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From now on por Brarroque

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Notas del capitulo:

Notas iniciales: ¡Aún es 25 aquí! así que cuenta como fic de regalo para Jou.

O capítulo- pero, simplemente quería actualizar en esta fecha.

Pero me distraje mucho esperando que llegara un deck blue eyes que pedí, porque soy una nerd y con mi semestre siendo una tontería tengo que ver cómo llenar mis huecos /sobs.

 

a66;

Seto nunca había parecido un tipo romántico.

En realidad, Katsuya estaba casi seguro de que Seto era incapaz del romance. No estaba mal, se había hecho a la idea hacía mucho, y él mismo no se esforzaba mucho por llevar rosas o cosas dulces a su relación.

Así que realmente no había esperado mucho para la ceremonia de su boda, o de lo que siguiera.

No había estado muy equivocado, la ceremonia había sido pequeña y corta. Únicamente sus amigos y un juez que había llegado para legalizar los papeles.

Yugi había sido su padrino, mientras que Mokuba el de Seto.

Honda había llevado a Shizuka como pareja. Katsuya antes hubiera hecho hígado cada vez que su amigo insinuara siquiera que tenía intenciones románticas para con su hermana, pero ahora- dejando un poco de lado su gigantesca tozudez – agradecía que fuera un chico así de honorable y fiel quien su hermana hubiera elegido como novio.

 Tomaron infinidad de fotos, Seto de alguna manera había logrado sonreír para todas. No como en la foto que decoraba el colgante del cuello de Mokuba, pero para Katsuya era una sonrisa bonita.

Fubuki usó un pequeño trajecito, a petición de Seto. Katsuya sólo pudo rodar los ojos diciendo que su hijo no tenía que usar tremenda parafernalia aún en la ocasión. Seto únicamente ele dijo que se callara y siguiera la corriente.

Katsuya bufó en exasperación, pero terminó accediendo. Y- riendo a carcajadas cuando el pequeño niño terminó llenando el caro traje que había sido hecho a la medida con pastel de bodas.

Mokuba se había ofrecido para poder cuidar a su sobrino, y aunque Seto hubiera parecido reticente al inicio. Katsuya terminó convenciéndolo.

—Gezz, Seto, pareces una madre primeriza.

Habría bromeado, mientras se acomodaba en el asiento del avión privado que su esposo había preparado. No sabía a dónde se supone que iban, o cuánto tiempo estarían allí.

Pero Seto era un hombre ocupado, con pasar un par de horas con él, Katsuya ya se sentía satisfecho.

Seto le regaló una mirada punzante, mientras fruncía el ceño.

—No digas tonterías, Katsuya.

Dijo, aunque tenía un ligero sonrojo pintado en la cara.

Habían llamado de Fubuki y Mokuba por video llamada desde el avión, encontrándose con el rostro lleno de comida del muchacho y la sonrisa amplia de su hijo.

Isono desde el fondo se mostraba nervioso, llevando un par de toallas en mano y una expresión divertida en la cara.

El ceño fruncido de Seto se había desvanecido un poco, haciendo que Katsuya soltara una nueva risa, esta vez de gozo.

Katsuya pensaba que no importaba si no podían pasar mucho tiempo juntos, o si la luna de miel no iba a ser la más romántica del mundo. Mientras estuviera con Seto, todo estaría bien.

Sin embargo, Katsuya no había esperado que Seto hubiera organizado un larguísimo viaje de dos semanas a Kyoto, no llamadas y no negocios.

Sólo ellos dos.

Oh, vaya que Katsuya había sabido cómo agradecer. Seto se había podido deleitar escuchando sus gemidos, mientras ahogaba los suyos propios mientras se hundía en él, sintiendo las fuertes piernas de Katsuya enrollándose en su cintura.

a66;

 

El enterarse del embarazo de su segundo embarazo, había sido completamente diferente.

Katsuya había pensado que era una manera graciosa del universo de felicitarlo por su cumpleaños.

