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From now on por Brarroque

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Notas del capitulo:

Notas iniciales: No pude actualizar antes porque mi cerebro pareció irse a dar un paseo, deambulando por la cantidad de cosas que podría hacer.

Pero- y gracias a Pivix, creo que ya volví a encontrar la inspiración que quería.

a66;

Cortaba las verduras mientras repasaba mentalmente qué se suponía qué iba a preparar, intentando ser él quien se encargara de las labores hogareñas en lugar del personal que trabajaba allí. No le tomaran a mal, pero no terminaba de acostumbrarse a que el resto hiciera todo por él.

Además, de que no era necesario.

— ¿Estás escuchando?—Fue la infantil voz de Fubuki, quien por su tono parecía estar haciendo un puchero.

Y claro, también tenía que encargarse de su ya estudiante de primaria hijo.

Apuntó mentalmente que tendría que ir a revisar que Asuka siguiera durmiendo en unos minutos, antes de asentir.

—Claro que lo hago, Fubuki—respondió, terminando de cortar. Fubuki era tan sociable como él mismo, así que no había tenido problemas acostumbrándose a su clase. Sin embargo, eso significaba que también era el primero para querer involucrarse en los proyectos de clase—Haces un príncipe excelente, continúa—Aunque Katsuya no supiera nada de actuación, o de cómo se supone que se comportan los príncipes. Fubuki hablaba bastante bien para sus seis años, y le daba ese cómico tono de los actores que vagamente recordaba de la única vez que había acompañado a Seto al teatro.

Fubuki pareció darse por servido con esa respuesta, sonriendo ampliamente y volviendo su mirada al pequeño cuaderno que fungía como libreto.

Repasó las líneas un par de veces, Katsuya intentó aguantar la pequeña risa que peleaba por salir de sus labios ante tremendo dramatismo proveniente de un niño tan pequeño.

Sirvió un plato para él y Fubuki, Asuka dormiría al menos unos quince minutos más. Tenía que hacer algo con el horario de su hija, su reticencia a querer descansar a sus horas arruinaría sus horarios de comida.

Fubuki picoteaba el plato de manera distraída, Jou se preguntó qué tendría en la mente. Fubuki no era un niño que se guardara muchas cosas, siempre parecía muy dispuesto a compartir todo lo que sentía y qué pensaba.

A menos que fuera-

Sonrió un poco, con gracia.

— ¿Todo bien, Fubuki?

Cuestionó, dejando su propio tenedor a un lado y mirando al pequeño con cariño.

Las mejillas de Fubuki se tiñeron de carmesí por un segundo, antes de que soltara como a la carrera.

— ¿Crees que padre quiera venir a verme actuar, papá?

En otro momento, Katsuya probablemente se habría reído. Porque Seto era la clase de hombre que incluso aguantaba los golpes de Asuka con ese condenado bastón mágico mientras imitaba la más reciente animación de chicas mágicas de la tv. Era muy claro que iba a asistir, luciendo como el hombre más orgulloso del mundo.

Porte que sólo se gastaba, claramente, en alguna reunión multinacional o- en una obra infantil.

Pero era Fubuki de quien estaban hablando, el niño que de alguna manera parecía idealizar a Seto Kaiba- de una manera un tanto diferente a Mokuba en el infame torneo de Duelist Kingdom, gracias a lo santo.

Así que, en lugar de reír, simplemente le aseguró, con el tono más confiado que tenía.

—No se lo perdería por nada.

a66;

Katsuya agradecía que fuera un fin de semana. Eso significaba que no tenía que ir a trabajar, recursos humanos parecía estar teniendo una temporada particularmente tranquila. Al menos hasta que a Kaiba se le ocurriera lanzar otro torneo o algo parecido, esos días siempre se tornaban grises para Jou, demasiado trabajo en muy poco tiempo.

Pero si había algo más que agradecía, era el hecho de que fuera fin de semana y Yugi estuviera en la ciudad.

