Milo estaba sentado en una roca al borde de la playa, contemplando el mar, escuchaba el sonido de las olas que le producían una sensación paz, pero no todo podía ser perfecto, no para el escorpión. Un ave pasó por arriba de él y lanzó su excremento en su hombro.
Una risilla se escuchó detrás de él, volteó y vi a su amigo Camus, sonriéndole.
-¡Fuera satanás!- Dijo Milo poniendo los dedos en forma de cruz en frente de su amigo.
-Que gracioso- Dijo Camus perdiendo el buen humor que había conseguido.
-Este… Perdón, es que no todos los días se te ve sonriendo.
-¿Y tú que te piensas de mí? ¿Qué soy una hielera andante sin sentimientos?
-Bueno…
-¡No!, espera, mejor no me respondas.- Dijo Camus- La verdad, tengo sentimientos, uno de ellos el amor, lo que me llevó a enamorarme de una personita. He intentado por todos los medios que se dé cuenta de lo que siento, pero ni caso.
-¡Genial! Me alegro de que te hayas enamorado de alguien, el amor es una bella sensación que te…
-¡Cállate! ¡Milo, de verdad eres un imbécil!- Gritó enfadado el caballero de Acuario.- De verdad no sé cómo no te has dado cuenta de las señales tan obvias que te he dado.
-¿A qué te refieres Camus?
-¡Idiota! ¿¡Que no ves que yo estoy enamorado de ti!?
-¿Qué? ¿¡Eh!?
-Hyoga tenía razón, debería haberme enamorado de cualquier otro, menos de ti. No sé qué se me pasaba por la cabeza cuando empecé a sentir cosas raras por ti, ¡Me largo!- Camus se fue enojadísimo del lugar, so sabia como a veces su amigo podía ser tan estúpido. Estaba pensando seriamente en rehacer sus amistades.
Mientras tanto Milo seguía inmóvil en su sitio, le sorprendió bastante la confesión de su amigo. ¿De verdad le había lanzado tantas indirectas y él ni cuenta se daba? Ahora que lo pensaba, Camus actuaba raro cuando estaban solos.
-Eímai vlákas , tha íthela na po apó ton trópo pou enírgise ótan ímastan mónoi. (Soy un tarado, debí darme cuenta por la forma que actuaba cuando estábamos solos.)- Se dio un golpecito en la cabeza- Genial manera de empezar el día.
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Saori con un cucharon y una sartén en mano pasaba haciendo ruido por afuera de las habitaciones, despertando a los que aún seguían dormidos.
-Despierten gente, hay que prepararse para el fiestón de esta noche, arriba, arriba.
Y de repente, zapato salvaje aparece volando desde la habitación de Aiora y Shaka.
-Shaka no lances mis zapatos- se escuchó desde adentro de la habitación.
-Entonces dile que se callen allá afuera- respondía otra voz de la misma habitación.
-¡Los escuché a ambos!- les grito Saori.
-Señorita, con todo respeto, ¿Podría bajar la voz?- Dijo Mu sacando la cabeza por la puerta de su habitación.
-Concuerdo con Mu.- dijo Shion desde su habitación.
-¡Banda de haraganes! ¡O se despiertan, se visten y salen de sus habitaciones, o los castro a todos con mis propias manos!- Y antes de que se diera cuenta, todos habían salido de sus habitaciones.
-Bien, así me gusta.