Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todo por una entrevista por chrome schiffer

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, no hay mucho que decir xD

Solamente que lo de la entrevista es un hecho verídico, algo que pasó en el 2009 donde Bushido (rapero alemán) dijo esas mismas palabras dirigidas a Bill Kaulitz (vocalista del grupo Tokio Hotel) Algo que despertó conmosión, sin duda, pero que tomé para este shot que espero les guste nwn

 

Notas del capitulo:

:D

Aomine sabía que estar en entrevistas con “x” y “y” programas de variedades, de farándula, hasta en noticieros, con muchos de estos espacios para que la gente en general se distraiga y entretenga; era algo que siendo prácticamente un novato en lo que al modelaje se refería, tenía que hacer sí o sí; eso claro si quería que su carrera de hasta ahora escasos diez meses, subiera más de lo que ya había hecho. Necesitaba aparecerse y hablar de su vida, de lo que le gusta y de lo que no, de su vida sentimental, algo que nunca, absolutamente nunca dejaban de preguntarle y muchos temas más, unos donde hablaba con la verdad, otros donde sencillamente, no.

 

No es que pudiera tener mucha privacidad con la vida que había escogido hace tan solo diez meses, siendo fuertemente influenciado y coaccionado por su mejor amiga y en el momento, manager, además. Pero, pensaba que omitir decir algunas cosas lo mantendrían con una mínima vida privada, tal vez ilusoria al final, pero le gustaba pensar que algo mantenía para él mismo y así estaba bien.

 

Al principio no había sido fácil, pero estaba escaso de dinero, mucho y bueno, después de la insistencia por bastante más tiempo del que hubiera querido, su amiga pelirosa lo convenció de lo que para él era una total estupidez y una rotunda locura. Es decir, ¿él, modelo? Ni en sus más absurdos sueños lo habría podido llegar a imaginar. Pero después de presentarse a una agencia más que reconocida en ese mundo de los cuerpos y rostros perfectos, y ante la incredulidad de ser aceptado, toda su vida había dado un giro de ciento ochenta grados, un cambio que había traído beneficios a un chico de apenas diecinueve años. Obtuvo muchísimos beneficios no lo negaba, pero esa nueva vida también había traído consigo varias cosas fastidiosas, cansantes, molestas; como por ejemplo, las mencionadas entrevistas.

 

Por lo tanto, la cara de disimulado hastío que había tenido durante toda la entrevista de ese día, no era de extrañar; a pesar de estar entretenido con el par de muy malditamente bien puestos y exuberantes senos que tenía en frente. Pero por encima de eso, no había algo que tomara por completo su total atención, y en su mente se encontró pensando que seguramente con un par de frases o sencillamente con una mirada significativa, lograría conseguir un polvo con la entrevistadora; por lo menos que algo bueno saliera de todo ese circo ¿no? Mas al momento de escuchar aquel nombre, su atención se enfocó no en el par de melones en frente, sino en los ojos azules de la mujer.

 

--¿Qué piensas de Kise Ryouta?- había preguntado la muy arreglada y bien puesta presentadora del programa de novedades, a un ahora, muy sonriente, aunque todavía, despreocupado moreno. --no es un secreto para nadie que él es una muy fuerte competencia para ti, Aomine-kun-- aseguró. --Kise-kun es podría decirse el consentido en la industria, después de todo él comenzó con su carrera a los dieciséis, teniendo ahora tres muy sustanciosos años a cuestas. Es el modelo más solicitado y la competencia entre ambos es evidente.-- dijo, sonriendo a la audiencia y volviendo su mirada al sexy moreno frente a ella. --no obstante, tanto él como tú, han sido un total boom que estamos seguros seguirán complaciéndonos con su espectacular trabajo-- afirmó, batiendo sus pestañas en un discreto acto de coquetería que Aomine captó al instante. Cerró sus ojos a la vez que bufaba medio divertido, medio aburrido; al final no tendría que hacer nada para llevársela a la cama, estaba claro que ella estaba más que dispuesta. Pero apartó ese pensamiento sin importancia, para centrarse en lo que le preguntaban y así contestar. --entonces, ¿cuál es tu apreciación acerca de él? ¿Lo consideras un enemigo, una amenaza para ti?

 

--Kise Ryouta…-- ese nombre salió de los labios del entrevistado con voz cantarina y con clarísima diversión, no mostrando mayor incomodidad ante lo que claramente había sugerido la mujer. --de su fama y reputación no hay nada que discutir-- el ojiazul batió una de sus manos de un lado al otro con descuido, dejando claro que ese tema no le importaba, puesto que era bien sabido de la enorme popularidad y la muy sustanciosa cuenta bancaria que la carrera que el rubio modelo tenía a cuestas. --es alguien que respeto, hace bien su trabajo y por eso su claro éxito. Sin embargo…-- la sonrisa que el de ojos zafiro tenía en sus labios se amplió muchísimo cuando pronunció las siguientes palabras: --me gustaría tenerlo practicándome sexo oral.

 

La frase dejó fríos tanto a la entrevistadora como a los espectadores que se encontraban en el plató donde se estaba realizando la entrevista. No sabían a ciencia cierta si dicha declaración era verdad o simplemente una mala broma; otra más de tantas debido al para nada desconocido rumor que rondaba al rubio modelo, donde se aseguraba que era homosexual. Una afirmación incierta que si se era fiel a la verdad, no tenía ningún fundamento sólido que lo hiciera irrefutable, pero una afirmación que si bien era mucho más que molesta para el modelo, era algo que a la prensa amarillista le agregaba algo sin duda, y eso era la satisfacción constante de estar rajando de alguien, agregaba el regocijo que sentían los medios de tomar una celebridad y hacer de su vida un completo chisme, como si con tan solo su excelente trabajo tanto en las pasarelas como en los sets de fotografía, simplemente no fuera suficiente.