Yugi había conseguido intercalar sus horas de trabajo en la tienda con sus estudios de arqueología, y- Jou sabía que su meta era viajar a Egipto en algún momento, estaba en sus venas, de alguna manera. Katsuya no podía estar más que feliz por su amigo, pero eso también significaba que había muchísimas menos horas para verlo, o, para poder hablar.

Y Jou sentía que necesitaba ventilar con alguien. Al menos, todo lo que pudiera decir.

Porque después de todo, además de los implicados en el problema, nadie sabía la exacta razón que había disparado la horrible avalancha nombrada divorcio. Decirle exactamente que Athemu había tenido una participación en el asunto, era claramente, un gigantesco no-no, sólo para tenerlo en cuenta.

— ¿Jou-kun?—Preguntó Yugi, parpadeando desde su lugar frente a él en la mesa. Al parecer, le había estado diciendo algo y Katsuya no había prestado atención. Se mordió la lengua, no quería que su amigo pensara que estaba disociando o algo así.

—Oh, lo siento, Yug- ¿qué decías?

El más pequeño le miró con una pequeña sonrisa en los labios, como si le dijera –sin necesidad de palabras- que no había problema.

—No decía nada—comentó, mientras se llevaba a la boca la bebida que había ordenado. Su manía de juntarse en restaurantes familiares para pasar el tiempo no había cambiado con los años, al igual que el gigantesco lazo de amistad que los unía—Aunque te veías algo distraído…

Katsuya rió con sana vergüenza, mientras él mismo se giraba hacia su bebida y hamburguesa, casi sin tocar.

Debería comerlas. De una buena vez.

—Sabes—intentó continuar por algún otro lado, no queriendo que la conversación muriera con esa clase de tono—Es raro que me sigas diciendo Jou, aunque me trae buenos recuerdos…

Ya ni siquiera era su apellido… pero antes, era la única manera en la cuál sus amigos se referían a él.

Nunca lo había puntuado durante los años de matrimonio con Seto, pero de pronto parecía un tema interesantísimo del cual hablar.

—Oh—Yugi se sonrojó, como si no hubiera esperado tal cuestionamiento—Creo que es la costumbre… además de que Athemu también te dice así, creo que ambos nos quedamos atascados con eso…

Jou sintió una punzada en el estómago ante el nombre de Athemu.

—No pongas esa cara, Yug, me gusta como suena-

Oh, no claro que no dolía.

—Me recuerda cuando aún estábamos en la secundaria—siguió Yugi con la retahíla.

Excepto que sí lo hacía.

Pero Jou se sentiría miserable admitiendo que de pronto se sentía celoso de Athemu.

¿Por qué lo estaba, en primer lugar? ¿Por qué él había logrado captar la atención de Seto? ¿Porque había sido él quien había terminado de romper las endebles cuerdas de su matrimonio? ¿Por qué Seto había hecho eso en primer lugar?

¿Por qué todo había terminado volviéndose así de endeble en primer lugar?

Quizá era porque Katsuya realmente no podía encontrar manera de culpar a Athemu de nada, y sus sentimientos negativos terminaban cayendo en un vacío que no hacía más que incrementar día con día en lo profundo de su conciencia.

No, Athemu no podía llevarse la culpa de todo-

Quizá de nada-

Pero Jou no podía evitar sentir cómo los celos lo consumían.

—La vieja secundaria—Murmuró, tratando de alejar sus pensamientos del asunto—No la extraño ni un poco…

Yugi rió, intentando disipar el aparente tono triste que había cubierto su conversación.

—Vamos, no fue tan malo..

Katsuya le dedicó una mirada de circunstancia. Eso decía el muchacho que había sufrido de palizas durante la mayor parte del transcurso de esta. Sí… Eso también hacía que Jou se sintiera avergonzado. Era una parte de su vida que no quería recordar.

— ¿En serio, Yug?

El mentado se elevó de hombros

—Nos hicimos amigos, ¿no es así?

