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Memorias olvidadas por Arawn87

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Notas del capitulo:

Esta es la parte 2 del capítulo 12.

Vuelvo a aclarar: Esta historia es ficción, si bien utilizo algunos nombres y lugares reales para ambientar, sigue siendo todo ficción.

Los dejo con el capítulo.

Cap. 12: El viaje. Parte 2 (revelaciones).


El viaje fue menos cansador de lo que esperaba, sus tres acompañantes se durmieron de inmediato en el avión y él se dedicó a observar a Eros quien iba su lado, el pequeño realmente era una copia suya, afortunadamente no había sacado nada de aquel sujeto. Llegaron a Estocolmo en el tiempo esperado y se dirigieron de inmediato al hotel.


Afrodita dejó a las chicas y a su sobrino instalados para dormir, mientras él decidió dar un paseo, tenía mucho en qué pensar. Caminó durante un rato sin alejarse demasiado el hotel hasta que encontró un buen café para pasar el rato. Sentado en una mesa del exterior observaba lo que sucedía a su alrededor mientras fumaba y bebía el amargo expreso. Se sentía extraño volviendo a su tierra natal después de tantos años, volver a hablar su idioma con naturalidad. A pesar de que no vivió en Estocolmo recordó haber visitado al menos una vez la ciudad con su familia, la nostalgia por su vida pasada se hizo presente.


Su mente se detuvo en Briseida, su pobre hermana había terminado sus días de la peor manera, y al parecer el resto de su vida tampoco fue color de rosas. Apretó los dientes con rabia al recordar lo que el habían contado las chicas hace un par de semanas. El Obispo se había obsesionado con ella, fue él quien al obligó a tomar los hábitos y quedarse en el convento bajo amenaza de lastimar sus dos pequeñas amigas si no lo hacía. Por fortuna nunca la tocó, al parecer su capricho era solo visual, le gustaba admirarla, como si se tratara de una delicada muñeca de porcelana… “pero esa obsesión no le impidió ordenar su muerte”.


Acorde a lo que le dijeron las chicas, aquel incidente con Dante Cuneo ocurrió en una de las visitas del Obispo al Convento. Briseida lo acompañó en el recibimiento de su hermano y sobrinos. Fue entonces que el bastardo puso sus ojos sobre ella y encontró el momento adecuado para cometer su crimen. Así comenzó un largo camino de dolor para su gemela…. “y por eso lo pagarán” concluyó  Afrodita destilando odio.


El sonido de su teléfono celular lo hizo sobresaltarse, al tomarlo y ver de quién era la llamada entrante lo contestó sin dudar… esbozó una sonrisa que se fue ensanchando a medida que hablaba, llevaba mucho tiempo esperando esa llamada. Al cortar se acomodó mejor en la silla y comenzó a recordar lo que había hecho durante su estancia en el Convento, cuando Saga lo dejó unas semanas para “reencontrarse con el recuerdo de su hermana”.


Había algo que no había dicho ni a sus amigos. Si bien Antonio Cuneo fue el primero en morir, su venganza no comenzó con él. Cuando Saga se fue él estuvo siete días más en el Convento, mientras “el italiano” comenzaba a preparar el papeleo para el traslado de su sobrino y cuidadoras a Grecia. El motivo para quedarse fue simple, quería descubrir al cómplice. Él sabía mejor que nadie que las figuras de autoridad como el Obispo no se manchaban las manos, siempre enviaban a algún peón para hacer el trabajo sucio, por ende, quería saber quien había sido la persona que envenenó a Briseida. Con ayuda de la jefa de limpieza y los numerosos arreglos florales de todo el lugar (era una gran ventaja poder comunicarse con las plantas, aunque pocos la apreciaran), le tomó solo un par de días averiguar quién fue. La asistente de enfermería que estaba en la habitación de su hermana en el momento que murió, esa mujer se encargó de envenenarla de a poco y rematarla una vez que la internaron en el Sanatorio.


