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Cuando el Día y la Noche se Juntan por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

¡Aquí de vuelta! Con la actualización. Quería subirlo antes, pero tenía que corregirlo y ni tiempo... además de que estando tan cerca el cumpleaños de los gemelos, pues bien, aguardé para dedicarle al menos el capítulo xD (falta un poco más de una hora aquí, pero vale la intención)

Esos gemelos están haciendo estragos en la vida del pobre Aioros, y él ni se queja. Quién lo haría estando en su lugar... I mean, son Saga y Kanon ♥

Espero que disfruten de la lectura.

 χρa2;νια πολλά !!

Era como estar viviendo un sueño. Como si de repente, tu vida formara parte de un libro de cuentos fantásticos, con hadas y hechizos, con criaturas y árboles que hablaban. Te sentías un niño, un pequeño correteando junto a los pájaros, tratando de darles alcance, deseando que en algún momento te crecieran alas para experimentar el aire sobre las montañas, para observar los ríos desde arriba. Y tu corazón no dejaba de brincar en tu pecho, no dejaba de exclamar que tu vida había sido creada para eso, que el destino te había puesto en un pueblo donde te despreciaban, tan sólo para ser rescatado por el príncipe azul. O dos príncipes azules en este caso.

 

Sonreíste. Sí, mucho.

 

Saga te observaba mientras cortabas las frutas y las colocabas en un tazón grande. Quizá no eras el mejor cocinero, pero le demostrarías que al menos, sabías hacer una exquisita ensalada de frutas. Claro que comenzaba a serte difícil el concentrarte en las frutas cuando tenías aquellos hermosos y verdes ojos sobre ti, era muy difícil concentrarse cuando la criatura más perfecta sobre la tierra te sonreía de manera tierna y coqueta.

 

¿Qué tenían aquellos gemelos? ¿Qué poder era aquel que te desarmaba ante sus presencias?

 

Estabas maravillado de ambos, por igual, de sus rostros masculinos y delicados, de sus cabellos cual oro y cielo nocturno, de su historia, de su pasado, de sus secretos... Te temblaron las manos de pura emoción.

 

—Si sigues observándome de esa manera, terminaré por cortarme el dedo en vez de la manzana.

 

—¿Te incomoda?—Saga se incorporó de la silla ubicándose a tu lado, su altura era sublime—, puedo ayudarte si quieres.

 

Te sonrojaste, a pesar de que Saga hacía sus movimientos con naturaleza, era tal delicado y atento que te dejaba en jaque. Sentiste su suave respirar, y tal y como te había ocurrido en el lago con Kanon, tu cuerpo se estremeció.

 

—Gracias... y no... no me incomodas.

 

Sus ojos se clavaron en ti, atravesando tu alma de manera letal. Algo dentro de ti se removió inquieto, una vibración extraña en tu vientre, una corriente que reptaba sobre tus venas... una voz lejana que te invitaba a más...

 

Cortaron las frutas en silencio, mientras afuera comenzaba a caer una suave llovizna de agua nieve, el frío hacia vibrar a la cabaña y se colaba por algunas rendijas de la ya desgastada madera. Tiritaste un poco observando por la ventana como las nubes cubrían la luna, sentiste congoja, no te agradaba no ver la luna, de algún modo sentías que de estar arriba, enorme y brillante, Kanon también estaba ahí junto a ti y Saga, pero si el cielo la ocultaba, la presencia de Kanon se esfumaba, y una parte de ti sentía honda tristeza ante la idea.

 

Dejaste de ver la ventana y notaste como Saga había estado observando hacia Kanon también, ahora volvía la vista en ti, y su ceño se frunció un poco. Tal vez a él tampoco le agradaba pensar que Kanon no estaba ahí.

 

—Es extraño...—dijiste de repente. Saga, como era su costumbre no dijo nada, sólo te observó con curiosidad—, no llevo mucho tiempo aquí, de hecho esta es la segunda noche que paso a tu lado, pero de alguna manera, siento que la conexión que hay entre Kanon y tú... de alguna manera... ya la he sentido antes., conmigo, una conexión entre los tres.

 

—Aioros...—Su cercanía comenzaba a ahogarte—.¿Crees en el destino?

 

Abriste tus ojos sorprendido. No sabías muy bien qué responder. Hasta hace poco no creías en las leyendas que existían en tu pueblo sobre el bosque, ahora eras parte de ella... pero el destino. ¿Acaso era tu destino encontrar a Saga y Kanon? ¿Era tu destino formar parte de su leyenda... ¿Lo era?