Sus manos aún temblaban ligeramente mientras revisaba la hoja del laboratorio, mientras mordía su labio con demasiada fuerza. Fubuki, quien con sus dos años le miraba con ojos gigantescos de curiosidad o preocupación, alaba parte de su camisa y le llamaba como podía.

Shizuka, quien le había acompañado a recibir el resultado parecía más que tocada por la noticia, feliz de que tendría otro sobrino o sobrina a quién consentir.

Decírselo a Seto esta vez, también había sido muchísimo más fácil.

Katsuya nunca se cansaría de ver esa extraña chispa de felicidad relampagueando en los ojos de su marido. Fuera por la primera palabra de Fubuki, por la primera vez que el niño había caminado. La primera vez que le había llamado papá-

Y, ahora, al enterarse de que sería uno por segunda vez.

Yugi le había felicitado cuando había ido a visitarle a él y a Athemu. Sugoroku ya se había retirado, dejando al par de jóvenes encargándose del lugar.

Anzu había mandado sus propias felicitaciones, diciendo que le hubiera encantado estar allí en persona, pero que se aseguraría de estar en Japón cuando el bebé naciera. De la misma manera que Otogi, ambos demasiado ocupados con sus propias peripecias en Estados Unidos.

Honda había llorado un poco, mientras Jou le pedía que no hiciera una escena. Pero no podía evitarlo, su mejor amigo estaba construyendo una familia. Aunque no había podido evitar soltar el nombre de Kaiba con un par de bastardos antes, por los viejos tiempos.

 

a66;

A diferencia de Fubuki, Asuka había nacido en el tiempo indicado. Durante todos los exámenes parecía una bebita sana, un tanto malhumorada por las constantes patadas que Katsuya había tenido que aguantar, pero eso no le importaba mucho.

Aun así, cuando al fin había podido tenerla en sus brazos Katsuya había tenido ganas de llorar. La pequeña era perfecta.

Seto acunaba en sus brazos a un muy dormido Fubuki, mientras Katsuya intentaba que Asuka no despertara y volviera a llenar el cuarto de agudísimos gritos de infante.

—Es perfecta…

Susurró Katsuya, muy despacio. Pensando vagamente en la primera vez que había visto a Shizuka cuando la habían traído a casa.

Seto levantó la mirada del rostro de la pequeña, para mirar a su marido por un segundo.

—Aunque admito—dijo mientras reía, quizá porque aún la anestesia no dejaba por completo su cuerpo—Que me hubiera gustado que al menos alguno heredara tus ojos azules.

Y no, definitivamente ese no era un sonrojo. No en el rostro de Seto Kaiba.

—Sé que nunca lo digo pero—y otra pequeña risa—Oh vaya que son preciosos.

—Katsuya—Dijo Seto, levantándose de su lugar y apartando un par de mechones del rostro del otro muchacho—Silencio.

Porque Seto Kaiba no era ducho en el arte de regalar cumplidos, y quizá nunca lo fuera. Y puede que estuviera más que acostumbrado a escuchar zalamerías de desconocidos, pero cuando venían de Katsuya era completamente diferente.

— ¿Sólo descansa, sí?

Katsuya sonrió, asintiendo con la cabeza.

—Claro…

Y, aún contra sus muy arraigados instintos que parecían tener animadversión por las muestras de cariño como aquella, Seto se acercó, dejando un pequeño beso en la frente de su esposo.

—Gracias por Asuka.

Y esta vez, no había sido un susurro.

 

a66;

Duelo de mounstros se estaba comenzando a convertirse en algo más que una franquicia de juegos. No es que fuera algo sorprendente, pensó Katsuya mientras veía una conferencia de prensa que estaba siendo televisada en vivo desde New York.

En ella, Seto Kaiba y Pegasus Crawford hablaban sobre el nuevo rol que el juego parecía estar tomando en el mundo, de la futura creación de una organización que regulara la liga profesional-Y, más importante, de su posible alianza comercial y la subsecuente fundación de una academia de duelos.

