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Teasing him por KaLyn

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Notas del capitulo:

Hola ^^ Aquí traemos otro capítulo ^^ Esperamos que la espera haya merecido la pena :)

Capítulo 12


 


Hiroki, Kei y Katsurou acompañaron a Ryou hasta el desvío donde debían separarse para ir cada uno en dirección a sus casas. El moreno sonrió amablemente a Hiroki y le hizo una ligera caricia antes de despedirse y marcharse. Ya comenzaba a atardecer.


Kei y Katsurou caminaron un rato en silencio junto a su amigo, pero finalmente el pelirrojo no pudo aguantar la curiosidad y preguntó a Hiroki en tono serio, algo no habitual en él.




  • Oye, Hiro… ¿Vas en serio con este chaval? -ladeó un poco la cabeza para observar su reacción con disimulo.




  • No lo sé -dijo Hiroki frotándose la cabeza con frustración-. Simplemente… yo…  no sé -apretó los dientes y lo miró-. ¿Tu qué crees?




  • ¿Y-Yo? -Kei parpadeó, confuso. No supo qué decir, así que miró a Katsurou para buscar algo de apoyo.




  • ¿Hiro? ¿Exactamente qué planeas… hacer con él? -preguntó Katsurou fijándose en la expresión de confusión que se podía ver en el rostro de su amigo-. ¿Cómo te sientes con él?




  • No lo sé… -Hiroki suspiró-. Simplemente quiero tener su atención. Quiero que cuando esté a mi lado, solo piense en mí… aunque me gusta ver su cara llorosa, solo me gusta si llora por mí… es que no lo sé. Lo he liado todo.




Kei lo miró con tal seriedad que daba miedo.




  • Hiro. Es la primera vez que dices eso de una de tus víctimas -paró en seco y se lo quedó mirando-. Casi parece que estuvieras… pillado por él -recalcó al ver la cara risueña del rubio tras haber pensado en Ryou.




  • ¿Yo? -dijo Hiroki resoplando-. ¿Cuándo me habéis visto a mí pillado por alguien? -dijo mirando a ambos alternativamente.




  • Y-ya… Jajajaja, ¡solo era una broma! -le atizó en el brazo amistosamente, aunque no sin hacer una mueca de dolor tras recordar que sus nudillos estaban malheridos-. Bueno, yo y Katsurou nos vamos por este lado… -se agarró del brazo del grandullón y pasaron a la otra acera-. ¡Nos vemos, Hiro!, ¡Ten cuidado en tu casa! -se despidió de él mientras zarandeaba la mano.




Una vez lo hubo perdido de vista, Kei volvió a girarse hacia Katsurou, igual de serio que antes.




  • ¿Lo has visto, no…? Hiro está muy raro… Y todo es culpa del pequeñajo ese.




  • Lo sé… creo que realmente le gusta aunque aún no se haya dado cuenta.




  • ¿Crees que deberíamos hacer algo…? -Kei se apoyó en Katsurou, dejando caer la cabeza junto a su hombro.




  • No. Deja que Hiro se aclare él solo. Aunque le explicáramos todo, no lo entendería -dijo Katsurou apoyando una mano en la cabeza del pequeño.




Kei se revolvió bajo su mano, entonces Katsurou bajó la cabeza y le dio un suave y dulce beso en los labios que profundizó en cuanto notó los labios temblorosos del pequeño temblar y abrirse.


Devoró su boca como si no hubiera un mañana y cuando terminó, Kei estaba tembloroso y se aferraba a él, jadeando e intentando recuperar la respiración.




  • Te recuerdo que no he olvidado lo del baño, Kei -dijo Katsurou con voz afectada pasando un brazo por la cintura del pequeño y acercándolo a sí mismo-. Te lo recuerdo… -dijo en su oído, con voz más baja.




Le mordió la oreja y la lamió antes de erguirse del todo y echar a andar, forzando al pequeño diablo para que se moviera con él. Como había sido inesperado, Kei no había podido resistirse, pero Katsurou dudaba que Kei se lo fuera a poner así de fácil.




  • Yo tampoco me he olvidado… -masculló limpiándose la saliva que le había quedado colgando de los labios-. Zanjaremos el asunto pronto… de una manera u otra.




Llegaron hasta el final de la calle, donde ya sus caminos se separaban en direcciones opuestas. Kei le hizo un gesto rápido con la mano para despedirse. Seguía demasiado avergonzado y sorprendido por lo de antes como para quedarse a hablar con él; tenía que enfriar la cabeza y pensar en cómo compensar a Katsurou sin pasarse de los límites… Comprobó cómo el otro lo miraba fijamente y con una sonrisilla mientras tomaba su camino.


