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¡Misión cupido! por lanekorubia

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Notas del capitulo:

Holi!!!! :3

muchas gracias a las personas que s etoman la molestia de comentar esta historia....

este cap es para ustedes!!!!! las adoro ^^

sin mas a leer!!!!

y espero que les guste!!!!

“¿Cómo termine así?”  se preguntó Himuro mientras corría por los pasillos para salvar su vida (literalmente).

Haber. Rememoremos los hechos:

1)      Taiga lo había abandonado (¡TRAIDOR!)

2)      Había recorrido los pasillos desolados cuando la necesidad básica de todo ser humano de ser alimentado se presentó…y recordó que Taiga tenía el dinero de ambos (¡VENDETTA!)

3)      Camino hasta que encontró comida gratis y decidió alimentarse con eso. (como el dichos dice…si la vida te da comida, pues cómetela)

4)      Él estaba muy feliz cumpliendo con su destino de ser alimentado cuándo…¡Un tipo de más de dos metros con rostro de elfo endemoniado lo había empezado a perseguir!

Y ahora, escondido en el armario del conserje, Himuro solo podía pensar una cosa…

“Esta me las pagas, Taiga”

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“¡Llego tarde!” “¡Llego tarde!” “¡Llego tarde!” “¡Y es el segundo día…!”

-Definitivamente mi meta de ser el mejor estudiante para que Nijimura-sempai se fije en mi pueden irse al infinito y más allá…-murmuraba un angustiado castaño mientras buscaba desesperadamente el aula de la clase b.

-¿Otra vez te desvelaste viendo Toy Story, Furi?-le pregunto un chico a su lado de manera amistosa.

-¿Otra vez te quedaste jugando minecraft, Fukuda?-pregunto a su vez el castaño mirando a su mejor amigo divertido.

-Bueno, bueno…tal vez solo un poco…¡Pero al menos yo me desvelo haciendo algo útil como tratar de romper mi propio record! ¡Tú en cambio te desvelas mirando pelis de Disney!-replico el más alto de los dos de forma burlona.

-No tengo otra opción si tengo que cuidar de Nagisa-chan…

-Oh, ¿Aún sigues trabajando como niñero de la hija de tu vecina? ¿No era que ibas a renunciar cuándo empezarán las clases debido a los horarios?-le pregunto Fukuda preocupado.

-Se suponía…-El castaño suspiro mientras se frotaba los ojos. Estaba sumamente cansado- Pero desde que mi mamá enfermo y no puede trabajar el dinero no es suficiente. Y aunque Hotaru consiguió empleo en aquella biblioteca…aún esta con sus estudios de abogacía, y a pesar de lo que diga sé que descuida sus estudios por ayudar en casa. No me sentiría bien si no intentara ayudar aunque sea un poco.-explico mientras un bostezo se le escapaba.

Fukuda suspiro. Sabía que la familia de su mejor amigo no estaba pasando un buen momento económicamente. 

-Yo trabajo en la cafetería de mi tío los fines de semana. Me gustaría que pudieras trabajar conmigo ahí pero la verdad es que mi tío desconfiar mucho de los adolescentes… ¡Tuvieron que rogarle para que pudiera trabajar! ¡Y tienes que ver la cara que pone cada vez que llevo un café! El muy maldito espera que lo rompa para decirle a mis padres: “se los dije, su hijo no sirve, tendríamos que haberlo dado en adopción cuando nació, como yo sugerí…”

Kouki rió. Tal vez aquella mañana, en compañía de su mejor amigo, no fuera tan mala…

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-Hum…-Kuroko miro de reojo a la persona que hacía que tuviera tres min infartos en los últimos cinco minutos- ¿Por qué me sigue?

“Directo…cómo siempre” Kagami no pudo evitar sonreír. Al menos seguía siendo el mismo Kuroko que él conocía.

Desde que había tocado la campana para el receso, el pelirrojo se había limitado a seguir a Kuroko.