“Y finalmente, la inauguración de la academia de duelos está proyectada para diciembre del próximo año”

Pegasus demostraba lo acostumbrado que estaba a estas cosas, Katsuya sintió un escalofrío bajar por su espina dorsal; podía ser que el hombre hubiera sido de mucha ayuda durante el fiasco del oricalcos, pero aún no terminaba causarle esa clase de reacciones.

“Sr. Kaiba”

Llamó una de las periodistas que habían asistido al panel, al tiempo que una nueva ola de flahses destellaba en la sala.

“¿Habrá más que esperar de la tecnología de Kaiba Corporatio para dicha inauguración?”

Katsuya vio una pequeña sonrisa formarse en el rostro de su marido, de esas que te hacen saber que él está particularmente orgulloso de algo. No es que fuera una sorpresa, pensó mientras él mismo sonreía y trataba de ahogar un bostezo, lanzó una rápida mirada a su reloj de pulsera, casi las cinco y media.

Vaya, pensar que ahora madrugaba sólo para ver al miserable en tv. Kaiba tendría que agradecérselo, como mínimo.

“Claro que sí, en realidad, pensábamos aprovechar esta oportunidad para mostrar el beta del proyecto en el cual mi corporación ha estado trabajando.”

¿Beta? Pff-¡Claro! Katsuya podía llamar a aquello cualquier cosa menos beta, aún faltaban muchísimas cartas en la base de datos y un lector un tanto más avanzado, pero el proyecto en el cual se había imbuido tanto Seto desde el año pasado era ya de por si magnífico.

“Junto a nuestra nueva cadena de academias de duelo, pensamos también lanzar una modificación al sistema de hologramas”

La ola de flashes que le siguió a siguiente declaración duró mucho más que la anterior.

“Solid Vision es el siguiente escalón en la –“

Katsuya ahogó un nuevo bostezo y apagó la Tv, decidiendo que si no se ponía a trabajar en ese momento no terminaría antes de que Asuka y Fubuki despertaran.

Arrastró los pies hasta la cocina y comenzó a amasar. Katsuya era muy bueno con las manos, en más de un sentido, en parte porque había tenido que ser él quien se encargara de los quehaceres del hogar desde muy joven. Pero no había sido hasta que se había inscrito en un curso de cocina propiamente que había aprendido lo fácil que era preparar cosas que antes le parecían demasiado complicadas- o simplemente que no valían la pena, por el tiempo que tomaban.

Los pasteles eran una de ellas.

Después de todo, era el cumpleaños número siete de Fubuki.

Cuando terminó, se dio cuenta de que no era la gran cosa. No lucía como los de la imagen en el libro, un tanto más chueco porque no parecía haber levantado simétricamente.

Katsuya soltó una risa nerviosa mientras colocaba una pequeña vela en la parte superior y trataba de no hacer ruido al subir las escaleras. Más tarde, cuando Seto regresara, probablemente podrían armar una fiesta o una cena mucho más decente.

Golpeó la puerta de la habitación de Fubuki, mientras llamaba al pequeño instando a despertarse. Cuando la abrió se dio cuenta que su hijo ya se frotaba los ojos con las manos hechas puño, intentando alejar la modorra del sueño.

—Parece que el festejado aún tiene deseos de seguir durmiendo.

Canturreó, mientras veía divertido como el infante peleaba con sus deseos de regresar a la cama.

— ¡Papá!—llamó emocionado, elevando las manos.

—¡Feliz cumpleaños, pequeño!—dijo acercándose y sentándose al borde de la cama, el pequeño pastel que no abarcaba más allá de la palma entera de su mano apareciendo frente a los ojos brillantes de Fubuki—Aunque creo que ya no tan pequeño—bromeó mientras despeinaba los cabellos del niño, haciendo que riera divertido.

— ¿Y padre?—preguntó Fubuki, mientras estiraba la cabeza hacia la puerta, como si intentara diferenciar a Seto entra las sombras que se veían en el pasillo aún no iluminado.

