Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

From now on por Brarroque

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Notas iniciales:

¡La ronda de flash backs inicia! No puedo creer que sea tan largo, admito que una parte mía peleaba por cortar esto… pero bueno. Espero poder actualizar el 25, como celebrando el cumpleaños de Jou.

De paso, un par de notas más o menos para ubicarnos en la falsa línea de tiempo.

Fubuki tiene 12, casi 13

Asuka tiene 9, casi 10

Seto y Katsuya comenzaron a salir a los 18 años, poco después de terminada la preparatoria.

Tuvieron a Fubuki poco antes de que cumplieran 20

a66;

La primera vez que usó su boca para algo que no fuera discutir con Katsuya fue un mes después de que se hubieran graduado. Durante una de sus normalmente acaloradas discusiones, Kaiba no había encontrado mejor manera para mandar a callar al idiota perro rubio que estampar sus propios labios contra los de Jounouchi.

La primera respuesta que había recibido ante eso-además del claro desasosiego y sorpresa, había sido un golpe en la mandíbula, que él mismo no se había tardado en devolver.

Ninguno habló de ello. Ni por asomo.

La segunda vez que ocurrió, fue Jounouchi quien lo inició, la situación no había sido muy distinta, quizá porque pecaban de poco originales, pero esta vez no había habido intercambio de puños en la fórmula, sólo mordidas y un par de labios sangrantes.

Finalmente, ambos caminando lejos sin mirar atrás, Kaiba nunca sabría si Jounouchi tenía ese mismo sentimiento extraño y ardiente en la boca del estómago cada vez que terminaran alguno de sus altercados.

Kaiba viajó a Estados Unidos, cuando regresó encontró que el grupo de nerds que seguían a Yugi como su sombra seguían actuando de la misma manera. Jounouchi tampoco había cambiado.

Su pequeño ritual o como lo llamaran, tampoco.

Para la novena vez que hubiera pasado, Kaiba comenzó a pensar si es que lo suyo podía calificar como algo. Y- que quizá debería estar dejando de llevar la cuenta.

a66;

— ¿El escuadrón de nerds saben que estás aquí?—Preguntó Kaiba, sin levantar sus ojos del teclado.

Pudo escuchar claramente como Katsuya soltaba un bufido de exasperación.

—Te he dicho mil veces que no les llames así.

Dijo fastidiado, pero no se movió del lugar que ocupaba, estirado lo largo que era en el sofá de su oficina.

Era claro que se moría de aburrimiento, hay una poca cantidad de tiempo que uno puede simplemente quedarse mirando el techo sin hacer nada, y- Jounouichi nunca había sido una persona particularmente paciente, de cualquier manera.

Kaiba ahogo una pequeña risa de burla, sintiéndose de pronto muy satisfecho consigo mismo.

— ¿De cualquier manera, qué se supone que haces aquí, Jounouchi?

Y aunque en su voz se podía notar el claro tono de duda, no era como si él mismo estuviera haciendo algo para que él se fuera.

En realidad, Kaiba se dio cuenta que podía simplemente dejar pasar el tiempo en silencio entre ellos dos.

—No necesito una excusa para pasar el tiempo contigo, Kaiba.

Respondió, muy seriamente, aunque ni siquiera se hubiera molestado en girar el rostro para verle. Kaiba sólo dejó de teclear por un par de segundos, antes de volver a su faena.

—Claro…

Jou soltó un sonido de inconformidad.

— ¿Es lo que hacen las parejas después de todo, no?

…. De alguna manera, eso se escuchaba demasiado correcto.

—Claro.

a66;

La primera vez que lo hicieron no fue romántico, al menos no era así como Seto lo recordaba.

Habían pasado poco más de seis meses desde que comenzaran a salir, aunque ninguno de ellos usara palabras como novio para referirse a su relación.

Había sido después de una particularmente larga fiesta de celebración, que había sido orquestada en honor a los nuevos y mejorados duel disks que Kaiba corp había lanzado esa temporada.

Seto odiaba esa clase de reuniones, y aquella- no había sido la excepción. Se había visto obligado a acompañar a sus socios con un par de copas, fingiendo que encontraba graciosos sus chistes al tiempo que pretendía mostrarse interesado por su interminable cháchara de hijas solteras en edad casamentera.

Había llegado a la mansión con un ligero cosquilleo en la parte baja del estómago, nada demasiado preocupante o que indicara que tendría que pelear con un monumental dolor de cabeza al día siguiente. A Seto Kaiba no le gustaban las cosas inesperadas o que pudieran ponerle trabas a su desempeño diario.

