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Tú a travez de mis ojos por ThatCutieBoy

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Notas del capitulo:

Buenas buenas, ya he regresado de mi muerte de casi un año.

Como dicen, hierba mala nunca muere, así que seguramente yo sea inmortal. sí, estuve fuera muchisimo tiempo, pero he regresado a mis dominios mis criaturas del aberno y puedo continuar escribiendo.

 

Nos vemos al final.

Los vidrios polarizados no me permitieron ver la expresión de Zafiro al subir al auto, mas supuse que sería una mueca de desgano dada la violencia con la que había sido tratada, o tratado, ya no tenía la más mínima idea de qué género debía usar para referirme a aquella persona.

Aún estando en el suelo, levanté la mirada para ver el auto alejarse rápidamente, mas la matrícula del mismo se quedó grabada en mi subconsciente.

 

“Por Dios Michaelis… No lo hagas”

 

Pensé mientras subía a mi motocicleta. Mi cuerpo reaccionaba por sí solo, no podía dejar que se llevasen a Ciel de esa manera y me dejasen sin respuesta.

 

“Eres un idiota, ese hombre tiene un arma”

 

Mis pensamientos buscaban todas las razones posibles para desviar mi rumbo y regresar a casa, todo lo que fuese necesario para alejarme de aquel auto que ahora perseguía y que sabía que dentro de él estaría Ciel, siendo seguramente maltratado por aquel hombre.

 

Recorrí detrás de ellos casi media ciudad, me desviaba por algunos callejones esperando que el conductor no se diese cuenta que una motocicleta llevaba siguiendolos desde que salieron del club.

Comenzamos a adentrarnos a uno de los barrios rojos de Tokyo por excelencia, hogar de cada traficante de droga y prostituta medianamente decente, y de la mayor parte de familias adineradas por la mafia en la ciudad.

 

“¿Qué es lo que escondes…?”

 

El auto se detuvo frente a una casa de rejas negras con aspecto de una japonesa tradicional con toques un tanto modernos. La puerta abrió automáticamente dejando entrar al auto en cuestión.

 

-Ya he llegado hasta aquí... -

 

Di la vuelta en la motocicleta por detrás de la enorme casa, se notaba que había sido reacondicionada para ser habitable, los cimientos parecían un tanto viejos e incluso débiles.

En la parte trasera de la casa se podía ver una ventana que daba al piso inferior de la misma hasta un tipo de sala de estar. Entre matorrales y enredaderas logré saltar el barandal que rodeaba la casa y acercarme a aquella ventana.

 

“Idiota… harás que te maten”

 

Comencé a escuchar golpes y quejidos dentro de la casa, al parecer el hombre estaba haciendo algo malo a Ciel.

 

-¡Suéltame! ¡No he hecho nada malo!-

 

Aparecieron en mi campo de visión, el hombre traía a Ciel agarrandolo del cabello hasta lanzarlo en el enorme sofá de color blanco que había en la sala.

 

-¡¿Qué te dije de mantener charlas estúpidas con los clientes?!-

 

Le gritó para luego darle una bofetada en el rostro… aquel delicado y perfecto rostro ahora tenía una enorme marca roja.

 

-¡No es mi culpa!-

 

Podía escuchar el miedo en su voz, los sollozos ahogados que seguro trataba de esconder. ¿Por qué éste hombre le hacía todo aquello? ¿Vestirle de mujer y obligarle a bailar en un club? ¿No era eso prostitución o algo asi?

 

-Se notaba lo a gusto que estabas con ese amiguito tuyo… ¿Acaso le estabas dando sexo sin cobrar-

 

De nuevo le propinó otra bofetada que fue más un golpe seco, pude verle sangrar un poco desde el labio inferior.

 

-Maldita zorra… eres una regalada-

 

Ciel solamente agachó la mirada, ¿De verdad lo estaban obligando a hacer todas esas cosas? mi corazón se rompió por un momento al verle llorar luego de que el hombre se hubiese ido de la habitación.