Katsuya odiaba tener que explicar eso más de una vez, pero no era como si Seto pudiera evitar que se le necesitara por asuntos de la compañía. Fubuki entendía eso –en mayor o menor medida- pero eso no evitaba que siempre terminara preguntando por su padre.

—Lo siento, Buki, pero tu padre llegará un poco más tarde—La mirada de decepción en el rostro de su hijo hizo que quisiera morderse la lengua. Su primogénito parecía sentirse irremediablemente conectado con Seto, había sido así desde que era un bebé y era algo que no había cambiado con el paso de los años—Pero ¡hey!—dijo, llamando nuevamente su atención—Cuando regrese podrás pasar todo el tiempo que quieras con él—Oh, y vaya que Katsuya se encargaría de ello.

El brillo regresó a los ojos del pequeño, antes de lanzar una risita y soplar la vela.

Katsuya asintió, y tras dejar a un lado la comida sacó un pequeño paquete de su chaqueta.

—Y no puedes olvidar los regalos.

—Gracias, papá—Fubuki tomo el regalo y comenzó a desenvolverlo con cuidado poco propio de un niño de su edad, cuando terminó se dio cuenta que era una pequeña caja, y- al destaparla, no pudo evitar soltar un alarido de auténtica sorpresa— ¡Ojos rojos!— gritó mientras levantaba la carta al aire.

Katsuya no pudo pelear con la gigantesca sonrisa de satisfacción que se dibujó en su rostro. Ojos rojos era su carta favorita, representaba muchos momentos importantes en su vida, a la vez que sus lazos más cercanos.

Y ahora, también representaría el lazo que tenía con su hijo.

—Pero esta es tu carta favorita, papá—dijo entonces Fubuki, con voz muy queda, aunque aún miraba a la carta con adoración.

Katsuya hacía mucho que había dejado el duelo de mounstros, al menos- el competitivo. Con jugadores como Yugi –quien también cada vez parecía aparecer menos y menos ante el ojo público- y Seto –quien tendía a asistir a pocos torneos, debido a la carga de trabajo- era difícil esperar hacer una carrera con ellos. Y no debía olvidar a los nuevos talentos que salían.

—Y por eso mismo quiero que lo tengas—sonrió, Fubuki le miraba aun fijamente—Sé que él podrá ayudarte en muchas batallas—y despeinó el cabello del pequeño una última vez, mientras reía—además tenemos suficiente con un obsesionado con el blue eyes en esta casa— terminó con tono cómico. No que Seto pensara soltar esa carta en esta o en otra vida, de eso Katsuya podría dar fe.

Fubuki pareció dudar un momento, mordiendo su labio inferior y sin saber qué decir, para finalmente lanzar sus bracitos hacia el cuello de su papá y encerrarlo en un abrazo apretado, mientras agradecía una y otra vez.

— ¡Calma, calma enano!—rió con gracia Katsuya, la vitalidad de Fubuki hacía que los días en la gigantesca mansión Kaiba parecieran un poco más brillantes— ¿Ahora, qué tal si despertamos a Asuka, para que puedan comer un poco del pastel antes de que se te haga tarde para la escuela?

Mokuba había seguido a Seto en aquel viaje también, y si bien su figura aún no era muy explotada por las cámaras, cada vez tenía muchas más responsabilidades para las diferentes facilidades que estaban bajo el apellido Kaiba.

¡Asurin!

Llamó el pequeño antes de dar un salto de la cama y correr hacia el cuarto de su hermanita.

a66;

Katsuya intentó recordar la última vez que había tenido que inventar una excusa para la ausencia de Seto. No que simplemente la empresa no fuera más que razón suficiente. El trabajo era gigante, y siempre parecía haber más esperando a la vuelta de la esquina.

Pero a veces Katsuya se preguntaba dónde estaba el hombre que incluso era capaz de dedicarle una semana entera sin levantar el teléfono.

Las apariciones de Seto en la vida cotidiana de su familia se hacían escasas. Y cuando estaba, únicamente era para pasar tiempo con sus hijos.