Pero hablando de cosas inesperadas, había encontrado que esperando por él en su recamara estaba Jounouchi, con una botella de champagne y copas en mano. Quién como única explicación le había dicho “Isono me dejó entrar”

Ese hombre… a veces se preguntaba qué clase de cosas pasaban por su cabeza. Pero de nuevo, Isono nunca haría algo que supiera enfurecería realmente a su jefe. Y-debía admitir, que esa noche, le había agradecido ese pequeño arrebato.

Brindar con Jou era un millón de veces mejor que hacerlo con los viejos socios de la firma. No es que el rubio fuera particularmente divertido con alcohol en la sangre, o que tan siquiera hiciera brindis poéticos o memorables. Pero el sólo escuchar su risa y sus palabras sobrepuestas una sobre otra hacían que Seto quisiera reír también.

Por ti, Kaiba—había sido el último brindis que había logrado articular Katsuya, Seto no esperaba realmente nada, no después de que hubiera levantado ya otros cinco a nombre de sandeces— Por el bastardo ricachón más insufrible y talentoso que ha pisado este mundo.

Seto recordaba que había soltado un sonido, mitad divertido y mitad incrédulo.

—Tremendas palabras para describir a alguien con quien pasas tanto tiempo, Jounouchi.

Había exhortado, acercando su rostro y alejando su copa, mientras le miraba con una sonrisa retadora.

Una de las cejas de Jou se había levantado en gesto cómico, antes de que sus labios dibujaran una sonrisa divertida.

—Es porque te amo, idiota.

Cierto.

Aquella-había sido también la primera vez que alguno de los dos hubiera dicho esas palabras.

Kaiba tenía un poco de problemas recordando eso, pues tan pronto Jou hubiera terminado de hablar, los más que dispuestos y ansiosos labios de Kaiba ya se hallaban sobre los suyos.

El beso había sido torpe, caliente y necesitado. No era la primera vez que alguno de ellos besara a alguien, pero sin duda la pasión y entrega que le ponían a aquello hacían parecer que sería la última vez.

Seto había recorrido un largo camino entre besos y mordidas por todo lo largo del cuello de Jou, arrancando suspiros y gemidos ahogados. Sus manos habían corrido gráciles a aferrarse a la tela, queriendo sentir más cerca el cuerpo del contrario.

Jou no había sido lento para imitarle, enredando sus largos dedos entre el cabello bien arreglado de Seto, haciendo que pronto se volviera una maraña de mechones cafés. Ninguno había estado seguro de cuándo habían perdido las chaquetas, o cuando sus manos habían comenzado a tocar piel.

—Cama—había sido todo lo que Seto se había encontrado capaz de murmurar contra los labios de Jou, mientras este mordía su labio inferior, pidiendo permiso para volver a rozar su lengua.

Habían chocado contra un par de muebles, y de seguro que habían roto las copas con tanto movimiento y habiéndolas dejado a su suerte en el arrebato de calentura. Pero no importaba.

Pronto Seto se había encontrado sobre Jounouchi, quien ahora en una posición más cómoda parecía más que dispuesto a deshacerse de sus pantalones.

Él, por supuesto, tampoco se iba a quedar atrás.

La piel de Jou era extremadamente cálida, más que de costumbre. Sus músculos bien torneados se sentían excelente bajo su tacto, y los suspiros que le arrancaba con cada caricia –y que él mismo soltaba como respuesta- parecían querer grabarse con fuego en su mente.

Las sábanas se habían enredado en sus cuerpos, aun cuando Seto había intentado que no pasara, haciendo que sus movimientos parecieran aún más torpes.  Pero a Jou no parecía molestarle, pues ante cada maldición que profesaba cuando sentía que su cuerpo parecía atorarse con la tela, él sólo respondía con una risa sin mala intención  y procedía a callarlo con otro beso.

A Kaiba le habría gustado decir que había hecho un mejor trabajo en su primera vez, pero eso sería mentir. Había leído sobre la preparación y el lubricante, pero su mente aún nublada por el alcohol parecía no haber entendido de todo el concepto. El frio de la sustancia viscosa y desconocida le había hecho hacer una cara graciosa, casi tanto como la que Jou había puesto cuando Kaiba había intentado deslizar un dedo dentro de él.

¿Cuántos había logrado meter al final? Creía que no habían sido ni tres, recordaba los pequeños quejidos de Jou y su propia impaciencia, cuando finalmente  había decidido que podía mandar todo eso al diablo y entrar de una vez.