 

Mas al Aomine ver la conmoción que su afirmación había provocado, soltó una pequeña carcajada que pareció aligerar el ambiente y lo que logró en los espectadores tanto del mismísimo lugar como en los que veían desde detrás de sus pantalla de televisión, la certeza de que lo que había dicho el moreno modelo en ascenso, había sido simplemente una broma.

 

La entrevista terminó sin mucho contratiempo al cabo de treinta minutos después, donde el ojiazul salió rumbo al camerino provisional que tenían reservado para él mientras que estuviera en las instalaciones de dicha televisora.

 

--¡¿A ti es que se te soltó un tornillo, Aomine Daiki?!-- y desde luego, ser recibido con la “cálida” bienvenida de su manager, Momoi Satsuki, no fue lo mejor, pero lo soportaría, o mejor dicho, la ignoraría como solía hacerlo la mayoría de las veces.

 

--No hagas tanto drama, Satsuki. Fue una simple broma sin importancia-- se excusó sin mucho ánimo el más alto del lugar, mientras se hurgaba el oído izquierdo con expresión desinteresada.

 

--Pues tu “broma sin importancia”-- la pelirrosa pronunció con evidente sarcasmo aquello, a la vez que se acercaba y con la perfecta uña pintada de su dedo índice derecho, picaba una y otra vez el trabajado pecho de su representado. --me va a costar otra incómoda conversación con el agente de Kise-kun. Otra de tantas otras que no tendría que realizar si no te hubieras puesto a abrir la bocota esa que tienes, tch…-- la mujer se frotó el tabique con justa razón, puesto que esa no sería la primera vez que Aomine decía algo alusivo a Kise, pero si era la primera vez en que las al parecer de Daiki, inofensivas declaraciones, dejaban en claro el contexto sexual y que por supuesto, tocaban ese tema que era tan rumorado por todos: el que Kise Ryouta es gay.

 

--No te alteres, mujer. Seguro ya deben estar más que acostumbrados a comentarios como el que hice y no se van a poner a darle importancia demás, sólo es uno más de tantos-- comentó con voz monótona, pero con clara diversión en toda su tez morena.

 

--Aomine-kun, de verdad debes medirte con Kise-kun-- dijo esta vez más calmada al parecer. --Kasamatsu-san me ha preguntado si es que tienes algún problema con su representado y no quiero pensar que es de esa manera.

 

--¿Qué? No, por supuesto que no-- se rió como si la más pequeña hubiera dicho algún chiste en extremo gracioso, y la verdad sea dicha, para Aomine no era del todo así. Se podría decir algo así como que buscaba llamar la atención, más exactamente, llamar la atención del sensual modelo rubio. --Simplemente lo encuentro… divertido, nada más-- agregó, a la vez que se acercaba y acariciaba el cabello de la coronilla de su amiga-manager.

 

--Solo… solo no lo hagas más. Dame un respiro, por favor-- pidió hasta divertida, antes de abrazarlo fuerte, abrazo que fue correspondido, aunque no por mucho tiempo.

 

--No prometo nada y nos vemos en la noche, voy a ver a la entrevistadora-- el moreno le guiñó un ojo y la ojirosa solo negó con la cabeza, su amigo era un caso perdido, era un mujeriego sin remedio.

 

--Ya te veré cuando dejes a alguna embarazada, ya te veré, tonto-- bromeó la mujer, pues bien sabía lo extremadamente cuidadoso que era aquel en ese aspecto.

 

--¡Eso nunca! ¡Búscate mejor un hijo propio y no me jodas con eso!-- soltó el hombre instantes antes de perderse de vista, sonriendo y negando con la cabeza ante la posibilidad.

 

.

.

 

--Es un imbécil, un cretino con todas las letras-- decía un muy malhumorado pelinegro, que miraba hasta con indignación la pantalla plasma hasta donde hace escasos minutos veía junto al rubio a su lado, la entrevista del imbécil cretino, alias Aomine Daiki.

 

--No te lo tomes a pecho, Kazunari. No es la primera vez que ese idiota ataca a Kise, después de todo-- acotó el tercero presente en el lugar, intentando no expresar lo que en verdad tenía atorado en la garganta, que no eran más que unos buenos insultos al ganguro ese. Pero hacerlo, sería hacer el asunto más grande de lo que ya lo estaba haciendo Takao y eso no sería nada bueno para un Kise que se veía demasiado ensimismado para ser normal.

 

--¡Pero Tatsuya! ¡¿Acaso no lo escuchaste?! ¡Dijo ante todo el jodido mundo que quería que Kise-chan le chupara las pel--

 

--Sé que fue lo que dijo, idiota-- cortó de inmediato el del lunar con voz grave y un poco exasperada, antes que su expresivo compañero y amigo terminara de cagarla. --pero a palabras necias, oídos sordos. Eso hace Kise, ¿verdad?-- la pregunta iba evidentemente al rubio, quien parecía ensimismado en sus pensamientos, algo que a ambos pelinegros en el lugar no les sentó para nada bien. Pues no por nada eran amigos de aquel y conocían de sobra su temperamento y personalidad, lo que los había hecho pensar que como las veces anteriores en el que el moreno había hablado sobre él, iba a explotar, a hacer berrinche y a maldecirlo hasta que se cansara; algo que esta vez no pasó.

 

--…¿Eh?... sí, no tiene importancia-- declaró el rubio al salir de sus pensamientos. Pero al percatarse que su respuesta no había sido lo suficientemente convincente, se levantó del sofá en el que se encontraba y con ambos brazos cruzados en su inmaculado pecho, además de un puchero en los labios, declaró. --Pero es la última vez que lo hace, ¡la próxima vez me conocerá y no le gustará para nada!- y dicho aquello, salió del lugar rumbo a su habitación con su pecho oprimiéndole con rabia y dolor a partes iguales.

 

--Eres un bocón, estúpido. Sabes que a Kise le gusta el idiota ese y no sé cómo es posible eso con lo imbécil que es-- bufó el del lunar, mientras tomaba asiento en el sofá junto a un Takao que hacía morritos ante la reprimenda del otro.