El peliceleste pensó que era normal cuándo entraron al baño. También pensó que era normal mientras hacía fila para comprar una bebida en el almuerzo. Pero cuando entraron en la biblioteca y Kuroko tomo un libro mientras se sentaba cómodamente en una de las mesas, no pudo dejar de sentirse observado. Cuando levanto la vista vio que aquel pelirrojo estaba sentado frente a él con la mirada fija en su persona.

Y eso no podía dejar de ser…perturbador.

Y traumante.

Y es que cuando uno ve que la persona que te siguió desde que lo conociste te observa fijamente durante diez minutos, la situación deja de ser una coincidencia. Y el comportamiento de la persona en cuestión (del pelirrojo) pasa a ser algo totalmente anormal.

Y además daba miedo.

Por su parte Kagami había ideado un plan (destinado al fracaso) que era el de seguir a Kuroko a todas partes hasta que lo ame.

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-¡¿Cuántas neuronas se te habrán quemado al pensar en eso?!-le grito Dika, una hora después.

-¡¿Cómo iba a saber que iba a golpearme con ese libro y dejarme inconsciente?!-grito a su vez el pelirrojo mientras trataba de calmar el dolor en su cabeza.

Después de que el peliceleste le hiciera esa pregunta, Kagami no tuvo mejor idea que responder…

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-Lo hago porque, no lo sabes aún, pero tú y yo estamos destinados el uno para el otro.

-…

-Así que pensé que como inició de nuestra relación podíamos empezar a pasar más tiempo juntos.

-…

-Y ya que estamos en esto, ¿Te gustaría venir a mi casa después de…

¡PLAF!

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-¡Por supuesto que iba a golpearte Bakagami! ¡Lo asustaste!

-¡No lo hice!-grito el pelirrojo frustrado- Aunque sigo sin entender porque huyo…

-¡PORQUE ESTABAS ACTUANDO COMO UN MALDITO ACOSADOR IDIOTA!-exploto la morena con fastidio.

Kagami por otra parte no pudo dudar  de que tal vez su “plan maestro” no había resultado como él quería porque…tal vez…Dika tenía razón.

Durante las primeras horas de clase de aquella mañana, el pelirrojo pensaba en una forma de acercarse. Supuso en ser directo. A Kuroko le gustaba eso.

Estaba convencido de que si lo seguía y le explicaba que debían estar juntos, y que lo amaba, el peliceleste lo aceptaría al instante.

Al fin y al cabo eran novios, ¿Verdad? Aunque Kuroko no lo supiera… no había diferencia en el pasado o el presente, si Kuroko lo amaba en un futuro… ¿Por qué no hacerlo ahora?

O eso era lo que él creyo…hasta que le confeso lo que sentía de la manera más normal y menos romántica que conocía (sabía que al peliceleste no le gustaban mucho las cursilerías)  y entonces, ambos volverían a estar juntos, y podían pensar en una manera de juntar a los otros idiotas.

Pero nada de eso había pasado.

Kuroko lo había golpeado con su libro y aprovecho el momento en el que cayo inconsciente para escapar.

Si Taiga en algún momento creyó que con solo decirle a Kuroko lo que sentía, el peliceleste caería rendido a sus pies, estaba muy equivocado.

-Kagami-suspiro Dika mientras se acercaba y se sentaba frente de él. Ambos estaban en la psicología del colegio, ya que Alex tenía órdenes de llevar al pelirrojo al consultorio de la adivina si lo encontraba en una situación extraña… y encontrar a Taiga inconsciente en la biblioteca era considerada como situación extraña. – Sé que tú y Kuroko-kun se amaron. Se aman o se amarán. Pero el punto es que aquí él no te conoce, ¿Entiendes? No puedes llegar de la nada y decirle que ustedes están destinados a estar juntos. Kuroko-kun te ve como un extraño, Kagami.

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-¡Aomine-kun!-una débil sonrisa apareció en sus labios al ver al moreno recostado tranquilamente en la azotea de la escuela.

-Tetsu-el peliazul le devolvió la sonrisa, de una forma amigable que solo usaba con él. Eso hizo que Kuroko sintiera mariposas revoloteando en su interior.

