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Tú a travez de mis ojos por ThatCutieBoy

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Notas del capitulo:

Hola a todos~

Feliz navidad y feliz año nuevo un poco atrasados (?

Bueno, saben que en época de fiestas el hecho de escribir fanfics se pone un tanto complicado (o al menos en mi caso sí. La familia de Dylan es enorme y no me dejan escribir en paz) pero bueno, aquí tienen una continuación~

 

Espero les guste y si es así me lo dejan saber en los comentarios :3

 

 

Había despertado al día siguiente con un enorme dolor de cabeza y una sensación de no haber bebido agua en días.
Sentía algún que otro calambre en el cuello al momento de abrir los ojos, cosa que no me dio más preocupaciones que algunas escenas borrosas en su memoria de lo que había ocurrido la noche anterior. Sentía su cuerpo adolorido, al aclararse su mirada supo la razón, estaba en el suelo.

"¿Eh? ¿He dormido en el suelo?"

Se preguntó a sí mismo mientras intentaba levantarse, mas un peso extra se lo impedía.
Miró hacia abajo y pudo divisar una cabellera azul recostada en su pecho, sintió alivio por saber que Ciel aún se encontraba ahí, por fín junto a él.
Con su mano derecha le acarició la cabeza con suavidad intentando no despertarle. Estaba tan concentrado en la delicadeza de su rostro que no notaba los minutos pasar como segundos en el reloj, comenzaba a hacerse tarde.

El mayor finalmente se dio cuenta de la hora por el reloj de pared que estaba en frente suyo, ya eran las 10:45am. De todas formas había pensado en perder las primeras clases del sábado dada la situación en la que ahora se hallaba, pero no estaba seguro de que Ciel debiese hacer lo mismo.
Aunque pensándolo otro poco, a la mierda con la Universidad, había sacado a Ciel del infierno del que era preso, si aquello no era razón para faltar un día a clase, nada lo era.
Sintió su estómago rugir, el pequeño aún dormía tan plácidamente que no deseaba despertarle, pero era casi entrado el medio día y ambos debían comer algo.

Con pesadez comenzó a mover al menor esperando así que se despertase sin más problema, pero el oji claro no respondía a ello.

—Ciel, ya es hora, hay que despertar—

Lo movió de nuevo causando sólo un leve quejido, el chico se abrazó más a su cuerpo haciendo que el peli negro cobrase un leve rubor en sus mejillas.

—Pequeño Ciel, ya despierta—

Se apartó un poco sin llegar a dejarlo en el suelo, el menor comenzó a cobrar consciencia de nuevo mientras que abría los ojos. Esos ojos azules profundos que obviamente no eran los suyos.

"Aún tiene puestas las lentillas…"

Pensó Sebastián al verlo, mas no comentaría nada al respecto. Sonrió al verlo tallarse los ojos de forma tan tierna que sólo deseaba verle por horas de esa adormilada manera.

—Buenos días, Ciel—

El oji rubí le acarició el cabello de nuevo haciendo que el menor volviese a cobrar ese tono rosado en sus mejillas. Le vio con una expresión de alivio, como si fuese la primera vez que le despertaban tranquilamente.

—Vamos pequeño, hay que despertar ya. Haré el desayuno—

Ciel sin decir nada se movió un poco dejándole a Sebastián espacio para levantarse.

—¿Qué quieres comer? Puedo ordenar lo que tú quieras—

El pelinegro sonrió, Ciel sólo apartó la mirada, estar en casa de Sebastián le ponía demasiado nervioso.

—¿Estás bien? ¿Te duele algo?—

El mayor se incó ante el chico para colocarse a su altura, con los dedos le levantó el mentón levemente permitiéndose verle mejor.

—N-no, nada—

Intentó levantarse del suelo a pesar de tener al oji rubí casi sobre su cuerpo.
Al levantarse pudo ver todo a su alrededor. Era un apartamento espacioso y bien arreglado con un toque moderno.

Se giró para ver como el mayor regresaba a la cocina sin decir más, esperaba hubiese captado el mensaje.
A pesar de la "ocupación" del Phantomhive, era en gran medida un chico muy tímido y reservado, poco acostumbrado a estar en una residencia distinta a la suya y para peor, el hecho de no distingir mucho de lo que veía le ponía aún más nervioso.

