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Fiel a tí por JessJe

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Capítulo 3: Un asesino sin rostro y sin nombre


 


A la mañana siguiente, Barry observaba aquella caja de cartón con atención. ¿Limpiar el nombre de su padre? Pero, ¿cómo? Aquella frase dicha por su padre la última vez le pesaba. Él los amó, lo sabía. No sólo tuvo que enfrentar el infierno estando encerrado, había perdido al amor de su vida y a su hijo. Por eso no entendía. ¿Por qué se había quitado la vida? ¿Por qué había dejado de luchar, después de 10 años preso? Algo no encajaba. Fue el timbre del teléfono que lo sacó de su estado.


-Iris, hola.


-Barry, ¿cómo has estado? –Le preguntó la pelirroja un poco nerviosa, ya que últimamente Barry no respondía de buena manera el teléfono.


-Muy bien, de echo. ¿Qué sucede?


-Pues, te tengo una novedad, así que espero que estés sentado, porque seguro te impactará la noticia… seremos tíos.


-¿Tíos?


 


Junio, 1991. Central City


Barry salió del taxi y se quedó de pie, frente a la casa West. Suspiró con alivio, la última vez que había estado ahí, fue al morir su padre. Ni siquiera había ido en diciembre. Pero después de varios meses, era hora de ver a su familia adoptiva y por supuesto, conocer al nuevo miembro. Entró por la puerta principal, -¿Hay alguien en casa?


Escuchó pasos que venían desde el segundo piso. Sonrió al ver a Iris que venía a su encuentro. La joven lo abrazó con alegría.


-Por fin, estás aquí.


Ella se aleja y le sonríe tímidamente. Barry había cambiado. Se veía más alto, y había aumentado su contextura, era obvio que estaba ejercitándose. Pero sobre todo, sonreía como había mucho tiempo no hacía.


Barry dejó la maleta en el suelo y fue hacia la sala, -¿Y el resto?


-Oh, en el patio. Papá quiso hacer una parrillada para darte la bienvenida. Ray fue por bebidas al super y Mary aquí con el bebé.


Barry se sintió emocionado. Al salir, lo primero que hizo fue abrazar a Charles. –Ya era hora, muchacho –le dice Charles. –No creas que te perdonaré no haber venido en Acción de Gracias y en Navidad.


-Lo lamento, estuve muy ocupado con la universidad, tratando de salvar mis materias. Sabes, como estuve casi ausente un mes –le dice con una triste expresión. El mayor le pone la mano en el hombro, tratando de confortarlo. –Eso es bueno, Barry. Me da gusto que estés aquí.


Barry vuelve a ver a Mary, que estaba sentada, cargando a su hijo. Barry se acercó y la beso en la mejilla. –Hola Barry, bienvenido.


-Gracias –le dice, sin quitarle la vista al pequeño pelirrojo en sus brazos.


-Vaya, está inmenso. En las fotografías que me mandó Iris se veía más pequeño.


-Bueno, supongo que así son todos los bebes. Este pequeñín se está estirando muy rápido.


Barry sonrió. El pequeño estaba medio dormido, con su pulgar entre sus labios.


-¿Quieres alzarlo? –le pregunta. Barry se queda frío, sin saber cómo reaccionar. –Yo… es que nunca he alzado a un bebé.


Mary sonríe y le pone su hijo entre los brazos. –Vamos, lo harás bien.


Con nerviosismo, junto sus brazos para acurrucarlo. El bebé abrió sus ojos verdes y miró curioso al extraño que lo cargaba.


-Bueno, no llora. Es una buena señal –le dice su madre, mientras acomoda con cariño el suéter del niño.


Barry se sentía feliz, por alguna razón, ese pequeño le parecía tierno, aunque nunca pensó que le llegaría a gustar los niños. –Es un gusto conocerte, Wallace.


 


Pasaron algunas horas. Barry no se había despegado de Wally, ni siquiera cuando hubo que cambiarlo. Estaba prácticamente embobado con el pequeño. Iris y Mary estaban sentadas aparte, sin perder de vista a Barry, que con entusiasmo le hablaba a Wally.