 

--Bueno, en eso no te discuto nada. Pero ya vez, el amor es así, Kise-chan se enamoró de un completo cretino y yo, bueno, me enamoré de ti, así y mujeriego como eres-- declaró con una sonrisa en sus labios, antes de unirlos a los del pelinegro enfrente, quien lo alzó y colocó a horcadas sobre sus piernas en una posición más que comprometedora.

 

--Sigue diciendo esas cosas y me pensaré muy en serio en volver a lo que era antes-- amenazó a su pareja, a la vez que apresaba sus nalgas. Pero Takao quien al escuchar aquello frunció su ceño y con una mordida al cuello en frente, dejó claro que eso no pasaría, primero muerto dejaría que Himuro fuera el mismo perro de antes. Ahora lo tenía a él y no necesitaba nada más, algo que el del lunar afirmaría sin dudar.

 

Ya en su cuarto, el rubio de diecinueve años se decía que estaba acostumbrado. Pero eso no quitaba que cada frase despectiva hacia él no le doliera ni lo hiriera y más porque todas ellas, al menos la mayoría iban con una clara burla a su persona, a su integridad, tal cual como la que había hecho ese cretino hace nada.

 

Tener una cara bonita a Kise no le había traído buenas cosas. Desde siempre había sido tachado de chupapollas, maricón, y demás palabras despectivas que dejaban en claro el rechazo hacia él. Pero a pesar de todo, no se venía abajo, aun cuando más de una vez había recibido una buena paliza. En vez de echarse a la pena en ese entonces, se inscribió a un gimnasio y se ejercitó, logrando el cuerpo escultural que tenía ahora y con el que se ganaba la vida; sacó músculos donde antes no los tenía y aprendió a defenderse sin temor alguno; mas contra la prensa no se podía luchar con los puños, solo le quedaba hacer su trabajo y no dar pie a suposiciones que era mejor que los demás pensaran eran erróneas.

 

--Algo que no funciona del todo…-- murmuró, sentado sobre su amplia y muy cómoda cama. Aun sin dar pie a especulaciones, las había por doquier y no quería pensar sobre eso, aunque era muy difícil, mucho, sobre todo cuando alguien que había llegado a gustarle tantísimo como Aomine Daiki, aparecía cada tanto diciendo cualquier barrabosada, como si no fuera suficiente con los medios de comunicación.

 

Suspiró, de nada le servía lamentarse, y menos cuando en un par de días tendría que asistir a aquella fiesta en donde lo más seguro era que saliera con patrocinio de aquella reconocida marca de ropa sport que seguramente catapultaría todavía más su carrera. El problema era que allí también estaba citado el cretino aquel, maldita sea la hora en que se le había cruzado en el camino. Aunque con la certeza de que lo que tenía que hacer era evitar a toda costa al moreno, pensaba que todo estaría bien y que esa noche sería como tantas otras a la que había asistido antes.

 

Pero el destino es caprichoso y quizá, no pudiera evitarlo como se había mentalizado.

.

.

.

Esa noche, dos noches después de la entrevista, todo iba más que bien para ambos modelos. Tanto Kise como Aomine se la pasaron de aquí para allá, siendo el rubio quien disfrutara más de lo que el mundo del modelaje le ofrecía. Él era alguien quien en verdad, a pesar de todo, le apasionaba lo que hacía, amaba a lo que se dedicaba y por ello mismo se esforzaba y daba todo de sí para que su trabajo fuera más que excelente, daba opciones y era muy versátil, siendo algo que los fotógrafos y diseñadores que trabajaban con él, apreciaban en demasía, ya que no todos eran así, por ejemplo, Aomine. Por ello mismo, temía a las represalias que tendría su carrera si es que en efecto se daba a conocer que aquel rumor no era solo eso.  El moreno, por el contrario del ojidorado, hacía su trabajo bien, pero hasta ahí, no hacía más de lo que se le pedía y a pesar de su apatía, quienes trabajaban con él estaban sino felices, por lo menos si satisfechos y aunque al ojiazul eso no le importaba, pensaba que al final eso estaba bien, puesto que lidiar con personas insatisfechas con su trabajo, era algo por demás engorroso y fastidioso.

 

--Ven conmigo, Kise-- Himuro Tatsuya, amigo y compañero de trabajo del rubio, lo guió con disimulo hacia un lugar apartado, previniendo la mujer que venía con micrófono en mano y con un camarógrafo detrás. Lo que menos necesitaba su rubio amigo era preguntas con respecto a lo dicho por el otro modelo, estaba seguro que eso era lo que iba a preguntar y sino comenzaba por eso, seguro terminaría con el mencionado tema.

 

--No pasa nada, Himurocchi. Sé defenderme ¿sabes?-- cuestionó un poco divertido, pero enternecido al ver lo protector que se comportaba el pelinegro, algo que había estado pasando desde hace dos días atrás y eso que no quería pensar en Takao, quien agradecía no estuviera en el lugar o estaba seguro que en cualquier oportunidad golpearía a Aomine, sería capaz de hacerlo, muy capaz y no era algo que quisiera, no quería meter en problemas a su amigo.

 

--Lo sé, sólo quiero evitar que tengas que hacerlo-- se alzó de hombros y caminó hacia la barra que había en el lugar, donde pidió un par de bebidas no muy fuertes para distraerse, algo que no resultó difícil.

.

Las horas pasaron y después de las negociaciones donde ambos modelos resultaron con un contrato más que jugoso, la fiesta dio rienda suelta y campando a sus anchas por el lugar, Aomine ya tenía a su lado un par de bellas modelos que auguraban una noche más que entretenida, mientras por el otro lado, Kise estaba algo, muy… bebido, y aunque no lo demostraba del todo, era así. Pero es que esa noche en el alcohol que se le brindaba con tanta libertad y  sin ningún tapujo, encontró la manera de ahogar un poco todo lo que lo estaba atormentando, sobre todo, escuchar los cuchicheos por aquí y por allá sobre lo que Aomine Daiki, el asno del que estaba enamorado, había dicho sobre él.

