Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fiel a tí por JessJe

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 4: Un extraño visita la Tierra

Bután, al Sur del Himalaya

Junio, 1991

Gritos de horror se escuchaban en medio de la oscuridad de la noche, en un pueblo alejado. Un grupo de asaltantes atacaban sin piedad. Los pocos hombres del pueblo, todos campesinos, sin ningún tipo de preparación militar, intentaban detenerlos, pero la sangre corrían por las viejas calles de piedras. Algunas mujeres lograron salir con sus hijos, otras quedaron atrapadas por los oscuros seres. Fue un hombre que les hizo frente, un forastero que les atacó. Acabo con uno, y otro, hasta que 15 de ellos estaban en suelo rendidos. Pero eran muchos. Recibió golpes, pero seguía peleando. Las mujeres huyeron ante el caos, mientras el forastero seguía en su dura faena. Sintió un dolor agudo cuando un cuchillo atravesó su piel. Sus piernas quisieron flaquear, pero se sostuvo de pie. Los criminales no sabían si temerle o admirarle. Pero las antorchas de hombres que venían a caballo, hicieron que éstos huyeran, dejando al forastero mal herido. Trató de correr para alcanzarlos, pero la pérdida de sangre lo había debilitado. Cayó de rodillas, cuando caballos lo rodearon. Uno de los jinetes bajó de su animal, y le propinó un golpe en la cabeza, haciendo que cayera al instante.

 

 

 

Base Militar Tangoe. Nevada.

 

Eran las 8 menos 15 de la mañana. Hal estaba sentado en su cama, aun tratando de asimilar todo. ¿Fuera de la Fuerza Área? No, eso era algo que no podía aceptar, no después de tantos años, tanto esfuerzo. Además, la razón de su salida era por demás ridícula. Miró en la silla su maleta recién hecha, pero no la tomó. Salió de su habitación corriendo. En Coast City, Jack estaba por irse a la universidad, cuando sonó el teléfono. Lo ignoró y se sirvió un vaso de leche. Luego de 5 minutos volvió a sonar. Gruñó y fue a contestar, -Mansión de Locos, aquí Jack.

 

-Jacky, te necesito hermano.

 

La voz angustiada de su hermano menor asustó al castaño, -¿Qué sucede Hal? ¿Estás bien?

 

-No, no lo estoy, necesito tu consejo.

 

A unos kilómetros de la base. Carol apenas despertaba cuando su doméstica le llevó el teléfono. Lo tomó frustrado. –Aló.

 

-Hola cariño.

 

-Tío Vince, ¿cómo amaneciste?

 

-Con trabajo linda. Gracias por el dato sobre Lewis y Jordan.

 

-¿Y qué pasó con ellos?

 

-Lewis fue sancionado, Jordan quedó fuera del programa.

 

Carol se enderezó asustada. Eso no era lo que buscaba al llamar a su tío. –Pero, no entiendo, ¿por qué tío?

 

-No había salida, Carol. Lewis se salvó pues no tenía vuelo hoy, pero Hal sí, y no puedo tener un hombre con sus inclinaciones en la base. Con respecto a Lewis, me desharé de él muy pronto.

 

-Bien, tío. Supongo que tienes razón, pero igual me duele por él, Andrea me contó que su ilusión era ser piloto.

 

-Lo sé, pero no puedo permitir que actos vergonzosos ocurran en mi escuadrón. ¿Imagina la reputación de nuestro regimiento si llega a hacerse público. Hiciste bien al decirme. Descansa, linda.

 

Carol cortó con nerviosismo. Ella estaba furiosa con Hal unas horas antes, llamó a su tío, sabiendo que era el superior de él en la base, esperando una sanción para él y sobre todo para Simon, pero no buscaba una resolución así. Entonces pensó que nadie debía saber su relación con el general Vincent Ferris, eso le traería problemas.

 

 

 

-Lo siento, hermano, pero no tengo como ayudarte –le dice Jack. –Si incumpliste con las reglas de la base, tiene derecho a disciplinarte.