 

En tu pecho el ardor te inflamó al comprender que anhelabas ese destino, pese a las incertidumbres y secretos que aún guardaban los gemelos. Como era tu alma la que se arraigaba a la idea de pertenecerles. ¡eso era! Tú y todo lo que eras, ahora pertenecía a esos gemelos, porque decidiste entregarte a las fauces de su destino, el destino que implorabas también compartir.

 

Creías en el destino que Saga y Kanon eran para ti.

 

—Ahora sí—dijiste con convicción. Saga apretó sus ojos, dando un suspiro, no supiste si era en pos de derrota o alivio.—¿No era la respuesta que esperabas?

 

—Kanon te ha hablado de nosotros, de nuestro pasado y la maldición.—No fue pregunta.

 

—¿Y qué con eso?...—callaste de repente, abriendo tus ojos ante la obvia revelación—Saga, ¿acaso crees que estoy aquí porque me han obligado?

 

—No conoces nada de lo que somos en realidad, hemos estado aquí por siglos, hemos visto personas como tú, dispuestas a ayudarnos para luego huir... ¿por qué sería diferente esta vez? Tienes un hermano al que quieres, llegado el momento desearás reunirte con él.

 

Un silencio abrumador cayó sobre los dos, no levantaste la vista de la manzana a medio cortar. Es verdad y lo sabías, no deseabas abandonar para siempre a tu hermano, querías verlo, lo extrañabas, pero también sabías que Aioria no aguardaba por ti, tampoco lo hacia Shura. Sentiste los rezos de Shion pidiendo por tu alma, fue tan fuerte la sensación de que el Sacerdote te encomendaba al olvido que tu pecho se estremeció. Nadie en el pueblo aguardaba por ti... nadie allí se acordaba de ti.

 

Dejaste el cuchillo sobre la mesa, suspiraste al ver como Saga desviaba su mirada, el gemelo se estaba preparando para que le dijeras que te liberaran. Que era verdad, que deseabas ir a tu pueblo y retomar tu vida. Pero no era así, fue por ello que cortaste la distancia y la maldita incomodidad e incertidumbre, abrazándolo.

 

Rodeaste con tus brazos su cuello y enterraste tu rostro en su hombro, tan firme, tan cálido... tan reconfortante. Nada se comparaba a eso, nada que hayas sentido antes se comparaba a la intensidad del momento, a la emoción que experimentaste al ser correspondido, al sentir los increiblemente fuertes brazos de Saga rodeándote la cintura.

 

Deseabas pertenecer ahí para siempre.

 

—El tiempo no es más que una excusa...—hablaste. Saga se estremeció al sentir tu aliento en su nuca—, adoro a mi hermano, y lo único que deseo es su felicidad, créeme Saga, Aioria será feliz si yo no estoy ahí, quizá y algún día los Dioses me otorguen la oportunidad de reunirme con él sin que haya odio de por medio, pero Aioria debe aprender a aceptar mi naturaleza, sólo así nosotros volveremos a ser felices en un mismo lugar... Ahora lo somos, él es feliz allí en nuestro pueblo, puedo sentirlo y yo...— te apartaste para enfrentar sus ojos una vez más—, yo soy feliz aquí.

 

Acercaste tus rostro lentamente, estando a punto de rozar tus labios con los de Saga, pero ante tu asombro, Saga se alejó. Te petrificaste bajando instintivamente tu mirada avergonzado y triste. Nunca pensaste que te rechazaría, que cruel era el destino a fin de cuentas. Apretaste tus labios conteniendo las ansias de llorar cuando decidiste dar unos pasos hacia atrás alejándote del gemelo. Saga te observaba con intensidad y no se había movido ni un milímetro de donde estaba. El silencio volvió a inundar la cabaña, mientras te sentías como un estúpido por interpretar algo que no estaba allí.

 

—Aioros...

 

—Descuida, creo que me dejé llevar... me imaginé todo—susurraste. Desviste tu rostro intentando ocultar una lágrima, pero Saga fue más rápido y en un abrir y cerrar de ojos te tenía atrapado nuevamente entre sus brazos. Enterraste tu rostro en su pecho.

 

Te sentías de lo peor.

 

—No entiendes lo que debe ocurrir aquí, a veces pienso que es injusto experimentar sentimientos tan fuertes hacia una persona... Quiero contarte la verdad, debes saberla, y sólo así tú decidirás... no te rechazo, créeme, ansío besarte en estos momentos más que nada.

 

Abriste tus ojos y el rubor cubrió todo tu rostro, apretaste el abrazo enterrando aun más tu rostro sobre el amplio pecho del gemelo. Y no pudiste evitar sonreír ampliamente al escucharlo. Al saber que Saga quería besarte tanto como tú a él. Y ahora una nueva duda invadió a tu agitado corazón. Y es que en verdad lo deseabas, pero también lo habías hecho al estar con Kanon, como si tu alma no pudiera diferenciar de ambos, como si en tu corazón ellos formaran un solo ser al que admirar y desear... Sentiste que enloquecerías con tantos sentimientos golpeándote el pecho con fuerza. Y el rubor aumento por siquiera pensar que disfrutarías de besarlos... a ambos.

