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No tan inocente por candy_sugar01

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Notas del capitulo:

Finalmente lo terminé... (son las 4 a.m) ;___;

Disfruten.♥ Y muchas gracias por los reviews ;-;

– Tu padre sigue insistiendo en que lo llame suegro... – Comenta Jongin mientras acaricia con sus pulgares las pequeñas manos de Kyungsoo, quien mantiene su espalda pegada a su pecho y las manos entrelazadas.

 

Desde que el señor Do está al tanto -o cree estarlo- sobre que su hijo menor anda saliendo con alguien, se presentó ante su supuesto yerno y pidió que lo llame “suegro” o “padre”. Jongin obviamente se negó, dijo que ni siquiera estaban saliendo juntos, pero el hombre mayor no le hizo caso alguno. JunJin alegó también que podría llamarlo por su nombre, Choongjae, si eso lo hacía sentir más cómodo y menos formal; sin embargo, Jongin, aún más nervioso que antes, le dice que lo pensará.

 

Aún no puede mirar al padre de Kyungsoo a la cara luego de eso. Minho ni siquiera lo quiere en su casa y Heechul parece comérselo con los ojos cada vez que lo ve. Ahora, le sumamos al padre que simplemente no entiende que no tiene nada con su hijo.

 

Por ahora.

 

En las últimas semanas Jongin y Kyungsoo se volvieron cada vez más cercanos. El rubio seguía invadiendo el espacio del más bajito, no quedándole opción más que aceptar su compañía. Y después de todo, no pareció ser una mala decisión.

 

El día en que tuvieron su primera cita estaban ambos con los pelos de punta. El día estaba horrible, hacía frío y calor a la vez -por la humedad- y estaba nublado. El pronóstico del clima en la televisión del día anterior le había mentido; aquí no había ningún sol ni leves brisas provenientes del norte. Fueron a tomar un helado, los cuales se derretían enseguida, y además, a Kyungsoo se le cayó el suyo sobre el pantalón de Jongin. En ese momento rieron hasta cansarse. Caminaron por el parque, rodaron por el húmedo césped, se hicieron cosquillas e hicieron bromas entre ellos; actuaron con tanta soltura y naturalidad como si no fuesen ellos mismos con los que estaban interactuando.

 

Sin saberlo, ambos entraron en una zona íntima de mutua confianza. Aunque quieran mantenerse alejados físicamente, ya sea por incomodidad o alguna que otra discusión, a nivel psicológico siempre encontrarían una forma u otra para terminar juntos. Eso que las personas pueden llamar destino, para ellos, es el subconsciente haciendo lo imposible para acercarse el uno al otro; porque sin siquiera saberlo o pensarlo, ambos formaron una relación muy íntima, como si sus almas hubiesen estado conectadas todo este tiempo.

 

Kyungsoo está ahí para corregir y aprender de los errores de Jongin; y éste a su vez, está ahí para aprender de Kyungsoo: de su pureza, de su carácter y de su forma de ver las cosas. Es la luz blanca que aclara su mente y la despeja, dejándolo ver un mundo que, no será color de rosa, pero puede ser mejor de lo que pensaba antes.

 

Desde ese momento, desde la primera cita, Kyungsoo se decidió a darle una oportunidad del moreno. La comodidad junto a él fue algo que no esperaba, pero que sorpresivamente lo hizo sentir feliz y tranquilo.

 

¡Jongin incluso le había dado su móvil para que borre todos los contactos innecesarios! -y obviamente lo hizo-. Conclusión: estaba totalmente dominado y el menor iba a provechar eso.

 

Jongin era para Kyungsoo, y Kyungsoo era para Jongin. Punto.

 

Y desde entonces deja que Jongin lo acompañe a su casa, pase tiempo con el y que incluso, alguna que otra vez, se quede a dormir, en su cama y con el, obviamente. Kyungsoo aún no tuvo la oportunidad de ir a la casa del mayor y tampoco piensa insistirle para ir; Jongin debe tener sus razones por no haberlo llevado pero que además se muere por hacerlo, ya que siempre menciona a su hermano mayor y lo genial que es, alegando que debería conocerlo.

