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No te olvides de mí por NEY OTAKU

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Notas del capitulo:

-emerge de la oscuridad de su agujero de hobbit- :v

Lamento, mucho, muchisímo esta tardanza. Mi única excusa es que no tenía donde escribir y en cuanto tuve donde, pues me puse a trabajar en mis historias. 

Si aún lo desean, lean la segunda parte.

Nos leemos en la notas finales. 

:)

Vivir el momento.

TaeMin estuvo mirando por la ventanilla durante todo el recorrido hacia su casa, ninguno de ellos cruzó palabra alguna desde el momento en que MinHo tuvo que llevarlo a rastras hacia el consultorio del doctor, y alejarlo de la tentación de cometer una locura.

Pero, ¿Qué era exactamente esa “locura” de la que se empeñaba en impedir?

TaeMin sabía lo furioso que MinHo estaba y para evitar una discusión sin fin prefirió cerrar la boca y cruzar palabras solo con el doctor, asintiendo o negando con la cabeza cuando era necesario; mirando por debajo de sus pestañas el rostro oscuro y molesto de MinHo.

Cuando el auto se estacionó frente a la enorme casa, abrió rápidamente la puerta y salió apresurado hacia las escaleras,  pasando por encima de ellas a  zancadas y casi tropezar con uno de los escalones.

Cuando sintió la presión de los brazos de MinHo alrededor de su brazo y cintura, no pudo frenar el chillido que se escapó de su garganta,  la cabeza le dio vueltas unos segundos antes de poder recobrar sus fuerzas. El cálido cuerpo que lo sostenía lo hizo sentirse diminuto y frágil, como si pudiera hacerlo añicos con tan solo apretarlo un poco más.

—TaeMin…—hubiera deseado que su voz no sonara tan angustiada pero no pudo, el alma casi se le salía del cuerpo al ver como TaeMin se tambaleaba y que de no ser por sus reflejos…bien, no quería pesar en qué hubiera pasado si no hubiera corrido para atraparlo.

—Gracias por llevarme —no lo miró, sus ojos estaban sobre la puerta, la ansiedad estaba ganando la batalla contra su tranquilidad—, nos veremos luego MinHo.

Lo embriagó con su olor, con su candidez, ya no podía permitir que siguiera haciéndolo.

De un empujón se liberó y caminó con menos velocidad pero sin dejar de dar zancadas hasta la puerta, antes de girar la perilla se detuvo un instante, dándose cuenta de que su amigo no lo había seguido como pensó que lo haría. Lentamente se giró y pudo verlo ahí donde se libró de sus firmes brazos, con la mirada sobre él, el ceño ligeramente fruncido, tratando de entender…de entenderlo más bien.

TaeMin sentía que tenía que decir algo, pero no sabía qué, pestañeó y jadeó varias veces antes de poder hablar con coherencia. Sus ojos almendrados, un tanto temblorosos, cayeron sobre la firme figura de MinHo, quien permanecía paciente, expectante a cualquier cosa que deseara decirle.

—Gracias MinHo.

Ese fue el “gracias” más extraño que le había regalado. Sin más que decir se adentró a la casa, ignorando a sus padres cuando lo vieron llegar y respondiendo frenéticamente a sus preguntas con un “todo está bien” y corriendo hacia su habitación, encerrándose, sentándose en la cama y finalmente derramando las lágrimas que no estaba seguro fueran solo por sus hormonas.

Mientras tanto MinHo, soltando maldiciones para sí mismo, había podido contenerse de zarandearlo y gritarle todas las cosas que tenía reservadas para lo que pensaba hacer en el hospital.

— ¡Dios santo! —gimió, como si estuviera a punto de desvanecerse ahí mismo.

Se mordió el labio inferior, con las piernas temblando, dudosas de correr hacia la puerta, de ir tras TaeMin y decirle lo idiota que estaba comportándose. Cinco minutos trascurrieron antes de darse la vuelta y entrar a su auto, y otros cinco minutos más pasaron para que se decidiera a encender el motor y finalmente irse.

En el trayecto de regreso a casa no hizo más que mirar de reojo el celular que yacía sobre el asiento del copiloto, casi se pasó un “alto” del semáforo cuando cediendo a la tentación trató de alcanzarlo, pero el chirrido de las llantas quemar el asfalto lo hizo darse cuenta que lo único que lograría era matarse y ciertamente eso era lo último que quería.

Pegando la cabeza sobre el volante, dejó escapar una maldición. La imagen de TaeMin hablando con aquella pareja en el hospital se repetía una y otra vez en su cabeza, nunca supo que era exactamente lo que les dijo, pero podía adivinarlo, tampoco había querido sacarle la verdad por dos motivos. La primera era porque no quería alterar a su amigo y dejarlo con el coraje y los nervios frente al doctor y que esto le ocasionara algún malestar. Y segundo…porque simplemente no se hacía a la idea de que TaeMin fuera capaz de hacer algo como eso.

Regalar a  tu hijo, ¿de verdad quieres hacer eso?

Se negaba  a la idea de que fuera así de… ¿desalmado?

¿Es esa la locura que trataba de impedir?

El sonoro bocinazo del conductor de atrás lo hizo levantar de golpe la cabeza y darse cuenta de las fila de autos y conductores que le reclamaban (con groserías que juró no haber escuchado antes) que se moviera de una vez.

—TaeMin estás jodiéndome la cabeza.

~

TaeMin estuvo resoplando su flequillo por más de una hora, acostado boca arriba, pensando…no, más bien divagando, frotándose el vientre mientras miraba el pasar de las nubes blancas y sentía como el césped le hacía cosquillas en las plantas de sus pies desnudos.

— ¿Sigues aquí?

