Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Humanos y Demonios por Kathrina

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

perdon por el retraso, lo siento mucho...

aqui se los dejo *se va a un rincon mirandolos de lejos*

En la oscuridad del bosque, con la vista fija en la mansión de los Bijuu, dos sombras observaron con detenimiento esa entrega apasionada que ocurrió a tan solo unos instantes, la primera sombra es de un cabello castaño corto pero muy alborotado, con dos pequeños mechones que caían por los lados de su níveo rostro, recogidos en una pequeña liga ambos, sus ojos grandes de un intenso color miel poseedores de un inmenso brillo a pesar de no notarse por la negra noche, facciones delicada pero bien marcadas, un yukata negro con detalles blancos y rojos, en forma de enredaderas en el fondo. Junto a esta sombra está el mayor de los dos, se podía apreciar un varón de complexión atlética de un largo cabello azul marino hasta la mitad de la espalda, igualmente con dos mechones cayendo por su pálido rostro, de ojos rojos junto a una sombra bajo los mismos, barbilla cuadrada, nariz perfilada, facciones varoniles, con un yukata negro destiñéndose a un azul oscuro hasta blanco.

-         ¡Que emocionante! - exclamo feliz la primera sombra.

-         ¿Es interesante ver a tu hijo teniendo relaciones con un doncel? – pregunto con una ceja alzada el peli azul y los brazos cruzados. Viendo hacia su acompañante, con un rostro estoico.

-         Sí. – le respondió con una gran sonrisa tomando su mano y saliendo del bosque para llegar al jardín.

“¿Para qué pregunto?” el varón ya no sabía de qué sorprenderse, pero vamos, que clase de persona le gusta ver a otra teniendo relaciones con alguien… (No respondan, es en serio, aunque realmente me gustaría saber).

Ambos caminaron por el jardín, tomados de la mano claro que el doncel castaño arrastraba prácticamente al varón, su varón, y hay de la mujer o doncel que se atreviera solo a verlo… porque no saldría vivo.

-         Aun no entiendo… - comenzó el varón. - ¿Si querías visitarlo no sería mejor durante el día? – le pregunto deteniéndose antes de ingresar a la habitación de Kurama la cual tenía vista y entrada directa al jardín y que por ciertas razones de la hermosa velada que tuvo, la puerta termino abierta. - ¿Tuviste que levantarme a mitad de la noche para ver como toma a cualquier doncel que se le cruce?

-         ¡Ay por Dios, no seas tan dramático! – le dijo con un puchero, enfrente de su pareja. Pero olvido su pequeño enfado para poner una cara seria. – Ese doncel como le llamas es la pareja de tu hijo.

Ante esta revelación solo pudo abrir un poco los ojos, no era muy expresivo, pero el castaño pudo notar en ese rostro neutral de siempre la gran sorpresa que se llevó. Mientras el oji rojo estaba deseando que se lo llevara el diablo, genial, vio a su propia sangre acostarse con su futuro yerno, como le vería a la cara ahora… pero de repente recordó algo.

-         Espera un momento, Ashura. – le dijo frunciendo el ceño. – Hace poco unos días llego un mensaje de Saiken diciendo que Kurama encontró su pareja, mas no lo había visto ni una sola vez. ¿Puedes explicarme como de un día para otro terminaron así? – le recrimino apuntando con su barbilla la habitación donde dormían plácidamente los que fueron amantes esa noche.

Ashura solo bajo la mirada nervioso, si se había metido con el destino del rubio doncel y lo había cambiado, si había hecho que Kurama fijara su vista en el lago mientras el blondo ingresaba a este, si había hecho que los instintos del pelirrojo lo dominaran y marcara a su pareja antes de tiempo, si había hecho que al chico le importara una mierda el estarse entregando a un varón que no conocía, si había… bueno cambiado muchas cosas, pero no se arrepentía, sin embargo la mirada del peli azul lo intimidaba mucho, y es que este solo se enojaba rara vez con él.

-         Sabes que veo el futuro de cada persona, y créeme que hice una buena acción. – susurro bajito con la mirada en sus pies descalzos, y es que, era un demonio, demonios nada podía lastimarlo así que los *geta no eran necesarios, pero ahora la mirada en él, lo hacía sentir pequeñito. Más no se dejó intimidar y alzo la vista, mirando con gran determinación a su esposo. – Lo he observado desde que nació, me llamo la atención… - dijo mirando con nostalgia la luna llena. – He visto por todo lo que ha pasado y lo que le pasara, no quería que sufriera más… - miro nuevamente a los ojos rojos. – Recuerdas… ¿Cómo hace 17 años desaparecía por la tardes y regresaba tarde? – le pregunto caminando alrededor del lago, era tiempo de algunas verdades. El peli azul lo siguió y se limitó con un seco “Si”. – Su madre, se volvió una muy buena amiga mía. – le dijo mirándolo de reojo, se sorprendió al ver como su acompañante seguía a la expectativa y no se había alejado como una clara respuesta de que no le interesa. – Ella ya había perdido las esperanzas de quedar embarazada… por supuesto yo no hice nada, aunque me hubiera gustado ayudarla… - rápidamente aclaro ese punto, no quería otro regaño. – No me dijo de quien era, aunque ya lo sabía…  estaba muy feliz por ser madre y yo con ella, sin embargo a los 7 meses de embarazo enfermo mucho, su bebe la estaba debilitando, necesitaba muchos cuidados y yo se los di… - bajo la mirada triste pero con una sonrisa. – Vi que no sobreviviría, pero su niño doncel si lo haría, nacería con gran fuerza y voluntad de vivir… esa misma noche pude ver el destino de ese rubio, me dolía el corazón dejar que el recién nacido de mi amiga pasara por cosas tan crueles, pero había interferido en su vida demasiado… me aleje pero nunca deje de verlo… - alzo la vista y corrió hasta quedar a la mitad del puente, la luz de la luna creaba su sombra sobre la calma del agua. – El destino cambia mucho, depende de las decisiones… evite muchas veces que abusaran de él, poniendo en su camino a cualquiera que lo ayudara… pero no lo soporte mas… sino hubiera hecho lo que hice, el estaría ahora de nuevo en las tierras de los humanos, y bien sabes que si la gente lo hubiera visto salir del bosque donde habitan los demonios… - su mirada reflejaba un gran dolor. – Lo matarían, y si lo hacían los humanos pueden darse por muertos. – su voz fría se escuchó por todo el silencioso bosque como un susurro. Sus ojos eran fríos y demostraban que no dudaría en hacerlo, el varón cerró los ojos y abrió los brazos en la espera del castaño. Ashura se acercó rápidamente a su pareja y acepto su calor. – Indra, no podía dejarlo vivir aquello, ha pasado ya por mucho, no deseo que sufra más…

-         Está bien. – acepto finalmente, aunque lo negara, había sido testigo de las emociones de ambos amantes a la hora de entregarse, y de los sentimientos que aún no habían desarrollado.

-         Además de que quiero nietos. – dijo ahora más alegre, separándose de su abrazo y tomando nuevamente la mano de Indra, y caminar a la habitación de su hijo mayor.

-         No pediste opiniones. – le reprocho más tranquilo, sabía que Ashura actuaba bajo razones muy fuertes para hacer lo que hace.

-         Tardarían mucho en darse cuenta que se aman y entregarse mutuamente, ahora con un embarazo en su camino… se darán cuenta más rápido.

-         El chico es humano, su vida no durara mucho. – trato de hacerle razonar, aunque tampoco hizo mucho esfuerzo en intentarlo.

-         ¿Por qué crees que después de volver a casa hace 16 años… investigue la manera de volver a un humano… un demonio? – le pregunto con una gran sonrisa. – SIP. Los niños nacerán como demonios gracias al gran chakra de Kurama, mi yerno lo soportara, es fuerte después de todo, cuando dé a luz, su alma estará débil y será más fácil hacer el cambio. – le comento con una sonrisa.

