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Fiel a tí por JessJe

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Notas del capitulo:

Hal Jordan enfrenta la pérdida de Simon y Barry algo inexplicable. Mientras Bruce está cara a cara sin saber con quien sería su némesis.

Él nunca pensó que su día terminaría de esa forma. Hacía un par de horas había dejado a su esposa embarazada en su viejo apartamento mientras se iba a tomar un par de copas después de otro día infructuoso buscando empleo, y ahora, era perseguido por la policía,  disfrazado con un enorme y horrible casco rojo. Vio como las balas impactaron en sus acompañantes, y huyó despavorido hacia la planta, mientras una sombra oscura, muy lejos, lo seguía con la mirada.


San Francisco


Durante el funeral de Simon, Hal no se percató de los dolientes, los discursos ni los saludos de sus amigos cercanos. No, su atención estaba puesta en el grupo de oficiales que habían venido en representación de la base, específicamente en uno de ellos.


Cuando todos se iban a la comida en casa de los Lewis, Hal esperó paciente a que todos se alejaban. Su madre y sus hermanos estaban con la madre de Simon a varios metros de él, así que se decidió a enfrentarlo, pero una mano amiga en su brazo lo detuvo.


-Ni siquiera lo pienses –le dice Noah con determinación.


-¡Él no tiene derecho a estar aquí! –le dice con ira.


-Hal, no te quito razón –le dice susurrando –pero realmente estas dispuesto a hacer un escándalo frente a la madre de Simon.


El castaño volvió a ver a la señora, que aún seguía afectada, y desistió. Noah tenía razón, no podía hacerla sufrir más.


Los oficiales se fueron retirando, pero Ferris volvió a ver a Jordan y Johnson a unos metros de él. Se quedaron unos segundos viéndose fijamente, hasta que Ferris continúo su camino.


-Ese imbécil –dijo Noah, mientras Hal se acercaba al ataúd que en pocos minutos sería enterrado. Dejó la rosa roja que tenía en su mano sobre el ataúd, sin decir nada. No existían palabras de todas formas que sirvieran. Al final, dio media vuelta y se fue con Noah.


Al mismo tiempo, en Gótica…


 


-¡Por favor! –suplicó- ¡Por favor… yo… no tengo nada que ver… soy… soy inocente, me obliga… garon –les decía el encapuchado desconocido.


La policía de Gótica iba tras la pista de una banda que asaltaba negocios hacía varias semanas. Finalmente los tenía encerrados en una planta fabricante de agroquímicos.


-Detesto a estos putos encapuchados –decía el oficial Bullock mientras seguía a su compañero. –Entre ese hijo de puta con el casco rojo y el fantasma de negro, Gótica está hecho un manicomio.


Los miembros de la banda estaban encapuchados, pero uno de ellos resaltaba del resto. El del casco rojo, conocido con su alias de Red Hood. Corrió, lo más que le permitía las piernas, pero la policía lo tenía rodeado. Subió por las escaleras, hasta una plataforma, cuando se encontró de frente con una policía, la mujer intentó apuntarle, pero de inmediato el hombre la golpeó, tomó su arma y la puso en su cabeza.


-No… no me obliguen… si me dejan ir… no le haré daño –les decía con voz nerviosa.


 


Central City


-Eso Wally… un poco más –decía Barry suavemente al bebe de 6 meses mientras le enseñaba su muñeco favorito. El pequeño, lentamente inicio un pequeño gateo hacia su tío. Pero luego, se quedaba quieto y reía al ver a su tío con la Rana René en su mano, dejando a Barry desesperado mientras luchaba para que el niño lo alcanzara. Iris llegó a la sala y sonrió mientras terminaba de guardar sus libros en el bolso.


-Barry, no insistas. El pediatra dijo que los bebes empiezan a gatear entre los 8 y los 10 meses. No lo apresures tanto.


-¡Es que no lo has visto Iris! Te juro que Wally será maratonista algún día.


-¿Lo dices porque se pudo mover un poco ayer?


-Te estoy diciendo Iris… Wally gatea, y solo será cuestión de días para que empiece a caminar… quisiera estar ahí cuando suceda –dice con ilusión.


Se acerca a ellos y se sienta en el suelo junto con Barry. –Lo verás, a cómo te quiere estoy segura que esperara a que estés presente para ese magno acontecimiento –le dice risueña.