Aomine Daiki era, sin ninguna duda, su primer amor.

El peliceleste ignoraba el momento en el que se había enamorado de quién consideraba su mejor amigo. Solo un día se dio cuenta de lo que feliz que se sentía cuándo ambos iban por un helado luego del entrenamiento. De lo emocionado que estaba cada vez que sabía que iba a verlo. Darse cuenta de que sus ojos y su sonrisa le hacían sentir aquel cosquilleo tan especial que jamás sintió.

“De acuerdo, Tetsuya, cálmate…has visto demasiadas telenovelas con tu abuela”

-¿Qué haces aquí?-le pregunto Kuroko para distraerse. No quería que sus mejillas enrojecieran como cualquier adolescente enamorada. No, no, no.

Kuroko Tetsuya aún tenía dignidad.

-Me escondo de Satsuki-explico el moreno- es la hora del almuerzo y no tengo ganas de que me envenene. Esa chica me usa como el maldito sujeto de pruebas para los desechos tóxicos que ella llama comida…

Una diminuta sonrisa apareció en el rostro del más bajo. “Explicaciones…¡Me está dando explicaciones a mí! Esta bien, yo se las pedí…¡Pero él casi nunca se las da a nadie por más que pregunten! Ok, Kuroko, tranquilízate… estas actuando como las protagonistas de todos los fanficts que has leído…”

-¿Tetsu?-Aomine por su parte, solo veía con confusión como su amigo negaba con la cabeza con una sonrisa en el rostro… ¿Qué le pasaba? Desde la mañana que el peliceleste se comportaba de una forma tan extraña…

-¿Hum?

El moreno solo rió, divertido.

No sabía que le pasaba a su mejor amigo y sombra. Tampoco pensaba preguntar, ya que si no le contaba, era porque no quería hacerlo y Aomine no era de los que se metían en los asuntos de los demás. Pero ver al siempre atento y observador Tetsu en las nubes era algo que no se veía todos los días.

Y causaba gracia. Lástima que haya roto su cámara de video y no pudiera grabarlo en ese instante para mostrárselo a los hijos de su amigo en un futuro.

Algo así como “Oigan, niños, tengo una grabación de su padre que prueba que tiene emociones” o algo parecido.

-Te pregunte que hacías tú aquí-le repitió el moreno cuándo noto que el peliceleste le ponía toda su atención. Al ver que su amigo no contestaba, Aomine comento sin interés- no es necesario que me lo digas.

“No es que no quiera…” pensaba Kuroko “es que no sé cómo decírtelo…¿Algo cómo yo también me escondo de alguien pero no por miedo a envenenamiento si no por miedo a que me secuestre y me viole? No. No puedo decirle eso…”

-Yo…solo te estaba buscando, Aomine-kun-explico Kuroko con tranquilidad.

-¿Buscándome?-el moreno lo miro despreocupado-¿No te hiciste cercano a ninguno de tus compañeros de clase hoy?

-La mayoría no nota que estoy-explico el peliceleste-  y los demás ya tienen sus amigos.

Aomine suspiro.

-Aun así…deberías sociabilizar más con ellos. Si no fuera por mí o los chicos del equipo seguro no hablabas con nadie…-comento mientras se levantaba, desperezándose-  Vámonos ya, Satsuki se habrá cansado de buscarme y seguramente ya eligió a otra víctima…

“No necesito a nadie Aomine-kun. Si te tengo a ti, es suficiente”

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-Atsushi…-decía Akashi por décima vez, con paciencia y tratando de actuar lo más calmado y relajadamente posible que cualquier persona pudiera actuar en esa situación- ¿Qué estás haciendo?

El sub capitán había llegado a mitad de la hora del receso ese día, debido a un viaje que había hecho con su familia durante las vacaciones, y que lo habían imposibilitado de llegar a clases al horario correspondiente (es decir, el día anterior).

Estaba caminando hacia la recepción, para buscar sus horarios y su clase cuándo vio algo que lo había dejado con en shock por unos segundos…

Su compañero de equipo y también amigo, estaba vestido de una forma un tanto…inusual.