La suave voz de su madre lo hizo desviar la mirada hacia su costado derecho, aquella mujer de cuarenta y cinco años se sentó junto a él con la gracia de una chica de veinte. Su negro cabello le rozaba las mejillas regordetas, se veía muy bonita así como la contemplaba.

— ¿Qué sucede TaeMin? ¿Qué te preocupa?

La expresión triste y confusa de su hijo la hizo reír.

—Además de tu embarazo —aclaró.

TaeMin regresó su mirada hacia el cielo azul, apoyándose de una mano logró quedar sentado, su pequeño vientre no estaba siendo un problema para que se moviera de aquí para allá, no todavía.

—No sé qué rayos haré —fue sincero, y su madre lo agradeció.

Aunque su hijo nunca solía irse con rodeos cuando quería decir algo, desde que se enteró del embarazo la comunicación entre ellos ciertamente se había vuelto un poco complicada.

— ¿Todavía piensas en darlo en adopción? —el chico arrugó la nariz. Luego asintió sin bacilar.

— ¿No estás molesta por eso?

Su madre se tomó un par de segundos antes de responderle. Nunca se hubiera imaginado que su hijo pudiera embarazarse siendo tan joven, es decir, no era un niño, pero tampoco un adulto, sin el embarazo ya había muchas cosas que necesitaban orden en su vida.

El presente parecía muy complicado, así que comprendía que de cierta manera buscara una…salida fácil.

—Estoy…un poco abrumada —lo miró frunciendo un poco el ceño, lo tomó de la mano y le dio un ligero apretón—. Constantemente pienso en que dar en adopción a tu bebé es una locura y debería obligarte a tenerlo —soltó un suspiro—, y también pienso que no puedo obligarte, si tuvieras 17 años…es decir, si fueras menor de edad, ten por seguro que el bebé se quedaría contigo pase lo que pasé.

—Mamá…—ella negó suavemente con la cabeza interrumpiendo su frase.

—Quiero decir que, yo te ayudaría, como ahora, tu puedes seguir con la escuela, tu padre y yo cuidaríamos al bebe, hasta que llegaras a casa y te encargaras de él. Obviamente no consentiríamos que lo desatendieras. Si fueras más pequeño…—de repente sonrió tristemente—, cariño…en realidad no sé exactamente que habría hecho, pero estaría a tu lado, yo y  tu padre.

Acarició la mejilla de TaeMin con las yemas de los dedos.

—Pero eres grande, tienes 19 años, legalmente puedes hacer lo que desees, eres tan inteligente, pero tan inmaduro a la vez.

Eso inevitablemente le recordó a MinHo, aunque él no se lo había dicho con esas palabras exactas, sabía que eso era lo que pensaba de él. Que era un niño tonto embarazado.

El más tonto si le preguntabas alguien.

—TaeMin —sintió los dedos de su madre levantando su mentón y así es como se dio cuenta de que había bajado la mirada—. Yo…deseo de todo corazón que puedas tomar la decisión adecuada, yo quiero que te quedes con el bebé, me romperías el corazón si lo alejaras de nosotros, de su familia —pudo ver las lágrimas aflorar en los ojos de su madre y se sintió como el peor de los hijos—, pero como te dije, tu puedes hacer…lo que creas que más te convenga.

Se limpió la humedad de los ojos con el dorso de la mano.

—Tú padre y yo coincidimos en que queremos ayudarte con nuestro nieto. Pero tú eres quien decides al final.

—Mamá yo…

—Sea lo que decidas —lo interrumpió de nuevo—, te apoyaremos.

Una cálida sonrisa apareció en los labios de su madre, él la abrazó sin dudarlo un segundo, sintió como las lágrimas finalmente escapaban de los bordes de sus ojos y las vio aterrizar en la blusa blanca de algodón que sus manos se empeñaban en estrujar entre los dedos.

—Quisiera que no fuera tan complicado…

Ni que deseara dejar a mi bebe con otras personas.

—Pero no lo es hijo, aun así estaremos contigo. Tu padre, yo y MinHo.

El corazón de TaeMin se aceleró al escuchar el nombre de su amigo. Ciertamente era una persona tan importante en su vida como lo eran sus padres. Lo ayudaba con tantas cosas que siempre terminaba enojado consigo mismo por no saber cómo darle las gracias, por eso al final actuaba como un malagradecido y berrinchudo chico.

—Yo sé que MinHo también desea que te quedes con tu bebé —la garganta de TaeMin se cerró por el llanto apenas contenido. Se sintió como flotando, la cabeza de nuevo le daba vueltas—. Y sé que te apoyará también en lo que decidas. Ese muchacho te quiere mucho hijo.

— ¿Qué? —Se alejó de inmediato, asustando a su madre—, quiero decir…sí, él me quiere mucho.

Se levantó tan rápido como pudo y caminó hacia la entrada, tenía la piel más pálida de lo normal, en cuanto entró a la casa escuchó los pasos de su madre detrás de él.

— ¿Cariño te sientes bien?

—Sí, es que…quiero dormir un rato, estoy muy cansado —no quería mirarla, no quería escuchar de nuevo esas palabras de su boca, no quería que le recordaran aquel pensamiento que tanto trabajo le costaba encerrar en lo más recóndito de sus memorias.

Cuando finalmente llegó a su habitación, su madre tomó primero la perilla de la puerta y al confrontarla temió por todo lo que pudiera decirle.

— ¿Quieres que llame al doctor?

—No

La mujer frunció el ceño, escudriñando a su hijo, descubriendo que ocultaba algo que  en ese momento no conseguiría que le confiara. La palidez de las mejillas de TaeMin la tuvo al borde de los nervios unos cuantos segundos, porque parecía que se desplomaría ahí mismo.