El ronco gemido que habían soltado parecía ser de inconformidad y dolor para ambos, pero no había pasado mucho para que Kaiba se comenzara a mover. Los gemidos eran cortos y ahogados, ambos respirando por la boca y sin poder articular palabras algunas, demasiado sobrecogidos por el mar de sensaciones que azotaba contra sus cuerpos.

El cuerpo de Katsuya parecía rehuir de momentos, y Seto se encontraba con que sus brazos tenían que pegarle más a su cuerpo.

Kaiba sintió que terminaba demasiado pronto, pero era su primera vez después de todo. El final de Jou no había tardado mucho tampoco. Cuando los sentidos de Seto habían vuelto en sintonía se dio cuenta que casi habían terminado cayendo de la cama, eso hubiera sido un tanto humillante, pensó con resignación. Dejó caer su cuerpo sobre el de Katsuya.

Aún si no era muy fanático de esa clase de demostraciones de afecto, no encontró la suficiente fuerza como para impulsarse fuera del cuerpo del muchacho y buscar un propio lugar para descansar en la cama. Los brazos de Jou fueron raudos en envolver el cuerpo de Seto en un abrazo suave, como si sus dedos sólo buscaran acariciar la sudorosa piel del muchacho.

— ¿Eso- estuvo bien para ti?

Seto quiso golpearse tan pronto esas palabras dejaron sus labios, se sentía como el idiota protagonista de una ridícula película americana de las que estaban de moda entre las jovencitas de instituto.

Jounouchi probablemente había pensado lo mismo, pues sin miedo a que pudiera ser tomado como una afrenta a su orgullo se soltó a reír sin tapujos.

Claro, Kaiba, claro

Dijo, la sonrisa aún danzante en sus labios.

a66;

Cuando Jounouchi le dijo por primera vez de sus deseos de estudiar en una universidad pública, Kaiba admitiría que había querido reír un poco. Pero ante la mirada de hastío que había recibido, había logrado mantener su expresión como la de una sonrisa muy pagada de sí misma.

— ¿Te parece divertido o algo?—había gruñido Jou, Kaiba pensó con sorna que luego el rubio exigía que no se le comparase con un perro.

—No lo tomes a mal, Jounouchi—dijo, mientras regresaba a su trabajo.—Pero no pareces alguien que le interese mucho una educación universitaria.

Después de todo, él estaba más que seguro que el rubio ya tenía más de un pequeño trabajo por allí –incluso antes de terminado el instituto- siendo el que más le molestaba ese donde fungía como mecánico junto a Honda Hiroto, pues cuando regresaba siempre quedaba un poco del aroma a aceite y piezas de refacción.

Jou rodó los ojos en respuesta. Todos sus amigos empezaban a hacer algo por su vida, Yuugi estudiaba para en un futuro partir a Egipto y participar en excavaciones arqueológicas, como su abuelo. Anzu seguía ahorrando para poder pagarse la escuela en Estados Unidos –aunque Jou siempre creería que a su amiga le saldría alguna oferta de beca antes- Honda pensaba comenzar a estudiar para convertirse en un oficial de la ley, Bakura asistía a la universidad también, y su carácter había comenzado a cambiar un poco después de que se separara del espíritu del anillo, incluso Otogi parecía tomarse mucho más en serio sus finanzas y había emprendido diferentes viajes para buscar compañeros de negocios y plataformas dónde invertir más allá del mar.

Katsuya- simplemente, no quería sentir que todos sus amigos lo estaban dejando atrás.

—Quiero hacer algo con mi vida, Kaiba. Creí que entenderías algo así, no que te burlarías.

Seto frunció el ceño ante tal declaración.

—Nunca me burlaría de alguna decisión de vida que tomes, Jounouchi.

Y era así como dieron por acabada la conversación.

Para Jou, era suficiente.

 

a66;

El padre de Katsuya nunca había sido un hombre modelo, más de uno podía dar prueba fehaciente de ello. Aunque Katsuya dudaba que los que pudieran decir aquello llevaran un mejor estilo de vida que él mismo.

Por eso, cuando había sido llevado preso, no había sido una sorpresa para él.

En realidad, era como si lo hubiera visto venir. Claro que eso no significaba que doliera menos. Un beodo e irresponsable, ciertamente, pero aún era su padre. La familia inmediata más cercana que tenía.

—Gracias por dejarme quedar aquí, Yug.