-         ¿A veces me pregunto si hay algo que no sepas? – comenzó con una ligera sonrisa, definitivamente no podía negársele.

-         Lo es todo… bueno casi. – entraron a la habitación, para ver a los tortolos juntos, rápidamente Ashura le tapo los ojos a Indra. – Ni se te ocurra mirar. – le advirtió con una voz que denotaba peligro.

-         A mí solo me interesa tu infantil cuerpo. – bromeo quitando la mano de sus ojos y mirando a su esposo, lo atrajo a su cuerpo y paso sus manos por su cintura. – El cuerpo que yo desvirgue hace tantos milenios, el cuerpo de mi hermano menor… - le dijo para darle un beso en la frente y separarse.

Ashura estaba sonrojado hasta las orejas, nunca se acostumbraría a las muestras de cariño por parte de Indra, que se le hacía… veía el futuro de todos, menos el de su esposo. Y eso le gustaba así, ya que sus acciones siempre le sorprendían, pero nunca le diría que no ve su futuro sería ponerse en peligro, uno muy grande sin duda.

-         ¿Qué hacemos ahora? – le pregunto Indra.

-         Ah. – reacciono y se acercó al lecho rápidamente paso su mano por el rojo cabello de Kurama, acariciándolo con cariño hasta finalmente llegar a su frente donde uso su chakra. – Primero, Kurama olvidara lo que vio al morder al chico, no sería divertido que el supiera todo de él y su pareja nada. – comento con una sonrisa traviesa.

-         Su nombre. – le dijo rápidamente mientras se dirigía al ropero y sacaba un yukata negro para su hijo, y salía de la habitación de este a gran velocidad para buscar un kimono para el doncel, igual al anterior. Regreso rápidamente, no los dejaría desnudos.

-         Naruto… solo Naruto, su apellido no lo diré, aun no es tiempo. – le dijo mientras tomaba el kimono y se acercaba al doncel con cuidado, para vestirlo con un kimono blanco con obi azul cielo de flores violetas, limpio con cuidado sus piernas, dejándolas limpias de toda sustancia, recogió su cabello en una hermosa trenza, y lo dejo recostado, se sentó en el filo de la cama y delineo su rostro con cuidado, detallando las facciones del rubio dormido, sacándole una gran sonrisa el hacerlo. – Ay Kushina, tu hijo sí que es una caja de sorpresas, y como se parece a ti en cuanto a carácter… - estaba hablando para sí mismo, pero Indra los escuchaba y prestaba atención a los que decía, aun vistiendo a su hijo mayor. – Le traerá grandes dolores de cabeza a Kurama, pero me encanta de que estén destinados… - acaricio las mejillas, detallando las tres marquitas, sonriendo maternalmente. – Son el uno para el otro. – se acercó a la frente de color canela y deposito un pequeño beso.

Indra sonrió dulcemente, su hermano pequeño sí que adoraba a los niños, pero ya no quería más hijos, y él lo entendía, pero por favor, nueve son pocos, él quería más, respetaría a Ashura con respecto a ese tema. Acomodo a su hijo pelirrojo y lo arropo, volteo al doncel castaño, observando como este alzaba en vilo al rubio y salía de la habitación, lo siguió extrañado, que haría ahora.

Caminaron por la mansión a oscuras, hasta finalmente llegar al calabozo o sótano, frunció el ceño, que estaba planeando al llevarlo a ese lugar.

-         Ashura ¿Por qué-?

-         Shukaku lo secuestro cuando Kurama ataco al rey humano, pensando que era un rehén y aquí ha permanecido desde hace dos o tres días… - le dijo recordando que el 10 de octubre ya había pasado y ya era 11. – Naruto ya termino su cambio por lo que es fértil, eso hizo todo más fácil. Aunque amo mucho a mi niño… - refiriéndose a Kyubi. – Tiene que ganarse a Naruto. – volteo a mirar por encima de su hombro al peli azul, a la vez de que ingresaba a la celda más grande. – Sera divertido de ver.

El varón solo negó divertido, no tenían nada que hacer, porque no divertirse con las travesuras de su doncel, por una vez. Ayudo a colocar bien y abrigado al doncel rubio que se removió incomodo por la falta de calor, ambos demonios sonrieron, como se notaba que le faltaba el calor de cierto cuerpo…

Finalmente Naruto se quedó quieto, se resignó a que no encontraría el calor que quería, término durmiendo con un puchero, los hermanos salieron rápidamente hacia el jardín, y caminaron despacio hacia el bosque.

-         Kurama lo va a tener difícil, Naruto es una fiera cuando se lo propone… - comento al aire el castaño, el peli azul alzo una ceja divertido. – Recordaran esta noche, Naruto pensara que es un sueño y Kurama buscara al doncel rubio que tomo en la noche…

-         Pero si nos vamos no podremos ver como reaccionaran… - le dijo tomando a su hermano por la cintura y apegándolo a su cuerpo, el castaño gimió bajo al sentir la cercanía, y miro a Indra con un brillo travieso en sus ojos, se puso de frente aun pegado a ese cuerpo de ensueño, que solo él había visto, paso los brazos por su cuello nievo y se alzó de puntas, más aun así no alcanzaba a llegar.

Indra rio divertido al ver que su hermano no llegaba, afianzo su agarre en la pequeña cintura y lo alzo, Ashura lo miraba con un gran puchero, pero lo olvido y se acercó a los labios finos de su marido con una sonrisa. – Tranquilo, en casa te mostrare cómo reaccionan, recuerda que tengo cierto espejo… - dijo rozando levemente sus labios, agradecía mucho el haber usado un yukata en lugar de un kimono, era más fácil rodear con sus piernas la cintura del oji rojo, y este bajo sus manos hasta los glúteos del oji miel.

-         La noche aun es joven. – le dijo Indra para lamer todo el cuello expuesto del doncel, que suspiro por el contacto.

-         Vamos, en casa mejor… - respondió acercando sus labios a la oreja izquierda del varón, saco su lengua y la paso por todo el contorno del oído, para bajar al lóbulo. - Allí podrás hacerme gritar, como tanto te gusta… - lo mordió despacio. Se separó de la oreja y miro los ojos rojos que brillaban lujuriosos y con mucho amor.

Acortaron la distancia y unieron sus labios en un lento y dulce beso, sus labios se movían despacio, saboreando el amor que se profesaban, pero que no podían expresar solo así… el beso se tornó salvaje y necesitado, se apegaron cada vez al cuerpo contario, quitándose el aire de los pulmones en una guerra en la que no ganaba ninguno, pero quien ganaría si tenían milenios de practica…

Se separaron al sentir que la temperatura de su cuerpo era suficiente, no soportarían mucho, con un par de sellos en las manos de Ashura, aparecieron en su recamara, el doncel bajo de su esposo que rápidamente destrozo el yukata que lo cubría, dejándolo desnudo, el castaño sonrió por la desesperación de su varón y se acercó a este besándolo con gran pasión y caminar hacia atrás para llegar a la cama, en su camino el yukata negro desteñido a azul salió volando a alguna parte de la habitación, se acariciaban con mucho deseo, para finalmente caer a su cama…

Las almohadas volaron por el impacto, quedando solo las sabanas desechas…

-         Tendremos mucho que limpiar después de esto. – comento Ashura viendo a su varón detenidamente, mientras este se ponía en cuatro sobre su cuerpo.

-         Te ayudo después. – le dijo para besarlo nuevamente.

Y así se pasó la noche para cierta pareja, no lo voy a describir, porque sé que ya saben, que yo sabía que no lo iba  a hacer, en fin, Ashura y Indra tuvieron una noche muy reveladora con respecto al destino de su hijo mayor y cierto humano… además de una madrugada muy, pero muy movida.

