1.- Tacto
El invierno azotaba con violencia Iwatobi, llenando el paisaje de un hermoso tono blanco, pulcro, luminoso, parecía el paraíso en tonos blancos y un poco de verde que no era más que la vegetación oponiéndose con fuerza a morir por el frío, intentando sobrevivir a toda costa, las calles, las casas, estaban cubiertas de ese hermoso color blanco evocando la pureza de la infancia, el mar se revolvía con fuerza en la costa en un tono azul tan azul, tan profundo tan misterioso que provocaba escalofríos y un tanto de miedo, el mar se imponía fuerte y majestuoso. Era un día cualquiera de diciembre Haruka suspiraba con melancolía al caminar por la playa, sentía la fuerza del aire romperse en la punta de su nariz, apenas y podía respirar pero cuando lo hacia llenaba sus pulmones con el helado aire, el ambiente era de total melancolía, un abismo se creaba en su pecho, creciendo cada día más, caminaba escuchando como crujían las piedras al avanzar, cerró los ojos, pudo escuchar las olas violentas en plenitud, se sintió invadido, saturado por el mar como si este lo hundiera en sus profundidades y no lo regresara a tierra jamás, sintió ganas de luchar contra el mar, de enfrentarlo de someterlo y ganar ante él, sintió ganas de reclamarle lo que le había arrebatado años antes, justamente en navidad.
Se desvistió, sintió como su piel se erizaba totalmente al hacer contacto con el aire helado, sentía las piedras como hielo bajo sus pies, avanzó con lentitud hacia el agua una ola violenta azotó contra su pecho llenando su boca de agua salada, sentía el cuerpo pesado, el agua densa no lo dejaba avanzar, sintió que no podía más, dejó su cuerpo hundirse por unos momentos, ya no importaba nada, estaba totalmente solo, y nada iba a cambiar, no tenía sueños, aspiraciones, ni metas, nada podía quitarle esa opresión del pecho, ese dolor que se había acumulado por años, pensó en todo lo que había vivido hasta ese día, nada le importaba, una ola lo sacó de nuevo a la playa, el mar lo estaba rechazando, se estaba burlando cruelmente de él. Vomitó el agua que había tragado y se limpió sus lagrimas, buscó su ropa, una ligera llovizna comenzó a caer, las gotas cayeron con lentitud sobre la negra cabellera “Cuanto tiempo será así” pensó, caminó de vuelta hasta su casa.
-Haruka, estás bien? preguntó Rei, quien lo esperaba con un paraguas en la puerta de su casa, fue ignorado totalmente, sin siquiera recibir un gesto, ingresó a la casa Nanase, era un lugar totalmente oscuro, tan frío como el exterior, había adquirido con el tiempo un aspecto deplorable y lúgubre. Vio como Haru se desvestía sin emoción alguna. Sonrió con tristeza al ver el triste semblante de Haru, vi el delgado cuerpo, pudo admirar todos y cada uno de los huesos que formaban la delicada figura, se estremeció, lo abrazó con fuerza sintió como los preciosos ojos azules derramaban lágrimas y el pecho se contraía en un llanto amargo, lo abrazó con fuerza, era lo único que podía hacer, se limitaba a estar ahí para él y brindarlo por lo menos un poco de calor a ese frío corazón, acarició la melena negra que ahora estaba cerca de los hombros, poco a poco el llanto disminuía, lo guió hasta el baño, había preparado un baño caliente para él.
-Te haré algo de comer mientras tomas tu baño- no recibió respuesta, aún así esbozó una sonrisa tan autentica y cálida que por un momento pudo ver algo de brillo en los preciosos ojos azules. Días como estos lo hacían sentir tan impotente, admirar el grado de destrucción que tenía para si mismo el pelinegro lo hacían cuestionar de su cordura, pese a ello, lo único que podía hacer era ofrecer su amistad incondicional.
Haruka se metió al agua, sentía el calor recorrer su cuerpo desde la punta de los pies hasta las orejas, recargó sus rostro sobre las rodillas, recordó el tiempo en que era un niño carente de preocupaciones, sin responsabilidades más allá de la escuela y la natación, cuando fue la última vez que despertó sin arrepentimiento? No lo recordaba, cuando fue la última vez que había sentido ganas de vivir? … sus ganas de sobrevivir habían cedido, ya no había razón para ello, la soledad, la desolación, era su día a día, el dolor que sentía no se iría jamás, el agua se había enfriado. Se vistió, había olvidado que Rei estaba en su casa, pudo ver que su casa estaba un poco más ordenaba y Rei lo esperaba con comida caliente en la mesa, comenzó a llorar nuevamente los brazos de rei lo rodearon.
