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Amor verdadero por BlueMoon

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Notas del fanfic:

Simplemente es un pequeño Shot que nació cuando oí de la muerte de Alan. En esos momentos, simplemente vino la inspiración, pero hasta hoy no he podiod escribirlo.

Espero que os guste, pese a que sea triste ^^, fue hecho con todo mi cariño. Es mi primera incursión en el mundo de Harry Potter, así que sed benevólos, por favor.

La canción Sin ti sería silencio de Mägo de Oz, me inspiró por si la queréis escuchar (a partir de los (*) (*).

Disclaimer: Evidentemente no soy ni rubia, ni millonaria, ni inglesa, así que no soy J.K. Rowling, tampoco hago esto con algún fin de lucro.

Advertencia: OOC (Personajes Out of Character, o fuera de carácter). Relación Chan.

 

Era un día gris y oscuro. La nieve caía de forma copiosa en la escuela de magia y hechicería Hogwarts. Era un día casi como cualquier otro, con la única excepción que en ese día no se escuchaban las risas ni las bromas de los estudiantes. No hoy, era un día triste.

La guerra había acabado ya, hacía tan solo dos días. Y hoy, en lugar de ser un día feliz, se rendía un homenaje de aquellos caídos en batalla justo en el lugar en el que esta ocurrió, en el campo de Quiddicht, donde demasiadas vidas encontraron la muerte, donde se apagaron demasiadas estrellas. Vidas a las que, junto con muchas otras, hoy se les premiaba por su valentía, por su entrega y por su valía con una Orden de Merlín de Primera Clase.

Para esta ocasión miles de sillas se habían colocado y un estrado al final para todos aquellos que fueran a intervenir en el homenaje. Una inmensa carpa cubriría a los invitados de la nieve que caía afuera copiosamente.

Ya  había algunos asistentes sentados, cuando Harry, Ron y Hermione hicieron su aparición acaparando todas las miradas y recibiendo miles de aplausos por su gesto, por haber derrotado la amenaza que suponía Voldemort…

Los chicos sonrieron apenado y se sentaron al inicio de todo, casi nadie hablaba, pues la guerra había tenido muchas bajas y ese era un día terrible. Al final, poco a poco todos los asientos fueron llenados y Dumbledore apareció dando comienzo de esa forma a la tan esperada ceremonia…

—Y me gustaría dar las gracias por último pero no menos importante —Dumbledore habló alrededor de una hora después hacia los invitados. Había habido lágrimas, muchas de familiares que desconsolados lloraban a aquellos que habían perdido en la guerra; y ya quería acabar, menos mal que eran los últimos ya—. A los jóvenes de la Casa Slytherin, quien y poniéndose en contra de sus padres generalmente, han ayudado. Sin su ayuda, esta victoria no hubiera sido posible. Me gustaría además, dar las gracias principalmente a Severus Snape, quien desgraciadamente cayó en la guerra, protegiendo a Harry Potter por el amor que un día sintió hacia Lily Potter, y a Draco Malfoy. Está claro que sin su ayuda, sin que ellos estuvieran infiltrados en las filas mortifagas, sin la información tan valiosa que nos aportaron, no hubiera habido victoria.

Y ahora —continuó—. Me gustaría llamar a Draco Malfoy, para entregarle la Orden de Merlín por su mérito y por sus esfuerzos antes mencionados, y que sin duda le hacen valer dicha medalla pues sin él, sin su ayuda, no se habría ganado la guerra.

Unos tímidos aplausos, provenientes de la Casa de Slytherin, pues los demás aún no confiaban en que el hurón los hubiera ayudado de buena gana si no que creían que lo había hecho para salvar su culo y el de sus padres de la cárcel, se dejaron escuchar, sin embargo nadie apareció por el pasillo.

Murmullos se dejaron escuchar mientras el tiempo pasaba y no aparecía. Todos pensaban que se estaba haciendo el importante, que solo quería ganar más protagonismo.

— ¿Draco Malfoy? —Volvió a inquirir el director al escuchar los insultos que se dejaban oír hacia el chico.

Inmediatamente, la figura de Lucius Malfoy empezó a subir hacia el estrado elegantemente.

—Yo la recogeré. Gracias Dumbledore. —Y con esas palabras y la orden en mano, se bajó del estrado, dejando a una indignada multitud y a un Harry Potter más que extrañado de no ver a su antiguo némesis ahí.