Katsurou notaba que Kei estaba cambiando y estaba mucho más consciente de su presencia, así que esperaba que no se resistiera a sus avances. A pesar de lo mal que lo había pasado Hiro, Katsurou estaba rebosante de felicidad.


 


Cuando Ryou llegó a su casa notó un silencio incómodo y escalofriante.




  • Ryou -escuchó la voz de su madre llamándolo desde el salón.




El muchacho respiró hondo y se asomó tratando de aparentar naturalidad.




  • ¿Sí, madre? -preguntó él deshaciéndose de la mochila como si fuera un día otro cualquiera.




  • ¿Se puede saber dónde estabas? Terminaste el instituto hace 3 horas -Nanako, sentada en el sofá con las piernas cruzadas y las manos sobre el regazo con pose firme, lo juzgaba con una mirada envenenada.




  • Yo… -iba a soltar alguna excusa, pero sus ojos fueron atrapados por los de su madre; haciendo que Ryou se quedase sin palabras ante tanta frialdad-. Me quedé con…




  • ¿No tienes un examen pasado mañana? -lo cortó ella tajantemente-. Tendrías que haber estado en casa estudiando.




  • Lo siento, madre… Te prometo que…




  • ¡Promesas, promesas! ¡Todas las promesas se rompen y a este paso mi sueño nunca se cumplirá! -sus gritos resonaron por toda la casa.




Ryou guardó silencio y miró a su madre con ojos desilusionados.




  • Vete a tu habitación a estudiar… Mañana vendrás directamente del instituto a casa. Le pediré a Louis que vaya a buscarte -se levantó y sin dejarlo protestar se encerró en su despacho.




Ryou apretó el puño y por primera vez soltó toda la ira que tenía contenida hacia su madre; dando un fuerte puñetazo contra la mesa que hizo que se le amorataran los nudillos con sangre. Volvió a coger la mochila con gesto ofuscado y subió los escalones hacia su habitación con pasos fuertes.


 


Cuando Hiroki llegó a su casa, no solo su madre estaba esperándolo. Su padrastro estaba ahí también y ninguno parecía feliz de verlo.




  • Sí, sí, lo sé… castigado -dijo Hiroki con voz monótona intentando librarse de la bronca.




  • No tan rápido, delincuente -auch. Que su propia madre lo llamara delincuente dolió, pero no fueron sus palabras, sino su cara llena de desprecio lo que realmente hizo que a Hiroki le doliera el corazón-. Tu padre estaría tan decepcionado de ti -dijo esa mujer que era su madre negando con la cabeza y clavando otra espina en el pobre corazón dolido de Hiroki-. Eres una vergüenza. Tu padre tuvo el accidente cuando iba a por ti tras meterte en una pelea. ¿No te sientes responsable? ¿No tienes ni un solo remordimiento? -dijo su madre avanzando peligrosamente hacia él.




Hiroki inhaló rápidamente para no llorar ante todo el dolor súbito que lo invadió cuando escuchó todas aquellas palabras hirientes. Sabía que el accidente no había sido culpa suya, por supuesto que no, había sido del otro conductor que se chocó contra su padre, pero su madre siempre lo había culpado y el propio Hiroki también lo hacía. Se culpaba aunque sabía que no había tenido nada que ver con su muerte. Se culpaba porque era un desastre y aun así no podía evitar seguir metiéndose en peleas… se culpaba por todo. Porque su madre los abandonara, porque su padre muriera… todos. Hiroki pensaba que todos, tarde o temprano, iban a acabar dejándolo, pero sus amigos, Katsurou primero y luego Kei, habían demostrado ir más allá de eso. Eran las únicas personas que parecía que jamás lo abandonarían.




  • Por lo menos no me fugué con otro hombre y abandoné a mi propio hijo -dijo entonces Hiroki.




Recibió una bofetada que hizo que girara la cabeza hacia un lado, con los ojos abiertos al máximo por el shock. Se llevó una mano a la cara, sorprendido porque había sido su padrastro, aquel sucio hombre que se había llevado a su madre, quien había levantado la mano en su contra. Extrañamente, Hiroki no pudo evitar en Ryou. Pensó que si alguna vez recibía una bofetada, sería del pequeñajo y no de su padrastro.




  • Háblale a tu madre con respeto. Ella te ha acogido en esta casa cuando no tenía porqué hacerlo.




Hiroki se guardó el próximo comentario que iba a hacer sobre ese hombre dejando a su familiar para irse con su madre y empezar una nueva vida. Con niños. Sin él. Sin su padre.


Para no caer en la tentación de golpearlo hasta dejarlo inconsciente, Hiroki dio un fuerte puñetazo en la pared descargando toda su rabia contra esa pobre pared y contra su mano, ya magullada. Al despegarla de la superficie, la mano de Hiroki sangraba, pero él parecía no sentir nada más que odio y dolor, pero no por el golpe, sino por la injusticia.