 

El próximo sábado pensaban tener otra cita; la segunda.

 

– ¿Y eso es malo para ti? – Pregunta Kyungsoo a la vez que ladea la cabeza un poco, sólo hasta llegar a ver a Jongin por el rabillo del ojo.

 

– No. – Apoya su mentón en la cabellera negra y siente como las finas hebras le hacen cosquillas en la nariz. – Pero es algo incómodo... Aún no puedo superar las miradas de tus hermanos cuando estoy en tu casa. –

 

Kyungsoo chasquea la lengua y vuelve a mirar al frente, al patio del colegio, lleno de estudiantes pues es la hora del receso. Desde la última semana en la que deja que Jongin lo tome de la mano y lo abrace de forma más abierta, todas las miradas andan sobre ellos. Bueno, no todas, solamente la de los más chusmas del lugar. A veces siente que las personas se ríen a su espalda, ya saben, porque Jongin nunca dura con una persona; no es estable con nadie.

 

Todas esas personas deben pensar que es lo mismo con el: que no van a durar nada y que, Jongin como siempre solía hacer, solamente busca un revolcón.

 

Si tanto lo quisiera podría ir con cualquier persona de este colegio de mierda al que asisten, o incluso ir a alguna fiesta, y listo ¿no? Ya tendría lo que quiere y no tendría que llevar semanas rogando a alguien por una cita o un simple beso. Sí, sigue siendo la misma persona desinteresada y tonta de siempre; pero es fiel a lo que siente y si Jongin quiere a Kyungsoo, todo Jongin es para Kyungsoo.

 

En fin, sólo son palabras de gente tonta y envidiosa que no piensa en lo fácil que sería para Jongin conseguir una cita de una noche con alguien, y sin embargo, está aquí con el. De la mano, abrazados, cariñosos. Todo. Pff.

 

Y dicen que su moreno solamente quiere un revolcón...

 

– No te imaginas los días que te quedas a dormir como se ponen. – Comenta, siguiendo la conversación luego de haber callado unos instantes, perdido en sus pensamientos.

 

– ¿Cómo? – Pregunta Jongin, curioso. Kyungsoo se encoge de hombros.

 

– Minho me pregunta cerca de unas cuarenta veces si me has hecho algo; ya sabes... Y Heechul es todo lo contrario: dice que debo aprovecharte, que hacemos una linda pareja y que tendríamos hijos muy lindos. – Jongin sonríe, sabe que Kyungsoo no puede verlo pues está de espaldas, así que deja escapar una risilla. – Creo que no le queda bastante claro que todavía tengo trece años... –

 

– ¿Sabes? Estoy de acuerdo con Heechul. –

 

– ¿En qué? –

 

– En que hacemos una linda pareja y tendríamos niños muy bonitos. – El rubio suelta las manos contrarias y con sus brazos rodea la estrecha cintura con fuerza, de paso dejando un sonoro beso en la mejilla del menor quien se queja del apretón. – ¿Te imaginas? Así enanos y gruñones como tú... –

 

– ¡Jongin! – Kyungsoo hace un puchero y se medio-voltea para golpearle un hombro al nombrado que simplemente ríe. Antes de poder continuar con su rabieta, suena la campana que anuncia el final del receso. Jongin se pone de pie y extiende las manos al más bajito para ayudarlo.

 

– Bien, debo irme. Tengo gimnasia y debo darle al cien por ciento de mí. – El moreno apoya sus manos en la cintura de Kyungsoo, por la diferencia de alturas no llega a rodearlo con los brazos y si se agacha sería un poco incómodo. El menor, a su vez, apoya sus manos en el pecho ajeno.