Acometió Jou con un poco de vergüenza, la tienda era pequeña pero acogedora. A él no le molestaría ayudar a cargar con mercancía, limpiar y ordenar estantes para justificar un poco su estancia en el lugar, aún si Yugi había dicho que no era necesario.

—No hay problema, Jou, para eso estamos los amigos.

Intentar esconder su relación con Kaiba –ya que realmente ninguno de los dos se sentía completamente cómodo como para dejarla expuesta al público, o sus amigos aún, comenzó a ser un tanto más complicado en ese momento.

Sin embargo, eso no significaba que Katsuya no pudiera hacer un poco de tiempo en su más ajetreada vida para prestar alguna que otra visita nocturna a un muy estresado Seto Kaiba, quien aún parecía seguir molesto porque hubiera decidido irse a vivir con Yugi en primer lugar.

 

a66;

 

Cuando Katsuya se enteró de la noticia muchas cosas pasaron por su mente.

Primero, recordó cuando sus padres le habían contado sobre el divorcio. Luego-cuando Shizuka le había enviado esa cinta informándole que pronto se quedaría ciega.

Era un poco atemorizante que su mente sólo pareciera relacionar toda la experiencia con memorias horripilantes.

La hoja de laboratorio que clarificaba el resultado aún danzaba en sus manos temblantes, mientras una sonrisa nerviosa que podría también pasar por la de un psicópata seguía pegada en sus labios.

Katsuya quería creer que podía vanagloriarse diciendo que era un hombre resiliente, y que encontraría una manera de salir de esta.

Repasó mentalmente una y otra vez la pequeña lista de razones por las cuales no debería estar haciendo tan gigantesco escándalo por el acontecimiento.

Su trabajo a medio tiempo daba una paga medianamente decente, e incluso podía pedir horas extra.

Las clases en la universidad estatal no eran tan atroces como hubieran sido al inicio, e incluso encontraba que hacer las tareas y estudiar era mucho más llevadero.

Más jodido que esto ya no se podía estar.

Una risa agria salió de sus labios cuando ese pensamiento osó cruzar su mente, y sin dudarlo llevó una de sus manos contra su rostro con más fuerza de la necesaria, riendo amargamente y fingiendo que la lágrimas que había caído por su rostro era causada por el auto golpe que se había dado.

Ni siquiera sabía cómo le mostraría esa prueba a Seto.

Y el pequeño en cuestión no tenía ni dos meses de existencia y él parecía verlo como una molestia.

El recuerdo de la imagen de su padre quemó en su mente como un recordatorio amargo de lo que esa clase de tren de pensamientos podía lograr crear.

Jou se sintió enfermo, y no exactamente como en la mañana.

 

a66;

Kaiba observó la hoja que Jounouchi le había entregado, repasando las letras una y otra vez. Como para estar seguro que no había cometido un error, y allí realmente no decía lo que su mente parecía gritar en clara señal de alerta.

Le tomó un par de minutos más a su cerebro entender que, quedarse observando el papel con el ceño fruncido, no cambiaría el resultado.

— ¿Cuánto tiempo?

Fue lo único que preguntó.

Frío e impersonal, pero no sentía como si debiera corregirse en ese momento.

Katsuya sintió ganas de soltar un resoplido, porque pedir una respuesta emocional del gran Kaiba Seto quizá era mucho pedir.

Pero- quizá también debería estar feliz de que no le hubiera exigido una prueba de ADN, o que le hubiera lanzado en la cara que no creía que fuera suyo.

—Casi dos meses—dijo en un resoplido.

Él había tenido tiempo para aceptar la noticia, de una manera u otra.

Quizá sólo era tiempo de darle a Kaiba tiempo para que él mismo lo entendiera.

 

a66;

Kaiba no le había pedido abortar al bebé.

No era como si Jounouchi fuera a acceder si se hubiera dado el caso, pero en su fuero más interno, Katsuya pensaba que quizá el otro muchacho no hubiera tenido reparos en pedirle algo así.

Sin embargo, lo que sí le pidió fue que dejara las clases.

— ¿Qué?

Preguntó, como si creyera que no había escuchado bien y necesitara una rectificación. Kaiba, quien había llegado a la tienda en su para nada discreta limosina, y ahora se ganaba un par de miradas extrañadas del par de peatones que cruzaba por las calles de dominó, frunció el ceño un poco más.

— ¿Acaso estás sordo? Quiero que dejes las clases, al menos por un tiempo.

Jou abrió la boca una vez, la cerró.

—No, ¡Perdería un semestre entero!

Pero Kaiba no parecía estar dispuesto a dar su brazo a torcer.