Se fue a su cuarto sin decir ni una palabra más y se tumbó en la cama, con las manos tapándole la cara, respirando hondamente para no llorar. Después de la muerte de su padre, se había prometido a sí mismo no llorar por cosas estúpidas.


Una de las dos pequeñas hermanastras abrió su puerta y se sentó sigilosamente en su cama, frotándose los ojos y bostezando.




  • ¿Por qué gritáis? -Hiroki suspiró y se aclaró la garganta.




  • Porque he llegado tarde -explicó sin mirarla a la cara.




  • Ahh… te has hecho pupa en la mano -Hiroki se miró la mano y sonrió-. Mamá está enfadada porque te has vuelto a pelear.




Hiroki siempre se asombraba cómo su hermana Megumi siempre decía las cosas sin filtro ninguno y con esa voz inocente. Hiroki no podía culparla de nada, así que le revolvió el pelo y dejó que se recostara a su lado hasta quedarse dormida.


Después, se las arregló para cargarla y llevarla a su habitación sin despertarla y al volver y cerrar su puerta, miró su móvil y pensó en el pequeñajo. Si tan solo pudiera oír su voz, se sentiría infinitamente mejor. Su hermana había ayudado, pero Hiroki no se engañaba: necesitaba un abrazo de su pequeñajo y eso era tan extraño como abrumador. No quiso pensar mucho en ello y siguió mirando el aparato.


El rubio casi tuvo un ataque al corazón cuando vio que el móvil vibraba y recibía una notificación: Ryou le había mandado un mensaje: “Menuda bronca me ha echado mi madre, y es por tu culpa ¬_¬”. Hiroki no pudo evitar echarse a reír no sólo por la felicidad de que hubiera sido Ryou quién lo hubiera mensajeado primero, sino también porque era justo lo que necesitaba en ese mismo momento para sentirse mejor; que su pequeñajo lo hiciera olvidarse de todo y de todos. Ni siquiera Kei y Katsurou se atrevían a hablarle ni meterse en su vida en momentos así, solo podía ser Ryou, su dulce pequeñajo, el que era capaz de subirle los ánimos en momentos tan agrios como aquel.


Hiroki releyó el mensaje del moreno una y otra vez, notando cómo le crecía la sonrisa mientras pensaba en qué contestarle.


Comenzó a escribir varias veces y luego borró, sin saber muy bien qué contestar. Probablemente no debía decir nada de la bofetada, así que simplemente escribió: “¿Puedo llamarte? Echo de menos el sonido de tu voz”. Pulsó enviar y luego se arrepintió casi instantáneamente. Ese no era él. Pero ya no podía retroceder en el tiempo. Le había enviado exactamente cómo se sentía, cuando él siempre daba rodeos y usaba juegos de palabras para evitar expresarse.


Cerró los ojos y apoyó el móvil contra su frente, tumbándose en la cama y dejándolo a su lado, pendiente a que sonara con otro mensaje.


No tardó mucho en tener otra leve parada cardiaca cuando notó el móvil vibrando no una ni dos veces, sino más. No era un mensaje; Ryou lo estaba llamando.


Hiroki sonrió ampliamente y trató de calmarse, pasando una mano por su boca para bajar la sonrisa estúpida de su cara, intentando aparentar normalidad.




  • Hola -lo saludó la dulce voz del pequeñajo-. ¿Estás bien? -se apresuró en preguntar al notar que quizá Hiroki le había pedido llamar por alguna razón en concreto.




  • Sí -dijo Hiroki haciendo una mueca con su cara que el otro no podía ver-. ¿Se ha pasado mucho tu madre? -dijo intentando cambiar el tema de conversación.




  • Solo me ha recordado lo inútil que voy a ser en la sociedad y me ha castigado de por vida sin salir -dijo con voz irónica-. Mañana va a mandar al mayordomo a recogerme en la puerta del instituto… Para asegurarse de que no me “entretenga” -suspiró y a Hiroki casi se le para el corazón; pudo notar perfectamente como la voz del moreno se iba volviendo más débil e indecisa-. Así que… no podré volver a salir contigo… supongo -el rubio lo escuchó tragar saliva, como a punto de echarse a llorar.




  • Ehh, pequeñajo -dijo tratando de animarlo-. ¿Qué te dije de llorar si no era por mí? -dijo sonriendo-. No te preocupes, mañana iré a estudiar contigo -si lo hubiera tenido de frente, hubiera guiñado el ojo sugerentemente haciendo que Kitsu se sonrojara.