—Puedo prepararte un omelet—

La voz del peli negro se escuchó desde la cocina sacando a Ciel de su pequeña burbuja.

—No quiero ser una molestia…—

Dijo con la voz un poco desganada caminando hacia dónde escuchaba la voz de Sebastián; se guiaba por las paredes y muebles que distinguía mientras avanzaba.
Su cabeza era un torbellino, ¿Cómo podría haber pasado de ser una bailarina exótica a vivir con su compañero de Universidad que justo lo había rescatado de quién lo prostituía? ¿Era acaso un mal chiste todo aquello?

No sabía ni siquiera qué debía hacer. No podría volver a su casa, era imposible. Si lo encontraban volvería a los clubes y le alejarían de Sebastián, pero tampoco podría abusar de la amabilidad de aquel joven.

Se quedó de pie frente al comedor mientras trataba de organizar sus ideas mientras que el mayor cocinaba para ambos.
Sabía que llegaría el momento en que tendría que irse de esa casa, pero, ¿A dónde iría? Era básicamente ciego y no tenía familiares ni conocidos que se hiciesen cargo de él.

No tenía nada.

—Ciel, ya está el desayu... ¿Ciel?—

Al verlo el peli negro corrió hasta donde estaba el menor dejando en la cocina los platos con el desayuno.
Estaba de pie ahí frente a él con los ojos hechos un mar de lágrimas. ¿Por qué se había puesto así tan repentinamente?
El corazón de Sebastián se afligió al instante mientras le veía, parecía incluso que no de daba cuenta de su estado.

Se le acercó con cuidado, el menor alzó la mirada para encontrarse con aquellos ojos rubíes.
No pudo pronunciar palabra ya que Sebastián le abrazó de pronto. Lo apegó a su cuerpo de forma tal que pudo sentir el aroma del contrario invadir su ser de forma profunda.
Inundado en él correspondió el abrazo dejándose llevar por las emociones. Ni siquiera sabía si lloraba por lo que había sucedido la noche anterior, por la soledad en la que se encontraba o incluso, por miedo a alejarse del hombre que ahora le abrazaba.

Pasaron algunos minutos hasta que Ciel pudiese recomponerse, su respiración ya no era agitada y sus ojos ya no derramaban lágrimas, un alivio para Sebastián.

—¿Mejor?—

El mayor le sonrió, apenas lograba distinguir algunos rasgos de su rostro, pero era evidente que le hacía feliz verle, tocarle, sentirle tan cerca.

—Disculpe Michaelis-san, no fue mi intención preocuparlo—

Se limpiaba las lágrimas con prisa esperando no haber causado problemas, o al menos no más de lo que ya había provocado.

—Dime Sebastián—

El mayor se acercó al rostro de Ciel, era tan frágil pero a la vez tan orgulloso que de alguna manera lo cautivaba.
Limpió los caminos húmedos de sus mejillas y se dedicó a verle un poco.

—No tengas miedo. No te dejaré sólo—

Aquellas palabras no hicieron más que avergonzar a Ciel, sus manos temblaban cada vez que estaba cerca del mayor y no lograba entender la razón de ello.

—Ven, comamos juntos—

"Sebastián-san sonríe cada vez que me habla…"

No lo comprendía, pero tal vez no quería hacerlo. Tal vez sólo quería que esa sensación continuara.


~|| Algunos días después ||~

~Residencia Michaelis
Lunes 7:45am

Despertó. Era bastante temprano, mas esa era la hora en la cual daba inicio a su jornada habitualmente.
Abrió los ojos para encontrarase con un panorama que no terminaba de comprender y mucho menos de acostumbrarse a vivir cada mañana.

Lo vio ahí a su lado, una cabellera negra y abundante que caía sobre un rostro tan sereno como atractivo. Unos hombros y torso perfectamente formados y el resto del cuerpo que cubría la cobija.

Sí, llevaban durmiendo juntos desde hacía algunos días.
Bueno, durmiendo y por ende viviendo juntos.