Pero era evidente que estaba escapando, ¿de qué? Ella no tenía ni idea.

— ¿Quieres que te traiga algo de comer?

Asintió frenéticamente—. Por favor.

Soltó la perilla y vio como TaeMin se metía tan rápido que parecía que no hubiera hablado con él hace un momento. Sin embargo, muy a su pesar, optó por dejarlo solo y tranquilizarse.

Cuando TaeMin escuchó los pasos de su madre alejarse, soltó un suspiró y caminó hacia su cama, sentándose en el borde como si lo hubieran apaleado. Todavía tenía una expresión preocupante, por inercia se llevó la mano al vientre y comenzó a frotarla mientras conducía sus pensamientos hacia lo que la mujer le había dicho.

“MinHo te quiere mucho”

Eso ya lo sé, se decía molesto, me quiere tanto que hace hasta lo que no puedo pedirle.

La tensión sexual que había sentido en esos tres meses se habían convertido en algo más que no quería aceptar, le daba miedo siquiera ponerse a pensar lo que significaba todo el lio mental que sufría.

Hasta hace unos días, no se había dado cuenta que las únicas personas que veía durante todo el día, eran sus padres y MinHo, pero si los ponía en orden de horas compartidas, el primer lugar lo ocupada su amigo; desde que se conocieron habían estado juntos, tanto se entendían que hasta amantes se volvieron, y ahora que estaba embarazado las cosas parecían haber tomado un rumbo que no esperaba.

Muy en su interior, se preguntaba por qué el bebé no habría sido de MinHo, porque ya había comprobado que él no lo abandonaría, incluso después de la “pequeña” confusión sobre la paternidad; en lugar de estar molesto por hacerle creer que era el padre, sigue a su lado, como si fuera su pareja, una especie de novio.

¿Novio? ¡Dios santo! ¡¿En qué rayos estoy pensando?!

Sabía que tenía que tomar una decisión muy importante, tenía el poder de decidir el futuro de su bebé y eso lo alegraba tanto como lo asustaba, en ese momento sentía que si se quedaba con él, solo sería para complacer los deseos de sus padres y de MinHo, significaba ignorar sus verdaderos deseos y aspiraciones.

Más lágrimas derramó, al darse cuenta de cómo acariciaba su vientre.

—Yo no quiero hacerte daño —habló en voz alta, sabiendo que el bebé no comprendía nada de lo que decía—. Pero tampoco quiero hacerme daño a mí mismo. No quiero dañarnos ambos.

Su celular comenzó a timbrar, asustándolo. Al darse la vuelta vio el aparato cerca de la cabecera de la cama, con la pantalla iluminada y el nombre de “MinHo” en medio de esta.

—No quiero dañar a nadie.

El celular continuó sonando hasta la tercera llamada que no contestó. En esos pocos minutos tuvo suficiente para comprender que no tenía tiempo que perder, entre más avanzado esté su embarazo menos cosas podría hacer y menos tiempo de encontrar buenas personas para dar a su bebe habría.

Y también se dio cuenta de que si seguía permitiendo que MinHo rondara a su alrededor no podría pensar con claridad y que seguramente se opondría a sus deseos. Más aún, quería olvidar aquella sensación que le provocaba estar cerca de él.

~

Ya no recordaba el número exacto de llamadas que llevaba solo en ese día.

—Vamos…vamos mocoso…

Sus dedos tamborileaban sobre la meseta de la cocina mientras con la otra mano sostenía un vaso de agua helada.

— ¿No me digas que de repente te dio vergüenza que te vean por la calle? —el teléfono era apretado entre su oreja y su hombro; el típico sonido de ocupado resonaba, una y otra vez.

Y cuando la línea se transfirió al buzón de voz, gruñó tan fuerte que hasta al perro más bravo le hubiera dado miedo.

Era ya casi una semana transcurrida desde que vio por última vez a TaeMin. Todavía recordaba el rostro pálido y demacrado de su amigo, todavía recordaba el coraje y las inmensas ganas que tenía de estrecharlo en sus brazos, de decirle palabras amables, sinceras, pero amables.

Quería decirle…que lamentaba comportarse así con él, tan desesperado y loco.

Dejó su vaso ya vació sobre la meseta para quitarse el teléfono de la oreja. Se inclinó, estiró las manos sobre la superficie fría y lisa, entrelazando las manos, resoplando, sintiendo un vació que no le gustaba sentir.

Para MinHo era obvio que TaeMin seguía enojado, pero no imaginaba que ese “berrinche” se extendiera hasta una semana completa sin tener ningún tipo de comunicación, y por muchas ganas que tenía de ir hacia la casa del chico y obligarlo a verlo no lo había hecho, porque consideraba que necesitaba descanso, que era necesario para reposar las ideas y sus sentimientos.

—Regalar a tu bebe… —su suave susurro se perdió en el inmenso silencio de su apartamento.

Miró hacia su alrededor, ahora la casa le parecía un tanto sombría sin TaeMin rondando a su alrededor, quejándose de todo, pidiéndole comida, dulces; obligándolo a quedarse en casa o gastar fuera de ella cuando salían por ahí, juntos.

Apenas y recordaba un par de ocasiones en que pasaron un tiempo parecido sin verse, pero se llamaban, conversaban a distancia, existía pues, algo que los conectaba y así podían saber uno del otro.

Pero esta vez no era así, no sabía nada de su amigo, estaba preocupado, pero de nueva cuenta suponía que nada malo habría pasado, sino los padres de TaeMin  hubieran ido por él. Entonces solo podía concluir una cosa.

Lo estaba evitando.

