Algo extraño pasaba en el ambiente y la mayoría de los Gom lo habían notado, pero nadie se atrevía a hablar, estaban más que acostumbrados a ver comer sin descanso dulces a su querido compañero peli morado, pero este día en el cual habían decidido reunirse, para jugar un buen partido de basket, la cosa había empeorado, si antes comía mucho ahora decir demasiado era poco, y cada vez que terminaba uno de los dulces lo único que salía de sus labios era “Esto no es suficiente”.
Ninguno de los presentes pudo entender a que se refería con aquellas palabras, hasta que unos ojos rojos se posaron en el gigante de Yosen, intentando entender la situación.
Demás está decir que la concentración del peli morado en el juego fue nula, y a petición del propio gigantón a mitad del mini torneo fue sacado de la cancha, todos reían y se divertían mientras que él, quien permanecía junto a Momoi no paraba de comer dulces y suspirar con pesadez.
Ya muy entrada la tarde cuando el sol casi se había ocultado y todos estaban cansados, decidieron que era hora de terminar, además de que necesitaban un buen baño, les hubiese gustado ir a comer juntos, pero algunos ya estaban más que cansados por lo cual declinaron la oferta, así que sin más se separaron prometiéndose volver a juntarse en otra oportunidad.
Las calles estaban algo desoladas debido a la hora, y un joven peliceleste caminaba lentamente, sentía que su cuerpo pesaba, caería rendido en cualquier momento, quizás debió aceptar la invitación de Akashi de llevarlo a casa, pero se había negado indicando que no era para tanto y que se podía cuidar solo además que ese día sus padres le habían informado que se irían junto a su abuela al campo, si Akashi llegaba a enterarse lo mas de seguro es que acabara quedándose en casa debido al complejo de hermano que había creado con la ex sombra de Teiko y sus planes para el día siguiente se irían por la borda, por lo cual el gigante y el emperador se fueron juntos hacia el hotel donde se hospedarían.
Se detuvo en un cruce esperando que la luz cambiara a verde para proseguir su camino, cuando sintió que era rodeado por la cintura.
—Kuro-chin puede ser muy malo cuando se lo propone —Hablo el peli morado apoyando su mentón sobre la cabeza del menor.
—No sé a qué te refieres Murasakibara-kun — Expreso el peliceleste con su voz calmada como siempre.
— ¿Por qué no quieres que nadie lo sepa? —Esa voz ya no era la infantil que solía utilizar, lo dijo en un tono tan serio que hizo que al pequeño bajo de él se le erizara la piel.
—El semáforo ha cambiado debemos continuar — Informo soltando su agarre — Además ¿Qué haces aquí Murasakibara-kun?
—Aka-chin me dijo que debía cerciorarme de que llegaras sano y salvo casa — Explico mientras caminaba tras la sombra.
El camino a casa fue en silencio, bueno más o menos ya que lo único que se escuchaba era el sonido de los envoltorios y las mordidas del gigante, al llegar a la puerta de entrada Murasakibara se dio cuenta de que las luces se encontraban apagadas, indicando que no había nadie en casa.
— ¿Kuro-chin tus padres llegaran tarde? — Pregunto mirando hacia la casa.
—Ellos no llegaran hoy, han tenido que salir de viaje junto a mi abuelita — Respondió buscando las llaves en su bolso.
—Ohhh~
Al abrir la puerta se el peliceleste se giró, para despedir a su acompañante pero no se esperó lo que vendría a continuación, el peli morado lo levanto con una sola mano, mientras que la que estaba libre cerraba la puerta tras de sí, para ingresar al hogar de la sombra.
—Murasakibara-kun ¿Qué estás haciendo? — Pregunto esta vez algo alterado.
—Esta noche yo me quedare cuidando a Kuro-chin no quiero que nada te pase — Explico poniéndolo en el suelo.
—Akashi-kun se enojara — Lo observo serio, debido a la diferencia de estaturas a los ojos de Mura, el pequeño parecía tierno.