 

--¿Es que es… es mucho pedir que dejen de hablar de eso?-- su voz sonaba exasperada frente al espejo del baño en donde se lavaba las manos después de haber desocupado su vejiga. --no, fue hace solo dos días pfff… tendré que aguantarlo por un rato más, ¿no crees?…-- habló a su yo del espejo antes de soltar una carcajada que resonó en las paredes del vacío baño. Suspiró y se arregló un poco el cabello, no podía permitirse salir desaliñado, eso no sería bueno para su imagen. Pero a un par de pasos de la puerta, se encontró con el dueño de su desdicha de los últimos días y frunciendo su ceño al segundo de verlo, intentó pasarle de lado para no darle el gusto de reclamarle por las palabras dichas ante miles de televidentes.

 

--Pero mira a quien tenemos aquí-- canturreó el moreno obstruyéndole el paso con su cuerpo, un poco más amplio y alto que el del rubio. --dime, Kise, ¿cómo has estado?-- diversión era lo que se escuchaba en la voz del más alto y al rubio eso lo exasperó, algo que no era complicado teniendo en cuanta los tragos en su sistema, las habladurías que había tenido que escuchar toda la noche, y como si fuera poco, la exasperante y perfecta sonrisa que tenía el hombre en frente.

 

--No me jodas y… y quítate de mi camino-- espetó con enojo, intentando empujarlo para retirarlo de su lugar. Algo que no pudo ser y se reprendió internamente al sentirse con menos fuerza debido a la influencia alcohólica en su sistema.

 

--Woo, woo, woo, yo que tú cuidaría mis palabras, no vaya a ser que alguien inadecuado escuche tu falta de glamour-- se burló el más alto, sin haberse movido ni un centímetro de su lugar. --deberías ser más amable con un compañero de profesión ¿no te parece?-- sin duda para Aomine era algo más que divertido, eso le quedaba claro a Kise y sinceramente, no tenía ganas ni la paciencia para aguantarlo.

 

--Amable…-- respiró hondo, sentía que su lengua quería trabarse causa de su embriaguez. --amable y una mierda, imbécil. Quítate de mi camino o te quito-- consiguió decir de un tirón, con sus ojos dorados centellando con ira y Aomine sólo podía ver toda la situación más que entretenida… excitante. El rubio frente a él se veía malditamente sexy enojado, aunque el sonrojo en sus pómulos y la leve inestabilidad que notaba, le daba un toque adorable, una mezcla que le hizo relamerse los labios por inercia.

 

--Deja la agresividad, rubia. No veo porqué estás tratándome de manera tan cruel-- se seguía mofando aquel.

 

--No ves porque, dices…-- murmuró Kise frotando sus cienes antes de mirarlo y acercarse a él con aura amenazante. --¿te parece poco lo que dijiste en…-- dijo entre dientes, y antes de terminar la frase, supo que había caído en el juego del más alto, por lo que intentó por todos los medios pasarlo para salir de ahí, algo que no se le permitió, por supuesto.

 

--Ahh~ entonces es eso-- dijo, como si acabara de caer en cuenta de ello. --pero dime, ¿Te gustó lo que dije? ¿No me digas que te lo tomaste a pecho?-- Aomine se acercó al oído ajeno y susurró. -¿Acaso pensaste en hacerlo, quizá?-- Kise en ese momento se quedó tieso, estático de furia y de indignación. Estaba dolido y tan enfurecido que sintió podría ponerse a llorar. Tenía tantas ganas de golpear el rostro frente a él, tantas, que sus manos se cerraron en puños y lastimó sus palmas con sus cortas uñas; eso antes de que un pensamiento que solo asaltó su mente porque estaba borracho, le hizo reconsiderar.

 

--Si… si te digo que sí… ¿estaría mal?-- su voz sonó sedosa, sensual, insinuante, y que su mirada se hubiera conectado con la ajena dejándole en claro que hablaba en serio, hizo al moreno desaparecer la sonrisa que hasta ahora había tenido.

 

Entonces, con la valentía que le dio el ver la sorpresa del más alto, se acercó a aquel pegándose más de lo que se suponía debería hacerlo, pero no pudo evitarlo. Aomine, ese bastardo le gustaba y mucho, más que eso si quería ser completamente sincero consigo mismo. Así que no era un castigo hacer lo que estaba haciendo, no del todo teniendo en cuenta lo patán que había sido aquel desde hace meses.

 

--Cuando dijiste que querías mi boca en tu pene me molesté, pero…-- hizo una pausa a la vez que deslizaba una de sus manos sobre el pecho ajeno, acariciando ese fuerte torso bajo la camisa azul oscuro que traía y que hacía juego con los ojos que no se despegaban de él. --…pero no es algo que estuviera mal para mí si te soy sincero-- susurró, antes de besarle la comisura de los labios. --de hecho… muero de ganas de hacerlo ahora mismo…-- continuaba hablando en murmullos, sin despegar sus ojos miel de los ajenos, mientras bajaba todavía más su mano hasta que logró llegar al borde del pantalón, en donde empezó a desabrochar el botón que los mantenía en su lugar.

 

--¿Qué… qué crees que estás haciendo?-- el titubeo en la voz de Aomine hizo sonreír a Kise, y a pesar de no tener pensado llevar las cosas más lejos, pensó que no estaría mal avanzar un poco más.

 

--¿En serio lo estás preguntando?-- murmuró, robando esta vez un casto beso a los labios ajenos, sintiendo aun en su borrachera, la textura y sabor de éstos y pensando que sería mejor que mañana no se acordara de nada, o la pasaría muy mal pensando en unos labios que no podría volver a tener y que sentía con tan solo ese mero contacto, que tantísimos besos no serían suficientes para satisfacerlo. Algo que sin saberlo realmente, pensaba también el hombre alto frente a él. --dime que no quieres mi boca allá abajo y me detendré-- eso era algo que el rubio pensaba hacer, pero al no escuchar una negativa mientras se agachaba y quedaba de rodillas frente a la bragueta que poco a poco empezó a bajar con sus dientes, continuó con lo que en su cabeza era una locura.