Frunció el ceño y fue a paso firme hacia la sala, dónde tomó del perchero su abrigo y las llaves de su auto. Al quedar frente a su puerta se sintió como tonto, pero al final terminó saliendo rumbo a la casa de su amigo, dispuesto a terminar con su molesto berrinche y mientras bajaba por el ascensor, salía de su apartamento y se ponía en marcha, pensó en las miles de cosas que le diría por comportarse de una manera tan infantil.

Y también porque lo extrañaba, más de lo que hubiera deseado. Eran amigos, pensaba “es natural, somos como hermanos”, pero no lo eran, MinHo se acostaba con él, había tocado su piel, besado sus labios, saboreado su esencia; lo había abrazado incluso cuando no tenían sexo.

No era solo que extrañara su cuerpo, extrañaba sus risas, su locura, que lo volviera loco. Aunque tenía que admitir que a la vez se sentía extraño, mirar el vientre de TaeMin y pensar ¿Quién será el hijo de perra que no se hacía responsable de sus acciones? La ira lo consumía cada vez que lo miraba a los ojos y encontraba una molesta tranquilidad, que no hacía absolutamente nada por ir en busca del tipo que lo embarazó y exigirle ayuda.

“Dios, no”, las mejillas se le coloraron ante la revelación de la había sido protagonista.

Al llegar a la casa, apagó el motor pero no salió del auto. Dejó caer el peso de su cuerpo en el asiento, permaneció con la mirada hacia la carretera, sintiendo como el corazón se le aceleraba, exigiendo que saliera de una buena vez y corriera al encuentro de TaeMin.

Pero necesitaba tranquilizarse, esperó un par de minutos para finalmente salir del auto y caminar hacia la entrada.

No alcanzó a llamar  a la puerta, esta misma se abrió, apareciendo el padre de TaeMin.

—Buenas tardes señor Lee —saludó un poco nervioso, eso nunca le había pasado.

—Buenas tardes MinHo —el ceño fruncido del hombre lo hizo darse cuenta de que algo no andaba bien.

— ¿Se encuentra TaeMin?

—Creí que… —hizo una pausa y seguidamente soltó un suspiro—. Creí que estaba contigo.

Las alarmas sonaron en la cabeza de MinHo al instante.

—No…

—Vaya…entonces…parece que TaeMin solo decidió salir a dar una vuelta.

— ¿Le dijo que iría conmigo?

—No, solo dijo que iría a ver a un amigo, parece que era urgente, salió de casa tan rápido como terminó de hablar. Tan solo supuse que se trataba de ti.

MinHo no sabía si era correcto decirle que TaeMin y él no habían hablado desde hace una semana, no quería preocupar a sus padres, sabía que podría estar exagerando, no es como si no existieran otros amigos a quienes visitar, pero si aquella molesta voz en su cabeza no estuviera gritando “tienes que ir por él”, no se habría sentido tan asustado como lo estaba.

—Seguramente fue con Kai, o…kiBum. Bueno me retiro, vendré en otro momento.

Ni le dio tiempo al hombre de decirle adiós cuando ya estaba subiendo al auto y se iba a toda velocidad.

Y Mientras conducía pensaba en todos los posibles lugares donde podría ir en busca de TaeMin.

—Ese mocoso… —bufó—, ¿crees que simplemente puedes salir así…? Egoísta, tonto, ¿cómo puedes? ¡Estás embarazado malditaa sea!

No podía dejar de sentirse furioso, y mortalmente preocupado, su imaginación estaba haciendo las cosas más complicadas, no podía mantenerse lúcido si a cada minuto una escena poco alentadora se formaba en su mente.

Apenas y estaba atento a las señales de los semáforos y los cruces de peatones.

Estaba volviéndose loco y estar conduciendo un auto en ese estado lo convertía en una potencial máquina de accidentes.

“Calma, calma” se repetía ese mantra y de poco le servía.

Visitó las casas de los amigos cercanos a TaeMin, no estaba en casa de Kai, no estaba con KiBum, ni con Jonghyun, el hyung con el que le gustaba practicar vocalización, ¿ah? ¿No lo había mencionado? TaeMin no tiene la mejor de las voces, pero a Minho le impresionaba lo que su amigo podía hacer con tantas horas de ensayo.

No consiguió nada con esas personas, pero en cambio sí logró preocuparlos. Tuvo que convencerlos de que nada malo pasaba, y no supo si le creyeron o no.

Y para colmo de males seguía sin responder el teléfono.

Al final, pasó como unas cuatro horas fuera, dando vueltas sin conseguir nada. Solo más angustia.

Cuando finalmente decidió ir de regreso a casa de TaeMin, recibió una llamada que lo hizo pisar el freno y sacudirse en su asiento. No supo ni cómo logró estacionarse mientras trataba de alcanzar el teléfono que había caído bajo sus pies.

— ¡TaeMin!

No me grites…—se quejó.

— ¿Qué no te grite? —Bufó—, tengo más que un grito para ti en este momento…

Como un “Gracia a Dios que estás bien”, pero claro, con el enojo que traía eso era lo último que le diría.

Pues resérvatelo para otra ocasión, yo quería pedirte un favor. Ven por mí.

— ¿En dónde estás? ¿Sabes lo preocupados que esto…que están tus padres? —de repente sentía tanta vergüenza por dejarse evidencia de esa manera. Pudo escuchar las risitas de su amigo del otro lado de la línea y sintió que sus mejillas se calentaban.

MinHo no era de las personas que perdieran tan fácil el control, ahora mismo sabía que estaba comportándose como una madre angustiada.

Pero se trataba de TaeMin, su amigo, estaba embarazado, ¿habría otro motivo para estar muriendo de miedo?

Estoy en una cafetería, mi celular no tenía carga, así que tuve que caminar un poco para encontrar un lugar que me prestara una conexión eléctrica.

— ¿Caminar?, TaeMin ¿dónde…?

