Era la tercera vez que recorría los muros del Valhalla y no encontraba al médico por ningún lado; se preocupó a que cometiera alguna locura pero toda idea fue descartada cuando Hilda lo encontró nervioso, luego de que le explicara lo que tenía, ella tuvo la amabilidad de decirle que el pelirrojo había salido por un paquete de hierbas medicinas al pueblo, que pronto volvería.
Saga dejo de lado sus pensamientos, fue al lugar donde siempre se reunían para hablar y tener un poco de privacidad de todos los habitantes del castillo; por un lado no podía dejar de estar preocupado por el hombre que había sido huésped de un dios malvado, que sus manos estuviera manchadas de sangre inocente y pusiera en peligro a más de uno era una carga emocional muy fuerte; algo que esta fuera de todo conocimiento comenzará a realizar acciones en contra de los principios que uno se va formando; él era consciente de ello. Arles y Loki les había dejado marcas muy graves y si para él que era un caballero entrenado desde los más tiernos años era muy difícil soportar, era mucho peor para un simple humano que tuvo la mala fortuna de toparse con esa poderosa energía.
Hilda, Lifia así como todo los habitantes del castillo conocían a Andreas sabía que ese hombre nunca hubiera atentado contra la integridad de Asgard, como también poner en peligro vidas inocentes estaba en contra de todo pensamiento que el pelirrojo hubiera hablado; así que cuando hablaron con él para que fuera de apoyo en la mente del médico, este no pudo negarse; él era más que prueba fiel de que cuando el mal se apodera de alguien, ni con todo el poder del cosmos puede liberarse, ser prisionero en tu propio cuerpo y ver que una decisión tuya es la destrucción total de alguien más puede ser mucho peor que cualquier golpe.
Llegó a la zona privada donde casi nadie iba a excepción de los dueños del lugar, la representante de Odín les había dado libertad de recorrer todo el castillo, tomo asiento esperando al médico se desocupaba; levanto la vista las cielo la nieva caía al suelo cubriendo todo con su blancura, la nieve se enredaba con los cabellos azules pero al menos su cuerpo estaba caliente con las ropas que les habían proporcionado los sirvientes de lugar; recargo los brazos hacia atrás a la espera de Andreas; dejando de lado todo lo que ha estado trabajando con el asgardiano, no podía negar que era una persona muy interesante, además de tener una tarea muy bien planeada en ayudar a los demás aunque sean acciones pequeñas , procuraba seguir adelante acuesta de las adversidades. Negó divertido cuando el mayor beso su mejilla como agradecimiento por todo el apoyo a la espera de una buena amistad entre ellos, una extraña costumbre entre la gente del norte, que podría ser mal interpretada si no le explicaba pero al menos él estaba consciente de las costumbres de algunas regiones del planeta y esta no fue la excepción.
—disfrutando los días de paz Saga. — mira a su lado derecho, Aioros estaba del otro lado de la sala con una sonrisa en los labios, sonríe correspondiendo el gesto.
—Aioros, ¿creí que ibas a estar con tu hermano?
— esta con los guerreros divinos entrenando —se acerca hasta el gemelo mayor, toma asiente a su lado—dijo que no quiere perder condición cuando regresemos al santuario, además de que está un poco ansioso de regresar al santuario como alguno de los chicos que no esperan el momento de regresar al santuario.
—si me logro imaginar, algunos quiere saber cómo esta Athena luego de la guerra santa, el santuario debe estar en ruinas, el trabajo para reconstruirlo va a ser muy largo.
—eso no es un gran problema, ahora que tenemos una paz momentánea, no sabemos cuanto vaya a durar, sin embargo no podemos desaprovechar este tiempo, donde el santuario y la diosa Athena pueda descansar, así como dejar atrás las penas y problemas.
—si, muchos tenemos heridas que van a costar trabajo sanar.
Ese era otro problema en la que Saga y Andreas tiene que soportar, poder dar la cara a las personas que no saben de ese problema interno, ahora necesitaba tiempo para que ambos puedan asimilar, tal vez por ello la representante de Odín los había juntado, tenían heridas que solo ellos podrían entender; Saga tenía que comenzar a interactuar con sus compañero y entre las personas que más daño hizo fue aquel hombre que ahora trataba de hablar con él, tal vez una parte del subconsciente trataba de hacer lo imposible lo inevitable.
—¿y porque tan solitario? —la voz del castaño lo saca del ensueño, niega sin importancia.
—solo estoy esperando a alguien. —guardan silencio, la nieve caer en el espacio abierto era lo único que había.
— recuerdas—habla saga queriendo romper el abismo que había entre ellos— cuando jugábamos en los arrojos del santuario todos los veranos luego de cata entrenamiento.
—si eran buenos tiempos, jugar entre los arboles a los alrededores de las cabañas de los aspirantes, nuestros maestros se enojaban cuando dejábamos a medias los entrenamientos.
—si, Kanon y tu siempre lograban escapar de los castigos.
— solo es cuestión de saber usar las palabras.
—no me hagas reir Aioro, Kanon y tu siempre fueron astutos para saltar los castigos.
—y podrías ser buenos en otras cosas mi estimable Saga.
—o si me lo quiero imaginar.
—¿no me crees?- bufa molesto
—claro que no Aioros.
“Tu siempre fuiste muy recto, no logro hacerme la idea de que alguien como tú, pueda hacer algo para dañar a alguien, tu no Aioros”- piensa más para él que a su compañero.
—bueno saga todos tenemos secretos que nadie quiere ser descubiertos.
—a que te prefieres.
—nada Saga, luego hablamos, tengo que ir a ver a los chicos, nos vemos en la hora de la comida.
El castaño se despide, dejándolo nuevamente asolas, esperando que el médico no se tardará en llegar, tal vez hoy podría hablar de algo más que de él (Andreas), como le había pedido hace varias días atrás, y yo tuviera el valor de hablar sobre su pasado del santuario y de aquella entidad malvada que lo domino por mucho tiempo.