Asuka y Fubuki eran más que comprensivos. Cada quien a su manera, Fubuki haría un puchero mientras daba una ligera patada a un objeto inexistente y tendría un aura depresiva por un par de minutos, antes de sentar su mente en otra cosa y esperar porque su padre tuviera tiempo libre para él.

Mientras que Asuka simplemente se quejaría, exigiendo explicaciones, aunque entendiendo al final de cualquier manera, y-para cuando el rostro de Seto entrara en su rango de visión, todos sus reclamos habrían sido olvidados.

Ojala hubiera sido igual para Katsuya.

Intentó recordar cuando había sido la ultima vez que había sentido las manos de su esposo sobre él, o que la mirada de Seto había tenido aquella vieja chispa que solía regalarle cuando estaban solos.

Mientras descansaba sólo en el dormitorio, notando el reloj que marcaba pasada la una de la madrugada, se preguntó si Seto sentiría su ausencia también. Si añoraría la vieja compañía que tenían, si lo extrañaba a él.

Las respuestas con las que a veces convenía su mente eran demasiado desagradables para darle mucha vuelta.

 

a66;

Cuando Asuka empezó a pedir que la enrolaran en clases de canto, Seto quiso rodar los ojos. Claro, no antes de querer lanzar un grito- cosa que hizo, internamente claro.

Imaginar a su hija-en un futuro- como una de esas idols que eran famosas hoy en día causaba que una helada brisa pasara por su columna.

Katsuya había rodado los ojos cuando había dicho algo al respecto antes de irse al trabajo.

—Ha tenido esa fiebre como semana y media—dijo frunciendo ligeramente la nariz—Todas las niñas en su escuela, realmente. Se le pasará rápido—Dijo moviendo la mano—probablemente lo hace porque cree que es fácil.

Seto elevó la ceja ante tal comentario.

—Asuka cree que puede hacerlo todo, justo como tú—dijo, como si fuera gracioso. Aunque sus ojos no estaban riendo. Seto frunció el ceño, sin estar muy seguro porqué—Dale un mes, de seguro se da por vencida.

Seto hubiera querido iniciar un larguísimo discurso de porqué Asuka no iba a simplemente darse por vencida, era una Kaiba. No- rayen eso.

Era una hija suya. Definitivamente no iba a lanzar la toalla en algo que quisiera sólo porque sí.

Pero sin embargo, se encontró gruñendo y agregando con tono un poco agrio.

— ¿Y Fubuki por qué?

Fubuki le tenía como modelo, ¿verdad? Siempre había creído que si su hijo mayor se decantaría por una actividad extracurricular –no uses ese término para los niños, Seto, suenan como empleados- sería algo más… más él.

Katsuya le miró como si estuviera preguntando porqué el cielo era azul.

—Fubuki AMA esas cosas—dijo rodando los ojos—Creí que él lo pediría hace años, siendo sincero.

Seto no tenía mucho que responder ante aquello, sintiéndose curiosamente, muy fuera de lugar.

Katsuya notó la confusión en su rostro, parecía que quería decirle algo.

Abrió la boca. Una, dos veces.

Pero nada salió de allí.

Seto finalmente murmuró una despedida, y dejó la casa con rumbo a Kaiba Corp.

 

a66;

Seto no recordaba cómo había terminado en esa situación.

Realmente que no.

Athemu había comenzado a trabajar para Kaiba Corp hacía casi dos años. Ser un Beta tester con tan gigantesca experiencia hacía que debiera trabajar mano a mano con Kaiba. Después de todo, esos productos eran su marca. Su imagen, su reputación.

Sin lugar a duda no había manera de que vendiera algo que fuera inferior.

Eran casi tres meses de no ver a Katsuya más que cuando este le traía algún informe a la oficina, pues llegaba cuando el otro ya estaba durmiendo, y cuando él despertaba, ambos estaban demasiado ocupados como para dedicarse más que un cordial buenos días.