Deja de gruñir como perro —chasqueó la lengua—. ¿Vienes o tendré que tomar un taxi?

Se frotó la mano libre sobre el rostro—. Yo voy por ti.

~

No podía ni imaginar cómo es que TaeMin había llegado tan lejos de su casa, tardó al menos media hora sin contar las paradas de los semáforos.

Al entrar a la cafetería localizó rápidamente a su amigo sentado en el fondo, totalmente solo y aburrido. Un poco más tranquilo pero igual de enojado se acercó y en cuanto el castaño lo divisó una sonrisa se formó de sus labios.

—Llegaste.

— ¿Cómo demonios llegaste hasta aquí?

—Me alegro de verte también —frunció el ceño.

—No debes andar solo…

—No estoy lisiado MinHo, además el doctor no me prohibió las caminatas.

—Las caminatas de veinte minutos —aclaró—, no te dijo que caminaras un maratón.

—Deja de regañarme, no eres mi padre…

—No pero yo soy… —al sentir que aquella discusión no los estaba llevando a nada, alzó la mano en señal de que pararan—. Estás embarazado…andar solo por calle tan tarde…

—Necesitaba arreglar un asunto importante.

— ¿A estas horas de la noche?

—Sí, ¿podemos irnos?, tengo hambre.

—Estás en una cafetería, ¿por qué no pediste algo de comer?

—No tengo dinero —la facilidad y despreocupación con la que le respondía lo sorprendió.

—Dijiste que si no venía tomarías un taxi, ¿cómo rayos ibas a pagar?

—Sabía que vendrías por mí —TaeMin sonrió como si lo que estaba diciendo no tuviera importancia.

—TaeMin…

—MinHo tengo hambre —se frotó el vientre mientras hacia un puchero con los labios—, vámonos.

—Estás comportándote como un niño.

—Claro, ¿es que no es eso lo que soy? ¿Un chico inmaduro incapaz de cuidarse y criar un bebé?

—No quise decir eso y lo sabes.

—Sí claro —se levantó y empezó a caminar hacia la salida.

MinHo inhaló fuerte, se levantó y lo alcanzó—. Primero vas a comer algo.

Hizo que TaeMin se sentara de nuevo y enseguida pidió comida para ambos, después de tantas horas fuera también tenía hambre. Cuando las ordenes llegaron a la mesa, miró con asombro como su amigo se engullía el sándwich de pavo que la mesera dejó en tres mordidas.

—TaeMin debes cuidarte, si tienes hambre debes…

—Déjame comer —interrumpió, ignorando su obvia preocupación.

Sin aparente remedio, se dispuso a comer también, ninguno habló pero en ningún momento hubo tensión entre ellos, ambos se sentía muy bien estando juntos así, en silencio, como otras tantas veces lo habían hecho.

Cuando ya iban terminando, MinHo decidió que ya era momento de retomar la conversación. Se sentía bastante aliviado de tener a su amigo sano y salvo. Ahora que su mente no estaba hecha un lio, podía hablar sin parecer que lo regañaría.

— ¿Qué es eso tan importante que tenías que hacer que terminaste aquí?

—Fui a ver al  idiota que me embarazó.

Eso en definitiva no era lo que MinHo hubiera imaginado. Sintió como la rabia volvía a emerger, pero ya más consciente de que si se dejaba llevar no conseguiría nada bueno, tomó unos segundos antes de volver a hablar.

—Pude haberte acompañado.

—Si te hubiera dicho el tipo no estaría en pie ahora mismo.

— ¿Qué quieres decir?

TaeMin sonrió—. ¿Sé que tienes ganas de golpearlo?

Las mejillas de MinHo se sonrosaron y se sintió indignado, pero no lo contradijo, era verdad, tenía ganas de golpear al tipo, y asegurarse de que se mantuviera lejos de su amigo, y porque…solo porque tenía ganas de desahogarse de alguna manera. 

—Y… ¿qué pasó?

—Lo que ya sabía que pasaría —se encogió de hombros.

— ¿Podrías ser más específico? —se exasperó.

—Actuó como sabía que lo haría, dijo que el bebé era mi problema, que si quería dinero no lo iba conseguir, que…dijo muchas más estupideces, no vale la pena repetirlo.

— ¿Cómo se atreve…?

—Tranquilizate, le di su merecido —los ojos de MinHo se engrandecieron.

—¿Cómo?

—En cuanto terminó de decir tanta mierda, le di un puñetazo —la boca del alto se abrió formando una “O”

— ¿Lo golpeaste? Pero…—se levantó de un saltó y mirándolo totalmente asustado; lo tomó de un brazo, acercándolo para mirar dentro de sus ropas para ver si tenía moretones—. Dios santo, TaeMin pudo haberte hecho mucho daño…

—Pero no lo hizo —le dio un manotazo para que lo soltara, MinHo se sentó de nuevo, impotente ante la actitud de su amigo.

TaeMin alargó el brazo y tomó la mano de MinHo—, ni siquiera le di tiempo de levantarse, me fui tan pronto como le grité el gran bastardo que era. Estoy bien, tranquilízate.

—No, necesito que me digas quien es —se levantó de nuevo—, y yo…

—No voy a decirte —la seriedad en la voz de TaeMin lo sorprendió de nuevo—, No vale la pena. Siéntate por favor.

Dudoso, fue dejándose caer de nuevo hacia el asiento, le costaba mantener su cólera.

— ¿Por qué ahora TaeMin? Han pasado tres meses, creí...

—Para tomar una buena decisión.

TaeMin bajó la mirada hacia sus manos, jugueteaba con ellas, absorto entre las arrugas de los nudillos, lo realmente delgados que eran sus dedos y la piel blanca que a comparación de MinHo, además de ser más oscura, eran de un hombre realmente formado.