Las sonrisas de Yugi eran las más cálidas de todas. Eso era algo que Jou, había aprendido hacía muchos años. Y- era algo que no había cambiado ni siquiera ahora. Era por Yugi que había aprendido a quererse un poco más, ciertamente, volverse su amigo valía por todos aquellos horribles años de escuela.

—Tienes razón, Yugi—Dijo, sintiéndose repentinamente nostálgico y más que tocado.

Yugi sólo pudo devolverle la sonrisa. Sintiendo que era necesario que le recordara que ante todo, eran mejores amigos. Yugi no era tonto, nunca lo había sido. Notaba que había algo atormentando la mente de Jounouchi, vagamente recordando cómo había sido su actitud cuando los problemas de salud de Shizuka les habían explotado en la cara.

Sin embargo, también entendía que su amigo necesitaba tiempo-probablemente- para acercarse a él y decirle que era aquello que tanto lo aquejaba.

Yugi estaba dispuesto a esperar.

—Bueno, pero mira la hora—dijo algo frustrado, tenía que regresar a la tienda pues había prometido ayudar, Athemu había sido llamado esa mañana para un trabajo de emergencias en Kaiba Corp, y Yugi había prometido que tomaría su turno en la tienda.

—Necesitas un descanso, Yug

Dijo Jounouchi, mientras veía que su amigo se ponía de pie, y terminaba su bebida con un par de largos sorbos.

—Quizá luego—dijo antes de despedirse, sabía que su consejo caía en saco roto, pero no era suficiente razón para que no lo diera, de cualquier manera.

Yugi se estaba esforzando muchísimo para cumplir sus metas, quizá era tiempo de que él hiciera lo mismo.

Y-llegar a buenos términos consigo mismo y todo el asunto de Seto Kaiba estaba en la punta.

Terminó de comer su propia porción mucho más lento de lo que acostumbraría. ¿cuándo era que su apetito parecía haber disminuido así? No lo recordaba bien, podría haber sido hace un año, cuando ya no había podido seguir inventando excusas para Seto y su ausencia en los recitales de Fubuki en la escuela, o quizá un poco antes, cuando Asuka parecía ser particularmente reticente a querer iniciar la cena si Seto no estaba con ellos en la mesa.

Fuera como fuera, apestaba. La comida ya no sabía tan bien como antes.

Quizá sólo era efecto secundario de crecer. Todo parece perder la gracia.

Sonrió irónicamente ante eso.

Quizá sólo era que él se estaba volviendo rancio.

Llevó la bandeja y la dejó vacía sobre el expendedor, antes de salir del lugar con paso calmo. No tenía mucho que hacer ese día, y aunque caminar por la ciudad sin hacer mucho no parecía para nada atractivo, era mejor que volver al apartamento y seguir abriendo cajas.

Al menos hacerlo con Fubuki, se sentía cercano. Como si reforzaran su lazo de esa manera.

Que Fubuki hubiera estado tan dispuesto a irse con él hacía que su pecho se sintiera extraño, como una alegría que no termina de transmutar en dolor.

— ¡Hey! ¡Jou!

Su diatriba mental fue detenida por un grito repentino, que le hizo girar el rostro con mirada crítica. Reconocía esa voz, pero –

Y oh, sí que lo era. Cerca de la acera, estacionando lo que parecía ser un nuevo auto estaba Ryuji Otogi, mirándole con una sonrisa animada.

Ryuji y él habían tenido un inicio algo rocoso, en realidad, con todo el grupo. El muchacho de los dados siempre había tendido a orbitar alrededor de Yugi, de cualquier manera. Y- aunque en los últimos años su relación había mejorado, el muchacho no parecía estar el tiempo suficiente en Japón como para volverse muy cercano a ellos.

Aún con el tiempo que habían pasado juntos durante el fiasco del Oricalcos, aunque en ese tiempo había aprendido que el muchacho podía ser bastante más que tolerable.

—Otogi—dijo, con clara confusión, mientras se acercaba al vehículo y le miraba directamente—No sabía que habías regresado a Japón.