—Más me preocupa la seguridad de Kuro-chin…sé que nada le sucederá a Aka-chin…Además… —Ahí estaba nuevamente esa voz seria — Necesito comer a Kuro-chin es mi dulce favorito y nada sabe mejor que él.
Dicho se sacó el bolso que aún mantenía puesto y lo tiro a un costado e hizo lo mismo con el que tenía el peliceleste, nuevamente lo tomo en brazos importándole muy poco las quejas del muchacho y lo llevo hasta la habitación, dejándolo sobre la cama.
Se acomodó sobre él y comenzó a besar sus labios de una forma salvaje, casi sin delicadeza alguna, sus lenguas se batían en un duelo y a pesar de las primeras quejas del menor, poco a poco fue cayendo en el juego de la pasión.
—Aun no es suficiente — Menciono cuando se separaron, viendo el encantador sonrojo en las mejillas del joven bajo él.
—Murasakibara-kun…
—Quiero más…mucho más… —Susurro cerca de su oído para luego bajar hasta su cuello dejando una marca en él, ya que el mundo debía saber que ese joven tenía dueño.
Los gemidos no se hicieron esperar, Kuroko amaba ser tocado por aquellas manos, pero no era capaz de reconocerlo, quizás solo por maldad, pero adoraba sentir como recorría cada parte de su cuerpo, en algún momento la ropa quedo olvidada en algún lugar de aquella habitación.
—Murasakibara-kun…no podemos seguir... — El joven permanecía acostado con el gigante besando su pecho.
— ¿Por qué quieres detenerte ahora Kuro-chin? — Pregunto extrañado levantando la vista, además no quería detenerse por ningún motivo.
—… — El joven miro a un costado, obviamente Murasakibara debía haber notado que habían jugado toda la tarde, necesitaba un baño con urgencia.
—Kuro-chin si lo dices porque has sudado jugando, solo te diré una cosa — Se levantó para tomarlo en brazos y sentarlo sobre él mirando directo a sus ojos — Yo te hare sudar mucho más que eso.
Dicho esto comenzó a acariciar el miembro del su amante el cual se había despertado nuevamente por aquellas palabras, botando una gotitas de pre semen las cuales utilizo para comenzar a preparar el lugar que invadiría en pocos minutos.
Los dos dedos que ingresaron en un comienzo causaron una gran molestia, ya que llevaban un par de semanas en las cuales no se habían visto, además de que su relación no llevaba mucho tiempo y como no era algo según Kuroko, estable debido a la distancia, este no había querido mencionarlo a sus amigos.
—Esto-y lis-to — Menciono entrecortado.
—No creo que…
—Solo hazlo Atsushi~
Esas fueron las palabras que bastaron para que el gigante comenzara con la unión que los llevaría a la gloria, en un principio fue doloroso el tiempo había hecho lo suyo, pero poco a poco el dolor de cada embestida fue cambiado a placer absoluto.
Los jadeos y gemidos no se hicieron esperar, sus cuerpos danzaban en una sola melodía sobre aquellas sábanas blancas, en ese momento eran un solo ser.
No saben cuántas veces lo hicieron, ni en cuantas formas distintas solo sabían que cada vez se deseaban más y más, solo fue suficiente cuando Kuroko yacía dormido bajo el cuerpo de su gigante.
—Te amo Kuro-chin —menciono besando su mejilla y acurrucándolo a su lado para dormir, pero antes vio la hora en su celular el cual encontró a los pies de la cama unos minutos antes.
Al abrirlo se encontró con un mensaje de Akashi “Hazlo sufrir y estas muerto aunque seamos amigos”
Sonrió divertido, para después arroparse junto a su novio y tener un hermoso sueño, el día siguiente tenían planeada una cita, por lo cual ya estaba esperando el momento o quizás...solo quizás seguiría deleitándose con el sabor de su chico.
Eso no era una mala opción tampoco.