  • Lo siento… he llamado porque creía que me necesitabas y al final soy yo el que te está dando la brasa , ¿eh? -rio-. Creo que mañana mi madre saldrá por la tarde, pero Louis seguirá aquí… No sé si sería buena idea que vinieras...




  • Lo cierto es que sí que necesitaba escucharte… -dijo con un tono de voz más bajo de lo normal-. Mañana iré a verte, me da igual. No creo que nadie pueda impedirme entrar si quiero. Puedo ser persuasivo y lo sabes.




Ryou se quedó en silencio durante unos segundos; tanto pensando en las palabras del otro como sonriendo para sí.




  • Quiero verte… -susurró-. Haré lo que pueda por dejarte entrar sin que se entere nadie. Y si te ven les diré que te estaba dando clases particulares o algo así… ¿Te parece bien?




  • Claro que me parece bien. A estas alturas ya me da igual lo que todos… lo que casi todos digan de mí -dijo rectificando al pensar en su madre y su padrastro.




  • Entonces te esperaré por la tarde en casa. Mándame un mensaje cuando estés en la puerta e iré a abrirte cuando Louis no mire -lo escuchó reír silenciosamente-. Me haces malo Hiroki, me haces malo -dijo con un tono que sonó sexy al rubio.




  • ¿Acaso no te gusta ser malo conmigo? -dijo Hiroki medio riendo-. Con ese tono, cualquiera diría que no -dijo irónicamente, ya que estaba deseando ver al pequeñajo y obligarlo a que volviera a pronunciar esa frase en su presencia para ver su cara al decirla.




  • Solo tú podrías obligarme a hacer cosas malas -concluyó, dándole a entender que solo lo haría por él-. Mañana nos vemos en clase. Si no te miro a la salida es porque estoy siendo vigilado por el chófer -suspiró-. Hasta mañana, Hiroki. Que descanses.




  • Mientras el chófer estirado ese tenga claro que eres mío, no hay problema -dijo Hiroki sonriendo, medio apenado porque ya se iba a acabar la llamada-. Dulces sueños, pequeñajo -dijo con voz baja y sexy colgando la llamada.




Ryou posó el móvil sobre su pecho, mirando hacia el techo y suspirando. Ni siquiera se había sentido tan nervioso la primera vez que él y Toki se llamaron por primera vez,  ni cuando su amigo había tenido una emergencia y le había pedido llamar a altas horas de la noche. Era el rubio el que le hacía perder la cabeza. Le parecía increíble lo que había disfrutado con una simple llamada de teléfono. Haber escuchado la voz de Hiroki le había devuelto la vitalidad y los ánimos. Se miró el puño magullado del puñetazo que había dado antes por la rabia repentina y pensó en que pronto su macarra favorito lo haría sentir mejor de una manera u otra.


Apagó el teléfono para que no se distrajera releyendo el mensaje de Hiroki durante toda la noche; tenía tentaciones de hacerlo: “Echo de menos tu voz”, cada vez que pensaba en esa confesión tan pura e inocente viniendo de parte de un muchacho que podía aguantar una verdadera paliza y estar torturado psicológicamente sentía que el rubio había escrito esas palabras sin haber pasado por ningún filtro antes; sin pensar, sin razonar, como un autómata. Era lo que de verdad sentía y Ryou estaba seguro de ello. Se tapó bien y trató de dormirse cuanto antes para ver a Hiroki a la mañana siguiente lo antes posible.


Hiroki miró una vez más el móvil antes de apagarlo y taparse con las sábanas, mirando al techo fijamente y pensando qué sucedería al día siguiente. Lo que había pasado con su madre yacía apartado en algún recóndito y oscuro lugar en su memoria mientras que su mente se llenaba de imágenes del pequeñajo antes de caer dormido.


 


A la mañana siguiente, la cabezonería de su madre fue más allá de lo que Ryou pudo imaginar; obligó a Louis a acompañarlo al instituto también.




  • Madre… Si me he levantado temprano es para ir caminando. No quiero que me lleves en… coche -pausó antes de acabar la frase porque no quería llamarlo “limusina” ni “auto de lujo” que es lo que era el coche familiar y que su madre no se cortaba ni un pelo a la hora de pasearlo por la ciudad-. No es necesario que Louis me lleve…




  • No quiero ni una queja en mi contra -dijo la mujer sin mirar a su hijo, pendiente de su mismo reflejo en el espejo donde se estaba acicalando y arreglando para asistir a alguna reunión o cita-. No voy a estar en todo el día así que quiero asegurarme de que no vas a estar perdiendo el tiempo. Irás a la escuela, volverás y te pasarás toda la tarde estudiando para el examen de mañana. ¿Entendido?