Una triste sonrisa apareció de sus labios y  MinHo creyó que lloraría, lo que hizo crecer su angustia y activar ese “modo protector” que no podía ignorar.

— ¿Qué…clase de decisión? —la clara condescendencia de su amigo lo hizo ensanchar la línea de sus labios, más  aún cuando esté deslizó la mano hasta alcanzar la suya y estrecharla con suavidad.

Por una semana TaeMin pensó en la relación que ambos tenían, sobre la sorprendente reacción de MinHo, él tipo de apoyo que no creyó estar recibiendo y todo aquello que una decisión suya podría causar.

—Voy a encontrarle una familia a mi bebé —al saber exactamente cómo reaccionaría MinHo rápidamente le cubrió la boca con la palma de la mano libre—, Shss —su triste sonrisa seguía en pie, anticipando una noticia no tan agradable para ninguno de los dos—, no me regañes, no voy a permitir que me sigas tratando como un chico tonto, y sé que lo soy —ahora su sonrisa era más sincera—, pero me ha costado mucho llegar a…esto.

MinHo asintió, dándole a entender que no diría nada, porque estaba consciente de que en todo ese tiempo no le había dado a TaeMin una real oportunidad de pensar en su futuro. Ni de pensar en él.

—Sigo sin querer al bebé, no pienses que soy un desalmado, pero…no me emociona en lo más mínimo este embarazo aún si ignoro como es que sucedió, tampoco puedo asegurar que no llegué a sentir ningún tipo de cariño, no siento odio hacia él, solo estoy molesto conmigo mismo porque fui…un tonto.

Lentamente movió la mano para esta vez acariciar los labios de MinHo, pensando en cuanto deseaba besarlos ahora mismo.

—MinHo no puedo adivinar el futuro, la realidad me da miedo, de no ser un buen padre, de…ser un fracasado, de que no pueda amar a mi hijo…como un buen padre debería hacerlo.

Detuvo sus caricias, pero no retiró la mano, los ojos de MinHo tenían un brillo de ansia, pero no supo de qué. En cuanto sintió un apretón en su pecho, desvió la mirada pues no soportó la sensación que le provocaba tenerlo así tan cerca.

—Tú tienes razón, todavía soy un mocoso inmaduro —tomándose el tiempo necesario antes de mirar de nuevo, levantó la mano para acariciar la mejilla caliente de su amigo. La suavidad de su piel le hizo recordar las veces que había tocado más allá de esta—, pero te prometo que voy a hacerme responsable de mis acciones.

—Pero tú no fuiste el único tonto —las espesas cejas de MinHo se fruncieron—, no deberías estar pasando esto tú solo —estaba manteniendo el control y eso ayudo a que las palabras salieran claras y precisas—, fuiste con ese bastardo, y dices que no quieres al bebé, eso quiere decir que no se hará responsable, que te dejó, que te ha abandonado a tu suerte…

—Y es mejor así —le interrumpió con voz firme, intentó retirar la mano pero su amigo rápidamente la tomó por la muñeca. TaeMin frunció el ceño para dejar claro su inconformidad—, yo no lo amo, no siento ni un poco de cariño, esto pasó porque ambos estábamos ebrios, y comportándonos como idiotas, y si te hace feliz, nuevamente tenías razón, es un completo bastardo, solo fui por él porque sentí que era su derecho saber que sería padre.

La garganta de MinHo sabía amarga, algo en su interior quemaba como las brasas del mismo infierno, por ese lapso de segundos que parecieron eternos, intentó  identificar lo que le generaba tanta rabia.

¿Era porque TaeMin regalaría a su hijo?

¿Era porque había salido solo a la calle preocupándolo hasta la muerte?

¿Su propia idiotez?

O era tal vez… ¿el hecho de que fue en busca del verdadero padre del bebé?

Claro, era ese encuentro lo que estaba reventándole la bilis y no es que lo demás no le preocupara, es que de solo imaginar a TaeMin con un tipo de persona como aquella quería salir en busca del hombre y golpearlo hasta la inconsciencia.

— ¡MinHo estás lastimándome!

Cuando regresó a la realidad vio como TaeMin tenía la otra mano tratando de deshacer su agarre, además de que la expresión de su rostro reflejaba claramente cuanto dolor sentía. Rápidamente lo soltó.

—Lo…lo siento TaeMin —el castaño lo miró con sorpresa y miedo y el corazón de MinHo se detuvo.

Él nunca lo había mirado de esa forma.

Extendió la mano para tocarlo pero el chico inclinó todo el cuerpo al respaldo de la silla, quedando fuera de su alcance.

—Y hay otra cosa —lo miró con un determinación—, de ahora en adelante te agradecería que pararas de atacarme con respecto a mi “inmadurez” —torció la boca—, estoy muy agradecido contigo MinHo, me has demostrado que eres un amigo de verdad, incluso cuando nosotros…ya sabes…

¿Qué estás tratando de decirme? Se decía con pánico.

—Tae…

—Pero no seré capaz de seguir adelante si estás siempre a mi lado. No estoy diciendo que dejemos de ser amigos…—su voz se perdió unos momentos—, es que siento que estoy abusando de tu amistad, y tú lo permites al no detenerme —sus ojos se cerraron unos segundos antes de volver abrirlos—, a veces actúas como mi novio, incluso como si fueras el padre…

— ¿Estás diciendo que te molesta mi ayuda?

—No tienes por qué cargar con esto —habló exasperado—, no quiero que…

Apretó los labios, no quería seguir hablando, no quería estar ahí, tan cerca de él.

—Le llamaré a Kai para que venga por mí —se levantó tan rápido que MinHo apenas y lo vio pasar a su lado.

