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Sanando Heridas por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Después del primer encuentro, aun falta mucho por recorrer...

 

- - - - - 

A pesar de que Israel intentó alejarse de su pasado y no cedió ante las insinuaciones de Rafael, no pudo evitar que, una vez más, lo que había hecho, volviera a estigmatizarlo. Su ‘ex’ amante, consiguió que todos recordaran el incidente que había ocurrido un año atrás; con eso, las preguntas incómodas, las platicas hirientes a sus espaldas y las propuestas indecentes, regresaron. Todo se repetía.
 
Aunado a eso, el pequeño castaño, un día vio a David con Ludwig, en el mismo campus universitario; no era algo imposible, pues la pareja estaba en el último semestre de sus respectivas carreras, pero, Israel confiaba en que no los vería más, porque, al ser ellos, alumnos a punto de egresar, sus horas en la escuela eran reducidas.
 
Faltó a la escuela una semana debido a la depresión, pero, su madre lo obligó a ir de nuevo, junto con su psicóloga; aunque él pidió que lo cambiaran de escuela una vez más y su madre, casi acepta, su psicóloga sugirió que no lo hiciera, pues, debía enfrentarse a los problemas.
 
 
* * *
 
 
El aula estaba en completo silencio. Mauricio observaba a sus alumnos desde el escritorio; aunque no le importaba si se copiaban o no, le daba igual, después de todo, lo único que estaban haciendo era un pequeño programa, con aplicación a una base de datos. La cuestión era que, cada uno, tenía información distinta; todos habían recibido un archivo por parte del profesor, cada uno tenía algo diferente, y, si ellos no se daban cuenta, sería su perdición. Con eso él sabría quien hacía su trabajo y quien, simplemente, lo copiaba.
 
La puerta se abrió poco antes de las once y el ojiverde observó cómo, un joven de lentes, se asomaba al interior pero, no entró. Mauricio se puso de pie y caminó a la puerta por inercia, asomándose, sin salir por completo, el chico se le hacía conocido; alcanzó a ver como el jovencito estaba buscando en las otras aulas de ese piso, sin mucha suerte.
 
-¿Necesitas ayuda? – preguntó, al recordar que lo había visto en su aula una semana antes.
 
Israel se sorprendió – yo… – titubeó – sí, bueno… necesito usar una máquina.
 
-Todas las aulas están ocupadas hoy, estamos en parciales…
 
-Me doy cuenta – el menor suspiró – entonces, hoy no tendré suerte…
 
-No eres de sistemas – soltó el profesor, después de dar un vistazo rápido a sus alumnos, pues había escuchado un murmullo.
 
-¿Tanto se nota? – el universitario se encogió de hombros.
 
-Estas en este piso – señaló el mayor – si fueras de sistemas y necesitas trabajar en algo especial, irías al siguiente, donde hay computadoras más especializadas y están las aulas para los proyectos integrales – se cruzó de brazos – lo que me extraña es, que no te quedes en la planta baja, como los alumnos de otras facultades…
 
-El aula de la planta baja, siempre está ocupada – señaló el menor.
 
Por eso no le gustaba ir a ese lugar en específico, porque siempre había muchas personas y, como era para aquellos que no estaban en clases, pero necesitaban usar el laboratorio; tampoco había un docente poniendo orden, solo había alguien mayor que daba sus rondas de cuando en cuando y un par de jóvenes, que hacían su servicio social, eran los encargados del lugar.
 
-Y… tengo un permiso de usar una de esta planta – volvió a sacar el documento que le había entregado el coordinador de su carrera, por petición de su madre.
 
Mauricio agarró el pedazo de papel; la primera vez ni siquiera lo había revisado. Leyó las indicaciones y al final, la firma de Rubén Téllez, encargado del departamento de sistemas.
 
-Comprendo… – dijo con seriedad – pues, si ocupas una computadora, en mi clase tengo siempre, al menos, dos libres – indicó con un ademán y devolvió la hoja.
 
Israel se asomó con timidez y notó que había un par de lugares disponibles, lejos de todos los alumnos, casi en el rincón.
 
-No quisiera importunar…
 
-Están en examen, no importunarás.
 
El de lentes asintió y entró con rapidez; caminó por la orilla del salón, tratando de no llamar la atención, yendo a sentarse al lugar más apartado. Mauricio, por su parte, volvió a su escritorio. Todos seguían en silencio y, poco a poco, algunos de sus discípulos empezaron a entregar sus trabajos, pero, aun así, la gran mayoría se quedó hasta las doce.
 
-Denos unos minutos más… – pidieron algunos alumnos.
 
Mauricio suspiró – no, no es posible, entreguen lo que hayan hecho.
 
-Por favor – suplicó uno de ellos – es nuestra primera evaluación…
 
-Sí, lo es – el ojiverde levantó una ceja – y son de primero, pero, no por eso les voy a tener consideraciones, ahora, entreguen el lenguaje, así como esté, aunque no funcione correctamente el programa.
 
Los estudiantes empezaron a entregar sus documentos digitales, cada uno en memorias; así trabajan todos. Cada uno tenía un par de dispositivos USB; uno, era el que le entregaban a Mauricio y el otro, donde tenían su respaldo.
 
-Creí que por ser gay, iba a ser más amable – susurró uno de los jóvenes, mientras guardaba sus cosas.
 
-Quizá, si le coqueteas, nos ayude – señaló otro, también en susurros.
 
-Pues, sí me lanzaría – aseguró el primero – pero, se nota que es medio amargado, a pesar de lo bueno que está…
 
Después de eso, ambos se pusieron de pie, para ir a entregar los trabajos.
 
Israel había escuchado esa plática y, rápidamente, su mirada se posó en Mauricio. “¿Es gay?” Se preguntó con sorpresa, pues no se lo había imaginado. Puso especial atención en los gestos del mayor, no mostraba ningún interés, tampoco respondía a los coqueteos de algunos de sus alumnos; era imposible que fuese gay.
 
Los jóvenes se retiraron y Mauricio empezó a guardar sus pertenencias, todo, ante la mirada curiosa del menor.
 
-Este salón se usará en un par de horas – anunció, revisando los equipos que sus alumnos habían dejado, algunos si los habían apagado, otros no – cuando llegue el siguiente profesor, presenta tu permiso.
 
-Ah… no creo quedarme tanto tiempo – el de lentes empezó a temblar – de hecho, solo estoy esperando a que de la una… porque van a venir por mí.
 
-Bien, cuando termines, apaga la computadora.
 
Mauricio fue al escritorio y recogió su maletín, así como otros documentos extras.
 
-Ah, ¿siempre da clases aquí? ¿A esta hora?
 
Mauricio lo miró de soslayo – generalmente – asintió – aunque, la mayor parte de las mañanas, lo paso de salón en salón, en el área de sistemas o mecatrónica – respondió con rapidez – desde las diez hasta las doce, todos los días, debo atender a varios grupos aquí – especificó – bueno, me retiro.
 
El mayor salió del aula e Israel se quedó confundido.
 
-No creo que sea gay – negó – no tiene el tipo…
 
 
* * *

Notas finales:

Lamento la tardanza, debí ahaber subido esto después de publicar el cuarto capítulo en mi página.

 

Bien, si desean leer y adelantarse, los invito a: http://ojousama.weebly.com/sanando-heridas.html  

Es dónde está más avanzado este fic.

También, los invito a darle like a mi página de FB: https://www.facebook.com/FantasiasOjouSamaOficial

 

Saludos y, nos leemos luego.


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