 

Acercó su rostro a la ropa interior de Calvin Klein negra que usaba Aomine y cerrando sus ojos, aspiró el aroma almizclado y varonil que la intimidad de aquel desprendía aún bajo la tela. Rozó su nariz con el bulto que allí se encontraba, subiendo y bajando, dándole mimos… sintiendo que no podría parar, que no quería parar y esperaba que aquel de pie frente a él no lo detuviera tampoco, no cuando estaba tan ansioso de chuparlo como lo estaba.

 

--Kise…-- la respiración de Aomine estaba levemente alterada, Kise lo sentía y eso le hinchó el orgullo que éste había dejado por los suelos hace un par de días, y más lo hizo el ver al momento de bajar la carísima ropa interior, que el moreno estaba semi-erecto, lo que le dejaba claro que eso no le desagradaba, no del todo, por lo menos.

 

--Mira bien, Aominecchi…-- murmuró, dándole un beso con la boca abierta a la cabeza del pene frente a él, sin despegar sus ojos del rostro ajeno. --Míralo y grábatelo en la mente, porque esta será la primera y la última vez que esto pasará-- su boca acunó un poco de la extensión y sintió el claro estremecimiento en el cuerpo contrario, a la vez que en su boca sentía el gusto de la intimidad de Aomine Daiki. --Da gracias a que tu deseo, ese que dijiste en televisión a miles de espectadores… se cumplirá hoy-- concluyó, instantes antes de comenzar a literalmente, comerse el miembro de Aomine en su boca, comenzando con movimientos suaves con su lengua y labios, todo en un armonía que el ojiazul creía era de otro mundo.

 

El ojidorado movía sus labios y lengua entorno a su carne tan precisamente a pesar de estar borracho, que el de tez morena se vio en graves problemas al momento de evitar hacer sonidos delatores; mismos que le valieron mierda una vez sintió que su orgasmo después de varios minutos, estaba cerca. El hombre arrodillado frente a él pasó ahora a succionar el saco cálido y suave que contenía sus testículos mientras una mano nívea y suave, se encargaba de darle placer a su miembro en un sube y baja que le provocó más de un gruñido de satisfacción. Kise volvió a envolver su longitud con la boca después de un instante y sin tener que pensarlo dos veces, sus manos morenas tomaron el suave y sedoso cabello dorado, el cual apretó, manteniendo un agarre firme para comenzar a mover sus caderas, empezando a literalmente follarle la boca. Algo que deseó durara por muchísimo tiempo, ya que estaba alucinado de verse profanar una y otra vez esos labios ahora hinchados y sumamente rojos, en una clara muestra de que lo que estaba haciendo desde hace un tiempo.

 

--Joder, Kise…-- gruñó, teniendo graves problemas para contener las embestidas que daba en la boca ajena, después de todo no quería ahogarlo, a pesar de notar que el de tez de porcelana aguantaba bastante bien sus envites.

 

Pero como lo bueno nunca dura para siempre, el éxtasis llegó a él e hilos de caliente semen terminaron sin impedimento alguno en la garganta ajena, que tragaba con ansia hasta la última gota. Aomine se sentía perdido, pero eufórico y con una sensación de saciedad que nunca antes había sentido. Se había corrido bastante y recuperándose de su reciente orgasmo, no podía despegar la vista del rubio que se ponía de pie y se lamía los labios llevando dentro de su boca cualquier gota blanquecina y espesa que hubiera podido quedar fuera. No pensaba, lo único que quería era devorar esa boca sin contemplación, se encontró deseando probar de los labios cereza la mezcla de sabores que ésta tendría al tener su semen dentro de ella.

 

Por lo tanto, su cuerpo actuó sin pensar y su diestra tomó la nuca ajena para acercarlo a él y concretar ese beso que le estaba haciendo agua la boca, pero no contaba con que la otra parte no lo dejara hacerlo. Kise se resistió y con un ágil movimiento se deshizo del agarre, terminando por alejarse un par de pasos.

 

--Ni lo pienses, eso no entra en el paquete-- sonrió mostrando su perfecta dentadura y después de guiñarle un ojo, salió del lugar sin mirar atrás, sintiendo su cuerpo entero temblar de emoción y miedo, pues lo que acababa de hacer era una insensatez, un completo disparate si se tenía en cuenta que estaban en medio de una fiesta en donde cualquiera pudo haberlos visto y eso con certeza traería muchos problemas, demasiados y sabía que Kasamatsu, su representante, mínimo lo mandaba al hospital de la golpiza que le daría al hacerlo enfrentarse a todo lo que esa acción les traería encima.

 

Pero nada de eso parecía demasiado relevante, ahora temblaba y reía con nerviosismo y emoción. Había hecho algo que quiso de verdad hacer y que aun cuando no fue lo que tenía planeado en un principio, había salido bien, más que bien si es que se ponía a recordar la mirada en el rostro moreno. Aomine Daiki lo deseaba y eso para él representaba un logro, pues ya quería ver el momento en el que aquel se atreviera a hacer algún otro comentario sobre él, las cosas ya no serían tan sencillas, él tenía una prueba clara de que en efecto, no era el único marica en el medio. No había manera alguna de demostrarlo, pero quedaba claro que nadie que fuera totalmente heterosexual dejaría que un hombre se la mamara así porque si, y esperaba que si aquel hombre era consecuente con sus actos, esperaba que no mencionara nada al respecto.

 

Encontró a Himuro y le avisó que quería irse ya, que se sentía mal y sin obtener una negativa, salió de aquel lujoso lugar rumbo al apartamento donde vivía, teniendo su celular tan apretado en su mano que temía tal vez llegar a estropearlo. Pero es que más allá de todo, no podía dejar de pensar en su actuar y en la mirada que recibió durante todo momento por esos ojos azules que sentía lo atraían como a un imán.