 

-A disciplinarme, no a sacarme del programa. Jack, esto es importante para mí. Estás estudiando leyes, debes saber de algo que pueda ayudarme.

 

-A menos que tengas alguna prueba que violó alguna normativa o está mostrando nepotismo en su acción, no podrías quedarte. Tu amigo ¿también fue expulsado?

 

-Emm… no. Afortunadamente está bajo el mando de otro oficial.

 

-Pero, si ambos cometieron la misma falta, ¿por qué te expulsa solo a ti? ¿Pasó algo más?

 

-Yo… no sé.

 

-¿Has tenido roces con él?

 

-No, más bien soy el mejor de la clase.

 

-¿Y no te dijo la razón de su molestia? Lo que sea que te haya dicho, por más insignificante que sea, te podría ayudar Hal, piensa.

 

-Es que… es algo muy personal. No sé si deba contarte.

 

-Hermano, si no puedes confiar en mí, entonces en quién, dime.

 

 

 

Central City – Edificio de la CPD

 

Barry esperaba ser llamado por el forense. Había dejado a Iris con Wally. Charles simplemente no estaba en condiciones para reconocer los cuerpos de su hijo y su nuera. Después de ir a la escena, Barry fue a la morgue. Sentía un profundo dolor, pero debía verlos, debía asegurarse… era demasiado, como si una maldición estuviera detrás de ellos. Sentía la necesidad de comprobar si fue un accidente o no. Apenas ayer Ray le había dicho que su padre había sido asesinado, y ahora, tenía que reconocerlo. Le angustiaba pensar en el sufrimiento de Charles e Iris, y además, en lo que sería del pequeño Wally sin sus padres.

 

-¿El familiar de Raymond y Mariah West? –preguntó el médico desde la puerta.

 

Barry se puso de pie lentamente, y con nerviosismo fue hacia él. –Yo soy… soy el hermano adoptivo de Raymond.

 

El médico lo hizo pasar. Los cuerpos estaban en camas, tapados por sábanas. El lugar era muy frío e iluminado.

 

-El de la derecha es el varón. El impacto hizo que saliera disparado del auto, tiene varias contusiones en su rostro, además de diversas fracturas. La causa de la muerte fue traumatismo cervical.

 

-Se rompió el cuello –murmura Barry.

 

-Así es. La mujer quedó dentro del vehículo, atrapada en el metal. Murió por traumatismo en el tórax por herida penetrante originada por un metal. También varios cortes en su rostro.

 

Barry se quedó inmóvil sin saber qué hacer, en medio de ambas camas.

 

-Joven, no es necesario que los vea en su condición actual. Tenían sus identificaciones, esto… es solo protocolo.

 

-No… necesito… comprobar que son ellos y… que la autopsia corresponda con el informe –decía con dificultad. Su voz estaba entrecortada. Había un gran esfuerzo por no llorar en ese momento.

 

El médico se quedó extrañado, pero entendía su estado. –Bien, como guste. ¿Quiere que le de unos minutos?

 

Barry asintió, y el forense salió. El rubio sentía ahogo. Tenía frío y su corazón palpitaba. Se acercó a la cama de Ray y levantó la sábana. Soltó un grito ahogado. Las lágrimas salieron incontrolables. Recostó su cabeza en su hombro, deseando sentir alguna calidez de su cuerpo. –Ray… lo lamento. De verdad… lo siento.

 

Se quedó un par de minutos con él. Se enderezó y acarició su rostro, -Te voy a extrañar hermano.

 

Luego lo tapó y fue hacia Mary. Al verla, sintió una terrible punzada. Su hermoso rostro, que siempre estaba adornada con aquella inocente y honesta sonrisa, estaba marcada por los cortes del parabrisas. Sin embargo, vio en su expresión una gran paz. Ambos murieron casi al instante. No sufrieron, y eso al menos, fue un consuelo. Sin embargo, ellos no se merecían un final así. Tenían planes, se amaban, tenía un hijo. Era injusto.  Tomó la mano de Mary con dulzura y la besó. Decidió recordarla con aquella felicidad que reflejó 24 horas antes, cuando le presentó a su bebé, -Te prometo que voy a cuidar de Wally. Lo voy a proteger por ti y por Ray.