 

—Habla, por favor...

 

—Ven.

 

Tomó tu mano y ambos se recostaron en su cama. La cama de Saga. No podías siquiera mirarlo a los ojos por la vergüenza que te embargaba, era una situación tan íntima y a la vez inocente que hacía a tu alma, flotar de goce.

 

—Aquel día, en que la bruja lanzó su maldición, Kanon creyó que era patrañas, entonces decidió salir del bosque, pero le fue imposible, cuando más se adentraba, el camino parecía cambiar, tomando formas y pasadizos que nunca habíamos visto, terminamos por perdernos... entonces el día llegó a su fin... fue tan impresionante, creo que hasta el día de hoy puedo sentir el terror que experimenté aquella vez—suspiró, observaba la ventana mientras relataba, la luna había comenzado a iluminar la noche otra vez—, Kanon simplemente comenzó a desvanecerse ante mis ojos, sus gritos... sus gritos fueron lo peor, para cuando la luz en que se había convertido desapareció de mi lado, la luna ya había subido a lo más alto, y yo quedé solo, no entendía nada, no fuimos conscientes de la maldición hasta que Kanon regresó a mi lado y fue mi turno de elevarme.

 

—¿Duele?—inquiriste, Saga dejó de mirar hacia afuera, para clavar sus obres en ti. Tu alma se estremeció cuando su mano se acercó a tu rostro para acariciarlo suavemente, cerraste tus ojos instintivamente.

 

—No, los gritos fueron de pánico, no de dolor. Es extraño, sientes un poder en el centro de tu pecho que fluye con intensidad, sientes un ardor increiblemente cálido, hay estrellas fulgurando en tu interior, convirtiendo tu cuerpo poro a poco en energía, en luz y cosmos...

 

—Es... increíble.

 

—Lo es... es magnifico, si realmente pudiéramos ser libres de este bosque, ser libres de elegir, aún permanecería siendo el día, siendo la luz que guía a los guerreros, es una responsabilidad muy grande, pero también es una maldición... Aioros, hace algunos años, nosotros te vimos cruzar el bosque, eras penas un niño, llevabas tu arco sobre tus hombros y caminabas junto a un hombre que portaba también un arco.

 

—Lo recuerdo—dijiste cuando las imágenes de ese día invadieron tu memoria—fue la primera vez que mi maestro me llevó al bosque, estaba practicando tiros a puntos ciegos... cuando regresábamos, le dije a mi maestro—tragaste saliva conmocionado—le dije que durante todo el tiempo que estuvimos en el interior del bosque, sentí que alguien nos observaba, fue ahí que escuché la leyenda de los monstruos del bosque por primera vez.

 

—Kanon siempre estuvo seguro que serías tú, y yo aunque también lo sintiese así, no quería involucrarte... siempre estuvimos seguro de que serías tú quien acabe con nuestra maldición.

 

—Sí es así, por qué me rechazaste hace un momento—tocaste su rostro, tus dedos se pasearon por sus labios, tan suaves.

 

—No te rechacé, pero es demasiado pronto...—tomó tu mano y con delicadeza dio varios besos en esta, Saga se esforzaba por no sucumbir a las ganas de tocar tus labios—debes estar seguro, debes desearlo sin miedos ni restricciones, Aioros, no debe haber dudas en tu corazón cuando llegue el momento.

 

—¿De qué momento hablas? ¡Se claro!

 

Te incorporaste de su cama, con el ceño fruncido, no tenías ninguna duda de querer estar con Saga.

 

—Del momento en que tú, te entregues por voluntad propia tanto a Kanon como a mí...—La conmoción te quitó el habla.—Ahora descansa, eres libre de elegir abandonarnos.

 

Saga suspiró mientras se incorporaba de la cama, y se encaminaba hacia la puerta. Tu mirada se extravió por momentos, ¿qué tan retorcido iba a tornarse todo aquello?

 

—¿A dónde vas?

 

—Buscaré leña, tal vez pueda resistir al frío, pero tú no.—Y se marchó.

 

Las frutas a medio cortar quedaron abandonadas sobre la mesa, ninguno tuvo apetito durante el resto de la noche.

 

••

 

Los tibios rayos de sol acariciaron tu rostro. Apretaste tus parpados despertando poco a poco, era la misma sensación que sentiste cuando la mano de Saga te acariciaba con suavidad. Realmente él era el día...