Y, al mismo tiempo, habían sido tres larguísimos veces de la cara de Athemu pasando una y otra vez delante de él. El antiguo faraón –pff, Kaiba aún llamaba tonterías a todo aquello- era particularmente cortés, reservado y no tenía sermones para él. Tampoco tenía miradas de cachorro degollado, como las que en algún momento le habría dedicado Yugi, preocupado por su situación con Katsuya o vaya a saber Ra qué.

Trabajar con Athemu era cómodo, aunque terminaran intercambiando comentarios punzantes de vez en vez.

Pero era emocionante, hacía mucho que Seto no usaba su lengua filosa.

Athemu era como una brisa nueva, Seto nunca diría que se aburría a su lado.

Quizá había sido por eso que no había negado esa extraña invitación para beber. Kaiba seguía odiando beber, aunque debía admitir que ahora lo hacía con menos desagrado que en su juventud. La costumbre no se podría cambiar, ni el hecho de que tenía que hacerlo con sus socios.

Hacerlo con un amigo­ – sí, amigo, alguna vez para variar, quizá no estaría tan mal.

Sin embargo lo que no entendía era cómo habían terminado acabando con tres botellas del mejor wisky del lugar, charlando sobre cosas que Seto ya no recordaba. Con excepción del nombre de Yugi, siendo mencionado con particular añoranza en los labios de Athemu.

Recordaba haber mencionado a Katsuya, quizá había intentado recordar cuál había sido su última conversación. O cuál había sido la última vez que habían hablado de algo que no pareciera impersonal.

Athemu había criticado su falta de interés en el matrimonio.

Seto lo había llamado cobarde, por parecer un crio enamorado de Yugi y no hacer nada al respecto.

Athemu le había devuelto el insulto.

Seto recordaba todo borroso desde ese punto.

No sabía cómo habían terminado los labios de Athemu contra los suyos, o si habían sido los suyos contra los de Athemu.

No recordaba cómo habían hecho su camino hasta su cuarto de hotel, o cómo habían terminado masturbándose mutuamente, intercambiando besos rudos y frotándose el uno contra el otro, como si no hubiera mañana.

Sin embargo, claro que existía un mañana.

Y cuando llegó, Seto se encontró observando el techo impío del hotel, vacío y nulo, como sus pensamientos.

Athemu pareció murmurar algo, sonando particularmente contrito.

Seto se sintió igual.

a66;

Nunca iban a hablar de aquello.

Habían sellado el asunto como una estupidez que no merecía ser mencionada siquiera. Pero en realidad, no lo era.

Katsuya le había esperado despierto, como ninguna otra noche. Con los niños ya en sus pijamas y envueltos en muy anchas mantas. Al parecer todos habían querido esperar que regresa.

Su esposo le recibió con un beso en los labios, del cual él se alejó antes de que pudiera convertirse en algo más. Tomó a Fubuki entre sus brazos, pesaba mucho, pero Seto quería cargar a su hijo. Katsuya hizo lo propio con Asuka, quitando algunos mechones que habían caído sobre su rostro, Seto pensó que debería cortarse el cabello, de una manera más estilizada.

Probablemente la llevaría a un salón el día de mañana.

No pudo ver los ojos de Katsuya durante todo el trayecto a la habitación.

Cuando hubieran terminado de acomodar a Asuka, y hubieran regresado sus pasos para asegurarse de que Fubuki en realidad sí estaba dormido, llevaron sus pasos a la habitación.

—¿Qué tal estuvo el viaje?

Preguntó Katsuya. Seto deseó que le faltara un poco más de cordialidad. O que simplemente pensara que no había necesidad de hablar.

No quería hacerlo.

No quería estar allí en ese momento.

Pero no era como si pudiera escapar.

Pero tampoco quería una confrontación.

Se tragó el orgullo por un segundo, y mientras veía a Katsuya abrir la puerta de la habitación que compartían, murmuró como si fuera un fantasma.

—Dormí con Athemu.

Seto hubiera esperado que Katsuya gritara, aunque eso despertara a los niños.

O que girara el rostro, parpadeara confundido y le preguntara-mientras reía como desentendido- qué diablos había dicho, porque había escuchado mal.