-Fue mi culpa, verdad? – dijo entre llantos
-No Haruka, no fue tu culpa y lo sabes –
-Si hubiera llegado antes…-
- Si hubieras llegado antes nada hubiera cambiado – dijo tratando de que su llanto no cediera. --Deberías comer algo.- dijo acercándolo a la mesa. Rei observó los ausentes ojos azules rodeados de una negras ojeras y los labios rotos por el frío, -Te vas a quemar si no enfrías la sopa- dijo mientras le quitaba la cuchara a Haru, enfrío la comida y alimentó a Haru. Lo acompañó a la cama y se despidió de el.
-Gracias por todo Rei- dijo el pelinegro cuando Rei dio la espalda, vió a contra luz una tierna sonrisa. Cayó en un profundo letargo. “Lo estás haciendo bien Haru” escuchó entre sueños, sintió como una cálida mano se hundía entre sus cabellos, sintió como acariciaban su frente y un suave calor recorrer su cuerpo, sintió los largos dedos deslizarse por los pómulos hasta la barbilla. Conocía ese tacto, no había nadie en el mundo tan cálido, no había caricias tan suaves y tiernas, cerró los ojos aún con mas fuerza, si era un sueño no quería que terminara jamás. Despertó en medio de la noche, con los ojos hinchados, se tocó y sintió las fría lágrimas en su rostro, sintió sus mejillas arder, buscó su termómetro, tenía fiebre, buscó medicamento y se volvió a dormir.
Despertó por que el timbre no dejaba de sonar, aún había demasiado frío, el ruido lo molestaba, le molestaba la insistencia del ruido, resignado se puso un abrigo y fue hacia la puerta
-Ren- Dijo asombrado cuando abrió la puerta, el niño había crecido considerablemente, aún con un rostro infantil sonrió, Haru se estremeció, evocó la época en la que acudía a la primaria con Makoto, recordó esa cálida sonrisa que le ofrecía el peliverde cada que lo veía y sus ojos eran una versión color miel de los preciosos ojos color olivo.
-Hola Haru, - dijo el niño apenado -Te traje fruta – me dijo mi mamá que si necesitas algo puedes hablarle ….- Haru rodeó al menor con sus brazos, lo abrazó con todas sus fuerzas durante un par de minutos.
-Perdona – dijo soltándolo
-Haru, me odias por parecerme a él?- Preguntó el niño clavando sus ojos en los azules de Haruka
-No tendría por que hacerlo – dijo dando una palmada en el cabello del menor
-Haru, desearía no tener este rostro para no ver a mi hermano cada vez que veo mi reflejo en el espejo – dijo el niño dando la vuelta, dejando tras de sí a un Haru atónito. Regresó a su cama cubriéndose totalmente con los cobertores, sintió que la fiebre lo invadía, le dolían las articulaciones y los ojos le ardían, durmió todo el día, a veces se despertaba a beber agua, cuanto tiempo llevaba con esta vida? Este era su tercer año de miseria y es que su castigo sería la soledad que llevaba en su alma. Eventualmente moriría.
-Haru, Haru – susurró Nagisa -Despierta, es navidad- sintió como las heladas manos de Nagisa tocaban su rostro, cuánto tiempo había pasado, 2 días tal vez?
-Nagisa – susurró
-Te traje un poco de pastel y tu regalo de navidad, están por llegar los demás –
-Quienes son “lo demás”? –
-Rin y Rei – Nagisa lo obligó a tomar un baño y seleccionó la ropa con la que se vestiría, preparó comida. De manera casi autómata Haru se vistió y bajó a al comedor, todos los recibieron con una sonrisa cálida.
