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La misteriosa casa del lago por AliceSyd

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Notas del capitulo:

Luego de meses he vuelto, espero disfruten este capítulo tanto como yo al escribirlo.

Luego de haber tenido una noche intranquila y sin mucho descanso, desperté lleno de ojeras y de mal humor. Todo había sido muy repentino. Después de haber visto que las cosas se movieran solas, salí del agua riendo y me acerqué al buzón incrédulo, esta debía ser una muy buena broma o, en su defecto, el comienzo de mi locura al estar totalmente solo. Abrí el buzón solo para corroborar mi estupidez, metí mi mano sin cuidado y me asusté, di un pequeño grito y salté hacia atrás, si alguien me hubiese visto se habría reído, reaccioné así solo por tocar un sobre, ¿había estado quizás allí antes de llegar y no lo noté? Jajaja seguramente así era, no puede ser que las cartas lleguen solas y menos a lugares tan poco tecnológicos y apartados como esta cabaña en el lago, dudé un poco pero me aproximé nuevamente y retiré el extraño sobre dorado con bordes plata, demasiado fino y extravagante para mi gusto, ingresé a mi hogar temporal sin mirar de nuevo aquel extraño objeto y me di una larga ducha con agua caliente que quemaba un poco mi piel, lo suficiente para dejar de pensar en toda esta paranoica situación, luego de eso recuerdo haber comido unas galletas y haberme ido a dormir al cuarto de huéspedes, con las neuronas alborotadas, decidí no leer el escrito.

 

Sin embargo, hoy ya era un nuevo día, y debía leerlo, es decir, podía llevar escrito algo importante, por alguna razón era una envoltura tan delicada, la tomé de la encimera donde la había lanzado el día anterior, me preparé un té y unos panecillos y subí con todo mi botín a la hermosa azotea, me senté en la mesa, ya que en el sillón se hallaba Suzuki-san, el oso; mientras bebía a grandes tragos y daba mordidas voraces, tomé el sobre entre mis manos y lo volteé:

 

“De: Usagi

Para: Mi inquilino favorito.”

 

De nuevo ese peculiar apodo y esa bella caligrafía, la acaricié inconscientemente por un rato con las yemas de mis dedos mientras imaginaba quién sería el poseedor de tal elegancia. Salí de mi ensimismamiento al derramar un poco de té -lo último que quedaba- en mis pantalones, chasqueé la lengua y volteé el sobre para abrirlo sin cuidado, rompí un poco los bordes y lo lamenté un poco, pero bueno, al fin y al cabo era solo papel. Adentro había unas hojas blancas con bordes plateados, olía a perfume masculino, café y tabaco, muy similar al aroma de la habitación, así que obviamente si era el mismo Usagi, después de todo, ¿quién más enviaría algo tan singular? después de oler el papel por un rato noté mis mejillas rojas y sacudí violentamente la cara, ¿en qué estupidez estoy pensando?

 

-Soy el desastre mismo con piernas- dije quedito para sentirme mejor.

 

Estiré las dobladas hojas y pasé mis dedos por los bordes plateados, antes de ponerme a pensar cosas innecesarias, me decidí a leer.

 

“Estimado Inquilino:

 

Espero se sienta cómodo en su nuevo hogar, he enviado esta y la otra anterior seguidas porque estoy ansioso de saber qué le ha parecido mi pedacito de cielo, ¿no es acaso un paraíso? He estado pensando mucho en usted y en cómo será, me gustaría que me escribiera si es que puede, imagino que en un lugar así de solitario tendrá bastante tiempo, ¿puede hacerme ese favor?

 

Sé que escribir a un extraño es insólito, así que le contaré sobre mí, para que ambos entremos en confianza, ¿le parece que seamos amigos? no tengo mucha experiencia en eso pero ansío un vínculo con mi (su) hogar. No le diré mi nombre, pero puede llamarme Usagi, tengo 21 años, lo sé, es difícil de creer por mi escritura, pero le cuento que soy escritor, esa es también la principal razón por la que me marché temporalmente de Japón, me haré de fama y viviré de mi propia fortuna, aunque ya he publicado bastantes libros -que no nombraré para dejarlo pensando-, estoy en búsqueda de más material y en cerrar pendientes con mi familia.”

 

-Ja, con razón tiene tanto libro, de seguro es admirador de Usami Akihiko- esto de hablar solo se me estaba haciendo costumbre, intenté pensar en escritores jóvenes y emergentes en Japón, pero era inútil, era un total ignorante en ese tema, así que mejor decidí proseguir con mi lectura.

 

“No me describiré a fondo físicamente, pues lo descubrirá gradualmente cuando le permita mirar las fotos, ¿no las ha visto cierto? Bueno pues tiene permiso de ver la primera foto del álbum, soy yo frente a su nuevo hogar, espero agradarle. Soy una persona algo excéntrica, o al menos eso me dicen mis únicos amigos -Aikawa y Hiroki-, soy de buen gusto y algo terco, me gusta que TODO se haga a mi manera. ¿Cómo eres tú? ¿Algún día me adjuntarás una foto?

 

Llevo medio año en Inglaterra y no es de mi especial gusto, aunque tampoco me disgusta, extraño mi casa y mi cuarto. Suzuki-san debe extrañarme un montón, igual que yo a él, ¿le ha gustado? Creo que no tengo mucho más que decir, ya tiene mi dirección pero se la anoto nuevamente al final de la misiva.

 

Cariños desde Inglaterra,

Usagi”.