Pero en realidad, Katsuya sólo giró la mirada, observándole como si fuera un extraño, con los labios ligeramente partidos, y la mirada vacía.

Parecía que quería decir algo, Seto tragó en seco.

Katsuya simplemente entró a la habitación, sin siquiera cerrar la puerta.

Seto pudo haberle seguido, intentando explicarse. Intentado hablar sobre lo que tenían. Sobre lo que ya no tenían.

Estiró la mano, listo para tomar el pomo de la puerta.

No lo hizo.

Aquella noche tampoco durmió al lado de Katsuya.

a66;

Que Katsuya hubiera solicitado un divorcio no era extraño.

Aunque Mokuba dijera que era algo demasiado extremo –pero él, no conocía la historia completa.

Que Seto no hiciera nada para retenerlo, era ridículo.

Y esta vez Mokuba sí se había hecho escuchar, irrumpiendo como un tornado en la oficina de su hermano, exigiendo saber qué pasaba.

Pero Mokuba no era parte del matrimonio, y que él se viera mucho más negado a dejarlo caer le parecía sumamente patético.

Triste, patético.

¿En realidad se habían convertido en aquello?

Seto Kaiba, ¿realmente se estaba rindiendo?

La última conversación que había tenido con Katsuya había sido para pelear por la custodia de los niños.

Algo que había empezado como una civil charla entre ellos, había terminado derivando en gritos, que más que seguro habían llegado hasta los oídos de sus hijos.

Y todo porque él había sugerido que Asuka debía crecer con una figura propia.

No es que considerar a Katsuya alguien poco capaz.

Pero era Asuka- Era, su pequeña.

Kaiba no podía imaginar vivir lejos de ella.

En realidad, antes no podía imaginar vivir sin muchas cosas. Pero estaba ocurriendo.

Katsuya Kaiba era un claro ejemplo de ello.

Simplemente frunció el ceño, intentando entender qué demonios decía Mokuba. Pero no podía.

Isono también había intentado hablar con él, pidiendo miles de disculpas por intentar meterse en su vida.

Pero Isono era como su padre, Kaiba no necesitaba que se disculpara.

—Seto-yo….

Pero realmente, Mokuba también se había quedado sin palabras, al parecer, desalentado por la nula respuesta de su hermano.

—Mokuba… no.

Finalmente había terminado con el menor de los Kaiba dejando la oficina. Seto no pudo dejar de ver la puerta por un largo acopio de minutos después.

a66;

Él siempre había sido el favorito de Fubuki. Fuera una verdad dicha o no.

No era como si Asuka no peleara por encontrar cada hora vacía en su agenda e intentara pasar tiempo con él, pero había muchas ocasiones en las cuales algo parecía rondar la mente de la más joven de la familia y- en las cuales ella buscaba la opinión de Katsuya.

Como cuando había problemas en la escuela, cuando alguna de sus compañeras parecía haberle algo particularmente irritable, o simplemente cuando no podía decidir qué vestido se veía mejor para usar.

Katsuya parecía no tener problema respondiendo semejantes trivialidades, quizá mucho más acostumbrado a tratar con niñas gracias a la propia Shizuka, quien nunca se quedaba corta ni perezosa para pasar tiempo con sus sobrinos.

Sin embargo, Fubuki era quien siempre parecía tener la opinión de Seto por encima de todo. Incluso para cosas más mundanas que los ocasionales cuestionamientos de Asuka.  Seto aún podía recordar la larguísima charla que habían tenido sobre qué ukelele era mejor, el marrón oscuro, o el color caoba.

Seto aún no podía creer que su hijo hubiera escogido ese particular instrumento para aprender a tocar.

Y quizá fue por eso que Seto tardó más de dos minutos en terminar de entender lo que Fubuki le estaba diciendo esa vez. No habían podido seguir ocultando el problema del divorcio por más tiempo de los niños –y, como habían optado por resolverlo todo mediante una conciliación antes de llevar el caso hacia un tribunal. Ambos se habían sorprendido cuanto tanto Asuka como Fubuki habían parecido aceptar la realidad con resignado silencio, sin querer dar su opinión al respecto.