-No empieces Iris… es solo que me encariñé mucho con él.


-Lo sé, y él también, ¿verdad Wally? –le dice al coger la rana y jugar en el aire con ella. Wally ríe mientras ambos tíos le llaman para que gatee hacia ellos.


Ninguno se percató que Charles los observaba con atención al pie de la escalera. Sentía paz al verlos con Wally. A pesar que aún lloraba a su hijo, sabía que su nieto nunca estaría solo. Finalmente se puso su saco y se fue, escuchando la risa de su nieto por última vez.


En cuestión de media hora estaba ya en la estación. Mientras firmaba los informes de rutina, puso la televisión de su oficina y escuchó las noticias que provenían desde Gótica. Las cámaras rodeaban el sitio donde la banda de Red Hood se estaba escondiendo. Disparos se escuchaban por el audio. Charles gruñó, “Esos locos enfermos”. De alguna forma sentía alivio que en su ciudad no tenían que lidiar con delincuentes de esa calibre, sin embargo, tenían sus propios demonios al cual perseguir. Respiró hondo y abrió la gaveta de su escritorio que siempre tenía bajo llave. En los últimos meses, revisaba todas las noches su contenido. Varias carpetas de diferentes casos sin resolver: Norah Allen, el primero.


Ella era su compañera de trabajo, de las mejores detectives encubiertas de la jefatura, tanto que ni siquiera su propio esposo se había enterado hasta llegado su juicio. Estaba inmersa en un caso cuando fue asesinada. Después de varios años, el caso en que trabajaban Norah y él fue resuelto, sin embargo, nunca hubo una conexión con su muerte, y de hecho, Charles sabía que no existía. ¿Pero quién?, esa era la pregunta que no dejaba la mente de Charles West en todo ese tiempo.


Luego, estaba Henry, el padre de Barry. Su supuesto suicidio resultó ser una farsa, ¿pero por quién? ¿Por qué darse tanta molestia en asesinar a un hombre que estaría toda  su vida en prisión? ¿Con qué fin? Al igual que con Norah, no hubo ningún avance, ni siquiera porque Ray insistió.


Y es entonces que recuerda a su hijo y nuera. Habían pasado ya 5 meses, y el dolor era tan fresco como el primer momento. Barry vio la autopsia y el informe, pero no se percató de un detalle, que si vio con atención Charles sin llegar a mencionarle. Abrió la carpeta del caso de Ray y Mary, sacando la fotografía del auto y el informe del forense. Los golpes y abolladuras esperadas, excepto por una sobre el capó, semejante a una pisada. Charles sonrió… era imposible, ¿quién podría hacer un golpe así con solo poner su pie encima? A menos que fuera el super hombre de Metrópolis, pensó. Sin embargo, nada en la carretera justificaba el accidente de Ray y Mary, las pruebas de sangre demostraban que Ray no estaba bajo los efectos del alcohol o algún estupefaciente, así que, ¿por qué se accidentó de esa manera?


Cerró los archivos y los volvió a guardar. La única coincidencia era que no existía razón alguna para esas muertes, no había un móvil o alguna prueba física que los conectara.


-¡Teniente! –le interrumpe una de sus oficiales. –Está reportando una toma de rehenes en el Centro Cultural.


-¿Alguna comunicación con los raptores? –pregunta mientras toma su saco y sale con ella rápidamente.


-Ninguna señor.


-Llama a todos los oficiales disponibles, comunícate con SWAT y con el agente Morris de la Oficina Federal, necesitaremos un experto en negociaciones.


-Sí señor.


 


En la casa de los Lewis, Hal y Noah conversaban con amigos de la niñez de Simon. Mientras el rubio los hacía reír con las anécdotas del joven en la base, Hal estaba perdido en sus pensamientos. La taza de café que le habían servido, estaba frío ya. Su mano izquierda estaba dentro del bolsillo de su pantalón, mientras sus dedos jugaban con el anillo que aquel ser le había confiado. Desde aquel día, siempre lo llevaba consigo, sin saber qué hacer con él.


