Al día siguiente, un pelinegro de ondeados cabellos se levantó de muy buen humor y una gran sonrisa.
Había disfrutado su sueño, nunca había dormido en una cama tan mullida y en un lugar tan elegante como lo era aquella habitación en la que se hallaba
Le tomó unos minutos arreglar la cama y tomar su cambio de ropa para luego dirigirse al baño, una ducha luego de tan cómoda noche sería estupendo.
Tras ducharse por unos 15 minutos y cambiarse, lambo salió del baño y el sonido que provocaron unos pequeños golpes en la puerta de la habitación hizo que volviese a la realidad… su situación actual no duraría por siempre.
-Lambo ¿puedo pasar?- la voz de Fuuta se dejó oír
-Claro, Fuuta-san - respondió el chico
El castaño de ojos verdes entró en la habitación y sonrió al ver que Lambo ya se encontraba vestido
-Vine a decirte que bajes a desayunar
-¿A desayunar?...ehh yo… no quiero causar más molestias
-No es ninguna. Colonello-san me dijo que quería que bajaras así que vayamos juntos- Fuuta sonrió amablemente, oh sí, cuando él sonreía así nadie podía negarle nada
-E-Esta bien, Fuuta-san- lambo salió junto con el castaño de la habitación y en 5 minutos llegaron al primer piso
El adolescente se sorprendió cuando observó a muchísimos chicos allí sentados en la gran mesa del comedor.
-Acércate, Lambo…-dijo Colonello
El menor hizo lo que Colonello dijo y avanzó hasta uno de los asientos vacíos muy cohibido por todas las miradas que estaban sobre él
Fuuta tomó asiento al igual que el chico pelinegro cuando al fin, de todos los chicos, alguien se atrevió a preguntar lo que todos querían saber.
-Colonello, acaso él es…
-Te equivocas, Ryohei, él no trabajará aquí, solo lo acogí por una noche ya que no tienen dinero ni adonde ir, es todo
-Entiendo- miró a Lambo el cual mantenía su mirada gacha- es un gusto, mi nombre es Ryohei- el peliblanco sonrió amable
-E-Etto…-lo miró y le devolvió la sonrisa- igualmente Ryohei-san… mi nombre es Lambo
-Hola, pequeño- dijeron todos los demás chicos a viva voz para luego sonreírle divertido
Lambo se limitó a sonrojarse y tras un largo rato de preguntas como cuantos años tenía o de donde venía, Colonello indicó que lo dejasen tranquilo y que comenzaran a comer para que fuera cada uno a donde quisiera, era domingo y ese día no abría el burdel.
Tras terminar el desayuno, Colonello le indicó a Lambo que lo siguiera a la recepción.
-Siéntate-dijo el rubio señalando un sofá
El menor se sentó en el mueble y escuchó atentamente al alto rubio.
-Bien, Lambo, ayer te dije que era este lugar y los chicos que viste antes son los que trabajan aquí, tú entiendes a qué me refiero- el adolescente asintió en silencio- A partir de ahora puedes irte si así lo deseas, como te dijimos Fuuta y yo, no tenemos la intención de que trabajes aquí si tú así no lo quieres
-Pues yo…- Lambo lo miró fijamente- quería agradecerle por haberme ayudado, no sé qué hubiese hecho si usted y Fuuta-san no hubiesen aparecido ayer, en verdad gracias
-No fue nada, Lambo, pero dime ¿Qué es lo que piensas hacer de ahora en adelante?
-Yo… trataré de conseguir empleo, tengo que hacerlo para poder sobrevivir en esta ciudad
Fue una promesa, Aria-san
-Será muy difícil que consigas empleo, Lambo, ya que eres menor de edad, pero mientras tanto puedes quedarte aquí, recuerda que no tienes a donde ir
-No quiero causar más molestias Colonello-san, yo…
-Hazme caso chico, quizá te sea algo desagradable estar por unos día en un burdel, pero al menos tendrás un techo donde dormir
-¡No! no me es desagradable, al contrario… siento mucha calidez al estar aquí, cuando desayunamos junto con los chicos pude sentir que había una muy fuerte unión entre todos
El rubio sonrió al escuchar la palabra “calidez” ser relacionada con aquel lugar.