Y es que ver a alguien que mide más de dos metros vestido con un gorro de detective y cuatro palos de beisbol (dos en cada mano) más la extraña capa que lo cubría, era lo más raro que había visto alguna vez.

Una situación que sin duda le costaría una semana entera de terapia a cualquiera.

Por supuesto, nosotros estamos hablando de Akashi Seijuro, así que a él le tomo solo cinco minutos por reloj recomponerse del shock inicial.

-¿Ha? ¿Aka-chin?-el pelilila lo miro arrastrando las palabras.- ¿Qué pasa?

-Te pregunte qué es lo que estás haciendo-repitió el pelirrojo con un pequeño tic en su ojo derecho.

Murasakibara, aparentemente no era consciente de los traumas que le iba a dejando a todo ser viviente que lo veía.

-¿Yo? Estoy buscando a alguien Aka-chin.

“¿Y lo estás buscando así?”  Seijuro estuvo a punto de decir. Pero se calló al ver que su amigo abría la boca para volver a hablar. El pelirrojo recordó que estaba hablando con Murasakibara, que era sinónimo de hablar con un disco rayado y dónde debías esperar unos segundos en los que el pelilila volvía a retomar el hilo de la conversación.

-¿Aka-chin…acaso sabes cuál es el mejor lugar para ocultar un cadáver?-pregunto Atsushi con suma seriedad, descolocando al pelirrojo que lo miro incrédulo.

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 Te ve como un extraño.

Como un extraño.

Extraño.

El pelirrojo no dijo nada, asimilando todo lo que la adivina le estaba explicando.

Desde que estaba en el “pasado” de su novio, mentiría si estuviera diciendo que había puesto toda su atención en el plan.

O que se había tomado toda la situación en serio.

Para el pelirrojo, aún seguía siendo todo tan surreal…

-¡Aomine-kun!

Kagami levanto la vista. Se había salteado las clases de la tarde después de aquel desastroso encuentro con el peliceleste, no tenía ganas de hacer nada más que ahogarse en sus propios problemas mientras se llamaba idiota.

Pensó que lo mejor que podía hacer era alejarse de su sombra lo que quedaba del día de hoy, y esperar hasta mañana, donde lo intentaría de nuevo.

Porque Kagami Taiga era lo suficientemente terco y obstinado para no rendirse a la primera. Él lo haría…sea como sea, lograría que Kuroko lo amara otra vez…

O eso pensó hasta que vio la sonrisa que el peliceleste le dirigía al moreno.

-Vamos, Tetsu, o te dejare a tras-bromeo Aomine con una sonrisa divertida.

Ambos estaban en la salida del instituto, y el pelirrojo tenía una perfecta vista de los dos adolescentes desde su lugar, bajo el árbol de Sakura en él que había despertado ayer.

El inicio de todos sus problemas.

Kagami se sorprendió al ver al moreno. No parecía ni de lejos el arrogante que conocía en el presente, que si bien luego de la Winter Cup había dejado de lados muchos de sus delirios narcisistas, aún conservaba esa sonrisa egocéntrica e indiferencia que lo distinguía tanto.

-¿Vamos por los helados ahora Aomine-kun? Recuerda que quiero ir al…

-Parque, si Tetsu, ya lo sé-suspiro el moreno mirando de reojo la dirección hacia la heladería.- Así que apuremos o se nos hará tarde.

No le sorprendió verlos juntos. Era consciente de que fueron mejores amigos en la secundaria, todos lo sabían…lo que le sorprendió fue la sonrisa de niño enamorado que Kuroko mostraba.

Una sonrisa que le había dirigido a él tantas veces desde que se conocieron.

Una sonrisa que por derecho, al pelirrojo le pertenecía.

Una sonrisa que hizo que una furia creciente se apoderara de él.

Solo  había algo en su mente en ese momento…tenía que alejar a SU peliceleste de Aomine.

Kuroko era suyo. Solo suyo, no importar en que tiempo, dimensión o mundo estuvieran.