 

--Fue un gusto conocerte, Aominecchi…-- murmuró sonriendo, y esperando que la locura de esa noche no tuviera repercusiones.

 

Por otro lado, Aomine se había quedado en el baño, estático y con sentimientos totalmente encontrados. Sentía la gloria que había sido el tener esa boca haciéndole sexo oral, a la vez que sentía la inconformidad al ver su beso rechazado, algo que no le sentó para nada bien.

 

Se arregló su ropa interior y pantalón, pensando que felaciones había recibido y muchas, nunca faltaban las mujeres dispuestas a hacerlo y menos ahora que era alguien conocido y con fama. Podía decirse que comía mucho mejor ahora, modelos, actrices, cantantes, no faltaban piernas abiertas y dispuestas para él cuando quisiera, pero ahora todas esas vaginas, bocas sensuales y cuerpos esbeltos y delicados, era lo menos que rondaba su mente.

 

Aomine juraba que le gustaban como nada las tetas y los coños, pero no mentiría diciendo que Kise Ryouta no le parecía alguien atractivo, bonito… sexy. Aquel rubio de cuerpo atlético y de hermoso rostro llamó su atención desde el primer momento en el que se cruzó con él en uno de los tantos sets de fotografía en donde tuvo que hacer sus trabajos. Lo encandiló y se encontró pensando después de algunos meses si el que se sintiera atraído hacia aquel lo hacía gay o que mierdas, y sinceramente, no era algo que le importara en realidad. Pero, se encontró también pensando en que no eran todos los hombres, era él, era Kise Ryouta quien le atraía tremendamente, y en más de una ocasión utilizó alguna revista donde éste aparecía para hacerse una paja, y no es como si no se hubiera sorprendido en un principio al ver que su pene se erguía sin impedimento alguno al pensar en Kise bajo su cuerpo mientras profería los más sensuales gemidos.

 

No obstante, él era alguien descomplicado y aceptó lo que su mente y cuerpo le decían sin rechistar: Kise le gustaba y sería de puta madre si alguna vez pudiera compartir una noche con él en su cama. Eso claro era lo que pensaba hace un par de meses atrás, cuando solo pensaba con la polla y no con el… ugh, corazón.

 

Por eso mismo, cada vez que podía, hablaba de él, no de la mejor manera, cabe decir. Pues no era para nada un secreto que sus halagos al rubio no se veían como tal, sino como todo lo contrario, de hecho. Pero ¿qué podía hacer? Él era así, no era delicado con las palabras que decía, aunque con las mujeres podría decirse que se contenía un poco.

 

Sentía su mente llena de cosas y simplemente prefirió que lo mejor era retirarse por esa noche, ya encontraría la manera de ver de nuevo a Kise, porque eso no se quedaría así, infiernos que no se quedaría así.

 

.

.

 

Pero lo que no se esperaba Aomine, era que al hablar con Kise una semana después, éste hubiera negado recordar nada que entre ellos pudiera haber pasado. Ahora resulta que el rubio idiota no se acordaba que le había chupado la polla como los dioses y que lo había llevado al orgasmo más placentero de toda su jodida vida. Y lo peor de todo es que aquel parecía huirle como si de la peste se tratara, algo que lo ponía de muy mal humor y no es que pudiera presumir de ser la persona más paciente y comprensiva del mundo.

 

--¡Y una mierda, Satusuki! ¡Me vale lo que piense ese imbécil de Kasamatsu! Quiero una sesión de fotos con Kise y más te vale que la consigas a como dé lugar-- espetó malhumorado. Habían pasado dos meses desde que el incidente del baño había sucedido y ese rubio estaba cada vez más distante y sus provocaciones no parecían funcionar. Así que como medida casi desesperada, obligaba ahora a su mejor amiga y representante a conseguir una sesión conjunta con aquel estúpido que lo tenía loco, loco por sentir de nuevo sus labios sobre su polla, no lo negaba. Pero más allá que eso, era e sentimiento de saberse totalmente y malditamente babeando por los huesos de aquel que se atrevía a ignorarlo y evitarlo tan olímpicamente. Algo que en una sesión de trabajo no podría seguir haciendo.

 

Sabía que deseaba a Kise, eso lo notaría hasta el vecino de la esquina ¡Mierda! Pero se había encontrado pensando en él todos los malditos días, pensando en que su sonrisa era en verdad preciosa y que su voz podría llevarlo al mismísimo infierno sin obtener renuencia alguna. Ahora prestaba a Kise más atención de la que por sí ya le prestaba antes y se había declarado el más gilipollas del planeta por haber permitido enamorarse tan perdidamente. ¿Pero acaso había forma alguna de evitar el enamoramiento? Si decían que sí, mentían.

 

No pretendía imponer sus sentimientos al más bajo, aunque si pudiera, seguro que lo haría. Lo que quería era tener un momento, un mísero momento para poder hablar con aquel hombre, preguntarle porque de su indiferencia y de a sus ojos, huida. Sería lo que siempre había sido y sin temor alguno por prejuicios que para él no tenían sentido, daría a conocer a aquel ojidorado, que estaba enamorado hasta la médula. Ya si era rechazado, no insistiría, porque sabía que así como no se podía evitar enamorarse, así mismo no se podía obligar a alguien a amar. Pero simplemente dar a conocer lo que sentía era algo que seguro le quitaría un gran peso de encima.

.

.

 

La sesión de fotos conjunta se consiguió y se llevaría a cabo sin impedimento alguno, algo que tenía a Kise a punto del colapso.

 

--Ya Kise, deja de dar vueltas que me estás mareando-- el tono fatidiado de su representante le dejaba claro que no era el único en contra de dicha sesión. Pero ante la brutal insistencia de la pelirosa mujer y el pensar que el que ambos estuvieran juntos en una campaña sería algo realmente bueno para sus carreras; fueron razones suficientes para acceder aun sabiendo que a su representado eso no le gustaba, ya que más que representado y representante, eran amigos y después de una semana de la dichosa fiesta, terminó enterándose de la indiscreción del rubio, algo por lo cual se ganó un buen golpe de su parte, por supuesto.