 

– Pero si eres muy flojo, ¿para qué harías tanto ejercicio? –

 

– Para el día en que te ponga las manos encima, ya sabes... – Kyungsoo frunce un poco el ceño y se sonroja levemente; Jongin sigue igual de lengua suelta cuando se trata sobre esos temas. – Deberé correr a la velocidad de la luz para escapar de Minho. –

 

– Tonto... – Murmura el bajito y se esconde en su pecho, donde puede escuchar el latido del corazón del mayor combinado con su risa. Kyungsoo se separa y se pone en puntitas de pie a la vez que Jongin se inclina un poco para plantar un tierno y fugaz beso en los labios acorazonados que tanto le gustan; nada que ver a los sucios besos que solía dar antes. Y estos, para su sorpresa, le gustan más y hace que su estómago se encoja de regocijo. – Nos vemos luego. –

 

– Claro. Te quiero. – Vuelve a inclinarse para dejar otro beso igual al anterior. Kyungsoo le corresponde cada beso que le da desde el primero se dieron semanas atrás.

 

– Yo también. –

 

 

–-

 

 

– ¿Puedo hablar contigo? –

 

Luhan estaba, literalmente, con la mandíbula por el suelo. Sehun quería hablar con el. ¡Sehun! Ya pasaron 4 semanas desde la última vez que le habló o se lo cruzó siquiera -aquella vez que fue a pedirle perdón-.

 

Y ahora... Ahí estaba el menor, con un nuevo color negro de cabello que le quedaba hermoso por no utilizar todos los adjetivos habidos y por haber. ¿Quería hablar con el? Había pasado tanto tiempo... Sin embargo, los sentimientos del rubio para con el menor seguían intactos. Cada vez que no lo veía solamente se agregaba una preocupación más al dolor en su pecho. Todo este tiempo, aunque no haya sido mucho, se preguntó cómo habría estado. ¿Qué habría pasado? ¿Habló con Chanyeol al final, respecto a todo? Pues lo último que entendió Lulú por parte de Baekhyun, es que su amigo junto al orejón estaban manteniendo una especie de relación; no tan seria como lo sería un noviazgo, pero seria dentro de lo que cabía en la palabra.

 

¿Sehun seguiría enojado? ¿Lo reñiría? Tal vez solamente se hacía ideas erróneas. O tal vez no. ¿Qué podría querer hablar Sehun con Luhan luego de todo lo que le hizo, todo lo qué pasó?

 

– ¿Luhan? –

 

– Lo siento. – Se disculpó. Su mente se fue de vacaciones en cuanto vio al menor frente suyo; ahora se sentía avergonzado por haberse tildado. – Sí, eh... ¿Qué necesitas? –

 

Luhan está sumamente nervioso y, por como Sehun se rasca la nuca, puede deducir que él también. Está algo ansioso, ese día de enteró de algo que lo puso en estado de mamá gallina y ha estado con eso en la cabeza toda la mañana. Sin embargo, aclara sus pensamiento porque es el momento de hablar con el mayor.

 

– Quería decirte que yo no te odio, ni nada de eso. – Murmuró el pelinegro. – Tuviste la decencia de disculparte conmigo y caer en cuenta que hiciste algo malo. ¡No te estoy juzgando! Yo podría haber hecho lo mismo -en realidad no, pero quiero decir que me pongo en tu lugar- Y... ¡Agh! Acepto. –

 

– … No entiendo... – Murmura Lulú, agachando la vista para no dejar que el menor vea como se muerde los labios en un gesto incómodo.

 

– Que acepto ser tu amigo o... Lo que quieras... – Sehun susurra lo último y desvía la mirada. Luhan desde un principio, además de molesto y parlanchín, le pareció bastante bonito. Es delicado y, aunque muchas personas no lo crean, varonil. A pesar de que siempre sintió cierto disgusto cuando hablaba con él, era simplemente por el hecho de ser fiel a Chanyeol en ese entonces; ahora ya no más.