Aunque él no siguiera muy de cerca las noticias de otras compañías, más interesado en la propia Kaiba Corp y cómo crearle una buena imagen que en qué hacían los CEO del resto con la imagen de sus propias empresas o sus vidas privadas.

Ruyji no pareció molesto por el comentario, sólo soltó una pequeña risita antes de acotar.

—Fue un viaje repentino, pronto se celebrará un torneo de DDM en Dominó.

Jou abrió los ojos de par en par, no sabía que eso pasaría. Probablemente fuera un torneo organizado en último minuto- En realidad, no recordaba cuándo había sido la última vez que había escuchado de un torneo de aquel juego… ¿y- cuándo había sido el último de los capsule monster? Creía que cuando Fubuki aún tenía ocho años, pero no recordaba del todo bien.

Duel Monster había llegado y revolucionado la industria, el golpe se sentía en todos los ámbitos.

—No tenía idea.

No pudo evitar decir Jou. Otogi, nuevamente, no se vio afectado por la declaración.

—Pero de cualquier manera, hablar aquí es molesto—en medio de la calle, y ya había un par de personas que parecían haberse fijado en ellos. Quizá intentando notar si Otogi era realmente alguien que ellos conocían, encontrándolo terriblemente familiar—Qué te parece si te doy una vuelta y vamos por un café o algo así.

Jou lo meditó por un segundo. Otogi siempre había intentado ser amable con ellos, realmente no había motivo para negarse.

—Claro, porqué no.

 

a66;

Seto revisó un par de papeles que su secretaria acababa de dejar en su escritorio, firmas y más firmas. Tenía una pequeña molestia en la frente, punzante y constante.

Clara señal de que estaba cansado.

“Presidente Kaiba, el señor Athemu ya está aquí”

Su intercomunicador sonó, bien, pensó Seto. Al menos podría terminar con eso rápido.

Aunque la mención del nombre del muchacho sólo hizo que sintiera que la molestia crecía con más fuerza en su cabeza.

 

Notas finales:

 

Notas finales: Esto- iba a ser más largo, pero las otras escenas están como cortadas, así que planeo unirlas en el cap que viene –que espero terminar más rápido /sob.

Bien bien, prometo que esta vez la trama comenzará a moverse. ¡gracias por leer! Also, al fin termine el Gx, hora de ver el 5D’s como gente-.

 

 

a66;

Cortaba las verduras mientras repasaba mentalmente qué se suponía qué iba a preparar, intentando ser él quien se encargara de las labores hogareñas en lugar del personal que trabajaba allí. No le tomaran a mal, pero no terminaba de acostumbrarse a que el resto hiciera todo por él.

Además, de que no era necesario.

— ¿Estás escuchando?—Fue la infantil voz de Fubuki, quien por su tono parecía estar haciendo un puchero.

Y claro, también tenía que encargarse de su ya estudiante de primaria hijo.

Apuntó mentalmente que tendría que ir a revisar que Asuka siguiera durmiendo en unos minutos, antes de asentir.

—Claro que lo hago, Fubuki—respondió, terminando de cortar. Fubuki era tan sociable como él mismo, así que no había tenido problemas acostumbrándose a su clase. Sin embargo, eso significaba que también era el primero para querer involucrarse en los proyectos de clase—Haces un príncipe excelente, continúa—Aunque Katsuya no supiera nada de actuación, o de cómo se supone que se comportan los príncipes. Fubuki hablaba bastante bien para sus seis años, y le daba ese cómico tono de los actores que vagamente recordaba de la única vez que había acompañado a Seto al teatro.

Fubuki pareció darse por servido con esa respuesta, sonriendo ampliamente y volviendo su mirada al pequeño cuaderno que fungía como libreto.

Repasó las líneas un par de veces, Katsuya intentó aguantar la pequeña risa que peleaba por salir de sus labios ante tremendo dramatismo proveniente de un niño tan pequeño.