 

Pero más allá de eso, se dio cuenta del trasfondo de todo y esa era la verdadera razón por la cual Kise se negaba rotundamente a estar en el mismo espacio que el moreno. Aomine ponía nervioso a su amigo rubio por razones que ya éste se había encargado de darle a conocer. Así que tan soo podía esperar que todo saliera bien, que Kise pudiera sobrellevarlo.

 

Así pues, sin poderlo evitar por más tiempo, ambos modelos salieron al set en donde la sesión se realizaría, ya arreglados y completamente despampanantes; eso quedaba claro al ver la mirada de más de una de las chicas en el lugar.

 

Ambos estaban vestidos con ropa casual, dejando ver piel por aquí y por allá, pero sin ser vulgar, ni mucho menos. Kise llevaba un sombrero y un reloj bastante caro en su muñeca izquierda, como accesorios; mientras Aomine llevaba unas gafas negras y unas pulseras estilo rockero que completaban su atuendo, haciéndolo parecer el chico rudo de los dos.

 

Las instrucciones fueron dadas y la sesión comenzó, siendo evidente para más de uno que el rubio rehuía al contacto del más alto, así como también era evidente todo lo contrario en el moreno, quien buscaba a toda costa dicho contacto; algo que no pareció molestar a nadie en el lugar.

 

--No te me acerques tanto-- susurró Kise en un momento dado, donde no aguantó más la inminente cercanía ajena.

 

--Solo estoy haciendo mi trabajo-- contestó el otro con su siempre al parecer tatuado rostro de diversión.

 

--No te hagas el gracioso que sé que no es así. Consíguete a alguien a quien incordiar con tu presencia-- murmuró al moreno, intentando no moverse demasiado para que la toma quedara bien. Pero era difícil como el infierno estar tranquilo cuando aquel cuerpo se rozaba con el suyo sin pudor alguno, lo que le hizo preguntarse si acaso Aomine se daba cuenta que estaban recibiendo miradas por demás confusas e interesadas. Curiosas.

 

--Por favor, Kise. Hieres mis sentimientos-- murmuraba también el moreno sin desconcentrarse en la pose que la fotógrafa les pedía hacer. --Quiero que me digas por qué me evades y huyes de mi-- cuestionó entrando de una vez al tema que le interesaba, notando la tensión en el cuerpo ajeno, lo que no sabía si era una buena o mala señal.

 

--Alucinas, idiota. ¿Por qué tendría que estar evadiéndote?-- consiguió contestar el rubio, mientras se colocaban frente a frente y muy cerca, malditamente cerca a su parecer. Conectó su oro con el zafiro y sintió perderse, mas no dejó que el contacto continuara porque desvió la mirada a los pocos segundos, dejando el cuello expuesto, en donde Aomine tuvo que contenerse para no acercarse y dejar una muy notoria marca con sus labios.

 

--Tal vez porque verme te trae recuerdos de esa noche donde tu boca devoró mi pene con tanta ansia y lujuria que…

 

--Cállate-- espetó un poco más alto de lo que hubiera querido, pero el tenue rubor en sus mejillas delataban que en efecto, su mente lo había llevado a ese instante. --No recuerdo nada, ya te lo había dicho antes, no sé porque insistes con lo mismo, otra vez-- Kise lo miraba y Aomine sentía que debía decirlo ahora, soltárselo al rubio o éste nunca daría su brazo a torcer y seguiría negando algo que en ese momento, se dio cuenta era mentira. Kise se acordaba y ya tendría tiempo de averiguar por qué lo ocultaba.

 

--Aomine-kun, muévete y ponte atrás de Kise-kun, por favor-- la fotógrafa les dio las instrucciones y el moreno sin esperar se posicionó donde le habían pedido, colocando ambas manos en la cintura ajena, pegó su fibroso cuerpo a la espalda que tenía en frente y acercó su rostro al oído en que a su disposición había quedado. Después de todo, la mujer no especificó donde colocara sus manos, ni si debía estar alejado del rubio ¿verdad?

 

--Estás muy cerc…

 

--Me gustas, Kise. Es más, estoy enamorado de ti, rubio-- fue el turno esta vez del moreno de cortar la queja que de los labios que ansiaba por besar salía. --No he podido dejar de pensar en ti en ningún maldito momento desde esa noche-- le susurraba en el oído, mientras que movía sus manos fuertes entorno a la cintura entre ellas, otorgando caricias que sentía no eran nada indiferentes para el ojidorado.

 

--¿Qué…? ¿Qué es lo que estás…?-- el rubio parecía en shock, además que su cuerpo temblaba por completo. Pero sacando fuerzas de su interior y gracias a que les pedían cambiar de posición, quedó frente a aquel que decía estar enamorado de él y con su ceño fruncido, murmuró. --Solo eres un jodido pervertido que quiere tenerme de rodillas otra vez, no se trata de nada más que eso-- declaró con enojo, pero además, dolido. Y eso el ojiazul lo notó, lo que le hizo brincar el corazón en el pecho, porque había esperanza, había algo que le decía que su enamoramiento tal vez no era del todo solo suyo.

 

Además claro, que evitó mencionar que Kise se había dejado ahora sí, en evidencia al reconocer de frente que en efecto, si recordaba su encuentro en la fiesta.

 

--No lo niego. Tienes una boca maestra, Kise-- dijo sincero, con una de las comisuras de sus labios en alto. --Pero más allá del deseo que tengo de tenerte bajo mi cuerpo y hacerte mío de todas las maneras posibles, quiero… tsk…-- de verdad que declararse era algo complicado y algo a lo que rotundamente no estaba acostumbrado. --Quiero tu corazón para mí, tus pensamientos, tu alma; no solo tu cuerpo-- aclaró, no sabiendo si estaba siendo lo suficientemente claro con lo que quería expresar. Pero en verdad esperaba que quien lo miraba con los ojos abiertos en asombro y con las mejillas sonrojadas seguramente por su anotación sobre lo que sabía hacer con la boca, lo comprendiera.