-Nunca pensé que vería a Barry hipnotizado por un bebé –le dice Iris sorprendida.


-Y tiene cierto encanto. Desde que alzó a Wally, no ha llorado. Creo que será un papá estupendo.


Iris le sonrió y lo volvió a ver. –La mujer que elija será muy dichosa –dice un poco triste.


Mary la mira extrañada, -¿Sucede algo?


-¿Qué?


-Tu cara cambió, pareces un poco afectada.


-No, es… sólo que Barry perdió tanto en su vida. Supongo que será feliz cuando pueda tener su propia familia.


Mientras ellos seguían en el patio, Charles y Ray estaban en el estudio. Charles estaba revisando con atención un expediente que había traído su hijo. Después lo lanzó con fuerza sobre el escritorio. Se dejó caer en la silla. –No puede ser Ray… esto debe ser un error.


Su hijo se sentó cerca. –No lo es. Revisé con atención el informe de la autopsia y lo comparé con las fotografías que le tomaron al cuerpo los CSI, después llevé todo a dos forenses para otra opinión. El informe de la autopsia de Henry no concuerda con las fotografías de su cuerpo. No existe evidencia física que fue suicidio.


-¿Y el médico que lo certificó?


-Fue encontrado sin vida un par de días después de entregar el informe. Papá… algo raro pasó con Henry, y te puedo asegurar que debe estar relacionado con la muerte de Nora.


Charles se paró de su silla. Caminaba de un lado a otro del estudio. –Debemos decirle a Barry.


-¡No! Ray, te prohíbo que le digas alguna cosa a Barry.


-Pero, papá, él piensa que Henry se suicidó.


-Si le dices que no fue así, entrará en desesperación otra vez. Míralo. Al menos ahora está con un poco de paz. Es mejor que siga así, al menos hasta que tengamos algo concreto.


-¿Engañarlo?


-No, protegerlo.


 


A varios kilómetros de ahí, cuatro cadetes iban por su segunda ronda en un bar cercano a la base. Hal estaba con Simon Lewis, Damon Harris y Noah Johnson, celebrando que en cuestión de unas horas, el castaño realizaría su primer vuelo real en un caza.


-Este brindis es por Hal Jordan, el primero del escuadrón que hará un vuelo completamente sólo –decía Damon feliz. Los cuatro y dos mujeres más, chocaron sus vasos y se tomaron un trago. Andrea Hamilton era novia de Noah, y Carol Ferris era su mejor amiga.


-¿Te sientes nervioso? –le pregunta Simon.


-Míralo, si está sudando, y casi pálido –bromea Noah.


-Pues sí, no voy a mentirles. Me siento un poco nervioso, pero también extasiado. He soñado esto por años.


-Estoy segura que lo harás de maravilla, Hal -le dice Carol, quien no le había quitado la vista de encima. Contantemente le coqueteaba, cosa que no pasaba desapercibida de sus acompañantes. Parecía que Hal era el único que no se percataba.


Hal conversaba animadamente con todos. Poco a poco, las cervezas empezaron a tener un poco de efecto en Jordan. Simon lo observó con atención.


-Bueno, creo que es hora de que lleve a nuestro piloto a la cama –dice mientras deja algunos billetes sobre la mesa.


-¡Oh, no! Un poco más Simon.


-Lo siento amigo, mañana debes estar a las 9 en el hangar. Dejarte aquí bebiendo es una irresponsabilidad


-Como digas, mamá –le responde fastidiado.


Simon lo toma del brazo y se lo lleva. –Nos vemos chicos.


De los cuatro que quedaban en la mesa, la más inquieta era Carol. Miró hacia la silla de Hal y vio que había dejado su jacket en el respaldar de la silla. Como si tuviera resortes en sus pies, brincó y tomó la chaqueta.


-No te preocupes, Carol, yo se la puedo llevar más tarde –le dice Damon.


-Oh no, yo se lo llevo –le responde y camina con rapidez hacia la puerta.


Damon y Noah sonrieron, -Realmente a tu amiga le gusta Hal –le dice Damon a Andrea, que estaba ajena a lo que pasaba. -¿Carol? Sí, y está decidida a conquistarlo.