 

Sehun sentía que debía mantener alejados a todos y a todos de él y de Chanyeol para que su relación funcionara. Pues no. Incluso Lay, en estas últimas 4 semanas, le había pedido que hable con Luhan, que era una buena persona y que podrían ser lindos amigos. Mentiría si dice que no lo pensó; le tomó mucho tiempo, pero está decidido a voltear la página de una vez por todas y darse ese lujo de complementar con una persona totalmente diferente a él; que no lo conoce del todo como lo hace Chanyeol. Una persona con la que puede llevarse sorpresas y descubrir su personalidad tan sólo forjando un vínculo; nada de “conocerse toda una vida”, porque las personas cambian y eso queda en el pasado. Con Luhan, Sehun puede seguir viviendo el presente sabiendo que mañana también tendrá una bonita sonrisa y cabellos rubios desordenados esperando sólo por el.

 

– ¿Lo que yo quiera? – Inquiere el rubio alzando la vista, sorprendido. ¿Será que... ? Sehun asiente y finalmente vuelven a retomar el contacto visual.

 

– ¿Aún quieres tener un perro y llamarlo Fido? –

 

Luhan se paraliza en su lugar. ¡Oh, por Dios! ¡Sehun le dice, de alguna manera indirecta, lo que siempre quiso escuchar de su boca! Cree que va a desmayarse porque se siente capaz de escuchar sus propios latidos del corazón fuertemente en sus oídos, éste apresurado por bombear toda la sangre que le cosquillea la piel.

 

Sehun frunce el ceño pues Luhan está ahí parado hecho piedra, mirando a la nada, desde hace un par de minutos. ¿Dijo algo malo? ¿Pensará en rechazarlo o algo? Una lágrima pequeña pero visible desciende por el fino rostro pálido del rubio; Sehun se altera. ¿Qué le está pasando?

 

Luhan sale de su trance, finalmente puede concentrarse en lo que ocurre a su al rededor o más bien a su frente, y sonríe. Sonríe como nunca cree haberlo hecho y pasa su mano por su rostro para quitar a la pequeña intrusa. El pelinegro, algo confundido y tímido, expande sus brazos y Luhan no duda nada en pegarse a su cuerpo y rodearlo con sus brazos, como temiendo a que fuese una ilusión y negándose a dejar que desaparezca.

 

– Sí, ¡sí quiero! – Exclama en el cuello del más alto. Sehun, aunque no sonríe puesto que el rostro de piedra lo ha llevado siempre, en su interior se siente muy bien y el olor de la colonia cara de Luhan lo invade en cuanto apoya su mejilla en la cabeza ajena. – También quiero una casa con ventanas muy grandes y paredes blancas. –

 

– ¿Y qué más? –

 

– Una piscina de fondo azul en un lindo jardín... – Sehun gruñe un “ajam” para que siga hablando sin romper el abrazo. – Quiero una cama grande también; y que estés en ella. –

 

– ¿Yo? – Luhan asiente. – ¿Por qué? –

 

– Sé que no es algo que tu hagas muy a menudo, pero quiero ver tu sonrisa todas las mañanas. Quiero ser yo por quien sonrías y con quien compartas tus sueños cuando duermes. –

 

– Eres todo un cursi. –

 

– Déjame. Desde que te conozco siempre sueño con eso. – Luhan hace un puchero y puede sentir la risita de Sehun por el temblor de su pecho. – ¡También cuando nos casemos usarás un traje blanco! –

 

– El blanco te quedaría mejor a ti. – Comenta Sehun, siguiendo el juego y dejándose llevar por las imágene que le planta el mayor en la cabeza; se ven perfectos.

 

– Los dos de blanco, entonces. Uh, ¡y las flores rosas! Me encanta el rosa... O si no, celestes. ¡Sí! Quedan mejor celestes. –

 

Y así continúan en escaso tiempo la charla sobre el futuro. Casa grande y paredes blancas, flores celestes al igual que el fondo de la piscina en medio de un jardín verde y colorido. La sonrisa de Sehun ilumina cada parte de Luhan en su sueño, y espera poder hacerlo realidad.