Sirvió un plato para él y Fubuki, Asuka dormiría al menos unos quince minutos más. Tenía que hacer algo con el horario de su hija, su reticencia a querer descansar a sus horas arruinaría sus horarios de comida.

Fubuki picoteaba el plato de manera distraída, Jou se preguntó qué tendría en la mente. Fubuki no era un niño que se guardara muchas cosas, siempre parecía muy dispuesto a compartir todo lo que sentía y qué pensaba.

A menos que fuera-

Sonrió un poco, con gracia.

— ¿Todo bien, Fubuki?

Cuestionó, dejando su propio tenedor a un lado y mirando al pequeño con cariño.

Las mejillas de Fubuki se tiñeron de carmesí por un segundo, antes de que soltara como a la carrera.

— ¿Crees que padre quiera venir a verme actuar, papá?

En otro momento, Katsuya probablemente se habría reído. Porque Seto era la clase de hombre que incluso aguantaba los golpes de Asuka con ese condenado bastón mágico mientras imitaba la más reciente animación de chicas mágicas de la tv. Era muy claro que iba a asistir, luciendo como el hombre más orgulloso del mundo.

Porte que sólo se gastaba, claramente, en alguna reunión multinacional o- en una obra infantil.

Pero era Fubuki de quien estaban hablando, el niño que de alguna manera parecía idealizar a Seto Kaiba- de una manera un tanto diferente a Mokuba en el infame torneo de Duelist Kingdom, gracias a lo santo.

Así que, en lugar de reír, simplemente le aseguró, con el tono más confiado que tenía.

—No se lo perdería por nada.

a66;

Katsuya agradecía que fuera un fin de semana. Eso significaba que no tenía que ir a trabajar, recursos humanos parecía estar teniendo una temporada particularmente tranquila. Al menos hasta que a Kaiba se le ocurriera lanzar otro torneo o algo parecido, esos días siempre se tornaban grises para Jou, demasiado trabajo en muy poco tiempo.

Pero si había algo más que agradecía, era el hecho de que fuera fin de semana y Yugi estuviera en la ciudad.

Yugi había conseguido intercalar sus horas de trabajo en la tienda con sus estudios de arqueología, y- Jou sabía que su meta era viajar a Egipto en algún momento, estaba en sus venas, de alguna manera. Katsuya no podía estar más que feliz por su amigo, pero eso también significaba que había muchísimas menos horas para verlo, o, para poder hablar.

Y Jou sentía que necesitaba ventilar con alguien. Al menos, todo lo que pudiera decir.

Porque después de todo, además de los implicados en el problema, nadie sabía la exacta razón que había disparado la horrible avalancha nombrada divorcio. Decirle exactamente que Athemu había tenido una participación en el asunto, era claramente, un gigantesco no-no, sólo para tenerlo en cuenta.

— ¿Jou-kun?—Preguntó Yugi, parpadeando desde su lugar frente a él en la mesa. Al parecer, le había estado diciendo algo y Katsuya no había prestado atención. Se mordió la lengua, no quería que su amigo pensara que estaba disociando o algo así.

—Oh, lo siento, Yug- ¿qué decías?

El más pequeño le miró con una pequeña sonrisa en los labios, como si le dijera –sin necesidad de palabras- que no había problema.

—No decía nada—comentó, mientras se llevaba a la boca la bebida que había ordenado. Su manía de juntarse en restaurantes familiares para pasar el tiempo no había cambiado con los años, al igual que el gigantesco lazo de amistad que los unía—Aunque te veías algo distraído…

Katsuya rió con sana vergüenza, mientras él mismo se giraba hacia su bebida y hamburguesa, casi sin tocar.

Debería comerlas. De una buena vez.

—Sabes—intentó continuar por algún otro lado, no queriendo que la conversación muriera con esa clase de tono—Es raro que me sigas diciendo Jou, aunque me trae buenos recuerdos…

Ya ni siquiera era su apellido… pero antes, era la única manera en la cuál sus amigos se referían a él.

Nunca lo había puntuado durante los años de matrimonio con Seto, pero de pronto parecía un tema interesantísimo del cual hablar.