Que interesante es este chico
-Entonces no se diga más, quédate hasta que consigas un empleo- el rubio se levantó del sofá entregándole una llave y un periódico- si regresas más de las 8 pm tienes que entrar por la puerta trasera, ya sabes, a esa hora abre el burdel y no quiero que te confundan con un trabajador
-Muchas gracias, Colonello-san
El rubio hizo un gesto de despedida con la mano y se fue de allí rumbo a la habitación que ocupaba en ese edificio.
-Tengo que conseguir empleo, no quiero causarle problemas a Colonello-san – dijo para sí Lambo y, tras tomar la llave y el periódico entre sus manos, salió del lugar
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-Hey, Muku-chan- saludó un peliblanco con gran sonrisa
-Tsk… ¿qué quieres Byakuran? estoy ocupado- respondió un peli azul de ojos heterocromáticos
-No me trates así- el albino hizo un puchero y se acercó al escritorio del otro, quien se encontraba tecleando en una portátil
-Cállate- Mukuro seguía tecleando sin prestarle atención al contrario
-¿Es que no somos amigos?- habló Byakuran en un tono meloso
-Tsk… dime de una vez a que has venido- dejó de teclear y miro fijamente al peliblanco
-Jaja hasta que me miras- el albino dejó unos papeles sobre el escritorio del pelilargo- vine a decirte que aún no firmas estos documentos, ya sabes que el departamento de ventas no puede esperar mucho
-Lo sé “jefe de ventas”– dijo Mukuro con mofa- ahora lo hago, pero no tenías que venir aquí personalmente, pudiste mandar a una de una de tus secretarias
-Lo sé “jefe de relaciones exteriores”- le regresó el sarcasmo- sin embargo, quise venir y verte
-Uhm…- Mukuro tomó los papeles y firmó cada uno rápidamente- aquí tienes- dijo para luego entregárselos al peliblanco
-¿Ehh? no eres divertido, cada día te pareces más a tu primo- sonrió
-No me compares con ese idiota
-Y hablando de nuestro querido presidente ¿Lo viste hoy? ha estado actuando algo extraño
-Por fortuna no me lo he cruzado… y ¿a qué te refieres con extraño?- preguntó extrañado el pelimorado
-Pues…
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En la oficina del presidente de Hibari Corp.
Kyoya se encontraba sentado tras su escritorio como cualquier domingo… y sí DOMINGO, también trabajaba ese día al igual que los empleados que querían ganar un poco más de dinero.
El pelinegro se encontraba con su portátil prendida frente a él y varios documentos a su lado, sin embargo, extrañamente no estaba tecleando ni firmando documentos, se hallaba en su asiento con los brazos cruzados bajo su cabeza y le había pedido a Kusakabe que nadie lo molestase aunque se estuviera destruyendo el mundo.
-Herbívoro- dijo para sí pensando en cierto chico castaño de ojos caramelo al cual había conocido la noche anterior
Sonrió de lado al recordar la actitud rebelde que le mostró el chico.
Creo que nos veremos más pronto de lo que te imaginas Tsunayoshi.
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En la Universidad de Tokio…
-Hey, Tsuna ¿me escuchaste?- habló un chico de cabellos negros
-Lo siento Sousuke, no te oí- respondió el castaño
-Estás muy distraído hoy, Tsuna ¿te ocurre algo?
-No… no es nada, solo no dormí bien anoche y me encuentro algo cansado ¿puedes repetir lo que me decías?
-Bien, dije que el profesor Takeda informó que….
El castaño observó al cielo mientras las palabras que le dirigía su compañero de curso se volvían cada vez más lejanas.
Las nubes están hermosas, al igual que aquel hombre
Se regañó mentalmente al pensar por enésima vez en el tal Hibari de la noche anterior.
Maldición deja de pensar en ese idiota- se dijo a si mismo revolviendo sus cabellos de la desesperación
-Entendiste, Tsuna- dijo Sousuke
-¿Ehh?- el castaño lo miró confundido- yo… ¿podrías repetirlo? Jaja- sonrió
-¿Ahhh? Tsuna- Sousuke hizo un puchero- no de nuevo
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