se dirigió a la puerta y salió de la habitación
-Ahh- suspiró Tsuna- estoy muy cansado
Ese idiota, siempre quedo exhausto por su culpa
El de ojos avellana se paró de la cama y aún contra lo que pedía su cuerpo, que era nada más y nada menos que dormir, fue hacia el baño a darse una ducha al igual que antes lo había hecho el moreno; tenía que limpiar su cuerpo de esa sustancia blanquecina y viscosa para poder rendirse ante Morfeo lo antes posible.
...