—Oh—Yugi se sonrojó, como si no hubiera esperado tal cuestionamiento—Creo que es la costumbre… además de que Athemu también te dice así, creo que ambos nos quedamos atascados con eso…

Jou sintió una punzada en el estómago ante el nombre de Athemu.

—No pongas esa cara, Yug, me gusta como suena-

Oh, no claro que no dolía.

—Me recuerda cuando aún estábamos en la secundaria—siguió Yugi con la retahíla.

Excepto que sí lo hacía.

Pero Jou se sentiría miserable admitiendo que de pronto se sentía celoso de Athemu.

¿Por qué lo estaba, en primer lugar? ¿Por qué él había logrado captar la atención de Seto? ¿Porque había sido él quien había terminado de romper las endebles cuerdas de su matrimonio? ¿Por qué Seto había hecho eso en primer lugar?

¿Por qué todo había terminado volviéndose así de endeble en primer lugar?

Quizá era porque Katsuya realmente no podía encontrar manera de culpar a Athemu de nada, y sus sentimientos negativos terminaban cayendo en un vacío que no hacía más que incrementar día con día en lo profundo de su conciencia.

No, Athemu no podía llevarse la culpa de todo-

Quizá de nada-

Pero Jou no podía evitar sentir cómo los celos lo consumían.

—La vieja secundaria—Murmuró, tratando de alejar sus pensamientos del asunto—No la extraño ni un poco…

Yugi rió, intentando disipar el aparente tono triste que había cubierto su conversación.

—Vamos, no fue tan malo..

Katsuya le dedicó una mirada de circunstancia. Eso decía el muchacho que había sufrido de palizas durante la mayor parte del transcurso de esta. Sí… Eso también hacía que Jou se sintiera avergonzado. Era una parte de su vida que no quería recordar.

— ¿En serio, Yug?

El mentado se elevó de hombros

—Nos hicimos amigos, ¿no es así?

Las sonrisas de Yugi eran las más cálidas de todas. Eso era algo que Jou, había aprendido hacía muchos años. Y- era algo que no había cambiado ni siquiera ahora. Era por Yugi que había aprendido a quererse un poco más, ciertamente, volverse su amigo valía por todos aquellos horribles años de escuela.

—Tienes razón, Yugi—Dijo, sintiéndose repentinamente nostálgico y más que tocado.

Yugi sólo pudo devolverle la sonrisa. Sintiendo que era necesario que le recordara que ante todo, eran mejores amigos. Yugi no era tonto, nunca lo había sido. Notaba que había algo atormentando la mente de Jounouchi, vagamente recordando cómo había sido su actitud cuando los problemas de salud de Shizuka les habían explotado en la cara.

Sin embargo, también entendía que su amigo necesitaba tiempo-probablemente- para acercarse a él y decirle que era aquello que tanto lo aquejaba.

Yugi estaba dispuesto a esperar.

—Bueno, pero mira la hora—dijo algo frustrado, tenía que regresar a la tienda pues había prometido ayudar, Athemu había sido llamado esa mañana para un trabajo de emergencias en Kaiba Corp, y Yugi había prometido que tomaría su turno en la tienda.

—Necesitas un descanso, Yug

Dijo Jounouchi, mientras veía que su amigo se ponía de pie, y terminaba su bebida con un par de largos sorbos.

—Quizá luego—dijo antes de despedirse, sabía que su consejo caía en saco roto, pero no era suficiente razón para que no lo diera, de cualquier manera.

Yugi se estaba esforzando muchísimo para cumplir sus metas, quizá era tiempo de que él hiciera lo mismo.

Y-llegar a buenos términos consigo mismo y todo el asunto de Seto Kaiba estaba en la punta.

Terminó de comer su propia porción mucho más lento de lo que acostumbraría. ¿cuándo era que su apetito parecía haber disminuido así? No lo recordaba bien, podría haber sido hace un año, cuando ya no había podido seguir inventando excusas para Seto y su ausencia en los recitales de Fubuki en la escuela, o quizá un poco antes, cuando Asuka parecía ser particularmente reticente a querer iniciar la cena si Seto no estaba con ellos en la mesa.