*****************

Los cálidos rayos del sol comenzaron a tomar más fuerza y valor para despertar al demonio pelirrojo que seguía dormido, soñando quien sabe que, totalmente absorto de como el hermoso jardín despertada, las flores se abrían, la apacible hierva brillaba por causa del roció de la noche fresca, el agua del lago se veía más cristalina dejando observar el fondo, llenos de rocas lisas y brillantes, las aves despertaban comenzando con su canto mañanero avisando la entrada de un nuevo día.

En la habitación principal, el rey demonio, Kurama, se revolvía inquieto por la luz que pegaba a su rostro incomodándole y sacándole de a poco de la bruma soñadora que le envolvía, el varón termino gruñendo estresado ya cuando los rayos del sol se hicieron más intensos y lo obligaron a volver a tierra.

Aun así no se levantó, palpo con calma y anhelo su lecho en busca de cierto calor que durante la noche desapareció…

Encontrando a su lado solo la fría sabana, se sentó de golpe con su iris doradas bien abiertas.

-         ¡Joder! – exclamo cuando fue cegado por la luz de la mañana, la neblina de estupor aun le envolvía, levemente, recorrió con la mirada la vacía habitación, maldiciéndose al no haber cerrado las cortinas para así evitar que la luminosidad lo despertara, observo su cama la cual estaba muy desordenada; olfateo el ambiente, encontrándose con el ligero olor a roció, lirios… semen y sexo.

¡Alto! ¿Semen y sexo?

Ante estos dos últimos su piel morena se tornó blanca como el papel, se levantó con rapidez y brusquedad hacia el espejo de cuerpo completo que su recamara tenia, encontrándose con un yukata negro, completamente diferente al que tenía ayer por la tarde, alzo las mangas de su vestimenta y busco con desesperación los sellos puestos por el mismo en sus brazos, piernas, pecho y frente.

Sin encontrar ninguno…

-         ¡Puta madre! ¡Que me lleve el infierno! ¡No podía ser más imbécil y cabron! ¡Maldita sea! – se escuchó el grito a tal magnitud que las aves recién levantadas, partieron en vuelo.

Estallo en ira, golpeando con fuerza su reflejo partiendo el espejo. Su mano hecha puño seguía intacta, no se lastimo en lo más mínimo, en esos momentos la rabia de sus posibles acciones le cegaban. Respiraba agitado, absorbiendo una y otra vez ese sutil aroma a lirios y flores silvestres… ese aroma le pertenecía a alguien pero ¡¿A quién?!

Tomo una profunda respiración y se calmó todo lo que pudo, lo cual no fue mucho porque el aura asesina a su alrededor era más que evidente, sereno su mente apretando los dientes obligándose a concentrarse, una vez más tranquilo puso su mente a trabajar, recordó haberse colocado los sellos, recostarse en el árbol dentro del bosque, el haber visto un ángel vuelto doncel en el lago, haberle besado, hacerlo suyo la primera vez, la segunda, la tercera… oírlo gemir y pedir por más.

Pero sobre todo recuerda haberle marcado…

.

.

Abrió los ojos abruptamente reconociendo los hechos que se manifestaban en su mente como recuerdos de cosas que si hizo. Marco a su pareja esa noche, lo tomo como suyo y se lo dejo muy en claro al rubio.

Una sonrisa apareció en su rostro, nunca se había sentido tan dichoso (N/A: Estas siendo vanidoso Kurama~) pero la duda lo carcomía.

¿Dónde estaba ese doncel rubio de hermosos ojos azules y bigotes en las mejillas?

Por cómo recuerda, su rubia pareja no debería ni ser capaz de moverse, sin embargo despertó solo. Su ceño se frunció más aun así no perdió la calma, ¿de qué le serviría destruir medio bosque en un arranque de ira? Solo un regaño por parte de Matatabi, nunca lo admitiría pero a veces las mujeres daban miedo.

Respiro profundo captando de inmediato la hermosa mezcla de flores silvestres que lo tenían hechizado y enloquecido, con sus ojos dorados recorrió la habitación en busca del lugar procedente del olor, mas este estaba combinado con otro que le impedía su búsqueda, chasqueo la lengua frustrado por esto y decidió buscar la fuente más cercana y por ende la más fuerte, se concentró en la fuente más cercana de la esencia frágil y valiente que lo alertada y lo volvía frágil al mismo tiempo. Salió corriendo justo al lado del lago solo para encontrar un kimono blanco completamente mojado, pero impregnado completamente de su objetivo.

No perdería más tiempo, miro a su alrededor solo para encontrar justo encima del puente una pequeña burbuja, y sabía bien que significaba, con su dedo índice exploto la pequeña burbuja…

Su pequeño hermano Saiken sí que era paranoico pero por una vez se lo agradecía, ¿quiénes mejores para el rastreo de alguien que su propia sangre?

Nadie sin duda, dirigió su dorada y afilada mirada al cielo, lo encontraría si o si, que se preparara el doncel, porque tenía dueño y así lo negara no lo dejaría ir.

******************

Silencio.

Todo estaba en silencio, en la completa oscuridad despertó, no podía ver a lo lejos, y por más que camino no avanzaba nada, era estresante, sentía sus músculos cansados y escocer por el largo recorrido, que a su parecer había dado, sin embargo la negrura del espacio que lo rodeaba persistía; no tenía nada n que fijarse y darse cuenta de su progreso.

En su mente maldecía mil y una veces a los malditos demonios, al rey escoria, basura de estos, que lo ha dejado en ese estado cuando se suponía que él, el gran rey, gobernante de toda la humanidad, Uchiha Sasuke era lo más cercano a Dios, aun así había perdido en poco tiempo y sin gran esfuerzo por la por la parte contraria.

Frustración, odio, celos, envidia, rabia, eran las emociones que albergaba ahora el azabache, si pudiera golpearía algo, cualquier cosa para descargar su ira, pero… NO HABIA NADA.

Ni su propia voz escuchaba.

Y eso solo aumentaba su cólera, lo que este no sabía era que lo observaban desde que despertó o quizá incluso antes, una hermosa mujer, de piel pálida, ojos carmesí junto a un largo y liso cabello plateado, de labios tan rojos como la sangre de los cuales sobresalían un par de colmillos, un kimono blanco y negro, simple, adornaba su bien dotado cuerpo.

“Es suficiente” pensó la mujer ya aburrida de las silenciosas maldiciones del rey.

-         ¿Estas aburrido? – su voz suave como la seda se escuchó por todo el plano oscuro, llamando la atención del único residente de la misma quien volteo bruscamente buscando el origen de lo único que podía escuchar.

Cuando por fin ambos seres hicieron contacto visual, el pelinegro recupero su porte.

-         Porque he de responderte, no tienes nada que llame mi atención. – respondió arrogante, aunque por dentro estaba sorprendido de escuchar su voz, ya que hace horas, a su parecer, no podía emitir sonido alguno.

-         Como siempre los humanos son arrogantes. – la peli plateada se acercó a Sasuke, estando a una distancia considerable, este se dio cuenta de su caminar felino y seguro, sus ojos brillantes, y como de su cabeza se pudieron apreciar mejor un par de cuernos negros como la noche con unos toques dorados.

Entrecerrando los ojos con rabia, vio a uno de los muchos causantes de la gran herida a su orgullo, cabe aclara que es gigantesco.

-         Así que eres un demonio. Cuando te mate, colgare tu endemoniada cabeza en la sala de mi castillo. – dijo seguro de sí mismo, esa mujer se veía frágil a su ojos, otro trofeo para su colección, aunque es una pena desperdiciar tan buen cuerpo, pensó con lascivia, tomo su katana y la desfundo.

Pero cuando quiso correr al encuentro de la extraña mujer demonio, no pudo moverse. De repente sintió una presión monstruosa sobre sus hombros y como si fueran plomos sus propios pis

Y en menos de un parpadeo encontró frente a frente unos ojos carmesí completamente ilegibles.