Finalmente, se puso de pie y salió de la casa. Noah se disculpó y fue tras él. Hal caminó hacia la calle, ya empezaba a anochecer y las primeras estrellas se dejaban ver sutilmente en la bóveda celeste. Pensó en las historias que su madre le contaba de niño e imaginaba en cual de ellas estaba Simon observándolo.


-Amigo, ¿qué haces aquí? –le pregunta Noah al acercarse.


-Es difícil –murmuró, sin quitar la vista del cielo –hablar de él sabiendo que no va a volver.


Noah suspiró y fue a su lado. –Sabes que Simon te daría una patada en tu enorme trasero si te viera mal.


-Pero ya no lo podrá hacer, Noah. Y los que le hicieron esto…


-Los hallaron.


Hall volvió a ver a su amigo sin entender. -¿Cómo? ¿Quiénes fueron?


Noah se quedó en silencio unos segundos. -¿Fue él? ¿Fue Damon?


El rubio simplemente asintió, haciendo que la ira e impotencia de su amigo creciera aún más.


 


En Central City, Barry iba en su vehículo a la jefatura, donde haría su pasantía. Después de varios meses, logró incorporarse a la Academia Forense, y haría su primera práctica ahí. Aunque Charles no estaba muy contento, le ayudó para que pudiese ingresar y tenerlo vigilado.


Mientras el joven conducía, vio un alboroto en la calle. Varios patrulleros tenían un bloqueo, a unas cuadras del Centro Cultural de Central City. Barry dejó su vehículo y se acercó. Desde donde estaba, pudo a Charles con varios oficiales. El equipo SWAT había llegado y estaban preparando un asalto.


En la escena, el negociador trataba de entrar en razón al grupo, mientras Charles estaba atento a todo, dando indicaciones a sus oficiales, mientras esperaban que los SWAT entraran en acción. Barry aprovechó que conocía esas calles, y por un callejón, logró evitar a los oficiales. Se puso su identificación de forense auxiliar y se acercó. No podía escuchar lo que sucedía, pero pudo ver movimiento. En cuestión de minutos empezaría el asalto, cuando sobrevino una explosión dentro del Centro. El equipo de asalto no esperó más y entró de inmediato, acuerpado por los oficiales y Charles.


 


 


-Señor, los medios están rodeando la planta –dice Alfred por el comunicador, mientras ve la pantalla recién instalada en la cueva. –No creo que sea conveniente dejarse ver.


No respondió. Observaba toda la situación desde el techo de la planta. La policía tenía rodeado a Red Hood, mientras él tenía a la oficial como rehén.


-Amo Bruce, hasta ahora ha tenido suerte porque no ha sido visto ni fotografiado, pero ahora hay decenas de oficiales y cámaras. Es casi imposible que…


Pero éste lo ignoró. Al ver que la mano del criminal empezaba a tambalear, entendió que era el momento de actuar.


Bullock estaba a unos cuantos metros, pero trago seco cuando vio a su compañero ponerse de pie. –Oye, ¡qué demonios haces! –le susurra, pero no hizo caso. El detective de cabello castaño claro camino hacia el criminal con lentitud.


-Soy James Gordon –le dice mientras deja su arma en el suelo. –Ves. No estoy armado. Hablemos. Sé que no quieres hacerle daño a esa mujer.


-Si mueve un músculo…


-Oye amigo, no podrás salir de aquí vivo si le haces daño. Estas rodeado. Hagamos esto más fácil. Hasta ahora, ustedes no han asesinado a nadie. No lo empeores…


-¡Yo no estaba con ellos! ¡Soy inocente! –les grita desesperado, mientras refuerza su agarre.


-Bien, bien. Tú no eres parte de esto. Te creo. En ese caso, lo mejor es que colabores.


Bruce detuvo su avance al ver al detective. Lo reconocía perfectamente.


El enmascarado de rojo, titubeó por unos segundos, y luego le apuntó a Gordon sin explicación. Éste cerró los ojos, y escuchó el choque de la bala, pero al ver, vio la silueta de un hombre, vestido completamente de negro, frente a él.


La bala había rebotado en el protector del pecho. El criminal tiró al suelo a la mujer y huyó del hombre de negro, mientras este lo seguía. Gordon fue hacia la mujer y la ayudo a levantarse.


-¡Maldita sea! ¡Ahora tenemos a dos! ¡Todos, deténganlos!