Se levantó también, luego recordando que no había pagado soltó una maldición y sacó su cartera, arrojó un billete del que no vio la denominación pero confiado que alcanzaría para la propina.

Al darse la vuelta no había rastro de TaeMin. Corrió hacia la salida, abrió de par en par las puertas, divisándolo a unos cuantos metros adelante, sorprendido de que haya caminado tanto en tan poco tiempo.

A zancadas lo alcanzó colocándose delante de él, tenía la miraba fija en el suelo, estaba llorando.

Dudoso lo abrazó y sonrió cuando TaeMin lo rodeó de la cintura con los brazos.

—Las hormonas deben estarte matando —bromeó, pudo sentir como el llanto se intensificaba.

Tenía muchas preguntas, tenía tantas dudas y no obtendría respuestas estando TaeMin así. Solo pudo proponerle una cosa.

— ¿Vamos a casa?

TaeMin asintió y sin soltarlo lo condujo hacia el lado contrario, donde metros más adelante tenía estacionado el auto.

En el trayecto ninguno dijo una palabra, era la segunda vez que eso sucedía y MinHo sinceramente no quería que siguiera pasando. Media hora después ambos salían del auto, caminando las escaleras y quedando frente a la puerta de madera.

—Descansa, ¿ok? —le habló con cariño, pasando los dedos entre su cabello castaño, sonriendo para aminorar la tensión en su amigo, aunque se negara a mirarlo todavía—ha sido un día pesado, báñate, come algo rico y ve directo a la cama.

—Deja de decirme que hacer —el que le haya respondido fue un alivió, pensó que realmente solo necesitaba dormir para estar como siempre.

—Entra —palmeó su espalda, mirándolo abrir la puerta pero deteniéndose en cuando dio un paso adentro—. Tae…

El voraz beso que TaeMin le propinó fue lo suficiente para olvidarse por completo que los padres del castaño podrían verlos en cualquier momento, porque una vez probado los labios que tanto añoraba no pudo detenerse, simplemente se dejó llevar, permitiéndose estrecharlo entre sus brazos, convirtiendo la pasión en un cariño que no era de amigos.

Cuanta nostalgia tenía aquel beso. Era sorprendente cuanto disfrutaba tener sus labios en su boca, probar su sabor, sentir su respiración sobre su piel, era como el paraíso o siempre imaginaba que así debía ser. Pero tanta felicidad se disipó al instante.

Cuando el beso terminó la expresión de TaeMin en definitiva no era lo que esperó, mucho menos lo que dijo.

—No regreses, no quiero volver a verte.

Y se marchó, dando un portazo a la puerta al cerrarla.

MinHo respiraba con dificultad, con los labios todavía hinchados y preguntándose qué rayos acababa de suceder.

Se quedó ahí, como sin vida, entre el mundo real y lo que le pareció una fantasía. Cuando el pitido que lo había mantenido sordo hasta entonces desapareció, tuvo la sensación de que le arrancaban el piso de tajo.

Apoyó las palmas de las manos sobre la madera, con un insoportable temblor en el cuerpo.

—TaeMin —dio un golpe a palma abierta—, TaeMin.

MinHo sabía que ese beso no fue por un impulso mal reprimido, no era un beso de pasión como le pareció al principio; se sintió totalmente diferente, porque nunca creyó sentir aquel agradable pero espeluznante cosquilleo en el estómago, ni el vértigo en su cabeza, a su alrededor, siendo todo provocado por TaeMin.

— ¡TaeMin! —Gritó, escuchó alboroto dentro de la casa, miró por la ventana a un costado, pero las cortinas no le dejaron ver más que solo siluetas oscuras—, ¡TaeMin abre!

Los dolorosos latidos del corazón le dificultaban la tarea de respirar. Siguió golpeando la puerta con fuerza, sin importarle que eso significara derribarla.

Necesitaba verlo, necesitaba una explicación. Algo que le aclare aquel sentimiento que no debería tener.

Necesitaba saber el “porque”

— ¡Tae…!

El prestillo de la puerta se corrió, la perilla giró y de inmediato intentó entrar pero el padre de TaeMin negó con la cabeza, su expresión era confusa, parecía molesto y desconcertado, como preocupado.

—TaeMin no quiere verte —no denotó alguna emoción en su voz, era como si ya supiera que ellos tendrían esa conversación y hubiera preparado su discurso desde antes—, por favor vete a casa.

Miró al hombre más bajo directo a los ojos, no entendía el  porqué de su comportamiento.

—Necesito verlo, por favor.

—Pero él no quiere.

—TaeMin no está bien…

—Por supuesto que no lo está. Está cansado, adolorido. Dios, él no está preparado para estar embarazado.

—Pero lo está—ahora podía darse cuenta de que tanto le pesaba al señor Lee tener a su hijo embarazado—, él necesita mi apoyo.

—Ahora no, MinHo, ve a casa.

Cuando trató de cerrar la puerta, el alto la detuvo con la mano, mirando desafiante al hombre sin importarle que estuviera básicamente irrumpiendo en esa casa. No pensaba irse hasta no hablar con TaeMin.

Logró que la puerta cediera, pasó a un costado del señor Lee, caminó apresurado por el pasillo hasta la última puerta que era la habitación de TaeMin; apenas tomó la perilla para entrar escuchó los sollozos y los gemidos.

Entró lento, cuidando cada paso hasta encontrarse con él, sobre la cama boca abajo, con el cuerpo derrumbándose por el llanto. Cerró la puerta detrás de sí, cuando el crujido del seguro se escuchó habló pero sin voltear.

—Papá por favor vete quiero estar solo.

—No deberías estar en esa posición, ¿eres tonto o qué?