Afrodita mantuvo la calma, quiso hablar un poco con ella antes de actuar y cuando lo hizo borró cualquier duda de su mente. La mujer claramente detestaba Briseida, hablaba de ella con mal disimulado enojo y una noche incluso la vio arrancando las flores de su tumba. Entonces lo decidió, la maldita iba a morir.


 


Flash back.


Era una noche particularmente fría, iluminada solo por la tenue luz de la luna creciente. El Convento estaba silencioso y desierto.


- Hermana Adela –la llamó suavemente Afrodita, era la segunda vez que la sorprendía en la tumba de su gemela- Usted le tenía mucho cariño a Briseida… quiero decir a Catalina ¿verdad?


- Claro que si, la conocí desde niña –mintió la mujer con evidente nerviosismo al verse descubierta.


Afrodita cargaba un ramo de rosas rojas que pretendía dejar a su hermana, se acercó al lugar donde descansaban sus restos y lo depositó sobre la lápida. La mujer se encontraba de pie junto a él viéndose asustada. Entonces, el pisciano tomó una de las flores y se la extendió a la religiosa.


-  Por favor acepte este presente de mi parte, en agradecimiento por los cuidados que brindó a mi hermana –hablaba con voz sedosa y tranquila, incluso le sonrió para inspirar confianza. La mujer extendió la mano y tomó la rosa, pinchándose con sus espinas apenas la tocó.


La flor cayó al suelo pesadamente y la religiosa vio cómo su dedo índice comenzaba a sangrar. Entonces desvió su atención a Afrodita quien seguía sonriéndole.


-  Cuidado hermana, las rosas parecen inocentes flores pero pueden ser muy peligrosas si no se las sabe tratar.


La mujer no le respondió, solo lo miró frunciendo el ceño y en seguida dio media vuelta para alejarse rápidamente de ahí, dejando la rosa en el suelo. Afrodita la tomó entre sus dedos y la hizo desaparecer, luego desvió su atención hacia el camino por donde se fue la religiosa. Una cruel sonrisa se dibujó en su rostro esa noche, anticipando lo que vendría para todos los involucrados.


Fin del flash back.


 


El santo de piscis soltó una suave risa al recordar ese hecho, la pobre mujer ni se imaginaba lo que significaba aquella pequeña herida. Una de las ventajas de manipular el veneno es que podía causar lo que quisiera con él, podía propinar una muerte rápida y placentera o muy lenta y dolorosa, e igualmente había distintas formas de ocasionar ambas. Para esa mujer en particular, utilizó una dosis muy pequeña que la fuera matando de a poco, pero no solo eso, los síntomas irían acompañados de estados febriles y alucinaciones.


La Hermana Adela había caído enferma dos días después de su encuentro en la tumba, al principio se presentó como una simple gripe, pero esta nunca se le quitó el todo, y un par de semanas después de su regreso a Grecia la jefa de limpieza lo llamó para informarle que la mujer aseguraba ver a Catalina (Briseida) por las noches y las visiones fueron empeorando con el tiempo. Las religiosas comenzaron a preocuparse a tal punto que al final decidieron confinarla en su habitación siendo vigilada las 24 horas. Pero hace dos días se les escapó durante la madrugada y fue a parar a lo alto del campanario, donde su locura la llevó a arrojarse al vacío. La llamada que había recibido hace algunos minutos era para informarle de aquel suceso.


Se podría decir que Afrodita se sentía satisfecho. Con el suicidio de la religiosa los dos cómplices directos habían sido ajusticiados. Ahora le faltaban los más importantes, el Obispo y su sobrino. Esas muertes sí que las disfrutaría.


Estuvo un rato más en el café hasta que comenzó a sentir el cansancio de ese largo y ajetreado día. No podía creer que esa misma mañana había despertado con Saga de Géminis en su cama y ahora se encontrara a medio continente de distancia escondiendo a un futuro Santo de Oro… Si estaba en sus manos evitarlo, Eros jamás pisaría Grecia de nuevo, mucho menos conocería el Santuario, no, era suficiente con que él y Briseida hubiesen vivido enclaustrados siguiendo órdenes sin derecho a réplica, la historia no tenía porqué repetirse.


