La noche se acentúa de a poco y la luz de Tokyo lo ilumina todo. Akaashi Keiji observa el mismísimo mundo en pleno silencio, medio oculto en el deparo de oscuridad que le proporciona su habitación. El panorama es absurdo y preciosos desde su cuarto.
“Cada bombilla de la ciudad parece una luciérnaga”, piensa. Y se siente absolutamente estúpido, porque no recuerda haber observado a un millar de luciérnagas inmóviles desde su cuarto en ninguna ocasión.
El silencio de noche explota en cientos de pedazos cuando una suave melodía estalla desde su móvil. No se sorprende al ver el nombre que se ilumina en la pantalla.
Bokuto habla rápido, y no le da tiempo a procesar todas sus palabras. Dice algo sobre encontrarse, sobre problemas, y discusiones. Y Akaashi es consciente de la desesperación en la voz de su amigo y los gritos que se escuchan de fondo.
Bokuto corta tras implorar que lo encuentre y no le deje a la deriva. Akaashi siente la necesidad de cerrar la ventana y olvidar la llamada. Pero es algo que jamás podría hacer.
"Bokuto espera", piensa. Y repite lo mismo constantemente mientras camina, porque las luciérnagas han desaparecido, y lo único que le importa es llegar al sitio secreto: al lugar pactado.
—Mis papás discutieron otra vez—. Bokuto habla en susurros, y Akaashi guarda silencio, porque realmente no sabe qué más hacer.
Es una historia que ya ha escuchado muchas veces. Una que implica estudios que no desea seguir, profesiones aburridas y rutinas futuras que no desea realizar. Es la historia que implica su futuro, una discusión sobre su camino que impone una decisión absurda sobre otra.
—¿Has escuchado hablar del Flautista de Hamelín?—Bokuto niega suavemente con la cabeza, y le mira fijamente, con la clara intención de escuchar esa historia—. Es un cuento curioso, donde lo imposible y la realidad cruzan la mirada, y funden sus fronteras para dejar paso a un panorama excepcional.
«En esta historia, una melodía hechizada es lanzada por un joven músico y su flauta, y logra penetrar en la mente de una plaga entera de ratones.
«Estos comienzan a dejarse llevar por la hermosa música, y deciden seguir, sin vacilar siquiera, al joven y al misterioso destino que éste planificase para ellos.
«Realmente no les importó su final, porque estaban convencidos de que cualquiera que fuese, sería bueno, simplemente porque alguien que sea capaz de reproducir una melodía tan dulce, tan suave, tan hermosa, no podría ser capaz de hacer nada malvado.
«Ellos confiaron plenamente en sus instintos, se dejaron llevar.
«El joven era movido por otros hilos, alejados completamente de sus ideales, así que sin saberlo, sin entenderlo, sin planteárselo siquiera, traicionó a los pequeños animales y los condujo a su propio final».
Bokuto no aparta la mirada durante todo el relato. No dice nada cuando éste termina, simplemente observa, piensa y asimila la historia.
—¿Qué sucede luego?
Akaashi sonríe, y Bokuto cree que es la sonrisa más hermosa que vio nunca.
—El Flautista es engañado por la gente del pueblo, y decide vengarse, hechizando a los niños, llevándolos lejos, fuera de este mundo. Es una historia extraña, de traiciones y venganzas.
Bokuto se acerca a su compañero. La historia le resulta extraña, y algo en ella le produce escalofríos.
Akaashi tenía razón: traición sobre traición, sumado a venganza.
Y piensa en sus padres, y las peleas. Y no entiende la relación que su compañía quiso establecer entre la realidad y el cuento.
El silencio resulta incómodo mientras piensa. Siente la mano de Akaashi sobre la suya, y sabe que es una de las pocas personas que lo soportan tal cual es.
—¿Y si los ratones dicen que no?— Pregunta—. ¿Y si se niegan a seguir al flautista, y deciden hacer su propio camino?
Akaashi mira en dirección al cielo. "Las estrellas parecen luciérnagas", piensa. Y se siente estúpido, porque no hay nada más en ese momento que Bokuto, mirándole fijamente, a espera de una respuesta.
—Entonces será una rebelión —dice—. La Rebelión de Hamelín.