"Sebastián-san siempre duerme sin camisa a pesar de compartir cama conmigo"

Se sonrojó al instante, ¿Por qué eso tendría inportancia? Era la casa de Sebastián a fin de cuentas y él podía hacer lo que le plazca.

Traía puesta una camisa blanca del hombre con quién ahora compartía aposentos, ésta le llegaba casi hasta la mitad del muslo y le daba cierto calor que disfrutaba mucho.

Vivir con aquel joven era algo que le llenaba de una sensación extraña entre vergüenza y felicidad. Despertar cada día y encontrarse a alguien que le ofrecía una sonrisa sincera a cualquier momento era simplemente increíble, pero era como si su presencia fuese una carga para el mayor.

Dada su pobre visión no era muy apto para hacer algunas tareas en la casa, así que se dedicaba a la limpieza de la forma en que pudiese.

Se había quitado las lentillas azules. Aún recordaba como Sebastián le había puesto aquello como condición.

~|| Flashback ||~

—Ciel, necesitamos hablar—

El peli azul dio un respingo al escuchar aquello, su preocupación comenzó a crecer de forma exponencial mientras con cautela caminaba hacia la sala con cuidado de no ir a tropezar con nada.
Lo vio sentado en la sala con los brazos cruzados.

"¿Habré hecho algo que le moleste…?"

Se sentó a su lado con la mirada dirigida al suelo.

—Ya quítate esos lentes—

Abrió los ojos como dos platos, ¿Desde cuándo Sebastián sabía que él usaba esos lentes de contacto?

"En la Universidad... siempre iba sin lentes"

Pensó mientras desviaba la mirada. No quería ser visto sin ellos, la voz de su "jefe" aún resonaba en su cabeza recordándole cuán asqueante era su condición física.

—Pero… me ayudan a ver—

Nunca le había hablado a Sebastián de su enfermedad. En realidad, nadie sabía de aquel tema.

—No es cierto, tu forma de moverte entre las cosas y las expresiones en tu rostro al no poder distinguir los objetos son las mismas que cuándo no los usabas—

"¿Acaso... me presta tanta atención?"

—Ciel, sé que tu visión está profundamente dañada. Pero no quiero que uses eso como excusa para ocultar tus ojos.
Además, sé que esos lentes son meramente cosméticos—

De nuevo le sonrió colocando una mano en el hombro del menor quien involuntariamente le regresó la sonrisa.

Sin aviso previo, Sebastián se acercó peligrosamente al rostro de Ciel conservando esa sonrisa que de alguna forma dejaba helado al menor.
Éste último sólo pudo reaccionar al sentir cerca a su oído un susurro.
—Tus verdaderos ojos son hermosos, no me niegues el placer de verlos cada día—

~|| Fin del Flashback ||~

Tras darse el aseo adecuado de cada mañana y dadas las 8:15am, Ciel regresó estando ya vestido e incluso perfumado a la habitación de ambos para despertar a Sebastián.
Lo movió un poco tratando de que despertase, no hizo falta más para que el peli negro abriese un poco los ojos y sonriese ante Ciel.

—Buenos días pequeño Ciel—

"Cada mañana es lo mismo"

Había adoptado la manía de llamarlo Pequeño Ciel a pesar de que tenían casi la misma edad e incluso iban a las mismas clases, pero era Sebastián y Ciel no era capaz de discutirle nada.

—B-buenos días Sebastián-san—

Aún no terminaba de acostumbrarse a ser poco formal con el mayor, pero debía admitir que era realmente de su aprecio...
Prefería no pensar en sus sentimientos en relación a Sebastián, eran demasiado confusos.

—Hay que volver a clases, sino vamos a reprobar el semestre—

El peli azul exclamó en voz alta mientras que el mayor estaba en la ducha.

—Pues a eso vamos. Podemos desayunar de camino—

El oji rubí salió de la ducha con una toalla amarrada a la cintura y la otra la utilizaba para secarse el cabello, cosa que dejaba mucho de su cuerpo al descubierto y por consiguiente, a un Ciel totalmente sonrojado.

—S-sí, te espero en la sala—

Salió del cuarto con prisa, sus ojos no lograban despegarse de el mayor cuando lo tenía cerca, y pero cuando andaba medio desnudo por la habitación.