Kuroko le pertenecía. Y se lo iba a dejar a Aomine muy claro.

Se levantó del suelo y se acercó a ellos con toda la rapidez de la que fue capaz, y estaba a punto de agarrar a Kuroko para separarlo del moreno, cuando escucho aquel grito…

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-¿Así que este será mi nuevo instituto?-pregunto el rubio mientras miraba el establecimiento desde el auto de su hermana mayor.

Rei le sonrío cariñosamente.

-Vamos, Ryou-se quejó la joven- deberías emocionarte más…volvimos a Tokio. ¿No estás feliz? Mamá y Papá creyeron que ahora que tu carrera va en mayor ascenso, lo mejor era volver a tus orígenes hermanito.

“¿Feliz?” de todo lo que su hermana había dicho, él solo podía pensar en eso.

Por supuesto que estaba feliz de volver a su hogar después de tres años de hacerse famoso en el extranjero. También era feliz con su carrera de modelo. Le gustaba, se divertía y ganaba dinero. ¿Algo más podía pedir?

“Sí…”  

Cualquiera pensaría que con todo lo que Ryouta Kise tenía, no podía pedir más. Fama, dinero, reconocimiento…¿Qué más podría querer? Sería egoísta de su parte esperar más de la vida llena de lujos que estaba teniendo…

Pero lo cierto era que Kise si quería algo.

Quería…sinceridad.

Desde que se había iniciado en la carrera de modelaje (en sus cortos once años en aquel entonces) todo lo que había conocido de parte de los que lo rodeaban (sin contar a su familia, claro) era hipocresía.

Una máscara de falsedad que la gente utilizaba con él.

Todos se desvivían por agradarle únicamente para ser reconocidos. Los otros modelos de la agencia intentaban ganarse su favor para obtener un mejor contrato. Las personas de sus antiguos institutos solo se le acercaban para poder obtener los beneficios que solo los “amigos” de los famosos obtenían (comida gratis, un viaje a un estudio, una entrevista, que su nombre apareciera en la televisión…etc)

-Es un instituto como todos, Onee-chan…no le veo diferencia alguna con los demás-replico Kise mientras volvía su atención a su celular.

-Ya verás que sí. Cada instituto tiene algo de especial-intento animarlo Rei.

Porque ella sabía cómo se sentía su hermano en realidad.

 Debido a la falsedad continua en el ambiente en el que Ryouta se movía, su hermano, había cambiado.

Cuando era pequeño, el rubio solía ser animado, alegre y enérgico. Simpático y cariñoso en demasía.

Cualidades que automáticamente se ganaron al público.

Ahora Kise seguía siendo así…pero solo frente a las cámaras. Y siempre con una sonrisa falsa que su hermana odiaba.

Él único lugar en el que Ryouta se mostraba tal y como era, era en su casa. Junto a su familia.

Luego el rubio solía actuar con frialdad y desconfianza con cualquiera que se le acercara. Como si fuera una especie de mecanismo de defensa para que nadie lo volviera a lastimar.

-Ryou, cariño…ya paso un año ¿no crees…qué…?

-Creo que sí quiero ese helado Onee-shan.-replico Kise cambiando drásticamente de tema.

Rei suspiro.

-Volveré en seguida, espérame en el auto.-le indico la mujer mientras bajaba del coche con lágrimas en sus ojos.

¿Hasta cuándo Ryou? ¿Hasta cuándo vas a seguir dejando que él te lastime?”     

 Cuándo su hermana desapareció entre las personas que caminaban en busca del helado, Kise se permitió dejar aquella mascara de indiferencia que utilizaba, y que normalmente solo se sacaba cuándo entraba en su casa. Cuándo lo envolvía la seguridad de su hogar. Un lugar dónde sabía, nadie lo lastimaría.

-Basta, Ryouta-se dijo así mismo- no puedes seguir pensando en eso. No puedes darle a él esa satisfacción.

El rubio se  negaba a recordarlo. Se negaba a recordar el principal motivo de que actuara de esa forma con los desconocidos.