-         ¡No te creas tanto, maldito mocoso! – gruño – He visto más de lo que tú nunca podrás, he vivido más de lo que tú nunca veras, y soy más poderosa de lo que tú nunca podrás llegar a ser. – dijo sonriendo con burla. – Tu existencia es solo una más de las que he visto y tu muerte solo será otra de las miles o quizás millones, ya perdí la cuenta, de almas que he robado. – tomo su mentón con fuerza obligándolo a mirarla sin voltear la vista. – Si piensas que puedes hacerme siquiera un rasguño… puedo asegurarte que estas muy equivocado. – entrecerró los ojos con ira mientras lo decía, separándose solo centímetros para observar como el frágil humano, a sus ojos, recuperaba la compostura, frunciendo el ceño y viéndola retadoramente.

-         Cuando me libere no dudes ni un segundo en que voy a matarte. – le dijo eco y dejando salir su instinto asesino. Una medida que siempre dejaba a sus enemigos con el rabo entre las patas.

La peli plateada solo abrió un poco los ojos, imperceptiblemente, y luego los cerro con delicadeza, haciendo notar sus pestañas largas y plateadas, respiro profundo y…

Estallo en sonoras carcajadas.

Cerro con fuerza los ojos y siguió riendo, Sasuke solo podía mirar, intento hablar nuevamente y descubrió una vez más que no tenía voz, su ceño fruncido se profundizo y solo mostraba ira, no soportaba ni ahora ni nunca, el que otra persona fuera superior a él y lo que es peor que se lo demostraba fácilmente y el sin poder hacer nada.

La peli plateada se separó del pelinegro y ceso su risa, con una sonrisa ladeaba y ojo rojo viéndolo con burla, dijo…

-         Eres un ser insignificante. – se acercó nuevamente al joven rey, pero esta vez por la espalda.

Rodeo al inmóvil hombre por la espalda con sus delicados, aparentemente, brazos, tocando el torso bien formado y pálido por sobre la ropa y rasgando también la parte superior de su vestimenta, paso por el pálido cuello donde con sus largas y filosas garras rozo ejerciendo un poco de fuerza perforando delicadamente la piel, haciendo una herida sin llegar a ser profunda, causo una mueca de dolor en el único humano presente y una sonrisa más diabólica en la mujer.

-         Tan frágiles… - dijo en su oído, subió su mano derecha hasta la firme barbilla y la tomo con fuerza para evitar su movimiento. – Pero eso se puede arreglar… - agrego con voz cantarina, movió la cabeza hacia el lado izquierdo, dejando al descubierto su blanco cuello en toda su extensión, acerco su nariz a este y tomo una profunda bocanada de aire… “Lo que el odio y la envidia hacen…” pensó antes de clavar sus largos y filosos colmillos de manera brusca y ansiosa.

El grito de dolor no se hizo a esperar, lo estaba marcando como su pareja…

.

.

De acuerdo no, contrario a lo que piensan, la mujer inyectaba en el cuerpo del rey humano el peor veneno para su mente, cuerpo y alma.

Poder.

El tan ansiado y deseado poder. Los ojos de Sasuke cambiaron a un rojo profundo con una extraña flor en ellos, y de los mismos lágrimas de sangre bajaban sus pálidas mejillas.

El dolor ceso poco a poco, pero las lágrimas seguían bajando, manchando lo que quedaba de su elegante yukata gris, además de que unas cuantas gotas ahora formaban un charco en el suelo negro, siendo el único color a parte de la oscuridad.

Nuevamente reino el silencio.

La peli plateada viendo y sintiendo como el aura del humano cambiaba a una más oscura y siniestra concluyo que era suficiente por ahora, el cuerpo humano no podría soportar tanta malicia, no sin consumir y matar lentamente al usuario antes, saco sus colmillos.

Con solo un pensamiento, la negrura de la inmensa sala se alzó ante sus ojos, ahora mostrando un gran altar a la luz de la luna llena. En lo más alto atado con cadenas, solo vistiendo la parte inferior de lo que una vez fue la más cara de sus vestimentas… Uchiha Sasuke se alzaba en todo su esplendor.

Cadenas en sus manos, enroscadas alrededor de su torso, el contorno de sus piernas y finalmente casi estrangulando su cuello, de color hueso y con gigantes espinas, las cadenas llenaron de heridas su blanquecino cuerpo.

La sangre goteaba y marcaba con extraños, complejos y antiguos símbolos toda su piel, al aún desconocida, para Sasuke, mujer (N/A: menos para la autora que la conoce de todo su vida) se acercó campante a su inquilino, con sus largas garras rozo las mejillas y tomo entre sus manos el rostro del pelinegro.

-         Buscas poder… - comenzó en un susurro. – Yo te daré todo el que desees, no te preocupes eres útil por el momento. – soltó a Sasuke que recuperaba de a poco la conciencia y escuchaba atentamente sus palabras sin emitir sonido alguno, ni alza la mirada.

Sasuke desea poder y no importa el método lo obtendrá, si debe mancharse, directamente, las manos de sangre lo hará.

Con esos pensamientos expresados en sus, ahora nuevamente, negros ojos y en sus facciones; una sonrisa espeluznante adorno la nívea tez de la demonio.

La pelo plateada mujer le dio la espalda y alzo las manos al cielo.

-         Del demonio, su siervo serás…

-         El poder que deseas él te dará

-         Sus deseos cumplirás y así a tu enemigo de rodillas pondrás… - hablaba pausadamente, con voz ligera pero llena de maldad, nubes negras se formaron en el amplio cielo de la noche rodeando la luna, sin llegar a cubrirla.

Un fuerte viento azoto los árboles que rodeaban el altar, haciéndolos bailas y las hojas sueltas volar, formando un circulo alrededor de las únicas personas en tan siniestro lugar.

La mujer de orbes rojos volteo hacia el pelinegro, con sus colmillos expuestos en una gran sonrisa, sus largas garras cambiaron a un color negro y con el dedo índice de su mano derecha apunto al corazón de Sasuke, que solo se sorprendió mas no lo expreso pero muy dentro de sí empezó a temer por su vida.

-         Tu miedo huele delicioso. – le dijo la mujer. – Con la mitad de tu corazón me quedare… - continuo el ritual

-         Y la firma al contrato pondré; solo una orden te daré…

Su mano nívea tomo un pequeño impulso y la incrusto en el pecho del azabache que abrió los ojos lo máximo posible antes de toser con fuerza sangre que subió de sus pulmones hasta su garganta, asfixiándolo en el camino.

Su cabeza quedo colgada hacia adelante viendo como esa demonio seguía con la mano perforando su pecho, las gotas de sangre que aun caían de sus labios más pálidos que antes mancharon el kimono blanco de la mujer.

Mas a esta no le importó y se acercó hasta el oído de su ahora siervo.

-         Libérame. – fue la orden hecha en un suave susurro, que escucho Sasuke al borde de la inconsciencia, la demonio saco con brusquedad su mano de Sasuke, sin importarle como este se convulsiono de dolor, en su mano se podía observar un sutil brillo negro.

Lo observo con cuidado antes de abrir sus labios e ingerirlo.

La luna se volvió roja como la sangre en ese momento y seguidamente la apariencia de Sasuke cambio, su piel se volvió gris y su cabello creció y se aclaró, sus ojos se tornaron negros y su pupila roja, una estrellada de cuatro puntas estaba sobre su nariz y entre sus ojos… (N/A: Sasuke cuando libera el sello de Orochimaru en la serie) antes de volver a la normalidad.

-         Ahora perteneces a Kaguya, será mejor que no lo olvides Uchiha Sasuke. – hablo justo en el momento que en el cuello de Sasuke apareció un sello en forma de tres comas.

La ahora conocida como Kaguya chasqueo los dedos y Sasuke junto a todo el bosque desaparecieron.