Carol fue hacia la puerta, se acomodó el cabello, y salió. Hal era el prototipo de hombre que le fascinaba, alto, castaño, una piel bronceada y una sonrisa cautivadora. Su cuerpo era casi perfecto, bien formado, con músculo, aunque no en demasía y sobre todo, muy alegre. Estaba decidida a que fuera suyo. Volvió a ver el auto, pero no había señales de ellos. Se extrañó y caminó alrededor, entonces escuchó gemidos que apenas eran audibles. Se acercó y quedó impactada al ver a Hal y Simon. Hal tenía al moreno arrinconado sobre la capota del auto. Sus manos abrazaban con fuerza su cintura, mientras lo besaba con intensidad. Simon había rodeado el cuerpo de Hal y seguía disfrutando de los labios del castaño, que sin ningún reparo, tocaba el cuerpo de su compañero de cuarto.


-Mmm… Hal… aquí no.


El castaño bajó sus manos y tomó con fuerza sus caderas. –Vamos Simon, ¿me vas a decir que no era esto lo que querías al sacarme del bar?


-Sí, y dejarte ahí… mientras… esa chica te coqueteaba.


Hal paró en seco y se río torpemente. -¿Coquetearme? ¿Qué chica?


Simon le sonrió. –A veces eres muy inocente Hal


El castaño sonrió y acercó sus labios a los suyos. –Así que me sacaste del bar porque estabas celoso.


-Celoso, por supuesto que no… es sólo que…


Hal lo cayó besándolo nuevamente. Simon intentaba alejarlo, sin mucha fuerza en realidad.


-No… Hal… escucha, mañana…


-No pienses… solo siente.


Hal tomó a Simon, y lo puso sobre el auto, sin dejar de besarlo y acariciarlo sin ningún tipo de miramiento. Carol estaba a unos cuantos metros. Apretó con fuerza la chaqueta y dio media vuelta.


-¿Crees que a Hal le guste Carol? ¿No te ha dicho nada? –pregunta Andrea mientras tomaba su vaso.


-Para nada. En realidad nunca lo he visto con alguien. Cuando sale, es con nosotros dos y Simon.


Carol entró al bar. Sin decir nada tomó su bolso y dejó caer la chaqueta en el asiento.


-Me tengo que ir chicos, algo se presentó.


Noah se quedó extrañado -¿No le diste la chaqueta a Hal?


-No… no lo vi. Debo irme, mañana tengo un compromiso, nos vemos.


-Espera… ¡Carol! –le llamó Andrea extrañada.


La pelinegro no contestó, simplemente se marchó. -¿Qué le sucede a tu amiga?


-Ni idea.


Carol salió del bar. Fue hacia su auto, que estaba en dirección contraria de dónde estaban Hal y Simon. Entró y se quedó inmóvil. Estaba furiosa y resentida. “Estúpido”, pensó, y arrancó su auto.


 


En casa de los West, Barry estaba sentado aparte. Mary entró a cambiar a Wally, e Iris decidió acercarse a Barry.


-Ey, ¿por qué tan pensativo? –le pregunta la pelirroja. Barry simplemente sonrió, -Yo… recordaba, es todo.


Iris bajó la mirada, a sabiendas que estaba en su mente. –Sé que los extrañas.


-No… me hacen falta, y me duele haberlos perdido pero… he pensado mucho estos meses. No quiero dedicar mi vida a esta… búsqueda sin sentido. Papá me lo pidió la última vez que hablamos, que dejara esto, que viviera mi vida, y estoy decidido a hacerlo.


Iris sonrió al escucharlo. Se acercó más a él y tomó su mano con suavidad, -Si es así, sabes que no estás solo. Nos tienes a nosotros.


Barry sintió la calidez de su toque. Tomó su mano con dulzura, y se quedó en silencio unos minutos. Iris se acercó más. Barry volvió a verla, y no tuvo tiempo de reaccionar cuando Iris besó sus labios suavemente. En cuestión de segundos el rubio reaccionó y se puso de pie.