Ryou suspiró y no tuvo más remedio que asentir. No le dio el placer a su madre de escuchar un “Sí” contundente saliendo de sus labios. Afirmó con la cabeza y eso fue todo. De todas maneras no era como si fuera a cumplir su palabra ni mucho menos…




  • Louis, prepara el coche y nuestras cosas. Yo también subiré para asegurarme de que dejas a Ryou en la puerta del instituto sin incidente alguno.




  • Sí, señora -reverenció el mayordomo con los ojos cerrados y el rostro serio.




  • Ryou, aprovecha este rato que tienes libre para ir estudiando -se levantó de su tocador y subió al piso de arriba.




Louis miró brevemente al muchacho; casi pidiéndole perdón con la mirada. Ryou negó con la cabeza y le hizo un breve gesto con la mano; sabía que él no tenía culpa alguna. No mucho más tarde, los tres se montaban en la limusina y dejaban a Ryou a las puertas del instituto ante la atenta mirada de los alumnos que iban entrando. Hacía tiempo que el moreno no pasaba tanta vergüenza por ser de un estatus social más alto. Su madre lo miró en silencio desde el asiento de atrás, sin perder detalle de cada paso que daba hasta que su hijo se adentró en el edificio de clases. Una vez se aseguró de que no iba a escaparse, le dijo a Louis que ya podían marchar.


 


Hiroki lo estaba esperando fuera de clases y al verlo llegar cabizbajo, se paró enfrente hasta que se chocó por ir mirando al suelo. Cuando el pequeñajo miró hacia arriba, Hiroki bajó la cabeza, quedándose a poca distancia de su cara, sorprendiendo al pequeñajo y haciendo que un bonito sonrojo floreciera en sus mejillas.


El rubio miró alrededor y vio que había suficiente gente como para hacer nada, así que simplemente lo abrazó, haciendo que la cabeza del pequeño reposara cómodamente contra su pecho. Al apartarse, Kitsu estaba tan rojo que parecía haberse convertido en un tomate.




  • Ve a dejar las cosas, todavía falta para que toque la campana -indicó Hiroki.




El pequeñajo obedeció las órdenes del rubio y Hiroki se lo llevó al baño, en el que ahuyentó a los chicos que estaban en él con una simple y poderosa mirada de amenaza.




  • ¿Qué te ha pasado en la mano? -exigió saber. Aunque el pequeñajo había intentado apartar la mano de su vista, le había visto los moratones. Iba a asesinar a quien hubiera causado aquel daño-. Solo yo puedo hacerte daño. Me perteneces, ¿recuerdas? -dijo acorralándolo en la típica postura en la que Hiroki colocaba ambas manos a ambos lados del pequeñajo.




Al no responder, Hiroki le robó un beso. Luego otro y otro más y el pequeñajo se sonrojó pero no contestó a la pregunta. Parecía bastante afectado, así que Hiroki frunció el ceño, dejando de presionar y se quitó una de sus propias vendas para usarla en el pequeñajo, quien empezó a protestar, pero Hiroki lo calló con un profundo beso.




  • Yo tengo esto lo suficientemente bien para no llevar venda, pero parece que te duele -dijo vendando con cuidado la zona morada-. ¿Lo ves? -dijo enseñando el brazo lleno de heridas ya medio cicatrizadas.




Una vez terminó de vendar, Hiroki besó cada nudillo del pequeñajo y lo atrajo hacia su cuerpo, devorando unos labios que ya no temblaban o lo rechazaban. Sus labios ahora le recibían con pasión y su cuerpo se apretaba contra el suyo, haciendo que el rubio sonriera.


Bajó a su cuello y ahí le dio un bocado, justo en la marca que había dejado la vez anterior y que parecía estar desvanceciéndose. Chupó y mordisqueó hasta que escuchó gemir al pequeño, solo entonces Hiroki paró y lamió la zona para que no le doliera tanto.




  • Espero que me contestes quien te ha hecho eso -señaló a sus nudillos-, antes de que acabe el día -eso era tanto una advertencia como una amenaza.




El rubio pasó una mano por detrás del cuello de Kitsu y atrajo su cara hacia la suya, juntando las frentes. Hiroki simplemente quería tranquilizarse un poco. Se había puesto de los nervios al ver esa marca en la mano del pequeñajo, ya que era parecida a la propia que Hiroki tenía en su mano, oculta también por una venda. No quería que el pequeñajo luchara, porque si alguien tenía que luchar o pelear, si alguien tenía que salir herido, ese era Hiroki, no el pequeñajo. Que lo provocara y se burlara de él era parte de su personalidad, pero era cierto que el rubio a pesar de ser tan retorcido y posesivo, no quería ver al pequeñajo herido físicamente. No por alguien que no fuera él. No por alguien a quien él no podía parar.