TaeMin se tensó hasta la punta de los cabellos, cerró los ojos fuertemente, como si con ello MinHo se disipara como un mal sueño. Sintió como la cama se hundía y enseguida una mano sobre su espalda.

—Sé que estás cansado, pero es importante…que sepa…

—Vete.

—No me iré —su mano pasó sobre su cabeza, enredó  los dedos entre las hebras castañas—. Necesito que me digas. ¿Por qué me besaste así?

—Siempre lo hago, ¿Qué es lo extraño?

—Mentiroso —rio—, tú nunca me besas así.

Hubo un momento de silencio, hasta que TaeMin giró despacio hasta quedar sentado al lado de MinHo, las lágrimas seguían frescas sobre sus mejillas.

—No debí hacerlo.

—El besó me gustó.

—No me refiero a eso —el ceño de MinHo se frunció.

— ¿Entonces a qué?

—A dejar que nosotros no fuéramos solo amigos, es mi culpa  está situación —se halo el cabello con las manos con bastante fuerza.

—No comprendo…

Cuando el castaño miró de nuevo a su amigo, lo hizo sabiendo que debía ser completamente honesto con él. Y porque se sentía terrible por todo lo que estaba pasando.

—Estoy molesto MinHo, apenas hoy me di cuenta de la gravedad de mi situación —suspiró y ese suspiro le dolió mucho—, mientras hablaba con ese idiota, yo…hasta ese entonces comprendí que no tenía nada que hacer ahí, que realmente fue una estupidez estar comparándolo con la persona que hubiese escogido para ser el padre del bebe.

Abrazó sus piernas, reprimiendo como pudo el llanto que quería salir.

—Todo el tiempo pensé en ti, y es molesto —sonrió con pesadez—, darme cuenta de cuando deseo que tú seas el padre MinHo.

¿Qué se supone que debía hacer?

MinHo tan solo se le quedó mirando, asimilando el hecho de su mejor amigo acababa de decirle, ¿Qué lo quería? De nuevo el molesto cosquilleo ocurrió, tragó saliva como si estuviera ahogándose.

—Me quieres… ¿solo para ser el padre?, o ¿me quieres por completo?

—No puedo pedirte que te quedes a mí lado.

—No evites la pregunta —sonrió—, responde niño tonto.

—Si te digo que te quiero más que mi  amigo y…ya sabes, el amante, ¿Qué harías?

—Que es muy extraño —TaeMin se mordió el labio—, pero que…de alguna manera me siento igual.

—No durará. Un bebé estaría entre nosotros, si me aceptas a mí, también lo harías con él. Y si empezamos algo que está destinado al fracaso quedaríamos destrozados.

— ¿Por qué lo llamas “fracaso” si no lo hemos intentado?

— ¿Cómo podrías criar al hijo de otro hombre? No quiero…que cada vez que lo mires pienses que…

—Pero también es tu hijo. Y si te quiero a ti, también lo querré…—TaeMin le tapó la boca con la mano, así como lo hizo en la cafetería.

—Cállate, eres tan molesto.

MinHo tomó su mano y la apartó con cuidado.

—Responde mi pregunta.

— ¿Cómo rayos llegamos hasta este punto?

—TaeMin —agravó la voz pero no estaba molesto, tan solo divirtiéndose.

—Sí, sí, te quiero, no para hacerme hijos, te quiero como amigo, como hombre, te quiero todo maldita sea.

Pateó las sábanas y se puso en pie de un salto quedando frente a MinHo, de repente se le lanzó, apresándolo del cuello.

—Lo que no quiero es darte un hijo que no es tuyo y que no quiero.

MinHo sonrió y lo abrazó de la cintura con la ternura que nunca le había demostrado.

— ¿por qué no nos dejas intentarlo?

—Porque tengo miedo, mucho miedo. Que después de todo, ya no estés a mi lado.

TaeMin no tenía ni la más mínima idea de lo que sucedería de ahora en adelante, no sabía si MinHo podría sostener realmente sus palabras, porque si algún día le dijera que ya no quiere cuidar de él, sería su fin, porque lo perdería todo.

Y le aterraba, tanto como la muerte.

Pero realmente quería descubrir lo que la vida les tenía preparado.

Y no es que MinHo no temiera por ellos, estaban frente a un nuevo sentimiento y un bebé que parecía tener todavía un futuro indefinido. Ambos tenían opiniones diferentes, ideas diferentes, lo que uno quería el otro lo rechazaba. Pero aun así se querían.

Entonces ¿Qué debían hacer?

¿Qué era lo correcto?

Eso tenían que averiguarlo por sí mismos. 

 

Notas finales:

¿Era el final que esperaban?

Siento que no hay algo como "actue así cuando se embaraze a los 19 años", algunos dirán "Pues yo habría hecho esto" ¡Bien! que bueno que sabes lo que harías; pero lector mío, tú situación es única, parecida a la de los demás, pero única. 

Hay ciertas cosas que uno no predice, y en las cosas que creemos que debemos actuar de cierta manera, a veces no reaccionamos como imaginábamos que lo haríamos. 

Lo sé, es mucho enredo, disculpen por eso. 

Solo recuerden que son ustedes realmente los dueños de su vida, esto no es un sermón, es solo para recordarles que, como dicen por aquí "Si vas a la fiesta lleva globos", protejete pues. 

No se enganchen males innecesarios. 

Podría seguir escirbiendo sobre esto, pero "pensar" es una tarea que les voy a dejar a ustedes. 

Bien, lo último. De nuevo me disculpo, fue un infierno no escribir en todo este tiempo. Dejen sus comentarios, y tal vez, escriba una tercera parte y final -chantaje dónde(?)- :v 

Nos leemos en otra historia, gracias a quienes esperaron xD los amo. 


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