Vi como aún habían algunos guardas de seguridad a cada lado de la puerta, seguramente para evitar que el pobre ciel quisiese escapar de aquel infierno.

 

Le seguí por las ventanas hasta que di con una que daba a una pequeña habitación en la esquina derecha de la casa, cubierta con una cortina blanca translucida podía ver con claridad cada movimiento del peliazul.

 

-Ciel…-

 

Susurré su nombre al verlo quebrarse en llanto de nuevo, sus sollozos atravesaban mi alma de formas que nunca esperé sentir. Le vi desvestirse, quitarse aquellas coletas de cabello falso y el vestido que traía… debía aceptar que era más bello que cualquier chica que hubiese visto antes.

 

“Espera… ¿¡En qué carajos estoy pensando?!”

 

Sacudí la cabeza para deshacerme de aquellos pensamientos poco éticos para el momento.

El menor se sentó en un tocador pequeño frente a un espejo, pude notar como se quitaba el maquillaje del rostro, ahora veía perfectamente las marcas que los golpeas le habían dejado. Tenía marcas por todo el cuerpo, desde el cuello hasta las piernas, pasando por su espalda y brazos.

 

“Ciel… ¿Quien te ha hecho ésto?”

 

Pensé en llamar su atención de alguna manera, mas escuché algunos pasos acercándose a la puerta trasera de la casa, justo a un lado de donde estaba.

 

“Si me ven aquí, van a matarme”

 

Pensé en medio de mi huida. Al saltar de nuevo la reja subí a mi motocicleta y entre vagos pensamientos conduje hasta casa, no tengo idea de cómo no morí haciéndolo.

 

-Tengo que hacer algo… debo ayudarlo de alguna manera-

 

Di vueltas en la cama toda la noche, y todas las noches durante la semana que Ciel faltó a la universidad. No podía evitar tener ese presentimiento de que algo malo seguramente le estaba pasando al pequeño peliazul y yo no estaba haciendo nada al respecto.

 

-Algunos días después-

 

Por fín había llegado el día en que Ciel regresó a la universidad, mi corazón dio un vuelco de alegría al verle entrar por aquella puerta… ¿Por qué me ponía tan feliz verle?

 

Intenté hablarle durante toda la mañana, incluso durante la clase del maestro Spears (Que obviamente estaba haciendo que me quedase dormido) y ni siquiera una mirada me propinaba.

¿Estaría molesto? Pues sus razones tenía… Si no hubiese sido por mí, no habría recibido tal reprimenda en primer lugar.

   

Llegada la hora de la salida, vi que de nuevo subía a aquel auto de vidrios polarizados en negro, mas el conductor que lo llevaba no era aquel tipo que le había golpeado la última vez… me era imposible olvidar su rostro.

 

-Agh…-

 

Me quejé para luego tirarme en la cama, había llegado a casa hacía poco más de dos horas y ya no soportaba el dolor de cabeza. Tras un par de RedBull y un cigarro me levanté de la cama con un loco plan en mente.

 

-Sólo hay una persona tan loca como para ayudarme en esto…-

 

Estando ya en la sala, vestido un tanto discreto y con mi cabello recogido en una pequeña coleta hacia atrás (Sí, lo sé, es tiempo de un corte) tomé mi móvil marcando un número al que jamás pensé llamar antes.

 

Tras un par de irritantes minutos al habla y un rato de espera, escuché el toquido de la puerta.

 

-Ya voy-

 

Dije en voz alta para abrir la puerta, una cabellera roja se lanzó sobre mí haciéndome caer al suelo sin discreción alguna.

 

-¡Sebas-chan!-

 

Gritó el pelirrojo para luego abrazarme por el cuello.

 

-Grell… deja que me levante, pesas demasiado-

 

El aludido hizo una mueca de disgusto y se levantó. Le recorrí con la mirada, había hecho caso a mis indicaciones.