Gordon observó el movimiento e intentó detenerlos, -¡Harvey, espera! ¡Él me salvó!


En ese momento, ambos encapuchados subían los escalones y llegaron a un puente que unía dos plataformas, sobre varios contenedores de productos químicos.


El desconocido volvió a ver a su perseguidor, vestido completamente de negro, con una capucha que cubría su rostro. Le apuntó sin miedo, -Si te acercas…


En ese momento, varios disparos de los oficiales impactaron en el metal y en el costado descubierto de Bruce que apenas se pudo sostener. Red Hood intentó huir, pero tropezó y cayó sobre la baranda, apenas siendo sostenido por Bruce, que rápidamente se lanzó y lo sujetó.


El hombre jadeaba aterrorizado, -Por… por favor… no me dejes caer.


Bruce hacía fuerza para subirlo, pero el dolor era mucho. La mano del criminal empezó a resbalarse hasta que finalmente, soltó su agarre.


 


 


Al otro lado del país, Barry aprovechó que estaban sacando a los rehenes y entró al Centro. Disimuladamente caminó entre los oficiales, sin ser molestado. El edificio era un complejo enorme, pero sabía exactamente hacia dónde ir. El humo venía del segundo piso, donde estaban los auditorios de música. Fue tranquilamente, hasta que escuchó la voz de Charles. No entendió que decía, así que caminó hacia la tercera puerta después de las escaleras. Entonces su piel se erizó al escuchar un grito de su padre adoptivo. En ese momento no lo pensó, corrió hacia la puerta. Al llegar se quedó sin aliento al ver una figura extraña, de color amarillento, con una serie de rayos que lo rodeaban. Charles estaba en el suelo, con una herida en el pecho. La criatura volvió a ver al rubio.


-¿Qué? ¿Qué eres?... ¡¿Qué le hiciste?!


-Aún no es tu momento, amigo –le respondió con una voz fría.


Entonces, como una ráfaga, la criatura fue hacia Barry sin que él pudiese reaccionar. Apenas lo roso, pero eso hizo que el joven saliera volando hasta chocar contra la pared y caer inconsciente.


 


Ya era de noche. Hal dejó a sus amigos y familia atrás. Necesitaba estar solo. Fue hacia la bahía y caminó hasta llegar al final del puente. La brisa del mar era muy fuerte y frío, así que metió sus manos en sus bolsillos de su jacket, pero sintió nuevamente aquel anillo. Lo sacó y lo miró curioso.


Recordó aquellas palabras que tanto lo confundieron…


”Miedo… puedo sentirlo… Hal Jordan. Pero voluntad… tienes mucha… Lo harás bien, Hal Jordan”


¿Voluntad?, se dijo con una mueca. Volvió a revisar la frase que tenía gravada, y esta vez, la leyó en voz alta…


    En el día más claro, en la noche más oscura,


    la maldad no escapará a mi vista!


    Que aquellos que realizan la labor del mal,


    teman a mi poder... ¡la luz de Linterna Verde!


En ese momento, el anillo empezó a brillar y a flotar en frente suyo. Hal caminó hacia atrás sin saber qué hacer, mientras la luz se hizo más y más intensa, hasta cubrirlo todo alrededor. Cuando se disipó, el puente con vista al mar, estaba completamente vacío.


 


Mientras que esos tres hombres estaban cara a cara con su destino, Clark estaba en una zona perdida e inexplorada del Ártico. “Busca el frío”, fueron las palabras de ese hombre del holograma de la nave que lo trajo a la Tierra. Sacó de su maletín los tres cristales. No habían cambiado a pesar de estar en contacto con el ambiente frío. Suspiró frustrado, y sin saber que más hacer, lanzó con rabia los objetos lejos. Iba a alzar vuelo, cuando se escuchó un estruendo. Clark volvió a ver al horizonte, y miró sorprendido como el entorno, poco a poco, iba cambiando, frente a sus propios ojos.

Notas finales:

Hola a todos. Lamento mi ausencia por tanto tiempo. Mi salud me ha hecho pasar una terrible pasada. Me duele no poder actualizar con mayor frecuencia, espero que entiendan que es algo fuera de mi alcance.

Haré lo posible por actualizar pronto las otras historias. Les mando a todos un abrazo.


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