 ---


Habían pasado tres semanas desde la partida de Afrodita. El ambiente en el Santuario era tranquilo, pero sus dos amigos no participaban de aquella calmada primavera.


Los santos de Cáncer y Capricornio se encontraban descansando en el cuarto templo tras el entrenamiento de ese día. Ambos habían tomado un baño y vestido con ropa limpia, luego decidieron tomar algo refrescante para conversar. Sin embargo, llevaban un buen rato en silencio. Death Mask fumaba y jugaba con el humo exhalándolo hacia arriba en forma de argollas. Shura en tanto revolvía su vaso de soda una y otra vez sin beber una sola gota.


-  Esta debe ser la peor reunión que hemos tenido… -comentó de pronto el Cangrejo, su ánimo no estaba de lo mejor desde su amigo había partido.


- Tu quisiste venir aquí después del entrenamiento… -le reclamó el español- si te molesta mi presencia me voy.


- No seas idiota, tu nunca me molestas –Death se enderezó para mirarlo- supongo que no soy la mejor compañía en este momento.


- Estás preocupado por él ¿verdad? –preguntó el de Capricornio con amabilidad. A lo que el italiano respondió con un gruñido- Afrodita está bien, te llamó hace solo un par de días. Ya se instaló en un  buen departamento, en un buen barrio para criar a un niño, con parques, cafés, etc.


- Lo sé, es solo que me preocupa que lo descubran… no se cual será el castigo por querer ocultar a un sucesor de la Elite Dorada, pero me imagino que no ha de ser bonito, y si él cae nosotros caeremos también.


- Eso lo sabíamos desde un principio –Shura miraba seriamente a su amigo, ya habían llegado demasiado lejos para dar vuelta atrás. El italiano le devolvió una mirada penetrante, como si intentara inspeccionarlo.


- Shura, dime una cosa ¿porqué aceptaste meterte en este lío? –la pregunta descolocó al español.


-  ¿Disculpa? Creí haberlo dejado claro aquella vez, Afrodita es mi amigo.


- Sí, pero nunca fue TAN amigo tuyo como para que arriesgues tu pellejo de esta manera.


- ¿Quién dice que no? –Shura se sentía ofendido, pero Death Mask no reaccionó ante su indignación, lo seguía mirando en espera de una respuesta- Mira, sé que no soy la persona más expresiva, pero eso no quiere decir que no los considere mis amigos.


- Ajá –fue lo único que dijo el de Cáncer antes de desviar su atención hacia la ventana y encender otro cigarrillo.


Shura miraba detenidamente a su amigo, no entendía de donde venía tanta desconfianza. Le dolía un poco que a estas alturas Death Mask aún dudara de lo que sentía por ellos. Estuvieron en silencio por varios minutos, el italiano mirando hacia la ventana y el otro observándolo a él. Finalmente Shura tuvo una revelación.


-  Death, ¿lo dices porque me separé de ustedes en el último tiempo? –el aludido no lo miró, pero frunció levemente el ceño, comprobando su teoría- No puedes hablar en serio…


-  Olvida lo que dije…


- No, no quiero olvidarlo –habló con determinación y tomó aire para continuar- Mira Death, cuando fuimos revividos por Hades yo estaba molesto con ustedes porque no me dijeron que Atenea nunca estuvo en el Santuario, por eso me aparté para ir con Saga y Camus. Pero cuando los vi caer a manos de Mü me arrepentí en seguida.


-  Está bien Shura, tenías razones de sobra para estar enojado, y la verdad, Afrodita y yo solo recibimos lo que merecíamos en ese momento –dijo Death con evidente pesar esbozando una sonrisa algo triste.


-  Death ¿qué es lo que te preocupa realmente? –el aludido soltó una risa amarga.