—Es sospechoso, ¿no creéis? —dijo Ron a sus amigos—, que el hurón no esté aquí… Yo pensaba que iba a ser el primero con eso que así demostraría su superioridad… En cambio su padre, que solo se cambió de bando cuando vio que con su preciado “Lord” no iban a ganar se mostraba más feliz que nunca…

—Ron, eres imposible —farfulló Hermione—, no sabemos que le ha pasado, además, su padrino acaba de morir y parecían ser unidos, a lo mejor no quería asistir… ¿Tú que crees, Harry?

Pero el niño-que-venció no escuchó a su amiga, si no que se levantó de un salto, ya se imaginaba dónde podía estar el rubio y quería hablar con él necesitaba decirle que…

(*) (*)

Draco Malfoy era uno de los pocos que no estaba presente en el homenaje de Hogwarts, pese a que él era uno de los principales galardonados. Pero él no quería tener que escuchar las hipócritas palabras del director o reírle las gracias a Potter. Quizás sus amigos si podían pero él no quería estar ahí. Para él todos podían pudrirse en el infierno, incluso su Orden de Merlín.

Tampoco quería estar en ningún lugar. Sí, le había dado la espalda a las creencias de sus padres, había servido de espía a la Orden del fénix y había hasta arriesgado su vida para pasar información de Voldemort, pero ahora se preguntaba para qué lo había hecho, antes creía, ingenua, estúpidamente, que cuando la guerra acabara podría por fin ser libre, decidir lo qué hacer y con quién, pero no pensó que la muerte, la estúpida y jodida muerte le arrebatara a aquél que tanto amaba.

Debería estar contento, debería ser feliz, pues estaba vivo, la guerra había acabado y por las ayudas prestadas a último momento, sus padres no pisarían la cárcel de Azkaban y sin embargo, no podía, le faltaba lo más importante. Le faltaba él.

Sollozó de forma descontrolada. Sev, su Severus, su novio, su amante, su compañero, había muerto en la última batalla y todo por proteger al estúpido de Potter, quien hasta ese momento no dudo de que Snape fuera un mortífago… Dio la vida por alguien que ni siquiera le agradaba… De golpe, por su causa, por haber querido salvar hasta el final a su némesis, se habían esfumado todos los planes que tenían juntos, todas las cosas que habían de descubrir del otro.

En esos momentos odiaba a Potter más que nada. Y es que si tan solo Severus se hubiera quedado con él, con ellos, tanto como él se lo había rogado… un mal presentimiento le había acompañado durante todo el día haciéndole incluso rogar a su amor al ver que este estaba dispuesto a ir sin hacerle el más mínimo caso… y al ver que su amor estaba en la lista de los caídos fue desolador. Se le vino el mundo encima en ese momento. Y aún no había podido recuperarse

No se sentía con ganas de nada. Solo quería hacerse una bolita en la cama y desaparecer. Sin embargo ahí estaba, de pie, frente a la tumba del que fuera el mejor profesor de Pociones que alguna vez tubo Hogwarts, llorando, dejando que la tristeza lo invadiera, recordando los momentos de los dos, recordando la primera vez que estuvo desnudo delante de él, los momentos agrios que vivían a escondidas de todo, solo Hogwarts fue testigo del mutuo amor que tanto profesor como pupilo se profesaban. Un amor que había dado sus frutos, un fruto que crecía día con día en su interior. Un niño que crecería con un solo padre, sin que el otro estuviera a su lado y todo por una estupidez.

Sí, para él la guerra solo era algo estúpido provocado por los aires de grandeza de un megalómano mago que se creía superior a todos los demás.

— ¿Por qué? —Le susurró con voz entrecortada a la fría piedra con enfado—, ¿por qué tuviste  que irte y dejarme solo? Te odio, Sev, no sabes cómo lo hago —se desplomó en la fría nieve quedando a escasos centímetros de la tumba—. Por no tenerme en cuenta, por olvidarte de “tu dragón” como solías llamarme, ¿te acuerdas? Te odio por haberme dejado solo. Por habernos dejado solos. ¿Qué le diré a Scorpius cuándo me pregunte por ti? ¿Qué su padre fue un tonto por haberse dejado matar? —Más lágrimas descendieron por sus mejillas y negó con la cabeza—.  Merlín, no es cierto que te odie. Te amo tanto, Sev, que tengo miedo. Miedo de no saber qué será ahora de mí. Me siento tan perdido que si no fuera por nuestro pequeño Scorp, ahora mismo creo que te iría a hacer compañía…

Se quedó callado por unos segundos, perdido en su memoria, recordando, mas una ráfaga de viento hizo que volviera al presente. Tristemente miró hacia la tumba, es que aún se negaba a creer lo que había pasado… Ojalá solo fuera una pesadilla, una maldita pesadilla de la que despertaría solo para que Sev le mirara preocupado y le preguntara que le había pasado y poder perderse otra vez en esos ojos negros…