Ryou se acarició la mano vendada por el macarra y lo miró en silencio, con ojos cautivadores. Tenía que pensar detenidamente cómo contarle que aquel rasguño se lo había hecho él mismo; impotente por no poder contradecir a su madre. Sabía que si Hiroki se enteraba de que era culpa de Nanako la tomaría con su madre; y eso podía ser peligroso para el rubio, que no sabía dónde se metía. Su madre podía ser injusta y fría de corazón, pero si alguien se entrometía en sus planes, no dudaba en llamar a sus contactos o encargarse ella misma de quitar a esa persona de en medio. Ryou le dio las gracias por haberlo ayudado y le pasó la mano por uno de los brazos; acariciando sus vendajes.




  • Será mejor que volvamos a clase… -acarició las pequeñas marcas de peleas anteriores que el rubio tenía en la mano a la que le había quitado el vendaje-. Sé que no estás de acuerdo, pero a la hora del descanso iré a hablar con Toki, ¿vale? Sólo quiero zanjar las cosas.




  • No me gusta eso. Lo sabes, pequeñajo. Sabes que él tiene sentimientos por ti y aún así… -se frenó antes de decir algo más y suspiró-. Mientras él sepa que me perteneces… pero no te dejes engatusar otra vez, o tendré que desintoxicarte -dijo Hiroki rindiéndose a los ojos de cocodrilo que el pequeñajo le ponía y pasando un dedo suavemente por sus labios.




  • Él es mi amigo… No puedo dejarlo de lado, Hiroki. Piensa en Kei y Katsurou; tú no lo harías -le sonrió con algo de tristeza. Acababa de recordar lo que esos dos le habían contado sobre Hayashi en la bolera-. Luego estaremos toda la tarde juntos, ¿no? -fueron caminando hacia clase. Aquellas palabras parecieron animar al rubio.




Cuando sonó la campana del intermedio Ryou se despidió de Hiroki hasta la siguiente clase y se marchó a buscar a Toki, conociéndolo estaría sentado en aquella mesa que solía compartir cada día con él; así que sin dudarlo se dirigió a la cafetería. No pudo evitar sonreírle cuando lo vio sentado en su sitio de siempre, como si nada hubiera cambiado.




  • Hola, Toki -se sentó a su lado amistosamente-. Toma la mitad de mi fiambrera, sabes que no me la voy a comer -se la acercó con la esperanza de que Toki lo tratase como si fuera cualquier otro día que estaban juntos.




  • ¿Ahora sí quieres hablar conmigo? Después de que te fuiste con Hayashi y me dejaste tirado. Después de que me confesara a ti. Después de haber sido amigos todas nuestras vidas… ¿Le has dado prioridad a un delincuente asqueroso? -dijo Toki duramente.




Ryou suspiró y miró a su amigo con expresión triste.




  • Toki… Ya sabes cómo es Hayashi… Si no hago lo que quiere la cosa se pondrá peor… Puede hacerte daño a ti también, así que prefiero obedecerlo y ponerte a salvo -se arrimó más a él para mirarlo a los ojos-. Sabes que seguimos siendo amigos tanto como antes… Solo que ahora mismo sigo siendo la “marioneta” de Hayashi… No quiero distanciarme de ti, Toki. De verdad que no quiero -apoyó una de sus manos sobre el brazo de Toki, queriendo hacerle sentir cercano a él de nuevo.




  • La última vez te lo pasé, Ryou. Pero esta vez no parece ser problema de Hayashi. ¿Por qué no eres sincero contigo mismo? Ya que conmigo no quieres serlo -dijo de nuevo con enfado mirando a los ojos al moreno-. Te gusta él, ¿verdad? Por eso no eres capaz de rechazarlo.




Ryou cortó el contacto visual con Toki. No era capaz de contestar a aquello. ¿Le gustaba o no? No sabía qué responder; nunca se había enamorado… O eso creía. Si lo que sentía por Hiroki era amor entonces no sabía si aquello era bueno o malo… Simplemente se sentía de una manera hacia él que no podía expresar. Pensaba en él todo el día, se preocupaba por él, quería estar con él y se sentía bien cuando él lo tocaba. ¿Era eso estar enamorado?




  • Toki… Yo… -cerró los puños lentamente, meditando su respuesta-. N-No sé qué decir… Lo que hay entre Hayashi y yo es raro, lo admito. Ni siquiera sé qué es lo que él siente por mí en realidad… Pero hay algo de lo que sí estoy seguro; y es que para mí siempre serás mi mejor amigo, Toki. No puedo verte de otra manera, lo siento… -lo miró con la cabeza gacha y los ojos entornados, como un perrillo que ha hecho algo malo y no es capaz de mirar a la cara a su dueño-. No quiero perderte, Toki… Por favor. Olvídate de Hayashi y sigamos siendo amigos.




