Capítulo II. How you remind me –Nickelback
Resumen: No sabía si solo jugabas conmigo o si ibas enserio. Mi error fue no preguntártelo, pudimos habernos ahorrado toda esta porquería.
Ace x Luffy
Así es como tú me recuerdas, de lo que realmente soy
Sinceramente, te lo diré, seré franco y me dejare de fachadas: tu adiós dolió, cada día sin tu presencia fue una agonía.
Se habían conocido en un casino, nada fuera de lo normal solo unas cuantas apuestas y una noche de suerte para el chico de pecas
-Oye eres muy bueno al black Jack- un jovencito que no aparentaba más de 17 años, ojos y cabello oscuro. Una persona sin nada relevante.
-Bueno, gracias, solo desearía que así fuera con respecto a mis notas- el chico rio ante su broma, al parecer se sentía identificado.
-¿Te invito a un trago?- Ace arqueó una ceja por la sorpresa, después de todo no era un niño.
Nunca lo hice como un hombre sabio
No podía cortarlo
Como un hombre pobre robando
A veces cierro los ojos deseando nunca haber aceptado nada de ti. Pero irradiabas tanta cordialidad que me sentí contagiado por ella.
Las cosas se dieron relativamente despacio, luego de aquella noche intercambiaron números y se veían algunas veces. Con el pasar de los días, el lazo que estaban forjando se volvía más y más fuerte.
Pasamos de comportarnos con formalidades a ser unos completos niños en público.
Tirados sobre la grama del parque, viendo el día pasar. Lo temas de conversación parecían inagotables.
Era sorprendente la manera en que me cautivabas, me lo comentabas todo y yo me sentía especial. Era como si formara parte de tu mundo.
Luffy tenía unos ojos hermosos, una sonrisa sincera y sus palabras nunca estaban acompañadas de algún de atisbo de duda. A veces tenía sus peculiaridades en cuanto a su comportamiento, especialmente cuando se molestaba. Por lo demás, era una persona radiante, un imán en un mundo lleno de tornillos.
Cansado de vivir como un hombre ciego
Estoy enfermo de observar sin sentido los sentimientos
Ace era hasta cierto punto lo contrario. Le temía al rechazo en todos los aspectos, su falta de confianza se la atribuía a su nula comunicación con su padre. Pero había algo en Luffy que le complementaba, ese vacío en su pecho se sentía lleno, desbordante incluso.
Como una estúpido caí en tus redes, eras tan encantador que incluso antes de darme cuenta, mi corazón ya estaba en tus manos.
Ace sabía hasta qué punto era popular el menor, pero tenía el presentimiento de que con él era diferente a con el resto. Lo sentía.
Como siempre, le acompañó hasta su casa. Un lugar hermoso y bastante acogedor si le preguntaban.
-¿Quieres entrar?- más que preguntarle, le jalo del brazo y lo obligo a pasar. Le comentó que la casa siempre estaba sola hasta muy tarde.
Bromas, risas, unas películas y palomitas…
¿Cómo olvidar ese día? Lo hicimos en el sofá de tu sala y estaba tan fascinado contigo, con tu cuerpo, con tus expresiones…podía saborear el cielo.
Sabía que el día que cruzaran la línea las cosas iban a cambiar, porque ya no eran simples amigos. Para Ace, él ya no era su solo “amor platónico” se habían entregado en cuerpo y alma, eso significaba que se pertenecían mutuamente. El pecoso era un romántico, una persona cursi y empalagosa, sin que se lo propusiera.
Siempre me lo repetía, tú sacabas lo mejor y lo peor de mí.
Los días se volvían cortos entre risas y besos. Todo era diversión cuando estaban juntos, no había preocupaciones o traumas. Pero, todo parecía demasiado perfecto como para que durase tanto. Ace era inseguro, eso estaba más que claro. Odiaba verlo abrazando a otras personas, que no le respondiera el teléfono o que se viera a solas con alguien que no fuera él.
Luffy se incomodaba ante esos desplantes frente a la gente, Ace lo sabía ¿pero que más podía hacer? Le amaba con cada una de las células de su cuerpo y entre esa ceguera podía distinguirlo, presentía que no era del todo correspondido.
¿Y es así como tu me recuerdas?
Y es así como me recuerdas
De lo que realmente soy
Algo en tu mirada cambió, esa expresión de hastío se apoderó de tu rostro. Pensé en hacer lo posible para hacerte feliz pero nada parecía funcionar.
