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Advertencia. por marichuy

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Narradora
Guardaban el tesoro más preciado del mundo a través del contacto visual, algo que no querían que nadie viera para no faltarle al respeto a ese nuevo sentimiento que eventualmente emergía con una velocidad increíble. Sus alientos comenzaban a entremezclarse, sus labios se acariciaban dulcemente, no querían romper el momento, unas manos recorrían la cintura de uno mientras otras se aferraban a la espalda del otro, entre más entrelazaban sus cuerpos más doloroso y placentero resultaba, la adrenalina recorriendo cada una de sus venas los transportaba poco a poco a un espacio libre de todo, por primera vez experimentaron una conexión que jamás habían siquiera pensado. Tradujeron rápida y toscamente lo que sus cuerpos trataban de expresar. Se pertenecían. Su hilo rojo del destino los llamaba con una fuerza indescriptible, hicieron caso al llamado sin ninguna excusa más. No lo notaron mucho menos escucharon, pero justo en el momento en que sus pupilas cruzaron, justo en ese momento, sus corazones latieron al unísono, sincronizándose como si fuesen uno solo. Sin embargo, para ambos fue como quedarse sin pulso pareciendo que morían y a la vez renacían, siendo conscientes de la conexión que tenían, respondiendo a todo lo contrario a lo que la gente normal diría, era algo que no podían deshacer, algo indestructible. Sus más absurdos pensamientos tuvieron sentido, cada noche en vela, cada caricia, besos, peleas, sonrisas; todo tuvo sentido. La fiereza egocéntrica de su personalidad les dio valor para admitir que la sensación que experimentaban por más estereotipada que estuviera, por más vulgar o absurdo que fuera para un sentimiento tan grande, esa maldita y bendita sensación era amor…
La lujuria que los unió se fue trasformando. No podían esconderlo, se amaban más que nada en el mundo, se amarían después de la muerte, se buscarían entre las penumbras o sombras del lugar en el que estuvieran para encontrarse. Y si en otra vida se encontraran volverían a sucumbir al extraordinario amor que se tenían el uno al otro, porque era lo único que los dos poseían.
- Te amo- Aseguro el rubio.
- Te amo- Reafirmo el azabache.
Y al mismo tiempo despertaron.
*Naruto
Eran las 2 de la mañana cuando desperté, poco a poco reconocí el lugar donde estaba, mi vieja habitación, me levante confuso no recordaba mi sueño pero había sido intenso, el sudor me escurrió por la mejilla, vaya que sí fue demasiado intenso, hasta las manos me temblaban. Un ruido en la cocina llamo mi atención, supuse que era mi padre recordándome aquellos tiempos en donde el, Ino y yo nos levantábamos en la madrugada a comer las chucherías que mamá no nos dejaba ingerir en el día. Teníamos un cajón secreto en la alacena, que por suerte mi madre no había notado. Recuerdo que Ino lo había diseñado, yo lo había construido y mi padre obviamente lo había financiado, era un secreto de los tres, supongo que nunca sospecho, fuimos sigilosos. Llegue a la cocina.
Era Sasuke, lo espié. Fue divertido o eso creí.
Se movía desesperado por la cocina, llevaba una bolsa de carne congelada en la cara pero no vi ningún golpe, parecía que hablaba consigo mismo, en algún momento el frio de la carne dejo de hacer efecto porque vi su rubor por el reflejo de la luz que entraba por la ventana, parecía un tomate, estaba asustado, no, parecía nervioso por algo. Se recargo en el desayunador apenas note el plato que había tomado, comenzó a darse golpes en la cabeza, parecía ya desesperado, lo que sea que pensara lo estaba matando, se veía gracioso.
*Sasuke
Necesitaba enfriar mi cabeza, ese sueño era una estupidez bastante intensa, fui al refrigerador y tome lo primero que vi del congelador, pero el maldito frio parecía no hacer efecto alguno, el calor en mis mejillas se esparció por toda mi cara, trate calmarme caminado alrededor de la cocina, no pude, tome el plato que estaba en uno de los cajones, era demasiado vergonzoso. Termine en el desayunador pero una risita me saco de mis pensamientos.
- ¿Qué tienes pareces loquito?- Apareció de la nada.
- Na…ruto- me asuste.
Me miraba curioso, yo ni a los ojos pude verlo.
- ¿Qué sucede?- Se sacudió su rubio y alborotado cabello. Demasiado seductor, tenía que huir de ahí.
- Nada que te interese, mejor ve a dormir- Me fui directo a mi habitación.
Narradora
El Uzumaki se quedó intranquilo, algo le pasaba a Sasuke, quiso hacer caso omiso a la sensación de incomodidad que surgía, ese chico lo iba a volver loco al paso que iba.
Deambulo por la sala intentando recordar el sueño que había tenido. Perdió la noción del tiempo; su padre lo había estado vigilando minutos atrás esperando a que se diera cuenta de su presencia, tuvo que carraspear para que Naruto lo notara.