  • No estoy preguntando por lo que sientes por Hayashi. También sé que no seremos más que amigos y lo acepto. Pero te estoy preguntando por lo que tú sientes. Admítelo.




Toki se frustraba mucho más con Ryou esquivando la verdad que con su comportamiento. Él quería que se sincerara, que confiara en él, que le contara todo. Si no podían salir, Toki quería que Ryou siguiera confiando en él hasta que sus sentimientos fuera desvaneciéndose poco a poco. El mayor problema es que Ryou ni confiaba en él ni admitía la verdad. Solo le daba vueltas al asunto y eso irritaba mucho a Toki.




  • Ya te lo he dicho… No sé qué es lo que siento -se rascó la nuca, tratando de buscar algo en su conciencia que lo iluminase con la verdad-. No estoy seguro de que él me guste… No sé qué se siente estar enamorado.




  • Ryou… -Toki estaba perdiendo la paciencia porque era tan evidente que casi parecía mentira que el propio Ryou no se diera cuenta-. ¿Acaso tu corazón no late con fuerza cuando te mira, te habla o te toca? ¿No te sonrojas, te pones nervioso cuando hablas con él? ¿No piensas en él cuando menos te lo esperas? -dijo cada vez con mucha más dureza y acritud.




Al moreno se le paró el corazón. Todo lo que acababa de decirle Toki era verdad. Cada uno de esos ejemplos los había podido vivir en vivo y en directo. Entonces… Sí que podía ser cierto que le gustaba el delincuente. Parecía casi irónico; el ángel y el demonio saliendo juntos, amándose. Apenas quería creer que fuera verdad; haberse enamorado de su mayor problema.




  • N-No me había parado a pensarlo así… -susurró-. Toki… Siento que haya ocurrido todo esto. Quizá me he enamorado de Hayashi y no me he dado cuenta… -ocultó el rostro entre sus manos, se sentía avergonzado de que fuera Toki el que le abriese los ojos-. He sido un estúpido… Soy un estúpido -dijo incapaz de enseñarle la cara.




  • No seas tan duro contigo mismo -dijo Toki suspirando y revolviendo su pelo-. Por lo menos lo has admitido por fin. Me estaba volviendo loco intentando hacer que me contaras de qué iba todo el asunto… pero solo me bastó mirarte una vez cuando estabas con él para darme cuenta -suspiró de nuevo viendo que Ryou negaba y no se quitaba las manos de la cara-. Has tardado en darte cuenta de algo que todos podíamos ver… Simplemente no te cierres. Cuéntame las cosas -dijo con una sonrisa triste ahora que él no podía verla.




A Toki le iba a doler estar con él durante un tiempo, pero sabía que lo superaría porque siempre habían sido amigos y seguirían siéndolo. Solo necesitaba que todo volviera a ser como antes de que él se diera cuenta de sus sentimientos por Ryou.




  • Me gustaría haberme dado cuenta antes… quizá así podría haber hecho algo al respecto -se secó un par de lágrimas que humedecían sus mejillas y sonrió a Toki-. ¿Y qué se supone que voy a hacer ahora? Hayashi solo está jugando conmigo… No siente nada por mí, solo soy su juguete… -volvió a llorar de nuevo-. Mira que soy idiota… -sollozó en silencio.




  • No llores, Ryou -Toki siempre había sido débil a sus lágrimas y odiaba verlo tan herido.




Además sabía que Hayashi era más serio con él de lo que parecía. Bastaba con verlo interactuar con los demás y verlo con Ryou: su comportamiento cambiaba completamente. Pero no se lo diría. Porque quería hacer algo egoísta por una vez en su vida, así que no se lo dijo.




  • Vamos, estoy seguro de que no estás tan mal con él. ¿Por qué no me cuentas todo lo que me he perdido? -dijo intentando distraerlo de sus lágrimas.




Ryou le contó a Toki con algo de reparo todo lo que había pasado con Hayashi desde el principio, pero conforme iba hablando, se fue tranquilizando y una sonrisa cariñosa apareció en su cara. Se veía que estaba absolutamente coladito por el delincuente y aunque se sentía celoso, no podía evitar estar contento por él.


El descanso se acabó antes de que los dos se dieran cuenta pues habían estado hablando tanto como en los viejos tiempos y ambos sentían que habían recuperado la confianza que habían perdido en el otro con un poco de conversación.


Al volver a clase, Hiroki se fijó en que su pequeñajo parecía algo más contento, aunque había algún tipo de tristeza y melancolía cuando lo miró, lo que más notó no fue eso, fue que tenía los ojos rojos… como si hubiera estado llorando. Hiroki caminó hacia él fieramente y le levantó el rostro hacia arriba para verle la cara y aunque el pequeñajo quiso apartar la mirada, no lo permitió.