"¿Por qué mi corazón late tan fuerte?... es sólo Sebastián-san"

Era una maraña de confusiones y preguntas relacionadas al hombre de ojos sangre que tenía miedo de las respuestas que viniesen de esas incógnitas.

—Bueno, ¿Nos vamos?—

Sebastián lo sacó de sus pensamientos. El verlo recién arreglado era increíble. Se veía realmente atractivo.

—Vámonos—

Ambos subieron a la motocicleta. Ciel abrazaba al peli negro por la espalda volviendo a inundarse de su aroma, por más que lo negase le encantaba estar tan cerca del mayor.

Llegaron a la Universidad de forma rápida, debían averiguar acerca de su situación académica y aún más, sobre la situación financiera de Ciel.

—Kylie, buenos días. Necesito ver algunos archivos, ¿Serás tan hermosa de dejarme hacerlo?—

Sebastián era la prueba viviente de que la belleza lo consigue casi todo, y más si era un chico guapo coqueteando con una secretaria.

—C-claro que sí~—

La chica accedió sin pensarlo, Sebastián le guiñó el ojo.

Mientras tanto Ciel era un pequeño caldero de rabia, ¿Por qué tenía que ser tan seductor con esa mujer? Tenía emociones nuevas en su haber que no lo dejaban en paz.
Estaba celoso.

El peli negro no dijo nada acerca de los reportes financieros de Ciel, sólo mencionó el hecho de que ambos tendrían que presentar un examen al que no asistieron por su reciente "Encuentro".

Se presentaron de nuevo a la clase de Spears, ambos (y mayormente Sebastián) temblaban de nervios al ver al maestro más serio de la Universidad verlos de forma tan despectiva.

A pesar de todo pudieron regresar a la cátedra. Claro, luego de que Ciel inventase que Sebastián lo había acompañdo a su última cirugía de visión.

Todo iba a la perfección, como si el peso que caía sobre los hombros de Ciel hubiese desaparecido. Claro, hasta que llegó la hora de salida.

Planeaba volver a casa, sí, ya consideraba el apartamento de Sebastián coml su casa, quería regresar con el oji rubí y pasar algo así como "Tiempo juntos". Quería devolverle el favor de darle un hogar y hacer algo lindo para él.
El día anterior había comprado una caja de dulces con licor (los favoritos de Michaelis) y aquella mañana los había dejado en la mesita de noche del peli negro con una pequeña nota. Estaba emocionado por ver la reacción del mayor ante aquel detalle.

—Sebast...—

Su llamado fue interrumpido por una voz desconocida para el peli azul.

—Michaelis—

Detrás de él apareció un hombre alto y fornido, de cabello negro y lentes quién llamaba a Sebastián sin recato.

—Oh, Claude. Hace tiempo no te veía—

Ambos rieron, Ciel sintió algo extraño en su interior.

—Estuviste perdido mucho tiempo. ¿Saldremos esta noche? Llevamos ya tiempo sin estar juntos—

Fue como un golpe interno para el menor, lograba distinguir unos ojos dorados tras los lentes de aquel hombre que tan deliberadamente le hablaba de esa manera a Sebastián.

"Le dirá que no, ya teníamos planeado algo hoy…"

—Claro, iré por ti a las 9:00pm—

Sintió como si algo en su pecho doliese, como si le hubiese quemado la respuesta de Sebastián.
Sintió rabia, tristeza, impotencia. Todo mezclado en un reflejo de salir corriendo hacia la salida de la Universidad.

"Sebastián…"

A pesar de la leve lluvia que comenzaba a caer, siguió corriendo por las calles de las cercanías con la vista aún más nublada, y no era por las gotas de lluvia.

"No veo nada... ¿Dónde estoy…?"

—¡¡Ciel!!—

Gritó el oji rubí al verlo huir así.

"Si llueve y comienza a oscurecer, él no podrá ver el camino a casa"

—¿Quién es él?—

Preguntó el de ojos dorados, Sebastián sólo se limitó a decirle que lo llamaría luego.

"Ciel... ¿Por qué huyes de mí? Por favor que no le ocurra nada malo"

Notas finales:

Gracias por leer

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Se aceptan halagos, insultos, tomatazos, consejos y cheques al portador.


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