Empezaron a distanciarse, hablaban poco por teléfono y se veían poco durante la semana. El pecoso había entrado a la universidad y trataba de hacer un equilibrio entre su relación y sus responsabilidades como estudiante.
“Ven a mi casa :)” leyó el mensaje y rápidamente subió al autobús. Habían quedado de verse y realmente ansiaba tenerle entre sus brazos, extrañaba su calor y su voz.
La idea suya era ver una película, abrazados bajo una tibia frazada, pero Luffy tenía otros planes. Inmediatamente después de cerrar la puerta, se abalanzó sobre el pelinegro. Lo beso con desespero, halándole los cabellos en el proceso.
Creía que todo estaba perdido, pero me mantenías atado a ti. Tirabas de la cadena y yo caía rendido a tus pies.
Esta vez yo me equivoque
por darte un corazón digno de romper
Ni siquiera le dejo llevarle a la recamara, lo hicieron ahí mismo, en la alfombra de la habitación principal.
-Oye, Lu ¿Qué soy yo para ti?- pregunto desde el suelo. Aún estaba desnudo boca arriba, empapado de sudor y con los cabellos esparcidos.
-¿Cómo que “que” eres para mí?- pregunto sobre su hombro abotonándose la camisa -Somos amigos ¿Qué no es obvio?-
Esa sonrisa paso de ser, un cálido rayo de sol a ser una puñalada en el pecho.
-¡Pero yo te amo!- se subió los jeans y le siguió escaleras arriba. Furioso, desesperado, asustado. Tantas emociones lo agolpaban hasta el punto de asfixiarle.
-¿Y qué quieres que yo haga? Se supone que solo nos estábamos divirtiendo- Luffy se metió al baño sin cerrar la puerta y se remojo la cara en el lavabo. A sus espaldas, Ace le miraba con la expresión de un animal herido al fondo de una zanja.
-No estarás hablando en serio- la indiferencia, las palabras frívolas y la manera despreocupada en que se arreglaba para salir, dejándole de lado.
No es como si tuvieras que decir “lo siento”
Yo estaba esperando una historia diferente
Esta vez yo me equivoque
por darte un corazón digno de romper
Fui utilizado. Te lo di todo y fue el peor error que pude cometer. No quería apartarme de tu lado pero entre más me acercaba a ti y a tu corazón de hielo, más herido terminaba. Deje la universidad y no hacía más que quejarme y estar encerrado en mi cuarto, no quería hacer nada ni ver a nadie…aun me aferraba a los recuerdos, al aroma de tu piel y a tus adictivos besos
.
Y me he equivocado
He estado deprimido al fondo de cada botella.
Los meses corrieron y fue una “suerte” que Sabo reservara mi cupo en la facultad, sinceramente no planeaba volver. Una basura, un triste y pobre trapo viejo que no te sirvió ni para limpiarte el sudor de la frente.
Tan miserable y perdido, te amaba con todo mí ser y la soledad dolía más que nunca. Cada cosa que hacía era una tortura con tus recuerdos acosándome a cada instante. Comencé a beber, pronto iba a ser otro borracho más en la calle.
-Ace. Abre la puerta, sé que estás ahí-
Llegué hasta el punto de llorarte, volvía ebrio a casa y arrojaba al piso todo lo que estaba a mi alcance. Me destruiste y cada día me torturaba pensando ¿En qué fallé? ¿Dónde me equivoque?
-¡Vete! ¡No quiero hablar con nadie!- Marco escucho su voz algo pastosa, seguramente estaba en una de sus tantas resacas.
No es como si no hubieras notado que dije “Te amo”
Juro que aun lo hago
Te llame desde mi celular, el que tenías registrado, quería disculparme y decirte lo mucho que te amaba, quería que me dijeras lo mucho que me extrañaste. No me importaban tus razones, no me importaba que hubieses sido tan cruel, solo quería arreglar las cosas.
-Si no abres la puerta, la tirare de una patada- Ace sabía que si había alguien capaz de hacer lo que decía, ese era Marco. Se levantó desde el sofá arrastrando los pies y llevándose unas botellas de licor vacías en el proceso.
“¡Hola Ace! ¿Cómo van las cosas?” ese día lo comprendí. Tú estabas bien sin mí, tu voz alegre lo denotaba y mientras yo, estaba arruinando mi vida. Un idiota, un estúpido, ridículo, patético, tantas palabras para describirme. Yo nunca signifique nada para ti.