 

 

 

Dos semanas después

 

El general Ferris llegó a la base a primera hora, después de ser llamado con urgencia al auditorio de la base. Al entrar, se sorprendió al ver a dos de sus superiores, junto con dos civiles, uno de ellos un jovencito que se le hacía familiar.

 

-Bien, señores, aquí me tienen.

 

-General Ferris, ellos son el Lic. Arnold Davis, abogado, y su asistente, Jack Jordan.

 

Ferris volvió a ver a Jack molesto, -Imagino a que vienen a hablar por el ex cadete Harold Jordan, ¿me equivoco?

 

Afuera del auditorio, Hal esperaba ansioso alguna respuesta, pero además, encontrarse con alguien más. Al verla se puso de pie y se dirigió hacia ella.

 

-Hal, hola. Me extrañó tu llamada, y más encontrarnos aquí. –le dice Carol extrañada.

 

-Qué bueno verte. Tenemos que hablar.

 

 

 

 

 

-Jordan incumplió con las normativas de la base, salió en la noche, se emborrachó y llegó a las cuatro de la mañana, no veo el por qué estamos discutiendo eso ahora.

 

Davis tomó la palabra, mientras sacaba varios expedientes de su maletín. –Pero Harold no ha sido el único en salir de la base. Tengo en mis manos copias de informes firmados por usted mismo de cadetes que cometieron la misma falta, en un periodo de 5 años y usted nunca tomó una medida tan drástica con ellos, ¿por qué?

 

-No tengo porque explicar mis decisiones ni a usted ni a nadie.

 

-Ferris, responde –le dice el general Morris.

 

-¡Son civiles!

 

-Soy el representante legal de Harold Jordan, general Ferris. Le sugiero que responda.

 

-Él era problemático…

 

-No según su evaluación tres días antes, general Ferris –le interrumpe Jack. –En las observaciones que usted le realizó, alabó sus habilidades y valor, sobre todo, su fuerza de voluntad para superar obstáculos.

 

-Eso fue antes de esa noche.

 

-¿Y qué es exactamente lo que le molestó, general Ferris? ¿Qué hizo Hal que le valió ser expulsado del programa? Ya estamos claros que no fue solamente por llegar tarde.

 

Ferris apretó los puños. Jack observó su lenguaje corporal, y decidió apretar más, -No fue simplemente por salir, sino por lo que hizo al salir. Díganos, general, ¿qué le dijo usted a Hal Jordan cuando estuvieron solos en la habitación?

 

-No sé qué quieres decir, jovencito.

 

-Usted no le molestó que llegara tarde. Le enfureció saber que Jordan no es lo que usted esperaba… qué él es diferente, al menos, no comparte los mismos gustos.

 

-¡Mira, muchachito…!

 

Davis sacó un listado de 7 nombres y los puso sobre el escritorio. –Estos ex cadetes que estuvieron bajo las órdenes del general Ferris, fueron expulsados del programa por la misma razón que Hal Jordan en los últimos 10 años.

 

-Es suficiente…

 

-El general Ferris quería a Harold fuera del programa por su orientación sexual.

 

-¡Basta! ¡Eso no es cierto! ¡No tienen como probarlo!

 

-No… es cierto, es la palabra de Jordan contra la suya, pero también la palabra de estos 7 hombres, además de Simon Lewis, que está dispuesto a confirmar su relación con Hal, de ser necesario.

 

 

 

Mientras tanto, Hal también tenía su propio enfrentamiento. –No até cabos hasta un par de días después, cuando hablé con Andrea. Necesitaba saber cómo Ferris y Jackson habían averiguado todo. Pero cuando me dijo que habías salido un rato a encontrarme y luego me dio tu nombre completo lo entendí. Tú eres Carol Ferris, la sobrina del general Vincent Ferris.