—Piensa en el bebé, Jounouchi.

Ante tal declaración, el mentado sintió sus mejillas arder. Mitad por escuchar a un hombre como Kaiba usar tremenda táctica y también porque aún no sabía cómo tomar el hecho de que realmente- estuviera esperando un hijo de Seto Kaiba.

—Además aún tienes que ir a las revisiones, más de un mes sin un chequeo me parece tremendamente irresponsable.

Jou hubiera querido gritar, para decirle que él no podía simplemente aparecer y decirle qué podía o no podía hacer bajo la excusa de es por el bebé.

Pero su inicio de diatriba se vio interrumpida por otro discurso de Kaiba.

a66;

Kaiba finalmente se había salido con la suya.

Claro que, Jounouchi no se había amilanado con el tema de las clases hasta al menos alcanzado el sexto mes, pero aquello era porque su propio cuerpo parecía pedirle descanso.

Sugoroku Mutou era un hombre demasiado amable, era lo que siempre pensaría Katsuya, él había sido el primero en pedirle que ni se le ocurriera intentar ayudarlos con la tienda cuando había comenzado a notar las molestias que el embarazo causaba en el cuerpo de Jounouchi.

— ¿Cómo te sientes, Jou-kun?

Era la primera vez que Yami, no, Athemu, parecía prestar atención a su estado.

Aún era un poco extraño ver al ex faraón rondando por los alrededores nuevamente, no terminaba de entender cómo era que había regresado con ellos a este plano –y para ser justos, Athemy parecía igualmente perdido sobre cómo proceder con su nueva vida- pero era agradable tener de vuelta a un viejo amigo.

—Bien—respondió, mientras como por acto reflejo acariciaba la parte superior de su abultado vientre—Un poco molido porque Fubuki tiene demasiada energía—dijo, haciendo hincapié en demasiada.

Athemu parpadeó.

— ¿Fubuki?

 —Kaiba sugirió el nombre—dijo en voz baja, ignorando la mirada extrañada que le regaló Athemu. De seguro pensando que era un poco raro que siguieran dirigiéndose el uno al otro con el apellido en lugar de con el nombre de pila—No estoy seguro de porqué—aunque Mokuba había soltado pistas nada discretas señalando que era porque en realidad, era el nombre de alguien que había sido muy importante para el castaño antes.

Y sabiendo la cantidad de gente que podía entrar en tal categoría en la vida del castaño, no era difícil deducir de quien se trataba.

Pero decir que Seto Kaiba quería nombrar a su primer hijo como su difunto padre era algo demasiado cursi para ser dicho en voz alta.

—Es difícil imaginar a Kaiba como padre—dijo Athemu en un murmullo.

Y también a ti.


 

Probablemente venía implícito.

Jounouchi no lo tomó como una afrenta personal, en realidad, lo entendía.

Él tampoco podía imaginar a ninguno de sus amigos aún como padre o madre.

Pero allí estaba él, a menos de tres meses de tener un bebé.

Una ola de mareos le asaltó, junto con un dolor que sólo podría describirse como asesino. Sentía que se partiría en dos.

— ¡¿Jounouchi-kun?!

Llamó aterrado Athemu, intentando tomarlo por el brazo.

Jou sólo pudo intentar mover la cabeza de manera negativa, asegurando que estaba bien. Pero antes de que pudiera hablar, se dio cuenta que el lugar donde estaba sentado ahora estaba manchado por un gigantesco charco.

—Oh no-

a66;

La primera vez que Kaiba pudo ver a Fubuki, este podría haber entrado tranquilamente en la palma de su mano.

Claro que no fue como si hubiera tenido tiempo de confirmar su teoría, pues cuando él llegó; el pequeño ya estaba acomodado en una de las incubadoras del lugar, muchas vías siendo conectadas a su pequeño cuerpecito y una constante luz azul siendo disparada desde la parte superior de la incubadora.

Se veía tan-frágil.

— ¿Señor Kaiba?— Una de las enfermeras del lugar se le había acercado mientras él aún tenía la mirada fija en los cuneros para nacidos prematuros, el lugar era mucho más pequeño que donde estaban los pequeños que llegaban a término y donde él había buscado primero. Fubuki, si lo comparaba con las dimensiones totales del lugar, lucía incluso más minúsculo— ¿Todo está en orden?

Seto giró la mirada, normalmente hubiera respondido presto y raudo. Pero se encontró con que no hallaba palabras para describir todo lo que pasaba por su mente en ese momento.