Fuera como fuera, apestaba. La comida ya no sabía tan bien como antes.

Quizá sólo era efecto secundario de crecer. Todo parece perder la gracia.

Sonrió irónicamente ante eso.

Quizá sólo era que él se estaba volviendo rancio.

Llevó la bandeja y la dejó vacía sobre el expendedor, antes de salir del lugar con paso calmo. No tenía mucho que hacer ese día, y aunque caminar por la ciudad sin hacer mucho no parecía para nada atractivo, era mejor que volver al apartamento y seguir abriendo cajas.

Al menos hacerlo con Fubuki, se sentía cercano. Como si reforzaran su lazo de esa manera.

Que Fubuki hubiera estado tan dispuesto a irse con él hacía que su pecho se sintiera extraño, como una alegría que no termina de transmutar en dolor.

— ¡Hey! ¡Jou!

Su diatriba mental fue detenida por un grito repentino, que le hizo girar el rostro con mirada crítica. Reconocía esa voz, pero –

Y oh, sí que lo era. Cerca de la acera, estacionando lo que parecía ser un nuevo auto estaba Ryuji Otogi, mirándole con una sonrisa animada.

Ryuji y él habían tenido un inicio algo rocoso, en realidad, con todo el grupo. El muchacho de los dados siempre había tendido a orbitar alrededor de Yugi, de cualquier manera. Y- aunque en los últimos años su relación había mejorado, el muchacho no parecía estar el tiempo suficiente en Japón como para volverse muy cercano a ellos.

Aún con el tiempo que habían pasado juntos durante el fiasco del Oricalcos, aunque en ese tiempo había aprendido que el muchacho podía ser bastante más que tolerable.

—Otogi—dijo, con clara confusión, mientras se acercaba al vehículo y le miraba directamente—No sabía que habías regresado a Japón.

Aunque él no siguiera muy de cerca las noticias de otras compañías, más interesado en la propia Kaiba Corp y cómo crearle una buena imagen que en qué hacían los CEO del resto con la imagen de sus propias empresas o sus vidas privadas.

Ruyji no pareció molesto por el comentario, sólo soltó una pequeña risita antes de acotar.

—Fue un viaje repentino, pronto se celebrará un torneo de DDM en Dominó.

Jou abrió los ojos de par en par, no sabía que eso pasaría. Probablemente fuera un torneo organizado en último minuto- En realidad, no recordaba cuándo había sido la última vez que había escuchado de un torneo de aquel juego… ¿y- cuándo había sido el último de los capsule monster? Creía que cuando Fubuki aún tenía ocho años, pero no recordaba del todo bien.

Duel Monster había llegado y revolucionado la industria, el golpe se sentía en todos los ámbitos.

—No tenía idea.

No pudo evitar decir Jou. Otogi, nuevamente, no se vio afectado por la declaración.

—Pero de cualquier manera, hablar aquí es molesto—en medio de la calle, y ya había un par de personas que parecían haberse fijado en ellos. Quizá intentando notar si Otogi era realmente alguien que ellos conocían, encontrándolo terriblemente familiar—Qué te parece si te doy una vuelta y vamos por un café o algo así.

Jou lo meditó por un segundo. Otogi siempre había intentado ser amable con ellos, realmente no había motivo para negarse.

—Claro, porqué no.

 

a66;

Seto revisó un par de papeles que su secretaria acababa de dejar en su escritorio, firmas y más firmas. Tenía una pequeña molestia en la frente, punzante y constante.

Clara señal de que estaba cansado.

“Presidente Kaiba, el señor Athemu ya está aquí”

Su intercomunicador sonó, bien, pensó Seto. Al menos podría terminar con eso rápido.

Aunque la mención del nombre del muchacho sólo hizo que sintiera que la molestia crecía con más fuerza en su cabeza.

 


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