Iris se asustó, -Barry, yo…


-Iris, lo lamento. Escucha, no quiero que te confundas…


-¿Cuál es el problema? –le dice al ponerse de pie frente a él. –Nos conocemos desde niños. Hemos sido amigos, cómplices, estuviste para mí cuando murió mamá, y yo contigo cuando murió Henry. Nos queremos…


-Sí, pero como amigos, casi… casi como hermanos. No puedo Iris, yo… lo siento.


Barry fue hacia la puerta que daba a la cocina, cuando Mary bajó con Wally. –Hola, ¿pasa algo? –pregunta al ver el apuro de Barry y el rostro afligido de Iris. –No… no es nada. ¿Y Charles?


-Sigue con Ray en el estudio.


En ese momento, Charles y su hijo seguían discutiendo. –Papá, Barry merece saber la verdad.


-¿Y qué verdad exactamente Ray? ¿Qué a su padre lo mataron, como a Nora? ¿Que no tenemos forma de saber quién fue? ¿Sabes lo que eso provocará en él?


-No lo subestimes papá. Además, nada se gana con engañarlo. Él podrá enfrentarlo, lo conozco, ha madurado.


-¡No! Y es definitivo, te prohíbo que le digas la verdad a Barry sobre Henry.


-¿Cuál verdad? –pregunta Barry al asomarse a la puerta. Ray y Charles se quedan en silencio por unos segundos.


-¿Qué sucede? ¿Hay algo sobre mi papá que no me han dicho? –pregunta ya insistente. Ray toma el expediente y se lo entrega. –Míralo Barry, dime que ves.


-¡Ray!


-Charles, por favor –le suplica Barry. El mayor desiste con tristeza. Barry toma el expediente. Reconoce las fotografías, -Él… ese es mi padre –dice con la voz entrecortada.


-Son las fotografías de su cuerpo, durante la autopsia. Mira sus muñecas.


El joven observa con cuidado los cortes. –No es la primera vez que ves fotografías de autopsias, mira el ángulo, y la profundidad.


Barry ve las fotos por un par de minutos. Observa cada imagen, una y otra vez. –No entiendo, esos cortes… el ángulo es saliente hacia la izquierda. Papá era zurdo, no hubiese podido hacer esos cortes. Pero, el informe…


Ray toma el expediente y saca el informe del forense. –Compáralos. ¿Qué puedes ver?


Barry leía. No podía entender, no quería hacerlo, pero era un hecho. –Este informe está mal. No coincide con las pruebas… no entiendo, ¿qué dice el forense de esto?


-Fue asesinado. Encontraron su cuerpo dos días después de que entregó el informe –responde Charles.


Barry empezó a temblar, sin quitar su vista de las fotografías. Ray volvió a ver a su padre inquieto. –Barry, hijo.


-Ustedes… ¿ustedes sabían esto y me lo ocultaron? –les reclamó.


-No, acaban de darme el expediente completo hace unos días. Y después que comprobé la suerte del forense, vine a decírselo a papá.


Barry dejó caer las fotografías sobre la mesa. Cerró los ojos. Sintió que perdió el aire por unos segundos.


-Barry, ¿estás bien hijo?


-Los mataron… los asesinaron a los dos –susurró. Tomó las fotografías y el informe y salió del estudio.


-Espera Barry, debes calmarme –le decía Ray que lo seguía al igual que su padre.


-¡Calmarme! ¿¡Cómo se supone que voy a calmarme Ray!? Primero mamá, y ahora mi padre. Esto… es una pesadilla. ¿Qué saben? ¿Tienen alguna pista?


Ray se quedó en silencio. –No puede ser… No tienen nada. El asesinato de papá quedará impune también.


-No, no será así, Barry. Yo estoy investigando, no permitiré que algo así pase, no otra vez –le dice Ray decidido.


-Espera, eso no. No eres policía, Raymond, eres forense. No puedes involucrarte en una investigación –le dice su padre. Ya para ese momento, Mary y Iris habían entrado a la sala y escuchaban la discusión sin decir nada.


-Yo lo haré. Encontraré quién o quiénes hicieron esto.


-No Barry tu no…


-¡Es suficiente Charles! –le dice con lágrimas. –No crees que ya perdí demasiado. ¿Qué esperas de mí? ¿Qué me quede sentado, esperando por una justicia que no va a llegar? La policía falló, los forenses, los jueces. Yo no lo haré. Encontraré al hijo de perra que destruyó a mi familia.