 

– Por cierto, ¿qué te ocurrió en los nudillos? – El rubio se separó lo suficiente y con una mano tomó la de Sehun que le rodeaba el hombro. Tenía los nudillos rojos, como si hubiese golpeado algo.

 

– Pues... –

 

 

-

 

– Ya, Suho, quita esa cara, me pones nervioso. –

 

El nombrado va caminando de la mano con Lay por lo pasillos del edificio, llevando a su novio hacia su siguiente clase: la de música. Con su otra mano, la libre, se va acariciando la mejilla y el pómulo donde, minutos atrás, Sehun le propinó un buen golpe. ¿La razón? A Lay se le escapó enfrente de su mejor amigo/ex-novio que ya habían tenido relaciones sexuales. Obviamente Sehun no se lo tomó bien y, como una cosa llevó a la otra, Suho terminó con un gran moretón en el rostro.

 

– Lo siento, pero no pensé que lo dirías enfrente de él. –

 

– Lo siento, cielo. – A Suho le gusta cuando Lay lo llama de esa manera, no puede evitar sonreír como un bobo. Por otro lado, el menor hace un puchero y detiene su andar. – Juro que se me escapó, no pensaba decírselo a nadie; ya te dije que también es algo privado para mí. – Quita la mano del mayor de su rostro y la reemplaza con la propia, acariciando la herida con suavidad y sin dejar de verlo a los ojos.

 

El mayor vuelve a subir su mano y acaricia la de Lay que posa en su rostro. Se inclina un poco y deja que el menor haga el resto del trabajo de unir sus labios en apenas un pico pero que demuestra que no ha pasado nada y todo sigue bien.

 

– Lo sé. Nunca creí que tu virginidad me costase una paliza. – Se burla Junmyeon y pica la nariz de Lay con la suya.

 

– Deja de decirlo así, suena feo. – El chino vuelve a hacer un puchero, abochornado, avergonzado y sonrojado con el ceño levemente fruncido. Cada vez que Suho lo dice de esa manera lo hace sentir patético; todos los recuerdos lo inundan al mismo instante y el color le sube a las mejillas.

 

Nunca se olvidaría de las tiernas caricias y la atención por parte de su novio. Su cuerpo temblaba como si un sismo estuviese haciendo estragos en su interior; estaba nervioso y sentía la vergüenza en su rostro: era la primera vez que estaría con -muy- poca ropa frente a alguien. Por suerte, no hubo problema en que se dejase la camisa puesta; le quedaba adorable según el mayor. Se avergüenza por haber llorando enfrente suyo y justo en esa situación; sin embargo, lo único que hizo Suho fue secar sus lágrimas y decirle palabras bonitas, de esas que le gustan, para relajarlo y hacerle saber que estaba bien.

 

Nunca se había sentido tan querido como en ese momento; y estaba bien. Fue una primera experiencia, y se sintió bien; no estuvo solo y la firmeza de los brazos ajenos lo hicieron sentir seguro.

 

Lay no debería pensar en este tipo de cosas; pero si tuviera que elegir... Sería mil veces Suho antes que Sehun. Ama a Sehun, lo adora; pero no es lo mismo que con Suho -dejando afuera el tema en la cama-. También le pareció exagerada su reacción; por ejemplo, el no fue a golpear a Chanyeol en cuanto supo... Eso. Inconscientemente hace un puchero que Junmyeon nota y besa.

 

– ¿Ocurre algo? – Pregunta el mayor en cuanto nota que la mirada de Lay finalmente se concentra en su persona.

 

– No, ¿por? – Inquiere el menor. Suho se encoge de hombros.