Y ella solo puedo observarse sola en la gigantesca cueva, con sus manos aun perforadas por las millones de cadenas que la retenían, el dolor no lo sentía, jamás lo ha experimentado.

Se limpió el borde sus labios con el dorso de su mano, donde goteo la sangre del humano; y seguidamente se sentó en el suelo.

Sentada en forma de loto, coloco su brazo izquierdo en su rodilla, haciendo resonar las cadenas que hicieron eco por la cueva, puso su rostro en la palma abierta.

-         Espero puedas entretenerme pequeño humano… - comento al aire, al instante apareció ante ella un espejo donde a través de este se veía como Sasuke estaba de vuelta a su castillo y a punto de despertar.

De repente el espejo dejo de mostrar al pelinegro y Kaguya solo pudo observar su reflejo. Se levantó molesta y se dirigió a su lecho a descansar. Mientras caminaba todo a su paso se encendía en velas…

-         Te lo dije cariño… - se detuvo observando el pequeño azulejo en un árbol cercano a la entrada de la cueva, su prisión. – Nadie puede detenerme por siempre… ni siquiera tú.

En ese instante, todas las velas se apagaron de golpe y la pequeña ave azul emprendió a prisa su vuelo.

********************

En la profundidad del bosque, al sur de la mansión del Rey Demonio se encontraba un joven de cabello azabache hasta la mitad de la espalda, ojos de un amarillo opaco similares a los de una serpiente, con sombra sobre los mismo de color morado y dos aretes azules escondidos entre su cabello, portando un yukata blanco con cinturón morado terminado en su espalda en forma de lazo; se encontraba meditando tranquilamente, haciendo un descanso de su largo viaje.

Abrió los ojos al sentir el leve movimiento que se llevó a cabo en el verdor del bosque que lo rodeaba.

-         ¿Qué pasa Manda? – le pregunto el oji amarillo a la serpientes de brillantes escamas moradas, reducida a un menor tamaño del original, la serpiente se acercó al joven mientras este bajaba la mano lo suficiente para que se enredara en su brazo.

-         ¿No crees que deberíamos retomar el camino a la mansión del zorro? – indago con otra pregunta Manda.

-         Tienes razón, presiento que algo está pasando y no quiero perderme de la diversión. Fufufu.- le dio la razón, se levantó de la roca donde decidió descansar y continuo caminado, el presentimiento que sentía en el pecho era el mismo que sintió hace muchos años atrás cuando conoció a ese sapo de cabellera blanca.

Aquel que le mostro miles de maravillas y sensaciones; así como también el que rompió todas sus ilusiones y esperanzas. Su semblante tranquilo cambio a un ceño fruncido, pero rápidamente su compostura sin embargo la serpiente, su fiel amiga, se dio cuenta de ello y solo negó con la cabeza triste.

“Ay Orochimaru, si lo que en verdad paso… si tan solo lo supieras” pensó para sí mirando el cielo de la mañana, fresco sin un rastro de nubes.

Manda se puso a recordar cómo se puso el peli largo cuando lo encontró a él con ella, sus palabras y acciones, sus descuidos y demás expresiones… no se detuvo a pedir explicaciones, cegado por el dolor solo desapareció de su vida. “Como sufrió…” era otro de los pensamientos del reptil, que en lugar de correr detrás de su amigo, se quedó a observar todo de principio a fin, dándose cuenta de la cruel realidad, el dolor que causa tal tetra vil.

Salió en carrera en busca de su amigo, sin importarle lo cansada, herida y adolorida que estaba, los busco y encontró en la profundidad del bosque tratando de quitarse la vida, logro evitarlo con palabras de aliento, estuvo a su lado los primeros años, cuando el dolor menguo lo suficiente quiso aclararle el malentendido, pero el pelinegro solo se negó y le pidió que nunca lo mencionara, no quería más dolor.

-         Hemos llegado. – la voz de Orochimaru lo saco de sus pensamientos.

Tan perdido estuvo que no se dio cuenta que llegaron a la entrada del pueblo, también conocida como la Capital, pues en ese lugar Vivian los guardianes de todos los demonios y resguardando al mismísimo rey de ellos.

Pasaron caminando entre todos los pobladores que felices empezaban un nuevo día, y uno que otro visitante y comerciante de pueblos cercanos.

Manda observaba a toda la gente como poco a poco la vestimenta de las mujeres y donceles se hacía más importante que la personalidad. Pero lo que capto su atención fue un doncel rubio e cabello largo acompañado de una pelirroja, ambos discutían amenamente, a leguas se podía notar su carácter rebelde y explosivo sin dejar de lado su belleza natural.

-         Deberías ser como el… -  susurro el reptil para sí mismo, imaginándose a su mejor amigo con vestimentas que realmente hiciera relucir su singular belleza.

-         - ¿Dijiste algo, Manda? – indago Orochimaru, que escucho claramente, pero fingió que no escucho, y aunque entendía las intenciones de su amiga; jamás volvería a lucir un kimono para donceles, solo verlos le traía a la mente recuerdos a la mente que estaba tratando de reprimir, recuerdos donde el los usaba para llamar “su” atención.

-         Nada… - respondió la de escamas rápidamente. – Pero aún me pregunto… ¿Por qué siendo doncel vistes como varón? – por supuesto entendía el dolor del pelinegro, sin embargo pensó que ya no debería de afectarle tanto después de tantos años… le gustaría ver al Orochimaru de antes de nuevo, que encontrara una persona dispuesta a enamorarlo y hacerlo feliz, y que le diera sobrinos.

-         Jajaja. – dejo escapar una risa sarcásticas. - ¿No será porque crecí creyendo ser varón y resulte doncel? – pregunto en broma.

-         ¿En serio? – interrogo como niña chiquita Manda, que enroscado en el cuello de Orochimaru, se estiro más para verlo al rostro con ojos expectantes e inocentes.

Y al doncel solo pudo bajarle una gota de agua por la sien. “¿Cuánto dura la inocencia?” era la pregunta que se hacia el peli largo cada vez que era sarcástico.

-         Fufufu. Por supuesto, que divertido el tiempo donde podía torturar a los hombres, ganándoles en fuerza y popularidad con las mujeres y donceles. – recordó con una siniestra sonrisa y un brillo “casi” inofensivo de malicia en los ojos. – Y qué decir de las mujeres... – hizo una pose dramática, llevándose una mano al corazón y poniendo una cara afligida. – Y de los donceles… - le dejo con la duda.

-         ¿Qué hiciste? – pregunto con impaciencia el invertebrado.

-         Unas cuantas palabras fueron suficientes. – solo dijo enigmáticamente; perdido en sus buenos recuerdos. – Fufufu.

Empezó a reír de la nada.

“Ya lo perdí” fue el pensamiento de derrota que tuvo Manda, mirando al doncel pelilargo reír y murmurar “Que recuerdos” y “Debería de hacerles una visita”…

El reptil solo podía pedir clemencia para las pobres almas que se convertirían en las victimas, de nuevo, de ese doctor pero sobre todo científico loco, Orochimaru.

-         Lo más divertido fueron sus caras cuando se enteraron que era doncel… - Orochimaru no dejo de reír, y la serpiente, después de muchos años, se empezó a cuestionar la cordura de su amigo… una respuesta que quizá no conseguiría nunca.

*********************

Saiken estaba inquieto, más que eso… angustiado, entendía y sabia de primera mano el poder del que era poseedor su hermano mayor, de lo que era capaz de hacer, aun así tenía un sentimiento de angustia, de ansia; como si algo fuera a cambiar para bien o para mal sin ninguna manera ni advertencia, sin nada que ayudara para evitarlo, ocurriría si o sí.

Debido a eso, decidió pasar la noche en vela, en el balcón de su habitación, sentado en el barandal del mismo, observo la luna y pensó en el que de ese cambio.