 

-Hal, escucha, tú no entiendes…

 

-¡Llamaste a tu tío para que me expulsara! ¿Qué debo entender?

 

-¡Yo no pensé que mi tío te iba a expulsar. Pensé… que seguro te iba a sancionar, pero…

 

-¿Por qué? Pensé que te caía bien, hasta Simon me dijo que yo te gustaba, no entiendo…

 

-¡Por Dios, Hal! ¿Cómo puedes ser tan tonto? ¡Estabas besando a un hombre!

 

-¿Y eso qué? ¡Es mi vida! ¡No tengo porque darte explicaciones a nadie!

 

-Pero… tú me gustas…

 

-Pues qué manera más extraña la tuya de demostrarlo. Escucha… no quiero saber de ti, ¿entiendes? Ahora, lo único que me importa es regresar.

 

-Pues eres muy ingenuo si piensas que la Fuerza Aérea permitirá que entre sus cadetes haya un… un gay.

 

-Pues eso está por verse.

 

 

 

-¡Es una abominación, Jackson! –gritó Ferris.

 

-¿Disculpe? –le responde Jack indignado. La mirada de Ferris estaba llena de ira, pero eso no intimidó al muchacho. –Vea… usted puede pensar lo que quiera. Pero lo que hizo con Harold Jordan y esos chicos está en contra de las leyes y los Derechos Humanos.

 

-Sí, sí… ¿cómo piensan que reaccionarán los demás cuando sepan que uno de esos están entre ellos?

 

-Pues eso será su decisión, general Ferris –le increpa Davis. –Si Jordan no es readmitido en el programa en forma inmediata, llevaremos este asunto ante la corte y los medios de comunicación.

 

-Ja, ¿cree que alguien le dará atención a esto?

 

-No lo sé, mi pregunta es, ¿la Fuerza Aérea de los Estados Unidos estaría dispuesta a enfrentar un escándalo, por proteger su espalda?

 

-Bien, creo que es suficiente –interrumpe Jackson. –Vamos a considerar la información y les llamaremos cuando se haya tomado una decisión.

 

Jack no quería irse, pero Davis le hizo una seña y salieron del lugar.

 

 

 

En Bután, poco a poco, Bruce fue abriendo los ojos. Había perdido la noción de cuánto tiempo había pasado. Miró alrededor. Era una vieja cabaña. Estaba recostado en un catre, iluminado con una lámpara de aceite. Se sentó en la cama, ignorando el dolor que sentía por la puñalada recibida. Sus heridas habían sido sanadas y vendadas, y su ropa cambiada. Se puso de pie y caminó lentamente hacia la puerta. Salió y estudio su entorno. El lugar era rudimentario, no muy diferente a otros sitios de Bután. Era increíble que en estos tiempos, quedaran sitios en la Tierra tan vírgenes y alejados de la tecnología y las preocupaciones mundanas. Algo en esa simplicidad lo llenaba. Si fuese sido otro, en una vida diferente, hubiese preferido vivir así, alejado del bullicio y las preocupaciones de las grandes ciudades. La vida en las montañas es dura, pero pacífica, o al menos eso pensaba hasta el ataque al pueblo.

 

-¿Cómo te sientes? –preguntó una voz grave detrás suyo.

 

Bruce lo volvió a ver. Era un anciano, pero se notaba una gran fuerza física,  por su acento, estaba seguro que chino. Su vestimenta era de pieles, tal y como era lo normal en la zona. Carecía de barba, y su cabello era corto. -¿Cuánto tiempo estuve fuera? –le pregunta el ojiazul.

 

-Cuatro días. Los primeros dos fue difícil mantenerte con vida. Perdiste mucha sangre, más dos costillas fracturadas y varias contusiones, sin mencionar el golpe en la cabeza que mi subordinado de propinó. Creíamos que eras uno de los asaltantes, pero las mujeres que salvaste nos contaron todo, por eso te traje a mi casa, para que descansaras.