-Te traje algo de comer- le tendió una bolsa plástica mientras lo observó de pies a cabeza. Era un desastre con esas ojeras remarcadas bajo esos ojos sin brillo, el cabello enmarañado. Todo rastro de lo que fue Ace en el pasado había desaparecido
-No me mires con lastima- la voz le salió ronca sin querer. Le dolía la cabeza.
-No, tú deberías verte con lástima- respondió irritado
-Si es todo lo que tenías que decir…- su frase fue cortada cuando el rubio le tomo por el cuello de la camisa y le miro con mucha ira contenida.
-¿Qué demonios pasa contigo? Te dejó, lo sabemos y es duro también lo sé ¿Pero por eso tienes que arrojar tu vida por el caño?- se molestó aún más al ver como Ace parecía imperturbable.
-Que sabes tú- chisto con la lengua –Es mi vida ¿sabes?-
-Ahora entiendo por qué te abandonaron, eres una desgracia y esa parte de ti es lo único que recordara- lo soltó y sin permitirle decir más, se largó.
Exacto, yo nunca signifique nada para ti. Solo te divertía, o para que negarlo; nos divertíamos. Estaba haciendo penitencia y duelo por alguien que estaba perfectamente bien sin mí. Ahora sí, lo de idiota me quedaba perfecto.
No iba a negar que mis sentimientos eran reales, y aun lastimaban pero de una manera u otra, los encerraría hasta que se volvieran imperceptibles. Me desharía de ti.
Dos semanas habían pasado desde que visito a Ace, aún se sentía culpable por haberle hablado de aquella manera pero ¿De qué manera podía traerlo de vuelta a la realidad? Solo con preocuparse no se hace nada.
-Buenos días ¿Puedo pasar?- esa voz, Marco regresó de sus cavilaciones y como si hubiese sido invocado el pecoso estaba frente al salón de clases. La catedrática le dejo pasar y la clase continuó.
-Me da gusto verte- dijo el rubio una vez que su amigo tomo asiento a la par suya.
-Gracias…-susurro.
Tuve que ofrecer muchas disculpas, había maltratado a muchas personas. A mis amigos, a mi hermano, incluso al sujeto del bar.
Regresar y ponerme al día en mis materias fue la parte más complicada, pero merecía ese castigo. Sanar es difícil, algo dentro de tu pecho no vuelve a ser igual y es obvio porque metafóricamente hablando, es como si te hubieran pisoteado hasta el cansancio. Pero, soy más fuerte que eso.
-¿Y bien?- pregunto ansioso. Ace tenía que sacar al menos un siete para no dejar la materia.
-Bueno…- dijo despacio para agregarle más suspenso al momento
-Habla de una vez- le regaño Marco. El pecoso rio escandalosamente para luego sacar una papeleta con un 7.5 como calificación lo lograrías!- abrazó al pelinegro con fuerza, realmente estaba orgulloso de él.
-Gracias Marco, por todo- murmuro contra el oído del nombrado –No hay palabras suficientes para…
-Deja ya eso ¿sí? El pasado en el pasado ¿vale? Ahora vamos por una malteada-
~u~
-No esperaba encontrarte por aquí- en otras circunstancias, la situación hubiese sido incomoda pero extrañamente Ace estaba tranquilo.
-Si un poco- dijo restándole importancia -¿Cómo has estado?
-Bastante bien diría- sonrió –Estuve saliendo con alguien pero no funcionó- la boca de Luffy se torció formando un puchero de frustración.
Y debe haber sido tan malo
Porque vivir con él debió haberte matado de inmediato
-Lo lamento- sí, le había hecho añicos el corazón pero no por eso le deseaba mal después de todo, lo que había sentido era algo que no iba a olvidar tan fácilmente.
-¿Por qué ya no llamaste después de aquella vez?-
-Estuve ocupado-
-Has cambiado-
-No, yo siempre he sido así- “Ace” alguien le llamo, era Marco que ya llevaba un rato esperándole afuera de la cafetería –Nos vemos-
-Eres cruel ¿sabes?- ya le había dado la espalda, pero al escuchar aquello regreso sobre sus pasos hasta estar frente a él
-No es como si tuviéramos que disculparnos por algo- Luffy le miró asombrado –Pero hay algo que quería preguntarte desde hace un tiempo-
Estas cinco palabras en mi cabeza gritan
¿Aún nos estamos divirtiendo?
-¿Qué es?-
-Toda esta mierda ¿Aun te parece divertida?-
No esperé tu respuesta, nunca más iba a esperar algo de ti. De mí, a partir de ahora lo único que obtendrás será una tarjeta para navidad.
FIN