Por extraño que parezca, justo a media noche, cuando la luna estaba en su máximo esplendor, sintió una sensación de júbilo, un calor indescriptible que recorría todo su ser, llenándolo de calor, motivándolo a esperar con esmero y grandes expectativas la salida del sol.

Escucho un respingo y volteo sutilmente hacia el único posible causante de esto de esto, observo a su hermano Kokuo con una extraña sonrisa, que le hizo darse cuenta de algo.

“Si todos sentimos lo mismo, eso solo significa…” fue su conclusión.

 La luz de la luna brillaba con intensidad y el Rokubi no Yoko solo pudo sonreír con alegría.

Durante toda la noche no pudo evitar pensar en lo que encontraría al llegar a la casa de su hermano.

.

.

.

La salida del sol, lo saco de su letargo; con un suspiro cansino se levantó de su cómodo asiento y estiro su cuerpo, destensando los músculos; cerro las ventanas del balcón a su paso, arropo mejor a su hermano menor para que no enfermara y bajo a la cocina a preparar el desayuno.

Decidió preparar algo sencillo sin mucho contratiempo… si se le puede llamar así al calentar agua para desplumar una gallina y hacer consomé, sacar de un cultivo cercano patatas, zanahorias, pimientas y demás, además de una nota diciendo que después pagaría que lo pusiera a su cuenta, y es que si tenía una cuenta con ese señor tan amable; lavar el arroz y finalmente atrapar los pescados en el lago detrás de la cabaña. SIP, muy sencillo.

Ahora con todo listo, pelado, desplumado y lavado, se disponía a cortar y preparar…

Cuando…

Una sacudida intensa recorrió todo su cuerpo, alterando sus sentidos, erizando cada vello de su cuerpo, poniéndolo a flor de piel, y lo sabría… y lo supo.

Solo había una cosa por hacer…

-         ¡Kyaaa! ¡Un pervertido! – grito a todo pulmón.

El grito resonó por toda la casa, espanto a las aves, siervos y a cualquier animal cercano a la cabaña.

Y en menos de un segundo ya tenía a un Shukaku enojado con una lanza de arena lista para el ataque, un Matatabi con un sartén en las mano y sus garras listas para destripar a alguien, un Isobu con una escoda de donde la saco y como no sé, un Son Goku furioso y listo para la pelea, a una Chomei soñolienta que fue arrastrada por un Gyuki con tres colas por fuera, cabe aclarar que de pulpo destilando su tinta especial, la venenosa.

-         ¿¡Qué paso!? – pregunto Shukaku viendo con el ceño fruncido la cocina y saliendo de la misma a revisar los exteriores.

-         ¿¡Estas bien!? – se acercó Matatabi preocupada mientras revisaba al mayor de los donceles.

-         ¿¡A quien matamos!? – dijeron al unísono, Son Goku, Isobu y Gyuki, para seguidamente mirarse y chocar sus frentes diciendo “Yo lo mato primero”, “No yo” y “El que lo agarre primero se lo queda”, asintieron de acuerdo a la idea proporcionas por alguno de los tres, se preguntaran cual… y es que no sabría decirles cual ya que solo gritaban entre ellos y la idea salió sola.

Shukaku entra una vez más hacia la cocina extrañado no encontró así que no se explica el grito que lanzo Saiken, lo mira interrogante y este le devuelve la mirada, cuando está a punto de contestar… se escuchan los pesado pasos de alguien ligero, que bajaba por la escaleras y por la puerta de la cocina apareció un Kokuo abrazando una almohada, el cabello enmarañado y frotándose los ojos tratando de quitarse el sueño que traía encima.

-         Ñam… ¿Qhe paho? – pregunto entre dientes, mientas bostezaba y cubría su boca en el instante, ahora la atención antes dada a Kokuo vuelve al mayor de los donceles Saiken, quien solo suspira y se pone serio.

Eso trae dudas a todos…

-         Tenemos que regresar a casa es urgente, la burbuja que deje en casa se estalló y eso solo significa algo… - termino con voz suave.

No eran necesarias más palabras, el sueño se fue, los sartenes, almohadas, escobas y demás fueron soltados por sus portadoras y mientras caían al suelo los demonios se hallaban en sus habitaciones preparándose. En el instante en que el sonido de los objetos, al chocar contra el suelo de caoba se escuchó, los demonios se encontraban en la entrada de la cabaña.

Shukaku parecía imperturbable, pero muy dentro de si no dejo de pensar en el pequeño doncel rubio, portaba un yukata azul marino que combinaba a la perfección con su tatuaje; Matatabi estaba tranquila, había recogido su cabello en una coleta alta, dejando su flequillo caer con naturalidad y dos mechones enmarcaban su rostro, decidió vestirse con un yukata blanco de flores azules; Isobu solo miraba al frente perdido entre la bruma, de los muchos deberes que tendrá que hacer al regresar a casa, y es que el trabajo es tan aburrido pero no puede escaparse, vestido con un yukata verde; Son Goku… este no se quejaba mientras más rápido llegara a casa, podría seguir entrenado a su pequeño escuadrón de estudiantes, viste un yukata naranja casi rojo, le encanta ese color; Kokuo parecía nuevamente elegante y frágil, con un yukata celeste adornado con pequeñas olas en el final del mismo y las mangas, su cabello tenía un broche en forma de chonca marina; Saiken estaba feliz y su sonrisa lo demostraba, el sentimiento se hacía más grande dentro de su pequeño pecho, vestía un yukata morado claro con azules en los árboles, sin más adornos salvo su belleza natural; Chomei estaba aburrida, su kimono, obligado por su hermana menor, Matatabi, era rosa claro, con flores rojas alrededor, no era su estilo, pero como por obra y gracia de alguien, no sabe quién (N/A: Mi) su armario estaba vacío, solo le quedo eso o ir desnuda y aunque no le importaba, no quería regaños después; y finalmente Gyuki estaba pegado a su cuaderno de canciones la inspiración le llego al escuchar el canto de las aves, su yukata beige estaba arremangado por las mangas y abierto por el pecho.

Todos estando listos, se miraron y asintieron solo una vez, emprendieron la carrera hacia la mansión Makai, su hogar… aceleraron con fuerza, decidieron saltar entre los árboles para ahorra camino, de la fuerza usada en sus altos algunas ramas las más frágiles terminaban rotas y las más fuertes con las grietas y la forma de sus pies, pero que se le hacía estaban preocupado si bien su hermano era fuerte, los días posteriores a su celo era, por así decirlo, vulnerable e irritable, pero para ellos que más da, siempre les cumplía sus caprichos por más pequeños que fuera, así que ellos lo recompensaban con eso.

Parecían horas lo que llevaban saltando, cuando solo eran minutos, y en cuestión de pocos de estos, se vieron llegando al gran jardín interno de su hogar, justo en el puente los esperaba Kurama, con un yukata negro y un porte serio y emanando un aura autoritaria. Se dieron cuenta rápidamente que el asunto era de gran importancia.

Apenas pisaron el jardín se arrodillaron, con la pierna derecha y el puño izquierdo tocando el suelo (N/A: la misma pose que hacen cuando los ninjas reciben órdenes del Kage), no hablaron ni levantaron la mirada, lo siguiente que diría el Rey, porque ahora frente a ellos no estaba su pelirrojo hermano, no, frente a ellos estaba el pelirrojo Rey de los Demonios, el ser más fuerte entre ellos, el más sabio y el ser de gran paciencia que conozcan.

-         Pueden levantarse. – les dijo Kurama, y ellos lo hicieron, observaron mejor a su hermano, a su desarrollada nariz llego un aroma extraño emanando del cuerpo del primer varón de Ashura e indra, suave, sutil… flores silvestres.