 

Abriste tus ojos con pereza hallándote con la mirada algo preocupada de Kanon. Diste un brinco.

 

—Veo que ya lo sabes.—comentó el gemelo mientras encendía el quemador y colocaba una olla en él.—Es bastante retorcido, ¿no te parece?—sí, exactamente eso sentías, estabas asqueado—esa bruja sí que se las ingenió para jodernos la vida, mira que era guarra la condenada.

 

Kanon hablaba tan natural, tan despreocupado, pero algo en ti se quebró cuando lo viste apretar sus puños con rabia, la frustración de ambos era enorme, y la tuya comenzaba a crecer a su par.

 

—No diré que no me impactó, porque no estaría siendo sincero, pero...—Kanon volteó en ese momento a vete, en sus ojos brilló la esperanza—, creo que quiero intentarlo.—el gemelo dejó lo que estaba haciendo tomando una postura seria, mientras se acercaba a ti—, no sé como funcione esto realmente, pero no puedo engañarme, no puedo simplemente ignorar todo lo que aquí siento cada vez que estoy cerca de Saga, o de ti—dijiste tocándote el pecho.

 

Esta vez, fue el turno de Kanon de rodearte con sus brazos, estabas sensible y eso ambos lo comprendían muy bien, no era fácil asimilar una noticia como esa. Era tan enfermizo, pero de algún modo te parecía romántico, ¿qué debías hacer? a fin de cuentas, aceptar que te estabas enamorando de ambos era el primer paso.

 

Comprendiste al fin que nada es como en los cuentos de hadas. Que la realidad depende de tus acciones y que ahora, la liberación de dos almas que habían sufrido por siglos estaba en tus manos. Tan inmenso y estremecedor era todo, que tus piernas flaquearon, aferrándote con vehemencia al cuerpo de Kanon, impregnándote de su aroma tan inigualable. Un destino que deseaste y ahora lo tenías enfrente. Ya no eras el niño asustado que descubrió que su corazón no latía al ritmo natural que impuso la vida, tal y como se supone, debía hacerlo. Porque tus sentimientos eran errados, eran abominables y debían desaparecer, debían pertenecer a alguna doncella de un pueblo lejano y así salvar la reputación de los habitantes de tu pueblo, que morirían en la vergüenza de albergar entre su comunidad a un ser de inclinaciones contra natura.

 

Ahora el destino formaba la imagen de un alma dividida en dos, sí. No eran dos, era una en dos cuerpos. Formaba los rayos de un sol cálido y suave y de una luna intensa y pasional. El destino ponía a tu corazón latiendo por esos cuerpos que compartían esa misma alma, la que tú anhelabas tocar. La que deseabas pertenecer. ¿Por qué dudabas entonces? ¿Por qué seguías atado a las restricciones que las personas te obligaron a llevar?

 

Amar en libertad.

 

¿No fue acaso lo que deseaste experimentar? ¿Lo que anhelabas en secreto? ¿No buscaste acaso, que tu corazón se permitiera amar sin culpabilidad?

 

Kanon deshizo el abrazo lentamente, posando sus manos sobre tu rostro para obligarte a observarlo. Sonreía dulce, brillando en sus pupilas esa picardía que ya habías visto en él, y que te gustaba tanto.

 

—Mientras tanto, deja que te ayudemos a eliminar las dudas y los miedos que aún habitan en tu corazón.—dijo.

 

Y Kanon depositó sus labios en los tuyos. El beso. Tu primer beso. Tus piernas temblaron, incapaz de sentir algo más que su sabor, aferrándote con fuerzas de su camiseta. Sus labios eran tan suaves, tan ricos, tan audaces. ¿Cómo vivirías con tanta emoción queriendo explotar tu pecho? te atrajo más hacia él, acariciando tu espalda. Su aliento inundó tu boca, era tan fresco, era tan entusiasta ¡tan ardiente! ¡Qué contrariedad! Ahí estaba la brisa nocturna que eriza tu piel con su suave tacto, pero Kanon además de eso era un hombre de ígnea alma. Fogosa y enérgica. No te importó siquiera cuando el aire te hizo falta. Pero Kanon al parecer, sí lo hizo.

 

Terminó el beso, apoyando su frente con la tuya.

 

—Con eso basta por ahora, sino haremos enojar a Saga—escuchaste su risa, y sonreíste también.

 

¿Por qué habrías de tener dudas?

 

Los cuentos de hadas siempre tienen un final feliz...

Notas finales:

Sean pacientes que la recompensa viene en el próximo capítulo. ¡Oh sí! habrá threesome.

Espero sinceramente que hayan disfrutado de la lectura. Será hasta el próximo capítulo. Gracias por leer.


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