Intento distraerse observando el paisaje de afuera. La verdad era que aquel colegio no estaba nada mal…

-Aunque seguro me encontrare con idiotas que me sigan solo por un poco de fama- recordó amargado.

¡Guaf!

El rubio parpadeo unos segundos. ¿Eso era…?

¡Guaf!

Kise abrió la puerta del vehículo y vio a un lindo cachorrito de pelaje oscuro y grandes ojos celestes que lo contemplaban emocionado.

-¡Pero qué bonito!-sin pensarlo dos veces, el rubio salto del coche y se acercó hasta donde el perrito le seguía ladrando, como si lo estuviera llamando.

Se agacho hasta casi sentarse en el suelo y empezó a acariciarlo.

El perrito empezó a mover la cola, feliz por los mimos que el rubio le estaba dando.

-Esta es una señal-dijo Kise divertido- ¿Quién necesita a los seres humanos? ¡Los animales serán mis amigos!

-¡Guaf!

El pequeño ladro, como si estuviera completamente de acuerdo con lo que el rubio había dicho.

Kise solo rió.

-¿Viste eso? ¡Qué chico tan lindo!

-Y además le gustan las mascotas, ¡Que tierno!

-Oye, pero esos ojos dorados me parecen conocidos… ¿No los vi antes?

Los comentarios a su alrededor empezaron a ser cada vez mayores, hasta que alguien grito:

-¡Es el famoso modelo Kise Ryouta! ¡No sabía que había vuelto a Tokio!

-¿Le tomamos una foto?

El rubio suspiro. No se sentía incómodo. Ya debió de suponer que algo así pasaría…como odiaba no poder pasar desapercibido aunque sea por un día.

Lo único que él quería era ser alguien normal…

Aparentemente, al perrito si le incomodaba que tantas personas se amontonaran a su alrededor, y sin más…empezó a correr en dirección a la calle.

-¡Hey! ¡Espera!-Kise lo siguió, importándole bien poco dejar a las personas con los celulares o los papeles y lapiceras paradas ahí.

-¡Cuidado!-grito al ver que el perro se había aventurado a cruzar la calle, donde lamentablemente los autos aún circulaban.

Kise ignoro la señal que avisaba que no había paso para los peatones en ese instante. ¡Sí no hacía nada, el perrito podía salir gravemente lastimado!

Esquivo un par de autos que hicieron sonar sus bocinas malhumorados, mientras daban media vuelta para no atropellar al adolescente, hasta que descubrió al perrito paralizado en medio de la avenida, debido a un auto con luces que no parecía tener intenciones de frenar.

Sin pensarlo dos veces, Kise grito mientras se arrojaba a proteger al perrito y cerraba los ojos, esperando el impacto.

Algo que jamás llegó.

-¡¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?!

El grito hizo que el rubio abriera los ojos lentamente. Frente a él, y con los brazos extendidos, un pelirrojo bastante alto lo miraba con el entrecejo fruncido.

-¡Casi te matas idiota!-grito.

Fue ahí cuando Kise se dio cuenta de que el chico había logrado pararse de tal modo que había quedado en medio de él y el auto, a modo de escudo.

Kise solo distinguió sus  ojos rojos antes de que todo se volviera negro.

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-Taiga…te odio tanto-decía por décima vez Himuro, encerrado en aquel cuarto de limpieza.- Me pregunto si ya se habrán terminado las primeras horas…como odio no tener reloj…-murmuraba el pelinegro mientras cabeceaba debido al sueño que su aburrida auto encarcelación le producía.

Lástima que tampoco tenga una ventana en aquel cuarto de dos por dos, o sino ya habría visto que se había hecho de noche…

Notas finales:

he aqui como kise se enamora de kagami(?) xD

por otra parte....pobre himuro xD

espero no haberlas aburrido!!!!!

dejen sus lindos comentarios para ver si voy por buen camino o no!!!^^ 

facebook: tami neko

nos leemos pronto!!!!!<3 cuidense!!!<3


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