Todos se extrañaron por eso, y con la pregunta en la mirada, el pelirrojo solo extendió una pequeña prenda blanca, un poco húmeda por agua de lago, que como lo sabía, por su nariz, supongo, ya lo explique…

-         Quiero que lo rastreen, no sé si se habrán dado cuenta, pero anoche marque a mi pareja y esta mañana no estaba a mi lado, donde se suponía debía estar, quieren que lo encuentres. – demando sin enojo, Saiken lo sabía y una sonrisa se extendió por su rostro, no por nada era el más parecido a su madre en cuanto a predicciones, aunque no veía nada, lo sentía en su ser. – Después responderé a sus peguntas…

-         ¿Cómo es? – la pregunta salió de sus labios antes de poder pensar en si formularla o no, quien la hizo… pues, las mujeres y los donceles a la vez.

Kurama parpadeo y después suspiro, sabía que del interrogatorio no se salvaba pero no esperaba que empezara tan pronto.

-         De largo cabello rubio, hermosos ojos azules, piel trigueña y tres marcas en cada mejilla de forma simétrica… eso debe ser suficiente. – le describió la apariencia, si se ponía a describir las maravillas del cuerpo de su pareja, nunca acabaría y es que sentía que lo conocía de hace tiempo.

Todos asintieron a la descripción menos uno… si es el que piensan, Shukaku, este solo abrió los ojos lo más que pudo y se quedó sin aire.

Ahora todo tenía sentido. Cuando los vio a ambos juntos en los rosales, la aparición del collar, la sutileza del doncel, el deseo de Kurama, la pregunta que ambos se hacían inconscientemente… “¿Dónde estás?”, como no se dio cuenta, los dos se estaban llamando.

Mientras los demás olían el aroma y lo repartían entre sí, él se perdió en la bruma de pensamientos, si era cierto lo que Kurama decía, el rubio no debería estar lejos quizá nunca dejo la mansión, en el bosque no está eso lo confirmo, porque el bosque no tenía el olor del rubio, que aunque se parecía al de cualquier flor silvestre el suyo era único, todos los guardianes emprendieron viaje hacia distintos lugar preferiblemente altos, dividiéndose el territorio.

El pelirrojo miro al peli arena, que seguía viendo el suelo, la prenda estaba en sus manos y cuando se iba a acercar a su hermano menor, este solo alzo la mirada con un brillo extraño en ellos…

“Sé dónde está”  con esas palabras Shukaku partió hacia el único lugar que conocía el rubio desde que llego a Makai, el sótano. Y Kurama pues el solo se quedó con los ojos bien abiertos… completamente en shock. Que el que, era la pregunta que su mente trataba de resolver.

.

.

Shukaku bajo las escaleras con rapidez, sintiendo el aroma ensordecer del rubio mesclado con el de su hermano, era muy fuerte, cuando llego a la puerta solo la abrió rápido, prefirió enfrentar el olor ahora que después, y es que no olía mal, pero era demasiado, eran hormonas comprimidas, feromonas esparcidas y esencias mezcladas, como sus hermanos no se dieron cuenta de ello.

Entro en la celda para ver al rubio dormido con un kimono diferente al que tenía cuando lo vio por última vez y una cara pacífica y angelical, su cabellos recogidos en una larga pero fina trenza; lo tomo entre sus brazos como princesa, cuidando de no despertarlo y salió de la celda para caminar hacia el jardín donde Kyubi lo esperaba.

A Kurama se le hacían tortuosos los pasos que daba el Ichibi para llegar a su encuentro y es que no podía esperar…

Cuando finalmente lo tuvo frente a sus ojos quiso tomarlo y estrecharlo entre sus brazos, pero Shukaku se negó a dárselo, cuando iba a reclamar se dio cuenta de que su adoración despertaba.

El peli arena dejo al rubio en la hierba fresca alejándose, y obligando a Kurama a hacer lo mismo, este a regaña dientes lo hizo.

Naruto abrió sus hermosas gemas azules, que cerro por auto reflejo al sentir la luz del sol chocar frente a sus ojos, llevo su mano a su rostro solo para descubrir que dolía como mil demonios, pero aun así cubrió al sol y evito que este llegara directamente a sus ojos…

Esperen…

¿Sol?

¿Dónde demonios estaba?

Se sentó rápidamente y lo lamento una mueca de dolor se formó en su rostro, sentía su vista borrosa pero enfrente suyo pudo distinguir dos figuras…

-         Veo que ya despertaste… - hablo Shukaku ya que el varón pelirrojo estaban embelesado con el doncel rubio y bueno el gato le comió la lengua.

-         ¿Shukaku… san? – pregunto Naruto frotando sus ojos para despejar el sueño, sentía su cuerpo pesado y parecía que sus caderas explotarían.

-         Si, sé que es repentino pero recuerdas cuando te hable sobre las parejas de los demonios, ¿no? – fue al grano rápidamente, el rubio solo asintió medio confundido. – Bueno, te presento a la tuya… - le dijo con un ademan de manos, haciendo que notara la presencia del otro varón.

Naruto volteo hacia el lugar donde el varón peli arena del decía. Sus miradas chocaron y Shukaku supo que ya no tenía nada que hacer allí, así que soltando un ligero “Suerte”, los dejo solos, el Kyubi se acercó al oji azul, que le mantenía la mirada y al mismo tiempo recordaba el sueño que tuvo, donde ese mismo hombre lo tomaba una y otra vez, y él lo disfrutaba, su rostro se tinto de un hermoso carmín al tiempo que bajaba la vista a su regazo donde sus manos jugaban nerviosas… menudo sueño tenia, nunca había visto al hombre y el soñando esas cosas, que indecencia tan grande… genial parece que se le pegaron las palabras de Hinata, ¿Dónde quedo el Naruto de las calles? Por ahora estaba en la misma situación que el actual. Solo pensando en lo sucedido.

-         Recuerdas lo que sucedió anoche, ¿no? – pregunto Kurama con una sonrisa satisfecha al ver como el sonrojo de su pareja se hacía más grande. Pero rápidamente la mente de Naruto hizo ´clic´ recordar…

Se puso pálido como una hoja, ¿No fue un sueño? Alzo la vista con la duda inminente en su rostro.

-         Todo lo que paso anoche fue real. – le confirmó las sospechas si ser consiente, tratando de ser suave, ser acercaba despacio.

Y Naruto quería que la tierra lo tragara y se diera un festín con su carne, en qué demonios estaba pensando, como fue que paso, no entendía nada, se sentía mal, no recordaba haber dicho que si a tales actos, pero tampoco dijo que no; y por alguna razón sus ojos azules se aguaron.

-         F-fu-e un e-error. – tartamudeo mientras se levantaba con rapidez sin importar el dolor de su cuerpo. Kurama abrió los ojos antes esas palabras, las cuales lo golpearon como una espada, pero al notar el ligero miedo del doncel, mando la paciencia al carajo, y reacciono.

-         No es cierto. – declaro con fuerza mientras tomaba la mano de Naruto que trataba de salir corriendo a cualquier lugar, menos ese.

-         Su-suel-tame. – pidió sin fuerzas en realidad, su contacto le causo un calorcito en el estómago; y no quería eso, estaba tan confundido, quería aclarar su mente.

-         ¿Crees realmente que después de encontrarte simplemente te voy a dejar ir? – le dijo con una sonrisa coqueta de esas que usaba rara vez con las mujeres, pero contrario a todo pronóstico…

-         ¡NO SOY UN CUALQUIERA! – le grita Naruto con el ceño fruncido y lágrimas en los ojos, se suelta de golpe y emprende una carrera al bosque.

Kurama ha quedado estático en su sitio, no fue su intención decirlo de esa manera, y ahora pagaba su error; salió en carrera tras el doncel, solo para verlo correr agitado con una mano en su pequeño pecho, se notaba su cansancio y el aire que le faltaba; Naruto se recostó contra un árbol y permitió que las lágrimas cayeran de sus ojos azules, ahora opacos; puede que no fuera plenamente consciente de sus acciones y se avergonzaba de sus actos tan desvergonzados, pero la calidez de esas manos lo hicieron sentir especial; sin embargo había visto esa sonrisa muchas veces y nunca traían nada bueno.