Tomó aire, finalmente, y asintiendo decidió que tenía que centrarse.

La enfermera le regaló una sonrisa que intentaba ser conciliadora, como si le dijera entiendo.

Pero Kaiba dudaba que lo hiciera. Maldición, ni siquiera él estaba seguro de entenderlo.

Aquella cosita, que ahora parecía pelear por hacer que su pecho subiera y bajara- Era suyo.

Tenía parte de él, y-

Parte de Katsuya también.

—Su compañero ya está despierto, si es que desea puede ir a verlo.

La enfermera parecía haber sido muy cuidadosa al momento de elegir sus palabras, como si intentara no molestarlo o conturbarlo más en ese momento.

Él sólo se permitió asentir, y sin decir más, la siguió hacia el exterior de esa sala y pasillo abajo.

El lugar tenía una imagen impecable, el blanco de las paredes y el olor antiséptico que lo rodeaba. Intentó concentrarse en eso y no pensar en lo que pudiera estar esperando por él en la habitación de Jounouchi.

—Aquí, señor Kaiba.

Seto asintió, antes de que la enfermera hiciera una pequeña reverencia y se retirara.

Seto Kaiba no era alguien que dudara, siempre tenía todo bajo control. Así que no pensaba que esta situación lo superara. Sin embargo, tendría que admitir que durante un momento el aire le faltaba, escapando de sus pulmones y dejándole mareado por un momento.

No importó.

—Jounouchi…

Llamarle así ahora que tenían un hijo juntos era extraño, como si no sonara correcto. Pero era la única manera en la que cerebro pensaba reconocer al muchacho.

Jounouchi lucía terrible. Terrible pero satisfecho, de una manera que Kaiba no terminaba de entender, pero encontraba cálida de alguna manera.

—Kaiba—respondió él, con una sonrisa que intentaba parecer pagada de sí misma, pero el cansancio que desprendía su entera presencia no podía ser ocultada así de fácil.

En ese momento hubiera sido bueno preguntar cómo estaba, o si estaba cansado- o, algo de ese corte. Pero Kaiba se encontró únicamente capaz de murmurar.

—Luces espantoso.

Jounouchi le miró como si no creyera lo que acababa de decir por un segundo, para luego soltar un bufido e intentar reír, antes de que una contracción de dolor le cortara en medio.

ugh, eso es tan tú, idiota.

Seto sólo avanzó más, llevando sus pasos hacia la cama, y poniendo una de sus manos sobre la cabeza de Jou, antes de alejar uno de los mechones de cabello húmedo que había caído cubriendo su rostro.

—Sólo cállate y descansa—pidió sin alterar su expresión, Jou le dedicó una mirada de astio mezclada con entretenimiento, antes de girarse todo lo que la vía le permitía e intentar descansar.

—Lo que digas

Kaiba esperó unos segundos, como si todo lo que pudiera hacer fuera mirar la espalda de Jounouchi subir y bajar, para nuevamente llevar su mano a la cabeza del muchacho y dejar una pequeña caricia, antes de murmurar muy quedamente.

Gracias.

No sabía si el muchacho le había escuchado o no. O, si sólo había fingido que no lo había hecho. El ligero estremecimiento del cuerpo durmiente de Jounuchi no había sido suficiente respuesta para él.

a66;

Fubuki era un bebé con unos pulmones remarcable fuertes. Seto y Katsuya descubrieron aquello tan pronto como se hubieran instalado en la mansión.

Aún era demasiado pequeño para su edad; pero su apetito había incrementado y su recepción por la comida parecía ser buena.

—Fubuki está llorando

Murmuró Katsuya; en un extraño contraste con los descorazonadores llantos del recién nacido.

Seto sólo pudo responder con murmullos ahogados por una de las almohadas.

Katsuya respondió con un gruñido profundo y le golpeó un hombro de obligarse a dejar la cama y encaminarse hasta la guardería que habían armado para el pequeño.

—No llores; Fubuki— Intentó calmar, levantando al pequeño entre sus brazos y peleando con su torpeza causada por el sueño para no lastimar el delicado cuerpo del bebé-vamos, todo está bien, papá está aquí...

Pero nada parecía servir; los llantos del infante no hacían sino incrementar; haciendo que sus sienes se sintieran más apretadas y Katsuya quisiera que alguien le arrancara los tímpanos.

— ¿Acaso tienes hambre? Pero te di una botella hace menos de dos horas

Era ridículo que pensara que el bebé iba a responder a su tono suplicante, pero no perdía nada intentando al tiempo que seguía meciéndolo cerca de su pecho. Sin embargo, esto sólo causaba que los gritos de Fubuki incrementaran.