- Es solo que… a veces aún me pregunto cómo es que alguien como tu puede andar conmigo. Digo, coleccionaba rostros humanos Shura, a diferencia de Afrodita yo sí que nunca tuve límites… -se reprochó con pesar, Death Mask nunca lo había querido reconocer, pero estaba experimentando algo parecido al arrepentimiento por sus acciones pasadas.


-  Quien sabe lo que Arles metió en tu cabeza, nos manipuló a los tres de diferentes maneras.


-  Lo sé, pero no creo que sea solo culpa de él.


-  Fuera cual fuera el motivo ya pagaste tus culpas, te redimiste con creces, incluso la armadura de Cáncer te volvió a aceptar –señaló con seriedad- No puedes cambiar el pasado pero si hacer algo por el futuro…


- Y lo que estamos haciendo es hundirte nuevamente con nosotros. Realmente, deberías reconsiderar tu amistad con el Pez y yo –comentó con dureza, volviendo a desviar la mirada.


-  Mírame por favor… -pidió suavemente el de Capricornio. Death Mask soltó un sonoro suspiro pero finalmente volteó a verlo- Lo que dije aquella vez es verdad, ustedes son mi familia… ciertamente me interesa la amistad con los demás, pero la relación con ellos jamás será tan cercana, nosotros tres compartimos demasiadas cosas juntos desde niños, eso no se borra fácilmente.


-  Shura…


-  Yo estoy dispuesto a sufrir las consecuencias por Afrodita, como también lo haría por ti y como se que ustedes lo harían por mi… aunque eso vaya contra mis principios, jamás me voy a arrepentir de ayudarles –Shura hablaba con tanta seriedad y determinación que Death Mask no pudo evitar sorprenderse un poco- Sé que nunca se los digo, pero realmente los quiero… y a ti de manera especial, lo sabes.


-  Vaya, eres todo un sentimental –dijo en tono bromista, el español respondió con una sonrisa.


-  Soy el “niño bueno” del grupo ¿lo olvidas? –el cuarto guardián se carcajeo y fue secundado por su compañero.


- Eso ni dudarlo –señaló Death, para luego agregar- En ese caso, Afrodita y yo siempre seremos las ovejas negras.


- Bueno, toda familia necesita su cuota de rebeldes sin causa, de lo contrario la vida sería muy aburrida…


- Esa es la actitud amigo ¡¡esa es la actitud!! –Death Mask le palmeó el hombro repetidas veces mientras reía. Shura se alegró de haber podido levantarle el ánimo.


Los amigos permanecieron charlando un buen rato. Decidieron pasar ese día en Cáncer, los dos solos, sin ver ni hablar con nadie, lo necesitaban. Además, Death Mask estaba un poco harto de aguantar a los “mocosos” y a Saga preguntarle por Afrodita, “ni que el Pez fuera tan simpático para que todos se preocupen por él” pensó con algo de fastidio. Shura tampoco quería preguntas, más que nada porque detestaba mentir y lanzar evasivas, eso le quedaba mejor al Cangrejo.


 


En otro sector del Santuario, específicamente en el Templo Principal, Saga sostenía una reunión con el Patriarca.


A pesar de que se encontraba arrodillado frente a la máxima autoridad del Santuario, la mente del Santo de Géminis divagaba. Le costaba reconocerlo, pero extrañaba a Afrodita más de lo que imaginó, por eso trataba de mantenerse ocupado tanto como le fuera posible, así no pensaría en el pisciano, aunque eso no siempre le funcionaba.


- Me gustaría que compartieras tus pensamientos conmigo Saga, si fueras tan amable… -le llamó la atención el Patriarca, a pesar de que la situación le divertía mantuvo el semblante serio para que el Santo no lo notara.


-  Lo siento Patriarca… -se disculpó avergonzado, reprochándose por dejarse llevar por sus emociones.


- Descuida, pero me gustaría que respondieras a mi petición ¿Qué es lo que ocupa tu mente últimamente? Debe ser algo importante para que te distraigas aún en mi presencia.