- ¿Qué sucede Naruto?- Minato tomo asiento a lado de él.
- Nada supongo solo fue un sueño muy raro que no puedo recordar- confeso.
- Tengo la creencia que esos sueños son los que se hacen realidad- Suspiro insatisfecho por lo que le tenía que decir.
- ¿Qué te sucede a ti papá?- Cuestiono Naruto.
- Hijo hay algo que debo decirte, pero quiero que mantengas la calma- Se miraron cerrando un trato.
- Okay- Acepto.
- Hinata salió de la cárcel- Soltó- Los motivos sobran, ella te ha estado siguiendo la pista todo este tiempo, por eso te obligamos a regresar, no podemos tomar riesgos- Busco desesperadamente la mirada de su hijo.
- ¿Por qué no me lo dijeron antes?- Sus puños estaban cerrados con furia contenida.
- No podíamos contactarte, te aislaste de todos, si no es por Fugaku no te habríamos encontrado- El hijo agacho la mirada admitiendo su error.
- Lo siento yo tuve algunos problemas- Dijo con voz apenas audible.
- Lo se hijo, Neji nos contó- Abrazo a su hijo comprendiendo que no era fácil.- Te amo hijo, quiero que sepas que lo que elijas hacer te apoyare siempre- Naruto se aferró a su abrazo.
- Gracias papá- Lloriqueo.
Minutos después los tenías preparando ramen a escondidas de Kushina.
- Ya casi estará listo, háblale a tu hermana- Susurro Minato.
- Sí.
Después de un rato Ino, Minato y Naruto comían ramen escondidos debajo del comedor.
- No puedo creer que aun surtes el escondite con golosinas papá- Susurro Ino.
- Tu madre es muy estricta en la dieta- Se afligió un poco.
- Genial papá, surtiste bastante bien, como siempre-Lo felicito Naruto antes de engullirse más ramen.
- ¿Recuerdas que llegábamos aquí de puntillas?- Sonrió Ino.
- Como olvidarlo, me sentía un ninja escondido en las sombras-Apenas le entendieron al rubio menor.
- He extrañado comer con mis pequeños hijos- Abiertamente Minato sonrió.
- Pues tendrás que comprar el doble de lo que ahora porque tus pequeños hijos comen más- Le correspondió con la misma alegría su hija.
- Estoy de acuerdo con la insoportable- Logro hablar Naruto.
Los tres se rieron lo más bajito que pudieron.
*Kushina
Estaban escondidos debajo del comedor como solían hacerlo, ahora las cosas habían cambiado un poco, los tres tenían que estar agachados para no pegar con sus cabezas, Naruto comía mas, y sus voces eran más ruidosas que antes; la sonrisa melancólica de mi esposo me contagio, creían que no se escuchaban, Naruto como siempre se engullía el ramen como un desesperado, Ino y Minato por su parte comían lento. Recordé años atrás cuando me di cuenta de su pequeño secreto.
Fue una noche antes del aniversario de mis padres, Minato actuaba normal pero yo estaba echa un lio, no sabía que regalares. Me preparo un té para poder dormir, pero no tuvo el efecto que deseaba, en la mitad de la noche desperté, inmediatamente note la ausencia de mi marido, silenciosamente para no despertar a los niños recorrí el pasillo buscando a Minato.
Sorpresa la que me lleve cuando los vi debajo del comedor, comiendo golosina y media. Naruto dejo de engullirse el ramen cuando creyó ver una sombra. Me quede callada, esperando lo que harían después, pero se quedaron tan ensimismados en su charla que no me notaron.
- Hoy un niño de la escuela intento golpearme- Anuncio Naruto- Pero aplique las técnicas que me dijiste-Sonrió mi pequeño hijo de seis años.
- Yo me inscribí en el club de artes, tengo nuevas amigas- Le brillaban los ojos a mi pequeñita.
- Diablos están creciendo muy rápido, pronto tendré nueros- Se burló su Padre- Se darán sus besitos.
- No que asqueroso- Hizo una mueca de asco mi hijo.
- Si asqueroso- Le secundo mi niña.
No tardo mucho para que encontrara su escondite de golosinas, a los cuatro se nos hizo costumbre, ellos debajo del comedor y yo en el pasillo sentada espiándolos. Mis hijos nunca lo sospecharon ni siquiera ahora. Una risita se me escapo, mejor me fui antes de que se dieran cuenta.
*Narradora
Por la mañana Ino, Kushina y Mikoto preparaban los desayunos muy felices.
- Sería bueno organizar una fiesta de Halloween- Propuso Ino
- Sería algo peligroso- Analizo Mikoto.
- Bueno si hacemos una lista pequeña de invitados seria seguro- Propuso Kushina.
- ¿Pequeña?- Enarco las cejas Mikoto.
- No se diga más, habrá fiesta de Halloween- Dio saltitos Ino…

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