Llevaba puesto un vestido rojo fuerte hasta la mitad del muslo con un tipo de corsé de época con detalles negros en encaje, unos tacones del mismo tono rojizo, el cabello suelto que caía como una cascada de sangre sobre sus hombros, unos guantes negros hasta el codo y un par de accesorios aquí y allá para completar el atuendo.

 

-Vaya… si no te conociera definitivamente pensaría que eres una mujer-

 

El oji verde cambió su expresión a una de… ¿Indignación?

 

-¡Yo soy una mujer! La mujer de tus fantasías-

 

Dijo pasando una de sus enguantadas manos por mi pecho, al instante le alejé.

 

-Cállate y vámonos, ¿Ya sabes que hace?-

 

El otro asintió, salimos en mi motocicleta hacia el club.

 

“ésta noche vendrás conmigo, Ciel”

 

-En el club, POV Ciel-

 

Terminé de arreglarme, el maquillaje, la ropa, el cabello… todo estaba listo para el show de esa noche. Temblaba de miedo, de nuevo tendría que salir a actuar y seguramente atender a algún cliente caída ya la noche. Tenía miedo, quería morir.

Me coloqué las lentillas azules en los ojos, recordando las palabras del viejo Masahiro al dármelas por primera vez.

 

“Nadie quiere a una bailarina ciega”

 

Salí al escenario, los hombres gritaban mientras caminaba por toda la tarima, trataba de moverme sin irme a caer de ahí, el temblar hacía que no tuviese balance en aquellos tacones.

Me deshice de uno de mis guantes lanzandolo al público, veía las intenciones de todos aquellos hombres que me miraban, silbando y gritando cosas obsenas… estaba en el infierno mismo, era solo un trozo de carne.

 

Por fín terminó la canción, solía bailar solo una por noche, el resto eran shows privados que por desgracia siempre terminarían en algo sexual con el cerdo que pagara por ello… aunque no era tan trágico, contra todo pronóstico seguía siendo virgen, los clientes no tocan a las chicas.

 

Efectivamente entró un hombre a mi camerino, un hombre alto, con ropa oscura y guantes de cuero. Era joven, seguro vendría siendo su primera vez en el lugar. Traía un tapabocas y una capucha… se veia por lejos extraño.

 

-¿En qué le puedo servir, joven?-

   

-POV Sebastian-

 

Había indicado todo a Grell, quien se encargaría de distraer a los hombres que habían traído a Ciel a aquel lugar y en especial, al viejo infeliz que había golpeado a mi pequeño peliazul.

 

“Un momento ¿Por qué pienso en él de esa forma?”

 

Me cuestioné por un momento, pero no había tiempo, debía llegar al camerino de “Zafiro”.

Caminé entre las personas, pude notar como Grell hacía de forma excelente su trabajo, tenía a los guardas casi literalmente a sus pies, así que fue fácil pasar a los cuartos privados.

Mientras avanzaba, mis nervios se acrecentaban, pensaba en lo que diría Ciel acerca de mi loca propuesta.  

 

“Sólo quiero salvarte”

 

-POV Grell-

 

Ahh Sebas-chan por fín me encuentra util, solo tendria que juguetear un poco con las vacías mentes de un par de hombres… ¡Esa es mi especialidad!

Madam Red, así me había nombrado el tal… ¿Masahiro? No lo sé, pero incluso quería que fuese bailarina en aquel lugar.

Pude llevarlos a todos al escenario, fue increíble ver cómo se derretían con mi baile sensual y femenino.

 

-Soy mejor que todas esas mujeres-

 

Decía con ánimo mientras bailaba, esos hombres no se irían de ahí.

 

“Vamos Sebas-chan, estoy haciéndolo muy bien, saca a ese niño de aquí pronto”

 

-POV Sebastian-

 

Preguntaba a cada mujer que veía, incluso abrí algunas puertas para investigar sobre el paradero de Ciel, mas ninguna me dio razón.

