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¿Quieres un café? por LaChicadelosGatos

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Notas del fanfic:

Disfrutadlo! es el primero.

Notas del capitulo:

¿Qué tipo de café te gusta? 


 

A veces nos encontramos en momentos en los cuales no sabemos qué hacer con nuestro futuro. La vida se ve compleja y difícil, todo es confuso y complicado. Dentro de todo lo malo, siempre encontraremos algo bueno. Así, como el ying y el yang, él llego para ser lo bueno dentro de lo malo.

**

Abrí con cansancio la puerta de la oficina, otro día más comenzaba. Nuevamente recibiría correos, llamadas de mi jefe, la broma insulsa de mi compañero, la comida insípida del almuerzo, el café por la tarde, el chisme de pasillo. De manera interminable e infinita. Era en realidad un ciclo sin fin, que me consumía lentamente. Nunca me sentí realmente feliz en este lugar, pero nada más quedaba por hacer, puesto que la renta y los gastos no se pagarían solos.

Mientras avanzaba por el pasillo saludando a quien fuera que me encontrara en el camino a mi oficina, pensaba en si había desconectado la plancha de la corriente. No podía recordarlo, entre dar de comer a mi perro Pepino, preparar algo para media mañana, contestar los correos de mi hermana… no, no pude recordarlo. Me quedé en la incertidumbre, sin saber a ciencia cierta si mi departamento, ubicado a treinta minutos de aquí, estaría en las mismas condiciones por la tarde.

Llegado a mí pequeño espacio de dos metros cuadrados, adornado con dos fotos familiares y un porta lápices de madera color miel, dejé mi bolso y prendí el computador. Me preparaba para leer el periódico online por quince minutos, acompañando mi café, cuando sonó mi teléfono de escritorio.

-Sí, Buenos días.

-Hola Francisco. Oye, tengo un chico que necesita que le enseñes su puesto. Lo haría yo, pero tengo una reunión en diez minutos. ¿Me podrías ayudar? Es solo darle una pequeña bienvenida.

-Sí, no hay problema. Voy de inmediato.

Imposible es decirle no a un superior, más cuando además es tu amigo. Dejé con tristeza mi café sobre un papel en el escritorio y fui directo a la oficina de Gustavo. A través del pasillo pude observar, como siempre, el acuario con pececillos y los dos cuadros de Monet, que tratan de relajarte, pero no lo consiguen. Por lo menos no conmigo.

Toco la puerta antes de entrar.

-¡Pasa! – me dice Gustavo desde adentro.

-Permiso… -abrí la puerta con delicadeza.

La oficina de Gustavo tiene lindos muebles de madera, que le dan un toque hogareño. Al ser un poco desordenado, incluso en el trabajo, recuerdo con facilidad su casa. Pero mi atención pasa rápidamente del desorden a un chico de pelo castaño oscuro, como el chocolate amargo. Tiene ojos pardos, la piel canela y cejas bien formadas. Es guapo, hay que decirlo, me alegro de que por lo menos mi compañía durante esta mañana va a ser agradable a la vista.

-Francisco, él es Sebastián.  Viene como reemplazo de Rodrigo mientras está con licencia.

Recuerdo de manera fugaz el accidente en motocicleta de Rodrigo y sus consecuencias. Como para nunca subirse de nuevo a una.

-Buenos días – dice el chico nuevo. Además de lindo, tímido. Excelente.

-Un gusto, mi nombre es Francisco, no seré tan buen guía como Gustavo – miró a mi amigo y sonrío- pero intentaré hacer lo que mejor pueda.

-Gracias – me dirige una sonrisa, a la que respondo de igual manera con rapidez.

-Ok, yo los dejo. Debo correr a la oficina del gerente. Trátalo bien Francisco – Gustavo se pone el saco hábilmente, y toma algunas carpetas del escritorio – y bienvenido Sebastián. Éxito.

Con apuro, Gustavo sale de la oficina en dirección a la reunión, mientras yo me volteó hacia el nuevo.

-Bien – comienzo lentamente – daremos un paseo por la oficina. ¿Sabes lo que hacía Rodrigo cierto?

-Sí, estaba encargado del área de finanza – responde rápidamente.

-OK, vamos entonces, te llevaré a tu puesto de trabajo.

Avanzamos uno al lado del otro por el pasillo. Me doy cuenta de que es un poco más bajo que yo, y que es delgado, pero sin llegar a ser famélico. Sebastián miró los cuadros y, a juzgar por su expresión, puedo decir que se relajó.

-Que lindos- dijo al pasar por el lado del acuario.

-¿Te gustan los peces? – Pregunté para cortar un poco la tensión.

-Sí, me encantan. De hecho, tengo un acuario en casa. Pero es más pequeño que este.

- A mí no me gustan. Creo que son animales aburridos. No juegan contigo como un perro o un gato. Ni siquiera te reconocen –suelto sin pensar. Es fácil ser natural con este chico.

-Pero ¿cómo sabes eso? ¿Alguien asegura que de verdad ese animal no te tiene cariño? – Me miró expectante, esperando mi respuesta, la que no le di – Creo que… ellos solo demuestran su cariño de manera distinta a la que estamos acostumbrados.

Lo observé. Quizás este chico ve las cosas más allá de lo que normalmente se ven. Eso me parece interesante.

-Puede ser, no lo había pensado.

Bajamos un piso en el ascensor, al área de finanzas y llegamos al puesto de Rodrigo, que ahora va a ser ocupado por Sebastián. El escritorio no tiene ningún adorno, se nota el poco tacto de Rodrigo. Y que no tiene hijos.

-Bien, este es tu escritorio – reviso los cajones en busca de lápices y materiales – Puedes dejar tus cosas en ese cajón.

Sebastián se despoja de su bolso y lo deja colgando del asiento. Prende el computador y se sienta.

-Muchas gracias – dice, al tiempo que me mira de manera fija- Es usted muy amable.

Me sentí totalmente cohibido. ¿Qué es eso de “usted”?. Tengo solo 26.

-No me trates de usted, solo tengo 26- digo, soltando una risita.

Como va pasando el tiempo. Mi generación se va quedando atrás.

-OK, te llamo Francisco entonces – me sonríe. Tengo unas ganas extrañas de invitarle un café, pero me contengo.

-Cualquier cosa me llamas, en esa libreta está mi anexo - le indico con el dedo la página en la estan los teléfonos de recursos humanos. 

-Gracias – dice y dirige la mirada a la pantalla encendida.

Mientras voy de vuelta a mi escritorio, siento una sensación de éxito. Como si algo bueno acabase de ocurrir.

 

Notas finales:

Tiradme tomates! ajaj ... Mi jefe se llama Sebastián. Creo que me inspiro en él <3 


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