 

Mas el silencio que ocupó los siguientes minutos lo estaban poniendo de los nervios. Kise no hablaba, simplemente se había ensimismado sin dejar de moverse tal cual le pedía la fotógrafa, y estaba pensando que al final, iba a tener que salir y pegarse la borrachera del siglo al ser rechazado.

 

--Es imposible-- aunque la afirmación del rubio al instante en el que tomaban las últimas tomas, uno frente al otro, lo sacó de lo que sería un plan de despechado total.

 

--¿Qué es imposible?-- respondió el moreno con algo de impaciencia en su voz.

 

--Esto que dices, no funcionaría… nuestras carreras… todo lo que hemos conseguido se estropearía y…

 

--Un momento, un momento-- cortó el moreno. –¿Me estás diciendo que estás pensando en verdad en un nosotros?-- su voz sonaba a incredulidad mezclada con regocijo. --¿me estás diciendo que  sientes lo mismo que yo?

 

--Eso no es… es decir, si pero no-- el rostro de Kise era un total poema. Las orbes doradas no se mantenían quietas y bailaban de un lado al otro sin detenerse en el hombre en frente, además de tener las mejillas coloreadas de carmín y su cuerpo con un leve temblor.

 

--A ver, a ver. Mírame por favor y dime ¿sientes lo mismo por mí?-- Aomine pensaba que no era necesaria una respuesta por parte del más bajo, pero al segundo desechó la idea; quería, deseaba escuchar a esos labios decirlo, confesársele también.

 

--Yo… sí. Estoy enamorado de ti, Aominecchi-- declaró el rubio y el moreno sin querer ni poder retenerse, se acercó dispuesto a reclamar esos labios con los que había soñado más veces de las que estaba dispuesto a admitir. Pero como si fuera un deja vú, el rubio lo detuvo.

 

--¿Qué…

 

--¿Se puede saber que pretendes, idiota?- reclamaba un algo sobresaltado rubio. Mirando a todos lados con rapidez, a lo que el ojiazul supuso era temor por si alguien pudiera llegar a verlos, algo que era hasta estúpido, pues tenían a más de una veintena de pares de ojos sobre ellos por la sesión fotográfica.

 

--Quiero besarte y eso es lo que pienso hacer-- declaró dominante. --y si los estorbos alrededor quieren mirar, pues que disfruten del espectáculo y ya. No voy a contenerme por lo que puedan pensar o no de mí-- se estaba frustrando y en ese momento solo pensaba con la urgencia que tenía por besar a su ahora novio, a su pareja, porque eso era Kise Ryouta desde hace pocos segundos.

 

--Nos traerá problemas, Aominecchi-- Kise sonaba nervioso.

 

--¿No quieres que te bese? ¿Es eso?-- contraatacó el moreno.

 

--¡Por supuesto que quiero!-- respondió sin pensar el rubio, lo que llamó la atención de quienes no estaban pendientes de ellos. Pero más que eso, logró en su ahora novio una sonrisa de satisfacción que precedió a un gruñido de excitación que culminó con sus labios siendo besados de manera demandante, profunda, casi asfixiante. Beso que por supuesto, Kise no rechazó, sino que envolvió sus brazos alrededor del cuello ajeno mientras Aomine lo apresaba por la cintura con posesión, mientras ambos degustaban por primera vez el sabor de la boca ajena, mientras jugaban a dominar y ser dominado dentro del beso, sintiendo que todo alrededor había dejado de existir. Eso hasta que tuvieron que romper el beso por falta de aire, donde se miraron, se sonrieron el uno al otro y volvieron a besarse esta vez más suavemente.

 

--Ya lidiaremos con todo después, después…-- murmuró el moreno.

 

Ni siquiera se habían dado cuenta que la sesión fotográfica se había terminado y que todos, absolutamente todos vieron ese beso que no solo a los implicados dejó sin aire, pues más de uno en el set necesitó una bocanada de aire ante ese beso que fue tan apasionado y arrollador.

 

Tuvieron problemas, eso no se podía evitar. Kise fue golpeado por Kasamatsu, y Aomine también por su pequeña representante, pero luego de eso y de una reunión con ambas partes, decidieron hacer su relación pública y que pasara lo que tuviera que pasar.

 

Cabe mencionar que también el moreno pidió disculpas primero en privado a su sexy novio rubio, al terminar la sesión. Pidió perdón tanto a Kise en persona como en una rueda de prensa que convocó. Pidió excusas por su comportamiento estúpido y patán, y al ver Kise que era sincero, no fue muy difícil otorgarle su perdón, aunque claro, un mes sin poder consumar su pasión entre las sábanas, fue un castigo lo suficientemente duro para el moreno, también para Kise, por supuesto, pero el ojiazul se lo merecía, y hubiera durado más el castigo si el de tez blanca hubiera resistido más. Porque Aomine podía ser de todo, pero sabía que la había cagado al haber puesto en la mira de los medios amarillistas al rubio, entonces aceptó la resolución de aquel a no intimar.

 

Mas luego de ese mes tan largo para ambos, la noche les quedó corta para amarse con toda la pasión, lujuria y amor que se profesaban el uno al otro.

 

Se habían preparado para conseguir una nueva forma de ganarse la vida, pero sorprendentemente, su relación no se tomó tan mal como lo habían imaginado, y a pesar de haber tenido uno que otro inconveniente, todo parecía marchar justo como antes si no es que mejor.

 

Y bueno, con ya cinco años de relación, ambos, moreno y rubio, estaban más que felices con su vida, felices porque una frase en una entrevista y una indiscreción en el baño de un club lujoso, fueron detonantes para que sus caminos que estaban destinados en estar juntos, se cruzaran al fin.

 

THE END

 

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, muchas gracias por leer nwn y espero haya gustado y entretenido por lo menos un rato ewe

Si se animan a comentar para hacerme saber su opinión, gracias de antemano también xD

Hasta después~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).