 

-Ahhh- suspiré embobado, rayos esto es lo más emocionante que me ha ocurrido en la vida, no podía negar eso, pensé en escribirle, pero primero quise ver al misterioso Usagi en persona, corrí hacia la caja que dejé en un rincón por mi enojo del día anterior, la abrí ansioso y casi enredé mis manos rebuscando por el dichoso álbum, cuando al fin lo localicé, lo abrí sin dudar y quedé pasmado. Era una foto algo antigua al parecer por la calidad, estaba a contraluz así que casi todo era sombras y figuras, en ella se veía la casa y en el puente que lleva hacia ella se divisaba un hombre, se notaba alto y fornido, aunque no rayaba en lo musculoso, tenía un gran cuerpo. Estaba de pie, erguido con las manos en los bolsillos, parecía llevar un traje y su cabello no parecía ser corto ni largo, también se proyectaba un poco la sombra de quien tomó la foto aunque no se distinguía nada bien, la desprendí con cuidado, removiéndola de su marco color plata, si que le gustaba ese color a Usagi-san. La volteé con cuidado y con la misma caligrafía que ya conocía llevaba escrito:

 

“Yo enfrente de mi nuevo hogar. 01/01/2006”

 

Era una foto bastante antigua, saqué los cálculos y me pareció que este hombre bromeaba con su edad o con la fecha escrita, en aquella foto debe tener algo así como unos 11 años, bufón. Obvié su jugarreta y pasé mis dedos por su imponente figura, a pesar de ser solo una sombra me emocionaba verlo, mi corazón latía por mil; devolví la fotografía a su lugar y cerré el álbum. Observé un rato la portada pero decidí devolverlo a su sitio, esta distracción sería quizás la única durante estos dos meses ¿por qué no seguir sus reglas?

 

Rebusqué entre los libreros algún cuaderno u hojas que me sirvieran para mi proeza de escribir por primera vez algo que no fuese para la escuela, hallé uno de tapa azul y anillado en dorado -tan Usagi-san- lo abrí emocionado y me senté en la silla con la hermosa vista, seleccioné del frasco de lápices una pluma que se veía bastante cara, pero parecía ser la más normal, cuando me disponía a empezar mi mente titubeó, ¿qué escribiría? Pasé al menos una hora pensando en mí, repasando mi vida y escribiendo la carta mentalmente al menos 20 veces sin quedar satisfecho, cuando al fin sentí que podía iniciar mi estómago rugió, por lo que bajé para preparar mi almuerzo, fue simple al ser solo para uno y lavé los trastes con rapidez, ahora me sentía presto para mi misión, subí las escaleras sin cuidado y me senté de un vuelo. Agarré la pluma y dejé que danzará por el papel sin mayor miramiento. Al acabar vacilé un poco sobre cómo firmar, yo no tenía apodo alguno y escribir mi nombre me parecía extraño, ¿o no?, al final me decidí por ponerlo, total él pensaría que es un apodo, “Cariños y agradecimientos, tu inquilino favorito, Misaki. 01/01/2016” Firmé con emoción. Al concluir mi tarea noté la lluvia torrencial que se desataba en el exterior, el reloj marcaba las 18:00 horas, me asombré del rápido pasar de estas en un lugar tan pacífico, borronee el primer uno y lo cambié por un dos, de seguro no podría salir de la cabaña hasta mañana temprano, pues no poseía un paraguas, la carta no tenía apuro -aunque yo sí- pero decidí que hacer esperar a Usagi-san me agradaba. Pasé el resto de la tarde leyendo uno de los mangas que yo había traído al supuesto viaje y a ratos miraba la foto de mi nuevo amigo. No sé cuándo me dormí, el hecho es que desperté al otro día temprano, con el cuerpo agarrotado, había dormido en el sillón junto a Suzuki-san, me apresuré a levantarme y estiré mis extremidades y espalda hasta que tronaron mis huesos, a paso rápido corrí hacia el húmedo exterior y deposité mi carta en el interior del buzón, subí la manilla roja y conté cada paso hacia la puerta, al llegar a mi meta escuché un “click” y sonreí, justo lo que esperaba, me volteé y la manilla se encontraba abajo, no sé qué tipo de arreglo hizo Usagi pero ya no me cuestionaba, era su secreto. Ingresé a la casa dispuesto a empezar un nuevo día en espera de la respuesta de mi amigo, feliz.

 

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Mientras tanto, en Inglaterra.

 

Este día había resultado ser bastante malo para Usami, se rebatía internamente -otra vez- el porqué se marchó de su hogar, malditos negocios y maldita fama, todo podría pudrirse menos su cielo personal. Al llegar a su apartamento ingresó sin cuidado y fue directo a la ducha, tomó una ducha larga, relajante, de esas que te quitan hasta la última tensión, salió solamente en bata y se aprestó en ir a su habitación a colocarse pijama, el pequeño Suzuki, una copia de su gran peluche, no le bastaba de compañía, incluso parecía extrañar al grande y así recordó a su inquilino, ¿estaría leyendo las cartas? Fue en busca de un café para disponerse a escribir en su despacho cuando a los pies de la puerta de entrada notó un pequeño y opaco sobre marrón, a largas zancadas se acercó y lo cogió con una media sonrisa en su rostro, lo metió al bolsillo del pijama y posteriormente de hacer su café se dirigió al despacho. Allí se acomodó en la silla acolchada y sacó la misiva, el sobre llevaba escrita en una letra desordenada y algo infantil que se notaba con esmero de parecer elegante:

 

“De: Misaki

Para: Usagi-san”

 

Soltó una carcajada breve y rasgó aquel objeto con delicadeza, asió las hojas y decidido a comenzar lectura, dijo casi como un suspiro


-Esto será absolutamente divertido, Misaki- e inició su tarea.

Notas finales:

Gracias por los reviews a quienes leyeron este fic en particular y espero puedan también leer los otros, sé que actualizo lento pero jamás los abandonaré

 

Alice.

 


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