-Haru, ha pasado mucho tiempo – sonrió Rin, todos comieron y bebieron a excepción de Haru, quien apenas y había probado un poco de arroz, Haru no soportaba el ambiente, no soportaba verlos sonreír, el calor del comedor lo agobiaba, la conversación llena de trivialidades lo rritaba, se sentía fuera de lugar en su propia casa, no encajaba en ningún lugar y tal vez nunca lo haría. Un gesto de hastío se formó en el rostro de rin
-Podrías siquiera poner un poco de tu parte Haruka- Dijo golpeando la mesa. Todo se quedó en silencio, Haru miraba en algún punto de la pared, sin dar respuesta al comentario.
-Es verdad Haru, todos estamos aquí por ti- dijo Nagisa nervioso
-Nosotros estamos tratando Haru - increpó Rin en un tono molesto, a este punto los ojos de Haru estaban llenos de lágrimas al igual que los de Rei,
-detente Rin- Suplicó Rei
-No puedo creer que seas tan débil Haruka, tienes que seguir adelante!, continuar tu vida, vivir por el! - dijo al borde de las lágrimas el pelirrojo
-Tu que sabes, acaso has amado alguna vez en tu vida? Sabes siquiera lo horrible que es cargar el cadáver de la persona que amas hasta la playa? Sabes lo horrible que es cerrar sus ojos y ver el rostro azul de Makoto? SABES QUE ES ESO!!? – Gritó exaltado Haru – Lo estoy intentando con todas mi fuerzas, pero no puedo, donde sea que voy me persigue el arrepentimiento, si tan solo hubiera llegado dos minutos antes, lo hubiera alcanzado a sacar con vida del mar – hundió sus rostro entre sus manos. Nadie dijo nada, el primero en irse fue Rin, le siguieron Nagisa y Rei.
Haruka tocó dos veces la puerta, abrió la hermosa señora de rostro gentil.
-Haruka-
-señora Tachibana – dijo avergonzado
- Vine a ver a Ren –
-Claro puedes pasar a su habitación- Entró a la casa que había evitado durante los últimos 3 años, un olor a incienso lo hizo voltear hacia el pequeño altar que estaba en la sala, sintió como su pecho hacía una opresión que apenas y lo dejaba respirar, se quedó estático, vio la hermosa fotografía tomada durante la preparatoria la sonrisa más dulce que jamás había visto y los ojos tan transparentes y puros que lo hacían planear la vida alado del peliverde. Cerró los puños con fuerza como sin con ello se diera fuerza para desviar la mirada de la hermosa fotografía. Subió a la habitación de Ren, ignoró totalmente el que había sido el cuarto del amor de su vida. Sonrió al ver al niño sentado frente a la computadora,
-Podemos jugar videojuegos?- Preguntó sonriendo Haru
-Claro – Había una similitud impresionante entre los hermanos, esa noche jugó con Ren durante varias horas hasta que el cansancio venció al pequeño Ren. Antes de salir de la casa Tachibana pasó al pequeño altar a hacer una pequeña oración, colocó el llavero en forma de delfín a un costado de la foto de Makoto.
-Gracias por venir Haru – dijo la señora, despidiéndose con un gesto amable.
- Gracias a usted por permitirme jugar con Ren - dijo devolviendo el gesto
Por primera vez en mucho tiempo Haru se sentía vivo, caminó hacia la playa siendo rodeado por el frio, el mar estaba tan tranquilo, se tiró sobre la arena, hundiendo sus dedos en ella, observó el firmamento infinito y recordó los hermosos lunares que tenía Makoto en la espalda, echó una carcajada, el eco de la risa se perdía en el calmo sonido del mar, la angustia, el dolor, la soledad habían desaparecido, su corazón se parecía al mar en esos momentos, profundo y tranquilo, nuevamente se desprendió de sus ropas, siendo presa del frío avanzó adentrándose al mar, el agua y él eran uno mismo, avanzaba como dando suaves patadas, avanzó hasta donde su fuerza se lo permitió, flotó unos momentos admirando el cielo respiró por última vez, poco a poco se hundía en las profundidades del mar, no sentía desesperación, sentía el agua entrar por su nariz y no opuso resistencia, dejó que el agua lo apresara, dejó que el agua llenara su cuerpo, sus pulmones, oídos, se lo había prometido momentos antes “Algún dia volveremos a estar juntos Makoto.”
-Haru, Bienvenido, te he estado esperando – Dijo sonriendo Makoto mientras le extendía la mano para sacarlo del agua.