 

Hasta ese momento, toda la conversación había sido en el idioma de la región. El hombre observaba a Bruce. Era muy diferente a todos los hombres que había conocido. Así que cambió su lenguaje usado, por el inglés, -¿Eres norteamericano?

 

-Sí –le respondió cortante. El desconocido sonrió. –No eres muy conversador. Bien… desayunemos, necesitas energía.

 

-¿Cuál es tu nombre?

 

El hombre no respondió. Puso un recipiente con chang, así como pan y queso sobre una mesa con patas cortas. No contaban con sillas, por lo que Bruce se sentó en el suelo y empezó a comer. Era observado con atención por el anciano, hasta que finalmente habló, -¿Por qué me salvaste?

 

-Porque no eres un criminal.

 

-¿Cómo lo sabes? ¿Por qué estás tan seguro que no te atacaré para llevarme lo que tienes aquí?

 

El anciano sonrió, -Porque sé de tu búsqueda. Tu viaje lleva varios años ya. Inglaterra, Francia, China, Tíbet y ahora Bután.

 

-¿Cómo sabes…?

 

-Tú… eres Bruce Wayne. Llevas casi 5 años buscando una respuesta, y has acudido a mí por ello.

 

-Eres… Shinah Matsuda.

 

El anciano asintió. –Me envió…

 

-Lo sé, Shao-La. Ahora no pienses, come, bebe y duerme. Mañana empezaremos.

 

 

 

En casa de los West, Charles seguía encerrado en su habitación. Su rutina las últimas semanas era muy sencilla, salía a mitad de la mañana. Tomaba un jugo, picaba alguna cosa y regresaba a la habitación. Ya en la tarde, si no había cerveza en la casa, la iba a comprar al super y luego se encerraba en la habitación otra vez. Estaba sumido en una fuerte depresión. Iris, por su parte, dedicaba su tiempo a Wally. Y Barry le ayudaba. Pero en dos semanas más volvería a la universidad, y odiaba la idea de alejarse de ellos. Charles no estaba yendo a trabajar, Iris volvería a la universidad y entonces, ¿qué sería de Wally?

 

Barry sirvió el almuerzo para ambos, mientras Iris se sentó con Wally en brazos y le daba su chupón. Se quedaron en silencio un rato. Había que tomar decisiones, y dado el estado en que se encontraba su familia adoptiva, pensé que tendría que ser él quien lo hiciera.

 

-Iris, hablé con la administración de la Universidad. Voy a solicitud traslado a Central City.

 

-Pero… Barry, ¿estás seguro?

 

-Ustedes me necesitan aquí. No parece que Charles se va a recuperar y tú no puedes con todo. Además entras en un par de semanas.

 

-Lo sé. Supongo que tendré que contratar una niñera.

 

-Tal vez no sea necesario si estamos los dos aquí. Podemos acomodar los horarios para que siempre esté alguno con Wally. Eso mientras Charles agarra ritmo otra vez.

 

Iris suspiró. –Él no se va a recuperar Barry. Se culpa por haber discutido con Ray. Piensa que si no lo hubiese hecho, Ray y Mary no habrían salido y accidentado.

 

-Lo sé. He tratado de hablar con él, pero está muy afectado. Creo… que me siento culpable también.

 

-No digas tonterías Barry…

 

-No lo son, piénsalo. Si no me hubiese alterado como lo hice, nada de esto habría pasado. Ray y Mary salieron a buscarme. Si hay un culpable en todo esto, ese tendría que ser yo.

 

-Es lo más estúpido que has dicho, Barry –dice Charles suavemente desde la puerta de la cocina. Estaba despeinado, con ropa de dormir, sin bañarse y un rostro demacrado. Había bajado mucho peso y su expresión había envejecido en pocos días.

 

Charles se acercó a la mesa y se sentó, -No debes sentirte culpable de nada, hijo. Además, Iris tú estás equivocada, yo no me siento responsable de la muerte de Ray. Pero sufro, porque lo último que hice fue acusarlo. No lo abracé, no lo besé… no le dije lo orgulloso que estaba de él, del hombre en que se convirtió y lo mucho que me enseñó con su ejemplo. Porque tu hermano fue mi mejor maestro hija. También… sufro por él… porque mi nieto nunca sabrá lo maravillosos que fueron sus padres, y estoy aterrado porque no sé si… seré capaz de cuidarlo como lo hubiese hecho Ray.