-         ¿Por qué pensé que era diferente? – se preguntó en un susurro, perfectamente escuchado por Kurama que se encontraba escondido en otro árbol. – Al final todos os hombres son iguales… - con dificultad se sentó sobre las raíces del árbol, tratando de acallar los sollozos que escapaban de lo más profundo de su ser.

El demonio no soporto verlo así, siendo cauteloso se acercó al rubio que apretaban con fuerzas ambas manos sobre su boca, parando los lastimeros jadeos que se escapaban, tomo su delicada mano entre las suyas, y antes de que Naruto pudiera reaccionar lo atrapo en un cálido abrazo; el rubio abrió los ojos más que pudo y trato de separarse no quería que lo tocara ni ahora ni nunca.

Y a Kurama eso le dolía, “¿Así es como es el amor a primera vista?” se preguntó internamente, ahora se maldecía por su falta de tacto, viendo lo que causo; el doncel solo se removía cada vez con más fuerza…

-         ¡Escucha! – le ordeno firme, aunque no quería ser rudo, la situación lo ameritaba, y sentía que el rubio no lo dejaría hablar. Y funciono Naruto se quedó quieto en su sitio, sin saber qué hacer, para su cuerpo fue un comando que seguir. – Mírame. – pidió ahora, y Naruto así lo hizo, lo miro a los ojos, el pelirrojo vio en ellos un cachorro perdido y muy confundido, con miedo al dolor; y Naruto vio arrepentimiento y soledad en esa mirada dorada. – Puede sonarte loco, y es que yo también lo creo, pero no puedo cambiar lo que sucede, y tampoco es que quiera… pero es cierto, para un demonio solo existe una pareja… - a medida que hablaba se permitió acariciar con una mano la mejilla del menor, que aun renuente por el tacto se dejó, hipnotizado por la voz del varón, y este aun materia un agarre de hierro en la fina cintura de Naruto.

-         Suena completamente ilógico. – concordó el oji azul.

-         Tal vez, pero yo no decido esas cosas…

-         Si no lo decides entonces niégate. – le respondió frunciendo el ceño, y poniendo sus manos en el firme pecho del varón, para tratar de alejarse.

-         Ese es el punto… no quiero. – volvió más fuerte su agarre, Naruto no quería verlo a los ojos así que miraba alrededor buscando algo con que escapar.

-         Somos diferentes. – exclamo lastimero, se resignó no había forma de irse.

-         Y… ¿Eso qué? Te encontré antes de buscarte, y por todos los demonios no voy a perderte, aunque estaba con mi familia nunca deje de sentir una vacío en mi pecho, y ahora contigo en mis brazos jamás me había sentido tan feliz… - “ni había sido tan honesto” agrego para sí.

Naruto ahora lo miraba sonrojado, no podía negar que sentía atracción por el pelirrojo y que este dijera que era su pareja porque lo decidieron le entristecía, pero le alegraba saber que aunque podía negarse… no quería.

Una pequeña sonrisa se plasmó en su rostro, y Kurama no podía esta más feliz al ser el causante de ella. Lo acerco más a su cuerpo y el sonrojo en la cara contraria se hizo más grande, ¡Que dicha tan grande sentía! Sentía que podía gritar, saltar, bailar, cantar… dejar que Gyuki cante…

De acuerdo no hasta ese extremo, pero si…

-         Me gustaría poder conocerte, y aunque no quieras… - le dijo en un susurro acercándose a sus labios, Naruto por instinto de supervivivenva, quizá, retrocedió un poco, y Kurama lo entendió aun había cosas por aclarar, mas no se alejó. – Nunca voy a dejarte ir. – finalizo dejando un tierno beso en la frente rubia, que cerró los ojos al contacto; sintiendo ese calorcito agradable en todo su pecho.

Kurama se separó, miro a Naruto a los ojos, estos relucían preciosos con un sentimiento de ternura en ellos, y otro más que no sabría identificar.

Un cuadro muy bonito sin duda… pero nada dura para siempre.

.

.

.

Y este término cuando el estómago de Naruto rugió.

Este se pudo tan colorado y solo atino a esconderse en el cuello de Kurama, mientras este parpadeo confundido hasta que proceso lo ocurrido y rio con ganas.

-         Vamos debes comer. – le dijo tranquilo, soltando al doncel para que caminara solo, pero no rompió el contacto entre sus cuerpos, le tomo de la mano la cual beso con cariño, ganando un sonrojo y es que no se pudo resistir, le encanta esa carita con ese tono carmín, por su causa; y lo guio a través del bosque.

Mantuvieron un silencio cómodo, y cuando llegaban a la entrada del bosque, Kurama observo a sus hermanos caminar hasta él; mientras Naruto permanecía con la vista baja, no podía negarlo, le hubiera gustado que el varón lo besara, pero no se atrevía decírselo.

“Si quieres algo tómalo” se escuchó a si mismo decirle esas palabras a Hinata. Detuvo su caminar y Kurama dándose cuenta volteo a verlo, cuando iba a alzarle en el mentón y ver su expresión, se vio rodeado de unos frágiles brazos, y unos cálidos y suaves labios se posaron sobre los suyos.

Las hermanas del Rey Demonio abrieron los ojos lo más que pudieron, los donceles se sonrojaron por el atrevimiento, los varones, menos claro esta Shukaku, la quijada les lego al suelo. Y Kurama solo agarro otra vez esa estrecha cintura y no perdió el tiempo en corresponder el beso, haciéndolo más apasionado y placentero, y es que no podía evitarlo, el aroma de esa piel lo llamaba y no iba a negarse. Se separaron por falta de aire y Kurama pudo observar como esa piel se veía mejor a la luz del día, con los ojos entrecerrados mirándolo únicamente a él, las mejillas pintadas de un hermoso rosa y los labios entreabiertos, rojos, hinchados y brillantes por su beso.

A la mierda todo.

Empezó a besar su cuello, se sentía necesitado.

“Cuanto amo las secuelas del celo” se dijo internamente escuchando suspirar al rubio, que ahora nuevamente tenía la mente en blanco.

.

.

¿Qué paso con los hermanos? Espero que se lo hayan preguntado, sino estaría decepcionada de ustedes…

Nah, mentira.

Ellos no podían ni moverse, era completamente inesperado ver a su hermano en esa situación, viendo que el siempre era muy recto y estricto con ellos, en cuanto a su intimidad…

-         ¿Quién les comió la lengua? – escucharon una voz que salía del bosque, completamente divertida, más los hermanos no le escucharon y está enojada volteo hacia la causa de su fallida entrada, haciendo lo mismo que los hermanos.

Abrió los ojos lo más que pudo y boqueo como pez fuera del agua.

¿Y Naruto y Kurama?

Pues ellos se encontraban, como decirlo, en su propio mundo, Kurama afirmo las piernas de Naruto alrededor de su cintura mientras seguía devoraba vivazmente su cuello y parte de su pecho, Naruto apretaba con fuerza la cabeza de Kurama con sus pequeños brazos a la vez que acariciaba su largo cabello rojo y dejaba escapar suspiros satisfactorios.

-         ¡Ah! – gimió Naruto cuando su varón apretó entre sus labios uno de sus pezones.

Todos los presentes se sonrojaron a mas no poder, que demonios estaban haciendo esos dos con ellos presentes.

Notas finales:

*se acerca con cuidado*

siento en serio haber tardado, pero tengo una buena excusa

y es esta...

pero es que mi lapto se daño y ella tiene las letras chiquitas y finitas, ahora como todavia no esa arreglada me toca usar la computadora de mis hermanos y el teclado no me gusta para escribir esta muy pegado.

espero me entienda y les haya gustado me esforce mucho.

¿me dejan un review? *carita de cachorro abandonado*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).