La ley de Faraday.
Capítulo 1. Como llegar de la paz a la calamidad.
Abril.
Era la época de un nuevo ciclo escolar, el sol emanaba su calor con algo de rudeza y el viento azotaba los cabellos de todos los estudiantes que iban a la ceremonia de inauguración.
La preparatoria Konoha era una de las más prestigiosas de aquella ciudad, los mejores estudiantes, los profesores más preparados y las instalaciones más modernas o al menos… así era como querían que fuera vista.
— ¡Naruto vas a llegar tarde a tu primer día de clases!—una mujer pelirroja fue a levantar a su hijo con su tremendo grito potente.
— Dame 5 minutos más…—murmuro el rubio bajo las sabanas provocando la ira de Kushina Uzumaki, su madre.
— ¡Te daré un tremendo golpe en la cabeza de 5 minutos, ya sabes! —y tal como lo prometió la paliza vino segundos después y un chico alto de orbes azules termino en el suelo de su habitación.
— ¡MAMÁ! —gimoteo quejándose con una leve lagrima en su ojo izquierdo, los regaños comenzaron y Naruto Uzumaki comenzó a usar su habilidad especial de “hacerse el sordo”.
Su madre no paraba de sermonearlo sobre cómo el “asombroso y responsable” vecino, Sasuke Uchiha ya había ido a clases desde hacía media hora y de cómo envidiaba que él fuera un hijo ejemplar.
A veces detestaba que el idiota ese viviera frente a ellos y maldecía en ocasiones que su mamá y la de ese bastardo fueran mejores amigas.
— Si tanto te enorgullece ese idiota deberías de hacerlo tu hijo—se quejó de mala gana y recibió un tremendo golpe como respuesta, su madre era alguien con la fuerza de un ogro.
— ¡Si pudiera te cambiaria con él pero no creo que sus padres te aceptarían! —le grito de regreso.
Y allí iba otra pelea mañanera en la casa de los Namikaze Uzumaki, una pelea que terminaría solucionando Minato.
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Sasuke había tenido una mañana como cualquier otra, despertó justo antes que su alarma. Su hermano ya se había ido a la universidad y su padre ya estaba en la comisaría.
Su madre lo recibió con una sonrisa y le sirvió el desayuno. Todo era tan monótono y repetitivo pero equilibraba su vida… sin sorpresas, sin dramas, sin inestabilidad. Aburrido pero estable.
— Ten un buen día— le deseo su madre Mikoto y el menor asintió. No sabía diferenciar que sería un día bueno de uno malo porque todos eran normales. No tenían ni una pizca de especiales.
Llego a la preparatoria y escucho con aburrimiento la cháchara del director y de todos los profesores, era la misma plática cansina y redundante.
Miro a su alrededor con sus orbes oscuras y se dio cuenta que “el imbécil número 1” no estaba en la ceremonia.
Genial.
Otra etapa donde no tendría que lidiar con su presencia.
Su madre le repetía incontables veces que debía intentar ser más como su “carismático” vecino, Naruto Uzumaki.
¿Carismático?
¡¿Qué demonios con eso?!
Si la definición de carisma fuera: “ser un delincuente tarado, inútil, insoportable y bueno para nada” concordaría con su madre pero… no era el caso.
Además la personalidad de ese chico le desagradaba por completo, nunca había estado en clases con él pero había obtenido rumores –en su mayoría de las chicas- de que era alguien problemático, holgazán y absolutamente un idiota completo.
La peor escoria del universo.
¿Por qué querría ser como ese bastardo?
Su estado de tranquilidad amenazaba con romperse y se calmó a sí mismo, no se dejaría arrastrar por aquellos pensamientos.
— Espero que la institución los haga crecer como personas y obtengan amplios conocimientos ¡estudien! —y con aquellas palabras finalizo el director, Hiruzen Sarutobi.
Aplausos y ovaciones por parte del alumnado se hicieron notar y Sasuke aplaudió dos veces de manera seca y tajante.
Palabras inútiles.
Tiempo desperdiciado.
“Debí de haberme saltado la ceremonia” pensó con amargura caminando en busca de su aula, era la 1-A.
Entro al salón y vio rostros conocidos y desconocidos, aunque cada uno de ellos era alguien que no le interesaba ni le motivaba conocer.
— ¡Sasuke-kun! —aquella voz que le irritaba la existencia, Sakura Haruno— ¡Es una alegría verte!