— ¿Te mojaste? ¿Te duele algo? ¿Son cólicos?—pedía suplicante, sintiendo el ardor en los ojos, no estando seguro si era por el cansancio de todos los días acumulados de poco descanso o porque el llanto quería contagiársele a él también—Cariño, por favor…

Katsuya creía que se habría podido volver loco si la situación continuaba, pues los alaridos eran tales que no se podía captar sonidos exteriores a la habitación. Quizá fue por eso que no escuchó los arrastrados pasos de Seto, quien sin mucha ceremonia le quitó al infante desde atrás, dejando a Katsuya sorprendido y alborotado.

Llevó al pequeño contra su pecho sin miedo, como si lo hubiera hecho antes. Y, aunque parecía un poco falto de práctica, también parecía saber muy bien lo que hacía.

Ni siquiera tuvo que decir algo, sólo comenzar a balbucear muy quedamente algo que Jou creía que iba como shh shh, mientras movía el cuerpo de Fubuki lentamente de un lado para el otro. Y-como si fuera arte de magia, el llanto comenzó a amainar, para detenerse finalmente.

El silencio recibió a Jounouchi como el final de una particularmente larga tormenta.

—Pero- ¿Cómo?

Fue su elocuente pregunta.

Seto le miró con una ceja elevada, antes de él mismo asegurarse de colocar a Fubuki en su cuna, girando ligeramente su cuerpecito hacia un lado para que no corriera el riesgo de atragantarse con su propia saliva.

—Tengo un hermano menor, Jounuchi—Dijo, como si fuera todo lo que necesitara saber para entender su conocimiento de esa clase de artes—Hice eso unas cuantas veces.

Hace muchos años. Muchísimos años. Agregó mentalmente Katsuya, pero el pasado y-particularmente la época en la que ambos vivían con sus familias aún enteras, no era un tema que se tocara.

—Parece que eres muy bueno con esto también—admitió, negando con la cabeza y dibujando una sonrisa contrariada, como si no pudiera creer lo que él mismo estaba diciendo—Si esto sigue así creeré que eres su favorito.

Después de todo, Fubuki siempre parecía mucho más dispuesto a dejarse cambiar o comer cuando era Seto quien lo hacía.

Jounuchi no lo admitiría, pero lo molestaba a más no poder.

Uh, quizá le faltaba mucho por crecer aún.

Seto lanzó un bufido, siendo tal gesto poco elegante clara muestra de su cansancio.

—Cierra la boca, Jounouchi.

Dijo, antes de dejar un beso raudo en su frente.

 

a66;

Seto debería agradecer que su hermano menor tomara tanto de su tiempo para cuidar del pequeño Fubuki.

Mokuba estaba más que encantado con su sobrino. Tanto que a Seto no le sorprendería que la primera palabra del pequeño fuera el nombre de su tío, o algo por el estilo.

No que él estuviera celoso, claro que no.

Demonios, había cometido otro error. Chasqueó la lengua, antes de volver a tipear toda la línea de código en la que se encontraba.

Escuchó una pequeña risa a un lado y no pudo evitar girar la cabeza con molestia, Jounuchi había entrado a su oficina con una pequeña bandeja y un par de tazas de té.

—Vaya, cuando tu secretaria me pidió a mí traerte el té creí que lucirías diez veces más molesto que esto.

Aunque Jounuchi debía admitir que él había tenido muchísima más experiencias con un Kaiba enfadado a lo largo de los años, quizá únicamente ya estaba acostumbrado.

— ¿Qué es lo que quieres?—preguntó, mientras regresaba la mirada hacia la pantalla de la computadora, sus dedos no se habían dejado de mover ni por un segundo.

—Tengo varias cosas en mente—respondió Katsuya con un asentimiento, dejando la bandeja en un lado del escritorio, para caminar hacia la parte posterior de la silla y dejar que sus manos cayeran sobre los hombros de Seto—Pero que te tomes al menos una hora para descansar está en el top de la lista.

Kaiba ahogó un gruñido cuando sintió los dedos de Jounuchi hundirse en sus hombros.

— ¿No deberías- estar trabajando o algo?

Seto se ponía menos elocuente en ocasiones como esas, Katsuya no podía dejar de encontrarlo adorable.