 

– Estás como perdido; soñando despierto. – Lay alza una ceja y el mayor rueda los ojos antes de aclarar. – Más que de costumbre. –

 

– Sólo estaba pensando... – Vuelven a unir sus manos para caminar otro par de metros hacia los casilleros. Lay necesita su carpeta de partituras primero.

 

– ¿En qué? – Suho se recarga sobre un hombro contra los casilleros al lado del menor, sin quitarle la vista de encima.

 

– En que te quiero mucho. –

 

– ¿Enserio? ¿Y qué más? – Sin mucho disimulo mira la hora en su móvil y vuelve a guardalo; nuevamente presta atención al menor y sonríe porque Lay es muy tierno cuando quiere.

 

– Que me haces feliz... – Murmura antes de cerrar su pequeño cubículo y finalmente dirigirle la mirada a su pareja. Suho se acerca más sin despegar la sonrisa boba de su rostro, y con cuidado remueve el flequillo de Lay hacia un lado, peinándolo.

 

– Tal vez esto no te haga muy feliz pero... Llevas diez minutos aproximadamente de retraso para tu clase. –

 

– ¿¡Cómo!? – Explota el menor. No le gusta llegar tarde a ningún lado y menos a su clase favorita. – ¿Y por qué no me dijiste nada? – Hace un puchero y golpea el pecho del mayor levemente como berrinche.

 

– ¡Te llamé como cinco veces! – Se queja Suho.

 

– ¡Aish! Te odio... – Lay se quita la chaqueta del uniforme, la hace un bollo y la mete dentro del casillero; cuando lo cierra lo hace con fuerza, por último recargando su cabeza contra la puerta metálica, es un gesto frustrado.

 

– Mentira, me amas. – Afirma el idiota que tiene por novio.

 

– Bueno, sí. Lo hago. A ti y a tu odioso ego. – Confiesa encogiéndose de hombros. – Si no, no hubiera dejado que me toques. Espera, ¿cómo le dices? Ah, sí. – Se aclara la voz mientras voltea nuevamente a verlo a los ojos. – No hubiese dejado que me desvirgues.

 

– ¡Wow! Suena muy raro cuando tú lo dices. – Exclama, burlándose. – Yo también te amo. –

 

Y ambos se sonríen como idiotas enamorados porque eso es lo que son. Dos adolescentes tontos que cayeron ante el otro apenas haberse conocido.

 

– ¿No deberías estar en clase? – Inquiere el menor alzando una ceja mientras se despega del cuerpo contrario después de un par de besos.

 

– Debería, igual que tú. Pero prefiero estar aquí, contigo... Vigilando que nadie se te acerque... –

 

– Te quedó un severo trauma con Kyuhyun pero no con Sehun. ¿Quién te entiende? – Lay resopla y se despeina un poco el cabello. – Debo irme, a mis padres no les gusta que me llamen la atención. – Y poniéndose de puntitas, rodea el cuello del alto para plantarle un beso en los labios. Suho corresponde y lo abraza con fuerza pero enseguida refunfuña.

 

– Estarás en la misma clase que ese Kyuhyun... –

 

– ¿¡Quién te entiende!? ¡Yah! – Se queja Lay separándose del abrazo que pasó de tierno a posesivo. No le gusta que Suho se ponga así solamente por tonterías; el chico malo y el apenas se conocen. ¿Cómo puede pensar tales cosas? – ¿Sabes? Cuando confíes en mí dejaré que me beses de nuevo. –

 

– ¿Disculpa? –

 

– Lo que escuchaste. –

 

– ¡Claro que confío en ti! ¿Por qué no lo haría? – Junmyeon intenta tomar la pálidas manos entre las suyas pero Lay enseguida las aparta, al igual que su mirada termina en el piso.

 

– No lo sé, tal vez porque hablas de mis amigos como si formaran parte de mi harem o algo... – Espeta en un murmullo pero con voz firme, molesto y triste.