¿Habría importado? Se había preguntado Seto por un segundo, mientras veía a Katsuya abrazar a sus dos hijos y decirles que ni se les ocurriera pensar que era su culpa, y que ambos los amaban tanto como antes. Seto casi podría creer que había copiado el discurso de una página de ayuda a padres que tanto abundaban en internet, pero –ese hombre era Katsuya, imposible pensar que alguna de las palabras que dejaban su boca en ese momento fuera de un lugar diferente que desde el fondo de su corazón.

Su decisión parecía haber estado tomada incluso mucho antes de que Katsuya y él tuviera conversaciones realmente serias sobre el tema.

Probablemente no, pensó con amargura.

— ¿Fubuki?

Sintió que tenía la necesidad de recalcar su nombre, sólo para estar seguro que realmente estaba pasando y que no, en realidad no era un extraño sueño o- pesadilla.

Fubuki le miró seriamente por un segundo, como si de pronto intentara imitar la expresión que el mismo Seto ponía en situaciones como esas. Se encontró perdido un minuto en los rasgos de la cara del muchacho, tan parecidos al suyo propio y al mismo tiempo, completamente diferente.

—Yo quiero quedarme con papá.

Seto abrió la boca, nada salió de esta.

—Tú te quedaras con Asuka, ¿verdad, padre?—dijo, aunque Seto sabía que no era exactamente una pregunta. Los ojos de Fubuki se perdieron en la gran pila de documentos que aún estaban sobre su escritorio, clara señal de que el muchacho preferiría estar haciendo cualquier cosa que teniendo esa conversación. Pero- si se había armado de valor suficiente como para venir y enfrentarlo, no había duda de que era algo importante para él—No quisiera que papá esté solo.

Seto no podía negar aquello. Asuka sin lugar a dudas debía quedarse con él. Se lo había dicho a Kastuya, lo había repetido a sus abogados más de mil veces. Pero-

Pero la verdad, en sus planes… él también había supuesto que Fubuki se quedaría con él.

Kastuya probablemente nunca lo habría perdonado si hacía eso.

Pero Seto sólo quería que su familia siguiera junta. Su mirada bajó hasta el cajón derecho de su escritorio, donde los papeles de divorcio esperaban para ser firmados, y parecían burlarse de él diciendo algo como “pues mira que eso ya pasó”

Seto finalmente asintió. Tomando un largo respiro.

—Entiendo…

Porque realmente, no había nada más que pudiera decir ante eso.

a66;

Asuka terminó de colocar el último libro en su lugar. Los había ordenado como cincuenta veces. Decidió que realmente no podía encontrar una manera en la que le gustaran, pero estaba bien.

Su padre los había comprado hoy, de cualquier manera.

Había mucho tiempo para que aprendiera a quererlos.

Se acomodó en su cama, mientras sacaba el deck que había armado con su padre tantos meses atrás, pensando si Fubuki querría jugar con ella la próxima vez que visitara la mansión. O- cuando ella fuera a la nueva casa de papá.

Observo a la cyber-tutu, la carta que su papá había comprado para ella. Diciendo que el corte le recordaba al que Seto siempre le obligaba a usar (Aunque a Asuka le gustaba, muchas gracias).

Sintió que sus ojos ardían, y, culpando al hecho de que ya era realmente tarde, decidió que lo mejor sería dormir.

Notas finales:

"La lluvia lacrimal hará que esté más enamorado de ti que ayer"

 

Notas finales:

¡Aquí terminan los flash backs!

Erhm, sí, horrible capítulo para dedicar para cumpleaños. I friking suck.

Pero era necesario.

El prideshipping porque de alguna manera tenía que ser Athemu el que estuviera allí- Aunque, soy KaiJou Atem/Yuugi. To the core.

En un futuro habrán guiños a otras parejas, pero erm... bueno.

¡gracias por leer!

 

 


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