Un año. Un año desde el día en que habían decidido unir sus vidas.
Todo había iniciado como un acuerdo entre sus familias, al ser criados en una sociedad en donde eso era común, no les sorprendió cuando les dieron a noticia. Unir a los hijos para obtener tratados financieros era muy común.
Y ellos habían crecido sabiendo que algún día eso sucedería. Lo que si los tomo por sorpresa fue que el elegido por sus padres fuera uno de sus amigos.
La sorpresa fue para ellos y todo su círculo de amigos, todos sabían que las parejas que les tocaran la aceptarían y tratarían de llevar acabo de la mejor manera. Pero al ser uno de tus mejores amigos había complicado las cosas.
Para ellos ya no era lo mismo, no podían hablar normalmente sabiendo que unos meses se casarían.
El día del matrimonio Akashi se había acercado a hablar con su prometido.
“Estaba hermoso vestido de blanco, era algo que no podía negar, le sentaba de maravilla ese color, sus ojos resaltaban mas, mientras su cabello parecía ser aún más llamativo
—Kagami estés último tiempo no hemos podido hablar bien pero… quiero decirte que estoy dispuesto a intentarlo.
El pelirrojo mas alto estaba sentado estupefacto. No imagino que Akashi iría ahí a solo minutos del estar en la iglesia
—Démonos un año, si en un año esto no funciona, nos divorciaremos no importando lo que digan nuestros padres, ¿qué me dices?
Esas pequeñas manos apresando las suyas con fuerza le dieron la confianza para continuar, y por primera vez en meses le sonrió con sinceridad
—Daré todo de mí, para que esto funcione — Akashi sonrió y llevo una mano a su mejilla”
Luego de eso, la noche de boda si se consumó, entre risas, completa ternura, vergüenza, inexperiencia y cariño de amigos algo había salido.
Con el pasar de los días habían recobrado la confianza como amigos, no había vergüenza y trataban de tratarse como un esposo trata a su pareja. Con el pasar de los meses el juego a ser esposos, pasó a ser algo verdadero, los gestos delicados y detallistas de Akashi con kagami terminaron por enamorarlo.
El que kagami le despertara cada mañana con el desayuno y un beso en la mejilla, que le ajustara su ropa, que se preocupara por él, que durante el sexo se entregara a él como nunca, jamás a ningún otro, habían terminado por hacerlo el hombre más feliz de la tierra al darse cuenta de que se había enamorado.
Ahora sus incontenibles celos tenían un porque, y era feliz de haberlo descubierto.
Hoy se cumplía un año. La espiración de su primer trato, para ellos todo estaba claro.
Kagami tenía la cena lista digna de un emperador. Todo estaba impecable, la mesa hermosamente decorada, las velas, los cubiertos… todo.
Akashi llego y como siempre lo que hiso fue tirar del pelirrojo para besarlo como si no lo hubiera hecho en meses. Kagami correspondía con la misma intensidad.
—Feliz aniversario Taiga — dijo en medio del beso adelantándose el pelirrojo que gimió frustrado en medio del beso. Akashi sonrió al adivinarlo y lo soltó ingreso a la casa, mirando con asombro los preparativos.
En silencio continuaron con la cena y hablando de cosas triviales en coacciones
—Sei… ya llevamos un año — dijo llamando la atención completa del más bajo —¿crees que funciono? — estaba seguro que sí pero quería escucharlo decir. Akashi rio.
—Por mi parte si, lo lamento mucho por ti si no, pero no te daré el divorcio — bromeo, aunque eso iba enserio, estaba seguro de los sentimientos de kagami, pero poniéndose en el caso que kagami no se hubiera enamorado dudaba mucho que hubiera mantenido su palabra.
—Tonto, tampoco lo quiero… menos ahora — le dijo mirándolo intensamente. Akashi dejo a un lado el cubierto que sostenía. Kagami se tocó el estómago mirando hacia al frente.
—Dios~ ¿Es en serio? — se levantó, y se inclinó a su lado tomando sus manos.
—Hace un año estábamos de la misma manera ¿recuerdas? ¿Cuál será el trato ahora? —Akashi sonrió, tomo una de sus manos y la beso.
—No hay más trato… solo una promesa —kagami le miraba con ilusión —Te amare con mi alma por el resto de mi vida, cuidare por siempre de ti y de nuestro hijo.
Kagami acaricio su mejilla, aceptando esa promesa. Lo amaba.
No siempre los matrimonios arreglados funcionaban. Pero ellos le habían dado una oportunidad desde el primer momento, no se arrepentían, había sido la mejor decisión.
Fin.