Un trozo de pergamino que no había visto hasta entonces le llamó la atención. Con cuidado y con manos trémulas lo cogió, viendo con sorpresa que el papel llevaba su nombre escrito. Lo desdobló y pudo comprobar que era de él…

Mi pequeño y amado dragón

Si esta carta llega a ti, es que yo ya no estaré a tu lado, me habré ido a otro lugar. ¿Mejor? ¿Peor? Quién sabe, lo único que sé es que me faltará tu presencia, la tuya y la de nuestro Scorp…

Merlín, estoy escribiendo esta carta después de que hayamos hecho el amor, mientras tú duermes acurrucado en la cama y no sabes cómo me está costando escribir cada letra…

Sabes que no soy bueno con las palabras, que debería haber dicho “te amo” más veces de las que te lo he dicho, y ahora escribiendo eso me arrepiento, me arrepiento de no habértelo dicho antes, de mi cobardía, de no haber hecho tantas cosas juntos… pero  si me he ido, espero que tengas presente lo mucho que te amé en vida y que aún te amo, no, los amo.

Seguro que me estarás maldiciendo en este mismo instante por haber muerto, pero era necesario, lo era para que tú y mi pequeño vivieran en un mundo mucho mejor al que yo, al que ambos vivimos. Debía crecer y, estoy seguro de que lo hará, sin miedos, sin preocupaciones y sin miedos por ese loco cara serpiente.

Y espero haberlo logrado. Que mi ayuda haya sido suficiente para vencer.

Mi Draco, mi amado y bello dragón, quiero que vivas. Mi muerte no puede marchitar tu joven vida. Vuelve a enamorarte. No te pido que me olvides, si no que continúes tu vida, pues es lo que toca.

Me encantaría escribirte miles y miles de cartas, me pasaría días escribiendo para ti, pero estás despertando y no quiero que  me encuentres escribiendo estas palabras, ni que por causa de eso volvamos a discutir por la guerra.

Tú no quieres que arriesgue mi vida, pero a veces es necesario hacerlo, mi Draco, si quiero que los míos estén bien.

Me despido de ti, mi hermoso dragón, pero no es un adiós para siempre, sino un simple hasta luego. Recuerda que siempre, hasta el final estarás presente tanto en mi corazón como en mi mente.

Cuida bien de Scorpius.

Te quiere

Severus Snape

P.D: No lo necesitas, pues tus padres son asquerosamente ricos, pero me gustaría que mi herencia pasara a tus manos y a las de nuestro hijo.

Al acabar de leer esas líneas un grito desgarrador sonó desde lo más profundo de su garganta. Sev sabía que no iba a sobrevivir y esa fue su forma de despedirse. Sin saber cómo, se levantó y empezó a patear el nombre de la lápida: —Maldito, Sev… Sabías que no sobrevivirías, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué esperaste a estar muerto? ¿Por qué…?

Es que acaso no te dabas cuenta que yo podía vivir en cualquier lugar, siempre y cuando tú estuvieras a mi lado, abrazándome, consolándome, mirándome como solo tú sabías hacerlo… Scorp y yo habríamos sobrevivido a todo a tu lado. Contigo, nuestro héroe.

Se dejó caer otra vez a la nieve. Estaba agotado, no había descansado nada y se sentía agotado, además el niño parecía notar la ausencia de su progenitor y la agitación de Draco y estaba nervioso y no paraba de patear a su padre.

— ¿Malfoy? —Al escuchar el grito, Harry se había acercado hasta llegar a donde estaba el rubio y lo que vio lo dejó helado. Draco estaba sentado con la mirada perdida en la nada y los ojos rojos y brillantes, con miles de lágrimas resbalando de sus blancas mejillas. El chico parecía no notarlo—. Malfoy —volvió a llamarlo mientras le ponía la mano sobre un hombro.

Draco saltó al notar una mano en su hombro. Al levantar la vista, se encontró con los ojos verdes de Harry Potter. Maldito idiota, ¿qué quería? ¿Verlo destruido? Rápida y furiosamente se secó sus lágrimas, no quería que él le viera de esa forma.

— ¿Qué coño quieres Potter? —No estaba para bromas.

— ¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí? No sería mejor que estuvieras en…

— ¿En dónde, Potter? ¿En la puta fiesta que está haciendo el ministerio para los caídos? Pues no, Potter, no, para mí esa fiesta no tiene sentido. —Su voz sonó totalmente rota.

—Pero no lo entiendo, deberías estar contento, ni a ti ni a tus padres les pasará nada. Y además…

—No lo entenderás, nunca lo entenderías, Potter.