En los privados solo podía oír sin número de gemidos y ruidos extraños, más una voz conocida me hizo seguirla hasta su aposento.

Entré a la última habitación, le vi ahí, sentado en su tocador de nuevo, al parecer no me reconocía.

 

-¿En qué puedo servirle, joven?-

 

Escuché de sus labios, era obvio que no sabía quién era. Cerré la puerta detrás de mí mientras que Ciel se levantaba de su silla de forma lenta.

 

-Para los privados debe pagar antes-

 

Dijo para mirarme de nuevo.

No lo soportaba más, me quité la capucha y el tapabocas que traía, la expresión de Ciel cambió de golpe.

 

-¿Michaelis-san?...-

 

Dijo con la voz un poco entrecortada. Retrocedió un poco chocando contra el tocador, varios productos de belleza cayeron al suelo al igual que mi mirada.

 

-Ciel… vengo por ti-

 

-Debe irse… éste es un lugar peligroso-

 

Se notaba que tenía miedo, sus manos temblaban y sus ojos ya se veían vidriosos.

 

-No me iré sin ti, te sacaré de aquí-

 

Contra su fuerza le tomé del brazo, desde la ventana miré hacia abajo, nos separaba un piso del suelo.

 

-¿Por qué está haciendo esto?-

 

Dijo el ojiazul mientras bajaba por la enredadera de la ventana.

 

-No voy a dejar que sigan abusando de ti-

Llegué al suelo, era el turno de Ciel.

Todo iba perfectamente, hasta que el ruido de la puerta cerrándose con fuerza nos alertó a ambos.

 

“Mierda… nos encontraron”

 

Pensé y dirigí mi mirada hacia Ciel, quien temeroso seguía agarrado de la enredadera.

 

-Salta, te atraparé-

 

Le dije desesperado, si nos encontraban ahí, iban a matarnos a ambos.

El menor saltó, le atrapé en brazos mientras que una sombra se reflejaba en el interior de la habitación, aún éramos visibles desde la ventana.

 

Me quité la chaqueta para cubrirle la cabeza, agachados caminamos por todo el borde del recinto hasta una entrada trasera que conducía al estacionamiento.

Varias partes de la extravagante ropa de Ciel habían quedado hechas trizas por el camino, solo pude pensar en quitarle todo lo que pudiese ser reconocido desde las calles.

Me deshice rápidamente de su cabello falso, de su falta y sus tacones. Solo quedaba un chico de cabello corto, con medias al muslo, un short y una chaqueta de cuero muy grande para su talla.

 

Conduje a máxima velocidad hasta mi departamento, sabía que quien más asustado estaba era Ciel, mas mi corazón no dejaba de latir intensamente pensando que en cualquier momento podría llegar aquel séquito y sin problema disparar a diestra y siniestra.

 

Al llegar solo aparqué la motocicleta de la manera más rápida que pude y entré de un portazo al apartamento, cerré la puerta con llave y caí al suelo de rodillas.

 

-Lo logramos…-

 

Dije aún con la respiración agitada.

 

-Michaelis…-

 

Sentí los débiles brazos de Ciel alrededor de mi cuello y un par de lágrimas caer sobre mi piel.

 

-Todo va a estar bien Ciel…-

 

Dije tratando de calmar, acariciaba su cabello mientras el menor dejaba salir algunos sollozos en mi hombro, sentía calma al tenerlo entre mis brazos.

 

-Gracias Sebastian-

 

Dijo en un tono de voz tan leve que casi no fue audible, mas significó todo para mí.

 

“Es la primera vez que me llama Sebastián…”

 

Notas finales:

Uff, bueno, éste creo que es el capítulo más largo que he escrito, casi 8 páginas.

Pero bueno, lo merecen por haber aguantado la ausencia y abandono de este fanfic. 

Espero les haya gustado y no me odien en exceso.

 

Bye


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