 

Iris sintió que su corazón se rompía con cada palabra dicha por su padre. Barry, sin embargo, sintió consuelo. Lo tomó de la mano. Se dio cuenta que, después de lo mucho que le había tocado perder, al menos tenía a Charles y a Iris, no estaba solo. –Lo lograremos… tú, yo, Iris. Wally sabrá quienes fueron sus padres, él los conocerá por nosotros.

 

 

 

Aeropuerto Internacional de Bután – Seis meses después

 

– POV Bruce Wayne

 

El frío y la soledad no son tan pesadas aquí, en medio de la nieve y la oscuridad, como la que he vivido desde aquel día. Me sentí culpable por mucho tiempo por su muerte. Hoy, he enterrado mi culpa con enojo. Ese enojo que estrangula el pesar hasta que el recuerdo de un ser amado sólo es veneno en las venas.

 

La ira es un gran poder, si sabe usar. Si te domina, te puede destruir. Recorrí el mundo para entender a los criminales o al menos eso pensé. Pero ahora que mi camino está casi por terminar, reconozco que un criminal no es complicado, y más que entenderlos a ellos, buscaba entenderme a mí mismo, vencer mis miedos. Ahora sé que temo a mi ira, a lo que ésta me puede llevar a cometer.

 

Para vencer al miedo hay que volverse miedo. Disfrutar del miedo de otros hombres. Y a lo que más teme un hombre es a lo que no ve. Volverse un pensamiento terrible... un espectro... una idea. Abrazar el peor miedo. Unirse a la oscuridad. Ser un símbolo incorruptible y perdurar en el temor de los hombres. He de regresar a Gótica. Volveré para que ningún otro niño sufra lo que yo. Para limpiar mi ciudad. Para ser aquel ser que llenará de miedo el corazón de los criminales.

 

--

 

Entre tanto, en algún lugar del desierto de Nevada, un F15 Eagle sobrevolaba la región.

 

-Atención, águila cinco. Aquí nido de pájaro.

 

-Nido de pájaro, aquí águila cinco. Sobrevolando zona… ¡esto es una mierda! –respondió Hal con gran alegría.

 

El operador sonrió ante el arrebato, pero disimuló al sentir al general Ferris detrás suyo. Éste tomó el micrófono de mala gana. –Cadete Jordan, esto no es momento para exabruptos, utilice la radio como lo indica el reglamento.

 

-Sí papá águila, como diga –contestó frustrado. Este era su tercer vuelo desde su re ingreso al programa. Jack y su mentor habían lo habían logrado, pero desde el principio su hermano le advirtió que tendría oposición fuerte de Ferris. Durante ese tiempo, aguantó todo de buena gana. Era el primero que debía llegar a los entrenamientos, el último en irse, el que era evaluado constantemente. Pero por más trabas que Ferris buscaba ponerle en el camino, Hal seguía esforzándose.

 

-Águila cinco, sabes las órdenes. Tienes el blanco a 15 kilómetros de ubicación realizas el ejercicio y regresas. Y por favor, águila cinco, procura no hacer piruetas esta vez –le decía Noah, quien era el operador en ese ejercicio.

 

-Como ordene nido de pájaro.

 

Siguió su ruta hacia el punto de control, pero una luz lo cegó por unos segundos.

 

-Nido… nido de pájaro.

 

-¿Águila cinco? ¿Qué sucede? Informe.

 

-Yo… lo siento. Fue una luz extraña. No es…

 

En ese momento, vio una nave que iba directo hacia él. Con dificultad Hal desvió el avión, pero la nave no identificada rozó una de las alas, haciendo que perdiera el control.