- Bueno yo… -titubeó unos momentos, pero sabía que no podía mentir- estoy algo preocupado por Afrodita


-  ¿Por qué es eso? –pregunto con tranquilidad.


-  No lo sé, solo quisiera poder hablar con él… es decir, es primera vez que visita su tierra natal desde que yo lo traje hasta acá, y no la dejó en las mejores circunstancias... –Saga dijo lo último en un susurro. Le vino a la memoria la imagen de los padres de Afrodita y sintió un leve escalofrío recorrer su espalda.


-  Lo recuerdo Saga –Shion habló suavemente, se notaba cierto pesar en su voz- Pero creo que esto es algo que el Santo de Piscis necesita.


-  Si, puede ser.


-  Dime una cosa Saga ¿cómo has visto a Afrodita el último tiempo? –ante la cara de confusión del gemelo, Shion tuvo que explicar- Me refiero a su comportamiento…


-  Bueno, él es impredecible… -meditó unos momentos- Sin embargo, no es un mal chico. Es más, considerando la mala influencia que recibió durante tantos años creo que ha salido bastante bien… pero sigue siendo alguien difícil de abordar, demasiado reservado, desconfiado, y tiene cambios de humor muy bruscos…


- ¿Qué hay de su relación con los demás dorados? Me interesa saberlo, ya que ha pasado más de un año desde que regresamos.


- Con excepción de Death Mask y Shura, no podría decir que hay relación. Si bien mantiene un trato cordial con todos, creo que lo hace más por obligación que por interés… él realmente no tiene intenciones de acerarse a sus compañeros… siento que…


-  ¿Sientes qué Saga? Dímelo –exigió el Patriarca.


-  Siento como si hubiese borrado todo lo que vivió con ellos, que los ve como si fueran desconocidos… creo que realmente no alberga ningún tipo de sentimientos hacia los demás dorados y eso me preocupa un poco.


Saga estaba siendo sincero, le seguía preocupando el hecho de que Afrodita y Death Mask se continuaran viendo a sí mismos como los traidores del Santuario. Pero sobre todo el sueco, ya que incluso el arisco malhumorado de Cáncer había comenzado a relacionarse un poco más con sus compañeros, lo había visto en un par de ocasiones acompañar a Milo y Aioria a supervisar aprendices, incluso sin la compañía de Shura, en cambio Afrodita…


Shion observó a Saga unos momentos, el gemelo realmente se veía interesado en el último guardián. No era de extrañar dado que para esa fecha ya había recuperado gran parte de sus recuerdos. Meditó si sería momento de decirle al líder de su Elite la verdad sobre la forma de ser del Santo de Piscis.


-  ¿Qué es él para ti? –necesitaba hacer esa pregunta antes de decidirse. La respuesta que diera Saga lo definiría todo. El gemelo estuvo un buen rato sin responder, desvió su mirada al suelo y luego suspiró con el ceño levente fruncido.


-  Él es alguien importante para mí –habló pausadamente, con voz grave- no podría definirlo, pero ahora sé que es importante, lo siento en mi interior… por eso tengo esta necesidad de saber cómo está.


-  Podrías llamarlo…


-  Lo he intentado, pero simplemente no responde, solo se comunica de vez en cuando con Death Mask y él no es muy dado a transmitir información, sospecho que el mismo Afrodita le pide discreción- Shion lo observó detenidamente y decidió en ese momento.


- Saga, hay una razón por la cual Afrodita actúa como lo hace… -esas palabras captaron la total atención del gemelo.


-  ¿Cómo dice? –Shion sonrió con amabilidad ante la mirada ansiosa que puso Saga.


-  El último templo no se llama “Templo de los Peces Gemelos” por nada –explicó pausadamente el patriarca- y Géminis no es el único signo dual del Zodiaco.


-  ¿Quiere decir que…?


-  Así es… no llega al nivel de los nacidos bajo Géminis, pero Piscis también presenta características de trastornos de personalidad, y si no se guía correctamente igualmente se puede transformar en algo sumamente peligroso.