Harry desvió la mirada de ese herido y derrotado Malfoy que no parecía su antiguo némesis, y miró la lápida que estaba enfrente del otro chico. Severus Snape. De alguna forma lo debería haber imaginado…

— ¿Lo querías mucho, cierto? —Se atrevió a preguntar.

La carcajada amarga del rubio fue su respuesta.

— ¿Si lo quería? No, Potter, no lo quería —susurró con rabia sorprendiendo al otro muchacho. Al ver que el otro iba a hablar, se apresuró a continuar—, lo amaba. Severus Snape era mi vida entera. Lo amaba demasiado y era correspondido. Él y yo éramos pareja e íbamos a tener un hijo, pero por culpa de la guerra, por tu culpa —le dijo acusándole con la mirada—, mi hijo no va a conocer a su padre, no le va a enseñar a montar una escoba, no le enseñará pociones para que sea el mejor de su clase, como en su día me enseñó a mí. Por tu culpa, ya no lo tendré a mi lado para amarle como se merecía.

Harry se sorprendió ante las palabras de Malfoy. Nunca se imaginó que este pudiera tener sentimientos hacia un menor y menos hacia Draco Malfoy, además, Dumbledore…

—Pero Dumbledore…

—Nadie lo sabía, ¿vale? Todo era a escondidas, no quería que lo echaran por algo como un affaire con un menor. Seguro que Dumbledore te dijo que mi padrino amaba a tu madre y había muerto salvándote por eso, pero Severus no fue tan buen hombre, era egoísta. Él solo quería un final y quería que vencieras, Potter, estaba harto de aguantar a Voldemort. Puede ser que en el pasado amara a tu madre, pero ahora mismo éramos mi hijo y yo quienes ocupaban su corazón. —Al acabar de decir eso volvió su mirada a la tumba—. Dame la mano Potter —susurró de repente, sorprendiendo al otro—, tranquilo no te haré nada —dijo al ver que el otro no se fiaba.

Reacio Harry le tendió la mano y Draco la puso sobre su estómago. En ese momento, Harry pudo sentir una leve patada.

— ¿Es…? —susurró sorprendido apartando la mano como si esta le quemara.

— ¿Te queda claro, ahora, Potter? Además, después de la guerra, cuando cumpliera la mayoría de edad, íbamos a casarnos y a dejarnos de esconder —se giró —. Ahora ya lo sabes, así que déjanos en paz —volvió a dejarse caer a la nieve.

—Pero Malfoy, no deberías estar aquí, deberías estar en casa, resguardándote del frío, más con un hijo en camino.

—Déjame en paz, Potter. Vete, no te quiero volver a ver. Y es mi problema donde estoy, no el tuyo.

Harry negó con la cabeza y sacó la medalla que había ido a llevar a la tumba del profesor.

—La tuya la ha recogido tu padre —comentó al ver como Draco miraba fijamente el objeto brillante. —Pensó en añadir algo más, pero al final se calló—. Lo mejor tanto para ti como para tu bebé sería que no cogieras frío —le dijo poniéndole su capa en los hombros—. No, no hace falta que me la devuelvas, para ti —diciendo eso se fue dejando a Draco con su pena…

(*) (*)

La siguiente vez que vio a Draco Malfoy fue once años más tarde, mientras acompañaba a la hija de Ron y Hermione a su primer viaje hacia la escuela de magia y hechicería Hogwarts.

—Harry —Ron le dio un empujón al ver quien estaba en el andén—. Mira quien ha venido…

Y ahí frente a ellos, un Draco Malfoy vestido rigurosamente de negro acompañaba a su hijo, Scorpius Snape Malfoy, quien orgullosamente caminaba a su lado. El niño se parecía mucho a Draco, pero sus ojos eran del mismo color que el ónix de su profesor de Pociones, y el cabello pese a ser tan liso como el de cualquiera de los Malfoy, era de color azabache.

Draco Malfoy nunca se había vuelto a enamorar, nunca había vuelto a mirar a un hombre con amor en los ojos, y al nacimiento de su hijo, luchó para que este tuviera el reconocimiento que se merecía. No pudo hacer nada contra Dumbledore quien dijo que simplemente no iba a cambiar la historia de amor que el profesor sentía hacia Lily Potter por según él “un tonto enamoramiento”. Sin embargo, luchó y al final su hijo fue reconocido…

Pese a todo, le amaría hasta el final de sus días…Draco había admitido que su corazón se lo había llevado Severus con su muerte...

Notas finales:

Y, ¿qué tal? *se escond debajo de la mesa*.

¿Ha gustado? ¿No? Sinceramente espero que sí, y que me dejéis algún comentario por pequeño que sea.

Saludos~~.


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