 

En la base, los monitores empezaron a indicar problemas. Ferris tomó el micrófono. -¡Águila cinco, informe! ¿Qué sucede?

 

-General… un objeto… con el ala… el control.

 

La estática no permitía que llegara el mensaje completo. Hal sostuvo el control lo más que pudo hasta que logró descender atropelladamente. Pasaron algunos minutos, cuando pudo abrir la escotilla y salir. La radio estaba muerta, y se encontraba a varios kilómetros del puesto de mando más cercano. El protocolo indicaba que debía quedarse con el avión hasta que llegara auxilio, pero vio humo a menos de un kilómetro del sitio. Sacó su arma y caminó hacia él. El sol era fulminante, pero aun así, siguió hasta llegar a la extraña nave rodeado de un aura verde. Nunca antes había visto un artefacto como ese. “¿Será un satélite? No, esa cosa era piloteada.” Caminó alrededor, hasta que escuchó a alguien toser. Sacó su arma y caminó hacia el lugar donde venía el ruido. Se quedó frío al ver a un extraño ser frente a él. Era muy alto, por lo menos dos metros 20. Su piel era purpura. Su rostro tenía forma rectangular y alargado, sin un cabello en su cabeza. Jadeaba, y en su torso había líquido, posiblemente sangre, aunque tenía una tonalidad casi azul. Hal se acercó, sin dejar de apuntarle, pero hizo ruido al poner su pie, haciendo que el extraño ser abriera sus ojos. Eran grandes, azules. Su mirada era penetrante. Hal se quedó inmóvil, sin saber que hacer o qué decir.

 

El ser habló en una extraña lengua. –Ey, viejo. No te entiendo.

 

El extraño sonrió, o al menos eso le pareció a Hal. –Viejo –dijo tratando de imitarlo.

 

-Sí… emm… soy Jordan. Hal –le dice señalándose al pecho. -¿Y tú? –le pregunta señalándolo a él.

 

-Abin Sur –le responde. El ser levantó su mano, haciendo que la nave desapareciera. Hal brincó del susto y lo volvió a ver sin dejar de apuntarle. Abin Sur arrugó el ceño y extendió su mano hacia él.

 

-Ey, tranquilo Abino Sura o como te llames –le dice apuntándole con más fuerza. El anillo en el dedo del alienígena brilló, y el arma de Hal se retiró de su mano, llegando a la mano de Albin Sur.

 

Hal tenía toda la intención de correr. Estaba simplemente aterrado. –Miedo… puedo sentirlo… Hal Jordan. –le dice. –Pero… voluntad. Tienes mucha… también lo siento.

 

Abin Sur gimió de dolor. –Morir yo… peligro se acerca… tu mundo en riesgo… tu responsabilidad.

 

Hal empezó a negar con la cabeza. –Oye amigo, no sé qué te pasa, pero si algo va a ocurrir, puedo llevarte a la base.

 

-Tu… próximo linterna verde.

 

Se quitó el anillo de su mano. Inmediatamente su vestimenta cambió a un traje café, muy similar a un minero. Extendió su mano, esta vez con el anillo en su palma. Hal se acercó. Su mano temblaba conforme se acercaba a la de él, y tomó el anillo, que inmediatamente brilló al estar entre los dedos de Hal.

 

Abin Sur sonrió. –Lo harás bien… Hal Jordan.

 

Cerró los ojos y quedó inerte. Hal se aproximó y quiso tocarlo, pero un aura verde envolvió a Abin Sur. Conforme la luz ganaba fuerza, Hal se echando para atrás, hasta que el cuerpo se desvaneció. Hal volvió a ver el anillo. Había perdido su brillo, solo sobresalía una piedra verde oscuro. Miró los bordes, y tenía algo escrito alrededor, símbolos extraños. –Seguro es mandarín –se dijo. Rozo los símbolos, y estos cambiaron automáticamente. Leyó en silencio lo que decía. -¿Pero qué es esta mierda?

 

Escuchó vehículos que se acercaban, así que guardó el anillo en su bolsillo y fue hacia el avión, lleno de dudas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).