Tras aquella revelación se produjo un silencio sepulcral por varios minutos, Saga parecía estar digiriendo la información y Shion esperaba pacientemente a que el Santo decidiera volver a hablar, entendía que debía ser algo difícil de comprender.


-  Ya veo… claro, tiene sentido –ahora fue turno de Shion de parecer confundido- Arles lo moldeó a su imagen y semejanza, tomó todos los aspectos negativos de su personalidad y los potenció para convertirlo en su mano derecha, por eso Afrodita terminó siendo tan frío y cruel en el último tiempo… por eso al final pudo asesinar a sangre fría sin sentir remordimientos…


-  Tendrás que ser muy paciente con él.


-  Lo sé…


-  Pero también muy firme -agregó con voz seria- Piscis, además de todo lo que dijiste, se caracteriza por ser sumamente orgulloso y obstinado, jamás admitirá estar equivocado, aunque eso lo lleve a la muerte… tú debes saberlo.


-  Si, perfectamente –Saga lo tenía más que claro, después de todo fue testigo de cómo ese orgullo lo llevó a morir a manos de Andrómeda- … Patriarca ¿por qué me dice todo esto?


-  Porque esta vez quiero hacer las cosas bien… -respondió con semblante abatido.


-  ¿A qué se refiere?


-  Como Patriarca de la Orden era mí deber mantener este Santuario, pero sobre todo encargarme de prepararlos a ustedes. Sin embargo, cuando recibí a mi discípulo los descuidé completamente… -Saga parecía sorprendido por las palabras de su líder. Shion le sonrió comprensivamente.


-   Santidad yo…


-  Te descuidé a ti, descuidé a tu hermano –El mayor continuó sin dejar al gemelo replicar- Incluso a Ángelo y Afrodita, yo sabía que ambos me guardaban rencor por haberlos separado de sus familias, pero tontamente pensé que entenderían la importancia de su labor aquí, gran error, eran niños después de todo y ambos habían vivido una vida normal hasta el momento. Supongo que me superó el hecho de tener que preparar a una Elite Dorada tan precoz, pero la Guerra Santa nos alcanzó antes de lo previsto y yo… simplemente les fallé.


Se produjo otro silencio. El ambiente se sentía muy pesado, Shion hablaba con tanta amargura en su voz que Saga no sabía cómo reaccionar, jamás imaginó que el Patriarca se sintiera de ese modo, pero hasta él podía experimentar remordimiento.


-  ¿Estás dispuesto a ayudarlo? –la repentina pregunta descoló al gemelo- a Afrodita ¿estás dispuesto a ayudarlo? Para que al fin logre integrarse y sentirse parte de la Orden.


-  Me corresponde, fui yo quien lo arrastró a todo esto… -Shion iba a replicar pero Saga se le adelantó- pero sobre todo, quiero ayudarloquiero que esté bien.


Shion sonrió ante las sinceras palabras del gemelo. Confiaba en que esta vez sí lograran construir un vínculo en base a sentimientos puros, dejando el pasado atrás.


-  Bien, te apoyaré en lo que necesites.


-  Gracias Santidad –finalizó el gemelo.


-  Ya aclarado ese primer punto… -continuó el Patriarca- vamos a hablar del viaje al Santuario Submarino.


- Claro, estaré más que encantado de presidir la comitiva de nuestra Diosa –Saga hablaba con seriedad.


La primera semana de junio se cumplía un año de la firma del “Tratado de Paz y Amistad” entre Atenea y Poseidón, y lo iban a conmemorar en el territorio el Dios del Mar, recorriendo el recién reconstruido Santuario y con una cena compartida entre los dioses, los generales marinos y algunos Santos representantes de la orden de Atenea.


Continuaron con esa conversación por un buen rato, tenían que aclarar varios puntos. Saga lo escuchaba atento sin perderse detalles, su expresión variaba de seria a sorprendida, pensativa, decidida, experimentó un sin número de emociones. Él, como actual líder de la Elite Dorada, tenía mucho trabajo por hacer.