 

– Ay, cielo. No me refiero a que tú o ellos hagan algo. – Aprovecha un descuido del otro para acercarse y rodearlo con los brazos. El chino se deja. – Me pone celoso que puedas pasar más tiempo con ellos, sólo eso. Obviamente confío en ti. ¿Tú confías en mí? – Inclina la cabeza a un lado para poder el puchero y el ceño fruncido del menor; sigue siendo adorable. Lay asiente sin cambiar su expresión. – Bien, ahora ve a clases. –

 

– Te amo... – Murmura Lay deshaciendo el abrazo lentamente, no queriendo hacerlo. Ahora no verá a su novio hasta la tarde, cuando hayan finalizado las clases, y no quiere alejarse de él. Suho toma su rostro entre las manos, le aprieta las mejillas y se inclina a besarlo varias veces, sacando así una sonrisa tímida por parte del bajito.

 

– Yo también. –

 

 

-

 

 

Kyungsoo estaba en la biblioteca del centro terminando un par de tareas y trabajos. Hace un par de minutos Jongin le avisó que terminaría la clases de baile e iría a recogerlo; perfecto. De pronto puede notar como alguien se para delante suyo; no le presta mucha atención puesto que hay un librero casi a su frente y tal vez esa persona esté buscando algo.

 

Ejem. – Nunca en su vida escuchó que alguien se aclarase la garganta con tanta falsedad. Ni siquiera Jongin cuando estaba enojado lo hacía. – Tú y yo debemos hablar. –

 

Kyungsoo alzó una ceja con su mejor cara de asco, mirando a la chica frente a él de arriba a abajo. ¿Y ésta quién es? Mira a ambos lados, desinteresado, y nuevamente a la chica.

 

– ¿Conmigo? – La castaña rueda los ojos y apoya las manos de forma bruta en la mesa buscando hacerse la ruda; Kyungsoo ni se inmuta y simplemente la mira.

 

– Sí, contigo, niño. –

 

– Estoy esperando a qué hables. –

 

– ¿Te crees tanto solamente porque Kai te hace ojitos verdad? No deberías, sólo digo... – La joven hace un puchero horrendo, creído, mientras se mira las uñas. Diva, zorra. – Él era muy feliz conmigo; bueno, lo sigue siendo. Obvio que tú, un mocoso, está demasiado embobado alabando lo que no durará como para darse cuenta de las cosas. –

 

– Ah, ¿? – Murmura Kyungsoo, desafiante. Sigue viéndola como si esa chica fuese la peor escoria -cosa que es verdad-, además que no le importa nada de lo que le está diciendo. – ¿Y qué más? –

 

– ¡Ugh! Eres insufrible. Agradece tener un rostro bonito, pero no tanto como el mío. ¡Una vez Kai se quite las ganas contigo, volverá a mí! – Asegura, señalándose a sí misma con su mano en aires de grandeza. Kyungsoo está seguro que por está chica pasaron más personas que autos por la Avenida.

 

– Creo que si te tomase en cuenta, ya lo habría hecho. ¿No lo crees? – Cuestiona el menor encogiéndose de hombros. Sólo quiere que ésta... Sucia, descarada... Se vaya. No le gusta ser grosero y menos con una mujer, pero la chica lo está haciendo enojar y no duraría ni un segundo es arrancarle las extensiones. Oh, sí, lo notó. Ese cabello no es natural ni en sueños.

 

Ni li criis. – Se mofa. – ¡Él me adora! Solamente necesitaba aires nuevos... – Comenta haciendo un gesto al aire con una mano; empieza a notarse ansiosa.

 

– Me parece perfecto... – Vuelve a encogerse de hombros. ¿Qué parte de que no le interesa no entiende?

 

– ¡Deja de burlarte de mí! ¡Ya verás que Kai me ama! – Chilla.