— ¡¿Sasuke?! Debe de ser el destino que estemos en la misma clase—sonrió Ino Yamanaka.
¿Destino?
Aquello era obra del maligno para probar que tan fuerte era su resistencia.
— ¡Aléjate cerda!
— ¡Tú eres la que debería irse, tabla inmunda!
Y allí estaba, la molestia.
“¿Aun será tarde para transferirme de salón?” pensó con amargura poniendo una pose pensativa para alejar los gritos de aquellas féminas insoportables.
Si estuviera en sus manos el dejarlas mudas, lo haría sin titubear.
“Solo cállense de una puta vez” medito sentándose en donde le correspondía según su apellido, al menos no tenía que compartir la mesa con alguna de las dos chicas.
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Y empezaba el segundo round de sermones matutinos.
— ¡Naruto! —el director lo reprendía dentro de su oficina ya que había sido capturado por la supervisora Anko Mitarashi, cuando se estaba cruzando el portón para entrar a la preparatoria sin ser amonestado por su retardo.
— Lo siento…—una mueca para nada sincera se apodero del rostro del rubio y aquello enfado más al hombre mayor.
Conocía a ese chico desde que usaba pañales y siempre había sido un pequeño huracán, había aceptado el inscribirlo a la preparatoria Konoha debido a que Minato le había rogado por ello pero… ahora mismo se estaba arrepintiendo de su decisión.
— Naruto… que sea la última vez ¿de acuerdo?
— Lo intentare
Oh, esa sinceridad digna de admirar… en ese momento era un arma que le heriría de regreso.
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Al final había recibido una tremenda colleja por parte del hombre canoso y un castigo, se tendría que quedar a barrer las hojas del patio trasero después de clases.
“Que fastidio” chasqueo la lengua y miro cada uno de los letreros con el número y letra de la clase.
¿Dónde carajo estaba el 1-A?
Después de un largo recorrido, al final dio con el pasillo correcto y vio la enorme placa con el grado y grupo correcto, abrió la puerta de un golpe y el maestro de turno volteo con asombro.
— ¡Lamento el retraso, soy Naruto Uzumaki! —menciono con su usual tono animado
El profesor Asuma Sarutobi parpadeo varias veces para luego negar con la cabeza, tendría un dolor de cabeza más agudo.
— Pareces animado Naruto Uzumaki—dijo el azabache invitándolo a entrar—Bueno alumnos, por lo visto nos faltaba una persona más—dijo con pereza mirando hacía el rubio—Puedes presentarte…
— ¡Mi nombre es Naruto Uzumaki, vengo de la secundaria Tanaka y tengo 15 años! Mi cumpleaños es el 10 de octubre y ¡aspiro a ser mucho mejor abogado que mi padre! —se señaló con el pulgar de su mano izquierda con una confianza que le hacía deslumbrar.
Varios segundos pasaron después de esa charla entusiasta y acto seguido las risas de los demás explotaron.
En la última mesa yacía Sasuke Uchiha con una mirada de desconcierto, no podía creer que el apocalipsis había llegado.
¡Ese bastardo había decidido seguir estudiando a pesar de ser un imbécil!
¿Cómo había logrado entrar a la preparatoria Konoha?
Aquello era una pesadilla… una muy detestable.
— Basta chicos… no es amable burlarse de los sueños de los demás—comento Asuma con un tono molesto notando como la cara del Uzumaki se transformaba en una apenada y una mueca graciosa se apoderaba de su rostro expresivo—Gracias por la efusiva presentación Naruto… ahora veamos tu asiento… iras a un lado de Uchiha, Uchiha Sasuke.
Adiós a la paz.
Hola calamidad.
— ¡¿Qué?! —Naruto soltó un grito que Sasuke solo podía catalogar como algo de muy mal gusto— ¿Ese creído esta en esta escuela?
Ah.
Esa sinceridad que era como un boomerang, le soltaba y regresaba con el triple de fuerza contra su cara.
— ¡Naruto no digas cosas malas de tu compañero! —le reprendió el Sarutobi y le ordeno que se sentará para que no retrasara la clase.
El de orbes azules hizo una pequeña rabieta y camino a su asiento arrastrando los pies como si con ello fuera a retrasar su destino.
Sasuke desvió la mirada como si la ventana fuera lo más interesante que hubiera presenciado en la vida.
Muchas chicas se quejaban de Naruto.
Muchos chicos se quejaban de Sasuke.
Pero tanto el Uzumaki como el Uchiha se quejaban de su suerte.
CONTINUARÁ...