----


El clima mejoró bastante a principios de mayo, por ello Afrodita decidió realizar un viaje con su nueva familia hacia su pueblo de origen al norte del país, irían por el fin de semana. Se quedaron en una amigable pensión en la zona más poblada del lugar, su sobrino parecía feliz en contacto con el mundo rural.


-  ¿Te gusta este lugar Eros?


-  ¡¡Sí!! Quiero caballos –le respondió el pequeño jalándolo del brazo hacia una plaza donde arrendaban caballos de paseo.


-  ¡¡Nosotras vamos por unos refrescos!! –gritaron las chicas antes de correr hacia un puesto de bebidas en las cercanías.


Pasaron varias horas en aquella plaza, jugando, riendo, disfrutando la vida. Afrodita no imaginaba que la vida podía ser placentera con detalles tan simples. De pronto regresaron sus ganas de abandonar la Orden, pero sabía que ahora menos que nunca podría.


Tras caer la noche volvieron a la pensión, y luego de que tanto Eros como las jóvenes se durmieran Afrodita salió a otro de sus solitarios paseos nocturnos. Aprovechaba esas instancias para fumar, ya que no le gustaba hacerlo delante del niño. Caminó por cerca de una hora hasta llegar a una vieja casa abandonada, al parecer no había vuelto a habitarse desde que los últimos moradores se fueron. No era de extrañarse, a la gente normalmente no le gustaba vivir en un lugar donde hubo un asesinato.


Afrodita ingresó al que fuera su hogar y sintió algo de pesar al verlo prácticamente en ruinas. Por inercia caminó a su antigua habitación, aún quedaban restos de su catre. Un bombardeo de recuerdos le llegó de pronto. Tomó asiento en el polvoriento suelo junto al armario donde se había escondido con Briseida y donde fue encontrado por Saga.


Era tan pequeño e indefenso en aquel tiempo, no había podido hacer nada por sus padres ni por evitar que lo separaran de su hermana. Pero ahora era diferente, era un adulto con poderes sobre naturales, con dinero y contactos, es decir, podía hacer prácticamente lo que quisiera. Afrodita apagó el cigarrillo en el piso y apoyó la cabeza contra la pared, una mezcla de sentimientos lo envolvían en ese momento. Pero una vez más, el sonido del teléfono celular lo trajo de vuelta al presente. Contestó al italiano con expectación, si ese hombre lo llamaba en medio de su viaje debía ser para algo importante. Una vez más el ex interpol no lo decepcionó.


Afrodita encendió otro cigarrillo después de colgar. Comenzó a sacar cuentas, según le había informado Death Mask en su última conversación, él debía estar de regreso en el Santuario para despedir a la comitiva que viajaría al Santuario Submarino, aquel evento ocurriría el 30 de mayo… si, tendría que abandonar Suecia antes de lo planeado, lo lamentaba porque se perdería el cumpleaños de Eros, tenía la esperanza de que alcanzaría a pasarlo con él, ya que el 26 de ese mismo mes cumplía cuatro años. Sin embargo, el destino quiso otra cosa. Comenzaría a planificar esa misma noche, no había tiempo que perder.


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La fecha llegó antes de que se diera cuenta, no podía creer que ya hubiesen pasado dos meses desde su partida del Santuario. Hace diez días Afrodita había dejado a su sobrino con las cuidadoras instalados en Estocolmo. Aunque seguía algo preocupado de que quedaran solos en un país lejano, confiaba en que estarían bien, pues las chicas ya manejaban el idioma para realizar labores básicas en la ciudad y seguían con clases particulares para mejorar. Eros se acostumbró rápidamente a su nuevo hogar, incluso había hecho amistad con un par de niños que solían ir al parque cercano a su condominio. Esperaba que todo el esfuerzo valiera la pena y lograra ocultar la presencia del pequeño durante muchos años.

Notas finales:

Así termina este capítulo. Falta poco para el final.

Si todo sale bien estaré actualizando el fin de semana.

¡Saludos!


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