 

Kyungsoo se pregunta seriamente que demonios hacía esta joven allí, en una biblioteca, cuando podría estar en su casa chismeando con sus amigas o arreglándose para ir de fiesta. ¿Tanto le costó superar a Jongin? Bueno, que él sepa, el mayor nunca tuvo relaciones serias... Así que ésta pobre joven anda ilusionada con cualquier cosa, porque pasó de todo entre ellos menos algo serio.

 

– ¿Por qué no le preguntas? – De repente Kyungsoo fija su vista en la figura cruzada de brazos detrás de la joven.

 

– ¿Eh? – La chica nota la media sonrisa del menor, quien hace un gesto de remolino con el dedo índice, indicando que se voltee. – ¡Ah! – Chilla por la sorpresa y sonríe nerviosa. – ¡Kai! ¡Hola! Jeje... Tanto tiempo... –

 

– ¿No tienes nada mejor qué hacer? – Inquiere Jongin alzando una ceja, molesto. Había escuchado casi desde el principio oculta detrás del librero de la izquierda. Aprovechó la oportunidad de hacer una aparición dramática...

 

– Y-yo... –

 

– Vete y no molestes. – Jongin pasó por su lado como la poca cosa hasta Kyungsoo, dejó un beso en su cabeza y le extendió su mano para agarrarla. Alzó la vista a la castaña atónita. – ¿Sigues ahí? Deberías irte, ya sabes... Hay mejores cosas que hacer como para andar metiéndote en lo que no te incumbe. –

 

– ¡Kai! – Pucherea, buscando hacerse notar. Quiere resaltar ante el rubio pero sólo consigue una mueca como respuesta.

 

– Además ni siquiera te conozco. – Murmura al pasar a su lado y simplemente salir jalando la mano de Kyungsoo, quien sin que Jongin lo note, le saca la lengua a la chica. Una vez afuera, el rubio resopla, exhausto, y se pasa una mano por el cabello húmedo de la ducha luego de sus clases. – No escuches nada de lo que personas como ella te digan, ¿sí? –

 

– No lo hago. – Kyungsoo se encoge de hombros y abraza el torso del más alto. No son muchas las veces que se comporta de forma cariñosa, pero sabe que Jongin se siente inseguro en este momento y le quiere infundir paz. – Yo sé que me quieres, porque haces cosas que no habías hecho por nadie más. –

 

– Además, si hubiese querido solamente sexo me hubiese ahorrado mi tiempo y hubiera buscado a alguien más. – Comenta lo que ya todos saben y tienen claro; bueno, todos no, la chica de antes lo demuestra. – Aunque con tu físico tal vez habría insistido un poco más... – Achina los ojos y se muerde los labios de manera descarada solamente por provocar al menor.

 

– ¡Ah! Jongin... – Kyungsoo finge avergonzarse al mejor estilo manga shojo. – Mhm... – Se acerca lentamente hasta apoyarse en su pecho como una chica despechada. De un segundo a otro, cambió el rol de tímido a atrevido.

 

– Soo... – Advierte el rubio. – No me provoques. –

 

El pelinegro se aleja un poco y, sin apartar la vista de los ojos contrarios, se muerde los labios y los entreabre lentamente, a propósito.

 

– ¡Ah! – Gime.

 

– ¡Kyungsoo! – Se queja Jongin; su idea era molestar al bajito pero terminó cayendo en su propia trampa. Kyungsoo sabe como molestarlo con las cosas que le gustaría... Ok, ya basta.

 

Termina haciendo un puchero y ve al menor levantando ambas manos en son de paz.

 

– Ya, ya paro. ¿Vamos? – Sonríe como si no hubiese pasado nada, como si no hubiese fingido un gemido en medio de la calle. Extiende su mano a la de Jongin y espera a que la tome; el mayor refunfuña un poco pero termina ignorando la mano y, en su lugar, rodea sus hombros.

 

– Ya me las vas a pagar. –

 

– Lo que sea, cariño. – Se burla Kyungsoo soltando una risita pero sin dejar de sonreír triunfante.  

 

 

 


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