-¡Vas a exponer tu vida!


-¡Pues que venga! ¡Si ese hijo de puta aparece lo voy a enfrentar! ¡Y si tengo que matarlo lo haré!


-¡Basta Barry! No voy a permitir que te expongas.


-¡No eres quien para impedirme nada Charles! –le grita.


-¡Es suficiente los dos! ¡Dejen de discutir! –reclama Iris.


Los dos se quedan en silencio, frente a frente. Barry finalmente sale de la casa sin decir nada más. Charles vuelve a ver a su hijo, que estaba a su lado en silencio. -¿Por qué hiciste algo así? Si le sucede algo a Barry, Ray…


-¿Será mi culpa? ¿Eso quieres decirme?


Charles no completa la frase, decide irse y encerrarse en su habitación. Iris toma su abrigo.


-¿A dónde vas Iris?


-Con Barry, no pienso dejarlo solo.


La joven se va, dejando a Ray agotado y triste. Se sienta en el sofá. Mary se acerca y le acaricia el cabello.


-Él va a estar bien, Ray.


-¿Y sí papá tiene razón? ¿Si expuse a Barry a un peligro innecesario?


-Fuiste honesto con él. No podía ser de otra forma, es tu naturaleza Ray.


-Debo buscarlo –le dice al ponerse de pie. –Tengo que hablar con él, tratar de calmarlo.


Mary se queda pensativa. –Bien, espera, dejaré a Wally en la cuna e iré contigo.


-No es necesario Mary.


-No te dejaré solo Ray, así que te aguantas. En las buenas y en las malas, ¿recuerdas?


El pelirrojo sonríe y le da un beso. –Te espero en el auto.


 


Eran las 4 de la mañana cuando Hal y Simon llegaron al cuartel. Entraron sin ser notados por una puerta posterior. Era amanecer miércoles, y era prohibido salir a beber. Pero esas salidas eran comunes por los cadetes. Iban por el pasillo, cuando Hal tomó a Simon de la mano y lo jaló hacia él.


-Hal, aquí no.


Pero éste no hizo caso. Lo arrinconó en la pared y lo besó apasionadamente. Finalmente se alejó, dejando a Simon jadeando. –Te dejé extasiado –le dice sonriendo.


-Cállate idiota. –murmura.


Siguen caminando en silencio. Hal bosteza, -Me estoy muriendo de sueño.


-¿Y así esperas volar?


-Tranquilo, aún tengo 4 horas para descansar, además… me diste la energía que necesitaba. –le dice mientras acaricia su cintura.


-Estas demente Hal Jordan.


Los dos entraron a su cuarto, pero se quedaron congelados al ver a dos oficiales esperándolos.


-Señor, yo.


-Espero que tengan una buena explicación para estar en la calle a estas horas cadetes.


Los dos se quedaron en silencio. El general Ferris se acercó a Jordan, con disgusto, -Se supone que en pocas horas será tu primer vuelo Jordan. ¿Es así como tomas tus responsabilidades?


-Yo… señor fue solo…


-¡Es suficiente! Lewis, acompáñame –le dice el sargento Jackson. Simon vuelve a ver a Hal, que asiente. Ambos se van, dejando a Hal con el general Ferris. –Es una vergüenza Hal. Nunca pensé que mi mejor cadete fuera tan cabeza dura.


-Señor, lo lamento.


-No lamentas nada, Jordan. Ese es el problema. Te di la oportunidad por respeto a la memoria de tu padre, pero eso no es suficiente para que te comportes. Martin se sentiría avergonzado de ti.


-¡No es así! No he hecho nada de qué avergonzarme.


-¡Te parece poco estar besuqueándote con tu compañero de cuarto en un bar de mala muerte!


Hal se quedó frío, sin saber cómo reaccionar. -¿Te extraña que lo sepa? Los vieron a ambos, Hal. Y llamaron de inmediato al sargento Jackson. Sé que a ti probablemente no te importa, pero imagina lo que será para Simon Lewis. Estas fuera.


-¿Cómo dice?