  • ¿Te ha hecho llorar? Voy a matarlo -dijo soltándolo y rodeándolo, preparado para ir a por él y machacarlo.




  • ¡Espera! -Ryou lo detuvo agarrándolo del brazo-. No estoy llorando por él… sino por ti -confesó-. Sabes que solo lloraría por ti… -vieron al profesor llegar desde el lado del pasillo-. Te prometo que luego te lo explicaré. Vayamos a clase, ¿vale? -trató de convencerlo con una sonrisa.




  • No me ganan tus sonrisas, pequeñajo, por muy lindas que sea -se paró, no obstante-. Dímelo, pequeñajo. ¿Qué te pasa? -posó una mano en su mejilla, con el pulgar rozando su ojo con cuidado, levantando ligeramente su cabeza.




  • Te lo explicaré esta tarde en mi habitación, cuando estemos a solas… -miró disimuladamente alrededor, viendo como varios alumnos de la escuela iban y venían por el pasillo pasando cerca de ellos dos.




  • Mierda, quiero saberlo ahora -dijo Hiroki llevándose la mano al pelo casualmente y mirando al profesor con odio.




  • ¡Vosotros dos! A clase ahora mismo -el profesor se asomó al verlos ahí afuera sin hacer nada, llamándoles la atención.




No tuvieron más remedio que dejar la conversación ahí y meterse a la clase. El moreno no dejó de responder a las miradas que Hiroki le fue echando durante toda la hora, lo que lo tranquilizó un poco.


Una vez acabó la escuela, el muchacho recogió sus cosas y se despidió de Hiroki.




  • Será mejor que no me vean salir de aquí contigo… Así que me adelantaré, ¿vale? -se cargó la mochila al hombro. La clase ya se había quedado vacía y faltaban ellos dos por salir.  




  • Espera -Hiroki cogió al pequeñajo del antebrazo, tirando de él, dándole un abrazo por detrás.




Posó los labios en su cuello una vez más antes de darle la vuelta y recolocarle la ropa para que no se le vieran las señales del cuello. El pequeñajo se había puesto más rojo que nunca y estaba haciendo una extraña expresión de la que Hiroki quería ver más.




  • ¿Por qué no me miras? -preguntó con curiosidad.




En cuanto el pequeñajo levantó la vista, Hiroki le robó un beso, haciendo que Kitsu se retirara y se pusiera la mano en la boca, como si fuera la primera vez que ambos se besaban, cosa que Hiroki no entendió pero le pareció adorable. Como premio, Hiroki le otorgó otro beso, esta vez algo más profundo y cargado de deseo.




  • Para la buena suerte esta tarde -dijo Hiroki con voz baja sonriendo al pequeñajo-. No te creas que me he olvidado de esto -dijo poniendo sus manos en sus mejillas de nuevo, posando los pulgares cuidadosamente bajo sus ojos-. Me lo vas a contar quieras o no, así que prepárate -dijo con posesividad.




El calor de las mejillas del pequeñajo se pasó a sus manos y Hiroki sonrió una vez más algo más cariñosamente antes de soltarlo.




  • ¿E-Es que eres idiota? -se pasó la mano por las mejillas de forma adorable-. ¿Cómo voy a presentarme en el coche con este sonrojo? -volvió a restregarse la cara con el puño de la camisa, como queriendo borrar el rosa de su piel.




  • No es para tanto pequeñajo. Eres adorable así -dijo Hiroki con seguridad-. Ahora vamos.




Le dio la vuelta para que la espalda del pequeñajo se apoyara contra su pecho, dándole un pequeño y fuerte abrazo antes de soltarlo y empujarlo un poco. Cuando el otro se giró y se dio la vuelta, Hiroki no pudo evitar darle una cachetada en el culo, haciendo que el pequeñajo saltara en el sitio, frotándose el culo.




  • ¡Venga! ¡Ve! -dijo Hiroki riéndose por la cara de indignación que tenía Kitsu mientras se recolocaba su mochila y se iba murmurando algo de querer matarlo.




  • ¡Más vale que sea a besos! -le gritó cuando ya estaba al final del pasillo.




El pequeñajo le levantó el dedo corazón, rojo de nuevo y desapareció en la esquina, haciendo reír de nuevo a Hiroki como hacía tiempo que no se reía. Estaba deseando que llegar a su casa.


 

Notas finales:

¿Qué pasará por la tarde? ¿Qué pasará...? ^^

Esperamos que os haya gustado y como siempre, muchas gracias por leernos :D

 


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