—En relaciones públicas estamos hasta el cuello gracias a tu nuevo torneo—dijo, aún sin dejar de masajear los hombros del otro muchacho, que parecían estar hechos de roca más que de otra cosa—Pero siempre puedo hacer un poco de tiempo para ti, Kaiba—terminó, haciendo una particular inflexión en su apellido, como en los años de escuela.

Otro gruñido ahogado abandonó los labios del joven CEO, mientras estiraba la cabeza hacia atrás y sus manos comenzaban a descender a los lados.

Jounouchi hizo que su rostro descendiera también, haciendo que sus labios se cerraran sobre los de Seto. Quien, soltó un pequeño murmullo de deleite.

— ¿Debería tomar eso como un gracias?

Tentó Jou, con una sonrisa de autosuficiencia.

Kaiba frunció ligeramente el ceño.

—Cierra la boca y bésame.

Jou no puso trabas ante semejante petición.

 

a66;

Seto nunca se imaginó a sí mismo como un hombre de familia. Al menos no como las imágenes de hombre de familia que el mundo de negocios le había vendido. No como Gozaburo y su difunto hijo Noa, ni mucho menos como algunos de los socios de su firma que había conocido.

Pero ahora, mientras observaba la pequeña caja retozar en su mano, era como si cualquier vieja imagen que ese título hubiera podido ostentar en su mente desapareciera y fuera remplazada por su particular –vaya- familia.

Era una cena medianamente privada, el salón de la mansión lleno con los viejos amigos de Jounouchi –son nuestros amigos, Seto. Deja de actuar como un asocial— Anzu y Hiroto parecían hablar de algo particularmente interesante con Shizuka, quien no sólo asentía y parecía estar completamente indiferente de la cara de embobada con la cual le miraba el muchacho.

Metros más allá, Yugi y Atemu jugaban con un Fubuki un tanto más crecido y Mokuba, quien muy orgulloso les mostraba que su sobrino ya podía caminar sin necesidad de sostenerse de nada y, que podía hablar como todo un campeón.

Aunque aún sigue confundiendo las r’s con las d’s. Se recordaría a sí mismo Kaiba con gracia.

Katsuya finalmente estaba imbuido en una conversación con Otogi, quien había regresado de Estados Unidos únicamente para esa reunión. Ese muchacho aún no le daba de todo buena espina, demasiado coqueto y lanzado para el buen gusto de Kaiba.

Aclaró su garganta, y con cuidado golpeó una copa que traía con una cucharita.

—Atención.

El grupo entero giró la vista, sorprendidos de que Kaiba- quien normalmente se quedaba a un lado en reuniones como aquellas, fuera a decir algo. Jou particularmente parpadeó desentendido, pues aún no llegaba a creer que el muchacho hubiera accedido tan fácilmente a dejarles reunir allí en primer lugar.

—Tengo un importante anuncio que hacer.

Seto pudo ver a Mokuba dedicarle un pulgar en alto muy poco discreto desde su lugar, y tuvo que luchar con el impulso de romper la expresión estoica de su rostro. Demonios, incluso podía sentir que un poco de calor estaba peleando su camino hasta su rostro.

—La vida parece haberme reconocido como uno de sus más grandes adversarios—porque, modestia aparte, no había nadie que supiera afrontar los retos que el mundo no dejaba de lanzarle como Seto Kaiba— Fuera lo que fuere que me pusiera delante, siempre he sabido como sobrellevarlo—Posiblemente más de alguno hubiera querido girar los ojos en ese momento, pero Kaiba estaba demasiado concentrado como para que ese detalle le molestara. Jounuchi sólo pudo parpadear aún más confundido—No creo en el destino, ya que yo siempre he sido el que ha trazado su propia senda—comentó, mientras daba un par de pasos más hacia adelante, quedando frente a frente con Katsuya—Y esta vez, quiero que alguien me acompañe a seguir trazándolo.

No, definitivamente Katsuya había esperado que Seto se pusiera en una rodilla.

— ¿Katsuya, te casarías conmigo?

Notas finales:

Después de todo, a tu lado el brillo de mi corazón se vuelve más fuerte

 

Notas Finales: Al final tuve que partir este capítulo en dos. Porque era gigantesco, y además porque estoy subiendo esto desde la pc de la universidad, donde el internet se va cada dos por tres y el teclado está fatal

Ehr, en el capítulo que viene hay algo de prideshipping- Kind of, sort of. en cappitulos posteriores igualmente habrá un poco de otras parejas, peo erm, detalles.

De paso, que me quedé sin internet desde hace días y es un infierno- al menos puedo aprovechar para ver 5D’s o terminarme el GX como la gente –sigh.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).