-¡Lo que oíste! Quedas fuera del escuadrón.


-¡No puede hacer eso!


-No puedo mantener a un… a una persona como tu dentro del escuadrón. Y probablemente pasará lo mismo con Simon. Recoge tus cosas, te quiero fuera de mi base mañana a primera hora.


Hal se quedó inmóvil. Ni siquiera se dio cuenta cuando Ferris salió del cuarto. Su vida había dado un giro de 180 grados.


 


Barry caminó hasta llegar a su antigua casa. Aún era de su propiedad. Algunos años después de la muerte de Nora, Charles la alquiló. Hacía pocos meses la habían dejado. En ese momento estaba vacía. Barry entró y fue al lugar donde había visto el cuerpo de su madre. Recordaba ese día tan nítidamente, como si hubiese sido ayer. No escuchó cuando se abrió la puerta. Se quedó perdido en sus pensamientos hasta que Iris se acercó a él.-Llevo horas buscándote.


-Lo lamento.


Iris se aproximó y lo abrazó. Él poco a poco fue respondiendo. Recostó su cabeza en su hombro y lloró como hacía años no lo hacía. En ese momento, Ray y Mary, que habían buscado en su auto por los lugares que frecuentaba Barry, se estacionaron en la casa de los Allen.


-Ese es el auto de Iris.


-Sí, es mejor dejarlos solos Ray. Ella siempre ha sabido como consolarlo.


Él suspira. –Me equivoqué, Mary. Papá tenía razón, Barry no estaba preparado para algo así.


-Creo que él va a estar bien, no te martirices por eso.


Ray se quedó en silencio por unos segundos. –Ray, vamos a casa, estoy preocupada por Wally. Salimos hace dos horas, y siempre pide pecho a esta hora.


El accede y arranca su auto. –Mary. Quiero que Barry sea el padrino de Wally. ¿Qué opinas?


-Pues, si no eras tú, lo hubiese sugerido yo –le responde con una sonrisa.


El auto entró a la autopista. A esas horas, ya se veían varios autos en la vía, y uno que otro camión pesado. Ray aumentó la velocidad y bostezó. –Me estoy muriendo de sueño.


-Ya casi llegamos, no te preocupes.


En ese momento, un extrañó borrón amarillo pasó frente al auto, haciendo que Ray perdiera el control del vehículo.


-¡Pero qué demonios!


-¿Qué fue eso?


-¿Lo viste? Era… como un manchón amarillo.


Con dificultad, intentó mantener el control pero nuevamente pasó el borrón, que esta vez saltó sobre el capó del vehículo. Ray intentó mantenerse en el carril, pero se desvió.


-¡Ray! –gritó Mary mientras tomaba su mano.


El auto salió de la vía, dando vueltas y cayendo en una zanja, varios metros abajo.


 


Pasó una hora, cuando Iris y Barry regresaron a la casa.


-¿Y esa patrulla? –preguntó Iris. Barry se sintió sin aire, al recordar aquella fatídica tarde. Salió del auto y corrió a la casa. Al entrar, dos oficiales estaban en la sala. Charles, sentado en un sillón, con lágrimas en los ojos, mientras se escuchaba el llanto de Wally que estaba en el segundo piso. Barry se acercó a ellos, -¿Qué pasó? ¿Charles?


Iris entró a la casa y miró a su padre. Éste se puso de pie miró a Barry y luego a Iris, que se acercó a él. –Papá, ¿dónde está Ray?


-Ellos, Ray y Mary.


Iris no entendía que pasaba, le insistía que dijera donde estaba su hermano. Barry volvió a ver a los oficiales. Ambos estaban en silencio, finalmente salieron de la sala. Barry subió al cuarto de Wally. Desde ahí escuchó los gritos de Iris llamando a Ray. En la cuna, el pequeño Wally lloraba, pidiendo la presencia de su madre. Barry lo alzó y lo trataba de consolar, mientras lágrimas amargas caían sobre sus mejillas.

Notas finales:

Hola, quiero disculparme por durar tanto en actualizar. He estado con problemas de salud últimamente. En algunas horas actualizo Ocaso del Caballero Oscuro. Un abrazo a todos.


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